lunes, 26 de febrero de 2024

 Sobre la situación actual 
del periodismo en el Chocó
2ª Parte

Entrevista a Katty Romaña,
 Coordinadora del Programa 
de Comunicación Social y Periodismo
de la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba.

Katty Romaña, Coordinadora del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba, y escenas de estudiantes del programa. FOTOS: Cortesía Katty Romaña y UTCH.

Para conocer los detalles principales del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la UTCH, y el potencial de incidencia que la Universidad espera lograr con este en Quibdó y en el Chocó, hablamos con su Coordinadora, Katty Yineth Romaña Córdoba[1]; teniendo como marco de la entrevista los planteamientos presentados en la primera entrega de esta serie de El Guarengue, publicada el 5 de febrero, con motivo del Día del Periodista (9 de febrero). En dicha publicación, con el apoyo de múltiples voces, identificamos como principales factores críticos de la situación actual del periodismo en el Chocó: “la ausencia de relatos auténticos y autóctonos, producidos con una perspectiva sociocultural, étnica, histórica y geográfica propia de la región, y con un enfoque claro y fundamentado en dicha perspectiva… Vacíos de formación y falta de profesionalización del periodismo, a los cuales están asociados serios problemas de superficialidad en el tratamiento de los temas, por deficiencias de enfoque, perspectiva y contexto histórico en la narración periodística, e incluso problemas de estructura narrativa, gramática, redacción y ortografía…”; y la cuestión económica y laboral, cuya precariedad marca el ejercicio del periodismo en la región.[2]

El programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba tiene actualmente 166 estudiantes, casi el mismo número de los que inauguraron la UTCH una noche de marzo de 1972, en las instalaciones del Colegio Carrasquilla, de Quibdó. Hoy, la UTCH tiene por lo menos 13.500 estudiantes en su sede principal, y este programa académico graduará sus primeros comunicadores sociales y periodistas en el año 2025, ya que -a la fecha- 22 de los 50 estudiantes con los que se inauguró el programa cursan el octavo semestre de los diez que dura la carrera, y se espera que algunos de ellos finalicen completamente sus estudios el próximo año.

El programa nació de la demanda identificada entre estudiantes de bachillerato de la región. “Así pues que forma parte de ese ejercicio institucional por ampliar la oferta académica y dialogar o dar respuesta a las necesidades del territorio”, según explica Katty Romaña, quien además de ser la Coordinadora del mismo, es una de sus fundadoras; una profesional joven, oriunda de Quibdó, que se graduó como Comunicadora Social y Periodista en la Universidad Católica de Pereira; tiene título de Maestría en Comunicación y, como becaria de la Fundación Carolina, obtuvo su título de Doctorado en Antropología y Comunicación, de la Universitat Rovira i Virgili, en Tarragona, España, con una tesis de grado titulada “Representación del afrocolombiano inmerso en conflicto armado a través de la prensa: Caso Bojayá”, aprobada en mayo de 2016.


Julio César Uribe Hermocillo-EL GUARENGUE: ¿Cuándo fue aprobado por el Ministerio de Educación Nacional el programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Tecnológica del Chocó y cuándo comenzaron clases los estudiantes de la primera cohorte?

Katty Yineth Romaña Córdoba: El programa de Comunicación Social y Periodismo fue aprobado el 20 de junio del año 2020, con 160 créditos, con un registro calificado que se renueva cada 7 años. Se aprobó con 50 estudiantes por cohorte. Lo que implica también un tiempo prudencial para establecer algunas acciones de mejora en aras de promover un espacio mucho más sólido desde la formación.

JCUH-El Guarengue: ¿Cuántos estudiantes tiene en total el programa y qué semestre están cursando actualmente los estudiantes de la primera cohorte?

Katty Romaña-UTCH: El programa actualmente tiene 166 estudiantes. La primera cohorte está cursando octavo semestre. Son 10 semestres. Para el primer semestre siempre comienzan 50 estudiantes. En alguna oportunidad dividimos cursos, 25 y 25; pero por algunas exigencias del Ministerio en el marco de lo que ocurrió con la pandemia; y también por la creciente participación de muchos jóvenes en el proceso de formación, se limitaron los espacios físicos, entonces nos tocó también como cambiar la dinámica y meter en un solo salón hasta 50 estudiantes, pues, porque en el marco de la pandemia se incrementó el grueso de estudiantes de la institución (estamos aproximadamente como con 13.500 estudiantes en la sede principal)… El año entrante sería la graduación de la primera cohorte, que tiene 22 estudiantes, que recibirán el título de Comunicador Social y Periodista.

JCUH-El Guarengue: ¿Qué tan acertada es la decisión de crear un programa de Comunicación Social y Periodismo en la UTCH, en una región en donde no existen medios de comunicación con oferta de empleo, hay poca actividad empresarial y el único empleador con oficinas de prensa es el Estado, a través de alcaldías, gobernación, CAR y entidades nacionales…?

Katty Romaña-UTCH: Es claro que hay unas limitaciones, pero las oportunidades hay que crearlas y desde la comunicación en el territorio todo está por hacer, precisamente porque las personas que hoy en día ejercen el periodismo no cuentan muchas veces con ese rigor informativo y no tienen la formación ni la interdisciplinariedad. Siendo un escenario en el que aparentemente no se tienen las oportunidades, realmente lo que nos está planteando es que hay que crearlas y este proyecto se crea precisamente es a partir de esa perspectiva.

Normalmente, la universidad hace un ejercicio de estudios de factibilidad para la creación de programas académicos, con ese público objetivo que son los estudiantes de los grados 11. Se hace un ejercicio en términos generales para ampliar la oferta académica. No se hizo en principio orientado al programa de Comunicación, sino que se hace abiertamente y los mismos estudiantes, de acuerdo a las necesidades del contexto de los grados 11, son los que dicen qué les gustaría estudiar; y en ese radar aparece el programa de Comunicación Social como una necesidad, por parte de los estudiantes de los grados 11: formarse en esa área del conocimiento… Entonces, ante esa necesidad, pues la Universidad tiene una responsabilidad y en ese sentido pues es tratar de generar esa formación en esa perspectiva, Así, pues, que esto forma parte de ese ejercicio institucional por ampliar la oferta académica y dialogar o dar respuesta a las necesidades del territorio. Y en ese orden de ideas, yo considero que sí vale la pena mil veces apostarle a la Comunicación, en un espacio en el que todo está por hacer en la Comunicación como agente de transformación de la sociedad.

Qué bueno es poner la piedra para la construcción de buenas obras, de espacios y condiciones para la creación de nuevos medios informativos, populares, que permitan contar las realidades en nuestros propios términos. Yo creo que nunca será un desacierto, porque la Universidad es eso, es un universo, desde ella se construye conocimiento global, se promueve también una visión global, y los profesionales que se formen en la Universidad Tecnológica del Chocó no solo son para el Chocó, serán para el mundo. Es de esta manera como las competencias adquiridas en el proceso de enseñanza y aprendizaje les permitirán trascender y emplearse en cualquier contexto. Es bueno prestar especial atención a no solo la mirada de concentrarnos solamente en la perspectiva de región.

JCUH-El Guarengue: Sin perder de vista lo que tú dices acerca de que los graduados de una universidad pública regional como la UTCH pueden trabajar fuera de su región, e incluso del país, te pido que me cuentes cuáles son las oportunidades laborales reales que ustedes le ven a los graduados del programa de Comunicación Social y Periodismo en los ámbitos local y regional…

Katty Romaña-UTCH: Nosotros estamos partiendo de que no estamos formando solamente periodistas. Nosotros estamos hablando de una formación interdisciplinar. El Comunicador Social y Periodista de la Universidad Tecnológica del Chocó tiene la posibilidad de emplearse en el ejercicio docente, en el ejercicio de la investigación, en la formulación de proyectos… también tiene la posibilidad de articularse con las emisoras, con los medios locales. Y un elemento importante, que es no solamente que el egresado salga a buscar empleo, sino que tenga la posibilidad de crear sus propias iniciativas, enmarcadas en el conocimiento adquirido; que pueda de esa manera también abrir un camino para el desarrollo profesional y para el fortalecimiento de su proyecto de vida. Entonces, lo que nosotros estamos es ofreciendo unas herramientas que pasan por las particularidades del programa. Una de ellas es la competencia en una segunda lengua, todo el campo de posibilidades que le puede generar o que le puede abrir a un estudiante, a un egresado de Comunicación tener un dominio en una segunda lengua; tenemos varios estudiantes que están recibiendo la formación como becarios MLK (Martin Luther King). Tenemos, gracias a la oficina de Internacionalización la posibilidad de que los chicos puedan hacer intercambio en otras instituciones del orden nacional e internacional. Actualmente, la Universidad Tecnológica del Chocó tiene más de 80 convenios con instituciones de educación superior para el intercambio de laboratorios, de radio, de televisión; pero, también tiene relación con otras instituciones del orden internacional para que los estudiantes con muy buen promedio puedan cursar un semestre o puedan cursar una asignatura también por fuera del país.

Desde la perspectiva local hay un foco importante para los egresados en el contexto, que pasa por la mirada reduccionista de los medios de comunicación (lo que nosotros conocemos como radio, prensa y televisión). Hoy, el comunicador, dados los cambios vertiginosos de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, puede desempeñar roles, como lo señalé, como docente, investigador, trabajar en una ONG, trabajar en comunicación para el cambio social. Tiene la posibilidad, ante la existencia de una población que realiza el oficio de manera empírica, de vincularse en las entidades públicas. Pero mantener este componente que a mí me parece sustancial, que es el del emprendimiento. La Universidad, hoy día, ofrece, a través de su Unidad de Emprendimiento, apoyo, asesoría, y a partir de relaciones con entes del orden nacional, proyectos que puedan apalancar esas propuestas de los jóvenes. Entonces, con la formación y las herramientas proporcionadas en las clases, el egresado de Comunicación Social y Periodismo no solo sale a buscar trabajo, sino que piensa cómo crear su propio emprendimiento…

Estos son caminos… el pensum académico está orientado a esas competencias. Ellos ven por ejemplo asignaturas como Emprendimiento de empresas de comunicación, ven Fundamentos de estadística, ven Antropología; ven asignaturas que van en consonancia con la mirada sociológica, con las dinámicas del comportamiento del ser humano, con miras a que ellos puedan tener un pensamiento crítico y a generar argumentos con respecto a la realidad a la que se enfrentan, y que no estén de espaldas a lo que está viviendo el mundo actual, a lo que está pasando en Colombia hoy.

JCUH-El Guarengue: ¿En qué consiste y cómo se aplica en la formación de los estudiantes el enfoque étnico del programa de Comunicación Social y Periodismo de la UTCH?

Katty Romaña-UTCH: Parte de la premisa de que Colombia es una nación multiétnica y pluricultural, que a través de la Constitución Política de 1991 reconoce esa diversidad étnica, reconoce esos grupos étnicos, como grupos que tienen la posibilidad de vivir de acuerdo a las formas de ver y comprender la realidad social que dialogan con su cosmovisión. Yo siento que es una responsabilidad sustancial y aquí radica ese factor diferencial del programa de Comunicación Social y Periodismo de la UTCH con respecto a otros programas que ofrece hoy AFACOM, la Asociación de Facultades de Comunicación, que se ofrecen en Colombia. Y es precisamente el enfoque étnico, entendido como ese reconocimiento de la diversidad, de los aportes de la población afrocolombiana en la construcción de nación; entendiendo a esos medios como un poder para construir nuevos discursos, para construir esas nuevas narrativas que permitan visibilizar al actor indígena, negro, mestizo, desde una perspectiva propia, no a la luz de estereotipos o de prejuicios que han sido construidos y naturalizados históricamente. Estamos es tratando de imprimirle al estudiante de Comunicación Social y Periodismo que, si va a analizar el tema de la psicología social, por ejemplo, no se aísle de la perspectiva de Sigmund Freud, pero que aborde también los lineamientos que nos ofrece Frantz Fanon, con respecto a algunos comportamientos por parte de la población afro cuando entra en un proceso de interacción con ese otro “blanco”; y cómo esto de alguna forma también condiciona esas formas de ser y estar… Todo eso es lo que nosotros pretendemos fortalecer.

El hecho de que los estudiantes reconozcan esa diversidad, conozcan esos elementos propios de la cultura afro, indígena y mestiza; permite que estén en capacidad de empezar a narrar el territorio en sus propios términos, como es el eslogan del programa: narrarnos en nuestros propios términos. Es darle la posibilidad de construir esa nueva narrativa sobre el afro, el indígena y el mestizo que habitan esta parte del territorio, como también del territorio mismo; empezar a contar esas nuevas formas de ver, de entender. Porque bien sabemos que históricamente hemos sido construidos a la luz de otros, se han naturalizado unos patrones, se han naturalizado unas prácticas y se han naturalizado unos estereotipos, que satanizan, exotizan y reducen muchas veces a la mínima expresión las prácticas sociales y culturales de los pueblos afrocolombianos. Entonces, ahí tenemos una tarea importante y que queda en manos de los medios de comunicación como esa herramienta no solamente para la construcción de la nueva narrativa, sino también para la reversión de aquellos discursos que se han instaurado y que se han establecido como verdaderos en la dinámica social. Entendemos a los medios como un poder para visibilizar, para transformar, para construir y para revertir significados que se han establecido como fijos e inamovibles; pero que desde el ejercicio práctico de la misma comunicación se pueden revertir, se pueden transformar. Y en ese sentido la comunicación juega un papel importantísimo.

En temas sobre conflicto, por ejemplo, uno dice: bueno, cómo impacta el conflicto a una población mestiza y cómo impacta el conflicto a una población afro; nos importa saber cómo se está impactando a la población afro, cuáles son las transformaciones de orden cultural que se están gestando en estos territorios, que tradicionalmente son orales y que como consecuencia del conflicto muchos tienen que sumirse en el silencio para preservar la vida. Y cuando ocurre una tragedia, por ejemplo, entonces ¿el mismo tratamiento que se le da a la tragedia en la que los protagonistas son afros e indígenas es el mismo tratamiento que se da cuando el protagonista es un mestizo o a un blanco? Todos estos lineamientos de cómo narrarnos, de cómo representarnos, considero yo que es una iniciativa que tiene que transversalizarse en el contexto nacional, que no tiene que ser como un ítem aparte: “el enfoque de la diversidad”, sino que transversalice el ejercicio periodístico… una nueva ética es respetar la diversidad, una nueva ética es respetar las formas de enunciación, una nueva ética es respetar las formas como entienden el mundo los distintos grupos étnicos, es darle prioridad o darle cabida a esas nuevas formas de entender las realidades sociales enmarcadas en la cosmovisión de cada uno de los actores étnicos involucrados.

JCUH-El Guarengue: ¿Cómo están abordando ustedes en el Programa dificultades frecuentes en los estudiantes, como deficiencias de ortografía, gramática y comprensión lectora, falta de hábitos de lectura; y, por el otro lado, la estereotipación de la profesión periodística, creyendo que el modelo es el de los medios que consumen, a nivel regional y nacional; y que la comunicación se reduce a trabajar en medios masivos o a manejar una oficina de prensa y comunicaciones?

Katty Romaña-UTCH: Esto que tú mencionas es de gran relevancia y es una preocupación que se tiene en la Universidad y para ello se han ido abriendo ciertos espacios y también se están generando estrategias de gran relevancia. La Universidad, entendiendo cómo recibe esos estudiantes, antes de que los muchachos empiecen el primer semestre, les ofrece un proceso nivelatorio, que son tres semanas consecutivas en donde los chicos tendrán aproximaciones para hacer como un repaso con respecto a esas competencias básicas de aprender a leer, bueno, lo básico que tiene que aprender un estudiante en aras de que pueda una vez comience el semestre tener la disposición, la actitud y la aptitud para poder asimilar los conocimientos que se le van a impartir. Entonces hacemos ese proceso de nivelación, que está orientado a la parte de comprensión lectora, que está a cargo del programa de Licenciatura en Español y Literatura, y tenemos el tema de razonamiento básico, que está cargo del programa de Matemáticas de la universidad.

Es claro pues que no van a suplir esas falencias o esas carencias en tres semanas. Lo que hacemos es seguir con un proceso que se llama Aulas Abiertas, en donde hay profesionales destinados desde el programa de Literatura para hacer acompañamiento a los chicos que los profesores reportan con debilidades y que se evidencia que tienen problemas para escribir, que tienen problemas para poder comprender los textos que leen… Entonces todo eso lo vamos trabajando de manera articulada con otros programas que ofrece la Universidad… Hay unas falencias muy marcadas; pero, estamos trabajando en eso para que el producto que se saque de la Universidad cuente con la calidad necesaria para la producción de este tipo de contenidos.

Estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la UTCH.
FOTO: Cortesía Katty Romaña-UTCH.
JCUH-El Guarengue: ¿Y en cuanto a la estereotipación de la comunicación y del periodismo…?

Katty Romaña-UTCH: En cuanto al reduccionismo de creer que la comunicación solamente son los medios y el que estudia esta carrera solamente va a estar con un micrófono, ellos de entrada ya se están chocando. Porque el estudiante, cuando nosotros promovemos el programa, cuando hacemos la promoción en las distintas instituciones de educación media, pues nosotros ya empezamos a ampliarles ese foco, no solamente les hablamos de que van a estar en un medio de comunicación, sino que tiene un campo de posibilidades que pasan, como lo mencionaba anteriormente, por ser un docente universitario, ser docente de educación media, o ser un investigador; que vean que tiene otros campos de trabajo. Uno les ofrece todas esas líneas, entonces se va abriendo el espectro, el estudiante ya ve que tiene otro tipo de posibilidades, no solamente estar en radio o prensa; y cuando entran a una asignatura como Análisis y comprensión de textos o como Sociología o como Antropología o como Geopolítica…les estamos abriendo otro tipo de discusiones, no estamos hablando solamente de cómo coger el micrófono, de la parte técnica; porque ese es uno de los problemas hoy día en el ejercicio del periodismo y en la formación del periodista, que se están dedicando solamente al conocimiento y al manejo de la parte técnica con el dispositivo, y el contenido es lo que se está quedando de lado.

A mí me gusta mucho algo que dice Jesús Martín Barbero con respecto a lo que debe saber un periodista. El periodista debe hacer tres cosas, dice: la primera es pensar con su propia cabeza, es decir, empezar a crear su propia mirada con respecto al mundo, y ese es un reto importante y para eso es que nosotros le ofrecemos al estudiante esa interdisciplinariedad…, para poder empezar a generar un pensamiento propio en relación con lo que está ocurriendo. Porque el periodista hoy día opina sobre todo, pero el fondo es muy superfluo, no tiene contenido. Segundo, el periodista debe tener la capacidad de escucha. Y tercero, también generar una comunicación de orden asertivo para entender y conocer al otro. Son tres elementos que a mí me parecen sustanciales en el proceso formativo para un periodista.

Si fuera únicamente por la formación y el profesionalismo de Katty Romaña, por su compromiso y entusiasmo como Coordinadora del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba, uno podría quedarse tranquilo, pues no habría mejores augurios que el éxito rotundo para esta iniciativa académica cuyos primeros frutos profesionales serán cosechados en el año 2025. Pero, hay elementos que ofrecen evidentes problemas para el análisis complejo de la incidencia de este programa en el escenario social y laboral de la comunicación y el periodismo en Quibdó, en el Chocó y en Colombia; elementos estos que deberán tomarse en cuenta en escenarios de reflexión concienzuda y sensato debate  sobre la situación del periodismo en el Chocó.

Dichos elementos y los planteamientos de la Coordinadora del programa de Comunicación Social y Periodismo de la UTCH sobre la situación actual del periodismo en el Chocó serán materia de una próxima entrega de esta serie de El Guarengue sobre el tema.


[1] La entrevista a Katty Romaña fue realizada el 14 de febrero de 2024.

[2] El Guarengue, lunes 5 de febrero de 2024. Sobre la situación actual del periodismo en el Chocó. A propósito del Día del Periodista (9 de febrero).

https://miguarengue.blogspot.com/2024/02/sobre-la-situacion-actual-del.html

lunes, 19 de febrero de 2024

 Entre chirimías y estudiantinas 
-Una mirada al folclor chocoano 
a mediados del siglo XX-

 - Portada e Índice de la Revista Colombiana de Folclor (1960), donde se publicó el artículo de la Excursión folclórica al Chocó, llevada a cabo en 1959, y también aparecieron dos importantes artículos de Rogerio Velásquez, uno de ellos su completa etnografía de la Fiesta Patronal de San Francisco de Asís, en Quibdó. La portada utiliza como elemento gráfico un dibujo del siglo XIX, de Manuel María Paz, de la Comisión Corográfica. FOTOS: Revista Colombiana de Folclor.

A finales de la década de 1950, en Quibdó, además de los aires folclóricos de la chirimía, cimentada ya como conjunto típico regional; músicos como el Maestro Abraham Rentería y don Eduardo Coutin dirigían estudiantinas o conjuntos de música andina colombiana, conformados por bandolas, tiples y guitarras, con un repertorio de bambucos, pasillos y valses, al mejor estilo del músico valluno Pedro Morales Pino y del santandereano Luis A. Calvo, glorias de la música vernácula del interior del país; al igual que piezas del cancionero chocoano, como las composiciones de los hermanos Castro Torrijos y del Maestro Miguel Vicente Garrido. Simultáneamente, grupos de músicos jóvenes interpretaban aires de origen antillano y del Caribe colombiano.

Tales manifestaciones, al igual que los ritos y cantos mortuorios de la cuenca media del río San Juan (Istmina, Andagoya y Condoto), los cuales son actualmente parte del patrimonio cultural inmaterial de Colombia; así como la riqueza del repertorio de danzas folclóricas autóctonas que pudieron presenciar en una fiesta patronal de Condoto, y los cantos de romances del Baudó, fueron documentadas -incluyendo grabaciones de sonido- por el grupo de investigadores institucionales que integraban la Excursión folclórica al Chocó, organizada por el entonces recién creado CEDEFIM -Centro de Estudios Folclóricos y Musicales-, del Conservatorio Nacional de Música, de la Universidad Nacional de Colombia; el Instituto Colombiano de Antropología[1] y los servicios de radiodifusión de la Radiotelevisora Nacional.

Aquella importante excursión folclórica se llevó a cabo del 1° al 15 de octubre de 1959, bajo un itinerario diseñado por don Rogerio Velásquez, el gran etnólogo afrochocoano, quien actuaba como asesor de la misma; e incluyó aportes de la escritora y poeta afrochocoana Teresa Martínez de Varela. La excursión, en palabras de su relator, permitió a los investigadores “cosechar muchas sorpresas y constatar la presencia, en el folclor chocoano, de elementos antes insospechados”. A través del apoyo a esta excursión, el gran Rogerio Velásquez daba continuidad a su misión de contribuir a la documentación y difusión del entonces ignoto patrimonio cultural del Chocó negro, que a través de sus investigaciones y publicaciones había venido introduciendo en el panorama de la antropología colombiana.

Dada su trascendencia como retrato de un instante histórico, de una época, de la rica tradición cultural y folclórica del Chocó del medio siglo XX; El Guarengue ofrece a sus lectores el texto original del artículo que sobre dicha travesía investigativa escribió el eminente sociólogo, folclorista y musicólogo Andrés Pardo Tovar (Bogotá, marzo de 1911-agosto de 1972), quien a su fallecimiento era director de la Radiodifusora Nacional de Colombia. Pardo Tovar, junto a Horacio Gallego, fue el encargado de las fichas organográficas de la excursión[2]; así como asumió el trabajo “de las fichas coreográficas, del diario de la excursión y de la dirección general de la misma”.

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Rogerio Velásquez en Bogotá, 1957. Índice de la Revista Colombiana de Folclor que incluye dos de sus más valiosos artículos, además del relato de la Excursión folclórica en el Chocó, de Andrés Pardo Tovar. FOTOS: Revista Colombiana de Folclor y Archivo El Guarengue.

Experiencias de una excursión folclórica en el Chocó
Por Andrés Pardo Tovar

-Artículo publicado en la Revista Colombiana de Folklore 1960-[3]

La creación del "Centro de Estudios Folclóricos y Musicales" del Conservatorio Nacional de Música, entidad ésta que forma parte de la Universidad Nacional de Colombia (cosa que muchos ignoran), responde a una necesidad imperiosa de nuestra cultura: la compilación in situ de los distintos repertorios regionales de la música folclórica y popular y el subsiguiente análisis técnico y estético de los mismos.

Diversos factores, que no sería del caso analizar aquí, están acabando con extensos sectores de la música vernácula de nuestro país, o deformando al menos sus características ritmo-melódicas y expresivas. En breve plazo, es seguro que desaparezca un material de estudio que no puede reconstruirse y que constituye uno de los índices vivos más directos y reveladores de la idiosincrasia de los distintos núcleos del pueblo colombiano. De aquí la urgencia de iniciar técnicamente una tarea que de suyo es larga y compleja, pero rica en resultados sustantivos, como hemos podido comprobar durante la excursión folclórica realizada al Departamento del Chocó, en colaboración con el Instituto Colombiano de Antropología y la Radiotelevisora Nacional. Sólo que la labor adelantada en esa región apenas si constituye la base de un largo trabajo de transcripción, clasificación y análisis del material recogido. Tarea esta última en la que comenzamos a cosechar muchas sorpresas y a constatar la presencia, en el folclor chocoano, de elementos antes insospechados.

Cómo se organizó la excursión

El Consejo Consultivo del "Centro de Estudios Folclóricos y Musicales" está integrado por el Director del Conservatorio Nacional, maestro Fabio González Zuleta; por el maestro Jesús Bermúdez Silva, meritorio compositor colombiano y catedrático del citado instituto, y por el doctor Luis Duque Gómez, Director del Instituto Colombiano de Antropología. Interesado este último en el estudio de la realidad humana del Chocó, sugirió a mediados del año en curso la posibilidad de organizar una comisión que viajara a esa región con fines de compilación y estudio. La iniciativa culminó sobre un itinerario elaborado por el profesor Rogerio Velásquez, gracias al apoyo decidido de la Universidad Nacional y a la comprensión del doctor Daría Achury Valenzuela, Director de los servicios de radiodifusión de la Radiotelevisora Nacional: del primero al quince de octubre de 1959, se realizó la expedición a las regiones de Quibdó, Istmo de San Pablo, Alto San Juan y Alto Atrato (Yuto, río Capá y parte baja de dos de sus afluentes: el Mumbaradó y el Cuachirandó)[4].

La Comisión que viajó al Chocó se integró en la siguiente forma: por el Conservatorio Nacional de Música, Fabio González Zuleta, Jesús Pinzón, Horacio Gallego y Andrés Pardo Tovar; por el Instituto Colombiano de Antropología, Rogerio Velásquez y José María Enríquez Girón, y por la Radiotelevisora Nacional, don Guillermo Díaz. Y el trabajo se distribuyó así: González Zuleta y Pinzón se encargaron de las transcripciones musicales; Gallego y Pardo Tovar, de las fichas organográficas; Guillermo Díaz, de las grabaciones; Enríquez Girón, de las filmaciones y fotografías; Velásquez, de las relaciones públicas y asesoría, y Pardo Tovar de las fichas coreográficas, del diario de la excursión y de la dirección general de la misma.

Desde luego que el campo de trabajo se concretó al folclor musical, y que nuestros principales contactos fueron con la población negra: sólo a título esporádico y excepcional -u ocasional, mejor dicho- entraron algunos miembros de la Comisión en contacto con núcleos aborígenes. Por visitar quedaron muy extensas e interesantes regiones chocoanas, como son el Baudó y la costa del Pacífico.

Los conjuntos instrumentales

En los principales centros de población, no falta en tierras chocoanas un conjunto típico: la "chirimía". Según informaciones de algunos músicos nativos, la base melódica de estos conjuntos fue antaño la "flauta de carrizo", instrumento que hoy sólo fabrican y usan algunas comunidades indias, y que fue reemplazado por dos instrumentos cultos europeos, llegados al Chocó en época relativamente reciente: el clarinete y el fliscorno barítono. A los que se agregan la "tambora" y el redoblante (de aros de madera y parches de piel de tatabro) y un par de platillos de hierro, también de fabricación local. Todo lo cual nos está indicando que la actual "chirimía" chocoana es una derivación o reflejo de las bandas de música que existieron en la región, y la primera de las cuales se organizó hace aproximadamente unos cuarenta y cinco años.

Los aires o ritmos regionales que interpretan las "chirimías" tienen un carácter autóctono muy acusado y un evidente interés ritmo-dinámico: algunos sugieren, al menos por razón de sus nombres genéricos, una progenie española, como la "jota" y la "contradanza"; otros indican un origen cosmopolita, como la "polca picada", y algunos -como el "maquerule" y el "aguabajo"­ son de estirpe vernácula. De otros aires, antaño muy populares en el Chocó, solo se conservan los nombres, como la "moña", danza en la que la música alternaba con desafíos de coplas y décimas improvisadas.

En Quibdó, además, se grabaron varios números musicales de tipo "criollo", interpretados por dos "estudiantinas" integradas por instrumentos típicos tradicionales (bandolas, tiples y guitarras): uno formado y dirigido por Abraham Rentería -antiguo alumno del Conservatorio Nacional-, y otro animado por don Eduardo Coutin, personalidad muy interesante y versátil. Solo que ambos conjuntos se consagran a la interpretación de un repertorio que coincide exactamente con el que caracterizó el sentimiento musical popular en la época de Morales Pino, y, luego, de Luis A. Calvo: bambucos, pasillos, "danzas", valses, etc. Aires todos estos que no son de estirpe chocoana.

Al escuchar otro conjunto, formado por músicos jóvenes, pudimos constatar cómo la influencia de la música popular antillana, al igual que la de nuestra costa atlántica, comienza a deformar la tradición nativa. Incluso el instrumental de esta agrupación (acordeón, "timba", "bongoes", etc.), visualiza este proceso de paulatino olvido de una tradición y de transformación del sentimiento local en eco o imitación de lo exótico.

Escenas de la Excursión Folclórica en el Chocó (1959). Izquierda: cantadora de romances del Baudó. Derecha: conjunto de músicos jóvenes en Quibdó (con Luis Carlos "Cayayo" Rentería) y grabación de chirimía en el salón del Concejo Municipal de Quibdó. FOTOS: reproducción de la Revista Colombiana de Folclor. El Guarengue.

Las danzas tradicionales

En Condoto, asistimos a un baile popular, celebrado con ocasión de las fiestas de la patrona de esa localidad, que lo es la Virgen de la Inmaculada Concepción. Fue un espectáculo emocionante e inolvidable, no solo por la belleza casi ritual de algunas coreografías espontáneas, sino por los movimientos individuales y de conjunto, y, también, por las improvisaciones acrobáticas y plásticas, realmente sensacionales, de un bailarín sexagenario.

En las respectivas fichas coreográficas encontramos que el "aguabajo" se bailó allí por parejas aisladas, inicialmente, y luego en un juego trenzado de hombres y de mujeres. Una pareja femenina, plena de gracia y dignidad, constituyó mientras tanto algo así como un punto de lírica serenidad en medio a la continua aceleración de los movimientos rítmicos del conjunto.

En la "jota", las parejas iniciaron un sugestivo encadenamiento de movimientos de avance y retroceso, en doble "fila india". Al acelerarse el ritmo de la música, los bailarines volvían a unirse dos a dos -hombre y mujer- y entraban poco a poco en un verdadero trance hipnótico, dentro del cual la danza tendía al tipo convulsivo atenuado de que habla Curt Sachs. Ante sus parejas, y en paulatina sucesión, los hombres se desplomaban uno tras otro, en un éxtasis rítmico que estilizaba bellamente el juego erótico de los sexos.

En otro "aguabajo", el bailarín sexagenario -valiéndose de su sombrero a manera de batea- imitó el trabajo del minero, del buscador de oro de los grandes ríos del Chocó. Sus movimientos rítmicos, iniciados en cuclillas y a ras del suelo, lo llevaron en una suave espiral ascendente hasta un clímax emocional en que, elevando ambos brazos, el negro y ancho sombrero entre las manos, pareció ofrendar a los dioses el áureo fruto de su labor.

En la "contradanza", los hombres hacían girar a sus parejas, vertiginosa, suavemente. Y al cambiar el ritmo de ternario a binario, volvían a danzar frente a frente, y eran entonces las hembras quienes dominaban a los hombres con sus cadenciosas insinuaciones.

Las danzas negras del Chocó, las de las zonas auríferas en especial, son dignas de un estudio detenido y sistemático. Que necesariamente tendrá que realizarse en breve plazo, porque tales manifestaciones tienden también a transformarse y a desnaturalizarse, debido a la influencia de múltiples factores exógenos.

El repertorio vocal de los velorios

El de las regiones visitadas por la Comisión presenta características excepcionalmente interesantes y está constituido por romances, alabados y salves que se entonan por los asistentes en estilo antifonal. Una mujer, de edad provecta, inicia el canto, y las demás le responden a coro. El carácter de estas "oraciones cantadas", de un acusado y evidente arcaísmo, recuerda a la vez las inflexiones modales del canto llano y los melismas ornamentales del "cante jondo". Las respuestas coreadas, además, se realizan polifonalmente, en intervalos paralelos de cuartas o de quintas, a la manera del "organum" medioeval. Cabría notar también que estos repertorios musicales varían de acuerdo con el tipo de "velorio" que se esté celebrando: velorio "de muerto", velorio "de niño" (gualí), o velorio "de santo" (alumbramiento).

La señora Teresa Martínez de Varela Restrepo -escritora y poetisa chocoana que posee un hondo conocimiento del folclor literario y musical de su tierra- colaboró con la Comisión en forma generosa: cantando numerosas muestras del repertorio de los velorios, nos reveló uno de los aspectos más apasionantes de la música vernácula negra de nuestro país. Es admirable, en realidad, hasta qué punto la melodía se adapta en este caso a la índole de los textos, traduciendo fielmente su contenido simbólico y emocional.

Nada más sugestivo, por lo demás, que el ambiente que se vive en estos "velorios", en los que no falta de ordinario la intervención de un decimero -vale decir, de un declamador e improvisador- que participa en los ritos con un repertorio de arcaico y castizo sabor. A uno de ellos escuchamos en Quibdó, la noche del sábado 3 de octubre: Manuel Mosquera Cossio es su nombre. Una de sus "loas" al Santísimo Sacramento nos transportó al siglo XVI: creíamos estar presenciando un auto sacramental, no solo por el énfasis de la declamación, sino por la arquitectura de las imágenes poéticas y por la simbología del contenido.

Andagoya, Chocó (2019).
FOTO: Norma Londoño.
Tres romances del Baudó

De regreso de Condoto, Istmina y Andagoya, y cuando la Comisión se encontraba en Yuto disponiéndose a remontar nuevamente el Atrato rumbo a Lloró, se nos presentó una atractiva muchacha de tipo gitano y personalidad sugestiva y simpática. Así conocimos a Francia Oliva Vega, originaria de la región del Baudó, quien conserva de memoria el repertorio de romances tradicionales que cantaba su madre. Francia Oliva, dueña de una muy hermosa voz natural, esperó en Quibdó nuestro regreso e interpretó, en una de las últimas sesiones de grabación efectuadas allí, tres de esos admirables romances: "Se levanta un corderillo", "Una niña en palacio" y "Catalina, Catalina". Esta vez, letra y música nos transportaron cuatrocientos años atrás, a los reinos de Asturias, Castilla y Aragón.

La interpretación musical del último de tales romances, por Francia Oliva Vega, es una de las piezas más interesantes entre las que pudieron recogerse en el Chocó. Al transcribirla a los pentagramas en asocio del maestro Bermúdez Silva -ya de regreso en Bogotá- encontramos que la respectiva melodía presenta características muy arcaicas, toda vez que está basada en una escala no tonal, sino modal. Precisamente la que corresponde al dórico traspuesto (si, do, re, mi, fa sostenido, sol, la) con reposos sobre el primer grado y predominio expresivo de los intervalos de cuarta y de quinta descendentes. El texto de este romance -estrófico y con estribillo- encuentra su antecedente en dos romances novelescos de Asturias, inspirados en el tema de la ausencia: los que figuran, precisamente, en la selección hecha por Luis Santullano y publicada por Aguilar en uno de los volúmenes de la colección "Joya" (págs. 1246 a 1248 de la edición de 1934).

[…]

Futuras publicaciones

La Universidad Nacional de Colombia y el Instituto Colombiano de Antropología iniciarán el año entrante la publicación de una serie de estudios de análisis ritmo-melódico y de análisis comparativo que el "Centro de Estudios Folclóricos y Musicales" del Conservatorio Nacional ha iniciado ya, lo que habrá de arrojar, sin duda alguna, muchas luces sobre el proceso a virtud del cual extensas zonas del folclor hispanoamericano no son otra cosa que supervivencias de la música y de la literatura popular españolas de la época renacentista. Conservadas, por lo que dice al Chocó, en versiones admirables, que a tiempo que pregonan su ancestro reflejan también el costumbrismo, la psicología y el ambiente humano de uno de los núcleos étnicos más vigorosos y caracterizados de Colombia.


[1] Era entonces ICAN su sigla; no ICANH, como ahora, cuando incluye la H de Historia.

[2] La organografía musical es el arte de describir los instrumentos de música, estudiar sus orígenes, construcción y sucesivas y progresivas transformaciones e historiar el proceso técnico de sus acoplamientos polifónicos.

[4] N. B. Al parecer la referencia es realmente a Canchidó

lunes, 12 de febrero de 2024

 Miércoles de Ceniza 
-Cuento-


La señora Anta se murió sin saber quién era esa santa antigua, adusta, atractiva y desafiante, que ni siquiera la miraba -como sí lo hacían sus demás santos- desde aquel cuadro de marco basto y vidrio opaco, cuyo tamaño no era más grande que un pañuelo de los que cabían doblados y planchados en el bolsillo trasero de los pantalones de dril que los hombres usaban para ir a misa los domingos. Santa Elena se llamaba. Al igual que la Mano Poderosa, San Martín de Porres, San Expedito y el Santo Eccehomo, el Ánima Sola y las Benditas Ánimas del Purgatorio, San Judas Tadeo, la Virgen del Carmen y San Antonio de Padua, aquella santa que no la miraba se recostaba contra una pared de la esquina del rincón más oscuro del cuarto de la señora Anta.

La señora Anta murió una mañana temprano, faltando ocho días para que terminara abril, el mismo mes en el que casi un siglo antes había nacido. Pero no el mismo día. Se murió un martes, en vez de un viernes; en ambos casos el día de los misterios dolorosos del rosario que ella solía murmullar cuando tenía problemas o cuando quería invocar venturas para su propio destino o para el de su progenie, hincada frente a aquel altar que todos los días limpiaba, no fuera a ser que la gracia divina se empañara o se escabullera, por obra de la mugre, a través de las rendijas.

Su cuarto, de no más de dos yardas de largo por dos varas de ancho, permanecía siempre en penumbras, iluminado apenas por el resplandor escaso y polvoriento de la luz del patio, que se colaba por las rendijas de las paredes de tablas; o por la vela o el quinqué hechizo con que ella aluzaba a sus santos cuando les iba a rezar para pedirles o agradecerles o reclamarles algo, o simplemente para hablar con ellos cuando no tenía otro interlocutor a la mano o cuando amanecía sin ganas de hablar con la familia o los vecinos o cuando no podía dormir o cuando se despertaba muy temprano.

Sus parientes decían que si uno quería saber algo de la vida de la señora Anta bastaba parar oreja en la pared exterior de su cuarto cuando ella estaba le estaba rezando o hablando a sus santos. Tan así era que fue de este modo como su nieta menor, la que todo el mundo decía que había heredado sus encantos, descubrió que la señora Anta tenía segundo nombre y ese nombre era María: Esperanza María. Lo descubrió aquel día en que la oyó diciéndole tocaya a una virgen que había puesto en el pesebre diminuto que había armado al lado de su atiborrado altar y pidiéndole que así como había salvado a su hijo de esos maldecidos romanos que estaban dispuestos a no dejarlo nacer, la salvara a ella de morir antes de que se acabara el año, pues quería vivir su última navidad y desearle a todos, por última vez, su feliz año nuevo; pero que, por favor, por lo que más quisiera -que ella sabía que era su hijito Jesucristo- tampoco la fuera a dejar tanto tiempo más; por mucho hasta la semana santa.

Y su tocaya María, la Virgen, le cumplió el deseo a la señora Anta. Tan puntualmente que la señora Anta se murió media hora antes de que en la iglesia empezara la procesión del Domingo de Ramos, que marcaba el final de la cuaresma e inauguraba la semana santa; después de cuarenta días con sus noches diciéndole a todo el mundo que ella no volvía ni siquiera a asomarse a la puerta de su casa hasta que no se le borrara la cruz de ceniza que en la frente le había trazado el pulgar diminuto del Padre Anglés, con un ímpetu que parecía más de incordio que de piedad o devoción; y con una fuerza tal que aquella cruz mal hecha le había quedado tatuada para siempre en su arrugada y pensativa frente, así solamente ella la viera, como le respondía todo el mundo cada vez que ella proclamaba que ahí la tenía y con los índices de sus dos manos les señalaba, frente al viejo y gastado espejo, y se quejaba y maldecía y maldecía y se quejaba y rezongaba, como lo hizo hasta el último viernes de la cuaresma, antevíspera del comienzo de la semana santa, cuando soñó que aquella cruz de ceniza finalmente de su frente desaparecía, y así mismo se lo contó a su nieta menor en la mañana del sábado, mientras le mostraba que todavía no, pero que ya casi, y mientras la nieta -que era la única que le seguía la corriente- le juraba que ella ya veía que aquella cruz casi que del todo se desvanecía y que, así las cosas, mañana domingo a la Procesión de Ramos ir juntas bien podrían.

Seis meses después de su muerte, cuando entre rosario y rosario, entre jaculatoria y jaculatoria, entre café y café, entre galleta y galleta, entre aguardiente y aguardiente, entre alabao y alabao, entre chiste y chanza, entre cigarrillo cigarro, todo el mundo en la sala inmensa de la casa grande de la señora Anta añadía recuerdos a la charla; la nieta menor de la señora Anta pasó de grupo en grupo, contándole a todo el mundo que su abuela también le había contado, aquella mañana lluviosa de sábado, víspera del Domingo de Ramos con el que comenzaba la semana santa de aquel año, que además de la desaparición de la cruz de ceniza de su frente, la noche anterior había soñado que el pueblo entero, comenzando por la cabecera, se convertía en cenizas bajo las llamas de un incendio provocado por la maldición de un cura.

Cuando la nieta de la señora Anta estaba terminando de contarle la historia al último grupo, por la calle antes solitaria comenzó a pasar más gente de la cuenta y sus voces clamorosas repetían sin cesar la palabra incendio. Todos pensaron -aunque no lo dijeron, porque decirlo daba miedo- que al cielo de Quibdó también se lo estaban tragando las llamas.


lunes, 5 de febrero de 2024

 Sobre la situación actual 
del periodismo en el Chocó

-A propósito del Día del Periodista (9 de febrero)-

Estos son los rostros de veinte de los treinta profesionales del Chocó que fueron consultados por El Guarengue para la producción de este artículo. Sus fotos fueron tomadas de sus perfiles de WhatsApp, sus cuentas de X o Facebook.
El reciente y doloroso desastre en la carretera Quibdó-Medellín, en el cual murieron 41 personas, nos dejó nuevamente -como cada vez que ocurre- la sensación de tragedia anunciada y de incuria y desidia recurrentes del Estado colombiano. Igualmente, el tratamiento informativo de los hechos por parte de los medios de comunicación fue el mismo de siempre: nada más allá de lo evidente, del conteo de muertos y heridos, del acoso a familiares para averiguar sus sentimientos o para preguntarles, de modo insistente y absurdo, si habían ido a ayudar en las labores de rescate. Incluso medios que se proclaman alternativos aún no han contado completamente esta historia. De hecho, mediante el conjunto de informes publicados -basados en datos oficiales sobre contratos de obras- la prensa terminó haciéndole creer al país que esta carretera la están construyendo hace poco más de 20 años; y no, como se sabe, desde principios del siglo XX, si se hace referencia a la carretera Quibdó-Bolívar[1] o desde principios del siglo XIX si la referencia es a la concesión denominada Camino al Atrato, otorgada al comerciante italiano Juan Bautista Mainero y Trucco, quien la negoció con un grupo de antioqueños que, en 1864, abrieron el primer camino entre Antioquia y el Chocó, que sería tomado como base para el trazado y apertura de la carretera un siglo después[2].

Una historia admirable

Más de un siglo ha transcurrido desde que los quibdoseños Reinaldo Valencia Lozano y Guillermo Henry Cuesta fundaron en Quibdó el periódico de mayor trascendencia y valor histórico que ha tenido el Chocó: el ABC, que alcanzó 3950 ediciones, circuló por primera vez el 8 de diciembre de 1913 y dejó de circular 30 años después.

El ABC fue originalmente un semanario. Después de cuatro o cinco años se convirtió en un diario, que sus lectores esperaban con devoción los viernes, lo mismo en el puerto platanero que en el Salón Colombia o en el Palacio Intendencial. Posteriormente, en coyunturas como la primera Guerra Mundial, el ABC llegó a publicar dos ediciones (matutina y vespertina) con el solo propósito de mantener plenamente informada a la gente de Quibdó acerca de este trascendental suceso, que no todo el mundo entendía. Durante algún tiempo, el periódico ABC tuvo circulación bisemanal, los martes y los viernes.

Por las páginas del ABC, bajo la dirección de Guillermo Henry Cuesta, Francisco Córdoba Mena, Francisco T. Maturana y el propio Reinaldo Valencia, quien lo dirigió durante por lo menos diez años, transitaron las más brillantes plumas y las más democráticas voces de la época en los ámbitos municipal, departamental y nacional. El ABC registró, durante sus tres décadas de existencia, la vida completa del Chocó y de Quibdó, incluyendo desde las notas sociales y la vida económica, hasta los eventos culturales y los asuntos trascendentales de la política regional, como la rivalidad interprovincial entre el San Juan y el Atrato, que incluía ideas como convertir la Intendencia en dos comisarías; y la lucha posterior por convertirla en un departamento que, al decir de algunos de los escritores del ABC, sería para Colombia el reemplazo de la pérdida de Panamá, por su futuro halagüeño y pleno de prosperidad.

 

…El ABC de Reinaldo Valencia Lozano se convirtió en tribuna de la reivindicación del Chocó en el escenario nacional; en ágora simbólica de los debates sobre la autonomía regional y la institucionalidad política del Chocó; en academia virtual de las letras y el pensamiento propios; y en altavoz de los sentimientos de un pueblo que empezaba a actuar como sujeto social y político.[3]

Un ejercicio necesario

En honor a aquel momento insigne de la historia del periodismo chocoano, a propósito de la triste tragedia del 12 de enero de 2024 en la carretera Quibdó-Medellín, y con motivo del Día del Periodista[4], que se conmemora el 9 de febrero; consultamos desde El Guarengue a treinta profesionales -en su mayoría chocoanos y los que no con gran experiencia y tradición de trabajo en el Chocó-, más de la mitad de los cuales ha ejercido o ejerce parcial o totalmente el periodismo; acerca de diversos tópicos referentes al cubrimiento periodístico de esta dolorosa tragedia; la primacía de los medios y periodistas nacionales sobre los medios y periodistas de Quibdó y el Chocó; y las razones o motivos por los cuales no se producen desde la región relatos documentados, rigurosos, contextualizados, sobre hechos de tanta trascendencia y peso histórico como esa reiterativa tragedia de la carretera entre el Chocó y Antioquia.[5]

Preguntas y respuestas

Las preguntas de la consulta fueron las siguientes: 1. ¿Por qué ninguno de los periodistas de los medios de comunicación del Chocó, ni los corresponsales chocoanos o locales de los telenoticieros nacionales, hace una crónica o un reportaje de buena calidad sobre la tragedia de la carretera, siendo del Chocó, viviendo en el Chocó y doliéndoles lo del Chocó? ⁠2. ¿Por qué los relatos principales de los medios nacionales son escritos o producidos, con evidentes vacíos de enfoque, de comprensión del contexto y de perspectiva histórica y regional, por periodistas que actúan como “enviados especiales” de los medios de afuera del Chocó? Finalmente, pregunté, con pena y todo, consciente de las molestias que la pregunta podría provocar: 3. ⁠¿No les molesta a los corresponsales seguir siendo simples ayudantes o auxiliares de producción de los enviados especiales de los grandes medios de comunicación?

Veintidós de las treinta personas consultadas, entre ellas dos que pidieron anonimato, respondieron la consulta. Dos profesionales manifestaron tener reservas al respecto, por temor a las reacciones de sus colegas, y optaron por no responder; y tres prometieron responder, pero hasta la fecha -20 días después- no lo han hecho. Tres personas más ni siquiera acusaron recibo de la consulta, es decir, me dejaron en visto, como se dice en el mundo del WhatsApp, medio a través del cual fueron enviadas las preguntas. Sostuvimos provechosas conversaciones telefónicas con cuatro de los profesionales que respondieron… A toda la gente que contribuyó, con sus respuestas, con sus excusas, o con su silencio, ¡gracias!

La ausencia de relatos y la banalización del oficio

Un problema grave y complejo del periodismo chocoano es la ausencia de relatos auténticos y autóctonos, producidos con una perspectiva sociocultural, étnica, histórica y geográfica propia de la región, y con un enfoque claro y fundamentado en dicha perspectiva; de modo que los relatos den cuenta de las realidades regionales, de su gente, su territorio, su institucionalidad, etc., con voces genuinas, de un modo trascendente, histórico, documentado y bien narrado. Eso fue lo que hizo el periódico ABC, de Quibdó, entre 1913 y 1944, de manera tan prolija que sus archivos terminaron convertidos en documentos históricos ineludibles e irremplazables a la hora de conocer la vida del Chocó en la primera mitad del siglo XX.

Gonzalo Díaz Cañadas, de la tercera generación de una estirpe de periodistas chocoanos, tanto por lo Díaz como por lo Cañadas, Comunicador Social y Periodista de amplia trayectoria en medios, instituciones y academia; creador del Archivo fotográfico y fílmico del Chocó, y actualmente Director de Comunicaciones y de la emisora cultural de la Universidad Tecnológica del Chocó “Diego Luis Córdoba”, en Quibdó, sintetiza así el problema:

“Para mí el periodismo chocoano está en crisis y esta hizo metástasis con la aparición de las redes sociales... Ya nadie escribe, redacta y mucho menos investiga... La superficialidad y falta de rigor es un sello de época que da un producto de baja calidad.... Ahora es copie y pegue y tome pantallazo... Y el manejo de medios nacionales y corresponsales lo mismo, obedece a un formato de máximo dos minutos, les imponen los temas, tampoco proponen… ¡mejor dicho...! Ahora todo es en vivo, en caliente, con muy poco análisis.... Mucha mediocridad, falta de criterio y esto se volvió una endemia, que hasta a mí me toca...”[6].

Vacíos de formación y de profesionalización

Vacíos de formación y falta de profesionalización del periodismo, a los cuales están asociados serios problemas de superficialidad en el tratamiento de los temas, por deficiencias de enfoque, perspectiva y contexto histórico en la narración periodística, e incluso problemas de estructura narrativa, gramática, redacción y ortografía; encabezan la lista de asuntos mayores y menores identificados por los profesionales consultados como causales de la ausencia de relatos propios sobre el Chocó, geográfica y culturalmente situados en la región.

Wagner Mosquera Palacios, talentoso comunicador social y periodista chocoano, de gran capacidad narrativa y corrección de estilo, identifica los vacíos de formación profesional como una de las principales causas de la ausencia de relatos propios en el periodismo chocoano:

“…la gran mayoría de periodistas de los medios locales y nacionales que trabajan en Quibdó son empíricos, detrás de muchos no hubo formación para el ejercicio periodístico. Son periodistas que aprendieron algunos aspectos del oficio, pero que carecen del conocimiento sustancial y de las estructuras básicas de su puesta a punto. Muchos no entienden la diferencia entre lo que es una noticia, una crónica o un reportaje, mucho menos lo que es un artículo de opinión. La gran mayoría de "periodistas" no escribe. Todos, absolutamente todos, se escudan en la oralidad como mecanismo que los libera de tener que poner sobre el papel los resultados de un buen trabajo de reportería, pero, sobre todo, es que ellos mismos entienden que tienen falencias en su ortografía y, a partir de ahí, falencias en la redacción de cualquier tipo de textos… La mayoría de "periodistas" del Chocó se hicieron en la radio, pero ese estar en la radio fue y ha sido un estar lleno de limitaciones, de vacíos, no hay academia, mucho menos conceptos detrás del saber o poder estar en los medios radiales, todos asumen que hablar por hablar los convierte de golpe en periodistas. Ni se diga cuando tienen que entrevistar a una persona, desconocen las normas mínimas, y sobre todo no tienen la sensibilidad para la realización de una entrevista con personas que vivieron una situación como la de la tragedia ocurrida en la carretera; mucho menos entienden que la entrevista en sí misma es un género”[7].

El presbítero Manuel Napoleón García Anaya, quien en sus 40 años de sacerdocio católico ha fundado, coordinado y dirigido medios de comunicación, opinó al respecto:

“En primer lugar, hay una falta de formación humanista más sólida; eso quiere decir fundamentos tanto como de filosofía como de sociología para muchos de los comunicadores, y eso los lleva a ser simplemente como mediáticos. En segundo lugar, me parece que la información tiende a ser sumamente sensacionalista, lo que llamamos ser mediático, lo que llame la atención. Y eso pues lleva a unas informaciones en muchas ocasiones muy superficiales. Un tercer elemento que quiero añadir es que no me gusta el tono lastimero, miserabilista, de la conmiseración, de la pobrería: los chocoanos pobrecitos, los últimos, los negritos, aguantadores de hambre, etc., olvidados de la Nación. Esa perspectiva no solamente golpea nuestra dignidad, sino que no refleja una condición real, es más bien como un tipo, podemos decir, como de imágenes, de prejuicio que se ha establecido en la sociedad, tanto nacional, como que nosotros la hemos interiorizado… Hay un elemento clave, que es el conocer más la Historia”[8].

José Camilo Córdoba Chaverra, Gerente del Banco de la República en Quibdó, Profesional en Ciencias Políticas, de la Pontificia Universidad Javeriana, con maestría en Estudios Latinoamericanos Interdisciplinarios, de la Universidad de Newcastle; y docente de cátedra del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Tecnológica del Chocó, hizo el siguiente análisis como respuesta a la consulta de El Guarengue:

“La respuesta a esta pregunta tiene que ver con la formación. No tengo la cifra, pero la mayoría de las personas que ejercen el oficio de periodista en el Chocó lo han ejercido de forma empírica. En la formación profesional, que solo se ofrece en la región por la UTCH desde hace un par de años, se ofrecen algunas materias que buscan fortalecer la labor dándoles mejores herramientas prácticas, teóricas y metodológicas para que, al menos, los nuevos periodistas chocoanos vayan más allá del simple hecho de dar noticias y pasen a informar, contar historias, reflexionar desde un contexto que merece y exige ser contado de forma distinta.

 

Ahora, hay muchos vacíos que traen estos estudiantes y que también se refleja en aquellos que actualmente ejercen la labor de forma empírica y tiene que ver con las brechas de formación y la falta de herramientas que traen desde la formación básica (los que cuentan con ella). En el Chocó el sistema educativo no incentiva el espíritu crítico ni mucho menos la curiosidad de investigar más allá de lo que dicen los textos. Nos enseñan a repetir y no a crear nuevos conocimientos. Entonces en el periodismo no se hace nada distinto, teniendo todo para hacerlo (o al menos mucho) porque muchos no cuentan con herramientas para hacerlo ni saben cómo. Muchos no pasan del mostrar lo que está pasando, de registrar en vídeo o tomar declaraciones; pero no profundizan, no indagan más porque no saben cómo hacerlo”.[9]

Ivonne Caicedo, comunicadora social y periodista cuya vida profesional ha transcurrido en gran parte con comunidades étnicas y organizaciones sociales, comparte la opinión de que los vacíos de formación son inherentes a la falta de profundidad en las informaciones del periodismo chocoano:

Creo que se van más por el amarillismo del momento, de las directrices de los medios en los que trabajan (lo que más vende) y de no tener unas bases y estrategias de generar información definidas. Muchos de los periodistas que cubren para medios nacionales no tienen formación, son empíricos y toda su vida de periodistas han realizado lo mismo, de la misma manera. Sin desmeritar. La falta de estas estrategias se nota en sus informaciones: informan, no comunican, no llevan a pensar, a reaccionar más allá, porque carecen de contexto de realidades de siempre... El lamentable caso de la carretera es desafortunadamente reiterativo, y si te pones a ver siempre informan lo mismo, no saben investigar, se centran en el dolor de las personas, pero no van a lo estructural del por qué, quiénes y cuál es el interés de que esa carretera no se mejore, qué hay detrás. No todos los periodistas carecen de esta estrategia, pero, también hay un tema de empleabilidad y por qué no decir, miedo.[10]

Una estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Tecnológica del Chocó identifica -como problemas asociados a la falta de formación profesional de quienes ejercen el periodismo en el Chocó- sus deficiencias de creatividad, de empatía y de pasión; como razones para la ausencia de relatos propios sobre realidades tan crudas y evidentes como la tragedia periódica de la carretera Quibdó-Medellín:

“Yo creería que debe haber varias razones. Una de ellas podría ser la limitación de recursos y apoyos a la hora de hacer la crónica o reportaje. También falta de profesionales que le pongan empeño y dedicación, porque muchas veces se habla del tema solo por el momento y le dan prioridad a otras noticias. Se sabe que el internet facilita mucho más para que la información llegue a varios lugares, pero también aquí juega un papel muy importante la creatividad, es decir, no contar por contar, sino ponerle amor, esfuerzo y ser dinámicos a la hora de contar la historia. Pero también es muy importante saber llegarle a las personas de una forma correcta para que ellos hablen desde su propia vivencia y cuenten experiencias sin necesidad de hacerlos vivir nuevamente ese duelo emocional y mucho menos de que ellos se sientan utilizados, porque a veces eso suele pasar, ya que este tema es muy sensible y antes de ser comunicadores debemos ser personas”[11].

El periodista Edúbar Arango, director de La Gaceta, subraya la falta de profesionalización como evidencia principal de los vacíos de formación de un gran número de personas que ejercen el periodismo en el Chocó:

“Yo pienso que al periodismo del Chocó hay gente que le ha hecho demasiado daño y que ni siquiera, paradójicamente, son periodistas. Gente que se levantó una mañana debiendo la Energía y dijo “¿qué hago?” y salió pa’donde Mario Fuller a que le fiara o regalara una grabadora, y se volvieron periodistas de la noche a la mañana. Los controles de las emisoras de radio se volvieron locutores y luego ahora son dizque periodistas… Hay muchas cosas bienintencionadas y hay otras que son malintencionadas, que necesitan de todas maneras de la academia para poderse sostener. Si no hay esa correlación, si no hay ese sustento, esa base, con la academia y con el soporte académico, y ética y responsabilidad, obviamente pues el que no sepa se va a equivocar”[12].

“No hacen una crónica o reportaje de buena calidad, porque la mayoría carece de la formación y experiencia necesarias para ello”[13], expresó J. Elías Córdoba Valencia, agrónomo quibdoseño, melómano, promotor cultural y sanpachero proverbial. Y una de las dos fuentes de este artículo que eligió el anonimato me dijo sin ambages: “mi sospecha es que en realidad a ninguno le interesa ser buen periodista. Se conforman con hacer mandados por dos o tres pesos”[14].

La cuestión económica

En esos dos o tres pesos pareciera estar gran parte del problema del periodismo chocoano en los últimos cuarenta años por lo menos. Pues, por un lado, de la propaganda oficial de bajo precio, que a finales de la década de 1970 publicaban las emisoras Ecos del Atrato y Brisas del Citará, en Quibdó; se pasó en la década de 1980 a los cada vez más costosos y rebuscados avisos del periódico mensual Presente, de Efraín Gaitán Orjuela, que abrieron la brecha para que los medios locales y regionales relacionaran a la institucionalidad pública con su economía empresarial y personal; en no pocos casos a cambio de favorecimientos informativos. Según testimonio cuyo autor pidió reserva, “fue Presente el que inauguró e impuso la moda de dedicar más de la mitad de las páginas de un periódico impreso a los avisos de la Gobernación y las alcaldías del Chocó. Lo cual, hay que reconocerlo, muestra la habilidad comercial del Padre Gaitán, su fundador y propietario; pero también su concepción bastante mercantil del periodismo, que tuvo gran influencia en el comportamiento posterior de medios y periodistas en cuanto al manejo de la publicidad oficial, que terminó siendo un botín tan codiciado y opulento que hasta se crearon múltiples medios y se graduaron periodistas para acceder a tan grande fortuna”[15].

Por otra parte, son también esos dos o tres pesos los que, en regiones como el Chocó, hacen bastante falta para que quienes ejercen el periodismo puedan vivir del mismo como profesión y no como una ocupación de unas cuantas horas por día; y los medios existentes puedan subsistir y permanecer, lo cual es una especie de odisea en un contexto como el de Quibdó y el Chocó, en donde la economía formal depende del sector público y del comercio, que vendrían a ser las únicas fuentes de pauta publicitaria para el sostenimiento de los medios; pero, que, en un caso, pretenden cooptar la independencia periodística a cambio de avisos; y en el otro no tienen tradición de estrategias publicitarias y pretenden pautar a precio de huevo.

Yuber Mosquera, de la emisora Lloró Estéreo, quien padece permanentemente los problemas económicos que a su juicio impiden el desarrollo de un trabajo periodístico más profesional, de mayor profundidad y con contenidos de mayor calidad, expresó al respecto:

“Yo partiría diciendo que muchos periodistas, me incluyo también entre ellos, andamos también más ocupados en mirar cómo logramos también sobrevivir, en el sentido de cómo sostener un medio de comunicación, cómo sostenerlo diariamente, financieramente, noticiosamente y de manera también legal…y somos solos, somos empresas muy solas, no contamos con personal para cada cosa; o sea, somos secretarios, locutores, periodistas, técnicos, mensajeros, somos de todo en una empresa. Entonces, a la hora de hacer un periodismo con todas las de la ley, nos quedamos cortos, porque no contamos ni con el personal ni con las herramientas necesarias y además estamos muy ocupados en otras cosas y también tenemos que sostener a nuestros familiares, a nuestros hijos, a la misma empresa también sostenerla. Mire el caso mío en Lloró”[16].

En el mismo sentido, José Luis Murillo, quien ha trabajado en la Emisora de Paz de Bojayá, del sistema RTVC, plantea que el interés periodístico se ve muchas veces subordinado a las necesidades económicas del periodista:

“…muchas veces en el ejercicio periodístico se recurre al facilismo, es decir, contar lo que se ve más o menos de forma superficial y hablar de la noticia como tal, dar algunas cifras de lo que está pasando actualmente, para que la gente se entere; pero, no se cuenta el trasfondo, porque cuesta mucho más y porque una investigación seria requiere de tiempo y requiere de datos y requiere de mucho más trabajo; y muchas veces se basa uno como en la inmediatez, porque de una y otra forma en el medio en que estamos hay muchas necesidades y la gente muchas veces está trabajando no solo por el querer visibilizar la región, sino también, no podemos negarlo, por los recursos económicos y por sacar lo que más se venda, por así decirlo, y el fondo no se analiza, como se debe hacer.[17]

Douglas Cújar, arquitecto, investigador y promotor cultural, ve el problema de este modo: “Un alto porcentaje de las personas que ejercen como periodistas en el Chocó no tienen formación académica, utilizan su "profesión" como medio de subsistencia y responden a intereses de los que ejercen el poder nacional o regional. El denominado "periodismo" chocoano, por lo tanto, actúa sin criterios ni valores y más bien asumen posiciones de sumisos ante los medios nacionales… El Chocó no tiene una prensa independiente”[18].

El problema de las pésimas condiciones laborales de quienes ejercen como periodistas en el Chocó y de la escasez de medios económicos que hagan posible vivir profesionalmente del periodismo en la región, incide también en la asimetría de las relaciones entre los periodistas que trabajan para medios nacionales en calidad de corresponsales. A los periodistas del Chocó, anota J. Elías Córdoba, “no les molesta asumir la condición de ayudantes o auxiliares de producción, en parte por la defensa de los ingresos que les genera un trabajo que realizan en circunstancias laborales muy desfavorables, ligados a unas empresas que no los acogen como miembros de un equipo, sino, como suministradores de la información que el nivel central requiere en el momento que la juzga importante para el rating; por otro lado, su autovaloración asociada a la "oportunidad" que, en términos económicos y de promoción de imagen, brinda la relación con un medio nacional, se considera un activo de valor”[19]. El experimentado periodista, escritor y editor Alfonso Carvajal, quien trabajó durante varios años en Quibdó, como corresponsal del periódico El Tiempo, expresó sobre la relación entre periodistas regionales y medios nacionales: “Es un problema piramidal; y de supervivencia. Un chantaje tácito. O trabajas en estas condiciones o búscate otro puesto”[20].

¿Y entonces…?

En su famoso discurso pronunciado en la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, en Los Ángeles, U.S.A., el 7 de octubre de 1996, que fue publicado bajo el título de El mejor oficio del mundo, el gran periodista que hasta el final de sus días fue Gabriel García Márquez anotó:

Tal vez el infortunio de las facultades de comunicación social es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo. Claro que deben persistir en sus programas humanísticos, aunque menos ambiciosos y perentorios, para contribuir a la base cultural que los alumnos no llevan del bachillerato. Pero toda la formación debe estar sustentada en tres pilares maestros: la prioridad de las aptitudes y las vocaciones, la certidumbre de que la investigación no es una especialidad del oficio, sino que todo el periodismo debe ser investigativo por definición, y la conciencia de que la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón”[21].

Quizás sea tiempo de que, como parte del desarrollo académico del primer programa universitario de Comunicación Social y Periodismo establecido en la región, la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba promueva un diálogo sincero y fructífero con el periodismo chocoano. La UTCH y agremiaciones como el Círculo de periodistas y comunicadores sociales del Chocó, que en octubre de 2024 cumple 25 años de existencia como persona jurídica; bien podrían adelantar un proceso sistemático, realista y crítico de reflexión sobre la situación actual del periodismo en el Chocó, para construir conjuntamente salidas adecuadas a sus factores de crisis y encauzarlo -en conjunto con sus propios protagonistas: los medios y los periodistas- hacia rumbos dignos, socialmente responsables e históricamente coherentes con la realidad. Plantear el problema, sin que hacerlo genere suspicacias y resistencias, quizás sea un primer paso que todos debemos dar.


[1] El Guarengue, 15 de abril de 2019. Por la trocha del olvido:

https://miguarengue.blogspot.com/2019/04/por-la-trocha-del-olvido-foto-esteban.html

[2] Gonzalo Díaz Cañadas. 31 de marzo de 2017. Hace 180 años comenzó La Vía Quibdó - Bolívar y aún no se termina. En: https://www.las2orillas.co/180-anos-comenzo-la-via-quibdo-bolivar-aun-no-se-termina/

[3] El Guarengue, 13 de febrero de 2023. Reinaldo Valencia y Primo Guerrero, dos periodistas ejemplares. https://miguarengue.blogspot.com/2023/02/dos-periodistas-ejemplares-reinaldo.html

[4] El Guarengue, lunes 10 de febrero de 2020. Reinaldo Valencia y su ABC.

https://miguarengue.blogspot.com/2020/02/reinaldo-valencia-y-su-abc-1-reinaldo.html

[5] Las personas consultadas para la producción de este texto -mediante mensajes de WhatsApp enviados entre el 16 y el 17 de enero de 2024- fueron: Wagner Mosquera Palacios, Úrsula Mena Lozano, John Díaz Cañadas, Gonzalo Díaz Cañadas, José Luis Murillo, Andrés Mosquera (Waosolo), Norma Londoño, Jairo Miguel Guerra, Manuel Napoleón García Anaya, Jesús Elías Córdoba Valencia, Américo Murillo Londoño, Víctor Raúl Mosquera, José Camilo Córdoba Chaverra, Ivonne Caicedo, Eurípides Salas Figueroa, Alfonso Carvajal, Douglas Cújar, Jesús Durán, Edúbar Arango, Lascario Barboza Díaz, Yuber Mosquera, Francisco Palacios, José Lorenzo Bejarano, Yuli Correa, Jorge Salgado, Jhonmer Hinestroza, José E. Mosquera, Alfonso Mosquera Córdoba. Adicionalmente, dos estudiantes de Comunicación Social y Periodismo de la UTCH, cuyas respuestas se obtuvieron por cortesía de unos de sus profesores, que fue consultado, completan el grupo de referencia.

Si bien todos los profesionales que respondieron a la consulta no son citados en este texto, para su construcción sí fueron tomadas en cuenta todas las respuestas recibidas.

[6] Gonzalo Díaz Cañadas. Mensaje de WhatsApp, 16 01 2024.

[7] Wagner Mosquera Palacios. Mensaje de WhatsApp, 16 01 2024.

[8] Manuel Napoleón García Anaya. Mensaje de WhatsApp, 18 01 2024.

[9] José Camilo Córdoba Chaverra. Mensaje de WhatsApp, 19 01 2024

[10] Ivonne Caicedo. Mensaje de WhatsApp, 18 01 2024.

[11] Estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la UTCH, Quibdó. Testimonio suministrado por José Camilo Córdoba Ch., de un trabajo de su clase de Comunicación Política.

[13] J. Elías Córdoba Valencia. Mensaje de WhatsApp, 16 01 2024.

[15] Fuente anónima 2. Mensaje de WhatsApp, 20 01 2024.

[16] Yuber Mosquera. Mensaje de WhatsApp, 18 01 2024.

[17] José Luis Murillo. Mensaje de WhatsApp, 16 01 2024.

[18] Douglas Cújar. Mensaje de WhatsApp, 22 01 2024.

[19] J. Elías Córdoba Valencia. Mensaje de WhatsApp, 16 01 2024.

[20] Alfonso Carvajal. Mensaje de WhatsApp, 22 01 2024.

[21] Gabriel García Márquez. El mejor oficio del mundo. Fundación Gabo, 9 de octubre de 1996. En: https://fundaciongabo.org/es/recursos/discursos/el-mejor-oficio-del-mundo-discurso-de-gabriel-garcia-marquez-ante-la-sip