lunes, 30 de marzo de 2020


Preguntas de Cuarentena
El Papa Francisco entre la soledad y el silencio de la Plaza de San Pedro
durante su ceremonia de Bendición Urbi et orbi, el viernes 27 de marzo de 2020.
Foto: romereports.com

¿Será que hay gente en Quibdó que cree que después, cuando ya tengamos unas cuantas decenas de infectados y quién sabe cuántos muertos por Coronavirus, basta sacar la imagen de San Pacho al atrio de la Catedral para detener la tragedia, y por eso andan por ahí a tutiplén, como si no pasara nada, a excepción de ayer, cuando entre el aguacero y la policía los espantaron?

¿Existe un plan de emergencia sanitaria o epidemiológica serio, riguroso, aplicable y eficaz, para la capital del Departamento del Chocó y demás municipios, que supere la simple réplica de las medidas policivas y de beneficencia, que vienen del orden nacional?

¿Hasta cuándo las primeras damas van a seguir por ahí repartiendo mercados, tomándose fotos propagandísticas, incumpliendo las medidas preventivas y exponiéndose al virus, en un acto de supina irresponsabilidad, del cual se puede derivar que nos salga más caro el caldo que los huevos?

¿En el Pacífico Sur y en el Chocó no hay enfermos registrados porque no existen o porque no han sido diagnosticados y no han sido diagnosticados porque no han sido examinados?

¿Será que el Presidente solamente maneja esa escasa cincuentena de palabras, incluyendo preposiciones, conjunciones, artículos y 4 adverbios terminados en mente, que usa siempre en público?

¿Nos preocupamos por lo altamente sospechoso –y hasta espeluznante– que es el silencio del Innombrable en esta coyuntura o mejor nos quedamos frescos y calladitos, no vaya y sea que crea que le estamos pidiendo que hable?

¿Qué habrá pasado para que Paloma, María Fernanda, Charo y Martuchis no estén pontificando y barbarizando sobre la pandemia por coronavirus y le hayan cedido su puesto a la ministra multicarteras?

¿Qué es más inútil y oneroso: crear una gerencia nacional de Covid19 o nombrar como gerente al que nombraron?

¿De modo pues que los congresistas de Colombia, amparados en una de sus clásicas leguleyadas, aprovecharon el desorden para normalizar su hábito de no trabajar, en lugar de hacerlo -como todo el mundo- por algún medio virtual?

¿Nos alcanzará la esperanza para vivir con prudencia y tranquilidad
una cuarentena a término indefinido?
Foto: eltiempo.com

¿Izar la bandera y apagar todas las luces de la casa durante una hora el fin de semana por la noche sí ayuda a aplanar la curva?

¿Todos estamos claros y de acuerdo en qué es aplanar la curva, qué es Urbi et orbi y cuáles son la cobertura y los alcances de la indulgencia plenaria impartida por Francisco en cuanto a materia, clase y antigüedad de los pecados?

¿A la gente que anda celebrando como la gran novedad que Amazon puso libre la lectura de una docena de pinches libritos nadie les ha contado que hace décadas la Biblioteca Nacional de Colombia y la Biblioteca Virtual del Banco de la República ofrecen descarga gratis de colecciones completas de centenares de libros de literatura universal, americana y colombiana, indígena, afrocolombiana, caribe, etc., de diversos temas y autores…?

¿Como el de la expansión del virus en el mundo, es también exponencial el crecimiento de la ruindad, la estupidez y el engreimiento del mal marido ese que tiene Melania, la mamá de Ivanka?

¿Bolsonaro es como lo indica su apellido?

¿Cuántos años faltan para que Maduro sea ídem?

¿La estulticia de AMLO proviene de ese nombrecito de galán de telenovela mejicana noventera que se gasta?

¿De aquí a julio ya habremos terminado la cuarentena?

¿Habrá un silencio más grande que el de una playa sin turistas?
Río de Janeiro. Foto: elpais.com


lunes, 23 de marzo de 2020


Un Cuento para la Cuarentena
El dragón Gastón

Al dragón Gastón, que es mucho, muy juguetón, le ha entrado la ventolera de ponerle a su chorro de fuego mucho, mucho color.

Esta mañana, de paseo, muchas ganas Gastón tiene de que su llama sea azul. Para lograrlo enseguida, nada mejor se le ocurre, en tan espléndido día, con tan descubierto cielo, que acostarse bocarriba totalmente boquiabierto, en este rincón del parque. Explayado así en el suelo, busca que el azul del cielo por la boca le penetre y que, al terminar el día, rebosante de alegría y lejos de decepciones, sea azul su chorro de fuego como es azul este cielo y azules las ilusiones de toditos los dragones cuando juguetones son, como es el dragón Gastón. Al atardecer, el azul del cielo inmenso ha quedado convertido en fondo para el incendio inagotable de colores que ha formado el sol al despedirse del día. El dragón Gastón, con todo y ser juguetón, insolado ha quedado y su llama de azul no se ha pintado. Le duelen las quemaduras de tanto sol todo el día. Y casi llorando se va a donde está su mamá, que siempre es tan querida, para que le unte una crema que sane su piel ardida.

Otra mañana, muchos días después, cuando en su piel relucen sus escamas otra vez, el dragón Gastón muere de ganas de que sea verde su llama, para que su fuego tenga el color de la esperanza. Para lograrlo esta vez, se le ocurre algo mejor, bajo el cielo descubierto de tan espléndido día, en el parque reluciente: comer, comer y comer, sin que lo vea la gente, un montón gigantesco de esa fresca hierba verde. Y come, come y come, con pasión el dragón Gastón, hasta que su emoción se vuelve una gran indigestión. Con un dolor que es muy grande sale en busca de su madre, quien lo cura con laxantes y un cariño muy gigante. No consigue así, tampoco, que su llama sea verde.

Una tarde, sin embargo, ensaya pintar de blanco su chorro de fuego largo. Para lograrlo se acuesta nuevamente entre la hierba. Es una tarde cerrada, con una gran nube blanca. Hace frío, mucho frío. Aspira el Dragón Gastón, que es mucho, muy juguetón, a que esa nube gigante plante su blanco color en toda su abierta bocota, y así su llama mañana sea blanca como este cielo, tan blanca como una mota de blanquísimo algodón. Ha llegado ya la noche, su llama blanca no está, pero en cambio sí estornuda y moquea sin parar, pues un inmenso resfriado, un señor gripononón, es lo que se ha ganado nuestro gran dragón Gastón, por andar de juguetón.

Su empeño no para nunca, admirable juguetón, el dragón Gastón insiste en poner mucho color a su gran chorro de fuego, a su aliento de dragón. Sueña ahora que su llama sea roja como el amor. Para lograrlo concibe nuevamente gran idea, se acuesta toda la noche al pie de una chimenea, a ver si la roja lumbre que por la reja se cuela, se mete en su boca que abierta todita la noche deja. A media noche su cuerpo caliente no aguanta ya, pues en tierra de dragones hay calor siempre infernal, ya que al clima se le suma el fuego de los dragones cuando dicen a roncar. Tampoco de rojo vivo su llama logra pintar, lo único que ha conseguido es sudar, mucho sudar.

Y así ensaya mil maneras para poder colorear su llama y hacerla alegre, tan alegre como es él, fracasando en sus intentos siempre en un dos por tres. Ensaya comiendo vidrio para que sea transparente, mil chontaduros se come buscando que sea amarilla y mil moras de Castilla se traga en un santiamén, buscando volver morada su gran llama atormentada.

...Pero existen también hadas en su tierra de dragones, que para ejercer su magia con seres tan juguetones y que tan rápido vuelan por encima de las cosas, se tornan en mariposas coloridas y muy sabias. Una de esas mariposas dice llamarse Cristina y ser feliz hada madrina de nuestro gran juguetón, el ahora triste dragón que lleva por nombre Gastón. Le recomienda los sueños como mejor solución, pues lo salvan de resfriados, de calor e indigestión, y pueden pintar su llama del color que se le ocurra y sin que nada ni nadie lo aburra.

Pura magia es su palabra, como brisa refrescante, cuando por mágica vara bate lindas sus dos alas Cristina, el hada madrina, quien afirma cristalina, ante la gran desazón que cubre al dragón Gastón: basta que sueñes el cielo y azul tu llama será, sueña muchas esperanzas y así verde se verá. Y muy blanca de repente si blancos tus sueños son y roja si te enamoras de verdad y con pasión, así como transparente si tú sueñas con la lluvia de colores del poniente. Y amarilla como el oro si es soñar tu gran tesoro. Y si en auroras soleadas sueñas despierto mil sueños, tu llama será morada.

Y así, soñando y soñando, fue como el dragón Gastón, que es mucho, muy juguetón, pudo ponerle a su llama mucho, mucho color. Desde ese día su llama ha dejado de quemar y no para día y noche el dragón de colorear los sueños que aquí soñamos quienes lo vemos volar.

¡...Y colorín coloreado, aquí se nos ha acabado este cuento colorido donde a un dragón encendido, de nombre Dragón Gastón, y mucho, muy juguetón, le ha entrado la ventolera de pintar lindos colores a su gran chorro de fuego y hasta al mismísimo sol!

Julio César U. H.

lunes, 16 de marzo de 2020


Como si hoy fuera ayer (II)
El desarrollo del Chocó según Ramón Mosquera Rivas
 
Así era el sector central de la ciudad de Quibdó, que fue destruido 
casi en su totalidad por el gran incendio de 1966. Ramón Mosquera Rivas 
era entonces Gobernador del Chocó. Foto: Archivo Fotográfico y Fílmico del Chocó.

“Ramón Mosquera Rivas fue biznieto de esclavos y nieto de manumisos oriundos de la provincia minera del Alto San Juan. Perteneció al pequeño grupo de intelectuales chocoanos negros que nacieron a principios del siglo XX y lograron estudiar en Medellín, Bogotá o Popayán, superando mediante su dedicación y esfuerzos personales la situación de pobreza, marginalidad y exclusión que padecían los afrodescendientes que habitaban los ríos y ciudades del Pacífico. Sorteando múltiples dificultades provenientes de su origen, etnia o color, y pertenencia social, obtuvieron en los años 30 el título de Ingenieros, Abogados o Médicos, y posteriormente consolidaron la primera clase media negra” [1].
Gilma Mosquera Torres, junio 2013.


Son sorprendentes la actualidad y la vigencia de los análisis y las propuestas que hizo Ramón Mosquera Rivas sobre el desarrollo del Chocó, desde sus épocas de estudiante universitario –cuando dedicó su tesis de grado al Istmo de San Pablo-, así como durante todo el transcurso y hasta el final de su vida personal y profesional, como intelectual, político, parlamentario, ingeniero en el sector minero y de obras públicas, y como Gobernador del Chocó[2]. Al igual que las propuestas de Adán Arriaga Andrade, sobre las cuales escribimos en El Guarengue hace dos semanas, las de Mosquera Rivas son tan contemporáneas como si hoy fuera ayer.

“Al acometer la confección de este trabajo, obedecí al deseo imperioso que me anima desde el comienzo de mis estudios, de contribuir modestamente a la divulgación de la tierra chocoana, tan excéntrica en el conjunto colombiano”[3]. Así describe Ramón Mosquera Rivas los propósitos de su tesis de grado como Ingeniero Civil y de Minas, en la Universidad Nacional, en Medellín, en noviembre de 1935. Y a fe que lo logra, pues no solamente hace una descripción inédita de la fisiografía, orografía y geología de la zona delimitada para su estudio (el Istmo de San Pablo), sino que, además, da cuenta de aspectos socioeconómicos y políticos que muchas veces son ajenos al interés de los ingenieros y que prefiguran la gran calidad del liderazgo y del ejercicio político de Mosquera Rivas, a quien muchos recuerdan porque era el Gobernador del Chocó cuando un pavoroso incendio destruyó gran parte de Quibdó, en octubre de 1966.

En un “Apéndice” de su tesis sobre el Istmo de San Pablo, titulado “Informe científico sobre la región Quibdó-Buenaventura”, en el acápite V. Higiene[4], puede leerse lo siguiente:

“El saneamiento de las poblaciones del Chocó es una de sus más apremiantes necesidades. A este respecto nada se ha hecho. Sólo ahora empieza la preocupación por dotar a Quibdó de Acueducto y Alcantarillado. Pero la labor en este sentido debe hacerse extensiva a todas las ciudades que componen la Intendencia. La actual provisión de agua es inadecuada y encierra toda clase de peligros.

Sin acueducto y alcantarillado no se puede pensar en la modernización de la comarca. De aquí la necesidad de acometer, en cuanto sea posible, trabajos firmes y bajo la dirección de personas conocedoras del problema”.

Tesis de grado de Ramón Mosquera
Rivas, publicada por la Universidad
Nacional de Colombia en 2014.
Escrita hace 85 años, sorprende la enorme vigencia de esa descripción de la situación del saneamiento básico en el territorio chocoano; al igual que el análisis que hace –en el mismo texto[5], en el acápite IV, referido a la Agricultura-, partiendo de constatar que ésta “no existe en la Intendencia, a pesar de poseer tierras apropiadas para toda clase de cultivos”, diversidad de climas y suelos feraces. Como si hoy fuera ayer, en el texto se lee: “actualmente se cultivan, con métodos más o menos rudimentarios, plátano, maíz, arroz, caña de azúcar, piñas, yucas y muchos otros productos que se consumen en la comarca”[6]. Y concluye que “un determinante decisivo para la agricultura chocoana es la cuestión vial. Es de dominio público el problema que para la Intendencia encierra la carencia de vías de comunicación. Sin duda alguna, a ello debe su retraso en todos los ramos”[7]. Tal cual como ocurre hoy.

Años después de su grado universitario, cuando ya había vivido algunas de sus más importantes experiencias de servicio público en el orden regional y nacional, el ingeniero y político chocoano Ramón Mosquera Rivas analizó con mayor detenimiento lo referente a lo que en su tesis llamó la cuestión vial, como determinante del escaso desarrollo del Chocó. En un artículo titulado “¿Qué impide el progreso del Chocó?”, publicado en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia hace más de cuarenta años, en 1979, escrito cuando ya contaba 74 años de edad[8], Mosquera Rivas anotaba con lucidez: “ningún colombiano medianamente instruido puede justificar el abandono en que el Gobierno Nacional mantiene al Chocó, región privilegiada en recursos naturales de toda índole” y esbozó lo que consideró “un programa de infraestructura que requiere el futuro desarrollo del Chocó, en beneficio de Colombia”[9].

Estampilla conmemorativa del 8º Congreso
Panamericano de Carreteras. El croquis incluye
trazado de la Carretera Panamericana a través
del Chocó. Foto: 
http://lasmemoriasdegonzo.blogspot.com
/2011/03/pasadopresente-y-futuro-de-la-via-al.html
“Sin duda alguna la carencia de carreteras es factor primordial para detener el desarrollo en cualquier latitud del mundo”[10], explica Mosquera Rivas, al referirse al detallado inventario de vías no construidas en ese momento en el Chocó, el cual coincide con la actualidad en muchos aspectos; por ejemplo, en cuanto al estado de vías claves como la que une a Quibdó con Bolívar (Antioquia), rumbo a Medellín, cuyo inconcluso proceso de construcción ya casi alcanza un siglo, o la carretera al mar, que uniría a gran parte del Chocó con su porción del Litoral Pacífico; pero, cuya construcción está abandonada y a cambio hay quienes andan ofreciendo un puerto que dizque no afectará a nada ni a nadie.

Hoy, como ayer escribió Mosquera Rivas, los tres grandes ríos del Chocó, Atrato, San Juan y Baudó, requieren trabajos de limpieza en sus bocas y dragado para la normalización de sus canales navegables, obstaculizados por el desperdicio de trozas de la extracción forestal y por las palizadas que sobrevienen después de las tormentas y diluviales aguaceros de la región. Igualmente, Mosquera Rivas, en el artículo en mención, explica con detalle los efectos de la extracción industrial de oro en la región del San Juan, así: “El dragado de la Chocó Pacífico durante más de 60 años en la explotación de metales preciosos, desde Dipurdú hasta más arriba de Tadó, en el San Juan y en el Río Condoto, hasta sobrepasar la ciudad de ese nombre, en el Río Tamaná y su afluente el Opogodó, el dragado, repito, depositó en los cauces de todos ellos gran cantidad de piedras, cascajos y arena, que en tiempo de sequía hacen imposible la navegación, aún en lanchas”[11].

En cuanto a lo que llama “Vías interoceánicas”, el artículo de Ramón Mosquera Rivas se refiere a los canales que se mencionan en el Himno del Chocó (“tus dos mares, tus canales, con Napipí y Truandó”) y enfatiza la importancia del segundo, así como el intermitente interés de los Estados Unidos en el mismo. Igualmente descarta, con argumentos técnicos, la construcción del denominado Canal del Cura, conocido como Canal Atrato-San Juan, que uniría a Quibdó con Istmina utilizando el Istmo de San Pablo como punto de articulación de los dos grandes ríos. En este punto, Mosquera Rivas rememora la aventura del famoso Capitán Francisco Ospina Navia en su travesía por dicha ruta[12]:

“Bueno es anotar […] el recuerdo del legendario "Canal del Cura", de la época colonial, construido en el "Arrastradero", hoy Istmo de San Pablo, y la odisea del Capitán Ospina Navia, quien en la chalupa "Tayrona" hizo la travesía entre los dos océanos, pasando por el canal de Panamá, Buenaventura, el San Juan a Istmina, arrastrándola en el Istmo, bajando el río Quito hasta Quibdó, el Atrato -aguas abajo- y costeando el Atlántico hasta Cartagena y Santa Marta, punto de partida”.

En relación con la minería en el Chocó, Mosquera Rivas rememora en su artículo de 1974 un plan que él mismo elaborara, en 1961, cuando trabajó como ingeniero en el Ministerio de Minas, y al cual se había refirió extensamente en un artículo de 1978, dedicado exclusivamente al tema minero. Tal plan, en palabras de su autor, “consiste en ayuda técnica a pequeños y medianos mineros, por medio de prospección de aluviones auroplatiníferos, con taladros Ward, suministro de maquinaria arrendada, principalmente Moto-bombas, herramientas, y creación de cooperativas mineras”[13].

Respecto a “los bosques maderables del Atrato, San Juan, Baudó y Litoral Pacífico”, la propuesta de Mosquera Rivas, en su artículo de hace 41 años, es también de una sorprendente vigencia y aplicabilidad, pues considera que el aprovechamiento forestal debe hacerse bajo fuerte vigilancia y control gubernamental, con impuestos suficientes y con planes de reforestación. Así mismo, vigentes y actuales, son su diagnóstico y sus propuestas en cuanto al recurso pesquero, que bien podrían firmarse hoy:

Quibdó, enero 2019.
Foto: Julio César U. H.
RECURSOS NATURALES ICTIOLÓGICOS
No tiene discusión la necesidad de aprovechar el alto potencial ictiológico que posee el Chocó en ambos litorales. Dichas riquezas las saquean barcos extranjeros, especialmente en las costas Chocoanas. Es poco lo que sacan los pescadores nativos para sustento familiar y enviar al interior. La falta de un regular transporte aéreo ha hecho fracasar varias cooperativas; de allí que muy contadas veces Satena, única empresa que viaja a Solano, transporta productos pesqueros, básicos para la provisión de proteínas necesarias a la alimentación humana. El remedio para este mal es la vigilancia permanente de la Armada Nacional en las costas, por medio de patrullas de sus unidades adecuadamente dotadas de armas; montaje de plantas enlatadoras, y fundación de cooperativas pesqueras, amén de servicio aéreo por lo menos dos veces semanales a Bahía Solano”[14].


La lucidez de este gran intelectual chocoano llega hasta el final de este artículo, con otro párrafo que –escrito hace más de 40 años- pareciera haber sido publicado esta mañana, refiriéndose a los recursos hidráulicos del Chocó[15]:

“Nadie ignora en Colombia el gran potencial hidráulico del Chocó, con sus grandes ríos que pueden generar energía eléctrica por millones de kilovatios. Sabemos de estudios de factibilidades, adelantados en las bocas del San Juan sobre el particular. Esta infraestructura tendrá que realizarla el país en futuro no lejano para aumentar la capacidad energética ante la crisis del petróleo”.

Diez años más tarde de la publicación de este artículo sobre el desarrollo del Chocó, Ramón Mosquera Rivas publicó, en la misma revista de la Sociedad Geográfica de Colombia, a propósito de la que entonces se denominó Segunda Expedición Botánica, encabezada por la Universidad Nacional de Colombia, un entretenido texto titulado “Hierbas medicinales del Chocó”[16]. Luego de describir plantas del Chocó y sus usos medicinales, demostrando un amplio conocimiento de la sabiduría popular chocoana en la materia, Mosquera Rivas finaliza con lo que llama “Nuestra Petición: “Que la UN haga los estudios de los recursos naturales en los tres reinos con grandes reservas que están esperando ser incorporadas a la economía nacional, y las cuales son la esperanza del progreso del Chocó, ya que sus hijos son patrióticos guardianes de la soberanía de Colombia”; una muestra de la perspectiva y visión que orientaron su quehacer durante toda su trayectoria pública.

Ramón Mosquera Rivas fue padre, entre otros, de la famosa arquitecta Gilma Mosquera Torres y del actual Rector de la Universidad Tecnológica del Chocó. Su vida y su obra son una especie de epítome de la generación que protagonizó la época más gloriosa de la política regional en el Chocó, en tiempos en los que el bien común era el norte de las acciones, cuando las capacidades intelectuales y morales eran -de modo excelso- puestas exclusivamente al servicio del bienestar y el desarrollo del Chocó y su gente. Quizás sea de ahí de donde provenga la actualidad de sus escritos, análisis y propuestas, que son tan vigentes como si hoy fuera ayer.




[1] Mosquera Torres, Gilma. Prólogo a: Mosquera Rivas, Ramón (2013). El Istmo de San Pablo. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 141 pp. Pág. 9.

[2] Hay autores como Pietro Pisano (2014) que consideran que Ramón Mosquera Rivas fue el primer gobernador negro del Chocó, pues, desde esa perspectiva, Adán Arriaga Andrade era mulato. En su valioso libro sobre liderazgo “negro” en Colombia, Pisano anota al respecto: “En una región en donde las diferencias de color tenían un gran significado, el nombramiento del “mulato” Adán Arriaga Andrade como primer gobernador dejó la sensación de que las antiguas oligarquías seguían en el poder. La exclusión de personas negras del cargo más alto del nuevo departamento siguió hasta 1966, cuando el “negro” Ramón Mosquera Rivas fue nombrado gobernador”. En: Pisano, Pietro (2014). Liderazgo político «negro» en Colombia 1943-1964. Centro Editorial de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. 260 pp. Pág. 173.

[3] Mosquera Rivas, Ramón (2013). El Istmo de San Pablo. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 141 pp. Pág. 21.

[4] Ibidem, pág. 87.

[5] Ibid. Pp. 85.

[6] Ibid. Pág. 85

[7] Ibid. Pág. 86

[8] Ramón Mosquera Rivas nació en Istmina, el 13 de julio de 1905; y murió en Bogotá, próximo a cumplir 100 años, el 5 de enero de 2004.

[9]  Mosquera Rivas, Ramón (1974). ¿Qué impide el progreso del Chocó? Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia Número 114, Volumen 34, 1979. Pág. 4

[10] Ibidem, pág. 1.

[11] Ibidem, pág. 2

[12] Ibidem, pág. 3

[13] Ibidem, pág. 3

[14] Ibidem, pág. 4

[15] Ibidem, pág. 4

[16] Mosquera Rivas,Ramón. Hierbas medicinales del Chocó. Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia Números 119-120, Volumen 37. 1984-1985. 2 pp.

lunes, 9 de marzo de 2020


3 Chocoanas inolvidables

En conmemoración del Día Internacional de la Mujer, El Guarengue rinde homenaje a tres mujeres que fueron precursoras de la incursión profesional de la mujer chocoana en el servicio público y en la política local, regional, nacional e internacional; ámbitos en los que se destacaron por su inteligencia, talento, pulcritud y responsabilidad. Tres mujeres cuyas vidas son una fuente de inspiración y merecen todos los reconocimientos.


Dorila

Dorila Perea de Moore fue la primera mujer en ocupar el cargo de Gobernadora del Chocó, en 1974, por nombramiento que le hizo el entonces Presidente de la República Alfonso López Michelsen, a quien acompañó fervientemente durante su campaña presidencial. Dorila fue también Directora de la Promotora de Vacaciones y Recreación Social, Prosocial, entidad del orden nacional que fue suprimida y entró en liquidación en enero de 2001. Y fue también la primera mujer negra en ejercer como Notaria en Bogotá, ciudad en donde estudió Derecho, en la Universidad Libre, y donde nacieron dos de sus hijos, pues los otros dos habían nacido en Medellín.

Dorila nació en Quibdó, el 5 de octubre de 1929. Su papá se llamaba Arnubio Perea y su mamá Teotizte Córdoba, hermana de Diego Luis Córdoba. Estudió primaria en el Colegio de La Presentación, en Quibdó; y se graduó como Maestra en Medellín, Antioquia, en donde trabajó varios años en esa profesión. Se casó con José Tomás Moore, un samario de ascendencia dominicana, con quien tuvo cuatro hijos. Uno de ellos fue el primer negro en alcanzar el rango de General de la Policía y siguió esta carrera en contra de la voluntad de sus padres, quienes, luego de graduar un abogado, un odontólogo y un médico, no estaban muy de acuerdo en que este hijo eligiera ser policía en lugar de seguir una carrera liberal similar a la de sus hermanos. Incluso, cuando el General Moore Perea llevaba apenas un mes en la Escuela de Policía, Dorila hizo el último intento de disuadirlo: fue hasta la institución, pidió cita con el Director y le comunicó que iba a retirar a su hijo; pero, este se negó a dejar su recién comenzada carrera.

Como Gobernadora del Chocó, Dorila Perea de Moore sucedió a Nicanor Mena Perea y antecedió a Manuel Barcha Garcés. En Quibdó es recordada porque, cuando fue Directora de Prosocial, promovió la construcción del primer centro recreativo al alcance de la gente. Así como en los municipios se le recuerda por sus visitas como Gobernadora, que siempre fueron útiles para la solución de problemas de la comunidad; y por su gestión para que el entonces aún existente Idema (Instituto de Mercadeo Agropecuario) introdujera un barco para el mercadeo de productos por los pueblos orilleros del Atrato y la Costa Pacífica. Igualmente, por su amplia sonrisa y sus palabras siempre amables con toda la gente, y porque le faltaron 15 votos para ser elegida senadora.


Luz Colombia

A nadie en el Chocó –ni en Colombia, quizás- se le debería olvidar que fue Luz Colombia Zarkanchenko de González, como Gobernadora del Chocó, cargo en el cual fue nombrada por el Presidente Julio César Turbay Ayala, en 1978, quien suprimió por decreto un oprobio racista que se llamaba la Fiesta del Indio, a instancias del Misionero Claretiano Gonzalo M. de la Torre Guerrero, chocoano, que entonces acababa de ser nombrado Provincial de dicha congregación en Colombia. Insidiosamente inducidos al consumo desenfrenado de licor, indígenas que habían sido traídos desde diversos lugares del Chocó, eran reunidos en el parque principal -al final de la semana santa católica- para convertirlos en reyes de burlas, mediante su participación en juegos y concursos; y para entregarles al final unas cuantas baratijas y regalos. La Gobernadora suspendió para siempre ese disparate.

Luz Colombia Zarkanchenko de González fue también Alcaldesa de Quibdó, en 1971, como militante del movimiento liberal del Senador Ramón Lozano Garcés. Había sido electa Representante a la Cámara por el partido Liberal, cuando fue nombrada diplomática con el cargo de Primera Secretaria encargada de Asuntos Culturales de la Embajada de Colombia en Varsovia. Estudió lengua rusa y literatura soviética en la Universidad Lomonosov, con una beca que obtuvo del gobierno soviético. También estudió Derecho, aunque no se graduó de abogada; y un año de Antropología.

En sus propias palabras, así fueron los primeros años de su vida:

[Mi padre] “era Jacobo Andrievich Zarkanchenko Karapetoff, ciudadano de Ukrania; que controlaba en el ejército del Zar las provisiones que salían de Georgia para Siberia. El de mi madre Saturia Mosquera, chocoana, de Istmina. Nací el 3 de diciembre de 1931, en Istmina, un pueblo capital de la provincia del San Juan, a la orilla del río del mismo nombre en el Chocó. Mis estudios primarios los realicé en la Escuela Anexa de la Normal de Señoritas de Istmina y dos más en la Normal para obtener el título de Maestra Rural. Faltándome un año para terminar, el Señor Intendente del Chocó me adjudicó una beca para continuar estudios en el Instituto Pedagógico de Quibdó, la capital. Allí recibí el título de Institutora. Al año siguiente de graduarme, en febrero, me casé con Emiro González, quien es médico. Trabajé, mientras él hacía su carrera en Víllavicencio, como directora de la Escuela San Femando, de esta ciudad. Allí estuve 4 años, donde me nacieron dos hijos; uno, el mayor nació en Buenaventura, y el último en Bogotá donde trabajé también como directora inauguradora de la Escuela Naciones Unidas. Luego pasé a Buenaventura donde mi esposo ejercía como médico. En este lugar fui profesora de español por un corto tiempo del colegio de señoritas Pascual de Andagoya, fui presidenta de la escuela de folclor del Pacífico, cuyo director era el folclorista Teófilo Potes. Fui integrante y Capitana del Cuerpo femenino de Bomberos. Aquí llegué a vivir 9 años, al final de los cuales me trasladé a vivir a Bogotá con mis hijos. En Bogotá, ejercí como profesora de segunda enseñanza de literatura e historia en el colegio Theilard de Chardin. También ejercí como Directora de la Corporación para el desarrollo de los pueblos del Pacífico”[1].

Luz Colombia, a quien algunas personas llamaban La Rusa, vive en Miami desde hace 25 años. Además de su trayectoria como maestra y servidora pública, es poeta. Parte de su producción literaria fue incluida en Antología de Mujeres Poetas Afrocolombianas, un volumen de la Biblioteca de Literatura Afrocolombiana, publicado por el Ministerio de Cultura de Colombia, en 2010.[2]


Chachi

A principios de marzo de 1984, Nazly Helen Lozano Eljure estaba en Cali, cuando fue llamada de urgencia a Bogotá por el presidente Belisario Betancur, quien la mandó a buscar en el avión presidencial para que –de inmediato- se posesionara como Ministra de Justicia (encargada), en reemplazo del titular, Rodrigo Lara Bonilla, de quien era Viceministra y quien hacía unas horas había sido asesinado por las mafias del narcotráfico, que en ese momento asolaban al país para presionar su no extradición a los Estados Unidos.

En su condición de Ministra (E), Nazly Lozano Eljure firmó el Decreto 615 de 1984 (marzo 14 de 1984), por el cual se declaró turbado el Orden Público y en Estado de Sitio el territorio de cuatro departamentos; así como fue la encargada de gestionar la primera extradición de uno de los narcotraficantes que lideraban esa actividad delincuencial en Colombia: Carlos Ledher Rivas, conocido como el “rey de la cocaína”.

Nazly Lozano Eljure, a quien sus amistades cercanas y sus parientes llaman familiarmente Chachi, nació en Condoto, de padre chocoano (Mario Lozano) y de madre de ascendencia sirio-libanesa (Zureya Eljure). Su hijo Mario Alberto Lleras Lozano es nieto del expresidente Alberto Lleras Camargo.

Es Abogada de la Universidad Santiago de Cali (año 1966), Especializada en Derecho de Familia y Derecho Penal. Se desempeñó como juez penal y juez civil, en municipios del Chocó, en donde también fue Secretaria de Educación durante la Gobernación de Manuel Barcha Garcés (1964). Fue la primera Viceministra y Ministra Encargada de Justicia. También la primera congresista afrodescendiente de Colombia, como Representante a la Cámara por el Departamento del Chocó, por el partido conservador, en el año 1962. Fue presidenta de dicha corporación, en 1963.

Además, fue Representante del presidente Belisario Betancur en la Comisión de Diálogos por la Paz y encargada de negocios de la Embajada de Colombia en Noruega y en Suecia; Consejera Presidencial para la Equidad de la Mujer; integrante del Comité Directivo -en representación de Colombia, en el año 2000- de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), órgano intergubernamental creado por la OEA en 1928 para asegurar el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres en sus 34 estados miembros. Participó con rango de Embajadora en la renegociación del Tratado de Extradición con Estados Unidos de Norteamérica.

Chachi fue Señorita Chocó en el Concurso Nacional de Belleza de Cartagena, en 1957, año en el que ganó Doris Gil Santamaría, de Antioquia, quien renunció al año siguiente y fue reemplazada por la Virreina, Luz Marina Zuluaga Zuluaga, quien posteriormente se convirtió en Miss Universo.

En el año 2002, frente a la infausta masacre de Bellavista (Bojayá), expidió el siguiente comunicado[3]:

"Nazly Lozano Eljure, Consejera Presidencial para la Equidad de la Mujer, como chocoana, condena enérgicamente el genocidio perpetrado por las FARC en la población de Bellavista, municipio de Bojayá. Expresa al pueblo chocoano su inmenso dolor por lo ocurrido y solicita, tanto de las autoridades como de la población civil, la solidaridad con el pueblo chocoano.

Me pregunto: ¿Qué mal le hemos hecho los chocoanos, un pueblo sufrido, pobre y marginado, a la subversión, para que nos arrasen como lo vienen haciendo de tiempo atrás, en poblaciones como: Juradó, Tadó, Bagadó, El Carmen de Atrato, Sapzurro, Capurganá, Ríosucio y Bojayá, ¿por segunda vez?

Lo más doloroso de toda esta situación es la forma despiadada como los grupos violentos se siguen ensañando contra la población más vulnerable e inerme de Colombia: los niños, las mujeres y los ancianos".

En una entrevista de hace cuatro años, cuando le pidieron aconsejar a las nuevas generaciones de mujeres, Nazly Lozano Eljure expresó, desde su residencia en Cali: “a todas las mujeres afrodescendientes, mi consejo es que estudien; porque el estudio es lo que lo saca a uno adelante. Si uno sabe desempeñar el cargo, a uno no lo pueden discriminar. Entonces hay que estudiar y prepararse cada día más”[4].



[2] Este texto puede obtenerse en la Biblioteca Virtual del Banco de la República, en: http://babel.banrepcultural.org/cdm/singleitem/collection/p17054coll7/id/15/rec/7

[3] Solidaridad con pueblo chocoano pide Consejería para la Mujer. El País, mayo 06 de 2002. En: http://historico.elpais.com.co/paisonline/notas/Mayo062002/solichoco.html

lunes, 2 de marzo de 2020


Como si hoy fuera ayer
Los problemas del Chocó según Adán Arriaga Andrade
Adán Arriaga Andrade

Ya esto me lo sé de memoria, gritaba Úrsula. Es como si el tiempo diera vueltas en redondo y hubiéramos vuelto al principio”.
Úrsula Iguarán, en Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez.


Hace 85 años, en febrero de 1935, el político e intelectual chocoano Adán Arriaga Andrade publicó un artículo sobre los grandes problemas del Chocó, en la edición 2955 del ABC, de Quibdó, un periódico que circuló diariamente durante gran parte de sus 30 años de existencia.

Quien lea ese artículo hoy[1] encontrará en él una exposición de los mismos problemas que actualmente aquejan a la población chocoana, como si no hubiera pasado casi un siglo desde su publicación; al igual que un conjunto de soluciones, ya proverbiales y de sorprendente actualidad, como –por ejemplo- la ampliación del hospital de Quibdó y la construcción de acueducto y alcantarillado aquí y en Istmina.

Adán Arriaga Andrade nació en el Municipio de Lloró el 24 de agosto de 1907 y falleció en Bogotá el 13 de junio de 1994. Es considerado el Padre del Derecho Laboral en Colombia, pues fue quien instruyó, orientó y guio la redacción del Estatuto Laboral, Ley 6ª de 1945, que dio origen al Código Sustantivo del Trabajo, considerado en su momento como uno de los más avanzados en la materia en el ámbito jurídico internacional. Arriaga era entonces Ministro de Trabajo, Higiene y Previsión Social, en el segundo gobierno de Alfonso López Pumarejo, cargo en el que fue nombrado en reemplazo nada menos que de Jorge Eliécer Gaitán, a quien había antecedido Abelardo Forero Benavides. Antes de eso, en una brillante carrera que comenzó en los años 1930 en Medellín, luego de un paso también brillante por la Universidad de Antioquia, en la que se graduó como abogado; Arriaga Andrade fue Personero Municipal de Medellín, Diputado de la Asamblea y Secretario de Gobierno de Antioquia,  Intendente y primer Gobernador del Chocó, varias veces parlamentario, Decano de Derecho de la Universidad Nacional, Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, entre otras dignidades y cargos.

Foto: Julio César U. H.
Arriaga Andrade, en su escrito de hace casi un siglo, listó como grandes problemas del Chocó un total de ocho, agrupados en tres categorías, que enunció como: “A.- Un problema de humanidad; B.- El problema de soberanía; C.- El problema de utilización de sus riquezas naturales”. Y para cada problema propuso una solución, vis a vis.

Bajo la categoría de Humanidad agrupó Arriaga Andrade todo lo referente a la salud de la población, atormentada y diezmada por enfermedades tropicales; por la falta de saneamiento y de asistencia sanitaria; por la carencia de acueducto y alcantarillado; por la ausencia de centros asistenciales especializados; y por las graves deficiencias nutricionales, originadas en la imposibilidad de acceso a buena alimentación:

A. Un problema de humanidad
1º.- Una de las razas fuertes y mejor conformadas para la conquista del trópico está en vía de desaparecer. Cerca de la mitad de la población campesina, es decir, 40.000 escombros humanos que agonizan, roídos por el pian y la miseria, sobre el suelo más rico de Colombia, exigen la inmediata intervención del Estado.

2º.- Pero, no es el pian el único flagelo de esa raza: la anemia tropical, el paludismo y la tuberculosis requieren una acción oficial de saneamiento y asistencia verdaderamente eficaz. Ni una sola de las poblaciones chocoanas ha sido dotada de acueducto y alcantarillado. Ni un solo sanatorio tuberculoso se ha erigido en un sitio accesible para esos 100.000 compatriotas.

3º.- Finalmente, no puede perderse de vista que la causa fundamentalmente de las enfermedades de ‘carencia’ del campesinado chocoano está en su deficiente nutrición, por la carestía de los artículos de primera necesidad ocasionada por la dificultad o el alto precio de los transportes. Desde la frontera panameña hasta Buenaventura no hay una sola tienda en todo el litoral Pacífico.[2]

La incidencia del pian se redujo sustancialmente en el mundo y en Colombia; no obstante, según la Organización Mundial de la Salud, OMS (2019), en Colombia, Ecuador y Haití -en zonas como el Chocó-, todavía se presentan casos sospechosos; aunque “el pian se cura con una dosis oral única de un antibiótico barato, la azitromicina”[3].

En cuanto a anemia tropical, paludismo y tuberculosis, la situación no ha cambiado mucho, con excepción de ajustes en las políticas de salud pública, como los medios de control de estas enfermedades, sobre todo de las dos últimas, y sus formas de tratamiento. En el caso de la tuberculosis, por ejemplo, ya no es necesaria la reclusión de los enfermos en un sanatorio antituberculoso, como el que reclamaba el Doctor Arriaga Andrade en su planteamiento de soluciones para la grave problemática en el campo de la salud de la población chocoana de hace 85 años.

Publicación en el Diario Oficial sobre provisión oficial de cargos para
el Sanatorio Antituberculoso 
del Municipio de El Carmen de Atrato, Chocó.

Estos problemas de salud y estas enfermedades siguen presentándose, como cuando Arriaga Andrade hizo su diagnóstico; porque, generalizando, aunque no muy lejos de la realidad, las soluciones no se han implementado, con excepción del sanatorio antituberculoso, que funcionó durante varios años en El Carmen de Atrato. Desde los años 1960 y principios de la década siguiente, este sanatorio funcionó admirable y puntualmente bajo la dirección de una comunidad de monjas enfermeras, al mando de las cuales –a fines de los 1970, cuando ya estaba en proceso de cierre- había una monja española (la Hermana Ramona) que andaba en motocicleta y trabajaba con ella una colombiana que era tan dedicada a los enfermos como amable y bonita, la Hermana Alba Nora.

Soluciones
1º.- Incrementar las actuales comisiones sanitarias ambulantes, aumentando el número de inspectores sanitarios y dotándolas de lanchas y casetas flotantes, de las que hoy tiene el Gobierno.
Agregar dos nuevas comisiones ambulantes.

2º.- Ampliación del hospital de Quibdó hasta convertirlo en un ‘Instituto Nacional de Investigaciones Tropicales’.
Hospitales en Istmina y Nuquí.
Acueducto y el alcantarillado de Quibdó e Istmina.
Fundación de un sanatorio tuberculoso en el Carmen de Atrato.
Drenaje y relleno de pantanos.

3º.- Establecer el servicio periódico con barcos oficiales en las líneas Buenaventura - Pizarro - Nuquí - Cupica - Valle - Juradó; Cartagena - Acandí – Quibdó, y Buenaventura - Bebedó. Establecimiento de un ‘comisariato’ en Nuquí para vender a precio de costo los artículos de primera necesidad.

Para cualquiera que conozca al Chocó es claro que, si le hubieran hecho caso a Adán Arriaga Andrade en cuanto a las actividades de prevención en salud y de atención in situ, que es a las que él se refería con lo de las comisiones sanitarias ambulantes, que ahora llaman jornadas o campañas; y si, teniendo en cuenta que en esta región somos más río que camino o carretera, se hubieran establecido de modo permanente ambulancias y hospitales fluviales y marítimos, no estaríamos como estamos: en casi las mismas condiciones que cuando él escribió su artículo del ABC que motiva este artículo de El Guarengue.

Por un hospital de verdad, tal como lo hace hoy el Comité Cívico por la dignidad y la salvación del Chocó, Arriaga Andrade clamó, y prefiguró lo que actualmente se ha venido planteando acerca de un hospital universitario en la región, que sea un centro de investigación de enfermedades tropicales. Los hospitales de Nuquí e Istmina que él propuso solamente tienen de hospitales el nombre, no son lo que debían ser. Así como acueducto y alcantarillado, los hospitales siguen siendo –para los chocoanos- un significante sin significado. El drenaje y relleno de pantanos sí se hizo, sobre todo en Quibdó, con la draga del entonces Ministerio de Obras Públicas, que está archivada y pudriéndose a la orilla del río Atrato hacia el norte de la ciudad, en inmediaciones del edificio de la Gobernación y de la Universidad Antonio Nariño, antiguo Hotel Citará.

Esta de color amarillo es la draga del Ministerio de Obras Públicas
con la que se hizo el relleno de los pantanos de las carreras Primera a Quinta de Quibdó,
en los años 1960. Foto: Julio César U. H., octubre 2019.

En relación con los tres problemas referentes a la soberanía, que fueron expuestos por Adán Arriaga Andrade hace casi un siglo, la base de los mismos sigue siendo literalmente la misma. Así la presencia militar reclamada por él sea numerosa en la actualidad en gran parte del Chocó, incluyendo al Pacífico chocoano, al cual su escrito aludió, el abandono sigue a la orden del día y podemos repetir con Arriaga Andrade que “no es preciso insistir acerca de los peligros de toda índole que trae consigo el secular abandono de la región chocoana”[4]. La carretera Bolívar-Tutunendo aún no está terminada, lleva más de un siglo en construcción y no gratuitamente llegó a ser conocida como La trocha de la muerte. Lo que Arriaga Andrade llamó “la modesta red vial: Quibdó-Istmina-Condoto-Nóvita-Cartago, y Quibdó-Pacífico” conserva su modestia, por la poca importancia que se le ha dado y la mediocridad e insuficiencia de su construcción. La vía al mar sigue siendo una entelequia y los vendedores de humo en boga andan ofreciendo a diestra y siniestra un puerto en Tribugá, como si eso allá fuera de su propiedad, en lugar de avanzar en algo tan simple y tan ya inventado como es la construcción de una carretera que conecte a más de medio Chocó con su propio mar y a nuestros paisanos costeños les facilite la vida al reducir los costos que pagan cuando desde allá quieren viajar.
 
Valla instalada en el sitio conocido como La Y, en la carretera Quibdó-Istmina,
en los años 1970. Foto: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.
Los dos últimos problemas que plantea Adán Arriaga Andrade en su diagnóstico de 1935 sobre el Chocó se refieren a la “utilización de sus riquezas naturales”. En uno se refiere a la minería, en el otro a la agricultura y a la explotación forestal.

Como si hoy fuera ayer, este admirable e inteligente intelectual y político chocoano analiza por contraposición la minería de las empresas extranjeras versus la que practican quienes él llama “los mineros pobres”, y concluye: “Puede imaginarse a dónde llegará la producción cuando se den herramientas e instrucción a los mineros pobres y se les otorguen los créditos indispensables…”[5]. Siguiendo su propio análisis, con encomiable preocupación social y gran visión, Arriaga Andrade propone como soluciones a tan complejo problema:

7º.- Ampliación de la oficina de minas, con ingenieros que prospecten las minas de los mineros pobres, dirijan los montajes y los instruyan en el uso de las herramientas y con abogados que estudien y defiendan su situación jurídica.
Herramientas para mineros pobres.
Agencia en Quibdó de la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero.
Caminos de penetración minera a las regiones del Andágueda, Calima, Tadó, etc.

Semanario El Campesino, el 27 de julio
de 1958, a propósito de los 27 años
de la Caja Agraria, que a la fecha
había otorgado préstamos
a 3 millones de campesinos
colombianos.
Hace nomás tres días, el semanario quibdoseño Chocó 7 días analizó el mismo problema en su editorial: “El gobierno nacional debe entender que los pequeños mineros son un sector social que trabaja y aporta al progreso nacional, un sector respetable en grado sumo que debe ser protegido, asesorado, formalizado y regulado”[6]. Una asombrosa coincidencia de planteamientos, con 85 años de diferencia.

“Pero el Chocó no es sólo tierra de minería, sino que ofrece zonas agrícolas de las más imponderables condiciones”, anota Adán Arriaga Andrade en el último problema enunciado en su diagnóstico. Y, como buen hijo de su época, ve en el arroz del Pacífico y el Baudó y en las plantaciones bananeras del Bajo Atrato y del Caribe chocoano una salida. “Los arrozales de Juradó, Cupica, Nuquí, el Baudó, etc. son suficientes para abastecer a toda Colombia”, anota. Y, por consiguiente, propone como solución la “dotación de trilladora de arroz para Cupica, El Valle, Nuquí, Pizarro, Pie de Pató” y el nombramiento de “agrónomos nacionales para Acandí y Cupica y un agrónomo y un veterinario para Pizarro”, así como herramientas y semillas. Lo cual complementa con su propuesta de “dragado de la barra del río Acandí y arreglo de este puerto”, para garantizar la salida del banano.

Distantes de la modernidad, sin recursos de ningún orden para que sus fincas o trabajaderos superen el reducido límite de un precario autoabastecimiento, los campesinos chocoanos, de todas las subregiones del Departamento, evocan hoy lo que de sus mayores escucharon decir sobre los tiempos de la prosperidad del arroz, del plátano, de las frutas, de las especies menores de animales criadas para el mercado; mientras languidecen de sol a sol sin ayuda ninguna de parte del Estado. Quibdó y demás centros urbanos se alimentan, mientras tanto, con bananos de rechazo del Urabá antioqueño, plátanos del llamado eje cafetero, arroces de los llanos orientales y del Tolima, papayas antioqueñas, lulos andinos que han reemplazado el lulo chocoano, aguacates y limones foráneos y así, sucesivamente, hasta pescado nos traen de otros lados, en muchas ocasiones. Por física inexistencia de los propios productos, gran parte de la generación actual no sabe qué es una badea, no conoce un almirajó y a duras penas identifica una pepa de árbol del pan.

Finalmente, no oculta Arriaga Andrade su posición respecto a la explotación de los bosques, la cual hoy no lo dejaría bien parado desde la perspectiva del ambientalismo. “Los natales y los bosques de caobo del Pacífico no pueden mantenerse indefinidamente como ‘reservas’ forestales”, expresa rotundamente. Y, en consecuencia, propone los “dragados de las bocas del Atrato y del San Juan”, para que la madera pueda ser transportada; y el “montaje de un aserrío en Coredó”. Los inmensos claros en la selva chocoana, que uno observa desde el avión, provocados por los señores de la guerra minera y maderera, hablan por sí solos sobre el rumbo que esta actividad cogió.


Adán Arriaga Andrade, el mismo que tuvo la lucidez de regalarle su primer clarinete nuevo a un joven de Condoto llamado Antero Agualimpia, en 1936; hizo pues un lúcido y conciso diagnóstico de los problemas del Chocó hace 85 años y planteó soluciones razonables para estos. Casi un siglo después, dichos problemas siguen siendo casi los mismos, pues las soluciones han sido precarias o inexistentes. Es como si a Úrsula Iguarán la asistiera la razón, no el desvarío, y el tiempo, en lugar de avanzar, diera vueltas en redondo y nos condujera siempre al mismo punto.



[1] Chocó 7 días. Edición N° 1021, Quibdó, julio 10 a 16 de 2015. El Chocó de ayer. En: http://www.choco7dias.com/1021/choco_ayer.html

[2] Ibid.

[3] Organización Mundial de la Salud, OMS. Pian. 21 de mayo de 2019.
En: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/yaws (Aquí se explica en qué consiste esta enfermedad).

[4] Chocó 7 días. Edición N° 1021, Quibdó, julio 10 a 16 de 2015. El Chocó de ayer. En: http://www.choco7dias.com/1021/choco_ayer.html

[5] Ibidem.

[6] Chocó 7 días. Edición N° 1255. Quibdó, febrero 28 a marzo 5 de 2020. Editorial: El drama de los pequeños mineros. En: http://www.choco7dias.com/editorial.html