lunes, 29 de octubre de 2018


Con los ojos del alma
Jesús Abad Colorado, “un aliado de las víctimas, 
de los más débiles y de la verdad”[1].

Las fotografías de Jesús Abad Colorado son la prueba visible y fehaciente de que sí es posible mirar y ver con el alma. Es con los ojos del alma con los que, durante los últimos 25 años como testigo de la guerra en Colombia, Chucho ha encuadrado, compuesto, enfocado, retratado, editado y publicado cada momento, cada instante, cada vida, cada objeto, cada rostro de cada mujer, de cada niña, de cada hombre, de cada niño, de cada joven, de cada anciana y de cada anciano, o sus manos o sus pies o sus huellas o su sombra o sus ojos o sus sonrisas o sus lágrimas o su tristeza o su desolación o su esperanza…

Foto Jesús Abad Colorado.
Esa forma de ver y de mirar, esa perspectiva en blanco y negro, son las que saltan a la vista del espectador mientras ve el documental EL TESTIGO, en medio de una sala de cine presidida por un silencio tan absoluto como el de aquella escena del filme, retratada en su momento por Abad Colorado, durante la cual una niña de diez años contempla asombrada y conmovida la exhumación de los restos de su madre desaparecida en un episodio de guerra. Dirigido por la documentalista y productora británica Kate Horne, con una duración de 76 minutos, el documental fue presentado en salas comerciales de cine del país desde el jueves 25 de octubre hasta ayer domingo 28 de octubre.

Chucho siempre se enfoca en las víctimas, sobre todo en las víctimas civiles. Su mayor aporte al periodismo colombiano es la mirada sobre las víctimas, sobre el dolor de las víctimas: eso es muy de Chucho y es muy también del periodismo que se hizo por esa época en El Colombiano, que fue donde Chucho empezó, cuando El Colombiano abrió la Unidad de Derechos humanos. Entonces, sobre todo, yo creo que el gran aporte de Chucho y que lo llevó a destacarse a nivel nacional y que ha hecho que se fijen en él y que se fijen en su trabajo es ese: esa mirada tan tierna y tan humana que tiene sobre todo tipo de víctimas que ha dejado el conflicto en Colombia[2], explica Juan Carlos Pérez Salazar, Editor de Noticias de BBC Mundo, quien trabajó con Abad Colorado en aquellos años de El Colombiano.

Jesús Abad Colorado en su exposición El Testigo.
Foto León Darío Peláez.
Simultáneamente, está abierta al público en el Claustro de San Agustín en Bogotá, desde el 20 de octubre de 2018 hasta el 28 de enero de 2019, la Exposición EL TESTIGO. Memorias del conflicto armado colombiano en el lente y la voz de Jesús Abad Colorado, producida por la Universidad Nacional de Colombia; una “muestra antológica del trabajo del reportero gráfico Jesús Abad Colorado, tal vez el periodista que ha registrado con mayor rigor el conflicto armado en Colombia. Esta exposición reúne más de 500 fotografías, en blanco y negro y color, muchas de ellas inéditas, que recogen los pasos de este ‘testigo’ tras las huellas de muchas tragedias de la Colombia profunda. Capturadas entre 1992 y 2018, las fotografías narran historias y sucesos de conflicto armado, desplazamiento y reconstrucción del tejido social en diferentes regiones del país, convirtiéndose en denuncia de la realidad de las comunidades que deben asumir su existencia como un acto de resistencia [3].
Foto Jesús Abad Colorado.
“Las fotografías de Chucho son un documento, porque están documentando lo que ocurre, documentando una Colombia oculta, una Colombia que no se cuenta mucho y que desde los medios hemos ocultado: el dolor de los que más sufren. Entonces, cada foto es un documento indispensable, es un documento doloroso, un documento humano; pero, al mismo tiempo es una obra de arte. Sus fotos tienen la profundidad del arte. Su trabajo es Gran Arte, así con esas palabras, con mayúsculas. Lo que tienen en Colombia los grandes fotógrafos del conflicto, los grandes fotógrafos, como son Chucho Abad, Henry Agudelo, León Darío Peláez, es que también cumplen una labor que es artística”[4].

Jesús Abad Colorado, quien ganó el Premio Nacional de Fotografía 2018, del Ministerio de Cultura de Colombia, nació en junio de 1967 y creció en la Comuna 13 de Medellín, donde años más tarde documentaría para la historia del país esa constelación de violaciones a los derechos humanos que fue la autodenominada Operación Orión; una ocupación militar masiva que fue llevada a cabo hace dieciséis años por el Ejército Nacional en connivencia con grupos paramilitares, en tiempos en los que la actual vicepresidenta era ministra de defensa, era presidente su jefe y el del actual presidente nominal, y era alcalde de esa ciudad el actual gobernador de ese departamento.

Jesús Abad Colorado es egresado del programa de Comunicación Social de la Universidad de Antioquia (Medellín) y “empezó como reportero gráfico del diario El Colombiano, donde permaneció de 1992 a 2001. Es el fotógrafo colombiano que más ha documentado el conflicto armado en Colombia. Fue investigador, entre 2008 y 2013, del Grupo de Memoria Histórica de la CNRR (Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación en Colombia). Sus fotografías han hecho parte de exposiciones en Colombia y en el exterior; además de los libros, Relatos e imágenes: el desplazamiento forzado en Colombia, Desde la prisión, Realidades de las cárceles en Colombia, y Mirar de la vida profunda. Ganó el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en tres ocasiones, así como los premios internacionales: Caritas, en Suiza por su trabajo comprometido en la búsqueda de la verdad y la justicia social; y el CPJ International Press Freedom Awards, en Estados Unidos, otorgado por el Comité para la Protección de Periodistas; candidato al prestigioso Prix Pictet (premio de fotografía más importante del mundo)[5].

Foto León Darío Peláez.
“Cuando tomé la decisión de narrar la historia de mi país con fotografías, estaba en el segundo semestre de periodismo en la Universidad de Antioquia. Fue en 1987, un año trágico para la universidad, con cerca de 20 profesores y estudiantes asesinados. Y lo hice por miedo de escribir en un país que no respeta la palabra, con la seguridad de dejar un testimonio, así varias personas banalizaran la decisión. Me decían que para manejar una cámara no se necesitaba estudiar periodismo” [6].

Usando como hilo narrativo la propia historia de violencia que padeció la familia de Abad Colorado, el documental EL TESTIGO combina acertadamente las dolorosas historias de sus fotografías con el regreso del reportero y fotoperiodista a aquellos lugares, familias y sujetos que fueron retratados por él en los tristes momentos de la guerra. Es así como aquella niña de 10 años a quien se le fue el alma viendo desenterrar a su mamá en compañía de su abuela, quien finalmente la cría a ella y a sus tres hermanitos, es ahora una adulta embarazada a quien el dolor no ha abandonado, como se lo confiesa a Chucho durante su visita, ahora como amigo de la familia. O la pareja cuyo matrimonio se celebra en medio del dolor de un pueblo del Oriente antioqueño destruido por una bomba y que Abad Colorado retrata en una de sus fotografías emblemáticas, tiene ahora un hijo y una hija adolescentes; y su bella hija da testimonio de que el amor de su mamá y de su papá ha dado frutos y que por eso pueden tener esperanza.
Foto Jesús Abad Colorado.
El mismo fotógrafo que en su trabajo periodístico retratara el horror y la crueldad, regresa ahora incluso a la ya inexistente finca en donde fueron asesinados su abuelo y su tío, acompañado por su tía, quien fue testigo de la atrocidad y quien, más de 50 años después, reza con Chucho en una iglesia vacía y le cuenta que ya perdonó; pero, que el mal recuerdo durará lo que dure la vida. La mamá de Chucho, poco antes en la narración del documental, ha rezado con él tomado de su mano la plegaria franciscana por la paz: ¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz! Que allí donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, ponga yo perdón; […] Porque dando es como se recibe; olvidando, como se encuentra; perdonando, como se es perdonado; muriendo, como se resucita a la vida eterna.

Y de este modo, con la oración maternal que (lo cuenta Abad Colorado en el documental) es la mayor fuerza que lo sostiene en sus tribulaciones y peligros en el trabajo; a uno le queda claro que, por más duro o imposible que parezca, es el perdón el que obra en la lesa humanidad de la guerra procesos de restitución de su dignidad. Y así se va yendo la narración del documental, sin que uno pueda despegar ni un segundo los ojos de la pantalla ni siquiera para parpadear cuando las lágrimas empañan la mirada, ni siquiera para carraspear con el fin de espantar la tristeza, como único recurso cuando no se tiene la privacidad para llorarla a todo dar.

“Jesús Abad no se olvidaba de las personas que fotografiaba, se iba con el dolor compartido; pero, volvía con unas fotos para regalar, con información que recogía para ayudar; volvía con un abrazo y a esas víctimas las convertía en sus amigos. Era su forma de trabajar: ir reconstruyendo hechos, yendo y viniendo, tomando fotos y tomando notas, publicando historias periodísticas, ya no noticias, desenmascarando victimarios y también soñando con un país en paz. Todo eso se refleja en sus fotografías, en los huérfanos de San José de Apartadó, en el Cristo Mutilado de Bojayá, en el niño arreglando cadáveres en San Carlos, en las cientos de madres marchando con las fotos de sus hijos y esposos desaparecidos”[7].

Y entonces uno recuerda lo que Jesús Abad Colorado le dijo a El Tiempo, hace unos días:

“No estoy dejando un testimonio de mi país y sus gentes para que piensen en la calidad del fotógrafo. Trato de que quienes vean las fotos de lo que nos ha pasado hagan una reflexión, que entendamos que deberíamos ponernos no solo en los zapatos de esas víctimas que han sido humilladas y ofendidas, sino que nos pongamos en su piel y su memoria. Eso hablaría mejor del corazón de quienes opinan”[8].

Foto Jesús Abad Colorado.
Y uno piensa, mientras ve el documental, que eso es literalmente y absolutamente y maravillosamente cierto. Y que, por eso, como lo dijo Vanguardia, de Bucaramanga, así haya sido en la sección de entretenimiento y farándula, ‘El Testigo’ es un documental que todos los colombianos deben ver[9]. Y uno implora, para sus más recónditos adentros, que el presidente nominal que tenemos -por obra y gracia de la secta de la eterna presidencia- acepte la invitación que le hace Guillermo González Uribe, en su artículo “El testigo”: presidente Duque, la guerra es imposible de ocultar, y desista de desmantelar el Centro de Memoria Histórica, renuncie a sepultar el proceso de paz y entienda que –así su patrón le haya ordenado a él y a todos sus correligionarios dar por artículo de fe la inexistencia de la misma-, “la realidad de la guerra colombiana está profusamente documentada; ya es imposible ocultarla[10].

Foto Jesús Abad Colorado.
Y entonces uno agradece que exista el trabajo de Jesús Abad Colorado. Y celebra uno que
él pueda mirar los estragos de la guerra con los ojos del alma, dejando constancia de la realidad real. Y en su yo más profundo uno deplora y hasta maldice, inevitablemente mientras transcurre el documental, que la mediocridad y el arrodillamiento dominen la escena del periodismo nacional; que en lugar de periodismo lo que haya sea el perífono genuflexo de un sátrapa de chanclas y tonito de Yonofuí y que, por esa vía, se pregonen la banalización y tergiversación de los imaginarios sobre el conflicto armado interno en la Colombia profunda, y se azucen cotidianamente las monstruosidades de la guerra. Todo ello valiéndose de la torva reedición de las mentiras que repetidas mil veces se convierten en verdades, las cuales, en esta era de rótulos y eufemismos, son fake news.

Estudió Periodismo; pero, se graduó como reportero al lado de las lágrimas y la sangre de campesinos y colombianos humildes en los rincones más alejados de nuestra geografía. Trabajó sus primeros años como empleado en un medio; pero, pronto entendió que necesitaba alas, no quería discutir con editores, y comenzó su carrera desde la orilla de la independencia, guiado por sus instintos y la educación que de niño había recibido de sus padres. Eso bastó para dedicarse por más de 25 años a documentar el dolor humano en el conflicto colombiano. Ya las víctimas tenían nombre y tenían historia, ya no sólo era el muerto, sino el drama que había en cada familia y lo que seguía incluso diez años después, lo que normalmente no hacían los medios[11], cuenta León Darío Peláez[12], el fotoperiodista del más asombroso sentido común y del detalle siempre extraordinario; el que a cada realidad por dura que sea es capaz de encontrarle un lado amable y sacarle una sonrisa; el más franciscano y fabuloso retratista de San Pacho en Quibdó; el ojo avizor de las crudas realidades sociales; el retratista de la gente... Aunque León jura que lo suyo no es la palabra (sencillo, modesto y generoso como siempre), retrata así, con palabras, a su colega y amigo:

“El trabajo de Jesús Abad Colorado es el de un periodista que aprendió a narrar y a contar historias con fotografías en una época en que las letras y la palabra tenían más respeto y credibilidad. Fue el reportero que dejó de realizar el simple registro noticioso y humanizó el oficio volviéndose aliado de las víctimas, de los más débiles y de la verdad, que es la esencia del periodismo.
Foto Jesús Abad Colorado
 “Las fotografías de Chucho, como le gusta que le digan, son las de un hombre común, víctima también del conflicto y del desplazamiento, que ve en las personas que fotografía ese grito de desesperanza que los empuja al abismo del desarraigo, y hace que esas imágenes sean la memoria de muchas generaciones que no merecen volver a vivir momentos tan terroríficos” [13].

Cuando finaliza EL TESTIGO, nadie se levanta de su asiento en la sala de cine: todo el mundo permanece sentado hasta que los créditos terminan, entra el personal de aseo y las luces se encienden. Tampoco ahora el silencio es ocupado por muchas palabras. Más bien, sí, por muchos pensamientos. “Este testimonio fotográfico es una forma de luchar contra la guerra y el olvido”[14].


[1] Frase de León Darío Peláez, Editor de Fotografía Documental de Publicaciones Semana, en entrevista realizada el 27 de octubre de 2018.

[2] Entrevista a Juan Carlos Pérez Salazar, 28 de octubre de 2018.

[4] Juan Carlos Pérez Salazar, Editor de Noticias de BBC Mundo. Entrevista, 28 de octubre de 2018.

[5] El testigo. Memorias del conflicto armado colombiano en el lente y la voz de Jesús Abad Colorado. Op. cit.

[6] ‘La fotografía es una reserva maravillosa de la memoria’: Jesús Abad. El Tiempo, 19.10.2018. En: https://www.eltiempo.com/cultura/arte-y-teatro/abre-exposicion-el-testigo-de-jesus-abad-colorado-en-bogota-283412

[7] Entrevista a León Darío Peláez, 27 de octubre de 2018.

[8] ‘La fotografía es una reserva maravillosa de la memoria’: Jesús Abad. El Tiempo, 19.10.2018. En: https://www.eltiempo.com/cultura/arte-y-teatro/abre-exposicion-el-testigo-de-jesus-abad-colorado-en-bogota-283412

[10] González Uribe, Guillermo. “El testigo”: presidente Duque, la guerra es imposible de ocultar. El Espectador, 27.10.2018, Columnista invitado. En: https://www.elespectador.com/opinion/el-testigo-presidente-duque-la-guerra-es-imposible-de-ocultar-columna-820478

[11] Entrevista a León Darío Peláez, 27 de octubre de 2018.

[12] León Darío Peláez es Editor de Fotografía Documental de Publicaciones Semana. Entre sus innumerables trabajos están las fotografías de las Fiestas de San Pacho en Quibdó, con las cuales documenta la Unesco la incorporación de esta fiesta en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Ver: https://ich.unesco.org/es/RL/fiesta-de-san-francisco-de-asis-en-quibdo-colombia-00640

[13] Entrevista a León Darío Peláez, 27 de octubre de 2018.

[14] Jesús Abad Colorado, en el Discurso de aceptación del Premio internacional a la libertad de prensa 2006, otorgado por el CPJ (Comité para la protección de los periodistas). En:


lunes, 22 de octubre de 2018


Carlos Arturo Truque
Tan largos sus frutos como corta su existencia

“Al hablar de Carlos Arturo Truque tenemos que empezar diciendo que estamos enfrentados a un excelente narrador. A un maestro del cuento[1]. // …Yo pienso que, a partir de la cuentística de Truque, el cuento se vigoriza y se airea mucho en el contexto de la literatura colombiana… Truque se perfilaba como el García Márquez del Pacífico colombiano; sino que, infortunadamente, la muerte lo visitó muy temprano y solamente tuvimos la oportunidad de conocer un volumen de cuentos de este autor” [2].

Gabriel García Márquez y Carlos Arturo Truque.
Tomada de: 
https://narrativabreve.com/2016/04/cuento-
de-carlos-arturo-truque-vivan-los-companeros.html

La primera vez que se ganó un concurso literario, Gabriel García Márquez le ganó a un escritor chocoano, nacido en Condoto, quien obtuvo el tercer premio. Carlos Arturo Truque Asprilla se llamaba este escritor, de cuyo natalicio se cumplen 91 años este 28 de octubre y cuya vida, tan corta como intensa, transcurrió en Condoto, Cali, Popayán, Buenaventura y Bogotá. A pesar de lo corta que fue su vida, este condoteño ha sido considerado, en los estudios literarios colombianos, como todo un maestro del cuento; así como se ha reconocido ampliamente su contribución al desarrollo en Colombia de dicho género, que en aquellos tiempos estaba recién afincado entre los maestros de la narrativa norteamericana, de la cual se nutrió toda una generación de escritores colombianos. “Mi padre fue un escritor de una existencia muy corta, de 42 años, que ha dejado un legado en veintiséis cuentos que enaltecen la cuentística colombiana por la calidad de sus textos, que si uno los ve ahora parece que hubieran sido escritos en este momento”, dice una de sus hijas, la escritora Sonia Nadezhda Truque.[3]

Actuando como jurados del Concurso de Cuento de la Asociación de escritores y artistas de Colombia, en julio de 1954, Hernando Téllez, Rafael Maya, Próspero Morales Pradilla, Daniel Arango y José Humberto García, otorgaron el primer premio a Gabriel García Márquez, por su cuento Un día después del sábado[4]; el segundo premio a Guillermo Ruiz Rivas, por su cuento Por los caminos de la muerte[5]; y el tercer premio a Carlos Arturo Truque, por su cuento Vivan los compañeros[6].

Dentro de sus respectivas características, modalidades y tendencias, cada uno de estos cuentos es excelente[7], anota el jurado y presenta en su informe una valoración de cada uno de los tres escritores y cuentos premiados. A García Márquez lo reconoce como un “magnífico escritor… […] (con) una notoria habilidad literaria y un estilo lleno de aciertos, de sobria belleza”, así como resalta su originalidad, su propósito artístico y su sentido estético; sin embargo, le encuentra “una pequeña falla que en nada invalida el mérito real del cuento”. A Ruiz Rivas lo identifica en línea de continuidad con el costumbrismo nacional y antioqueño de la época; con la diferencia de que el autor introduce en su cuento el “hecho político-social contemporáneo de la violencia”. Sobre el trabajo de Truque, anota el jurado: “El tercer cuento “Vivan los compañeros”, [es] si así podemos decirlo un término medio entre la novedad literaria del señor García Márquez y el tradicionalismo del señor Ruiz Rivas. El cuento del señor Truque es casi una narración, pero con un acierto de síntesis y de ritmo. El estilo es hermoso y sencillo. El fenómeno de la violencia política también, como en el cuento del señor Ruiz Rivas, constituye el trágico fondo. En unos pocos trazos queda definida la psicología de los hombres sometidos a la dura prueba de la crueldad[8].

Carlos Arturo Truque Asprilla nació en Condoto, el 28 de octubre de 1927, y murió en Buenaventura, el 8 de enero de 1970, a la edad de cuarenta y dos años, dos meses y once días. Su hija Sonia cuenta que su papá era “hijo de Sergio Isaac Truque Müller y Luisa Asprilla; su madre era afrodescendiente del Pacífico colombiano, mientras su padre era hijo de alemanes que habían llegado al Chocó como mineros para la explotación de platino[9].

En su famoso ensayo autobiográfico La Vocación y el medio. Historia de un Escritor, el propio Truque se refiere al contexto de su nacimiento:

“Nací en la era mecánica, en un pueblo que la desconocía. Cualquier pueblo de Colombia, de esos que se quedan en un remanso de la civilización y que conservan como tesoro más preciado lo elemental de la existencia. Hasta mis ocho años no conocí la barrera que separaba a unos seres de otros. Como el pueblo era pobre, nadie pensó nunca que la riqueza era un factor para brillar y valer más que los que no la poseían. Siendo un pueblo de negros, nadie imaginó que las diferencias de pigmentación pudieran abrir abismos insalvables y ser usadas para establecer la dominación y el repudio sobre quienes se consideraron inferiores. Vine, si así puede decirse, limpio a la vida”. [10]

Siendo Truque muy niño, su familia se traslada transitoriamente a Buenaventura, donde empieza sus estudios de primaria y “donde su padre se dedicó al comercio, llegó a ser un hombre próspero y se convirtió en líder político conservador[11]. Posteriormente, contado por el propio Truque, “desde el pueblo fui trasladado a Cali, que por entonces comenzaba a tener aires de gran ciudad, y matriculado en la escuela pública de San Nicolás… Me gustaba estudiar y me destaqué muy pronto como uno de los mejores alumnos de la escuela. Hacía, cuando sucedió lo inesperado, el tercer grado elemental[12].

Lo inesperado a lo que Truque se refiere es la vivencia del primer acto de racismo explícito y estructural en su contra, a la temprana edad de ocho años; el cual fue protagonizado por “el mequetrefe de mi maestro”, que “nos endilgaba…sus buenos discursos sobre el nacionalsocialismo (España estaba en plena Guerra Civil), muy adobados con comprensibles capítulos de Mi lucha[13]. Inexplicablemente para Truque, que era el mejor alumno de su clase, el mismo profesor que así lo había reconocido le decretó reprobado el año. La situación fue vilmente rematada por el papá del condiscípulo menos aprovechado de su clase, quien le dijo a la acudiente de Truque que este era un “negro sinvergüenza”, una porquería que no iba a servir para nada y que lo pusiera a trabajar. Este hecho, que “trajo consecuencias irreparables[14] está narrado in extenso en el ensayo que sobre el particular hemos citado.

Truque “comienza sus estudios de bachillerato en Cali, en el Colegio de Santa Librada, con el apoyo de su tío Elcías Truque”; y los culmina en el Liceo de la Universidad del Cauca, universidad donde “comenzó la carrera de ingeniería, de la que solo cursó un año dado que no era su vocación sino la decisión de su padre. Su determinación de no terminar sus estudios lo condujo a un largo rompimiento con su progenitor, que era bastante rígido y autoritario con sus hijos[15].

Es entonces, ahí en Popayán, donde Carlos Arturo Truque confirma y elige su vocación literaria, publicando sus primeros trabajos en revistas estudiantiles y en el periódico El Liberal; así como confirma y elige su vocación política, como un correlato de la vida y la escritura: “él fue un hombre muy comprometido con las causas sociales, militó en el Partido Comunista, fue muy perseguido por la dictadura de Rojas… tuvo muchas dificultades por su posición política y su condición racial, pues imagínate en los años 50 ser negro y escritor en Bogotá, eso era una cosa muy difícil[16].

Fabio Martínez, escritor, investigador y profesor de la Universidad del Valle, amplio conocedor de la obra de Truque, corrobora la exclusión de la que Truque fue objeto por motivos raciales: “hasta hace poco en Colombia ser negro y al mismo tiempo escritor era un despropósito que se pagaba con el olvido. Carlos Arturo Truque, quien murió en Buenaventura a la edad de cuarenta y dos años, no fue ajeno a esta forma de exclusión[17]. “Truque, quien en la actualidad es más estudiado en la academia norteamericana que en la nuestra, fue víctima en su época de la exclusión, y en más de una ocasión, fue estigmatizado por ser pobre, negro y comunista[18].

Carlos Arturo Truque, con su esposa Nelly Vélez y sus tres hijas.
Tomada de la edición digital de Carlos Arturo Truque,
Valoración crítica. Universidad del Valle-Programa Editorial. 
Antes de radicarse en Bogotá, Truque trabajó en un juzgado en los Llanos orientales, entre los 20 y los 24 años de edad. Regresa a Buenaventura en el año 1951 y “conoce a Nelly Vélez Benítez, joven oriunda de Palmira, cuando trabajaba como locutora en una emisora en Cali. Luego de casarse el 4 de octubre de 1952, deciden vivir en Buenaventura donde trabajaba con la Flota Mercante Gran Colombiana, como registrador de carga en el muelle[19]. Allí conoce a su paisano Cicerón Flórez Moya[20], también condoteño y entonces adolescente, y a su futura esposa Ángela Góngora; así como al poeta chileno Andrés Crovo[21], y con ellos se embarca en proyectos periodísticos que “desestimó al intuir que su norte estaba en Bogotá, ciudad donde fijó su residencia en 1954[22], y adonde llega con su esposa, su hija mayor y su excepcional talento.

Allí, en Bogotá, experimentará Truque todo tipo de inconvenientes, escollos, obstáculos, dificultades; pero, definitivamente, ese era su paso del Rubicón, pues, aunque no cupo del todo en las elites bogotanas, su talento indiscutible le granjeó simpatías y amistades, e incluso apoyos materiales, de algunas plumas en boga: “él fue muy amigo de Eduardo Pachón Padilla, de José Luis Díaz Granados, de GOG, que fue el Director de las Lecturas Dominicales de El Tiempo. Pero, por su condición afro, por su condición de negro, de una u otra manera como que no cabía en las grandes elites de Bogotá; y esto de alguna manera lo marcó negativamente[23].

Yvonne América Truque. Tomada de:
https://poetassigloveintiuno.blogspot.com/2014/12/yvonne-america-truque-141-95-poeta-de.html
Nacen en ese entonces su complicidad artística y social, y su amistad con Manuel Zapata Olivella, las cuales durarían hasta el final de su vida. Ese momento y esa amistad son evocados así por la escritora Yvonne América Truque, otra de las hijas de Carlos Arturo Truque: “Mi padre fue un gran escritor, un intelectual. Crecí en un ambiente que favorecía mi formación y mi comprensión del arte y la literatura. Recuerdo las tertulias de mi padre y sus amigos en nuestra casa… (y cómo) olvidaba los poemas de Rubén Darío y de Rafael Pombo que mi padre me pedía declamara ante sus invitados. Olvidaba los fragmentos del Macbeth de Shakespeare, que con las hijas de Manuel Zapata Olivella jugábamos a interpretar en tardes de sábado o domingo. Pero, nunca olvidaba los pasos de la cumbia o del currulao, o del mapalé que bailaba desde muy temprana edad y que aún me hace vibrar. Hablo de recuerdos entre los cuatro y los nueve años, más o menos; hablo de los automatismos sociales y familiares que nada tienen que ver con la herencia genética, sino más bien, como bien lo explica Henri Laborit, con la transmisión de conocimientos entre generaciones[24].

Carlos Arturo Truque. Tomada de:https://narrativabreve.com/2016/04/cuento-de-
carlos-arturo-truque-vivan-los-companeros.html
Los premios, que habían empezado a llegar antes de Bogotá, son un aliciente en su difícil situación económica, que el escritor y su esposa sortean con amor y valentía. El Premio especial del Festival de Berlín, en 1951, por su obra dramática Hay que vivir en paz, “marcaría el inicio de sus años de reconocimiento”, según su hija Sonia[25]. “En 1953 ganó el Premio Espiral -que se otorgaba gracias al esfuerzo solitario del editor español Clemente Airó- con el libro Granizada y otros cuentos, lo que motivó al escritor, como ya se mencionó, a trasladarse con su familia a Bogotá al año siguiente. […] Una vez en Bogotá, en 1954, y durante los años de represión, la Asociación de Escritores y Artistas de Colombia le otorga el tercer premio por su cuento “Vivan los compañeros”. Luego en 1958 ocupa el tercer lugar en el Concurso Folklórico de Manizales con su cuento “Sonatina para dos tambores” y en 1956, en el V Festival de Arte de Cali recibe una mención por el cuento “El día que terminó el verano”.[26]

Después de tanta zozobra, al finalizar la dictadura de Rojas y hasta el año 1963, Truque consigue diversos trabajos estables: en el Ministerio de Educación Nacional; en la revista Cromos; en la Embajada de Haití; como traductor de inglés y francés; como libretista en la Radiodifusora y en la naciente televisora nacional, entre otros. “En 1957, luego de la caída de Rojas Pinilla, su condición económica y su bienestar general y el de su familia mejoraron. Por fin un comunista pudo acceder a un cargo en el sector público. Es nombrado, primero, en el Ministerio de Educación Nacional, y, luego, hace parte de la delegación de la Embajada de Haití. Pareciese que por fin la vida le sonríe a este hijo del “Litoral Recóndito”, pero como está signada por la dificultad, la contradicción y la ironía, en 1964 se hace de nuevo presente la desgracia, que no andaba muy lejos, solo escondida[27].

No obstante, en ese momento, Truque era ya el autor fecundo de 25 cuentos memorables con sitial de honor en la literatura colombiana e hispanoamericana, gratificantes para sus lectores, pródigos en lecciones para sus estudiosos. Sus títulos, en el orden en el que aparecen publicados por el Ministerio de Cultura en el tomo V de la Biblioteca de Literatura Afrocolombiana[28], son: Vivan los compañeros, Granizada, La noche de San Silvestre, Sangre en el Llano, El día que terminó el verano, Sonatina para dos tambores, La fuga, La diana, El encuentro, Fucú, El misterio, Martín encuentra dos razones, Dos hombres, Porque así era la gente, La aventura de Tío Conejo, La muerte tuvo cara y sello, José Dolores arregla un asunto, Lo triste de vivir así, El collar, Las gafas oscuras, De cómo Jim empezó a olvidar, Puntales para mi casa, La otra oportunidad, El Pigüita, Longinos.

Los veinticinco cuentos que componen la breve obra de Truque son reflejo de su carácter rebelde y su mirada sobre la discriminación social y racial. Defendió el género del cuento como "descripción exhaustiva de un momento vital"… Sus personajes, atormentados y excluidos, transitan por la Guerra de los Mil Días, las protestas de la zona bananera, las guerrillas del Llano, los poblados negros del Pacífico[29]. “…A pesar del parco reconocimiento que la sociedad colombiana demuestra a sus auténticos valores culturales, los cuentos de este notable narrador chocoano se abren paso contra viento y marea, echando puertas abajo, derribando insondables muros críticos y cruzando fronteras y océanos hasta lograr enraizarse en la conciencia de innumerables lectores tanto en español como en otras lenguas[30].

Sonia Nadezhda Truque. Tomada de:
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día... / en que levamos anclas para jamás volver... / Un día en que discurren vientos ineluctables / ¡un día en que ya nadie nos puede retener![31]. Y ese día llegó para Carlos Arturo Truque Asprilla: “En 1964 se rompe definitivamente la vida del escritor, al sufrir una trombosis cerebral que lo dejó incapacitado para trabajar y escribir. Durante su enfermedad estuvo rodeado de amigos como Manuel Zapata Olivella, quien logró encontrarle un cupo en el Hospital de La Hortúa; el ex magistrado Jairo Maya Betancourt, quien le demostró una preocupación de hermano; y de Otto Morales Benítez, Matilde Espinosa y Luis Carlos Pérez, entre otros. Hasta su deceso, su esposa Nelly lo animó para que siguiera escribiendo. Se contrataron varias secretarias, y con terapias y gran esfuerzo logró escribir algunos cuentos, pero el estado de ánimo decaía; no obstante, dejó varios escritos a mano que su esposa rescataría. Muere en Buenaventura, Valle del Cauca, el 8 de enero de 1970 a la edad de cuarenta y dos años”[32]. “Una trombosis cerebral -acuciosa y altanera, como yo la llamo, se le adelanta a la Muerte, que –no faltaba más– llega prematura. A su deceso le sigue –presuroso e injusto, también paradójico y sarcástico– su olvido. No importa que haya estado predestinado a ser uno de los mejores escritores del país”[33].

Colombia Truque Vélez, con un funcionario
del área cultural de la Embajada de Chile en Colombia. 2015.
Tomada de su página de Facebook.
No pudo el olvido deliberado imponerse sobre el talento y la gloria naturales de Truque. Poetas, narradoras, artistas, mujeres comprometidas con la construcción de “la vida limpia que no hemos tenido la oportunidad de vivir[34], con “una fe profunda en la fuerza de los humildes[35], Sonia Nadezhda, Yvonne América (Bogotá, 1955-Montreal 2001) y Leticia Colombia, junto a su madre Nelly Cecilia, tampoco lo habrían permitido; pues nada justo habría sido privar a Colombia y al mundo de los largos y maravillosos frutos de la corta e intensa vida limpia de Carlos Arturo Truque Asprilla.



[1] Martínez Fabio (Prólogo). Universidad del Valle-Programa Editorial. Carlos Arturo Truque, Valoración crítica. Compilador: Fabio Martínez. Edición digital: septiembre 2017. 137 pp. Pág. 11. En: http://revistas.univalle.edu.co/omp/index.php/programaeditorial/catalog/download/69/32/1214-1?inline=1

[2] Entrevista al Profesor Fabio Martínez, en el programa Tiempo de Letras, una producción del Programa Editorial de la Universidad del Valle. En: https://www.youtube.com/watch?v=f2IIvcKdKwI (publicado el 19 de agosto de 2015).

[3] Entrevista a Sonia Nadezhda Truque. Revista Contorno Judicial. En:
https://www.youtube.com/watch?time_continue=50&v=9ACsFT_AA-s (Publicado el 27 de octubre de 2014). N.B.: en realidad fueron veinticinco cuentos y un ensayo.

[8] Ibidem.

[9] Truque, Sonia Nadezhda. COLOMBIA A CORAZÓN ABIERTO. En: Carlos Arturo Truque, Valoración crítica. Compilador: Fabio Martínez. Universidad del Valle-Programa Editorial. Edición digital: septiembre 2017. 137 pp. Capítulo 13, pp. 103-115. Pág. 103. Consultado en:

[10] Truque, Carlos Arturo. LA VOCACIÓN Y EL MEDIO. HISTORIA DE UN ESCRITOR. En: Carlos Arturo Truque, Valoración crítica. Compilador: Fabio Martínez. Universidad del Valle-Programa Editorial. Edición digital: septiembre 2017. 137 pp. Capítulo 1, pp. 15-24. Pág. 17. Consultado en: http://revistas.univalle.edu.co/omp/index.php/programaeditorial/catalog/view/69/32/1215-1

[11] Truque, Sonia Nadezhda. COLOMBIA A CORAZÓN ABIERTO. Op. cit. Pág. 103.

[12] Truque, Carlos Arturo. Op. cit. Pág. 17.

[13] Ibidem.

[14] Ibidem, pág. 20.

[15] Truque, Sonia Nadezhda. COLOMBIA A CORAZÓN ABIERTO. Op. cit. Pp. 103-104

[16] Entrevista a Sonia Nadezhda Truque. Revista Contorno Judicial. En:

[17] Universidad del Valle-Programa Editorial. Carlos Arturo Truque, Valoración crítica. Compilador: Fabio Martínez. Edición digital: septiembre 2017. 137 pp. Pág. 14 (Prólogo por Fabio Martínez). En: http://revistas.univalle.edu.co/omp/index.php/programaeditorial/catalog/download/69/32/1214-1?inline=1

[18] Ibidem, pág. 2

[19] Truque, Sonia Nadezhda. COLOMBIA A CORAZÓN ABIERTO. Op. cit. Pág. 104

[20] Después de toda una vida dedicada al periodismo activo, el Maestro Cicerón Flórez es actualmente asesor emérito de La Opinión, diario de Cúcuta del cual fue jefe de redacción, subdirector y director. En 2011 recibió el Premio Simón Bolívar a la Vida y obra de un periodista.

[21] Esposo de la famosa Ministra de trabajo María Elena Jiménez de Crovo.

[22] Truque, Sonia Nadezhda. COLOMBIA A CORAZÓN ABIERTO. Op. cit. Pág. 104.

[23] Entrevista al Profesor Fabio Martínez, en el programa Tiempo de Letras, una producción del Programa Editorial de la Universidad del Valle. En: https://www.youtube.com/watch?v=f2IIvcKdKwI (publicado el 19 de agosto de 2015).

[24] Adams, Clementina. Ivonne América Truque: patriotismo, exilio y denuncia en su obra poética. Entrevistas a la autora. En: Universidad de Antioquia. Revista Estudios de Literatura Colombiana, N° 32, enero-junio, 2013, ISSN 0123-4412, pp. 147-163. Pág. 149. Consultado en:

[25] Truque, Sonia Nadezhda. COLOMBIA A CORAZÓN ABIERTO. Op. cit. Pág. 105.

[26] Ibidem. Pp. 105, 106.

[27] Cabezas Rher, Enrique. UN FAMOSO ESCRITOR DESCONOCIDO. En: Carlos Arturo Truque, Valoración crítica. Compilador: Fabio Martínez. Universidad del Valle-Programa Editorial. Edición digital: septiembre 2017. 137 pp. Capítulo 2, pp. 25-28. Pág. 28. Consultado en:

[28] Truque, Carlos Arturo. VIVAN LOS COMPAÑEROS. CUENTOS COMPLETOS. Ministerio de Cultura de la República de Colombia, Biblioteca de Literatura Afroamericana, Tomo V. 2010. 212 pp. Consultado en: http://babel.banrepcultural.org/cdm/singleitem/collection/p17054coll7/id/4/rec/19

[29] Ibidem. Contraportada.

[30] Garcés González, José Luis. UN MUNDO IMPLACABLE Y DESGARRADO. En: Carlos Arturo Truque, Valoración crítica. Compilador: Fabio Martínez. Universidad del Valle-Programa Editorial. Edición digital: septiembre 2017. 137 pp. Capítulo 2, pp. 29-34. Pág. 31. Consultado en:

[31] Fragmento de Canción de la vida profunda, de Porfirio Barba Jacob.

[32] Truque, Sonia Nadezhda. COLOMBIA A CORAZÓN ABIERTO. Op. cit. Pp. 106-107

[33] Cabezas Rher, Enrique. Op. cit. Pág. 28.

[34] Truque, Carlos Arturo. LA VOCACIÓN Y EL MEDIO. HISTORIA DE UN ESCRITOR. Op. cit. Pág. 24.

[35] Idem. Ibidem.