lunes, 25 de marzo de 2019


Un chocoano llamado Miguel
 
Miguel A. Caicedo, Quibdó, septiembre 1986.
Reproducción de una foto original de Claudia Lucía Álvarez
publicada en el libro ¿Qué es ser chocoano?

En 2019, se cumplen 100 años del natalicio del insigne poeta folclórico chocoano Miguel A. Caicedo, un acontecimiento que ya debería estar siendo celebrado por todos los sectores de la comunidad chocoana, incluyendo a sus autoridades de todo orden. Mientras ello ocurre, en El Guarengue le hacemos al Maestro Caicedo nuestro propio y sencillo homenaje, en varias entregas, artículos o reportajes, sobre su vida y su obra, a través de la serie Un chocoano llamado Miguel, que hoy empezamos y que continuará el último lunes de cada mes hasta agosto, que es la fecha exacta de esta efeméride cultural de la chocoanidad.


I
Un auténtico tratado de chocoanidad

En los años 70 y durante gran parte de la década de los 80, no había en Quibdó acto escolar, social, patrio, cultural o académico que en su programa no incluyera la declamación de poesías de Miguel A. Caicedo Mena. Estrellas memorables en este campo fueron Eyda María Caicedo Osorio y Rosita Lemus, Luis Enrique Blandón Wiedemann y Luis Demetrio Caicedo. Igualmente, adquirir los casetes producidos y grabados por Radio Universidad del Chocó con la colección completa de las poesías del Profesor Miguel o escucharlas -en esa misma emisora o en Ecos del Atrato- era algo frecuente en la época… Después de más de media vida dedicada a la educación, como docente, educador, institutor, profesor y maestro; después de un buen número de libros históricos, culturales, de ficción, poéticos, Caicedo había llegado entonces a la cima de la popularidad en Quibdó, el Chocó y Colombia, gracias a la excelsitud y a la excelencia de sus poesías folclóricas, sin par en la historia literaria regional.

Con un dominio castizo del idioma, hábil y recursivo como el que más en la confección precisa de los versos de sus poesías, el Maestro Caicedo hallaba siempre la rima justa, nunca forzada, añadiendo infaltablemente un nuevo dato en cada línea, un dato nuevo en cada verso; ilustrando así al oyente sobre el contexto, la situación, los personajes, el nudo y el desenlace de la anécdota fabulosa que en cada poesía contaba, cual capítulo de la historia regional que uno en su memoria guardaba para citar, de modo cabal, en el momento justo y necesario, cuando no fuera suficiente la academia para dar cuenta del pasado.

En casi un centenar de poesías folclóricas, Caicedo retrató magistralmente sucesos y formas de ser, costumbres y vida cotidiana, habla y humor, fe y creencias, pasiones, pareceres y actuaciones de la gente chocoana; ofreciendo de paso inolvidables recorridos por la flora y la fauna, la toponimia y la geografía comarcanas. Además de la inigualable diversión y el poderoso encanto que en sus oyentes ejercen, sus poesías folclóricas funcionan como textos culturales, como memoria oral de la chocoanidad pueblerina, rural, comarcana, vecinal. Aquella chocoanidad en virtud de la cual todo el mundo sabe lo de todo el mundo, todo el mundo se conoce, todo se cuenta para que todo el mundo lo sepa, porque todo lo debe saber todo el mundo: al fin y al cabo, parodiando al novel Gabo después nobel, se trata de una antigua y extensa casa de por lo menos medio millón de parientes.

Por estas, y muchas razones más, quizás ya sea hora de que sumen recursos e ideas la ciudadanía, la Gobernación del Chocó y la Alcaldía de Quibdó, la Universidad Tecnológica y la Academia de Historia del Chocó, el sector cultural, instituciones educativas que llevan su nombre, escritoras, poetas y escritores, el magisterio, periodistas y movimientos sociales, para organizar, programar y dar comienzo a la celebración de 2019 como el Año del centenario del natalicio de Miguel Antonio Caicedo Mena (nació en La Troje, el 30 de agosto de 1919), en merecido honor a su vida cultural y a su abundante obra, la cual es, en su conjunto, un auténtico tratado de chocoanidad.[1]

Miguel A. Caicedo, Quibdó, septiembre 1986.
Reproducción de una foto original de Claudia Lucía Álvarez
publicada en el libro ¿Qué es ser chocoano?


II
Nace un poeta

¿Cuándo comencé a escribir? Uy, eso sí data de hace bastante tiempo. Le cuento una cosa: cuando yo era muchacho, allá en La Troje, me dedicaba a hacer parodias; según las ocurrencias de la gente, los casos raros, las pasatas que llamábamos, etcétera. Entonces, yo cambiaba la letra de las canciones, pero conservaba la música. Las ensayábamos los sábados, ahí en el puente. Teníamos una timbita, con una marimba, unas maracas, unas claves, una botella como cencerro y un muchacho con una dulzaina. Entonces, los domingos en la noche nos reuníamos en el puente de La Troje, especialmente cuando las noches eran luminosas, ¿no?, y tomábamos su traguito ahí haciendo bulla.

Esas mismas canciones nos servían para el 31 de diciembre. Eran dedicadas a cada familia. Las cosas que pasaban en las familias las íbamos acumulando y el 31 de diciembre, en la noche, comenzábamos a las 10 con la timba, y llegábamos a la casa de Fulano y entonces cantábamos ahí la parodia de esa familia, y venía entonces la botella de aguardiente, y dele, pasábamos a la siguiente… En todo caso, al otro día, a las 7 de la mañana, todavía estábamos en eso, ¿no?

Bien, esa era la manera de celebrar nuestro 31 de diciembre. También me acuerdo que las 12 de la noche nos cogían en eso, y había sancocho, baile, todas esas cosas; pero, siempre con las canciones de la timba.

Más tarde, cuando ya estaba en Quibdó, en la Escuela Modelo, también cuando había un cacho de esos o cualquier pasata célebre; yo aprovechaba que mis condiscípulos salieran al recreo y, cuando regresaban, encontraban una estrofita en el tablero, alusiva a la ocurrencia. De manera que el maestro comenzó a preguntar, para averiguar quién era el autor. Y no daban, porque yo hacía las letras grandotas para que no se parecieran a la mía. Entonces el maestro decía: Bueno, ¿quién escribió esto? Nadie. No se sabía, no se sabía…hasta que al fin el maestro Nicolás Castro me cogió. Salimos al recreo y yo me devolví, yo pensaba que nadie me estaba viendo; pero, él, que estaba tras la pista, cuando estaba yo escribiendo en el tablero, entró. Yo dejé de escribir de inmediato y se me cayó la tiza, del susto. No, acábela de una vez, me dijo. Y usted tiene, pues, chispa de poeta

A partir de ahí, él me fue orientando sobre las diferentes cuestiones. Y me dijo: No voy a decir nada, pa’ que estos muchachos no se den cuenta; pero, a usted yo lo voy a ir orientando en la poesía… Desafortunadamente, a Don Nico nos lo trasladaron, ¿ve?

El que sí me ayudó bastante fue Don Saulo Sánchez, en el Colegio Carrasquilla, en los años 39 y 40. En el comienzo, creía que yo estaba copiando los poemas de alguna parte (los poemas eran líricos en ese entonces). Me decía: Pero, ¿esto qué, esto sí lo hizo usted? Yo Le decía que sí. ¿Y usted cuándo hizo esto? Y yo: no, antier; o ayer, o cosa así, según… ¿Y usted desde cuándo viene escribiendo? No, eso sí desde cuando estaba en la Escuela Modelo. Y le conté lo mismo que le acabo de contar a usted.

En cierta ocasión, yo le di uno y él pensó que… Yo observé que él no creyó que en realidad era mío. Entonces me puse a buscar la oportunidad de convencerlo… Cuando en esos días dictó él una clase sobre Literatura Española y habló de la Tragicomedia de Calixto y Melibea. Esa noche, yo me dediqué a hacer un poema que se llamaba así: Calixto y Melibea.

Al día siguiente, le dije: Profesor, dígame una cosa, hombre, ¿usted en alguna ocasión ha leído en algún libro esa poesía que se llama Calixto y Melibea? No, ¿y por qué me pregunta, usted me va a examinar o qué? Y le digo: no, profesor, yo quiero es como averiguar quién es el autor de eso. Y él me dice: Pero, qué autor, si eso no existe. Eso no está en ninguna parte. Está la tragicomedia, como teatral, como cosa así; pero, como poema eso no existe. Y yo le digo: ¡Sí existe! Él me dice: pero, ¡¡¡cómo me va a decir usted que sí existe, eso no existe, demuestre que existe!!! Le digo yo: vea. Saqué del bolsillo y se la di en plena clase, para asombro de todos. Llegó y la cogió y dijo que la iba a examinar, se la llevó. Por la tarde me llamó: ¿Usted hizo esto anoche? Le dije yo: sí. No, hombre, pero esto está maravilloso.

En la clase siguiente, la leyó en el salón y dijo: Miguel hizo este poema anoche, ustedes deben tener testimonio de que Miguel es un poeta, que va a servir…, que no sé qué más… Bueno, me dedicó unos veinte minutos ahí. Y se quedó con el poema. Después me preguntaba: ¿qué ha hecho, qué obra tiene? Se mantenía preguntándome.

Una vez, después de conocer a una muchacha de Istmina muy bonita, me prendé de ella. Y escribí otro poema, que se lo llevé al Profesor Saulo. Le dije: vea el que hice esta mañana. Me dice: Ah, esto sí está muy bonito. ¿Lo hizo esta mañana? Le dije que sí. Entonces él me dijo: vea, le voy a poner un tema. Esta tarde se va a fijar en el atardecer, pa’ que me haga uno de esos pa´mañana. Y entonces yo le traje El atardecer, El cenit y El ocaso: ¡le zampé tres por uno!. Se los llevé y entonces estuvo muy contento y ahora sí se acabó de convencer de que sí los hacía yo. Ahora comenzó a orientarme y me decía que mirara la prosodia, que la métrica, que la no sé qué, que aquí, que tal cosa…y siempre me sirvió mucho.

Bueno, ese año, cuando fuimos al acto final de clausura, yo observaba una cosa muy rara, ¿no? Estaba la prensa, con Don Reinaldo Valencia; estaba el Intendente; bueno, estaba pues toda la plana mayor de Quibdó, en el acto final y en la entrega de libretas [de calificaciones]. Pero, yo le digo que nunca he sentido una terronera igual que cuando dijo Don Saulo: Ahora vamos a presentarles al nuevo poeta chocoano, Miguel A. Caicedo, que nos va a deleitar con su poema Calixto y Melibea.

Dios mío, le digo que yo no sé dónde quedé en ese momentico; pero, el aplauso, y ¡Sí, Migue! ¡Que salga Migue, que salga Migue…! Bueno, entonces yo me levanté y fui saliendo; pero, no sabía cómo andaba. En todo caso, él mismo me había enseñado a declamarla. Debí maliciar; pero, yo suponía que él apenas lo hacía como por ayudarme, pero él ya tenía su plan, ¿ve? Total, que bueno: lo hice bien. Y al otro día salió en el periódico ABC, uno que publicaba aquí muy bien Don Reinaldo Valencia, un artículo escrito por el Doctor Ramón Lozano Garcés, muy bueno, me dio muchos alientos, mucha loa y todo lo demás.

Esa fue mi trayectoria literaria hasta antes de irme para Medellín, porque entonces yo no publiqué así mayor cosa. Teníamos un periodiquito del Colegio Carrasquilla, que se llamaba El Patíbulo, paralelo a otro que publicaba la Normal de Varones, que se llamaba El Loro; pero, eran como humorísticos, para poner pereque, entonces yo allí no publiqué casi nada.

Las verdaderas publicaciones que empecé a hacer fueron en Medellín. En el año 1944, con Manuel Mejía Vallejo, Dolly Mejía Morales, Jorge Bechara Hernández, William Namen H. y otros, fundamos una tertulia a la que denominamos Guillermo Valencia y nos ingeniamos, de manera que conseguimos ayuda, para publicar el periodiquito El Tertuliano, mediante colaboración muy especial del Doctor Fernando Gómez Martínez, quien nos permitió editarlo sin mayor costo. Ahí sí comencé yo a publicar las poesías y todo. Y, en cierta ocasión, en La Defensa, que le decían La Chana, también alcancé a sacar uno que titulaba Luna amiga. Propiamente mi carrera literaria se abrió fue allá, en Medellín, ¡sí, señor![2]

Negra del bunde amargo, de Miguel A. Caicedo.





[1] Un ejemplo significativo de la obra de Miguel A. Caicedo es La Pordiosera, que se puede escuchar en su propia voz en: https://www.youtube.com/watch?v=Xuldt7FqTEw

[2] Este texto es un fragmento, editado, de una serie de entrevistas personales a Miguel A. Caicedo, realizadas en Quibdó, en septiembre de 1986. Formó parte de un capítulo de: Uribe Hermocillo, Julio César. ¿Qué es ser chocoano? Biografía cultural de Miguel A. Caicedo. Diócesis de Quibdó, Gráficas La Aurora, diciembre de 1996. 156 pp. Pág. 75-82.

lunes, 18 de marzo de 2019


Recordaciones
para Dairon


I
Había pasado mucho tiempo, quizás más de un año, cuando por fin se lo pregunté. Su cara, oyendo la pregunta, jamás la olvidaré. Ella aún no había llegado a los 30 años; pero, presumía de experimentada en todos los aspectos. Decía haber militado en movimientos eclesiales de base, haber trabajado con sindicalistas y hasta haber sido novia de uno de ellos, de los importantes. Se autoproclamaba abierta y liberal, progresista y libertaria, ambientalista y hasta revolucionaria.

Sus mejillas siempre se enrojecían como un tomate chonto o un marañón maduro, en un segundo, cuando ella se reía -con sus carcajadas veloces y sucesivas como ráfagas, siempre estruendosas y a veces fastidiosas-; cuando algo la molestaba, cuando se emocionaba o cuando mentía. Esta vez no fue la excepción; aunque por un momento pensé que de sus mejillas ardientes iba a brotar un humo intenso, como el del hielo seco. Por eso y porque la conocía, vi que era absolutamente necesario el preámbulo de cajón: le voy a preguntar algo; pero, no se vaya a molestar.

Le pregunté que por qué, siempre que yo no estaba en mi oficina y venían a buscarme indígenas o negros, ella, infaltablemente, cuando me lo informaba después, tenía que decírmelo utilizando expresiones como: lo estuvieron buscando unos indiecitos; te buscaron unos negritos; te estuvo buscando una negra, hasta muy bonita, por cierto; lo preguntó un negro, me imagino que del Chocó; vino a buscarte una morenita, no tan negrita, aunque sí tenía el pelo churco… y así sucesivamente; pero, cuando venían a buscarme gentes no negras ni indígenas, ella nunca me informaba que me habían estado buscando o habían preguntado por mí unos blancos o unos blanquitos, unas blanquitas o unas blancas, unos amarillentos o rojos o rosados, de tal o cual aspecto, con el pelo así o asá y que parecían de por allí o de acullá.

Era mi asistente de oficina. Le encantaban los bebés. Cuando veía uno o una, se enternecía y se exaltaba de alegría. Si era negro o negra, le entraba cierto arrebato adicional e invariablemente exclamaba que tan lindo el negrito, que qué negrita tan linda, que ese pelito y que esa naricita. Cuando no eran negros ni negras, también enternecida y exaltada, pero, sin el arrebato adicional, exclamaba que muy bonito el bebé, que qué belleza esa bebé, que el bebé esto, que la bebé lo otro, y hasta por su nombre preguntaba. Etcétera.

Años después, se casó y tuvo dos bebés, blanquitas ambas. Como ella, claro.

II
El hombre, unos quince años mayor que yo, tenía perfectamente acoplados el acento y la dicción con los aires del Valle de Upar. Es más, parecía sacado de un vallenato de Escalona.

Nos conocimos fugazmente en una reunión de trabajo, en un pueblo templado de la sabana cundinamarquesa; en uno de esos sitios acogedores y sencillos en los que las oenegés bogotanas solían hacer sus talleres y asambleas, antes de que una avalancha de auditorios y salones de hoteles –todo incluido- convirtieran en un rentable negocio y en un monopolio la administración logística de las reuniones de trabajo en Bogotá.

Pertenecía a la Junta Directiva de la oenegé convocante de la reunión y por eso especialmente nos presentaron.

- ¿Y tú de dónde eres? Porque no hablas como cachaco.
Yo de Quibdó, ¿y usted?
- Del Valle. (Sonrisa socarrona). De Valledupar, pues.
Ah, ya.
Oye, ven acá: y si tú eres del Chocó, ¿por qué no eres negro o indígena?
- 
- ¿Usted sabe tocar acordeón?
- No, hombe.
- Y entonces ¡¿cómo así que es de Valledupar?!


Aparte del saludo, no cruzamos más palabras durante los tres días siguientes de la reunión.

III
¡De salida pa’l Chocó! ¡De salida pa’l Chocó! ¡De salida pa’l Chocó! Vociferaba en un costado de la plaza del pueblo el ayudante de un carro particular cuyo dueño había decidido ganarse unos pesos cubriendo el vacío de transporte comercial público hacia Quibdó, que existía en ese entonces; el cual se agravaba cuando llegaban los días finales de noviembre y los primeros de diciembre, trayendo consigo las vacaciones del año escolar, pues una parte de los maestros de escuelas y colegios de El Carmen de Atrato éramos de Quibdó, vivíamos en Quibdó y en esa época casi todos viajábamos hacia Quibdó.

Estaba por empezar la década de los años 80 del siglo XX, cuando esto ocurrió. Ya a mí, una vez, después de que un colega y amigo de Quibdó me la presentó, una señora del pueblo me había preguntado si yo también, como mi amigo, había venido del Chocó.




lunes, 11 de marzo de 2019


Mujeres memorables


“El lenguaje oficial reconoce los derechos de las mujeres entre los derechos de las minorías, como si la mitad masculina de la humanidad fuera la mayoría”. Eduardo Galeano. Patas arriba, pág. 27[1].

Maestras, profesoras, docentes, institutoras, pedagogas, educadoras; lideresas y trabajadoras sociales; abogadas, médicas, enfermeras y parteras; costureras o modistas; emprendedoras y comerciantes; músicas, cantantes, artistas, escritoras y deportistas; estudiadas o no, estudiosas e íntegras…, las mujeres incluidas en esta lista son hitos, presentes, pasados y futuros, en la historia regional del Chocó. Sus acciones y sus vidas han sido semillas de bienestar y desarrollo, de generosidad y compromiso con su tierra y con su gente. Más o menos conocidas, más o menos recordadas, más o menos homenajeadas, admiradas y recompensadas, más o menos olvidadas; todas y cada una de ellas forman parte de nuestra memoria y de nuestra identidad, como el Atrato, el Baudó y el San Juan.

Saber quiénes fueron y por qué son memorables estas mujeres, y muchísimas más no incluidas en esta lista por omisión involuntaria o por simple ignorancia, sería una manera regionalmente muy apropiada de conmemorar el Bicentenario de la Independencia de Colombia en las escuelas y colegios de todos los villorrios, caseríos, pueblos y ciudades de este Chocó tan olvidado como sus mujeres[2].


Adela Maturana de Casas
Alba Conto de Cuesta
Alicia Ríos Hurtado
Amada Asprilla Gómez
Amalia Lú Posso Figueroa
Amelia Barrios Ferrer
Amelia García
Ana Gilma Ayala Santos
Ana Gilma Chaverra de Rengifo
Ana María Martínez
Ana Victoria Torres
Ana Yolanda Palacios Machado
Arminda Valoyes
Aura Vanessa Aguilar Moreno
Belén Perea de Guerrero
Benicia Domínguez
Betty Eugenia Moreno
Carlina Torres Mosquera,
Carmelita Arriaga de Rodríguez
Carmen Emilia Moreno de González
Carmen Isabel Andrade
Carmen Moreno
Carmen Navia
Carmen Paz
Carmen Rentería Salazar
Carmen Tulia Mosquera de Parra (Maruchenga)
Catalina Martínez
Catalina Palacios Cuesta
Cecilia Machado Rentería
Cira Martínez Valoyes
Clara Perea de Mosquera
Claudia Domicó
Cléiner Cabadías
Clementina Rodríguez Jaramillo
Cruz Elisa Vega Mayo
Cruz Esperanza Luna
Danny Esther Ayala Castro (Tatica)
Débora Asprilla de Cariuty
Débora Caicedo Arce
Digna Asprilla
Dolores Rengifo de Ferrer (Mamá Lola)
Dolores Rengifo de Halaby (Lolita)
Dorila Perea de Moore
Edelmira Cañadas de Ayala
Edelmira Maya de Lozano
Eduarda Murillo de Cristancho (Ayita)
Elda Barco
Elizabeth Ibarra (Mimi)
Eloísa García Rodríguez (Maochi)
Enith Cuesta Córdoba
Enriqueta Chalá de Perea
Enriqueta Valencia de Córdoba
Esilda Rumié de Trujillo
Esperanza Biohó Perea
Ester Valdés Ortiz
Eva Álvarez de Collazos
Eyda Castro Aluma
Eyda María Caicedo Osorio
Ezequiela Urrutia de Castro
Felicinda Valencia Villa
Felipa Palacios
Flora Valdés
Gertrudis Cuesta
Gloria Arriaga Ariza
Gloria Emilse Martínez Perea (Goyo)
Gloria Perea Figueroa
Glory Couttin
Graciela Quejada (Gache)
Idalmy Minotta Terán
Ilia Calderón Chamat
Imelda Velasco Mosquera
Inocencia Lemus de Uribe
Jenny de la Torre Córdoba
Josefa Palacios Barco
Josefina Blandón Dueñas
Josefina Klinger
Josefina Rodríguez
Juana Ortiz
Judith Bustamante Mesa
Judith Ferrer Herrera
Julia Sánchez Hurtado
Justa Germania Mena Córdoba
Justa Victoria Sánchez Caballero (Justy)
Libia Abadía de Valencia
Lucero Figueroa
Lucinda Pretelt de Álvarez
Luz Amparo Lozano de Mosquera
Luz Colombia Zarkanchenko de González (La Rusa)
Luz del Carmen Rengifo de Machado
Luz del Carmen Serna Palacios
Luz Estela Moreno Moreno
Luz Zobeida Machado Morales (La Japonesa)
Mábel Gisela Torres Torres
Mábel Mosquera Mena
Madolia De Diego Parra
Madolina Rentería Caicedo
Margoth Arce Córdoba
María del Socorro Mosquera
María Dualiby Maluf
Mariana Cuesta de Blandón
Mariela Lana
Marta Inés Asprilla Pino
Maruja Cujar Couttin
Mirna Baldrich
Nancy Dueñas
Nazly Lozano Eljure (Chachi)
Nigeria Rentería
Nimia Teresa Vargas Cuesta
Ninoska Salamandra Martínez
Ofelia Machado de Villa
Ofelia Mosquera Astié
Ofelia Quejada
Omaira Cabrera
Oneida Palacios Córdoba
Patricia Dualiby
Raimunda Cuesta Moreno
Rita María Valencia
Rosa Beatriz Palomeque
Rosa Elena Chamorro
Rosa Moreno Agualimpia
Rosa Omaira Moreno Blandón
Rosaura de los Ríos
Sally Moreno Lemos
Salma Bechara Carrascal
Saray Caicedo de Mayo
Saray Córdoba Arce
Severa Salcedo
Severiana Palomeque
Sixta Tulia Escobar
Sonia Henry de Rentería
Susana Lozano Gamboa
Teresa Campos
Teresa de Jesús Garcés Valencia
Teresa de Jesús Martínez de Varela
Teresa Lemus Córdoba,
Teresa Perea Mosquera
Tita Quejada
Tulia Moya Guerrero
Úrsula Mena Lozano
Vanessa Alexandra Mendoza Bustos
Visitación Murillo de Moreno
Yamileth Palacios de Moreno
Yaneth Parra
Zulia Mena García
Zully Murillo Londoño
Zulma Zúñiga Conde







[2] Además de la propia memoria y la de dos o tres personas que amablemente respondieron mi solicitud de enumerar mujeres memorables del Chocó, las principales fuentes que utilicé fueron:
  • González Escobar, Luis Fernando. QUIBDÓ. Contexto histórico, desarrollo urbano y patrimonio arquitectónico. Universidad Nacional de Colombia, 2003. 362 pp.
  • Mosquera M., Sergio A. Quibdó: un sueño en construcción. Alcaldía Municipal de Quibdó, 2012. 135 pp.
  • Gaitán Orjuela, Efraín. El Chocó de la A a la Z. Tomo I, 1ª edición, noviembre 2007. 509 pp.
  • Caicedo M., Miguel A. Sólidos pilares de la educación chocoana. Alcaldía de Quibdó. Editorial Lealon, 1992. 75 pp.

lunes, 4 de marzo de 2019


Con M de Mábel se escriben

maunífica, mamá, misión, marzo y mujer


Imágenes Día internacional de la Mujer: http://www.unwomen.org/es/news/stories/2018/10/announcer-iwd-2019-theme
http://www.unwomen.org/en/news/stories/2018/10/announcer-iwd-2019-theme
Imagen Mábel Torres: 
https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2016/11/22/506309_1.jpg

"Pensemos en igualdad, construyamos con inteligencia, innovemos para el cambio” es el tema de reflexión que la ONU definió para el Día Internacional de la Mujer 2019, que se celebra este viernes 8 de marzo. “La innovación y la tecnología brindan oportunidades sin precedentes; sin embargo, las tendencias actuales indican que la brecha digital se está ampliando y que las mujeres están insuficientemente representadas en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería, las matemáticas y el diseño. Esto les impide desarrollar e influir en el desarrollo de innovaciones sensibles al género que permitan lograr beneficios transformadores para la sociedad[1]; indica la ONU.

Imagen tomada de la cuenta de Twitter
de Mabel G TorresTorres:
@magitoto
Exactamente desde esa perspectiva señalada por la ONU ha venido trabajando la chocoana Mábel Gisela Torres Torres en su Club de ciencia e innovación Maunífica creo[2], que promueve y dirige para niñas y niños de colegios de Quibdó, con el fin de “generar pensamiento crítico y reflexivo desde las acciones territoriales y étnicas, generando con esto nuevas oportunidades frente a la posibilidad de acceder a la educación superior y técnica, frente a los reconocimientos y los propósitos, y frente a la situación de la inclusión de la mujer en temas de ciencia y tecnología”[3], la cual se promueve mediante la regla de que por lo menos el 50% de quienes integran estos clubes sean mujeres… Y en un proceso con mujeres de toda la región del Pacífico, con quienes Mábel trabaja “empoderamiento femenino” a través de una mezcla de emprendimiento y diálogo de saberes, para apoyar sus iniciativas mediante contenidos de formación, liderazgo y gestión de recursos: “yo lo que hago es transferir un poco, desde la ciencia, mi conocimiento para desarrollar productos que tengan unas competencias que puedan entrar al mercado[4], explica Mábel, quien conoce perfectamente las inequidades señaladas por la ONU en cuanto a la exclusión que viven las mujeres en campos como las innovaciones de ciencia y tecnología; aunque ella sea una excepción: “casos como el mío son muy pocos; pero, también este es un tema de terquedad y no lo podemos meter dentro de la generalidad[5].

Mábel Gisela Torres Torres es Doctora en Ciencias Biológicas, investigadora, científica y emprendedora, docente universitaria, mamá de una hija y de un hijo, oriunda de Bahía Solano, hija de mamá solaneña y de papá lloroseño-baudoseño. Es una de las 15 mujeres que integran la Misión de Sabios Colombia 2019 o Misión de ciencia, tecnología e innovación, puesta en marcha hace un mes por el gobierno nacional. La Misión está conformada por 28 sabios y 15 sabias, que trabajarán en este encargo hasta diciembre de 2019, en 7 áreas o grupos temáticos: Ciencias básicas y del Espacio; Tecnologías convergentes Nano, Info y Cogno e Industrias 4.0; Industrias creativas y culturales; Biotecnología, bioeconomía y medio ambiente; Energía Sostenible; Océano y Recursos Hidrobiológicos; Ciencias Sociales para el desarrollo humano y la equidad; Ciencias de la vida y la salud. La sabia chocoana forma parte del grupo de Biotecnología, bioeconomía y medio ambiente, cuya primera sesión presencial se realizará en Quibdó, en el mes de abril, por solicitud suya.

Imagen: Presidencia de la República.

La Misión tiene 43 integrantes, de los cuales 15 son mujeres. ¿Hemos avanzado tanto en cuanto a equidad de género en materia científica en Colombia…o las mujeres han avanzado tanto en materia científica, que es imposible no tenerlas en cuenta?

Creo que es la segunda: hemos hecho tanta resiliencia, resistencia y empoderamiento, que se tiene que escuchar nuestra voz. La primera misión tenía una sola mujer. Y yo no creo que no era que no hubiera mujeres capaces en esa época. Me quedé siempre preguntándome por qué no había más mujeres en la misión. Y cuando hablo de mujeres en la misión yo no me refiero a número, aunque el número también a veces es importante, porque va a haber más retroalimentación de las ideas: entre más diversidad tengamos en las discusiones, pues mucho más diversos y mucho más ecuánimes y completos van a ser los documentos y las propuestas. Es más, uno actuando de una manera razonable, de ganar-ganar, uno debería pensar que entre más diversidad haya, entre más diferencia de pensamiento haya, más se va a ganar en la implementación de una política pública o de una propuesta como esta. Entonces, para mí no son temas de números, debe haber una representatividad. Y no es que nos tenemos que sentar a decir: ay, no, vamos a meter una mujer, porque es una obligación, es una cuota que hay que cumplir porque el mundo nos lo está exigiendo, no. Es pensar desde la labor de la mujer cómo piensa como mujer, cuáles son sus aportes como mujer; porque definitivamente somos diferentes en el género, somos diferentes en pensamientos, abordamos las situaciones de maneras distintas, eso es innegable; o sea, somos seres humanos, compuestos de las mismas cosas, con las mismas neuronas; pero, en nuestra sensibilidad y en nuestra manera de actuar somos completamente distintos, porque nuestra anatomía y nuestra genética es así, eso no lo podemos negar… Entonces, siento que las mujeres nos hemos ido tomando esos espacios, hemos estado reclamando esos espacios[6].

La Misión de Sabios Colombia 2019 tiene como antecedente una similar llevada a cabo hace 25 años, cuyo informe final se tituló Colombia: al filo de la Oportunidad. Es muy recordada porque, en el acto de entrega de dicho informe, Gabriel García Márquez leyó su famosa proclama Por un país al alcance de los niños, que sigue inspirando a miles de amantes de la lectura y a cientos de profesionales de la pedagogía. Integraron esa misión Eduardo Aldana Valdés, Luis Fernando Chaparro Osorio, Gabriel García Márquez, Rodrigo Gutiérrez Duque, Rodolfo Llinás, Marco Palacios Rozo, Manuel Elkin Patarroyo, Eduardo Posada Flórez, Ángela Restrepo Moreno, Carlos Eduardo Vasco (Coordinador).

La misión 2019 “tiene como objetivo examinar, en el año del Bicentenario, lo que hemos sido, lo que somos y lo que tenemos que ser en materia de ciencia, tecnología, ciencias humanas. Y cómo ese trabajo mancomunado de la ciencia con el desarrollo de las políticas públicas puede hacer grandes transformaciones en nuestro país[7], según lo expresó el Presidente de la República, el pasado 8 de febrero, en el acto de presentación de la misma, en el cual afirmó también “que sus recomendaciones serán tenidas en cuenta desde el primer día que las recibamos por parte de nuestro Gobierno[8]. Teniendo en cuenta que las recomendaciones de la primera misión jamás fueron incorporadas estructuralmente en las políticas y planes de desarrollo del país, como lo acaba de poner de presente, en una carta demoledora, el coordinador de aquella misión, el Doctor Carlos Eduardo Vasco[9]; es lógico dudar de la promesa presidencial. Le planteo esta duda a Mábel y su respuesta es optimista: “Yo lo decreto. Si esto es una promesa, lo que espero es que el Presidente cumpla con esta promesa; porque es el sueño de los colombianos, es el trabajo de los que estamos en esta Misión, es un trabajo comprometido y responsable. Entonces yo, en lugar de contestarte esta pregunta, yo creo en la alineación universal y yo lo que creo es decretarlo. Y decreto que se va a cumplir[10].

Foto: Ministerio de Educación.
Mábel Torres identifica varias diferencias entre las dos misiones: “Unas son logísticas, otras son estructurales y otras son filosóficas. Por ejemplo, creo que es muy importante traernos esa savia de los colombianos que se fueron a vivir hace mucho tiempo fuera del país, incorporarla a la Misión. Incorporar un poco la visión de cómo nos ven desde afuera, con los integrantes internacionales. El trabajo por sectores, por componentes, es una diferencia con la misión anterior[11]. Así mismo, resalta la composición más diversa de esta misión y su tamaño, pues la anterior tuvo 10 integrantes. “Pero, yo creo que en esencia la misión es lo mismo. La misión en su esencia busca aportar elementos para tener un país con un desarrollo sustentable, más amigable, más equitativo para todos[12], concluye.

Además del honor y del orgullo regional, indiscutibles y edificantes, ¿para qué le sirve al Chocó que usted sea parte de esta Misión de Sabios?

Yo creo que para muchas cosas le puede servir al Chocó. Creo que al Chocó le sirve que yo sea parte de la misión para ir generando aprendizajes de que sí lo podemos hacer, de que somos capaces de hacerlo, de que podemos estar en espacios tan poderosos y de tanta importancia para el país. Al Chocó le sirve que yo esté en esa misión porque se va a desplegar el conocimiento de toda una región, las oportunidades y las necesidades; pero también el trabajo que se ha hecho. Al Chocó le sirve que yo esté en esa misión para lograr apalancar cosas para el Pacífico, no solamente para el Chocó, para las regiones de alta diversidad. Y creo que al Chocó le sirve que yo esté ahí para visibilizar el trabajo de todos: no es el trabajo mío, es el trabajo de todos. También para quitarnos un poco ese estigma y los estereotipos, ir mandando mensajes diferentes frente a todos los señalamientos que nos hacen como chocoanos, como gente del Pacífico. Yo creo que así podemos empezar a generar espacios pedagógicos y educativos con los mismos integrantes de la misión y con todo el país, de que hay gente en el territorio capaz de hacer cosas, que a pesar de las dificultades lo podemos hacer. Y es un mensaje también al interior del Chocó para entender que tenemos en nuestras manos también un tesoro que debemos aprovechar y que tenemos que trabajar para generar autonomía. Tenemos un estado a veces de dependencia que no podemos reclamar porque no sabemos identificar nuestras oportunidades. Yo siento que a veces nos falta explorar más hacia adentro para poder hacer exigencias pertinentes, eficientes y eficaces. Porque a veces nos diluimos en el mar de los problemas; pero, hay cosas que podemos empezar a hacer de manera inmediata. Entonces, yo creo que al Chocó le sirve que yo esté aquí para eso y para visibilizar también la Universidad[13].

Desde su experiencia profesional, como docente, científica e investigadora, ¿qué debe hacer Colombia en materia de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI), tanto para el incremento del conocimiento científico, como para avanzar en materia de desarrollo económico y social?

Una de las principales cosas que yo pienso que debe hacer Colombia frente a este tema es la democratización del conocimiento. Necesitamos regionalizar, pero, de verdad. No necesitamos una palabra que diga “para la región” y les llevamos un evento para una región y eso es democratizar el conocimiento. No. Necesitamos generar infraestructura logística, pedagógica, de conocimiento y de innovación, para generar desde el territorio el valor agregado que se requiere. Necesitamos generar una estrategia de formación de cultura de la innovación y la ciencia en este país, para que los diálogos sean diálogos horizontales; para que el conocimiento ancestral pueda conversar con el conocimiento científico, y esto contribuya a tener estrategias de sostenibilidad en este país”.

“Por otro lado, necesitamos invertir, aumentar la inversión en ciencia y tecnología para formar recurso humano; pero, no para formar recurso humano que responda a las necesidades de las universidades solamente del centro del país, sino también para crear plataformas para que este recurso humano pueda regresar a las regiones. Yo creo que el verdadero reto de Colombia está en esto, en que las regiones sean autónomas, en que las regiones tengan autonomía frente al tema de su desarrollo económico. Porque estamos en un círculo vicioso en el que no se generan acciones en las regiones porque no hay recurso económico; pero, el recurso económico no regresa a las regiones porque no hay oportunidades, y no hay oportunidades porque no hay infraestructura para la generación de conocimiento logístico y etcétera y etcétera…y entonces nos quedamos ahí en ese círculo… Y, por lo tanto, la brecha de la inequidad se rompe en la base de los que realmente están afectados por esa brecha de la inequidad[14].

Tomada de: https://www.facebook.com/pedroruizzzzz

¿Qué le ofrece usted a la Misión, qué pueden aprender de usted sus compañeras y sus compañeros de grupo temático?

Yo siento que puedo ofrecer a la Misión muchas cosas. Básicamente es un tema de visiones, de perspectivas y de formación. Tenemos diferentes habilidades y competencias, eso es lo que estamos poniendo al servicio. Por lo tanto, nosotros podemos aprender todos de las habilidades y competencias de los otros”.

¿Qué pueden aprender ellos de mí? Es difícil ver las regiones cuando uno vive en una ciudad. Así uno haya trabajado todo el tiempo en las regiones, no es lo mismo permanecer y vivir en las regiones, estar en la cotidianidad. No es lo mismo recibir la brisa del mar desde aquí desde este asiento en donde estoy ahorita y decir: tengo un problema de salinidad que me afecta todos los días, no es lo mismo recibir la humedad de 95%, el calor de 32° que me baja la presión. Eso no es lo mismo sentirlo en esta silla, en este espacio, en esta selva. Por lo tanto, siento que mis opiniones frente al tema de educación pertinente, frente al tema de etnicidad, frente al tema de mujer negra, la visión desde ahí, son muy importantes. La manera como nosotros articulamos el conocimiento ancestral y articulamos el conocimiento científico, cómo nos relacionamos con la comunidad y cómo democratizamos el conocimiento. Creo que son mis cuatro grandes aportes dentro de la Misión[15].

Con M de Mábel se escriben maunífica, mamá, misión, marzo y mujer. “El Día Internacional de la Mujer es un buen momento para reflexionar acerca de los avances logrados, pedir más cambios y celebrar la valentía y la determinación de las mujeres que han jugado un papel clave en la historia de sus países y comunidades”[16], como el que ha jugado Mábel Gisela Torres Torres en el Chocó, en el Pacífico y en Colombia.

Foto tomada de: https://programaacua.org/2019/02/11/la-biologa-chocoana-mabel-torres-entre-los-43-miembros-de-la-nueva-mision-de-sabios-presentada-por-el-presidente-duque/





[1] ONU. Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo. En el Día de las mujeres, pensemos en igualdad. En: http://www.un.org/es/events/womensday/.

[2] En el habla tradicional chocoana, tal vez la máxima exclamación de asombro, admiración, sorpresa, deslumbramiento, fascinación o incredulidad frente a una situación, un fenómeno, una expresión, un hecho fuera de lo común, increíble, inaudito, inverosímil, inconcebible o inimaginable, es ¡Maunífica creo!

[3] Entrevista telefónica a Mábel Gisela Torres Torres, 01/03/2019.

[4] Ídem.

[5] Ídem.

[6] Ídem.

[7] Presidencia de la República de Colombia. Palabras del Presidente Iván Duque en la instalación de la Misión de Sabios. Bogotá, 08/02/2019. En: https://id.presidencia.gov.co/Paginas/prensa/2019/190208-Palabras-del-Presidente-Ivan-Duque-en-la-instalacion-de-la-Mision-de-Sabios.aspx

[8] Ibidem. La lista completa de integrantes de la Misión, por grupos temáticos, puede verse en: https://id.presidencia.gov.co/Paginas/prensa/2019/190208-Perfiles-Mision-Internacional-de-Sabios.aspx

[10] Entrevista telefónica a Mábel Gisela Torres Torres, 01/03/2019.

[11] Ídem.

[12] Ídem.

[13] Ídem.

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] ONU. Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo. En el Día de las mujeres, pensemos en igualdad. En: http://www.un.org/es/events/womensday/