lunes, 17 de julio de 2023

 El Parque Centenario
o las ruinas de la Historia del Chocó
Parque Centenario. Quibdó, julio 2023.
FOTO: Julio César U. H.

Ubicado en uno de los sectores más céntricos de la ciudad de Quibdó, al frente del malecón del río Atrato, entre carreras primera y segunda y calles 25 (Pandeyuca) y 26 (Alameda Reyes), rematado al norte por la Catedral San Francisco de Asís y al sur por el edificio de la Agencia Cultural del Banco de la República; el Parque Centenario es una especie de resumen o microcosmos de la historia local de la capital del Chocó y de la historia de toda la región. Sendos monumentos a dos prohombres chocoanos de renombre y valía regional, nacional e internacional: Diego Luis Córdoba y César Conto Ferrer; y una columna u obelisco conmemorativo del centenario de la muerte del Libertador, construida a comienzos de la década de 1930; al igual que las edificaciones y puntos de referencia que lo circundan, le dan al Parque un peso histórico y cultural que, aunque no se le note, por el lamentable estado de deterioro en el que se encuentra, es altamente significativo en el ámbito simbólico, espacial y monumental de la ciudad.

El Parque de la Independencia o de los Libertadores

El actual Parque Centenario fue inaugurado en 1910, como Parque de la Independencia o Parque de los Libertadores, en el marco del intenso movimiento nacional de conmemoración del primer centenario de la independencia de Colombia, promovido desde el Estado central; que condujo a la construcción de parques conmemorativos en poblados y ciudades a lo largo y ancho del territorio nacional. Como lo explica el arquitecto e historiador Luis Fernando González Escobar, en un artículo sobre la aparición del parque como escenario público en la arquitectura urbana de ciudades y pueblos de Colombia: “Con la fiebre centenarista de 1910, esta vez no referida a los natalicios de los próceres sino a la independencia del país, fueron varias las ciudades y poblaciones que hicieron el tránsito de plaza a parque”; como Pasto, “donde el Parque del Centenario o Plaza de Nariño se configuró, para las celebraciones de ese año, sobre la antigua plaza llamada de la Constitución”; la plaza fundacional de Manizales, el parque José María Cabal, de Buga, y el Parque Centenario, de Quibdó, entre otros[1].

El parque como símbolo de unidad e identidad nacional

Por todo el país se replicó el diseño y se adoptó el modelo constructivo inspirado en el Parque Centenario, de Bogotá, incluyendo casi siempre un templete y una estatua de Simón Bolívar, con el claro propósito de establecer referencias urbanas en escenarios públicos, que funcionaran como símbolos de identidad y de unidad nacional, en un país que venía de perder a Panamá y de padecer la cruenta Guerra de los Mil días, que en el Chocó tuvo diversos escenarios, batallas y participantes de ambos bandos[2].

El establecimiento de dichos símbolos implicó la búsqueda de cierto grado de uniformidad, que, además de contribuir a la mencionada unidad, aportara a la idea dominante de incluir elementos civilizatorios y ornamentales de corte europeo en la puesta en escena de esta nueva nacionalidad en el espacio público urbano. González Escobar describe y explica los principales detalles arquitectónicos del modelo: “Un amoblamiento que incluía bancas, faroles de hierro fundido, columnas historicistas, fuentes, un templete o quiosco de la música, entre otras amenidades. Y en el perímetro, una verja de hierro fundido, generalmente traído de Europa, que delimitaba el jardín urbano y daba acceso por sus respectivas portadas, en número de cuatro a ocho, con la monumentalidad requerida para marcar el acceso y el prestigio del mismo. Este fue un modelo que, con sus variaciones, se siguió en un buen número de ciudades colombianas, pequeñas o grandes, con mayor o menor desarrollo urbano, pero que, igual, querían seguir el ejemplo civilizador y de ornato de la capital de la república[3].

A la izquierda, templo parroquial, 1925,
y panorámica de Quibdó 1930.
A la derecha, Parque Centenario, década de 1960.
FOTOS: Misioneros Claretianos
y Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.
De la Independencia Nacional al Centenario del Libertador

Cuando los Misioneros Claretianos, llegados a la ciudad en febrero de 1909, construyeron el templo parroquial de Quibdó, el Parque de la Independencia se integró como espacio complementario al atrio del templo y a sus dinámicas socioculturales, como lugar de encuentro a la salida de la misa dominical, al final de las celebraciones de la semana santa y durante las retretas de la banda local de música. En el plan de urbanismo que a solicitud de la Intendencia Nacional del Chocó elaboró, a principios de la década de 1920, el arquitecto catalán Luis Llach Llagostera -de cuya autoría y la del Hermano Vicente Frumencio Galicia Arrué, misionero claretiano, son los diseños y construcciones de la mayor parte de los bienes de interés cultural nacional con los que cuenta Quibdó- subrayó el papel del parque como plaza central y punto de referencia y convergencia de su idea de ciudad. De allí que a Llach le viniera como anillo al dedo el encargo intendencial de construir un templete en homenaje a César Conto Ferrer, el cual fue inaugurado el 12 de octubre de 1924, incluyendo el bien logrado busto de Conto, en el costado noroccidental del Parque Centenario.

En 1930, nuevamente bajo el influjo fervoroso y entusiasta del gobierno nacional para la conmemoración del primer centenario de la muerte de Simón Bolívar, Quibdó no solamente fue escenario de una profusa y solemne celebración de esta efeméride[4]; sino que, además, su Parque de la Independencia pasó a denominarse Parque del Centenario del Libertador, en cuyo homenaje, a finales de ese año, tal como lo informó el periódico ABC del 21 de noviembre, “se han principiado los trabajos para erigir una columna simbólica en el Parque del Centenario”. Posteriormente, comenzando la década de 1970, es inaugurado el monumento en homenaje a Diego Luis Córdoba, quien había fallecido en mayo de 1964, en Ciudad de México, cuando se desempeñaba como Embajador de Colombia en ese país.

Tres monumentos y unos cuantos hitos históricos

Así, pues, el Parque Centenario, de Quibdó, alberga y resume hitos históricos de mayúsculo significado local, regional y nacional, que en conjunto brindan un panorama bastante comprehensivo del devenir social, político, cultural, étnico y económico de Quibdó y el Chocó durante los siglos 19, 20 y 21. Los dignos monumentos a César Conto Ferrer y a Diego Luis Córdoba, el obelisco conmemorativo del primer centenario de la muerte de Bolívar, la Catedral San Francisco de Asís, la primera sede y la moderna y actual sede del Banco de la República, el antiguo Colegio de la presentación y primera sede propia de la Universidad Tecnológica del Chocó, la Carrera Primera, el Malecón del río Atrato y el río mismo, son un conjunto de referentes inmediatos y adyacentes, del plano histórico de tan simbólico lugar.

Un templete casi centenario

La pródiga vida intelectual de César Conto Ferrer como poeta y filólogo, periodista y maestro, diplomático, político y combatiente en las guerras civiles. Sus aportes a la construcción de la nación como caudillo radical del liberalismo en el Cauca y como presidente de este Estado. Sus luchas frontales contra los esclavistas y encomenderos del Cauca y sus ejecutorias en pro de “la educación popular, sin tributos al escolasticismo, libre, laica, científica”[5]; entre otros aspectos, podrían contarse -si uno se detuviera a hacerlo- en el templete que le rinde homenaje en la esquina noroccidental del Parque Centenario de Quibdó, que el próximo año cumple 100 años de haber sido inaugurado.[6]

Diego Luis

La trayectoria luminosa de Diego Luis Córdoba, “padre del departamento y faro de la raza”, como se le denomina en la inscripción de una de las deslucidas placas conmemorativas del monumento que en su homenaje está ubicado en la esquina suroccidental del Parque Centenario, de Quibdó; podría ser difundida y reconocida, como símbolo de la pléyade chocoanista de la cual él formó parte; una generación admirable que -durante la primera mitad del siglo XX- sacó al Chocó de su aislamiento y exclusión, y lo situó en el centro de la escena política nacional, con profundos e inteligentes debates sobre exclusión social, económica y racial. Hasta hacer realidad su sueño de autonomía regional, consistente en conseguir para esta tierra la categoría de departamento, como un medio de defensa de la soberanía sobre los recursos naturales y de reivindicación de derechos como la educación, que permitiera a las mujeres campesinas, negras, del Chocó, cambiar su delantal de sirvientas por un título de maestras, como se los prometió Diego Luis; y a toda la población experimentar la verdad de su emblemática frase: “Por la ignorancia se desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad”.

La iglesia catedral

El antiguo templo parroquial de Quibdó, al que en su momento Diego Luis Córdoba llamara “caserón destartalado”, que debía ser reemplazado por una edificación acorde a la ciudad, es hoy la Catedral San Francisco de Asís, cuya construcción duró más de 30 años. Contar su historia es relatar la historia de la iglesia en el Chocó, incluyendo las Fiestas de San Pacho y el tríptico mural sobre la Historia de la evangelización en América Latina, pintado en el ábside de este templo por el más grande pintor sacro actualmente vivo en el mundo: Maximino Cerezo Barredo; un mural que los párrocos de la catedral y sus comités de la feligresía se empeñan en mantener oculto casi todo el año, con burdos trapos y feos telones, como si ocultarlo fuera a cambiar o a borrar la historia real.[7]

Conjunto monumental
del Parque Centenario y Catedral de Quibdó.
FOTOS 1, 2 y 3: Julio César U. H.
FOTO 4: Enamórate del Chocó.
La Primera y el Atrato

Mirar desde el Parque Centenario, de Quibdó, cómo discurre el “majestuoso y ancho río” Atrato, transportando hacia el Caribe todos los aguaceros que hasta este punto ha recogido, es rememorar cómo fue este río el que salvó al Chocó del ostracismo durante más de medio siglo 20; mediante la navegación comercial y de pasajeros entre Cartagena y Quibdó, y mediante el acuatizaje de los hidroaviones, cuyo primer vuelo cumplirá 100 años, el 5 de agosto de 1923. Es rememorar cómo ha sido este río, a lo largo de la historia, el que ha permitido que centenares de pueblos orilleros hayan podido comunicarse entre ellos para forjar una historia, para construir una cultura.

Mirar desde el Parque Centenario el río que para Humboldt fue un gran lago andante es remembrar que, en su calle paralela de Quibdó, la Carrera Primera, se escenificó por iguales partes la prosperidad comercial y económica de toda una región, y una historia de apartheid no declarado, pero vigente durante casi un siglo. Historia ésta que incluye las restricciones de ingreso de las niñas negras al Colegio de La Presentación; las diatribas racistas de la revista La Aurora y del púlpito del Padre Anglés; las vesánicas reducciones de indígenas de los Misioneros Claretianos en los internados y su silencio obsecuente frente a la ignominia; hasta finales del siglo XX, cuando misioneros como Gonzalo de la Torre rompieron los moldes y se situaron al lado del pueblo y de su historia real, como lo manda el Evangelio.

La Dieguito

Del mismo modo que mirar la Carrera Primera, recorrer la Carrera Segunda en el contorno del Parque Centenario -entre calles 25 y 26- es recorrer un siglo y más de historia viva de Quibdó, dentro de la cual siempre habrá de recordarse como un hito inolvidable de la Historia del Chocó que el antiguo Colegio de La Presentación, emplazado como una mole de casi una manzana de área, fue la primera sede propia de la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba. Y que -siguiendo la Carrera 2ª hacia el nororiente- está la primera edificación de arquitectura racionalista en Quibdó, la primera sede del Banco de la República, inaugurada en 1937; enseguida de la cual se ubica una cafetería que en tiempos de la UTCH -cuando le decían La Dieguito- fue el tumultuoso escenario de los recreos de las clases universitarias, sitio de tertulias y romances, y también tribuna de pensadores y apasionados como Carlos Arturo Caicedo Licona: El Diálogo.

El incendio, los polines…

Sentarse en el Parque Centenario a mirar el insensato y suicida tráfago de la actual Carrera Primera, por donde pasan más motos que gente y más gente que golondrinas viajeras, es recapitular el incendio del 26 de octubre de 1966, a causa del cual no hay casas al otro costado de la calle, sino al otro lado del río. Es también recordar que hubo una década -tan larga que parecían dos- durante la cual la infamia del saqueo maderero del Chocó se producía ante los ojos de todo el mundo, incluidas las autoridades que lo habrían podido impedir, pues en esa época los bloques o polines de las maderas más finas de las selvas de Atrato arriba y abajo de Quibdó eran arrumados en perfecta y simétrica armazón, como un juego de Jenga, pero de la vida real, ahí mismo al frente de la Catedral, mientras gigantescos camiones vacíos provenientes de Medellín o de Pereira hacían fila para llevarle esa fortuna a sus nuevos propietarios.

y la guerra

Por el río Atrato han llegado a Quibdó, gota a gota -como decían las agencias internacionales cuando este drama desmesurado comenzó- o masivamente, tantas víctimas de desplazamiento forzado que su número alcanzó para fundar otra ciudad, tan extensa y alejada de la original que los quibdoseños de antes no la conocen o no pueden transitar por ella porque la autoridad irregular de la delincuencia ejerce allí el control sobre las vidas, las honras y los bienes de la ciudadanía, ante los ojos distantes y displicentes de las autoridades legales. El Parque Centenario atestigua esta dolorosa historia.

Quibdó desde el río Atrato, 2019.
A la izquierda, el Convento, sede de la Diócesis.
Al centro, Catedral San Francisco de Asís.
A la derecha, Banco de la República. 
Malecón y Parque Centenario.
FOTO: Julio César U. H.
Las ruinas de la Historia

El Parque Centenario es un escenario de memoria histórica y cultural del Chocó y de Quibdó, que incluso fue declarado por el Concejo Municipal bien patrimonial local, en septiembre de 2002. Sin embargo, como casi todo en la ciudad y en la región, el Parque Centenario ha sido abandonado a su suerte como un espacio sin dios ni ley. Su actual deterioro lo tiene a punto de ruina, totalmente deslucido por la nueva e indecorosa condición de galería de ventorrillos de todo tipo, olímpicamente impuesta ante el desdén de una alcaldía que llegó incluso a permitir que el monumento al “padre del departamento y faro de la raza” -Diego Luis Córdoba- fuera convertido a la vista de todos en una cantina vespertina.

Sin embargo, este 20 de julio, como cada año, las mismas autoridades que esta tragedia cultural han permitido seguramente saldrán de la Catedral, luego de asistir emperifollados a la consabida misa con tedeum incluido, portando coronas de flores que -sin pudor alguno- depositarán ante los escombros de lo que antes fuera el conjunto monumental mejor logrado de la ciudad en memoria de su historia y de su riqueza cultural. ¿“Quibdó, ciudad querida, Quibdó, ciudad de vida?”[8]


[1] González Escobar, Luis Fernando. El parque en la ciudad colombiana en la transición del siglo XIX al siglo XX. Credencial-Historia. Abril de 2018.

[2] Menciones y detalles sobre la participación del Chocó en la Guerra de los Mil días pueden hallarse, entre otros, en los siguientes artículos de El Guarengue: *Estampas quibdoseñas (II), 21 de marzo de 2022: https://miguarengue.blogspot.com/2022/03/estampas-quibdosenasii-luis-padilla.html *Tres libros maravillosos y una sola glosa verdadera. Glosa paseada en homenaje a Licona -2ª Parte-, 3 de julio de 2023: https://miguarengue.blogspot.com/2023/07/tres-libros-maravillosos-y-una-sola.html

[3] González Escobar, Luis Fernando. El parque en la ciudad colombiana en la transición del siglo XIX al siglo XX. Credencial-Historia. Abril de 2018.

[4] Ver detalles en el artículo de El Guarengue: Quibdó 1930. Las solemnidades de un centenario, del 15 de noviembre de 2021. https://miguarengue.blogspot.com/2021/11/quibdo-1930-las-solemnidades-de-un.html

[5] César Conto Ferrer. Testamento Político. Repertorio americano, Universidad Nacional de Costa Rica, 1924.

[6] La historia completa del templete en homenaje a César Conto Ferrer y una semblanza de su vida pueden leerse en El Guarengue del 1° de julio de 2019: https://miguarengue.blogspot.com/2019/07/el-dilecto-hijo-dequibdo-monumento-en.html

[7] La historia de la Catedral San Francisco de Asís puede leerse en El Guarengue del 8 de junio de 2020: La Catedral de Quibdó, de caserón destartalado a popurrí arquitectónico. https://miguarengue.blogspot.com/2020/06/la-catedral-de-quibdo-de-caseron.html

[8] Fragmento del Himno oficial de Quibdó, composición de Mary Nancy Moreno Perea.

En el artículo titulado Para MinCultura, desde Quibdó, publicado en El Guarengue el 23 de enero de 2023, se incluyen menciones y propuestas detalladas sobre el deterioro del Parque Centenario y sus posibilidades de recuperación, restauración, dinamización y resignificación como escenario de memoria histórica y cultural de la ciudad y de la región. 

Se puede leer en: https://miguarengue.blogspot.com/2023/01/para-mincultura-desdequibdo-quibdo-ayer.html 

2 comentarios:

  1. Mi tierra querida cuánto te amo mi Qulbdo

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  2. J. Elías Córdoba escribe: Fiel a la historia, leal con la verdad, este bien logrado texto llena mi corazón quibdoseño de orgullo, nostalgia y dolor; y me pregunto si queda espacio para la esperanza.

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Sus comentarios son siempre bienvenidos. Gracias.