lunes, 25 de febrero de 2019


‘Dachi Bedea’
-Nuestra voz-
 
Caserío embera.
Imagen tomada de: 
https://www.facebook.com/dachidrua.nuestroterritorio

“Pues bien, es en las sociedades de tradición oral donde no sólo la memoria está más desarrollada, sino que es más fuerte ese vínculo entre el hombre y la Palabra. Allí donde la escritura no existe, el hombre depende de su expresión oral, de su palabra. Ella le vincula y le compromete. Él es su palabra y su palabra da fe de lo que él es. La cohesión misma de la sociedad descansa en el valor y el respeto de la palabra”[1].

Amadou Hampâté Bâ. El poder de la palabra.


Rumbo a los 90 años de vida, a cuatro horas de la cabecera municipal de La Macarena, en el Departamento del Meta, que a su vez se encuentra a más de 200 km de Villavicencio, vive la única y última persona que sobre la faz de la Tierra habla actualmente la lengua Tinigua, una de las 65 lenguas indígenas que existen en Colombia, a través de las cuales se comunican casi un millón de personas, que integran 102 pueblos indígenas. Es “un caso que el Instituto Caro y Cuervo viene documentando con cuidado, con amor, que es el caso del último hablante de una lengua que se llama Tinigua, Don Sixto, que creo que va a venir a la Feria del Libro para la presentación del libro sobre él, pues con él muere la lengua Tinigua. Tiene una hija que entiende la lengua, pero no la habla: con él se va esa lengua[2].

Un poco más lejos, prácticamente en la Patagonia, en la Región de Magallanes, Provincia Antártica Chilena, Comuna Cabo de Hornos, más exactamente en la Isla Navarino, vive la señora Cristina Calderón, de 90 años, que se convirtió en la última hablante de la lengua Yagán cuando murió su hermana. Aunque doña Cristina estaba empeñada en la elaboración de un diccionario, para conjurar de alguna manera la extinción de su lengua, será inevitable que el Yagán viaje con ella al más allá.

Aislados en mitad del Océano Pacífico, a medio camino entre las costas de Chile y Tahití, los jóvenes de Rapa Nui (Isla de Pascua) se conectan al mundo en español. Han perdido prácticamente el uso de su lengua materna de origen polinésico, el rapanui. En la actualidad, solo el 10% de ellos lo domina mientras que 40 años antes lo hacía el 76%[3].


Lo ocurrido con las lenguas Tinigua, Yagán y Rapanui es para la humanidad, literalmente, una catástrofe cultural; pues, “las lenguas desempeñan un papel crucial en la vida cotidiana de las personas, no sólo como instrumento de comunicación, educación, integración social y desarrollo, sino también como depositarias de la identidad, la historia cultural, las tradiciones y la memoria únicas de cada persona[4]. Así que, cuando una lengua desaparece, se va con ella el patrimonio cultural que la lengua expresaba y transmitía en el tiempo, por tradición, de generación en generación; con la consiguiente pérdida para la humanidad de una porción irrecuperable de su diversidad cultural: “la pérdida de una de ellas trae consigo la desaparición en sí misma de toda una cultura[5].

A pesar de su inmenso valor, las lenguas de todo el mundo siguen desapareciendo a un ritmo alarmante[6]. El “Atlas de la Unesco de las lenguas del mundo en peligro” tiene un total de 2.574 lenguas registradas. 228 lenguas (9%) se encuentran extintas, es decir, que no queda nadie que las hable. El 22% (577 lenguas) están en situación crítica, o sea que solamente las hablan ancianos y personas de las viejas generaciones; pero, sólo usan la lengua parcialmente y con escasa frecuencia. 537 lenguas (21%) están seriamente en peligro, pues, además de que sólo los abuelos y las personas de las viejas generaciones hablan la lengua; los miembros de la generación parental, aunque pueden comprenderla, no la hablan entre sí, ni tampoco con sus hijos. 640 lenguas (25% del total de lenguas registradas por la Unesco) se clasifican en la categoría en peligro, porque, entre otras cosas, los niños ya no las aprenden en sus familias como lenguas maternas. Las restantes 592 lenguas (23%) son actualmente vulnerables, porque, aunque la mayoría de los niños hablan la lengua, su uso puede estar restringido a determinados ámbitos (el hogar familiar, por ejemplo)[7].

En Colombia, "hoy, existen 68 lenguas nativas habladas por cerca de 850.000 personas: 65 son lenguas indígenas o indoamericanas; dos lenguas criollas, creadas y desarrolladas por comunidades de afrodescendientes en San Basilio de Palenque (Departamento de Bolívar) y en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina[8]; una romaní, la lengua del pueblo gitano, de origen indoeuropeo, introducida por migrantes más recientes y hablada por unas 6.000 personas; y, adicionalmente, se reconoce como parte de la diversidad cultural la lengua de señas colombiana (LSC), dado que esta tiene características gramaticales propias"[9]. Según el Ministerio de Cultura, estas lenguas nativas de Colombia se encuentran en riesgo. La mitad de ellas son habladas por grupos de menos de 1.000 personas y están por lo tanto en una situación de precariedad”[10]. “Del total de lenguas nativas de Colombia…, el 26 % se encuentran claramente en peligro; 17,8 % se clasifican como seriamente en peligro; 15,8 % en situación crítica; y el 11 % han sido declaradas como extintas. El 6 % se encuentran estables, pero, en peligro, y solamente el 1 % no corre peligro. Del 16 % de estas lenguas no se tiene información sobre su estado de vulnerabilidad”[11].

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La globalización, que ha conducido a que la mayor parte de la gente en los países prefiera aprender inglés antes que hablar y escribir correctamente su propia lengua materna o saber por lo menos de la existencia de las lenguas indígenas; los desplazamientos forzados y otros crímenes derivados de los conflictos armados internos o de las guerras; las políticas de homogeneización cultural heredadas de los procesos de colonización europeos en los demás continentes; y la intolerancia de los grupos dominantes hacia los grupos minoritarios, que conllevan la imposición de todo tipo de pautas, incluida la lengua dominante, están poniendo en riesgo este invaluable patrimonio de la humanidad, que son las lenguas nativas. Algunos expertos calculan que entre el 50% y el 90% de estas lenguas podrían desaparecer en el mundo hacia el año 2100.

La gran desigualdad demográfica actual de los hablantes de las lenguas en el mundo hace más compleja la situación: “Por distintas razones históricas, un pequeño número de lenguas son muy habladas y, a la inversa, muchas lenguas son habladas por una población pequeña. El 97% de la población mundial habla el 4% de las lenguas[12], es decir, éstas son habladas por casi 5.000 millones de los 6.700 millones de seres humanos del planeta. A su vez, 96% de las lenguas del mundo no son habladas sino por el 3% de la población humana. De donde se deduce que el inmenso legado histórico de la diversidad lingüística humana está a cargo de una pequeña minoría de la población mundial”[13].

Frente a este panorama, la ONU (Organización de Naciones Unidas) declaró el 2019 como Año Internacional de las Lenguas Indígenas (IYIL2019), liderado por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), “con el fin de sensibilizar a la sociedad, no sólo para beneficiar a las personas que hablan estas lenguas, sino también para que otros aprecien la importante contribución que hacen a la rica diversidad cultural de nuestro mundo[14]. Una oportunidad inmejorable para que todos comprendamos lo que explica el Instituto Caro y Cuervo: “estas lenguas ancestrales, que han logrado sobrevivir a las diversas políticas lingüísticas coloniales y republicanas, son tan dignas de estudio como cualquier lengua y, al contrario de lo que con ignorancia se piensa, tienen sistemas tan completos y admirables como los de toda lengua que sirve como medio de comunicación a un grupo humano. Y es que para la lingüística no hay rangos entre los idiomas: una lengua indígena tiene la misma importancia que el inglés o el francés, el japonés o el griego clásico, así se hable por un puñado de individuos en cualquier lugar apartado de nuestro país[15]. Rosendo Ahue, del pueblo Tikuna del Amazonas, también lo dice: “así como se da importancia al inglés, al francés, al portugués, pues también las lenguas indígenas de los pueblos indígenas en este planeta son importantes[16].

Foto Julio César U. H.
“Las lenguas indígenas de Colombia son ágrafas y si bien se encontraron en el pasado algunos elementos pictóricos relacionados con la lengua kuna, no parece que hayan obedecido a un tipo de escritura tradicional. Hoy en día los estudios lingüísticos y el deseo indígena de una educación bicultural bilingüe en donde los estudiantes sean alfabetizados en sus propias lenguas ha generado el establecimiento de alfabetos prácticos para muchas lenguas que ya empiezan a tener sus propios textos”[17]. Este hecho subraya el carácter oral de la tradición lingüística y cultural de los pueblos indígenas, y lo que Amadou Hampâté Bâ, refiriéndose a las civilizaciones y culturas africanas, llamó El poder de la palabra:

“Cualquier adjetivo resultaría débil para calificar la importancia que en las civilizaciones y culturas africanas tiene la tradición oral. En ellas es mediante la palabra hablada como se transmite de una generación a otra todo el patrimonio cultural de un pueblo: la suma total de conocimientos sobre la naturaleza y la vida, los valores morales de la sociedad, la concepción religiosa del mundo, el dominio de las fuerzas ocultas del hombre, los secretos de la iniciación en los diferentes oficios, el relato de los sucesos pasados o contemporáneos, el canto ritual, la leyenda, la poesía... Son los antepasados o mayores esos depositarios de la memoria colectiva, verdaderos modeladores del alma africana y archiveros de su historia. Por eso ha podido decirse de ellos que "cada anciano que muere es una biblioteca que se quema". De ahí que toda historia verdadera de África deba recurrir a la tradición oral, tan digna de fe como cualquier fuente escrita”[18].


Amadou Hampâté Bâ.
Tomada de Radio
Francia Internacional:

Amadou Hampâté Bâ, nacido en Malí en 1901 y fallecido en Costa de Marfil en 1991, fue “una figura emblemática para todo el continente africano”[19]. Formó parte del Consejo Ejecutivo de la Unesco entre 1962 y 1970. Allí, con sabiduría y sencillez, fue uno de los más grandes inspiradores del respeto por la tradición oral, en la comunidad internacional de naciones. “Narrador, escritor, poeta, etnólogo, líder espiritual, numerólogo, diplomático, Amadou Hampâté Bâ se autodefinía como "un graduado de la gran universidad de la Palabra enseñada a la sombra de los baobabs"[20], título desde el cual quizás haya insuflado en la Unesco el espíritu que ha dado vida a este Año Internacional de las Lenguas Indígenas.

María Stella González de Pérez.
Tomada de: https://caroycuervo.academia.edu/
Mar%C3%ADaStellaGonz%C3%A1lezdeP%C3%A9rez
 

La Filóloga y Lingüista boyacense María Stella González de Pérez[21], Investigadora del Instituto Caro y Cuervo desde 1975 hasta 2011 (año en el que se jubiló), fallecida hace menos de un mes y quien en su sitio web[22] se autodefinía como Lingüista jubilada, lideró el proceso actual de reconstrucción de la lengua muisca. En su artículo Las lenguas indígenas de Colombia a vuelo de pájaro, explica cosas como que “en las lenguas tukanas del Vaupés, distintas terminaciones verbales le indican al oyente si el estado de cosas en cuestión fue presenciado directamente por el hablante, o si le fue informado por otra persona, o si el hablante lo ha deducido y supone que es cierto, etc. […] Encontramos verbos que, mediante un morfema, indican la posición del hablante: parado, sentado, acostado, colgado o que pende (como en una hamaca) o verbos cuyo contenido semántico intrínseco incluye la posición, como en guambiano[23]. Pequeñas sutilezas de las lenguas oficiales utilizadas en la Universidad de la Palabra.

Igualmente, “en las lenguas tukanas del Vaupés es común encontrar dos primeras personas del plural: un nosotros inclusivo (incluye al oyente) y un nosotros exclusivo (que excluye al oyente). No obstante, en la lengua pisamira, también de la familia tukano oriental, encontramos un nosotros selectivo que incluye un pequeño grupo (como nosotros, mis hermanos y yo) y un nosotros extensivo que incluye un grupo más extenso o general (como nosotros, los colombianos)[24].

Dachi Bedea[25] (Nuestra voz): Sea pues el Año Internacional de las Lenguas Indígenas un asunto de todos nosotros, en el nosotros extensivo de la lengua pisamira del Vaupés. Una oportunidad para que interioricemos que somos nuestra palabra y nuestra palabra da fe de lo que somos, como lo pregonó ante el mundo entero Amadou Hampâté Bâ, sentado bajo la sombra de su baobab.




[1] Amadou Hampâté Bâ. El poder de la palabra. El Correo de la Unesco, agosto-septiembre 1979. Pp. 17-23. Pág. 17. En: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000074777_spa.nameddest=44650

[2] Carmen Millán, Directora General del Instituto Caro y Cuervo. Radiónica, Programa Chévere Pensar en Voz ALTA: Lenguas Nativas en Colombia, 20.02.2019. En: https://www.radionica.rocks/que-pasa-en/chevere-pensar-en-voz-alta-lenguas-nativas-en-colombia

[3] El rapanui, otro idioma que podría extinguirse. En: El Correo de la Unesco, enero-marzo. Gran angular. Pág. 13. https://es.unesco.org/courier/2019-1/rapanui-otro-idioma-que-podria-extinguirse

[4] 2019 AÑO INTERNACIONAL DE LAS Lenguas Indígenas. https://es.iyil2019.org/

[6] 2019 AÑO INTERNACIONAL DE LAS Lenguas Indígenas. https://es.iyil2019.org/.

[7] Todos los datos, incluyendo el alcance de las categorías o niveles de vitalidad de las lenguas, fueron tomados del Atlas UNESCO de las lenguas del mundo en peligro: http://www.unesco.org/languages-atlas/index.php Consultas: 24 y 25 de febrero de 2019.

[8] La lengua de Palenque, de base léxica castellana; y el Creole, de base léxica inglesa.

[9] Pueblos Indígenas aportan 65 de las 69 lenguas que se hablan en Colombia. ONIC, 21 de febrero de 2018. En: https://www.onic.org.co/comunicados-onic/2307-pueblos-indigenas-aportan-65-de-las-69-lenguas-que-se-hablan-en-colombia

[10] BASES DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022. Pacto por Colombia, pacto por la equidad. ©Departamento Nacional de Planeación, 2019. 1660 pp. Pág. 799. En:

[11] Ibidem. Pág. 754

[12] Las diez lenguas más habladas son: chino mandarín, hindi, inglés, español, árabe, francés, malayoindonesio, bengalí, portugués y ruso.

[14] 2019 AÑO INTERNACIONAL DE LAS Lenguas Indígenas. https://es.iyil2019.org/. IYIL es la sigla en inglés de International Year of Indigenous Languages.

[15] Instituto Caro y Cuervo. Nuestras lenguas. Portal de lenguas de Colombia:
https://lenguasdecolombia.caroycuervo.gov.co/ El resaltado no está incluido en el texto original.

[16] Entrevista en Radiónica, Programa Chévere Pensar en Voz ALTA: Lenguas Nativas en Colombia, 20.02.2019. En: https://www.radionica.rocks/que-pasa-en/chevere-pensar-en-voz-alta-lenguas-nativas-en-colombia

[17] González de Pérez, María Stella. “Las lenguas indígenas de Colombia a vuelo de pájaro”, en UniverSOS. Revista de Lenguas Indígenas y Universos Culturales. Universidad de Valencia. Año 2010, núm. 7, págs. 9-25. Pág. 13. En: http://www.uv.es/~calvo/amerindias/numeros/n7.pdf

[18] Amadou Hampâté Bâ. El poder de la palabra. El Correo de la Unesco, agosto-septiembre 1979. Pp. 17-23. Pág. 17. En: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000074777_spa.nameddest=44650

[19] Abdourahman A. Waberi. Una lección de humanidad. El Correo de la Unesco, abril-julio 2018. Pp. 47-49. Pág. 49. https://es.unesco.org/courier/2018-2/leccion-humanidad

[20] Abdourahman A. Waberi. Una lección de humanidad. El Correo de la Unesco, abril-julio 2018. Pp. 47-49. Pág. 49. https://es.unesco.org/courier/2018-2/leccion-humanidad

[23] González de Pérez, María Stella. “Las lenguas indígenas de Colombia a vuelo de pájaro”, en UniverSOS. Revista de Lenguas Indígenas y Universos Culturales. Universidad de Valencia. Año 2010, núm. 7, págs. 9-25. Pág. 20. En: http://www.uv.es/~calvo/amerindias/numeros/n7.pdf

[24] Ibidem. Pág. 21.

[25] Nuestra voz, en lengua embera.

lunes, 18 de febrero de 2019


5 promesas, 16 dudas

y un montón de incertidumbres...

Directora del Departamento Nacional de Planeación, Gloria Alonso, en la mesa de negociaciones
Espacio nacional de consulta previa para las comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palanqueras.
02.02.2019. Foto: DNP. 
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Tomada de: https://www.flickr.com/photos/142236467@N07/40019192693/

“Un estudio reciente elaborado por el DNP (Ariza & Gómez, 2018) evidencia las disparidades geográficas e inequidad en oportunidades, por medio del cálculo de las probabilidades de salir de la pobreza de acuerdo con las condiciones del lugar de residencia. Por ejemplo, durante 2007 y 2017, haber nacido en Córdoba aumentaba la probabilidad de salir de la pobreza en 12,5 p. p. frente a la probabilidad que tenía un colombiano promedio de salir de dicha condición. Así mismo, haber nacido en el Chocó reducía la probabilidad de salir de la pobreza en 5,5 p. p. (Ariza & Gómez, 2018). Un mismo individuo con el mismo logro educativo, empleo, condiciones del hogar, entre otros, que nace en un hogar pobre, tiene una menor oportunidad de superar su condición de pobreza si nace en Cauca, Bogotá, Santander, Meta o Chocó, que si hubiera nacido en uno de los restantes departamentos”.

DNP. Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, pág. 983.[1]

Además de que el índice de pobreza monetaria del Chocó es dos veces y media más alto que el promedio nacional, una persona pobre nacida en el Chocó tiene 5.5% menos probabilidades de dejar de serlo que los pobres nacidos en otros veintiún departamentos de Colombia o en su Distrito Capital, Bogotá. Sin embargo, según las Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 (PND), cuando finalice este cuatrienio, la pobreza monetaria en el Chocó habrá pasado de 58,7% a 53,4%, es decir, que se habrá reducido en 5,3 puntos porcentuales; y la pobreza monetaria extrema disminuirá 5,5 puntos porcentuales, pues pasará de 32,7% a 27,2%. Así lo indican los denominados Indicadores trazadores del Pacto Región Pacífico, del PND[2].

Tomada de: BASES DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022. Pacto por Colombia, pacto por la equidad. ©Departamento Nacional de Planeación, 2019. 1660 pp. Pág. 983. En: https://colaboracion.dnp.gov.co/CDT/Prensa/PND-2018-2022.pdf
En Colombia, 8,2 niños y niñas de cada cien mil mueren por desnutrición antes de cumplir los 5 años y el 9,1% de los nacidos vivos nacen bajos de peso[3]. En el Chocó, son 44,2 niños y niñas de cada cien mil los que mueren por desnutrición antes de cumplir los 5 años, y presentan bajo peso al nacer el 11,42% de los nacidos vivos. Según el PND, en sus indicadores de resultado de seguridad alimentaria y nutrición, en el Chocó, la tasa de mortalidad infantil por desnutrición en menores de 5 años (por cada 100.000) pasará de 44,2 a 36, y el porcentaje de nacidos vivos con bajo peso al nacer pasará de 11,42% a 9%[4], durante el cuatrienio.

Así las cosas, si al PND nos atenemos, dentro de tres años y medio, en el Chocó menos niños morirán por desnutrición antes de los cinco años de edad, menos niños nacerán con bajo peso, habrá menos pobreza monetaria, tendremos menos pobreza monetaria extrema: ¡Aleluya! Además, 3.300 ha en la cuenca del río Atrato estarán en proceso de restauración ecológica[5]. Cinco metas nada desdeñables, que ojalá se cumplan. Amanecerá y veremos.

Lo que sí aparece poco claro y nada concreto a lo largo de las 1.660 páginas del documento del PND son las inversiones destinadas a grandes proyectos concertados por la Nación con el Comité Cívico por la salvación y dignidad del Chocó, como fruto de los sucesivos paros cívicos departamentales. Dichos proyectos no aparecen totalmente ni explícitamente incluidos en el cuerpo del Plan; sino que algunos de ellos aparecen en un apéndice del mismo, el “Anexo A, Iniciativas indicativas de inversión del Plan Plurianual de Inversiones del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022”, el cual “presenta la priorización de las propuestas de iniciativas de inversión recogidas en las mesas regionales, departamentales y audiencias públicas realizadas a lo largo del país durante la construcción del Plan[6].

Dicho anexo incluye las propuestas surgidas de 33 reuniones realizadas por el Departamento Nacional de Planeación en todo el país, una por departamento y otra en Bogotá, a las que “en total asistieron 4.422 personas, de las cuales se recibieron alrededor de 1.250 iniciativas, que fueron priorizadas y distribuidas en cuatro categorías[7]. La reunión correspondiente al Chocó se efectuó en Quibdó, el 29 de enero de 2019, con participación de 55 personas. Como resultado de la misma, para el Chocó se priorizaron 16 iniciativas: siete en la Categoría II y nueve en la Categoría IV, tal como se puede ver en la Tabla 4 del Anexo A del PND[8].

Tomada de: BASES DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022. Anexo A, pág. A-7.
La Categoría I, denominada “Proyectos estructurados”[9], incluye aquellos que cuentan con factibilidad en todos los aspectos y con estudios técnicos de detalle necesarios para su ejecución. A buen entendedor, pocas palabras: se trata de proyectos viables y listos para su ejecución. Ninguno de los proyectos chocoanos fue incluido en esta Categoría I del Plan plurianual de inversiones del PND.

La Categoría II, “Proyectos en proceso de viabilidad”, como lo indica su nombre, incluye proyectos a los que les falta algún tipo de factibilidad, cuentan solamente con estudios técnicos de primera fase para su ejecución y, además, “su cumplimiento requiere de acuerdos entre la Nación y el territorio para desarrollarse[10]. O sea, proyectos cuya formulación no ha finalizado y de cuya validez no está aún convencida la Nación.

Los siguientes son los siete proyectos del Chocó que están incluidos en la Categoría II, tal y como aparecen registrados en el documento del PND, Anexo A[11]:
  1. Construcción de la acuapista en el departamento del Chocó: San Juan-Atrato y Baudó
  2. Construcción de la vía al mar Ánimas-Nuqui [sic]
  3. Construcción la transversal Central del Pacífico (La Virginia-Apia-Las Animas-Quibdó) [sic]
  4. Infraestructura deportiva para el Departamento
  5. Suministrar servicios públicos domiciliarios para cabeceras municipales y principales asentamientos humanos del Departamento.
  6. Terminación de la carretera que conecta Quibdó con Medellín
  7. Terminación de la transversal Quibdó-Medellín 
Aunque fueron acordados por el Estado colombiano con el pueblo chocoano, a raíz de los sucesivos paros cívicos, estos proyectos -claves para que el Chocó avance en la superación de sus históricas condiciones de aislamiento e incomunicación vial y en la provisión de condiciones más dignas de vida para su gente- resultan ser proyectos de segunda categoría para un gobierno que pregona que su plan de desarrollo es un pacto por la equidad.

De este modo, se desconocen, ignoran e irrespetan los procesos adelantados durante varios años respecto a dichos proyectos en las mesas de trabajo del Comité Cívico, en conjunto con entidades, funcionarios e instancias correspondientes del Estado colombiano. Se niega la realidad de que la carretera Quibdó-Medellín, así sea a troche y moche, ya está en ejecución. Se pasa por alto que la Gobernación del Chocó realizó recientemente reuniones con el Ejército y con el Comité Cívico, con el fin de examinar las condiciones de seguridad en el área para la continuación de los estudios y diseños del proyecto de la vía al mar, y para avanzar en la concertación con las comunidades que allí habitan. ¿A qué se deben estas inconsistencias y omisiones…?


La Categoría III (Proyectos visionarios), de las “Iniciativas indicativas de inversión del Plan Plurianual de Inversiones del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022”, “son los proyectos de inversión cuya implementación es de mediano y largo plazo y por lo tanto pueden superar el cuatrienio, por ejemplo, los megaproyectos de infraestructura. Este tipo de proyectos requieren recursos y acciones en diferentes etapas e incluso entre diferentes niveles de gobierno, ya que representan los retos a futuro para los territorios y la Nación[12]. En la tabla correspondiente al Chocó no aparece ningún proyecto en esta categoría; pero sí en la tabla correspondiente a la Región Pacífico, donde aparece la “Terminación de la vía Pereira-Nuquí-Océano Pacífico”, de la cual hace parte la “Construcción de la vía al mar Ánimas-Nuquí”, registrada en la tabla correspondiente al Chocó, en la Categoría II. De modo que uno se queda sin saber a qué atenerse respecto a esta trascendental obra, que ya cumplió medio siglo de inconclusión; e inevitablemente concluye que, si al PND nos vamos, no será este gobierno el que la impulsará.

Finalmente, tenemos la Categoría IV (iniciativas regionales), que, según el PND, Anexo A, “son iniciativas priorizadas desde las regiones, las cuales, por su alto impacto económico y social, contribuyen a alcanzar el potencial de cada región. Su ejecución depende directamente de la gestión regional para su formulación, el cumplimiento de requisitos de viabilización, la presentación y registro, y la disponibilidad de recursos de los posibles financiadores. No obstante, el Gobierno nacional puede contribuir en el apoyo de la estructuración del proyecto, en su cofinanciación o en cualquier otro momento del ciclo de los proyectos[13].

No hay que hilar muy fino ni ser muy perspicaz para entender que, según lo establecido en el PND, los proyectos incluidos en esta Categoría IV no pasan de ser buenas ideas de origen estrictamente regional. Por lo cual, como queda completamente dicho en la definición, son las regiones las que deben hacer todo lo necesario para convertir tales ideas en proyectos; trabajo en el cual, eventualmente, podrían recibir apoyo del gobierno nacional.

Como dijimos antes, nueve proyectos del Chocó están incluidos en esta Categoría IV indicativa de inversión del Plan plurianual de inversiones del PND[14]:
  1. Adecuación de muelles y modernización de la flota de cabotaje sobre el golfo de Tribugá
  2. Ampliar la cobertura de la Universidad Tecnológica del Chocó en las subregiones de Baudó y Urabá
  3. Construcción del puerto de Tribugá entre Ánimas y Nuquí
  4. Construcción vía circunvalar de Quibdó
  5. Construir la vía Novita-Curundó-San José del Palmar-Cartago
  6. Construir puente sobre el río Brisas Darién chocoano
  7. Construcción de hospitales de mediana complejidad en las subregiones Pacífico, Darién y San Juan, ubicados en los municipios de Bahía Solano, Riosucio e Istmina
  8. Construcción y dotación del hospital de tercer nivel en la subregión del Atrato en el departamento del Chocó
  9. Mejorar la comunicación y conectividad digital en las zonas urbanas y rurales del departamento
O sea que si nos remitimos al Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, el actual gobierno nacional de Colombia no tiene presupuestado ni un peso para estos nueve proyectos; a pesar de que entidades y funcionarios nacionales han venido trabajando en varios de ellos con la Gobernación del Chocó, la Alcaldía de Quibdó y el Comité Cívico por la salvación y la dignidad del Chocó. Y a pesar de avances como el hecho de que el Alcalde de Quibdó, Isaías Chalá Ibargüen, “firmó en la Notaría segunda la escritura pública en la cual se ratifica la adquisición del terreno donde se construirá el Hospital de Tercer Nivel del Municipio de Quibdó[15]; y anunció públicamente, con foto incluida, hace menos de dos meses, que había recibido “espaldarazo del Presidente de la República para la construcción de la Central de Abastos y la vía Circunvalar de Quibdó[16]. Entonces, si estos nueve proyectos son, por decir lo menos, una especie de entelequias regionales, ¿por qué los funcionarios y las entidades nacionales se siguen reuniendo con sus pares chocoanos para hablar de ellos?



Evidentemente, no son nada claras y mucho menos son concretas las previsiones contenidas en las Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 en relación con los proyectos negociados y acordados entre el Departamento y la Nación a través del Comité Cívico por la salvación y dignidad del Chocó… Cinco promesas ojalá no vanas, dieciséis dudas metódicas y un montón abundante de incertidumbres es todo lo que pudimos encontrar sobre el futuro del Chocó entre las más de quinientas mil palabras que tiene el documento.




[1] BASES DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022. Pacto por Colombia, pacto por la equidad. ©Departamento Nacional de Planeación, 2019. 1660 pp. Pág. 983. (DNP=Departamento Nacional de Planeación; p. p. = puntos porcentuales). En: https://colaboracion.dnp.gov.co/CDT/Prensa/PND-2018-2022.pdf

[2] Ibidem. Pág. 994.

[3] Ibidem. Pág. 262

[4] Ibidem, pág. 269.

[5] Ibidem, pág. 994.

[6] BASES DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022… Documento citado. Anexo A, pág. A-1.

[7] BASES DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022… Documento citado. Anexo A, pág. A-2.

[8] BASES DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022… Documento citado. Anexo A, pág. A-7.

[9] La definición literal de las cuatro categorías en mención puede leerse en las páginas A-2 y A-3 del Anexo A del documento.

[10] BASES DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022… Documento citado. Anexo A, pág. A-2.

[11] BASES DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022… Documento citado. Anexo A. pág. A-7. Los números ordinales de los proyectos son incluidos para efectos ilustrativos; no forman parte del texto original.

[12] BASES DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022… Documento citado. Anexo A, pp. A-2 y A-3.

[13] BASES DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022… Documento citado. Anexo A, pág. A-3.

[14] Los nombres de los proyectos son tomados literalmente del documento de referencia.