lunes, 29 de enero de 2024

 Las cabañuelas del Chocó

*Evento con el Presidente de la República. Quibdó, 27 de enero de 2024,
Coliseo Wladimiro Garcés Machado. FOTO: Presidencia.
Según la creencia popular heredada de la tradición española, el clima de los primeros doce días de enero es indicativo de lo que será el clima durante los doce meses del año. Estas son las llamadas cabañuelas. En ese mismo sentido predictivo, ¿se podrían tomar como referentes los hechos que marcaron el mes de enero que llega a su fin, para prefigurar cómo será el año 2024 en otros aspectos de la realidad social, política, cultural, económica, institucional...? Si así fuera, podría decirse que el año 2024 traerá una mezcla de sinsabores y esperanzas para el Chocó. Con la ventaja de que, a diferencia de los augurios climáticos, es posible que en el caso de la situación regional el cumplimiento de algunos hechos positivos impida la ocurrencia de otros menos positivos o negativos.

Dos secuestros en una carretera…

Apenas comenzaba el año cuando, el 6 de enero, fueron secuestrados en la carretera Quibdó-Istmina dos funcionarios chocoanos: uno de la Registraduría Nacional y otro del SENA, que fueron liberados el 23 de enero, sin que aún se tenga claro, por lo menos públicamente, quiénes y por qué los secuestraron y qué razones motivaron su liberación. Con una marcha por las calles de Quibdó, encabezada por la Gobernadora del Departamento, el pueblo del Chocó había protestado y exigido la inmediata liberación de los dos secuestrados, en la mañana del 11 de enero.

…y un desastre en la otra

Un poco más de veinticuatro horas después, a las 5 de la tarde del 12 de enero, cuando la Gobernadora apenas estaba terminando de presidir el Consejo de Seguridad en el cual se analizaba con todas las autoridades la situación generada por el secuestro de los dos funcionarios; un alud sepultó una casa en la carretera Quibdó-Medellín, provocando una enorme y dolorosa tragedia. “Bajo el peso de media montaña, que se les vino encima mientras se resguardaban de un aguacero diluvial y esperaban que se autorizara la reanudación del tráfico, interrumpido por varios derrumbes, 40 personas murieron, 20 sobrevivieron y por lo menos 1 no fue hallada, en la carretera que de Quibdó conduce a Medellín; el viernes 12 de enero de 2024, a las 5 horas de una tarde gélida y oscura, en un punto conocido como El 17, que forma parte de un paraje denominado Las Toldas, en límites entre los municipios de Lloró y El Carmen de Atrato, en el Departamento del Chocó”[1].

El 14 de enero, el Presidente de la República visitó la zona de la tragedia, en compañía de la Gobernadora del Chocó y de funcionarios del orden nacional. Allí anunció la expedición de un decreto declarando oficialmente el desastre, lo cual permitiría disponer inmediatamente de 300.000 millones de pesos para acometer el aseguramiento de taludes en todas las montañas a lo largo de esta carretera, conocida como la trocha de la muerte. El Presidente anunció que el jueves de esa semana, 18 de enero, durante varios días, el gobierno nacional se trasladaría a Quibdó para concretar los anuncios hechos al pie de aquella montaña recién derrumbada. Más de una semana necesitó el personal regional y nacional de gestión del riesgo de desastres para culminar el penoso, riesgoso y difícil trabajo de rescatar a las víctimas y devolver a sus familias un poco de sosiego en medio de tanto y tan grande dolor.

Anuncios y compromisos

El miércoles 17 de enero aún continuaban las difíciles faenas de rescate de las víctimas de la triste tragedia en la trocha de la muerte y persistía la zozobra de no saber nada cierto sobre los dos funcionarios secuestrados en la carretera que comunica a las antiguas provincias del Atrato y el San Juan. No obstante, en Quibdó, Nubia Carolina Córdoba Curi, Gobernadora del Chocó, luego de más de una semana en vilo y en vela, agravada por el desastre de la trocha, inauguró la primera reunión cumbre de alcaldes y alcaldesas del Chocó, a la cual acudieron, por orden directa del Presidente de la República, varios ministros y responsables de oficinas estatales nacionales; dando comienzo a la elaboración de un listado numeroso y variado, complejo y costoso, de compromisos gubernamentales de la Nación con el Chocó, cuya refrendación final se produjo con la presencia del Presidente, en Istmina y en Quibdó, el viernes 26 y el sábado 27 de enero.

El evento en Quibdó fue el remate o colofón de una gira del presidente y sus ministros, denominada "Gobierno con el Pueblo-Región Pacífico", que arrancó a principios de la semana en el Pacífico Sur. Allí, además de la sugestiva intervención de una estudiante de 14 años, Zary Maireli Da Silva Balanta, sobre los problemas de la educación y la juventud en Timbiquí (Cauca)[2], y de la resonante frase de Diana Palacios, alcaldesa de El Charco, Nariño: "Las mujeres ya no lloramos, las mujeres gobernamos"; la nota predominante fueron los discursos y reclamos de las comunidades negras e indígenas requiriendo -como lo hacen cada cuatro años- la atención de necesidades y aspiraciones mínimas como alumbrado y electricidad; edificaciones dignas, mobiliario, computadores y agua potable para las escuelas y los colegios; apoyo económico y proyectos productivos, para evitar la vinculación de la gente a la producción de rentas ilegales por narcotráfico o extracción ilícita de minerales; puestos de salud y hospitales; títulos colectivos de tierras históricamente pobladas y heredadas; ofertas concretas de educación superior, sin costo y al alcance de la gente, especialmente de los jóvenes, cuya vida de reclutados a la fuerza por grupos armados no se cambia así nomás por unos cuantos escenarios deportivos y unos cuantos grupos de música, baile o teatro… El Gobierno Nacional hizo compromisos billonarios de inversión para atender problemas históricos y prioritarios de los municipios del Pacífico nariñense y caucano, y del Departamento del Chocó.

Nubia Carolina Córdoba Curi, Gobernadora del Chocó.
Rafael Andrés Bolaños Pino, Alcalde de Quibdó.
FOTOS: X - @NubiaCarolinaCC y @rafaelbolsp
Augurios y esperanzas

A pesar del peso de la tragedia de la carretera hacia Medellín y de los enigmáticos secuestros en la carretera hacia Istmina, el 2024 en el Chocó había comenzado con una luz de esperanza: la posesión pública en el malecón del río Atrato, en Quibdó, de la Gobernadora del Chocó, a quien todavía muchos simpatizantes le gritan como en su campaña electoral: “Nubia Carolina, gobiérname”; y del Alcalde de Quibdó, Rafael Andrés Bolaños Pino, a quien todo el mundo conoce y nombra como Teddy, y de quien los quibdoseños esperan que recupere la ciudad y el municipio, como lo prometió en su lema de campaña. Estos dos jóvenes profesionales, cuya sola presencia pareciera refrescar cualquier escenario, despiertan fervor y esperanza como hace décadas no sucedía en la escena política municipal y departamental de Quibdó y del Chocó; al punto que en Quibdó se viene generalizando la idea de que, si no es ahora, con ella y él, difícilmente después se podrá dar comienzo a las transformaciones necesarias para enrutar el departamento y su capital hacia condiciones locales y regionales de vida enmarcadas en la garantía de derechos y en la dignidad.

Inspiración

Las efemérides de dos de los más grandes intelectuales de la historia del Chocó: Rogerio Velásquez Murillo[3], de cuyo fallecimiento se cumplieron cincuenta y nueve años, el 7 de enero, y a cuya memoria será dedicada la Cátedra Chocó 2024, del ICAHN; y Arnoldo Palacios[4], cuyo centenario de nacimiento, cumplido el 20 de enero, será motivo de celebraciones del sector cultural durante todo el año; son también augurios de los buenos tiempos que el 2024 puede traer para el Chocó. 

La conmemoración de los cien años de inaugurado que en octubre cumple el deslucido templete en homenaje a otro chocoano ilustre, César Conto[5], situado en la esquina noroccidental del aún más deslucido Parque Centenario, de Quibdó[6], también podría ser buen augurio de un 2024 más justo y edificante para el futuro de "esta tierra de Dios que se hurtó el Diablo", como escribió hace medio siglo el Poeta de la Chocoanidad, Miguel A. Caicedo

Al fin y al cabo, Rogerio Velásquez, Arnoldo Palacios y César Conto son ejemplos reales de cómo hacer digno al Chocó, así muchos ni siquiera sepan ellos tres quiénes son. Y bien podrían el Alcalde y la Gobernadora, apoyados en el Gobierno Nacional, inspirarse en ellos y en otras figuras que le dieron dignidad y grandeza a esta tierra, para convertir en realidades sus mejores propósitos, promesas e intenciones, y lograr así que el 2024 y todo su periodo de gobierno estén marcados por las mejores cabañuelas de este enero, su primer mes como mandatarios.


[1] Trocha, tragedia y tristeza en el Chocó. El Guarengue, lunes 15 de enero de 2024.

https://miguarengue.blogspot.com/2024/01/trocha-tragedia-y-tristeza-en-el-choco.html

[2] https://x.com/infopresidencia/status/1750645374300139933?s=20 Adicionalmente, un resumen completo de los anuncios y promesas de inversión en la región del Pacífico por parte del gobierno nacional se puede leer en: RESUMEN / Anuncios del Gobierno con el Pueblo en el Litoral Pacífico: https://petro.presidencia.gov.co/prensa/Paginas/RESUMEN-Anuncios-del-Gobierno-con-el-Pueblo-en-el-Litoral-Pacifico-240128.aspx

[3] Rogerio Velásquez: un pionero, un precursor. El Guarengue, 8 de enero de 2024.

https://miguarengue.blogspot.com/2024/01/rogerio-velasquez-un-p-ionero-un.html

[4] El centenario de un prodigio: 100 años del nacimiento de Arnoldo Palacios. El Guarengue, 22 de enero de 2024. https://miguarengue.blogspot.com/2024/01/el-centenario-de-un-prodigio-100-anos.html

[5] El dilecto hijo de Quibdó. El Guarengue, 1° de julio de 2019. https://miguarengue.blogspot.com/2019/07/el-dilecto-hijo-dequibdo-monumento-en.html

[6] El Parque Centenario o las ruinas de la Historia del Chocó. El Guarengue, 17 de julio de 2023. https://miguarengue.blogspot.com/2023/07/el-parque-centenario-o-las-ruinas-de-la.html

lunes, 22 de enero de 2024

 El centenario de un prodigio:
100 años del nacimiento de Arnoldo Palacios

 

“Ando por el mundo con los pies en la tierra,
aunque los pies no me sirvan de nada”
Arnoldo Palacios, 2010.
 

En pos de su madredediós, Arnoldo Palacios halló la gloria.
Conemoramos, en 1924, el centenario de su natalicio.
FOTOS: Archivo.

Cien años se cumplen del nacimiento del escritor afrochocoano Arnoldo Palacios (Cértegui, Chocó, 20 de enero de 1924 - Bogotá, 12 de noviembre de 2015) … Con el mismo desparpajo que él dijo, refiriéndose a su partida de Cértegui hacia el mundo: “Me senté en Cértegui en una canoa y bajé por los ríos y el mar hasta Buenaventura donde seguí sin problemas en tren hasta Bogotá”; uno podría decir que Arnoldo Palacios es el único viajero del mundo que no necesitó los pies para recorrerlo caminando: “ando por el mundo con los pies en la tierra, aunque los pies no me sirvan de nada”; dijo -no sin sorna- poco tiempo antes de morirse en la misma ciudad donde terminó de escribir y perdió y reconstruyó y publicó su primera y más famosa y conocida novela: Las estrellas son negras.[1]

Quibdó y Bogotá

De Cértegui, un municipio para llegar al cual hay que desviarse de la ruta que comunica a Quibdó con Istmina, Arnoldo Palacios llegó a Quibdó, en 1939, al Colegio Carrasquilla, de donde partiría, becado, a concluir sus estudios en el hoy legendario Externado Camilo Torres, de Bogotá, en el año de 1943; desde donde comenzaría en serio su tránsito intelectual, pues allí empezó a interactuar con la intelectualidad de la élite bogotana, que tiempo después vería en su primera novela una primicia, así como ahora veía un mundo por descubrir en las historias que Arnoldo contaba cuando con él departían en el colegio o en los cafetines bogotanos, donde borboteaban su ingenio y su prodigiosa memoria, como el mismo y efervescente café de las grecas de donde servían los aromáticos tintos que amenizaban las charlas de los contertulios.

Zapata Olivella

Justamente, al salir de un café de la carrera 11, en Bogotá, Arnoldo divisó a Manuel Zapata Olivella, a quien tanto quería conocer y quien recientemente había regresado de su periplo por los Estados Unidos. Un amigo le dijo que sí, que ese era Manuel. Y Arnoldo, sin dudarlo, lo abordó. Manuel le sonrió con calidez de amigo y lo acogió y lo oyó, Y Arnoldo le dijo que quería publicar un libro, pero que eso era muy duro, porque había muchos problemas para hacerlo. Manuel, poniendo sus manos sobre los hombros de Arnoldo le dijo que el mayor problema de publicar un libro consistía en escribirlo; así que… por qué no se iba a escribir y después, cuando tuviera el libro, volverían a hablar. Arnoldo asintió. Arnoldo comprendió. Arnoldo se sentó a escribir, con todas sus energías, Las estrellas son negras, novela que sería publicada en 1949 por la Editorial Iqueima, del exiliado español Clemente Airó, un hecho simbólico de la vida posterior de Arnoldo Palacios en Europa.

Periplo vital

“En Europa, Arnoldo Palacios se volvería un viajero incansable. Según Fermín Mosquera recorrería Italia, Islandia, Suiza, Alemania, Suecia, Checoslovaquia e Inglaterra. En estos viajes conocería e intercambiaría ideas con intelectuales afro tan importantes como Frantz Fanon, Léopold Sédar Senghor y Aimé Césaire. Finalmente se establecería en Francia en donde tendría su familia por más de cincuenta años”[2]. Ciudadano de la paz y del socialismo y sus ideales, narrador innato, Arnoldo Palacios transpuso la Cortina de hierro llevando consigo la memoria de su vida en Cértegui, su admiración por Manuel Zapata Olivella, Daniel Valois Arce, José Antonio Robles, Natanael Díaz, Jorge Artel y Langston Hugues, el poeta negro norteamericano. También la memoria vívida, y quizá algún libro, del gran escritor Carlos Arturo Truque Asprilla, de Condoto (Chocó), a quien leía con devoción. Y su recuerdo de Miguel A. Caicedo, de quien admiraba el uso del lenguaje popular del campesino chocoano en su poesía; el mismo lenguaje que él, Arnoldo, convertiría, como Caicedo y Candelario Obeso, en una marca lingüística de su identidad narrativa.

Estas son las tres obras más conocidas de Arnoldo Palacios.
FOTOS: Archivo.
Las estrellas de Arnoldo

Como Rulfo a Pedro Páramo, Arnoldo nos dejó a Irra (Israel), el portentoso personaje de Las estrellas son negras, a través del cual retrató y relató la ignominia de aquel Quibdó que cuando era niño en Cértegui le parecía inalcanzable y lejano; pero que en las páginas de su novela atrapó al vuelo, como quien captura en el aire un insecto que revolotea alrededor de la blanca luz de una lámpara Coleman de aquellas con las que se solían alumbrar las noches en las casas de la carrera primera de Quibdó, por los tiempos en los que transcurrieron esas veinticuatro horas en la vida del protagonista de la novela de Arnoldo Palacios.

Las estrellas son negras, cuyo manuscrito original se quemó en los incendios de abril de 1948, cuando asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán, es su obra más conocida. Gracias a un decreto del gobierno colombiano, y debido al éxito de dicha novela, en 1949 se va a Francia, con una beca en Lenguas y Literatura en la Universidad de la Sorbona. A partir del Congreso Internacional para la Paz realizado en Varsovia en 1950, al que fue invitado en representación de Colombia, fue perseguido durante décadas por Europa del Este, hasta que fue acogido en Polonia, primero, y luego en Rusia, durante casi diez años, viviendo como una suerte de poeta maldito, sin domicilio fijo ni dinero para vivir. Aprendió trece idiomas y tradujo poetas de Rumania, Polonia, Italia, Francia, entre otros. Después de muchos problemas con su documentación pudo regresar a Colombia. En 1974 conoció a Beatriz, su esposa, con quien regresó a Francia y tuvo cuatro hijos[3].

Aun con la popularidad actual de la novela más conocida de Arnoldo Palacios, Las estrellas son negras, hay quienes no la consideran la más emblemática del conjunto de su obra; entre ellos, su propio hijo Pol y un reconocido investigador y académico de la antropología de la afrocolombianidad. 

El eminente antropólogo colombiano Jaime Arocha opinó, hace un poco más de cinco años, que “Las estrellas son negras es un libro tremendamente lúgubre. Hay una especie de pornomiseria, que para mí es agobiante”[4]. Pol Palacios, hijo de Arnoldo, tampoco tiene a Las estrellas son negras como su obra favorita entre las que escribió su padre. “Yo sé que es un libro sumamente importante en la literatura porque tiene el lado social de llevar al mundo la existencia de los negros del Chocó y de su condición social; pero, para mí, el hijo de Arnoldo, eso no era importante en frente del testimonio sobre la herida humana del Chocó, que es Buscando mi madredediós. Entonces para mí y los hermanos, el objetivo número uno de toda la vida ha sido la publicación de Buscando mi madredediós. Y yo me acuerdo que, cuando yo era más joven, yo siempre pensaba que si un día, por ejemplo, él iba a ir al premio Nobel hubiera sido por Buscando mi madredediós y no por Las estrellas son negras”[5].

Su madredediós

Arnoldo Palacios salió de Cértegui a los 15 años, determinado a ir en pos de su madredediós: “Buscar su madredediós, su madredediosita, es una expresión empleada diariamente por nosotros, los negros del Chocó. Significa consagrar sus energías y toda su santa paciencia a conseguir el pan cotidiano, andar alguien en pos de su buena suerte. Uniendo los dos sustantivos, he formado, sin guion, la palabra madredediós, cuyo diminutivo sería madredediosita, que también se usa”[6].

Arnoldo de los Santos Palacios Mosquera no solamente encontró su madredediós. De paso, también halló la gloria y formó parte de diversos movimientos y corrientes internacionales defensoras de la idea, para entonces novedosa, de la garantía universal de los derechos humanos; así como -al lado de los precursores y pioneros de tan poderosa idea- participó en la consolidación y promoción de la causa internacional de la negritud, que desde Europa y África iluminaba a América a través de Fanon, Césaire y Sédar Senghor, irrumpiendo los ámbitos intelectuales, universitarios, políticos, académicos del mundo entero.

La herencia de Arnoldo

Los políticos chocoanos de la primera mitad del siglo XX llevaron al Chocó hasta la escena política e institucional de Colombia y consiguieron para la región personería territorial y administrativa; así como dieron las primeras puntadas acerca del tejido racial de la región como factor de discriminación por parte de las élites colombianas. Rogerio Velásquez, pionero y precursor de los estudios afrocolombianos en las ciencias sociales y humanas de la academia nacional, documentó para la historia y para Colombia la existencia de comunidades y sociedades locales con identidades y realidades socioculturales tan desconocidas e ignoradas como significativas e históricas para la nacionalidad colombiana: las comunidades negras del Chocó. Arnoldo Palacios amplificó y multiplicó esas voces y las ligó a la reivindicación mundial de los conceptos y movimientos de las negritudes; tanto en lo político, por su clara e irrenunciable militancia socialista y racial; como en el campo histórico, literario, social y étnico, mediante la difusión -en aquella Europa compleja en la que llegó a vivir en 1950- de sus relatos, análisis y ficciones sobre aquel Chocó lejano donde, en un punto aún más lejano (Cértegui), había nacido. De hecho, la primera edición de su celebrada obra La selva y la lluvia fue hecha en Moscú, en septiembre de 1958, por la Editorial Progreso.

Además de los textos de su autoría,
la obra de Arnoldo Palacios incluye traducciones
de poesía de diversas lenguas al español.
FOTOS: Centro Virtual Isaacs-Universidad del Valle.

Dos años antes de morir, en una entrevista con Darío Henao Restrepo y Jairo Henry Arroyo, Arnoldo Palacios habló de los orígenes de su vocación literaria: “Mi vida de escritor sí empezó cuando yo era niño, porque yo sufrí de un ataque de poliomielitis como a los dos años de nacido, dos años y medio, y entonces yo no podía caminar, me atacó las piernas. Entonces yo, como no podía correr, ni brincar, entonces tenía mucho tiempo para sentarme y observar el mundo, observar la vida, la gente, los niños, los animales, escuchar la naturaleza… Creo que ahí empezó mi vida de escritor”[7]. Una vida que, íntegra, dedicó a la escritura de ensayos, artículos, crónicas y reportajes, novelas y cuentos, en los cuales plasmó -de modo absolutamente original y admirable- lo que desde su primera infancia había pasado a través de sus ojos que siempre vieron más allá de donde los demás veían, y de su alma, modelada para la trascendencia desde aquella tarde en la que descubrió que podía nadar en el río de su pueblo sin la ayuda del flotador de balso que un pariente había labrado para él y que si seguía el curso de su río natal podría salir a Colombia y desde ahí viajar al mundo. Ese día había empezado a gestarse su periplo vital y una de sus más maravillosas obras: Buscando mi madredediós.

El Ministerio de Cultura de Colombia acaba de declarar 2024 como el Año Arnoldo Palacios. En ese marco, “Las estrellas son negras y Buscando mi madredediós, otra obra de Palacios, se podrán encontrar para consulta a partir del primer trimestre del año en 1480 bibliotecas públicas del país, en 80 bibliotecas populares y comunitarias, y en 600 bibliotecas rurales itinerantes”[8], anunció el Ministerio. Ojalá que, de verdad, así sea. La memoria y la incalculable herencia humana e intelectual de Arnoldo Palacios lo ameritan con creces.


[3] Planeta Libros Colombia. Arnoldo Palacios.

https://www.planetadelibros.com.co/autor/arnoldo-palacios/000052265 Consultado: 21 01 2024.

[5] Pol Palacios, hijo de Arnoldo Palacios. El Hombre Universal: La historia de Arnoldo Palacios. Documental de Andrés Morales. 2018. Veo-Telepacífico. Ídem. Ibidem.

[6] Arnoldo Palacios. Buscando mi madredediós. Universidad del Valle y Ministerio de Cultura, 2009. 344 pp. Pág. 19.

[7] Arnoldo Palacios en ConversanDos: Arte y Cultura. Centro Virtual Isaacs, Universidad del Valle, 2013. https://www.youtube.com/watch?v=bU7t_qX9y40

lunes, 15 de enero de 2024

Trocha, tragedia y tristeza en el Chocó

➡Panorámica del sitio de la tragedia ocurrida el 12 de enero de 2024, en la carretera Quibdó-Medellín. 
FOTO: UNGRD-Colombia.

Bajo el peso de media montaña, que se les vino encima mientras se resguardaban de un aguacero diluvial y esperaban que se autorizara la reanudación del tráfico, interrumpido por varios derrumbes, 40 personas murieron, 20 sobrevivieron y por lo menos 1 no fue hallada, en la carretera que de Quibdó conduce a Medellín; el viernes 12 de enero de 2024, a las 5 horas de una tarde gélida y oscura, en un punto conocido como El 17, que forma parte de un paraje denominado Las Toldas, en límites entre los municipios de Lloró y El Carmen de Atrato, en el Departamento del Chocó.

La tragedia nuestra de cada año

Desde que se dio al servicio la carretera Quibdó-Medellín, a mediados de la década de 1940, decenas de vehículos y centenares de personas han terminado su viaje antes de llegar a su destino geográfico y vital. En incontables ocasiones, carros y gente han ido a parar a la orilla o al fondo de los ríos Hábita, El Barbudo, Guaduas, La Playa o Atrato, en uno cualquiera de aquellos puntos que quedaron llamándose con números indicativos de los campamentos instalados durante la épica construcción de la vía, a principios del siglo pasado: El 7, El 8, El 9, El 12, El 15, El 17, El 18, El 90, El 20 o El 21. En más de una ocasión, los cuerpos no pudieron ser recuperados: se los tragaron los aludes o los desapareció el torrentoso Atrato naciente, que, entre esas montañas, comienza apenas sus 750 km de recorrido. También en el río Tutunendo, llegando a Quibdó, terminaron su tránsito unos cuantos viajeros, entre ellos funcionarios y trabajadores de mantenimiento de la propia vía, cuando al paso de una volqueta -en los años 1970- el antiguo puente se cayó.[1]

Nuevamente, como ha ocurrido casi cada año en los últimos cuarenta, la precariedad de esta vía se paga con vidas chocoanas de hombres y mujeres de todas las edades, que salen en busca de la atención en salud con la que no cuentan en Quibdó ni en ningún municipio del Chocó o que regresan desde allá hacia sus sitios de trabajo o estudio en el interior del país; luego de haber visitado a su gente en las fiestas decembrinas, haber cumplido con su manda anual al Santo Eccehomo de Raspadura y haber disfrutado de los ríos, las comidas, la alegría y el cariño de su tierra.

A la nostalgia de dejar atrás las pequeñas y gratificantes alegrías del suelo nativo, para regresar a las rutinas cotidianas del trabajo y el estudio, decenas de estudiantes, trabajadores y profesionales chocoanos que viven fuera de su tierra, así como sus familias, deben añadirle -cada año- la profunda tristeza de la muerte de los parientes, el percance de las heridas, la desazón y el desamparo de saber que siempre, siempre, desde hace tantos años, viajar por esta carretera es transitar por la trocha del olvido, es recorrer la trocha de la muerte.

“¿A quién le importan nuestras vidas?”

Y entonces, se rememoran las tragedias pasadas, se evocan los muertos que ahora solamente viven en la memoria de sus familias y sus amistades, y se deploran nuevamente las injustas circunstancias de aquellas muertes que se habrían podido evitar. Norma Londoño recuerda con dolor la muerte de uno de sus tíos, que era estudiante en Bogotá y el 12 de enero de 1985 iba de regreso hacia esa ciudad para continuar sus estudios: “En esta fecha hace 39 años en la vía Quibdó Medellín falleció mi tío Blacho. Hoy como tantas otras veces se repite esa tragedia. Este es un dolor de todos, un dolor que no cesa. ¿A quién le importan nuestras vidas?”[2]… La Gobernadora del Chocó, Nubia Carolina Córdoba Curi, interpretando el sinsabor y el dolor colectivos, lo expresó así en la madrugada del 13 de enero: “Hoy perdimos vidas, perdimos sueños, perdimos a chocoanos y chocoanas que solo querían llegar al encuentro con sus familias. No tener completamente pavimentada y asegurada la vía Quibdó - Medellín no solo nos arrebata el desarrollo, también nos arrebata la dignidad y la vida”[3].

Y entonces nos volvemos a preguntar por qué en otras regiones del país sí y en la nuestra no. Como lo hace Valentín Guerrero, que veinticuatro horas después de la tragedia nos escribe en un grupo de WhatsApp a sus amigos del colegio: “Se está volviendo costumbre asistir periódicamente a eventos como el de ayer en la carretera de la muerte. Tengo una sensación de impotencia por no saber qué hacer, a quién acudir para que cese esta ignominia… Veo que se rompen montañas, se tienden majestuosos puentes y túneles en unos sectores del país, y pareciera que se suben las murallas de la indiferencia y la desolación si el propósito es una inversión seria en El Chocó, ya sea porque se personalicen los recursos públicos o por los sucesivos paños de agua tibia que responden a cada revuelta del pueblo, porque la búsqueda pacífica, nuevamente, ha sido infructuosa”. O como lo expresa la abogada Amelia Prado: “Todos los años en el Departamento del Chocó es la misma tragedia; la vía Quibdó - Medellín es el paso de la muerte. En la era de las vías 4G no alcanzó para nuestro territorio, de hecho, nunca ha alcanzado…”[4].

“Tú no tienes por qué estar sufriendo así”

Y entonces todo un pueblo, toda una región, vuelve a preguntarse hasta cuándo durará este estado de cosas, que a todas luces es inconstitucional, pues contradice todos los principios, expresos y tácitos, del Estado social de Derecho, consagrados en la Constitución Política de Colombia de 1991.

La Gobernadora del Chocó, Nubia Carolina Córdoba Curi, y el Alcalde de Quibdó, Rafael Bolaños Pino, quienes desde el primer momento han estado al frente del manejo de la emergencia ocasionada por esta triste tragedia en la carretera Quibdó-Medellín; junto al alcalde de El Carmen de Atrato, y en el marco del Sistema Nacional de gestión del riesgo de desastres. FOTOS: Gobernación del Chocó.

Llegada es la hora de que la Gobernadora del Chocó y el Alcalde de Quibdó se sienten oficialmente y seriamente con el Presidente de la República -¿no es acaso este el Gobierno del Cambio?- y todos los miembros de su séquito que sean verdaderamente indispensables, para tener un diálogo franco sobre el problema y sobre la negligencia estatal, e identificar con seriedad y rigurosidad los caminos jurídicos, políticos, económicos e institucionales más concretos y expeditos para ponerle fin a esta espada de Damocles y a esta sentencia de muerte permanente, que pesan injusta e inequitativamente sobre el Chocó y su gente. Una oportunidad para ello podría ser este jueves 18 de enero, cuando se llevará a cabo en Quibdó una cumbre del Gobierno Nacional, con los alcaldes y la gobernadora del Departamento, para definir una agenda territorial; en el marco de la cual bien podrían concretarse de la mejor manera los anuncios hechos este domingo por el Presidente de la República en su visita a la zona de desastre.

Frente al problema de esta trocha del olvido y de la muerte, tienen que existir soluciones efectivas de ingeniería distintas a otorgar y otorgar contratos de pavimentaciones eternas y rectificaciones inútiles… Soluciones distintas a echarle la culpa a la naturaleza, a salir a decir -cada vez que se repite la tragedia- que es que por allá llueve mucho y que hay inestabilidad y que los taludes y que ajá. La naturaleza no se ensaña con nada ni con nadie: la naturaleza simple y llanamente sigue sus dinámicas, las cuales, cuando afectan a las poblaciones humanas, es porque estas hicieron algo en contravía de dichas dinámicas o sin tenerlas del todo en cuenta… Y en ello es acertado el planteamiento de inversiones hecho por el Presidente Gustavo Petro, en el marco del decreto de declaratoria de desastre, en el sentido de “lograr que no solamente la inversión sea para un asfalto o un cemento rígido, sino también para la seguridad de la vía, que es precisamente que estas montañas no sean riesgosas para las personas que transiten por ella”[5].

Equívocos 

Por otra parte, así como no es dable culpar a la naturaleza del reiterativo desastre, es lamentable que el desespero por esta dolorosa tragedia haya conducido a algunas personas a difundir la infame acusación contra los indígenas que habitan en poblados aledaños a la carretera de que su bloqueo recurrente de la vía (que es originalmente un mecanismo de presión al gobierno para que honre sus compromisos firmados en educación, salud y economía; y que en el momento de esta tragedia no estaba vigente) es el que ha ocasionado retrasos en la pavimentación y por ello se produjo la tragedia; como si las remociones en masa se evitaran con un pavimento.

Igualmente, culpar a los indígenas de la parálisis del tráfico en el momento de la tragedia es no solamente mentiroso y reprochable, sino inmoral. La Gobernadora del Chocó, desde el mismo viernes 12 de enero, dejó claro que esto no era cierto. Y este domingo 14, el Presidente de la República reiteró la aclaración y anotó que “se puede hablar de otro tipo de responsabilidades, menos de que las comunidades indígenas tengan una responsabilidad. Eso, desde el punto de vista de la información suministrada al país, fue un acto de racismo y de xenofobia”[6].

Si los indígenas que recurren periódicamente al cierre de la carretera Quibdó-Medellín han convertido, como lo sostienen algunos medios y algunas personas, la protesta social en simple chantaje o extorsión, afectando de este modo y sin razón al resto de la población chocoana, está en manos de la Gobernadora del Chocó, los alcaldes de El Carmen y Quibdó, y el Ministerio del Interior, ponerle fin de una vez por todas a esta anómala situación. Establecer la realidad del caso y tomar las medidas de cumplimiento y de sanción que sean menester es un inmediato deber que estas autoridades tienen, para quitarle un ruido al problema de fondo que es la pésima calidad y el alto nivel de riesgo de la carretera, incrementados por la falta de previsión y la desidia del Estado colombiano durante varias décadas. La cumbre de gobierno en Quibdó, del jueves 18 de enero, es un escenario apropiado para tratar y solucionar de una vez por todas este delicado asunto y darle respuestas apropiadas y oportunas a las demandas de bienestar y derechos de las comunidades indígenas de la carretera.

Alerta

Quizás convendría más al futuro del Chocó que, en lugar de andar culpando a los indígenas y denigrando de ellos con el despreciativo dicho de que el que anda con cholo anda solo, quienes así piensan y proceden se percataran del cinismo de los especímenes políticos del vecindario: un pregonero de las tales 4G, cuatro veces expresidente (fue presidente dos veces directamente y otras dos por interpuestas personas) que sale a lamentar una tragedia para cuya prevención no movió un dedo mientras estuvo atornillado al poder, y un alcalde y un gobernador que publicitaron como solidaridades y bondades personales suyas lo que es una obligación institucional de toda entidad territorial como parte del Sistema nacional de gestión del riesgo de desastres: el préstamo de maquinaria y la disposición de personal y logística ante cualquier emergencia; todos ellos movidos más por su codicia y su intención de seguir apuntalando el embeleco intervencionista de definir y promover unilateralmente la construcción de un túnel entre Bolívar (Antioquia) y El Carmen de Atrato (Chocó), como si el Chocó fuera de su propiedad y jurisdicción. Una obra que pregonan como remedio milagroso para agilizar el tráfico en el tramo limítrofe interdepartamental de la vía, al que atrevidamente cuentan como parte de su subregión Suroeste; cuando es claro que de lo que se trata realmente es de favorecer el transporte de materiales y productos de la Mina El Roble, la única mina de cobre actualmente en explotación en Colombia, que originalmente fue propiedad de la familia del último exgobernador de Antioquia, que conserva el 10% de la propiedad y a nombre de la cual figuran los títulos mineros que dan vida a la explotación[7]. Embeleco este que se promueve al abrigo de un engendro -obviamente legal, como toda treta de político profesional- denominado la RAP de los dos mares, una figura jurídica en virtud de la cual se asociaron el Chocó y Antioquia, del mismo modo que habrían podido hacerlo Simón el bobito y el pastelero.

El Presidente de la República visitó
la zona de la tragedia este domingo 14 de enero
y anunció las medidas inmediatas tomadas
por el gobierno nacional frente a la situación.
FOTO: Ejército Nacional.
QEPD

Paz en la tumba de las numerosas víctimas de la trocha de la muerte en la triste tragedia de este viernes 12 de enero de 2024. La memoria de la vida compartida con ellas contribuya a mitigar el profundo dolor que hoy abruma a su gente y a su pueblo. Que los heridos se recuperen pronto y puedan continuar su vida asimilando progresivamente la imborrable huella del momento que pudo ser el final de sus vidas.

Ojalá que el Gobierno Nacional, de verdad y con la presencia del Presidente, se siente sin afanes con la Gobernadora del Chocó, el Alcalde de Quibdó y demás funcionarios, autoridades y alcaldes involucrados, a evaluar lo ocurrido y a pensar en soluciones reales, soluciones que eximan al Chocó de esta especie de condena en virtud de la cual cada año deben morir decenas de sus hijos en una vía que, casi un siglo después, aún no termina de construirse; aprovechando para ello los quinientos mil millones de pesos que han quedado disponibles por la declaratoria de desastre hecha este domingo[8]. Así fuera eso, solamente eso, que este gobierno le dejara al Chocó, definitivamente se ganaría un puesto de honor en la historia regional y nacional.



[1] Sobre la historia de la carretera Quibdó-Bolívar-Medellín, se puede leer, en El Guarengue, Por la trocha del olvido: https://miguarengue.blogspot.com/2019/04/por-la-trocha-del-olvido-foto-esteban.html

[2] En X: Kemitah, @selvaylluvia. 12 de enero de 2024, 7:35 p.m.

https://x.com/selvaylluvia/status/1745967688977887287?s=20

[3] En X: Carolina Córdoba-Curi, @NubiaCarolinaCC. 13 de enero 2024, 1:19 a.m.

https://x.com/NubiaCarolinaCC/status/1746054288307064896?s=20

[4] En X: Amelia Prado, @AmelitaPrado. 13 de enero 2024, 7:45 a.m.

https://x.com/AmelitaPrado/status/1746151474998944070?s=20

[5] Declaraciones del Presidente Gustavo Petro en el lugar de la tragedia, en la carretera Quibdó-Medellín. Domingo 14 de enero de 2024.

https://www.facebook.com/PresidenciadeColombia/videos/874726984139845

[6] Ídem. Ibidem.

[7] Respecto a la relación de Aníbal Gaviria y su familia con la mina El Roble, en El Carmen de Atrato, pueden verse las siguientes publicaciones:

En Twitter: https://twitter.com/elarmadilloco/status/1650892680346337283?s=20

En El Armadillo: Vanesa Restrepo. La mina del gobernador: los intereses no declarados de Aníbal Gaviria en Chocó. 25 de abril de 2023. https://elarmadillo.co/investigaciones/el-roble-la-mina-del-gobernador-de-antioquia-los-intereses-no-declarados-de-anibal-gaviria-en-choco/

[8] Un resumen de las decisiones tomadas por el Gobierno Nacional en relación con el grave problema de la carretera Quibdó-Medellín, puede leerse en el Comunicado a la Opinión Pública - Anuncios del presidente Gustavo Petro Urrego desde el Puesto de Mando Unificado (PMU) en El Carmen de Atrato, Chocó. Quibdó, Chocó, 14 de enero de 2024. En: https://petro.presidencia.gov.co/prensa/Paginas/Comunicado-a-la-Opinion-Publica-240114.aspx

lunes, 8 de enero de 2024

 Rogerio Velásquez: un pionero, un precursor 

*Rogerio Velásquez Murillo (Sipí, 1908-Quibdó 1965)* 
FOTOS: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó
Archivo El Guarengue - Corporación Cuenta Chocó

El 7 de enero de 1965 falleció en Quibdó uno de los más grandes intelectuales chocoanos de la historia regional y nacional: Rogerio Velásquez Murillo. Nacido en la histórica población de Sipí, el 9 de agosto de 1908, su vida fue tan corta biológicamente como fructífera intelectualmente: vivió 57 años, pero escribió como si hubiera vivido más de un siglo.

Sin los recursos que actualmente proveen la internet y las bibliotecas digitales de los centros de investigación, las universidades, los archivos y las instituciones culturales públicas y privadas, Rogerio Velásquez creó y dejó una obra sólida y maravillosa, copiosa y variada, sobre aspectos claves de la vida y la cultura de las comunidades afrodescendientes de Colombia, particularmente en el Chocó y en el Pacífico colombiano; una obra rigurosa, siempre fundamentada en estudios serios y de actualidad, a tono con el momento teórico de las ciencias sociales y humanas; y apoyada e inspirada en los datos obtenidos a través de su infaltable trabajo de campo y de su admirable capacidad de observación y etnografía.

Si Quibdó aún hoy es una ciudad aislada del país y del propio resto del Chocó, basta imaginarse las condiciones de los tiempos en los que Rogerio Velásquez investigó, escribió y publicó sus invaluables trabajos, a mediados del siglo XX, para comprender la magnitud de su talento admirable y la grandiosidad de sus esfuerzos, su disciplina, su dedicación, su agudeza y su clarividencia como investigador; traducidas a una escritura envidiablemente certera y clara, intachable y lúcida, altamente creativa.

“El Profesor Rogerio Velásquez Murillo fue un distinguido exponente de la cultura nacional y se destacó en las disciplinas pedagógicas, etnohistóricas y literarias no menos que en otras ramas de las ciencias como la antropología y el folclor en cuyos campos realizó una fecunda y meritoria labor investigativa; como fruto de sus pacientes investigaciones, dejó varias obras y escritos de importancia científica y literaria… fuera de eminentes cargos públicos como Representante Suplente a la Cámara, Diputado a la Asamblea del Chocó, Director de Educación Pública del Chocó, Rector del Colegio "Carrasquilla" de Quibdó, -el Profesor Velásquez sirvió también la cátedra universitaria y de segunda enseñanza con abnegado patriotismo y decoro moral e intelectual, habiendo sido catedrático de la Universidad Pedagógica Nacional de Tunja y de varios colegios del país”.[1]

Pionero porque sus pasos intelectuales fueron los primeros en transitar múltiples y desconocidos caminos de las ciencias sociales y humanas en Colombia y en América, precursor porque sus huellas no solamente trazaron y mostraron dichos caminos, sino que los hicieron posibles, ya que su producción académica mostró cómo transitarlos; Rogerio Velásquez merece el homenaje que aún no se le ha hecho y el reconocimiento que el Chocó y Colombia le adeudan, y que con el rescate, reedición, publicación y difusión de su obra empezaría a dársele. “Cuando cruzo la producción de Rogerio Velásquez con los cargos que desempeñó, las circunstancias y limitaciones de la época, y la edad a la que murió, no puedo menos que maravillarme del genio que fue este pionero”, me escribió Jesús Elías Córdoba Valencia, hace menos de un mes, el pasado 20 de diciembre. Estamos de acuerdo.

Maestro

Pionero fue Rogerio Velásquez cuando formó parte del grupo de los primeros maestros del Chocó formados profesionalmente como institutores, con técnicas y modelos pedagógicos modernos, en la histórica Escuela Normal Superior, que funcionó en Tunja un año y después en Bogotá.

Rogerio Velásquez fue parte de un talentoso contingente chocoano patrocinado por el programa de becas de la Intendencia Nacional del Chocó, a partir de 1934, siendo Intendente Nacional Adán Arriaga Andrade y Director de Educación Pública de la Intendencia Vicente Barrios Ferrer; para que recibieran en Bogotá la formación indispensable para el desarrollo de la educación pública en la región, a instancias de la Revolución en marcha del gobierno de Alfonso López Pumarejo.

Nicolás Rojas Mena, Marcos Maturana Chaverra, Ramiro Álvarez Cuesta, Saulo Sánchez Córdoba, Vicente Ferrer Serna y Nicolás Castro Aluma, también formaron parte de dicho grupo. Al igual que las primeras mujeres del Chocó que irrumpieron en la escena de la educación pública: María Dualiby Maluf, Judith Ferrer, Carmen Isabel Andrade, Eyda Castro Aluma y Margarita Ferrer Cuesta, que también estudiaron en Bogotá; y un grupo que posteriormente fue enviado a Popayán: Tulia Moya Guerrero, Edelmira Cañadas, Julia Sánchez, Clara Rosa Perea, Tita Quejada, Visitación Murillo, Teresa Campo, Digna Asprilla y Josefina Rodríguez[2].

¿Quiénes eran los alumnos que circulaban por los corredores espaciosos y sobrios del edificio de la Escuela Normal? Se trataba de un grupo de jóvenes entusiastas provenientes de diversas partes del país, los cuales eran seleccionados rigurosamente en orden a sus cualidades académicas, pertenecientes la mayoría de las veces a las clases media y media baja, no siempre con clara vocación hacia la docencia, pero la mayoría de ellos incentivados por las becas que les eran otorgadas por el Estado para adelantar los estudios gratuitamente en la institución. Una mirada a los registros de matrícula permite ver la diversidad en cuanto a la procedencia regional, encontrándose estudiantes de los departamentos de Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Santanderes, Cauca, Valle, Magdalena, Chocó, entre otros.[3]

Antropólogo

Pionero fue Rogerio Velásquez cuando decidió completar la formación sociohumanística que había recibido en la Normal Superior e ingresar al Instituto Etnológico del Cauca para convertirse en etnólogo y, a partir de ahí, con fina intuición y genuino compromiso, dedicar su vida profesional al entonces inexplorado campo de la etnografía de las comunidades negras del Chocó y del Pacífico colombiano; contribuyendo así, de modo significativo, al progreso epistemológico y metodológico de la antropología en Colombia.

“Rogerio Velásquez se graduó en 1948 como etnólogo en el Instituto Etnológico del Cauca (Popayán). Para ese entonces, el instituto estaba bajo la dirección de Gregorio Hernández de Alba. Velásquez introdujo a las comunidades negras como objeto de estudio en la antropología en una época dominada por el indigenismo. Perteneció a las primeras generaciones de etnólogos graduados en el país y estuvo afiliado como investigador auxiliar en el Instituto Etnológico Nacional, tuvo a cargo la sección de folclore del Instituto Colombiano de Antropología”[4].

El rescate, reedición y publicación de la obra de Rogerio Velásquez
sería un merecido reconocimiento a su memoria y a su trabajo académico y literario.
FOTOS: Archivo El Guarengue.

Fue también pionero cuando en su diario de campo, cuyas notas debieron ser una joya de la etnografía nacional, consignó día a día observaciones sobre la cotidianidad que había vivido desde niño en Sipí, en Condoto, en Istmina y en Quibdó. Notas acerca de cómo se vestía la gente, su música y las fiestas que celebraba; los velorios y los entierros, las novenas y los cantos fúnebres con los que la gente negra despedía y celebraba a sus muertos; los cuentos que se contaban, las coplas que se recitaban y las adivinanzas que se echaban, en las noches largas de la orillera oscuridad de los pueblos o de sus lunas esplendorosas peinándose en los espejos multitudinarios de sus ríos… Pionero porque pensó que lo consignado en aquellas notas merecía documentarse, escribirse y publicarse, para que el país empezara a conocer las identidades y estructuras culturales propias de comunidades y sujetos que también formaban parte de la nacionalidad plural de Colombia.

Poniendo al servicio de la preservación de la historia, de la memoria y de la tradición, de su gente y de su pueblo, el acervo teórico y metodológico que había aprendido en la Normal Superior y en el Instituto Etnológico, Rogerio Velásquez produjo los primeros textos etnográficos y analíticos de la vida de las comunidades negras en Colombia. Dichos textos son artículos clásicos de la antropología colombiana de la época, como "Ritos de la muerte en la costa del Pacífico", "Instrumentos musicales de la costa del Pacífico”, "Vestidos de trabajo en el Alto y Bajo Chocó", "La fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó", "Leyendas y cuentos de la raza negra", "Adivinanzas del Alto y Bajo Chocó", "Cantares de los tres ríos"; cuál más, cuál menos, magistrales todos.

Historiador

Y pionero fue cuando emprendió el monumental trabajo de documentar la participación de “El Chocó en la Independencia de Colombia”, investigación con la cual, desde una perspectiva etnohistórica, Rogerio Velásquez le mostró al país la importancia de la participación de la región chocoana, su gente y su territorio, en la causa independentista de la cual había surgido la república que cada 20 de julio se celebraba.

Igualmente, fue pionero Velásquez en trabajos panorámicos e interdisciplinarios, como el de documentar el Atrato Medio hace 60 años, mediante un recorrido fluvial de 50 kilómetros por el trayecto comprendido entre Las Mercedes y Lloró, es decir, río abajo y río arriba de Quibdó, incluyendo áreas de los ríos Neguá, Munguidó y Quito, afluentes del Atrato. Un trabajo en el cual, además de su rigurosidad en el manejo de los datos y de la información obtenida mediante un impecable desempeño etnográfico y de investigación, son notorias la capacidad narrativa y literaria de Rogerio Velásquez, su capacidad de síntesis, la riqueza de sus descripciones y la concreción de sus conceptos y opiniones[5]; conceptos y opiniones entre los cuales resalta su enfoque prionero de corte etnoeducativo: “En su detallado trabajo sobre el Atrato Medio chocoano, Rogerio Velásquez dejó significativas aportaciones acerca de lo que actualmente se conoce como etnoeducación, currículos propios y otros conceptos asociados; así como sobre el papel del maestro, la importancia del contexto sociocultural y económico local en los procesos educativos, y el desfase entre las orientaciones curriculares oficiales del orden nacional y las culturas locales y regionales”[6].

Pionero fue también en el uso de recursos literarios para documentar la historia del Chocó. Su enorme capacidad narrativa y su talento para ficcionar son evidentes en Las memorias del odio, una versión literaria de la vida y el fusilamiento de Manuel Saturio Valencia, ejecutado en mayo de 1907, que Rogerio Velásquez relata con lenguaje crudo y áspero, por momentos desapacible. Esta novela confirma, en el campo de la ficción, la ardentía de la pluma de Velásquez en los temas referentes a raza y clase, ampliamente exhibida en sus trabajos etnográficos, etnohistóricos, culturales y socioeconómicos; con la diferencia de que aquí -aprovechando la libertad del género de las memorias- llega casi hasta al pronunciamiento personal y la denuncia tempestuosa y ruda de la acerba e inocultable división de la sociedad quibdoseña de entonces, de modo que el conjunto de la obra más pareciera la panorámica de ese sórdido cuadro de racismo, machismo y clasismo de la población de Berenjenal, como se llama el lugar donde transcurren los hechos, que una reivindicación de Saturio como héroe local y regional.[7]

Promotor

Excursión folclórica al Chocó. Rogerio Velásquez 
y otros investigadores, con músicos de Quibdó (1959).
FOTOS: Revista Colombiana de Folclor.

Pionero fue también Rogerio Velásquez en promocionar y posicionar de la mejor manera las riquezas culturales del Chocó, como lo hizo al motivar, propiciar y asesorar la primera excursión folclórica regional del entonces recién creado Centro de Estudios Folclóricos y Musicales (CEDEFIM), del Conservatorio Nacional de Música, de la Universidad Nacional de Colombia[8], en conjunto con el Instituto Colombiano de Antropología y la Radiotelevisora Nacional; una excursión que se realizó del 1° al 15 de octubre de 1959 y cuyo itinerario fue diseñado por el propio Velásquez e incluyó trabajos en Quibdó, Istmo de San Pablo, Alto San Juan y Alto Atrato. “La Comisión que viajó al Chocó se integró en la siguiente forma: por el Conservatorio Nacional de Música, Fabio González Zuleta, Jesús Pinzón, Horacio Gallego y Andrés Pardo Tovar; por el Instituto Colombiano de Antropología, Rogerio Velásquez y José María Enríquez Girón, y por la Radiotelevisora Nacional, don Guillermo Díaz. Y el trabajo se distribuyó así: González Zuleta y Pinzón se encargaron de las transcripciones musicales; Gallego y Pardo Tovar, de las fichas organográficas; Guillermo Díaz, de las grabaciones; Enríquez Girón, de las filmaciones y fotografías; Velásquez, de las relaciones públicas y asesoría, y Pardo Tovar de las fichas coreográficas, del diario de la excursión y de la dirección general de la misma”.[9]

Precursor

Mediante su ejercicio profesional en los diferentes campos de las ciencias humanas y sociales, sus artículos científicos y su producción literaria, así como en su trabajo de maestro y profesor, Rogerio Velásquez Murillo sembró conciencia sobre la condición de sujetos históricos de los hombres negros y de las mujeres negras del Chocó y de Colombia, abrió caminos claros y conducentes a las ciencias sociales y humanas para que miraran realidades hasta ese momento invisibilizadas, negadas y excluidas dentro del panorama académico y sociocultural de la nación.

La obra completa de Rogerio Velásquez Murillo (Sipí, 9 de agosto de 1908 - Quibdó, 7 de enero de 1965) debería ser parte, en Colombia, de la biblioteca básica de formación universitaria en carreras como Antropología y otras de las ciencias sociales y humanas. Sus aportes precursores y pioneros a la etnohistoria, al igual que su enorme contribución al conocimiento de dinámicas y realidades socioeconómicas, artísticas, folclóricas, religiosas y festivas de los pueblos negros, que eran prácticamente ignotas, desconocidas e ignoradas por el sector académico en Colombia hasta que él las investigó, las documentó y las publicó; convierten a Rogerio Velásquez en uno de los fundadores de los estudios afrocolombianos en la antropología nacional y continental.

Si la brillante generación de políticos del medio siglo XX, que consiguió el sueño de convertir en Departamento a la Intendencia del Chocó, llevó el nombre y los derechos de la región hasta los escenarios públicos e institucionales del ámbito nacional; Rogerio Velásquez Murillo le mostró a Colombia la existencia del pueblo afrochocoano como sujeto histórico y cultural. Todo un pionero, todo un precursor.


[1] República de Colombia - Ministerio de Educación Nacional – Instituto Colombiano de Antropología. Resolución número 0001 de 1965 (enero 15), por la cual se deplora el deceso de un destacado investigador colombiano y se rinde homenaje a su memoria.

[2] Ver: El Guarengue, lunes 8 de marzo de 2021. De excluidas a pioneras: Mujeres y educación en el Chocó. https://miguarengue.blogspot.com/2021/03/deexcluidas-pioneras-mujeres-y.html

[3] Herrera C., Martha Cecilia. La Escuela Normal Superior 1936-1951: avatares en la construcción de un proyecto intelectual. Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico, IDEP, Bogotá. Historia de la educación en Bogotá - Tomo II. Pp. 95-132. Diciembre 2011. https://core.ac.uk/download/pdf/326433901.pdf

[4] Hurtado-Garcés, Rudy Amanda (2020). “Quítate de mi escalera, no me hagás oscuridad”: imágenes de lo “negro” en la antropología colombiana 1930-1970. Revista CS, 30, 141-172. https://doi.org/10.18046/recs.i30.3516

[5] Ver en El Guarengue: En sus propias palabras. Recordando a Rogerio Velásquez (2ª Parte): https://miguarengue.blogspot.com/2021/01/en-suspropias-palabras-rogerio.html

[6] Ver en El Guarengue: Recordando a Rogerio Velásquez. 

https://miguarengue.blogspot.com/2021/01/recordando-rogeriovelasquez-rogerio.html

[7] Un completo análisis al respecto puede leerse en: Leal, Claudia. Recordando a Saturio. Memorias del racismo en el Chocó (Colombia). Revista de Estudios Sociales N° 27, agosto de 2007: Pp. 230. ISSN 0123-885X: Bogotá, Pp.76-93. 

https://revistas.uniandes.edu.co/index.php/res/article/view/5472/5280

[8] En ese momento, el Rector de la Universidad Nacional de Colombia era Mario Laserna Pinzón, quien posteriormente fundaría la hoy prestigiosa Universidad de los Andes.

[9] Pardo Tovar, Andrés Experiencias de una excursión folclórica. En: Revista Colombiana de Folklore (1960), Volumen 2, Número 4, Segunda Época. Pp. 127-136.

➡PUBLICACIONES ANTERIORES EN EL GUARENGUE SOBRE ROGERIO VELÁSQUEZ MURILLO:

Lecturas de vacaciones. El día de La Ola En Tumaco y El milagro de San Buenaventura. 2 textos de Rogerio Velásquez. https://miguarengue.blogspot.com/2023/12/lecturas-de-vacaciones-el-dia-de-la-ola.html

Cuando la historia hace su agosto. Unas cuantas efemérides..."de la historia nuestra, caballero". https://miguarengue.blogspot.com/2023/08/cuando-la-historia-hace-su-agosto-unas.html

“Cantares de los tres ríos”. https://miguarengue.blogspot.com/2021/11/cantares-delos-tres-rios-rogerio.html

Quibdó 1960. https://miguarengue.blogspot.com/2021/06/quibdo-1960-por-rogerio-velasquez-asi.html

En sus propias palabras. https://miguarengue.blogspot.com/2021/01/en-suspropias-palabras-rogerio.html

Recordando a Rogerio Velásquez. https://miguarengue.blogspot.com/2021/01/recordando-rogeriovelasquez-rogerio.html

Deberes de Chocoanidad. https://miguarengue.blogspot.com/2019/09/deberes-de-chocoanidad-crepusculo-de.html

Tras las huellas de la negredumbre. https://miguarengue.blogspot.com/2019/09/tras-las-huellas-de-la-negredumbre.html

Efemérides. https://miguarengue.blogspot.com/2019/08/efemerides-crepusculo-en-quibdo.html