lunes, 24 de febrero de 2020


Ay, Chocó...
Carta geográfica de la Intendencia del Chocó, 1928.
Fuente: 
http://babel.banrepcultural.org/digital/collection/p17054coll13/id/560/

Los títulos se escribían en el cuaderno con el lapicero rojo. La copia con el lapicero azul. La copia era como se llamaba al resto del dictado que hacía el maestro o la maestra, o al texto que con su caligrafía generalmente bonita y clara escribían en el tablero. Eran esos tableros verdes, fabricados en cemento, que presidían los salones de clases de las escuelas y de los colegios y en los que se escribía con barras de tiza blanca, cilíndrica o rectangular.

En la Escuela Anexa a la Normal Superior para Varones de Quibdó (así se llamaba), en primer grado solamente se usaba lápiz. Lapicero, rojo y azul, se usaba en segundo y en tercero. En cuarto y quinto grados, como una especie de símbolo de estatus, se usaba estilógrafo, que se conseguía en alguna de las dos papelerías que había en Quibdó, la Santacoloma o la Claret, en  donde también se conseguía la tinta con la cual se recargaba el estilógrafo. Marca Sheaffer eran los estilógrafos. La tinta era Parker.

En esos tableros y con esas tizas, con esa letra clara, legible y bonita, nos enseñaron -y nosotros lo copiamos con nuestros estilógrafos- algo que se llamaba las “Teorías sobre el origen del nombre del Departamento del Chocó”. Fue en clase de Historia del Chocó, una clase que existía así, tal cual, y en la que le enseñaban a uno la vida de los personajes más influyentes de la historia regional, cómo había sido el poblamiento de la región o quiénes eran aquellos a quienes llamaban los “Primitivos pobladores del Chocó”, es decir, los indígenas, de quienes se nos enseñaba que eran de baja estatura, de piel cobriza y de cabello lacio.

Eran tres las teorías sobre el origen del nombre Chocó, dos de las cuales –a la luz de los años- hacen pensar a uno que quien las inventó era un gran fabulador, cuya imaginación creativa tenía mucho de ingenua y candorosa.

En las tardes de verano, bordeando las orillas de los ríos, bandadas de aves canoras iban y venían, despidiendo el día. En sus cantos melodiosos parecían decir: “ay, Chocó…, ay, Chocó…, ay, Chocó”. Esta era la primera teoría. Y de ella recuerdo –además- que, durante muchos años, pensé que a esa palabra canora le hacía falta una t.

A un español, no recuerdo si Pascual de Andagoya o Diego de Almagro, cuando regresó a España o a Santa Fe de Bogotá, después de haber andado por esta tierra, le preguntaron cómo le había parecido. Y él respondió: “esa tierra me chocó”. Esta era la segunda teoría.

Y la tercera teoría era que todos los indígenas que había por estos lares se llamaban chocóes y que, por extensión, los españoles habían llamado así a nuestra región. Por supuesto, como nos lo explicaba la Seño Bibiana Mena, mi profesora de segundo y tercero de primaria, esta teoría era la más aceptable.

Ignoro si actualmente, en las escuelas y colegios –o, como se dice ahora, instituciones educativas- estudian Historia del Chocó. Si lo hacen, espero que incluyan en sus lecciones cosas como esta que acabo de contar sobre los orígenes del topónimo Chocó. Si no lo hacen, lo lamento: no saben de lo que se están perdiendo.


Plaza de Quibdó. Acuarela de Manuel María Paz (mediados del siglo XIX).
Tomada de Biblioteca Digital Mundial: 
https://www.wdl.org/es/item/9058/#q=Quibd%C3%B3


lunes, 17 de febrero de 2020


Sofi
Tomada de Twitter: @SofiGomezU
La semana pasada, le sacaron al sol del patio de Twitter una docena de trinos vulgarmente racistas, que publicó hace 9 y 10 años. Son ¡tan racistas! que provocan algo de náusea ontológica. Tan racistas son que escandalizan incluso a los racistas encubiertos, esos que dicen que no lo son porque hasta tienen un amigo negro.

Es joven y a muchos hombres les parece bonita. Puede aguantar la respiración durante 5 minutos, mientras baja en el mar a una profundidad cercana a los 100 metros y vuelve a subir a la superficie, en la práctica de un deporte que se llama Apnea, en el cual ha superado 3 records mundiales. Ha viajado bastante, en ejercicio de su actividad deportiva, por muchos lugares del mundo. Estudió en una universidad. Y se graduó: es Ingeniera Civil.

Hace un par de años, por obra y gracia de la admiración que provocan sus hazañas deportivas, en un deporte poco común en el país, y porque –como mencioné antes– a muchos les parece muy bonita, se ganó el favor de tuiteros colombianos famosos, cuyos aplausos en forma de trinos o tuits fueron el camino, expedito y de primera, a través del cual se convirtió en una TweetStar. Ascendida a ese pedestal, se le empezó a celebrar todo lo que decía, todo lo que mostraba, todo lo que contaba, todo lo que publicaba. Y así, quien en Twitter se arroba como SofiGomezU y tiene de perfil y de fondo un par de hermosas fotografías, se tomó a pecho su condición de TweetStar. Y, prevalida de este lugar, otro de sus lugares de privilegio, dice cuanto se le ocurre, sin que nadie le diga nada en contrario, pues –por lo general– son aplausos lo que recibe.

Pero, ahora, la semana pasada, los aplausos –por lo menos desde un sector de tuiteros– cesaron. Y dieron paso a las críticas, a los insultos, a los agravios y ofensas, al ultraje y al improperio, a la burla; en tonos elevados por la rabia, por la dignidad herida, por la afrenta sufrida, por la sed vindicativa de justicia. Todo ello en respuesta a esa docena de trinos vulgarmente racistas, que esta TweetStar publicó hace 9 y 10 años y que son tan racistas; pero, ¡tan racistas!, que provocan náusea ontológica y escandalizan incluso a los racistas encubiertos, esos que dicen que no lo son porque hasta tienen un amigo negro.

Entonces ella lloró, en un video que dura 45 segundos. Un video que pudo dejar de hacer, pues lo que ahí dice –con todo y lo desaliñada y en lágrimas bañada que aparece– no alcanza a ser en realidad una disculpa ni –muchísimo menos– una petición de perdón. Al igual que la frase del tuit que lo acompaña y la del tuit de supuesta disculpa que publicó un día antes.

Hubo quienes, invocando la reconciliación y la paz que necesita el país –que en otros casos poco o nada les importa– corrieron a responderle el tuit con amplias y generosas frases de perdón. Hubo quienes dijeron, en sus respuestas, que había que comprenderla porque era muy joven cuando escribió las bestialidades esas. Hubo quienes aceptaron que el racismo es una especie de etapa de la vida, como la pubertad o la adolescencia, o algo así como uno de los síntomas transitorios de dichas etapas, el acné o el cambio de voz.

Y así, sucesivamente, por mayoría tuitera, le fueron restando importancia al tamaño enorme, al detestable significado y a las implicaciones profundas de la agresión racista cometida por la racista agresora a quien los tuiteros, de cariño, llaman Sofi.

Huellas. JCUH, 2017.

Consortes
Si sumamos los 32 departamentos y los 1.103 municipios que tiene Colombia, en el país hay 1.135 gestoras y gestores sociales, el rebuscado nombre con el que desde hace unos años se empezó a denominar a las esposas de los alcaldes y de los gobernadores (antiguamente conocidas como primeras damas) y a los esposos de las alcaldesas y gobernadoras, cuyo nombre anterior siempre fue un enredo, por llanas razones patriarcales, pues nunca pudieron ponerse de acuerdo en una denominación que satisficiera simultáneamente la corrección política e idiomática y la masculinidad. Primeros hombres, primeros caballeros, primeros esposos, etcétera, todo un batiburrillo que no hacía más que dar risa por su evocación de la más decadente realeza, que premia a los consortes fijándoles puesto y honores, como si ser esposo fuera un cargo en la vida; y como si, por el solo hecho de ser la consorte o el consorte del o de la gobernante, esa mujer o ese hombre adquirieran alguna categoría especial; cuando no, no adquieren ninguna, pues a quien eligieron fue a su esposa o a su esposo, no a quien ocupe el sitial de consorte. Y este sitial, per se, obviamente no le confiere dignidad alguna de gobierno a quien lo ostenta, ni le da autorización para andar suplantando a cuanto integrante del gabinete de gobierno se le antoje, ni para andar viajando –con dineros públicos– por donde se le ocurra. Así en el país –hasta en las regiones más pobres– haya hecho carrera esta fatuidad.


lunes, 10 de febrero de 2020


Reinaldo Valencia y su ABC
 
1-Reinaldo Valencia. Tomada de: González Escobar, Luis Fernando.
"Quibdó, contexto histórico, desarrollo urbano y patrimonio arquitectónico" (2003). Reproducción: JCUH.
2-Primera fotografía publicada en el ABC, edición 32, 6 de agosto de 1914. Cortesía: Gonzalo Díaz Cañadas.

En memoria del día en el que se publicó el primer número del Papel periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, en 1791, por parte del cubano Manuel del Socorro Rodríguez, en Colombia el 9 de febrero se conmemora el Día del Periodista. A instancias del CPB (Círculo de Periodistas de Bogotá), así lo consagró la Ley 51 del 18 de diciembre de 1975, considerando que la publicación de Rodríguez, que perduró hasta 1797, puede tomarse como el comienzo del ejercicio profesional del Periodismo en nuestro país.

No obstante, “en el 2004, mediante la Ley 918, se anunció una nueva fecha para la celebración del Día del Periodista (4 de agosto) en homenaje a otro precursor de la prensa, el prócer de la Independencia Antonio Nariño, quien tradujo e imprimió la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano y quien es considerado el primer periodista político del país y uno de los luchadores de la libre expresión a través de la prensa periódica”[1]. Esta ley fue expedida durante la presidencia de quien –de lejos- ha sido uno de los máximos violadores de la libertad de expresión, de prensa y de opinión; y uno de los enemigos subrepticios más enconados que hayan tenido los derechos humanos y los defensores de derechos humanos –como Nariño- en Colombia.

En el Papel periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá “escribieron algunos de los más importantes próceres colombianos como Antonio Nariño, Francisco Antonio Zea, Francisco José de Caldas, entre otros, y las temáticas eran diversas: la vida cotidiana y social de las colonias, el rescate de valores literarios, la actividad militar y civil de la metrópoli y sus posesiones, los desarrollos de la ciencia y el saber”[2].

Más de un siglo después de aquel primer periódico publicado en Bogotá, de modo equivalente, en Quibdó se publicó –entre 1913 (8 de diciembre) y 1944- un periódico llamado ABC, que durante mucha parte de su vida tuvo circulación diaria y, en coyunturas como la primera Guerra Mundial, llegó a publicar dos ediciones (matutina y vespertina) con el solo propósito de mantener plenamente informada a la gente de Quibdó acerca de este trascendental suceso. El ABC, “denominado por su mismo propietario como el decano de la prensa del Chocó y de las provincias del país, cumplió en Quibdó lo que otros periódicos colombianos en la misma época y a nivel nacional realizaron, y que Carlos Uribe Celis denominó la democratización de la cultura, al permitir el acceso a la literatura y a la lectura en general de un mayor número de pobladores”[3]. 3950 ediciones del ABC fueron publicadas.

Su fundador y Director durante la mayor parte de su existencia fue Reinaldo Valencia Lozano, abogado, periodista y escritor quibdoseño, quien creó además la revista Prosa y Verso, en compañía de Jorge E. Díaz, Jorge A. Rivas, Sergio Villa Valencia, Luis F. Valencia y Gregorio Sánchez Gómez, un prolífico escritor negro, nacido en Istmina, famoso por su novela La bruja de las minas[4]. Reinaldo Valencia aún era estudiante del Colegio Público de Quibdó, que posteriormente se convertiría en el Colegio Carrasquilla, cuando creó esta revista, que fue elogiada por intelectuales colombianos como Santiago Pérez Triana y por el excelso poeta nicaragüense Rubén Darío, iniciador del Modernismo literario en Hispanoamérica.

ABC, enero 25 de 1914.
Tomada de: González Escobar, Luis Fernando.
"Quibdó, contexto histórico, desarrollo urbano
y patrimonio arquitectónico" (2003).
Reproducción: JCUH.
El periódico ABC, desde su primer número, hizo gala de su profunda comprensión del papel de la prensa como notaria de la historia, como cronista de su tiempo. El ABC vivió y documentó para la gente de la época y para quienes hoy aquí estamos una de las épocas más trascendentales de la vida del Chocó, el lapso 1907-1947, tiempo en el que las provincias del Atrato y el San Juan dejaron de pertenecer al Cauca y fueron unificadas para constituir el ente político-administrativo conocido como Intendencia Nacional del Chocó. Durante estos 40 años, como lo ha explicado con lujo de detalles el arquitecto e historiador Luis Fernando González Escobar[5], la región vive una etapa de Unificación Chocoana (1907-1916), una etapa de Transición y gestación de un proyecto regional (1917-1932) y la gloriosa etapa de la Reivindicación Chocoanista (1933-1947), agenciada por la denominada Generación del Carrasquilla, un grupo integrado principalmente por Osías Lozano Quintana, Daniel Valois Arce, Sergio Abadía Arango, Ramón Lozano Garcés, Ricardo Echeverry Ferrer, Diego Luis Córdoba y Adán Arriaga Andrade.

Aunque el primer director del ABC no fue Reinaldo Valencia, sino Guillermo Henry C., y también dirigió el periódico otro gran intelectual chocoano de la época, Francisco Córdoba M., autor de Nociones de Geografía e Historia del Chocó (1923), así como Francisco T. Maturana; Reinaldo Valencia fue siempre un gran inspirador de las ideas que transitaron por la elegante, correcta y precisa prosa del ABC, así como su director durante por lo menos 20 años.

El ABC registró, durante sus tres décadas de existencia, la vida completa del Chocó y de Quibdó, incluyendo aquellos asuntos trascendentales de la política regional, como la rivalidad interprovincial entre el San Juan y el Atrato, que incluía ideas como convertir la Intendencia en dos comisarías; y la lucha por convertirla en un departamento que reemplazara la pérdida de Panamá, al decir de algunos de los escritores del ABC. Aunque algunos autores[6] han documentado cómo en el ABC se privilegió una visión de clase, en detrimento de la visión racial, por obra y gracia de la mulatocracia reinante; otros reconocen que es en el ABC en donde la cuestión racial empezó a aparecer, a través de la pluma de personajes como Ramón Lozano Garcés, Diego Luis Córdoba y Alfonso Meluk: “A partir de los años 1930 surgió una ruptura en el discurso de la prensa regional, la cual se manifestó en la introducción paulatina del tema racial. El término “raza negra”, por ejemplo, que no era de uso frecuente en la prensa chocoana antes de los años de 1930, empezó a ser mencionado regularmente. Este cambio temático reflejaba una transformación en el perfil social de aquellos redactores de los periódicos, especialmente los del A.B.C.[7]”.

El significativo papel que jugaron Reinaldo Valencia como periodista y generador de opinión pública y su ABC como tribuna privilegiada de la vida del Chocó de su época es resumido acertadamente por el periodista José E. Mosquera: “El impulso del proceso de departamentalización del Chocó fue una de sus principales banderas desde las páginas editoriales del ABC. De manera que, el ABC se convirtió en la tribuna de la lucha de Valencia y de Dionisio Ferrer, Heliodoro Rodríguez, Francisco Córdoba, Armando Meluk, Emiliano Rey, Delfino Díaz, Julio Perea Quesada, Alfonso Meluk, Adán Arriaga Andrade, Salomón Salazar y Guillermo Henry Cuesta para que el Chocó fuera erigido departamento”[8].

Foto: Julio César U. H., reproducción de una imagen incluida
en un Informe de la Prefectura Apostólica del Chocó (1925), archivo personal.

Y así ocurrió con todo, pues por la pluma de Reinaldo Valencia y –como decía en la portada del periódico- su “respetable cuerpo de redacción”, y por las páginas del ABC, pasaron todos los hechos de la vida local y regional, nacional e internacional. De manera que cuando uno quiere saber qué se comía y qué se bebía en Quibdó durante las tres décadas de este magnífico ejercicio periodístico, cómo se vestía y cómo se divertía la gente, quiénes y adónde viajaban, con quién y para qué; o hacerle seguimiento a las acciones de la Intendencia Nacional del Chocó, como la construcción de obras y la dirección de la educación pública, el fomento de la agricultura, la reglamentación de impuestos locales y regionales, la coordinación de acciones con el gobierno nacional para beneficio regional e, incluso, los hechos de violencia, que obviamente eran diferentes y más escasos que ahora, basta leer el ABC, en la hemeroteca de la Biblioteca Luis Ángel Arango, en Bogotá; o en la sección El Chocó de Ayer, del semanario Chocó 7 días, que se publica los viernes en Quibdó y que en agosto próximo cumple 25 años de existencia.

En síntesis, en el ABC se encuentran los trazos básicos para delinear un boceto bastante preciso de la época histórica que en sus escritos quedó documentada, incluyendo la relación de la ciudad y de la región con Colombia y con el mundo. “Símbolo de la cultura del Chocó es el interdiario ABC que lleva casi 3.000 ediciones y que con gran tacto e inteligencia ha dirigido siempre el apreciable periodista liberal Reinaldo Valencia”, expresaba un empleado de la Contraloría Nacional, luego de una misión laboral de tres meses en el Chocó, en enero de 1935[9].

Su público activismo y su defensa de las ideas liberales como fuente de equidad y democracia en el país y en el Chocó influyeron para que Reinaldo Valencia se erigiera también como un gran líder político dentro del Partido Liberal, al lado de personajes de la talla de Diego Luis Córdoba, Delfino Díaz Ruiz, Félix L. Arenas, Roberto Valdés Ortiz, Manuel L. Salge, Juan Garcés, Armando Meluk, Conrado Coutín, Fausto E. Domínguez, Vicente Ferrer G., Camilo Mayo Córdoba, Mateo E. Garcés, Abigaíl Arriaga Vivas, Salomón Rengifo, Jorge Fidel García, Raimundo Cuesta C., Leonidas Asprilla B., Delfino Díaz Mendoza, Julio E. Ángel, Andrés Fernando Villa, Neftalí Murillo C., Carlos Dualiby, Alejo Garcés, Juan F. Villa, Daniel Arce, Rafael Arrunátegui, Gilberto Osorio, Carlos Mejía, Raúl Ferrer Denis y muchos patricios más, que desde Quibdó apoyaron fervientemente las medidas de democratización del país adoptadas por el entonces Presidente Alfonso López Pumarejo, bajo la denominada Revolución en Marcha.

Diego Luis Córdoba, Delfino Díaz Ruiz y Ramón Lozano Garcés.
Fuentes: https://www.flickr.com/photos/centroafro/3495426856/lightbox/, Twitter: @elmonodiaz25, https://www.facebook.com/RamonLozanoGarcesCentenario/

Adicionalmente, por la evidente influencia del ABC y el gran prestigio que se gana gracias a su trabajo, Reinaldo Valencia se convierte poco a poco en voz de quienes no la tienen, quienes encuentran en el ABC la tribuna para hacer públicas unas preocupaciones que de otro modo no lo serían. Por ello, en las cartas al director, uno encuentra desde las quejas de los presos de la entonces llamada Cárcel Pública de Quibdó y su decisión de entrar en huelga de hambre y de trabajo, y las dificultades en el funcionamiento de la trilladora oficial de arroz de propiedad de la Intendencia, hasta el relato de las preocupaciones de los inspectores o corregidores de los pueblos sobre sus carencias y necesidades como comunidad o sobre los sucesos que los preocupan. Todo lo que recibe, Don Reinaldo lo publica y le merece un comentario que, en muchas ocasiones, es solicitud que eleva a quienes corresponde atender la situación.

Así sucede, por ejemplo, con la comunicación que Azael E. Romaña le dirige desde Tutunendo, el 7 de febrero de 1935; la cual comienza con un reconocimiento explícito a la labor de ABC y de su director, Reinaldo Valencia, en los siguientes términos: “Como en distintas ocasiones me ha tocado ver publicadas en ABC cartas sobre las necesidades de los distintos pueblos de la Intendencia, ayudando así al desarrollo y mejoramiento de ellos, me permito hacerle conocer que…”[10]. E incluye a renglón seguido la relación de una serie de necesidades y problemas que vienen padeciendo en dicha población, referentes a la insuficiencia de la actual escuela para atender una población escolar estimada en 100 niños que podrían reunirse entre Tutunendo e Ichó; la ruina y la falta de dotación de la Inspección de Policía del corregimiento, para corroborar lo cual piden la presencia del Personero; “la falta de un agente de Policía, siquiera, para cumplir las órdenes de la inspección, y para hacer guardar el orden. Como los trabajos de la carretera están a corta distancia de Tutunendo, a este lugar se vienen a pernoctar sus obreros y con frecuencia se forman discusiones que exigen la intervención de la autoridad, y sin un colaborador o agente de Policía, no se puede hacer mayor cosa”[11]; y la falta de servicio telefónico con Quibdó, para casos de emergencia. “Creo firmemente que con la intervención de ABC y la personal de su Director, algo obtendremos”, finaliza el señor Romaña su carta y se suscribe como atento amigo y S. S. Don Reinaldo añade al texto de la carta el siguiente comentario, como Nota de la Redacción: “Todo lo pedido nos parece justo y cabe dentro de las capacidades fiscales de la Intendencia y del municipio. Es necesario averiguar si se necesita la otra escuela, y proceder, ya que el presupuesto no se ha elaborado aún, a apropiar la partida. Y en cuanto a muebles y local para la inspección, que el municipio proceda. Y que proceda la Intendencia a restablecer el servicio telefónico y a enviar siquiera un agente de Policía, o que lo cree el municipio”[12].

Reinaldo Valencia participa en diversos escenarios de la vida pública de la ciudad, promoviendo o apoyando causas culturales, cívicas, de higiene y convivencia, artísticas y literarias, comerciales y deportivas. Por ejemplo, en marzo de 1935, promueve la creación de la Cámara de Comercio del Chocó. Y, en 1936, se posesiona como Director de Educación Pública, en la administración del Intendente Nacional Sofonías Yacup. Fue, además, prolífico escritor, con obras como Río Abajo, una colección de sus artículos publicados en el ABC; Apostillas históricas, un trabajo sobre historia del Chocó; y “La cuna de Jorge Isaacs, donde plantea en una investigación minuciosa que el autor de “María” nació en Quibdó, y no en Cali. Este libro desató una intensa polémica en el Valle del Cauca y el prólogo es de uno de los traductores y críticos más significativos de Colombia: Baldomero Sanín Cano. En uno de sus apartes Sanín Cano dice: “Además de su mérito como obra histórica, el trabajo del señor Valencia se recomienda literariamente por razones de claridad, método, sobriedad y corrección del lenguaje”[13].

Nacido en Quibdó, el 15 de octubre de 1891, y fallecido en Cartagena en 1946, Reinaldo Valencia es indiscutible ejemplo de la dignidad que debe caracterizar al periodismo y prototipo de la responsabilidad que a la prensa le cabe con la memoria histórica de la sociedad. Gracias a su impronta, el ABC, de Quibdó, jamás será un periódico de ayer que nadie más procura ya leer.



[1] Universidad Sergio Arboleda. SE CELEBRA EL DÍA DEL PERIODISTA EN COLOMBIA. En: https://www.usergioarboleda.edu.co/se-celebra-el-dia-del-periodista-en-colombia/

[2] Ibidem.

[3] González Escobar, Luis Fernando. Quibdó, contexto histórico, desarrollo urbano y patrimonio arquitectónico. Centro de publicaciones Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, febrero 2003. 362 pp. Pág. 156.

[4] Esta novela fue publicada por el Ministerio de Cultura, como parte de la Biblioteca de Literatura Afrocolombiana, en 2010. Puede obtenerse en:

[5] González Escobar, Luis Fernando. Op. cit. Pág. 132 ss.

[6]Hernández Maldonado, Juan Fernando. La chocoanidad en el siglo XX. Representaciones sobre el Chocó en el proceso de departamentalización (1913-1944) y en los movimientos cívicos de 1954 y 1987. Trabajo de grado. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias Sociales, Carrera de Historia. Bogotá. 2010.

[7] Mena Abadía, Brenda. Discursos sobre un Chocó olvidado. Representaciones sobre raza y región en la prensa chocoana en la primera mitad del siglo XX. Trabajo de grado como Historiadora. Escuela de Ciencias Humanas. Universidad del Rosario. Bogotá, abril 2016.  En:

[8] Mosquera, José E. Reinaldo Valencia, un líder visionario. El Mundo, Medellín, 16 de octubre de 2014.

[9] Chocó 7 días. El Chocó de ayer. Edición N° 993, Quibdó, diciembre 12 a 18 de 2014. En: http://www.choco7dias.com/993/choco_ayer.html

[10] ABC, edición 2953, 12 de febrero de 1935. En: http://www.choco7dias.com/1018/choco_ayer.html

[11] En ese momento está en plena construcción la carretera Quibdó-Bolívar (Antioquia).

[12] ABC, edición 2953, 12 de febrero de 1935. En: http://www.choco7dias.com/1018/choco_ayer.html.

[13] Carvajal Rueda, Alfonso. Diversidad de la literatura chocoana. El Manduco, julio 13 de 2019. En: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2019/07/diversidad-de-la-literatura-chocoana.html

lunes, 3 de febrero de 2020


La ministra de Ciencia y el infortunio 
de una nota periodística[1]
J. Orlando Rangel-CH.[2]
 
Mábel Torres el día de su posesión como Ministra de Ciencia, en Quibdó.
Foto: Presidencia de Colombia.

Es lamentable la reacción desbordada, antes que la reflexión y el análisis crítico, ante las declaraciones de una ministra que aspira a convertir en realidad procesos que permitan incorporar de manera sostenible al desarrollo del país la única fuente excepcional de riqueza que tenemos: nuestra biodiversidad.

La nota de prensa “La ministra de Ciencia y su dudosa promesa contra el cáncer”, publicada el pasado 10 de enero, abordó aspectos de su formación académica, de su trayectoria investigativa, del uso de extractos de la flora nativa y de las expectativas en campos sensibles como el cáncer y su tratamiento.

Después de leerlo tengo la percepción de que el documento es sesgado, tiene giros tendenciosos e indudablemente muestra la inexperiencia de manejo “político” de la ministra en el desarrollo de la entrevista.

El artículo generó una reacción en cadena de profesionales de diferentes campos sobre un contenido del cual solo se consideraron las opiniones que apoyaban el escrito. Salvo la opinión del doctor Clemente Forero sobre las calidades humanas de la entrevistada, no aparece ninguna voz de apoyo o solidaridad con la finalidad del trabajo de la bióloga.

En cualquier parte del mundo los programas académicos son evaluados interna y externamente. La bióloga se sometió a los procedimientos de rigor, tanto en Colombia como en México, por lo que no se puede poner en duda su fase de formación como investigadora autónoma.

Ha recibido distinciones como “Mujer del año” en el certamen patrocinado por L’Oreal 2010, y fue la ganadora de un concurso público de méritos para ocupar un cargo de docente en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá. En ambos casos, por haber formado parte de los jurados, doy fe de que los procesos son rigurosos, exhaustivos en el examen de la trayectoria, y siempre se declara ganadores a los mejores después de estos periodos extensos de juzgamiento.

En consecuencia, es inaceptable poner en juicio su trayectoria académica. En cuanto a publicaciones, se menciona su baja calificación en el índice H y en el número de publicaciones. Este y otros índices similares se generaron en otras condiciones y escenarios sobre la base de criterios particulares que siguen orientaciones relacionadas con el interés de los monopolios del manejo de la información.

La mayoría de las revistas colombianas empezaron a figurar en estos índices hace apenas unos 12-15 años, después de superar arduos exámenes a su trayectoria, y a pesar de que en los círculos académicos aún persiste la idea de que solo lo que se publica en inglés y en revistas extranjeras tiene valor. Es conveniente recordar que después de que nuestras revistas fueron aceptadas recibieron los reconocimientos y elogios de entidades como el Institute for Scientific Information (ISI (¿Thomson Reuters) por la pulcritud y transparencia de nuestros procesos editoriales.

La publicación en revistas de alto impacto tiene unos costos exagerados, inverosímiles en algunos casos. Actualmente, con la disponibilidad de la autopista del conocimiento (internet), que revolucionó el estado de las cosas, al lograr una mayor equidad en cuanto a difusión, lo fundamental es poner la información en sitios de fácil acceso, ojalá libres de pago.

Considero que no se debería seguir predicando sobre el valor de estos índices, en algunos casos con influencias perversas por los clubes de “publicadores”. Se da el caso de artículos que casi tienen tantas páginas en el crédito de los autores que en las del contenido. Bajo esta opción todos ganan y los índices, por supuesto, se elevan.

Profesor Orlando Rangel,
ICN-Universidad Nacional de Colombia.
Foto: UN Periódico digital
Al final, la pregunta sobre las publicaciones y el impacto es: ¿de verdad tienen tanta importancia, es válido y pertinente considerar que todas las áreas del conocimiento tienen el mismo número de investigadores, de laboratorios y de intereses?

El extracto de especies de Ganoderma
En la tesis de maestría de Julián David Naranjo Montoya, realizada en el 2014 en la UNAL Sede Palmira, sobre caracterización morfológica molecular del género Ganoderma en localidades del Valle del Cauca, se incluye una revisión sobre el uso en especial de G. lucidum (Curtis) P. Karst. y las propiedades farmacológicas y bioquímicas de otras especies.

De la detallada revisión bibliográfica consulté contribuciones de varios autores chinos y de otros países (revistas de editoriales como Elsevier). Siempre se menciona que G. lucidum se viene utilizando en la medicina china ancestral desde hace 2.000 años y en la actualidad su comercialización se ha extendido considerablemente.

Todos los autores concluyen que componentes como los polisacáridos manifestaron acción antitumoral en ensayos in vitro e in vivo, especialmente en cánceres hepáticos. Gao et al. (2005) encontraron que la actividad antitumoral de los polisacáridos de Ganoderma se relacionaba principalmente con la función inmune, mientras que según Miyazaki y Nishijima (1981) los polisacáridos causan citotoxicidad activa en líneas celulares de tumores humanos (cánceres cervicales, hepatoma, colon).

Sin ser especialista en los temas, no se puede desconocer que hay bastante información original y calificada sobre la acción antioxidante, antimicrobiana y antitumoral de varios compuestos presentes en Ganoderma, particularmente sus polisacáridos, y del efecto en la proliferación no controlada de las células (cáncer). Cabe mencionar acá que las especies de hongos y otros organismos vegetales como los musgos y helechos tienen una amplia distribución geográfica y es bastante común encontrar especies que se establecen en varios continentes, debido a sus estrategias de dispersión por intermedio de esporas.

El sano interés por promocionar los usos de la biodiversidad
Para quienes no creen en el potencial de los usos de la biodiversidad de Colombia, el segundo país (primero en relación área/número de especies) con mayor expresión de este capital natural en el globo, parece que empezar a pensar cómo se incorpora este potencial en los programas de desarrollo económico es un asunto que se debe relegar y seguir con los desarrollos de la nanotecnología, la física cuántica, la informática y otras áreas en las cuales estamos a años luz de los países mejor desarrollados.

Mientras sigamos pensando en esos espejismos y no miremos hacia nuestro capital natural, no tendremos posibilidades de mejorar nuestra calidad de vida. La intención y la finalidad de la bióloga Mabel Torres al hacer énfasis en los recursos de la flora que nuestros ancestros han utilizado y de cuyos efectos son ellos los testigos, se debe reconocer e impulsar, en vez de censurar.

Cuando se tome esta decisión y cuando los grupos de investigación con fundamento en nuestra biodiversidad crezcan será factible encontrar respuestas a las objeciones que se hicieron a las declaraciones ingenuas y desprevenidas de la ministra.

No es conveniente seguir dándole la espalda a la riqueza y a los usos de nuestra flora. No solo en el campo de la farmacología y de los productos naturales hay numerosas fuentes “probables” de beneficio directo, también existen en otros campos como el de los biocombustibles y las energías renovables y de almacenamiento de carbono (biomasa).

Uno de los casos que se menciona favorablemente en la entrevista de prensa es el del grupo de investigación de la UIS que cuenta con investigadores muy reconocidos, que ha recibido todo el apoyo económico posible en un país con tantas limitaciones como el nuestro, tanto a nivel de su universidad como de entidades nacionales. Caso contrario a los esfuerzos de la bióloga Torres y su grupo de investigación.

Por tanto, aunque las comparaciones son odiosas, debió procederse con más ponderación y sin el ánimo de acorralar a una voluntariosa ministra sin experiencia política. Ojalá que la acción de un interesado en los usos de la biodiversidad de Colombia tome el impulso necesario para que pasemos al urgente y necesarísimo nivel de utilización sostenible de la biodiversidad y retribución de los beneficios económicos a las comunidades ancestrales en los casos en que este conocimiento sea la base de desarrollos industriales posteriores. Cumpliríamos así con el Convenio sobre la Diversidad Biológica ratificado por el Gobierno colombiano.
Mábel Torres en el Ministerio de Ciencia, enero 2020.
Foto: MinCiencia.

Consideración final
En la nota que desató la controversia, al igual que en otras “de ciencia”, se pretende poner en la palestra pública al entrevistado con base en las opiniones de otros sobre los aspectos tratados, pero no se da la oportunidad para que otros conocedores del personaje y del tema también puedan participar.

¿Se entrevistó a alguien que conociera de las investigaciones farmacológicas y de laboratorios altamente especializados sobre los componentes de los extractos de Ganoderma lucidum especialmente? En la literatura aparecen numerosos estudios publicados en revistas de alto impacto. ¿Es imprescindible repetir ensayos validados en otras partes?

Finalmente, celebro las opiniones fundamentadas y equilibradas como las del profesor Jorge Mahecha, del Instituto de Física de la Universidad de Antioquia, y lamento la reacción desbordada, antes que la reflexión y el análisis crítico de otros sectores, a las declaraciones de una ministra con aceptable trayectoria académica que aspira a convertir en realidad procesos que permitan incorporar de manera sostenible al desarrollo del país la única fuente excepcional de riqueza que tenemos: nuestra biodiversidad.




[2] Doctorandus (M.Sc.) y doctor en Biología de la Universidad de Ámsterdam, Holanda. Profesor titular, Instituto de Ciencias Naturales (ICN). Investigador emérito Colciencias. Autor de cerca de 400 contribuciones (artículos en revistas, capítulos de libro). Editor de la serie Colombia Diversidad Biótica. Áreas de interés: biodiversidad de Colombia, palinología y paleoecología, vegetación de Colombia. Email: jorangelc@unal.edu.co