lunes, 25 de septiembre de 2023

 El San Pacho de Rogerio Velásquez

Mediante un artículo publicado en 1960, Rogerio Velásquez documentó con detalle la Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó, cuya imagen patrimonial tiene más de 120 años de existencia. FOTOS: Archivo El Guarengue y León Darío Peláez.
Como cada año, se celebran en Quibdó, Chocó, desde el 19 de septiembre y hasta el 5 de octubre, las fiestas patronales de San Francisco de Asís o Fiestas de San Pacho, cuya primera realización se remonta a mediados del siglo XVII, si nos atenemos a la detallada narración que hizo -en el volumen 4 de la Revista Colombiana de Folclore, en 1960- el etnólogo, investigador e intelectual chocoano Rogerio Velásquez Murillo (Sipí, 9 de agosto de 1908-Quibdó, 7 de enero de 1965), en su artículo “La Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó”[1]; gracias al cual quedó documentado con detalle el desarrollo que entonces se hacía de esta celebración, que desde 2012 forma parte de la lista de Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, de la Unesco.

Las fiestas de San Pacho documentadas por Rogerio Velásquez hace 63 años constan, en esencia, de los mismos componentes que en la actualidad, y su salvaguarda es parte sustancial del reconocimiento patrimonial mundial. Dicha estructura organizativa y ritual data del año 1926, cuando se conmemoraban 700 años de la muerte de San Francisco de Asís; efemérides que sirvió de motivo para que el misionero claretiano Nicolás Medrano y grupos de vecinos y líderes de los nacientes barrios de Quibdó, entre los que se contaban Azarías Valencia, Balbino Arriaga y Julio Perea Quesada, dieran comienzo a un proceso de consolidación organizativa de la celebración popular en homenaje al santo de Asís como patrono de Quibdó.

Esta especie de estandarización de la fiesta tomó como base las formas vecinales preexistentes de organización de la misma e introdujo -a instancias del misionero Medrano- elementos festivos o carnavalescos de origen español, que fueron adaptados a la estética, a la usanza y a la cultura local. De esa época datan algunos de los componentes fundamentales del esquema ritual y ceremonial de la celebración de las Fiestas de San Francisco de Asís o San Pacho, en Quibdó, en los que se integran elementos religiosos y devocionales con elementos seculares o laicos de la festividad; tales como la asignación de un día a cada barrio, las carrozas alegóricas o disfraces, los monumentos o altares religiosos o arcos que se preparan para la procesión solemne del 4 de octubre, las alboradas y desayunos franciscanos con los que comienza el día de cada barrio, las comparsas barriales organizadas por vecinos y amigos, y las desaparecidas vacalocas. Datan también de aquel periodo los llamados Gozos Franciscanos, una pieza de música sacra cuya riqueza coral y musical colma las calles, esquinas y barrios de Quibdó en la madrugada del 4 de octubre, durante la llamada Procesión de Gozos, con la que se da comienzo al día oficial de la festividad de San Francisco de Asís, que es de memoria obligatoria en el canon litúrgico católico.

Producto de un diligente trabajo investigativo durante los años 1957 a 1959, el artículo “La Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó”, como todos los que escribió y publicó Rogerio Velásquez durante su fructífera vida profesional, es una valiosa y pionera contribución al registro histórico, etnográfico, sociológico y documental de acontecimientos culturales de alta significación en la vida de las comunidades negras de Colombia, de cuyo estudio y conocimiento es él uno de los pioneros en las ciencias sociales y humanas del país.

Por su extraordinario valor documental, a propósito de la celebración por estos días de las Fiestas de San Pacho, en Quibdó; ofrecemos a los lectores de El Guarengue los principales acápites del texto de Rogerio Velásquez, como una manera de hacer memoria y como una contribución al enriquecimiento de la cultura sanpachera de los sanpacheros de hoy.

Julio César U. H.

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La Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó
Rogerio Velásquez
Revista Colombiana de Folclore, 1960

COMIENZOS DE LA FESTIVIDAD [2]

El 4 de septiembre de cada año, a las doce de la noche, se da el aviso colectivo de que la fiesta se avecina. La manera escogida para noticiar a los católicos es la de disparar, desde todos los ángulos del pueblo, cohetes y pedreros, con el escándalo de gentes que gritan y cantan con la chirimía a la cabeza. Esta forma de alistarse para los eventos patronales nació en 1929, con motivo del centenario del Santo, y se conserva y practica por orgullo local.

La concurrencia, ingiriendo bebidas, inicia un recorrido por los diversos barrios, que esperan el tumulto. En las casas de los jefes de cada uno de aquéllos, los músicos, sin esperar otra gratificación que algunas copas de aguardiente, ejecutan piezas antiguas, como bundes y bambucos. Descortesía que resiente es la de pasar de largo por las habitaciones de los cabecillas sin hacer lo que se ha dicho. Sólo la Banda de Música de San Francisco, única en la ciudad, tiene el privilegio de cruzar los arrabales sin detenerse en ninguna parte.

Cuando los ejecutantes se dispersan, se forman murgas parciales que amanecen cantando y bailando en las calles o en casas amigas. En este regocijo, como en otros que veremos, no cooperan ni participan hombres de la raza blanca.

DIVISION DEL TRABAJO

A fin de que la festividad alcance mayor esplendor y animación, Quibdó, para el tiempo de San Francisco, aparece dividido en barrios o sectores. La idea data de 1929, y, con la aceptación unánime, se partió el poblado en trozos que emulan y luchan por ser los primeros en la fiesta. La disputa ha servido para que las actividades sean más complicadas y las diversiones más amplias y numerosas.

En la actualidad, la ciudad cuenta con ocho grandes divisiones que son: Cristo Rey, El Silencio, César Conto, San Francisco, El Pandeyuca, La Yesquita, La Yesca Grande y Alameda Reyes, que responden, por su orden, a la alegría y catolicidad de los siguientes días: 26, 27, 28, 29 y 30 de septiembre; 1°, 2, y 3 de octubre. El día 4 corresponde a la Junta Central. Para lo anterior, cada barrio está obligado a mantener disfraz, clavar altar y poner arcos, a propiciar juegos populares el día que le corresponde la novena, arreglar las calles por donde habrá de pasar la procesión del 4, y también a brindar atenciones de bebida y comida al conjunto musical que lo recorra.

Cuando Rogerio Velásquez, pionero de la antropología negra en Colombia, documentó las Fiestas de San Pacho, los barrios de Quibdó participantes en la misma eran ocho. Posteriormente, por el crecimiento de la ciudad, se añadieron otros, hasta completar los doce actuales, que gobiernan la fiesta durante un día cada uno. IMAGEN: Fundación Fiestas Franciscanas de Quibdó, 2018.

Para llenar sus tareas se encuentra en cada sector una mesa directiva nombrada por los habitantes de las dos o tres calles que lo forman. La elección se hace libremente, aunque se tienen en cuenta los antecedentes de catolicidad del escogido, capacidad de organización, don de consejos, invención, entusiasmo, etc. Una vez ungido un vocal, su autoridad es respetada. Sobre la mesa directiva recae la responsabilidad del buen éxito de la festividad.

En la escogencia de este personal se deslizan, a veces, católicos fríos o enemigos soslayados de la curia. Se designan así, a sabiendas de su tibieza o eclecticismo, cuando pueden aportar ideas nuevas en la composición de una carroza, de un disfraz, regalar dinero u objetos necesarios. Bien que la elección es democrática, sin política de partido ni de razas, los dirigentes de hoy son, en su gran mayoría, negros, y, entre éstos, de baja extracción social, pobres y sin estudios universitarios.

Incumbe a los dirigentes de los barrios: recoger limosnas voluntarias, en cualquier tiempo y de cualquier cosa; imponer las cuotas familiares y personales, que oscilan entre tres y cinco pesos; recibir la cuarta parte del producido de los carnavales infantiles y las ofrendas que se hacen al santo del barrio; disponer tómbolas, cantinas y bailes, en los que se pagan diez centavos por cada pieza que se baile, etc., etc. Hay que advertir que las rifas de objetos o animales que se hacen para aumentar los fondos, no son supervigiladas por la autoridad ni pagan impuestos, ni la mesa directiva da recibo de ninguna clase por los aportes que recibe.

Los barrios gastan en pago de vísperas, novenas y misas; en construcciones de arcos y altares; en disfraces; en desayunos de músicos y de personas notables del barrio; en programas; en vacalocas; en guarapo, chicha y aguardiente; en voladores y cohetes, pólvora, estandartes, gallardetes, cintas y flores.

Ya en la ejecución, cada individuo cumple con su deber. Las mujeres hacen cadenas de papel, gallardetes, flores; cocinan y arreglan las calles con muchachos y hombres; colaboran en tómbolas y cantinas, hacen rifas y son parejas de los bailes. Los hombres se dedican a labrar arcos de madera, a preparar altares, y a músicos. Otros trabajan en disfraces, vacalocas o integran comparsas que danzan en las calles; aquéllos son directores de los juegos populares que van desde el boxeo hasta las carreras de caballos, bicicletas y encostalados; éstos preparan la vara de premio o el cerdo ensebado; los demás son mandaderos, tipógrafos de cartelones y programas. Cada quien lucha por su barrio para que se luzca en el torneo.

La Junta Central es el organismo superior de la fiesta. Formada por un miembro de cada barrio y presidida por el párroco, se concreta a coordinar lo por hacer en cuanto a ortodoxia se refiere. Su intromisión en la barriada se hace sentir cuando hay desorden o irrespeto al culto o a las buenas costumbres. En estos casos, su voz es un axioma.

Se procura fondo elaborando una lista de contribuyentes, que hace circular en hojas volantes en la segunda quincena de septiembre. Incluye allí a comerciantes y familias residentes en las carreras primera, segunda y parte de la tercera que no obedecen a la llamada de los barrios. Los concurrentes, en el año de 1957, quedaron divididos así:

Primera categoría: Padres Misioneros; Gobernador; casas comerciales mayoritarias de la localidad; Lotería del Chocó; empresas de transportes y los grandes contratistas con la Nación y el Departamento. Estos contribuyentes fueron quince, señalados con cuotas de treinta pesos cada uno.[3]

La segunda categoría estuvo compuesta por almacenes, tiendas, farmacias, graneros, médicos, teatros, hoteles, cafés, heladerías, panaderías, carnicerías, oficiales de la policía y del ejército, motoveleros en puerto, etc. Esta lista, que subió a más de cien nombres, pagó una cuota de veinte pesos por empresa, médico, barco o institución.

La tercera categoría la formaron los empleados de los Bancos, Caja Agraria, Zona Agropecuaria, Campaña Antimalárica y Antipiánica, empleados menores de la Gobernación, Carreteras Nacionales, Municipio, Higiene Departamental, Contraloría, Auditoría, etc. A éstos se les cobraron diez pesos per cápita. Se dispuso cobrar a cada mujer de la ciudad un peso de cuota, pero no se hizo efectivo.

La Junta tiene un Tesorero responsable que maneja los fondos en la Caja de Crédito Industrial y Minero. Da recibos, y los exige. Cobra el aporte del Departamento, que ha venido siendo de 1.500 pesos desde hace tres años. Al finalizar la fiesta, el Tesorero rinde cuentas a la Junta, la que ordena entregar, con las formalidades legales, a la curia la mitad del sobrante para la catedral en construcción.

Los gastos principales de la Junta se reducen a pólvora y cohetes, arreglo del templo y andas, en oficios sagrados del 4 de octubre, en sermones ocurridos durante el novenario, en impresión del programa general, en la misa exequial por el descanso de los fieles franciscanos, en gratificación a la banda de San Francisco y murgas locales.

[…]

Así era Quibdó por los años en los que Rogerio Velásquez adelantó el trabajo etnográfico publicado en la Revista Colombiana de Folclore bajo el título "La Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó". FOTOS: Nereo López (1957), Misioneros Claretianos (1962). Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.
LAS NOVENAS

Ya se dijo que cada barrio tiene a su cargo un día de la festividad. Para cumplir este deber saca programa de lo que pretende realizar, todo al son de música, cohetes, tragos y juegos populares, bailes y tómbolas y palo ensebado. Los programas son, en líneas generales, como este:

“5.30 a. m.        Alborada de alegría para anunciar a la ciudad la hora de rendir los cultos al milagroso de Asís.

6 a. m.              Solemne misa diaconada por cuenta de los habitantes del barrio.

12 m.                Paseo por la banda y las murgas de los barrios. Pólvora manufacturada y recorrido de un atrayente disfraz que presentarán los habitantes del barrio.

6.45 p.m.          Jubilosa invitación, al son de música y campanas, para la concurrencia de los fieles al segundo día de la novena del iluminado de Asís. Canto de motetes, segunda prédica del orador sagrado y vísperas del barrio.

8 p. m.               Derroche de música, fuegos artificiales y furiosas vacalocas haciendo el escándalo jubiloso del pueblo".


En los volantes se estampan sentencias líricas, consejos o ruegos que invitan a la piedad y al recogimiento: "No hay vida de tan alta belleza como tu vida, ni hay muerte de tan alta dulzura como tu muerte". "Nadie se ensoberbezca, antes gloríese en la Cruz del Señor". "San Francisco lo abandonó todo por amor a Jesucristo, ¿por qué no lo hemos de hacer nosotros también?".

Pero consideremos algunos aspectos de estos programas:

Los disfraces. Se confeccionan con algunas semanas de anticipación y congregan la curiosidad ambiente por las críticas que envuelven. Con ellos se habla mal del Gobierno, de los políticos, se reviven escenas familiares, costumbres típicas de la región, se evocan oficios antiguos o se exaltan motivos de animales. Caimanes, gatos, negros, diablos, son los predilectos del público, que se solaza con ellos.

[…]

Las vacalocas. Después del rezo, y quemados los cohetes que se traen de Cali o Medellín, se inicia la faena del toreo de las vacalocas. Pueden ser varias a la vez. Para entonces el pueblo estará en las calles, con su alegría de niño. Esta armazón de palos forrados con encerados, cuernos humeantes y cola de ramas de limón, que carga un hombre que corre, aceza, se para un momento y embiste después, que produce sustos y templa los nervios, cuesta a los fiesteros de veinte a treinta pesos en brea, sebo de res, costales y encerados, guaduas y alambre. Cuando el que la porta se detiene, le cantan los músicos o el público:

Si el torito fuera de oro,

y los cachos de aguardiente.

me volviera toreador...

¡Qué toreador tan valiente!


Entonces vuelve a salir disparado hacia arriba o hacia abajo, sorbiéndose los vientos, incendiando la noche...

[…]

Desayunos. Después de la misa se sirve el desayuno para los músicos y personas de valía del sector que está en la fiesta. En mesa común con la directiva, se sirven las viandas, que se reducen, por lo general, a pasteles, ensaladas, pan, mantequilla, café con leche, tamales de gallina, carne compuesta, empanadas, costilla de cerdo frita…

[…]

Terminada la comida, la música continúa sonando de casa en casa, no ya de los más viejos ni de los más entusiastas, sino de todos aquellos que puedan dar a los ejecutantes algo para beber.

[…]

DIA 4

Las actividades de este día son las más intensas. Desde las tres de la mañana, si hace buen tiempo, comienza el pueblo a viajar a la iglesia con el objeto de rezar el Rosario y salir después por las calles a cantar los gozos de San Francisco. Esta procesión, sin asistencia del sacerdote, resulta ser una mezcla confusa de hombres, mujeres y niños que cantan y rezan, hablan y ríen, gritan, enamoran y beben al compás de la música.

Desde el 26 de septiembre hasta la fecha los gozos andan de boca en boca. Se elevan al final de cada novena, en la procesión del 4, en las cantinas, etc. Letra y música pertenecen al Reverendo Padre Nicolás Medrano, C.M.F., y son de esta manera:

¡Gloria! ¡Gloria!

Gloria, gloria a Francisco cantemos,

nuestro padre protector.

Sus virtudes ensalcemos,

gloria, gloria, alabanza y honor.

Sus virtudes ensalcemos,

gloria, gloria, alabanza y honor.

Gloria a Francisco, cantemos,

nuestro padre protector,

sus virtudes ensalcemos,

gloria, alabanza y honor.

Gloria, alabanza y honor.

Gloria, alabanza y honor.


El arreglo del templo y la estatua corresponden, casi siempre, a las Hermanas de la Presentación, acompañadas de profesoras y alumnas del Instituto Pedagógico. Para el primero están las mejores galas, y para el Santo, una vez quitado el polvo con agua bendita y algodón, salen las alhajas de oro ganadas por sus milagros infinitos. En estas ofrendas brilla el collar regalado por el minero Rudesindo Moreno y su compañía, a quienes, hace ya algunos años, Dios mostró, por intercesión de San Francisco, un rico venero que les cambió la fortuna.

Mientras unos comulgan u oyen misa con orquesta y orfeón, los colegios tocan cornetas y los barrios disparan cohetes y cañones. Cuando esto ocurre, devotos de todas las edades y sexos, dispersos en las calles, ciegan pozos y clavan cadenas de papel, paran altares en mesas y construyen arcos ingeniosos, izan banderas blancas con una cruz encarnada en el centro, trabajan las garlopas, labran los cepillos, abren huecos los barretones y las palas, relampaguean los machetes. Entre tanto ir y venir de gentes y de cosas, el observador no encuentra con un blanco que coopere en la faena. Sin que lo digan los informantes, los de color saben que esta es su fiesta, de la misma manera que la de Corpus Christi y el Corazón de Jesús son las fechas clásicas de los descendientes de los europeos.

Terminada la misa, ocurren las novenas individuales, el pago de mandas, los minutos con Jesús Sacramentado, triduos y rezos de estaciones. Los actores de estas cosas son siempre alfabetos. Los campesinos pasan a la casa cural a asentar partidas de bautismo, a pagar responsos, a cancelar misas nuevas para el Santo o los difuntos, a pedir agua bendita o a conseguir escapulario, a exponer querellas matrimoniales o a pedir consejos, a acusar a los vecinos o a bendecir una imagen, a pedir una fórmula para espantar de la finca al diablo o los animales dañinos. Regados por el pueblo están los otros probando el aguardiente, hablando de negocios, comprando o vendiendo, pagando deudas atrasadas o enganchándose como peones en la semana que comienza.

La imagen de San Francisco de Asís, de Quibdó, está catalogada en la lista patrimonial de Colombia como Bien de interés cultural del ámbito nacional. Fue restaurada en el año 2021 por el Ministerio de Cultura. FOTO: Procesión del 4 de octubre. León Darío Peláez, 2007.

A las dos y media comienza el recorrido mayor con la imagen de San Francisco. Pedida por el grueso de la población al director de la parroquia en 1895, llegó a Quibdó en 1899. Pesa 150 libras y mide de alto 1.65 metros, con un ancho de 45 centímetros. Es de madera, color carmelita, y la adornan un crucifijo que le atraviesa el pecho, y una diadema de cobre. Alcanza, sobre las andas en que sale, un peso de 7 arrobas.

No asisten a la procesión, pero sí a los oficios divinos de la mañana, las autoridades administrativas, judiciales y militares. Hace escolta un grupo de policiales. Junto a éstos, adelante y atrás, van los colegios, escuelas, comisiones especiales de las congregaciones del Carmen, Corazón de María y Jesús, y el público en general. Llaman la atención los estandartes de los barrios, los pabellones de las sociedades, las bandas de guerra de los planteles educativos, las banderas de cada sector del pueblo, la algarabía de la música.

Este viaje dura más de cuatro horas. En él se puede apreciar la querencia que se le profesa al patrono. A su paso hay llantos en las casas y las calles, flores y perfumes. En los altares de la barriada se coloca la imagen y se cantan los gozos por toda la concurrencia. No detener la efigie del celebrado en uno de estos altares, así sea el más humilde, provoca reclamos a la curia, conversaciones desagradables, insultos y rencores.

De regreso al atrio, el orador sagrado pronuncia la arenga final en la que alaba, además del Bienaventurado, las realizaciones del conjunto. Dispersado el tumulto, continúan los bailes familiares, los cines y cantinas excitando los sentidos como en cualquier otro día.

[…]



[1] Velásquez Murillo, Rogerio. 1960. “La Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó”. Revista Colombiana de Folklore, volumen 4, 1960. Pp. 16-37. https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2910695/ 

[2] Ídem. Ibidem.

[3] Para tener un punto de comparación, nótese que el Decreto 2214 de 1956 (septiembre 07), por el cual se fija el salario mínimo diario en los Departamentos a partir del 1° de octubre de ese año, estableció para el Chocó un salario mínimo rural general de $3.00; y un salario mínimo urbano e industrial de entre $3.00 y $4.00, según el patrimonio del patrono o la empresa. NOTA no incluida en el texto original.

lunes, 18 de septiembre de 2023

 Desmemoria

"Nací en los brazos del río Atrato, gracias a mi abuela, partera de mi nacimiento. Mi padre heredó las tierras de mis abuelos. En la ribera no usaban cercas. Cada quien reconocía la propiedad del otro; los viejos resolvían los conflictos que se presentasen. El río era nuestro sustentador y única autopista. Mis padres mantenían relaciones económicas con las comunidades indígenas que vivían en la cabecera del río. Estas en su viaje a Quibdó o a Yuto solían dormir en nuestra casa. La mayor parte del día vivíamos en el río. Mi papá tenía un motor de mina con el que trabajaba en los terrenos de la familia. Nos hacíamos adultos en las faenas diarias: cacería, siembra, corte de colino, pesca, etc. Mi tío José Valencia solía amenizar las noches con cuentos orales de los mayores. Los padrinos eran seres respetados porque eran quienes nos podían rescatar ante la posibilidad de que el diablo o el duende nos llevara monte adentro. Estos conocimientos se remontan a tiempos inmemoriales. Mis padres aprendieron de sus padres y yo de ellos. Les llamamos aquí epistemologías de la manigua y la oralidad es su soporte".

Jhonmer Hinestroza Ramírez. 2022.[1]

 

Memorias y desmemorias. FOTO: Julio César U. H.

Como una vela, de gallarda e intrépida llama recién se enciende, de llama tranquila y firme -a menos que el viento la conmueva- en su discurrir de grande a mediana y de mediana a pequeña; así es la memoria… Como la llama del cabo de una vela, firme, casi inalterable; lenta, enhiesta casi, a no ser por las briznas de una palabra, de un ruido, de un rumor, de una brisa leve; así también es la memoria…

Así, inasible, bella, arrebolada, ardiente, es la memoria. Y por eso, durante más de las tres cuartas partes de la vida, nos resulta fácil recordarlo todo, con excepción -casi- del día de nuestro nacimiento, de aquel alumbramiento que convirtió en madre, por vez primera o por enésima vez, a esa mujer de quien provenimos y a quien tanto de nuestra memoria siempre vamos a deber.

Cuando el cabo de una vela -todos los hemos visto- comienza su declive inevitable, la llama sube, se yergue sobre sí, chisporrotea, se alborota, después se calma, luego se estabiliza. Y el amarillo y el azul y el blanco compiten por sobresalir. Y el diminuto charco de líquida cera, desde donde emana su intensidad, brilla y se transparenta como un lago de suave espejo, móvil espejo de refulgente eternidad. La vela -te acabaste, cabo ’e vela, y ahora ni quien te prenda- ha comenzado a fenecer, así su brillo sea notable. Y refulge y declina su llama, que cada vez más pequeña se hace. Y humea y se quema más rápido que cuando fue encendida y empezó a languidecer.

Hasta que llega un momento, inevitable momento, en el que todos los atributos de la vela: su chisporroteo, sus colores, su llama, su luz, su licuefacción, perecen, se esfuman, se van, se diluyen y fenecen, llegan a su final. Adiós. Su luz, su flama, su calor, su esencia, su brillo, su esplendor, todo, todo, se apaga y se extingue, se desaparece, se va, se esfuma, agoniza y se muere, sucumbe y fallece. Estelas de humo persisten durante algunos instantes, como marcando la precedente existencia de la llama y la luz que ahora se esfuman.

Sí. Así es la memoria, nuestra memoria. Y la memoria de nuestros mayores, que se va diluyendo año tras año, día tras día, mes tras mes, hora tras hora, instante tras instante; sin que nosotros nos demos cuenta, la mayoría de las veces; pues estamos dedicados a vivir nuestras vidas, sin incluirlos a ellos -completamente- en nuestra propia memoria.

La luz se apaga de repente y adviene -plena- la oscuridad. La llama, antes resplandeciente, se menoscaba y se vuelve insignificante, bella en su incandescente final. Huele a humo de cera, de vela, desaparece la luz, el amarillo y el azul y el rojo y el blanco dicen adiós. Se desvanece todo, todo se diluye. La vida entera por un abismo, literalmente insondable, se va, se va. "Era una llama al viento y el viento la apagó". La desmemoria ha llegado y no, ¡no!, no lo podemos evitar, no lo podemos remediar. Se llama Enfermedad de Alzheimer y es un mal calamitoso y trágico, desafortunado y amargo, más que cualquier injuria o castigo que de nuestras madres y de nuestros padres -durante la vida toda- nos haya tocado soportar.

No basta, pues, discursear acerca del valor de la memoria y en los discursos endiosar a los viejos y a las viejas como los memoriosos o portadores de la memoria y la tradición. No basta congraciarse con ellos declarándolos portadores de la memoria y del patrimonio oral, o reconociéndoles atributos de ancestralidad. Es indispensable darles en la práctica su lugar de portadores de tradición, memoria y patrimonio, documentando sus historias de vida, rescatando, valorando y dinamizando espacios de intercambio entre generaciones sobre hitos y momentos claves de la historia y de la tradición familiar, local, comunitaria.

Antes de que ocurra la desmemoria, hay que salvaguardar la memoria oral viva de abuelos y abuelas, tías y tíos, madres y padres, como parte sustancial de la historia local y regional en sociedades y comunidades locales -como las del Pacífico y el Chocó- donde la tradición oral es fundamento de la vida en comunidad y pilar irremplazable del relevo generacional y de la transmisión de la identidad étnica y cultural. Viajando por la memoria de nuestros mayores, de la mano de su voz y sus recuerdos, entenderemos que no podemos seguir recorriendo hoy los caminos de ayer como si fuera la primera vez que son transitados. Entre memorias y desmemorias, así se construye historia.

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“Cada 21 de septiembre, se lleva a cabo la conmemoración internacional del Día del Alzheimer, establecida desde 1994 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Internacional de Alzheimer, fecha que sin duda nos invita a rememorar, evocar y no olvidar tan latente realidad”.[2]

 

“… Septiembre es el mes en el que nos unimos para concienciar y desafiar el estigma que rodea a la demencia y este año queremos que el Mes Mundial del Alzheimer sea el más significativo de todos. La campaña de este año, "Nunca es demasiado pronto, Nunca es demasiado tarde", se centra en los factores de riesgo y en el papel crucial que desempeña su reducción para evitar, retrasar o incluso prevenir la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia”[3].



[1] Hinestroza Ramírez, Jhonmer. GENEALOGÍA DE LAS POLÍTICAS EPISTÉMICAS COLONIALES COMO FORMAS DE ESCLAVIZACIÓN DE LAS EPISTEMOLOGÍAS DE LA MANIGUA EN CHOCÓ, COLOMBIA. Trabajo de grado para optar al título de Doctor en Ciencias Sociales. Directora PHD DENISSE ROCA SERVAT. UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA. ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES. DOCTORADO EN CIENCIAS SOCIALES. MEDELLÍN. 2022.

[2] Alzheimer: Una realidad difícil de olvidar. Escuela Colombiana de Rehabilitación, ECR. En: https://www.ecr.edu.co/alzheimer-una-realidad-dificil-de-olvidar (consultado: 15.09.2023).

[3] Paola Barbarino, Directora General Alzheimer's Disease International. Mes Mundial del Alzheimer 2023. Herramientas de la campaña. En: https://www.alzint.org/u/WAM-Toolkit-30082023-ES.pdf (consultado: 16.09.2023).

lunes, 11 de septiembre de 2023

 Elizabeth Moreno Barco:
Premio Nacional de Derechos Humanos 2023

Bogotá, 6 de septiembre de 2023. La lideresa chocoana Elizabeth Moreno Barco recibiendo, de manos de la Embajadora de Suecia en Colombia, Helena Storm,  el reconocimiento como Defensora del año 2023, del Premio Nacional de Derechos Humanos en Colombia. FOTO: Premio Defensores Colombia.

Elizabeth Moreno Barco, actual Coordinadora del FISCH (Foro Interétnico Solidaridad Chocó: https://www.forointeretnico.com.co/) y hasta mayo del presente año Presidenta y Representante Legal de ACADESAN (Consejo Comunitario General del San Juan: https://acadesan.org/), fue elegida como Defensora del Año 2023, en la versión N° 12 del Premio Nacional de Derechos Humanos en Colombia, que es otorgado por Diakonia y ACT Iglesia Sueca, con el apoyo del gobierno de Suecia, a través de su Embajada en Colombia.

Junto a Elizabeth, en la categoría “Experiencia o Proceso Colectivo del Año-Nivel Proceso Social Comunitario”, fue galardonado el Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano, CONPA, uno de cuyos fundadores, dirigentes e impulsores es el líder afrochocoano Richard Moreno Rodríguez, un abogado que desde niño formó parte del proceso organizativo de COCOMACIA (Consejo Comunitario Mayor de la Asociación Campesina Integral del Atrato) y que ha sido un digno heredero de su padre -Saturnino Moreno- en cuanto a su compromiso con el movimiento social del pueblo negro de Colombia.

El premio de la categoría “Reconocimiento a toda una vida” fue entregado a la destacada defensora de derechos humanos, Doria Yanette Bautista, cuya historia está marcada por la desaparición forzada y la búsqueda de su hermana Nydia Erika Bautista en 1987. Y en la categoría Procesos Colectivos-Nivel de «ONG acompañantes», el premio fue otorgado a la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra, de Arauca, cuyo trabajo de defensa de los derechos humanos brinda apoyo vital a las víctimas. El Homenaje In memoriam, que se realiza desde el año 2007, fue esta vez para el legendario Alfredo Vásquez Carrizosa, fundador en 1979 del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos, en Colombia, y primer presidente de este organismo, vital en la historia nacional de defensa de los derechos humanos.

Ganadores del 12° Premio Nacional de Derechos Humanos en Colombia 2023. FOTO: Premio Defensores Colombia

“Para Chava, con cariño”

Elizabeth Moreno Barco está vinculada al proceso de reivindicación étnica y territorial de las comunidades negras de la subregión del San Juan, en el Chocó, desde los orígenes de su organización representativa y emblemática, ACADESAN, cuya asamblea de constitución como Asociación Campesina del San Juan se llevó a cabo del 8 al 12 de octubre de 1990, en la comunidad de Cucurrupí.

Por ello, este miércoles 6 de septiembre, en Bogotá, mientras caminaba desde su asiento en el auditorio donde se llevó a cabo la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Derechos Humanos en Colombia 2023, hasta el escenario donde recibiría la máscara Kamëntsá que simboliza el reconocimiento, pues este premio no tiene retribución económica; luego de que la Embajadora de Suecia en Colombia anunciara su nombre como ganadora de la categoría Defensor o Defensora del Año, por la mente y el corazón de Elizabeth Moreno Barco desfilaron uno a uno los compañeros y las compañeras que le dieron vida a su organización de origen, ACADESAN, tales como Macedonio Valencia, Floriano Perea, Luis Enrique Granados, Gentil Villalba, Hésmer Mosquera, Esmilda Torres, Toribio Ibargüen,  Carlos Ramiro Barco, Marina González, Felipe López, Ana Melia López, Antonio López, Felipe Asprilla, Juan Asprilla, Ramiro Mosquera, Rafael Mosquera, Antonio Rodríguez, Manuel Áchito, Rito González, Eulices Mosquera, Herasmo Áchito, Orlando Murillo, Dámaso Murillo, Pablo Benítez, Teódulo Palacio, Sergio Flores, Jesusita Moreno y Jesús Rivas; entre otros. Además de los líderes indígenas del pueblo Wounaan y de la OREWA que estuvieron ligados al proceso fundacional de ACADESAN; la Hermana Ayda Orobio Granja, la Madre Carmen Palacio y todas las Misioneras de la Madre Laura que por el territorio sanjuaneño han trabajado; y su inolvidable asesor jurídico Jairo Velásquez, “que acompañó mi existencia en el proceso”, como lo recuerda Elizabeth, quien es popular y cariñosamente conocida como Chava, entre sus amigos y compañeros de trabajo, en las comunidades, en las organizaciones hermanas de ACADESAN y entre los funcionarios de oenegés, embajadas y entidades de cooperación internacional.

20 minutos de conversación con la Defensora del Año

En un reportaje publicado en marzo de 2020, en la revista El Malpensante, Elizabeth Moreno Barco fue descrita de la siguiente manera: “Para sus compañeros de trabajo y gente que la conoce como líder comunitaria, Chava es “la mujer de hierro”. Destacan su carisma, su capacidad de escuchar todas las voces sin perder la paciencia; su valentía para afrontar, incluso, discusiones políticas con cabecillas armados; y su voluntad de trabajo por el bienestar de las comunidades que representa. Para su familia, Chava es la matriarca. La guía y la fuente. Madre soltera de cuatro hijos, abuela de dos nietos, hija encargada de velar por la progenitora, la tercera de cinco hermanos, la tía más admirada y entrañable”[1].

La organización del Premio Nacional de Derechos Humanos en Colombia (https://www.premiodefensorescolombia.org/) la presentó públicamente en los siguientes términos: “Lideresa de la subregión del San Juan (Chocó). Es la primera mujer en ser Representante Legal del Consejo Comunitario General del San Juan (ACADESAN). Desde su lugar como lideresa, ha denunciado las graves violaciones de derechos humanos que padecen las comunidades negras del Chocó. Actualmente es la Coordinadora del Foro Interétnico Solidaridad Chocó”.

Hablamos con ella 24 horas después de haber sido reconocida como Defensora del Año 2023. Aquí está la entrevista.

Julio César Uribe Hermocillo-El Guarengue: Aparte de lo que frecuentemente resaltan en las notas y reportajes sobre su vida y su trabajo, o sea, que usted es la primera mujer en llevar la representación legal de ACADESAN, ¿cuáles son para usted los principales logros y méritos de su trabajo organizativo, de liderazgo y defensa de derechos humanos?

Elizabeth Moreno Barco: Creo que el haber participado en los diálogos entre gobierno y FARC, el haber llegado hasta Cuba, haber exigido la inclusión de los cinco municipios que hacen parte del proceso de ACADESAN en los PDET (Programas de desarrollo con enfoque territorial). El haber ayudado a elaborar la propuesta de “Acuerdo Humanitario ya”, para el Chocó, que la Mesa de Diálogo la haya recibido. Las peticiones en diferentes escenarios para la reanudación de la mesa de diálogo entre el gobierno y el ELN; pero, también en el 2017, poder haber hecho parte de la comunidad que se sentó con el ELN y el otro actor armado presente en el territorio (AGC) para lograr una tregua entre los dos actores armados y evitar así el enfrentamiento en las comunidades y bajarle la intensidad a la guerra o a los enfrentamientos. Otro logro que ha sido histórico, aunque de pronto no se le dio la suficiente visibilidad es poder haber llegado con nueve embajadores de diferentes países, en el 2022, a la región del Chocó, en tiempos de conflicto armado. Creo que ese también ha sido uno de los grandes logros, con el apoyo de una entidad de cooperación internacional, el llegar con ellos hasta allá.

JCUH-El Guarengue: ¿Cómo es su sueño de paz para las comunidades del San Juan, del Chocó y del Pacífico?

Elizabeth Moreno Barco: Gozar de las garantías de derechos en su integralidad: educación, salud, saneamiento básico, transformación de materias primas, rutas de comercialización, desarrollo comunitario, social y económico; en fin, un desarrollo, una atención, integral a la problemática. Y un territorio en paz y libre de violencia.

FOTO: ACADESAN.

JCUH-El Guarengue: ¿Cuáles ha pensado usted que son los principales aportes suyos al FISCH, ahora que es Coordinadora de este espacio interorganizativo tan importante para el Chocó...?

Elizabeth Moreno Barco: Bueno, yo creo que uno de los principales objetivos trazados es poder volvernos a juntar: re-juntarnos podríamos decir, porque hay unas entidades o unas organizaciones que por X o Y situaciones se han distanciado un poco; entonces es cómo volver a reestructurarnos, a reconstruirnos, a rejuntarnos para seguir trabajando por los ideales específicos con los que se crea esta plataforma: articulación de las comunidades en beneficio de todas y el respeto a la salvaguarda de cada una de las comunidades afro e indígenas, el respeto de las autonomías territoriales, los manuales de entendimiento, los reglamentos internos de cada una y que cada organización -desde su estructura, desde su mandato, desde su propiedad y autoridad dentro de su territorio- sea respetada y sean los que dirijan y den los aportes o nos den las directrices al proceso del Foro, para seguir fortaleciendo y trabajando en conjunto.

Y creo que mi objetivo principal como mujer es seguir trabajando estos liderazgos femeninos desde los diferentes territorios, en materia de equidad, de igualdad, frente a toda la problemática que vivimos; y también desde las diferentes instancias reclamar esa paridad, esa igualdad y equidad como mujer. Así también, a todas las organizaciones, por sus mandatos que tienen, por su estructura, por su nivel de trabajo y su liderazgo, seguir apalancándolas y apoyándolas a cada una en su esencia de organizaciones, en sus objetivos y sus ideales.

JCUH-El Guarengue: En el breve discurso que pronunció ayer, al recibir el Premio, dijo usted una serie de cosas muy significativas. Voy a preguntarle algo sobre dos o tres de ellas. Dijo usted: “Este premio significa el legado de esos líderes y lideresas que hoy no están con nosotros”. ¿A quiénes que ya no están presentes recuerda usted con especial memoria y por qué?

Elizabeth Moreno Barco: Hay muchos que han pasado por nuestros territorios, que han hecho parte de las organizaciones y que indiscutiblemente tendríamos que mencionar algunos…Podríamos decir al señor Macedonio Valencia, que fue uno de los propulsores de la Ley 70 y de la creación de la organización, de la Asociación Campesina del San Juan, que hoy, después de la creación de la Ley 70 del 93 y del artículo 1745, se constituye en Consejo Comunitario General del San Juan, ACADESAN. Encontramos también a Jesusita Moreno, conocida como Tuta, desde el territorio; a los compañeros indígenas, al señor Saturnino Moreno; entre otros muchos que han permitido que estos liderazgos sociales se puedan seguir desarrollando y trabajando; que dieron pie a que hoy estemos en este escenario muchos líderes y lideresas… y todos esos líderes que han muerto en la guerra, que han sido asesinados por reclamar sus derechos, afros e indígenas que hoy no están con nosotros; creería que en base y en memoria a cada uno de ellos, hemos podido seguir adelante y nos han fortalecido. Cuando estamos en los escenarios, siempre hablamos de nuestros ancestros, de nuestros líderes que no están y nos dan fortalezas. En base a eso fue el mensaje.

JCUH-El Guarengue: Dijo también: “Una persona, un profesional, en las diferentes áreas que desempeñe o que represente, no está solo; siempre está su familia y un equipo de personas de diferentes instancias que lo acompañan…”. ¿En quiénes pensaba cuando dijo esto? ¿A quiénes quisiera usted expresar especial gratitud por lo que le aportan o le han aportado como acompañantes o compañeros de camino o apoyos solidarios en su trabajo dentro del movimiento social de las comunidades negras y como defensora de derechos humanos?

Elizabeth Moreno Barco: Principalmente, el apoyo incondicional en todo momento es Dios y la familia, que siempre están ahí: sufren con uno, celebran con uno, les toca callarse, aguantar muchas cosas con uno; son los que saben de los momentos tristes y de los momentos de la felicidad que uno comparte, que uno llega a tener; mis hijos, mi mamá, mis nietos, mis hermanos, como familia… Pero, también ese equipo incondicional que encontré en ACADESAN, nuestro primer Jurídico, que acompañó mi existencia en el proceso, que hace alrededor de mes y medio, dos meses, murió, el señor Jairo Velásquez; la Hermana Ayda Orobio, de la Congregación de la Madre Laura, que siempre han estado acompañando el proceso organizativo de ACADESAN; los primeros creadores y fundadores de la organización; nuestro equipo jurídico, nuestro equipo de oficina o la parte administrativa; pero, también nuestros compañeros de junta directiva y las comunidades que siempre nos rodean…es ese equipo incondicional que tenemos. Ahorita, como Foro Interétnico tenemos un equipo que nos acompaña, están con nosotros, nos dan las bases... Y toda esa gama de instituciones del nivel internacional, que son los que nos hacen los aportes, que nos hacen los acompañamientos, nos financian cada uno de los escenarios donde estamos, y las entidades defensoras de derechos humanos, que son pieza fundamental para poder seguir desarrollando nuestro trabajo. La Congregación de la Madre Laura siempre ha estado con nosotros, acompañándonos en nuestro proceso. Unas se van, otras llegan, y hemos tenido acompañamiento de religiosas de esta congregación de diferentes partes del mundo que han venido a hacer su trabajo comunitario. Y créame que ese hábito ha sido una fortaleza y un escudo para el proceso organizativo frente a la defensa del proceso y frente a los diferentes actores armados presentes en el territorio…

JCUH-El Guarengue: Y dijo usted también algo que, además de bonito y muy bien dicho, es esperanzador; en un contexto de activismo social -como es la defensa de los derechos humanos- que suele estar signado por la desesperanza y la tragedia, por el miedo y el dolor… Dijo que el compromiso con la defensa de la vida es lo que “nos hace levantar todos los días con la esperanza, con el corazón en la mano y el amor en la boca…” ¿De dónde saca usted tan edificante y esperanzadora inspiración para adelantar día a día su trabajo como lideresa y defensora de derechos humanos, en territorios tan asediados, agredidos y vulnerados por distintas fuentes de conflicto y de violencia…?

Elizabeth Moreno Barco: Esas son frases que se viven, que se sienten…, que es lo único que tenemos a la mano cuando nos levantamos, cuando nos acostamos, para seguir fortaleciendo nuestro sueño, nuestro ideal de un territorio transformador y tenemos que hablar con nuestra mente, con nuestro corazón, y transmitirlo con nuestras palabras, Proponérnoslo, creérnoslo, construirlo e implementarlo nosotros mismos, desde nuestro corazón, en conexión entre la mente y el corazón y lo que transmitimos a través de las palabras.

JCUH-El Guarengue: ¿Cuáles son las salidas que identifica usted a la horrenda situación que viven las comunidades del Medio y Bajo San Juan, y de otras subregiones del Chocó..., en materia de violación de sus derechos humanos, en un momento en el que el confinamiento de las comunidades es la nueva y despiadada forma de agresión contra ellas y sus territorios han vuelto a ser escenarios de combate y de producción de rentas ilícitas…?

Elizabeth Moreno Barco: Yo creo que lo fundamental sería la implementación de un desarrollo igualitario, comunitario, institucional y desde el gobierno, hacia los territorios. ¿Y cómo lo podemos lograr? Si tenemos igualdad de condiciones, si tenemos oportunidad, y si hay equidad e integralidad frente a la atención de los territorios, al igual que las ciudades desarrolladas… El desarrollo igualitario en los territorios, creo que es la pieza fundamental: igualdad y equidad.

JCUH-El Guarengue: ¿Cuándo y dónde fue la última vez que Usted pudo contemplar sin sobresaltos uno de esos atardeceres hermosos e inolvidables del río San Juan?

Elizabeth Moreno Barco: Uhmmm… Bueno, pues la verdad, en ese orden de la pregunta, creo que fue hace mucho rato. Pero, siempre trato de estar en el territorio, buscar las personas claves, tradicionales, nuestros mayores, para conversar de nuestra historia, de nuestros antepasados, y que me muestren, me enseñen, me guíen frente a un futuro comprometedor, me den herramientas, me den conocimientos para seguir creyendo, creciendo y buscando esa transformación, pero también ese relevo o esa transmisión de esos saberes ancestrales, culturales, y hablar de todo un poco. Sabemos que siempre en nuestros mayores afro e indígenas encontramos fortaleza, encontramos propuestas, y son guiadores también del destino frente a las vivencias de cada uno de ellos… Una de esas charlas, creo que fue no hace mucho tiempo, en la comunidad de Copomá, con una adulta mayor de nombre Aurelina. Nos sentamos a hablar de partos, porque ella es comadrona, partera, con unos conocimientos de saberes ancestrales y culturales. Y, como por anécdota, casi cojo una culebra que estaba sobre una puerta, porque iba a cerrar la puerta para entrar, y prendo el bombillo y me encuentro con esa señora ahí…Y nooo, eso fue caótico, y pegué el grito y vino la gente: que dónde está la culebra; y la culebra en la puerta mirándonos… Y al otro día, llego a la casa de las Hermanas de la Madre Laura y les cuento la historia y me dicen: no, pero si tú eres creyente de Dios y confías y crees en la Madre Laura, la Madre Laura uno de los compromisos que tuvo fue que una serpiente nunca la mataría…, y me contó la historia. Ah, por eso fue que cuando yo fui a ver la culebra, estaba quietica…y yo no sabía la historia… Son esas cosas que uno trae a la mente, a colación, y le dan vuelta en la cabeza, y quisiera volver a encontrarse con personas como esas con otras que tienen conocimientos ancestrales que pueden ser enriquecedoras para nuestra vida y nuestro conocimiento.

Abid Manuel Romaña Mena. Coordinador saliente del Foro Interétnico Solidaridad Chocó (FISCH) con Elizabeth Moreno Barco, el 12 de mayo de 2023, cuando esta lideresa fue elegida como nueva Coordinadora de este espacio de coordinación interétnica e interorganizativa. FOTO: Twitter @FISCHETNICO.
Derechos humanos + Desarrollo = Paz

“¿En qué momento la defensa de los Derechos Humanos se convirtió en un riesgo para la vida?”, se preguntó la Embajadora de Suecia, Helena Storm, en la ceremonia de premiación. Y añadió: “El Premio Nacional de Derechos Humanos que entregamos hoy es un acto de reconocimiento nacional a todos y todas los/las defensores/as que dedican sus vidas a la noble tarea de proteger y promover los Derechos Humanos en Colombia. Es la representación del fuerte vínculo entre la defensa de los Derechos Humanos y la construcción de la paz. Para Suecia no hay paz y tampoco desarrollo sin el respeto por los Derechos Humanos”[2]. Para Elizabeth Moreno Barco tampoco.

lunes, 4 de septiembre de 2023

 2 renuncias memorables
Eladio Enrique Martínez Chaverra
y Ramón Lozano Garcés

Eladio Enrique Martínez Chaverra y Ramón Lozano Garcés protagonizaron, en diciembre de 1965, las dos renuncias quizás más memorables de la Historia del Chocó, para no cohonestar con las arbitrariedades y atropellos de la compañía minera Chocó Pacífico, que el gobierno nacional pretendió imponerles. FOTOS: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

Beté es la cabecera municipal del Medio Atrato, municipio del departamento del Chocó creado por la Asamblea Departamental el 23 de junio de 1999. Gran parte de su popularidad se deriva de una canción del folclor chocoano compuesta por Rubén Castro Torrijos, La canoa ranchada: Adiós, canoa, me voy pa’ Beté; rayando la aurora, me voy pa’ BetéEn este histórico pueblo, situado en la margen izquierda del río Atrato, y en algunos de sus pueblos vecinos, se originó en la década de 1980 el movimiento campesino negro que le dio origen a las reivindicaciones étnicas y territoriales que posteriormente fueron recogidas en la Ley 70 de 1993.

Ahí, en Beté, que era entonces corregimiento del Municipio de Quibdó, nació en 1935 Eladio Enrique Martínez Chaverra, un ingeniero agrónomo que, además de ocupar con lujo de competencias casi todas las secretarías del gobierno departamental, fue dos veces gobernador encargado del Chocó: la primera, entre el 18 de septiembre y el 14 de diciembre de 1965, por nombramiento que le hizo el presidente Guillermo León Valencia y en reemplazo de Ricardo Eleazar Valencia; y la segunda entre el 11 de febrero y el 10 de marzo de 1977, por nombramiento que le hiciera el presidente Alfonso López Michelsen.

"Mi dignidad de chocoano me impone el deber de renunciar"

Corría noviembre de 1965 cuando una draga de la compañía minera Chocó Pacífico que adelantaba trabajos en inmediaciones de la población de Bebedó, en ese entonces corregimiento del Municipio de Istmina, ocasionó graves daños en suelos y cultivos de propiedad de campesinos de esta localidad, además de un deslizamiento de tierra que amenazaba con ocasionar daños aún mayores. Las autoridades tasaron los perjuicios en una suma de cuatrocientos mil pesos de la época ($400.000), equivalentes a unos cuarenta millones actuales; que la empresa minera debía pagar a los campesinos perjudicados. 

Pero, la compañía minera se negó a pagar. Por lo cual, el Alcalde de Istmina ordenó la suspensión de las operaciones de la draga y contrató como apoderado del municipio al eminente abogado chocoano Ramón Lozano Garcés, quien conocía a fondo el modus operandi de esa empresa, ya que lo había venido estudiando y denunciando juiciosamente desde hace casi tres décadas; de modo que sabía de sus trapisondas y su contubernio con el Estado colombiano para explotar sin control ni contraprestaciones los metales preciosos de la provincia del San Juan y el Alto Atrato; un negocio cuyas utilidades eran tan jugosas que le alcanzaron a los accionistas para participar en la construcción del Madison Square Garden, de Nueva York.

Tal como lo narró con detalles el memorioso abogado y artista quibdoseño Américo Murillo Londoño[1], la Chocó Pacífico no solamente no pagó, sino que -valiéndose de la obsecuencia y el servilismo de funcionarios de los ministerios de minas y de gobierno- consiguió que el mismísimo Ministro de Gobierno, Pedro Gómez Valderrama, presionara de manera insistente al entonces gobernador encargado del Chocó, Eladio Enrique Martínez Chaverra, para que revocara la medida impuesta por el Alcalde de Istmina contra la empresa gringa.

Era frecuente que las operaciones de las dragas de la empresa minera norteamericana Chocó Pacífico ocasionaran daños a los terrenos, cultivos y propiedades de los pobladores de las orillas de ríos y quebradas de la Provincia del San Juan y que esta no asumiera sus responsabilidades. El caso de Bebedó, en noviembre de 1965, ocasionó la digna renuncia del Gobernador del Chocó y del abogado chocoano apoderado del municipio afectado (Istmina), para no cohonestar con la venalidad del gobierno nacional de Colombia. FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

Digno como el que más, en concordancia con la denuncia pública del abogado Ramón Lozano Garcés, el Gobernador Eladio Enrique Martínez Chaverra prefirió renunciar antes que ceder a la ignominia a la que se le quería conducir por parte del alto gobierno nacional, que por encima de la ley había ordenado levantar la medida de suspensión de trabajos de dragado expedida por la Alcaldía de Istmina. Mediante una carta dirigida al presidente de Colombia, Guillermo León Valencia, y al ministro de gobierno, Pedro Gómez Valderrama, el Gobernador Martínez Chaverra renunció en los siguientes y admirables términos:

“De la manera más respetuosa, reitero a usted, señor presidente, mis agradecimientos por conferirme el alto cargo y la digna misión de regir los destinos de mi tierra, sentimientos estos que hago extensivos al señor ministro de gobierno. Pero ante los últimos hechos relacionados con la movilización de la draga N° 6 de la compañía extranjera Chocó-Pacífico S. A., cuyo conocimiento y decisión del expediente estaba a cargo de este despacho, en virtud del recurso de renovación interpuesto por el doctor Juan Manuel Arbeláez, apoderado de dicha compañía, en el agotamiento del procedimiento gubernativo, creo que he quedado relevado de mis funciones como jefe de la administración pública seccional.  Ante la insólita e injurídica orden del gobierno nacional de poner en funcionamiento la mencionada draga que está ocasionando serios y graves perjuicios al paraje denominado Bebedó, jurisdicción del Municipio de Istmina, y a sus humildes moradores, creo que se ha pretermitido el trámite legal en esta materia y no puedo compartir ese criterio. Mi dignidad de chocoano y apasionado amante de esta tierra me impone el deber de renunciar a la Gobernación del Chocó, que ejerzo en calidad de encargado, para dejarle la libertad de escoger su representante seccional. Quiero dejar constancia ante la historia que he mirado con perplejidad este hecho que supedita a intereses particulares extranjeros los inalienables intereses de la comunidad chocoana. Ruego aceptar, señor presidente, mis más fervorosos votos por la feliz y exitosa culminación de su mandato”[2].

No era posible ser más claro, a menos que se tratara de Ramón Lozano Garcés, cuya denuncia pública de este hecho irregular e ilegal en favor de la empresa minera Chocó Pacífico quedó consignada para la historia en una carta titulada La Constitución pisoteada, dirigida al jefe liberal Carlos Lleras Restrepo, quien era candidato a la presidencia de la república por dicho partido y triunfaría en las elecciones de 1966, para ejercer como Presidente de Colombia entre 1966 y 1970.

Neftalí Mosquera Mosquera y Teresa Martínez de Varela, con el Gobernador Eladio Enrique Martínez Chaverra, en su despacho, en 1965. FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

La Constitución pisoteada

Cuando ocurrió este vergonzoso incidente de lesa soberanía, Ramón Lozano Garcés ya figuraba en la historia política y jurídica de Colombia como un jurista digno, sabio y audaz, tanto por sus ejecutorias legislativas, por su honradez y lealtad a los principios teóricos y doctrinales más avanzados en el Derecho de la época, como por la calidad de sus debates en el Congreso de Colombia y la de sus artículos en revistas académicas, libros y periódicos. De hecho, recién graduado como abogado, Lozano Garcés había escrito uno de los ensayos más significativos y valiosos dentro de la discusión del nuevo Código de Minas de Colombia, promovida por el presidente Alfonso López Pumarejo con el concurso de otra preclara mente chocoana, la de Adán Arriaga Andrade. Dicho ensayo fue publicado en la revista Estudios de Derecho, de la Universidad de Antioquia, en agosto de 1942[3].

Diez años antes del incidente de Bebedó, Ramón Lozano Garcés había asesorado jurídicamente al Municipio de Nóvita en sus reclamaciones contra la Chocó Pacífico por la sistemática y recurrente falta de pago del impuesto catastral a ese municipio. Esa actuación legal le había costado a Lozano Garcés una arbitraria e ilegal detención -orquestada por serviles funcionarios colombianos y abyectos funcionarios gringos de la empresa minera- que lo condujo temporalmente a la cárcel de Quibdó. Cárcel con honor, tituló Ramón Lozano Garcés su lúcido resumen de la situación que lo condujo a prisión.

Valiente y literalmente antiimperialista, desde sus primeros años de estudiante de Derecho en la Universidad de Antioquia en la década de 1930, Lozano Garcés había denunciado por todos los medios a su alcance los abusos y desafueros de los empresarios mineros gringos en el Chocó. De modo que su carta a Lleras Restrepo no era más que una reiteración, en un nuevo caso, de lo que tantas veces y durante tantas décadas este chocoano ejemplar le había mostrado a Colombia desde todos los escenarios públicos de la política y el gobierno, del ejercicio profesional del Derecho y de la cátedra universitaria.

He aquí la histórica carta, donde, además de la reiteración de sus principios morales y profesionales, de sus ideales liberales y de su compromiso social, Ramón Lozano Garcés resume lo ocurrido en Bebedó, incluyendo las irregulares actuaciones del gobierno nacional, y resaltando la dignidad del Gobernador del Chocó, Eladio Enrique Martínez Chaverra; así como renuncia a su candidatura como Senador principal por el Chocó y anuncia su voto por Lleras Restrepo para la presidencia de la república.

Los textos jurídico-políticos de Ramón Lozano Garcés se destacaron siempre por su aguda argumentación, la solidez de sus fundamentos jurídicos y la calidad de su escritura. FOTOS: Facebook-Ramón Lozano Garcés "Centenario".

La Constitución pisoteada

Quibdó, diciembre 11 de 1965.

Señor
Dr. Carlos Lleras Restrepo
Bogotá.

Desde mi mocedad he aquilatado el concepto de que el liberalismo debe ser la herramienta política para alcanzar mejores niveles de vida para el pueblo, para los de abajo, para los desposeídos de fortuna, que, en un mundo enfermo de egoísmos, son los más.

Sobre tal base doctrinaria he edificado todo lo que ha sido mi vida de treinta y cinco años de formación intelectual y de resistencia moral al servicio de Colombia, del Chocó y del Liberalismo.

He sido un abogado prácticamente en función social, pues al cabo de veintidós años de ejercicio profesional soy un hombre paupérrimo. Me siento orgulloso de serlo, porque eso indica, a una comunidad que me ha visto calumniado, cómo andan de errados mis detractores. Si hubiera querido enriquecerme a base de inmoralidades, seguramente que estaría con chequera y crecido saldo bancario. A mis hijos dejo la herencia de un carácter que jamás se quebró.

Quise participar activamente en la política de mi Departamento y del país en un momento que considero crucial para todos nosotros, es decir, para quienes creemos en el triunfo final de la democracia progresista. Pero han ocurrido en estos días hechos muy graves que me llevan a alejarme de toda intervención política, tal vez definitivamente.

Como abogado, he venido representando al pueblo de Istmina, que es parte vital del Chocó, en diligencias de avalúo por daños en la población de Bebedó, en gran parte dragada por las compañías de accionistas norteamericanos denominadas Pacific Metals Corporation y Chocó Pacífico. Se obtuvo un avalúo inapelable de acuerdo con el artículo 4º de la ley 13 de 1936 y 116 del Decreto 0805 de 1947. Se niega a pagar estos perjuicios la Chocó Pacífico y el Alcalde de Istmina, acatando una sentencia de la Corte Suprema de Justicia de fecha 1953 en el juicio de Nicolasa Blandón contra la Compañía Minera Chocó Pacífico en la que no hubo salvamento de votos y el artículo 197 del Código de Minas e inclusive los oficios 0394-0405 del Ministerio de Minas, procedió a suspender el dragado de la población de Bebedó hasta tanto se hiciera el pago de los perjuicios avaluados en diligencia inapelable y de perentorio cumplimiento.

Desde ese momento se puso a prueba la consistencia jurídica y moral de nuestro país, que se enorgullece de haber sacudido hace ciento cincuenta y cinco años el yugo español. La Pacific Metals y la Chocó Pacífico, representada en Bogotá por un hombre que perdió la noción de Patria, empezó a poner en marcha una serie de presiones al margen del Derecho con el objeto de obtener que el fallo pericial hecho ante el Alcalde de Istmina no se cumpliera.

Se trasladaron a Bebedó visitadores e Ingenieros de los Ministerios de Gobierno y de Minas a cumplir la proditoria misión de dejar burlados los derechos de una parte de Colombia. Llovieron los informes extra-juicio, los conceptos interesados y bien pagados y el teléfono del Ministerio de Gobierno a Quibdó sonó todos estos días para decirle al Gobernador que revocara la orden de suspensión expedida por el Alcalde de Istmina. El muy digno Gobernador del Chocó, Dr. Eladio Enrique Martínez, fiel a su estirpe, resistió el asedio, pero al fin hoy llegó la orden tantas veces esperada y anunciada por la Chocó Pacífico: el Gobierno Nacional por boca de su Ministro de Gobierno dispone que se ponga a andar la draga N° 6, dizque por el peligro que corre la población de Bebedó.

Semejante desfachatez para mentir, de parte de un Ministro del mismo Partido al cual pertenezco, ha sido para mi estructura espiritual un zarpazo aleve que la ha puesto a prueba. Si una alta autoridad colombiana, si un encargado de llevar en alto la dignidad del país, de hacer respetar su soberanía jurídica, se atreve a pasar por sobre un fallo ejecutoriado para burlarlo en contra de su propia Patria y a favor de unos capitalistas extranjeros, no queda nada que hacer distinto de rezar el credo. ¡Qué ejemplo para la juventud, qué ejemplo para un pueblo ansioso de un cambio en los sistemas y costumbres político-administrativas!

Yo no seré notario, ni testigo indiferente de esta protocolización melancólica de la indignidad nacional, de esta agonía del régimen de derecho en una nación que todavía habla de libertad, cuando en realidad en nuestra Constitución debería existir un artículo que dijera: “En Colombia los extranjeros gozan de más derechos que los nacionales, entre otros del derecho de cumplir los fallos de las autoridades colombianas cuando lo consideren conveniente”.

Sobro por ello en este momento crepuscular de las auténticas libertades de mi pueblo. Y, también por ello, declino mi postulación hecha por la inmensa mayoría del liberalismo chocoano, como candidato principal al Senado de la República.

En cuanto a su candidatura a la Presidencia, la considero excelente. Sus ideas sobre la realidad nacional me convencieron de que hará un buen gobierno. Mi voto será depositado por su nombre.

Me quedan pocos años de vida, que los dedicaré a servir a la sociedad desde mi oficina de abogado y a enseñar a mis descendientes que más vale morir de pies que vivir de rodillas.

Créame su amigo sincero, 
Ramón Lozano Garcés.

FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

El documento del abogado Lozano Garcés y la renuncia del Gobernador fueron un desenlace totalmente sorpresivo e inesperado del conflicto para el gobierno nacional. Pero, aún habría más. Joaquín Rodríguez Asprilla y Guido Perea Mosquera convocaron a un amplio sector de la ciudadanía quibdoseña, incluyendo al comercio, a un paro cívico que solamente se suspendería cuando el gobierno nacional obligara a la abusiva Chocó Pacífico a pagar por los daños causados y a suspender trabajos en Nóvita y en otros sitios donde su presencia era más un factor de peligro para la gente y el territorio, que un elemento de progreso económico. Los organizadores -Rodríguez Asprilla y Perea Mosquera- conformaron entonces el que denominaron Comité de Salvación Pública del Chocó, al cual invitaron como integrante de honor al doctor Ramón Lozano Garcés. El 17 de diciembre de 1965 se fijaron las reglas del movimiento y el paro comenzó.

Ejemplares y memorables

La renuncia a la Gobernación del Chocó por parte de Eladio Enrique Martínez Chaverra, así se tratara de un encargo temporal y no de un nombramiento definitivo; y la renuncia de Ramón Lozano Garcés a su candidatura al senado, a su participación en la escena pública y a su condición de apoderado legal del Municipio de Istmina en el pleito contra la Chocó Pacífico por los daños y perjuicios inferidos a la población de Bebedó; ambas motivadas por el abierto y venal favorecimiento del gobierno nacional hacia los intereses de esta empresa, son un ejemplo de dignidad y ética, dos cosas que hoy tanto echamos de menos.

Son dos renuncias literalmente memorables en el contexto de uno de tantos casos de violación de derechos y de usurpación de la soberanía nacional cometidos por la empresa Chocó Pacífico, emblema del enclave minero norteamericano en el Chocó, que saqueó la región durante medio siglo XX. De paso, le hacemos un homenaje anticipado a Ramón Lozano Garcés, de cuyo nacimiento se cumple el 111° aniversario el 24 de septiembre y de cuyo fallecimiento conmemoraremos 40 años el 22 de septiembre de 2023.



[2] EL TIEMPO, 15 de diciembre de 1965. Renunció el Gobernador del Chocó.

[3] Ramón Lozano Garcés (1942). Crítica de la posesión en el proyecto de nuevo Código de Minas. Revista Estudios de Derecho. Órgano de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia, agosto de 1942. Volumen 4, N°11. Pp. 201–228. https://revistas.udea.edu.co/index.php/red/article/view/334409/20790300