lunes, 13 de febrero de 2023

 Dos periodistas ejemplares

>>Reinaldo Valencia Lozano y Primo Guerrero Córdoba.
FOTOS: archivo El Guarengue y Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

Reinaldo Valencia Lozano y Primo Guerrero Córdoba son -sin duda alguna- dos de los periodistas más destacados en la historia del periodismo chocoano, tanto por la calidad y profesionalismo de su trabajo, como por su incondicional reivindicación de los más genuinos intereses de su tierra. Su impecable compromiso con la región fue evidente -y relevante para la posteridad- en el apoyo, documentación y promoción de las más justas causas sociales, raciales y políticas en pro del bienestar del pueblo y la vigencia de sus derechos. Muestra de ello es el papel jugado por Reinaldo Valencia y su periódico ABC en el posicionamiento de los debates públicos que condujeron a que la Intendencia Nacional del Chocó fuera elevada a la categoría de departamento; y el rol definitivo de Primo Guerrero como corresponsal del diario El Espectador en la suspensión del plan de la dictadura de Rojas Pinilla de abolir este departamento y repartir su territorio entre sus tres ávidos vecinos: el antiguo Caldas -que hasta 1966 incluía a los actuales Risaralda y Quindío-; el Valle del Cauca y, cómo no, Antioquia.

Nacidos ambos en Quibdó, aunque con una diferencia de veinte años, pues Reinaldo Valencia nació en 1891 y Primo Guerrero en 1911, estos dos dechados de buen periodismo terminarían confluyendo en su ejercicio profesional y en sus causas comunes por la chocoanidad durante por lo menos diez años, a fines de la década de 1930 y hasta mediados de la década siguiente, cuando fallece Valencia, en Cartagena. Tal confluencia se dio como parte activa que ambos fueron del proyecto político chocoanista que para entonces estaba en todo su apogeo y que había sido construido por aquella lúcida generación de primeros profesionales nativos comprometidos con la reivindicación social, política y racial del Chocó: Alfonso y Gabriel Meluk Salge, Diego Luis Córdoba, Ramón Lozano Garcés, Osías Lozano Quintana, Sergio Abadía Arango, Eliseo Arango Ramos, Manuel Mosquera Garcés, Adán Arriaga Andrade, Jorge Valencia Lozano, Demetrio Valdés Ortiz, Daniel Valois Arce, Leopoldino Machado Rentería y Aureliano Perea Aluma; entre otras figuras de esta pléyade de buenos hijos de una región que -a diferencia de aquellos tiempos- en los últimos cincuenta años ha padecido con inusitada frecuencia la deslealtad de su progenie.

El 8 de diciembre de 1913 circuló por primera vez en Quibdó, como bisemanario, el periódico ABC, que posteriormente sería semanario y luego diario, y que al cerrar sus labores tres décadas después, en 1944, había alcanzado casi cuatro mil ediciones. A sus 22 años de edad, Reinaldo Valencia Lozano había fundado el periódico que quizás más impacto ha tenido en la vida social e institucional del Chocó y el que con mayor acierto registró el acontecer local y regional durante sus treinta y un años de existencia, convirtiéndose -hoy- en fuente privilegiada y de valor superior cuando de documentar aquella época crucial de nuestra historia se trata.[1]

Por las páginas del ABC, bajo la dirección de Guillermo Henry Cuesta, Francisco Córdoba Mena, Francisco T. Maturana y el propio Reinaldo Valencia, quien lo dirigió durante por lo menos diez años, transitaron las más brillantes plumas y las más democráticas voces de la época en los ámbitos municipal, departamental y nacional. El ABC registró, durante sus tres décadas de existencia, la vida completa del Chocó y de Quibdó, incluyendo desde las notas sociales y la vida económica, hasta los eventos culturales y los asuntos trascendentales de la política regional, como la rivalidad interprovincial entre el San Juan y el Atrato, que incluía ideas como convertir la Intendencia en dos comisarías; y la lucha posterior por convertirla en un departamento que, al decir de algunos de los escritores del ABC, sería para Colombia el reemplazo de la pérdida de Panamá, por su futuro halagüeño y pleno de prosperidad.

Aunque algunos autores[2] han documentado cómo en el ABC se privilegió una visión de clase, en detrimento de la visión racial, por obra y gracia de la mulatocracia reinante; otros reconocen que es en el ABC en donde la cuestión racial empezó a aparecer, a través de los escritos de personajes como Ramón Lozano Garcés, Diego Luis Córdoba y Alfonso Meluk: “A partir de los años 1930 surgió una ruptura en el discurso de la prensa regional, la cual se manifestó en la introducción paulatina del tema racial. El término “raza negra”, por ejemplo, que no era de uso frecuente en la prensa chocoana antes de los años de 1930, empezó a ser mencionado regularmente. Este cambio temático reflejaba una transformación en el perfil social de aquellos redactores de los periódicos, especialmente los del A.B.C”[3].

El significativo papel que jugaron Reinaldo Valencia como periodista y generador de opinión pública y su ABC como tribuna privilegiada de la vida del Chocó de su época es resumido por el investigador y periodista José E. Mosquera: “El impulso del proceso de departamentalización del Chocó fue una de sus principales banderas desde las páginas editoriales del ABC. De manera que el ABC se convirtió en la tribuna de la lucha de Valencia y de Dionisio Ferrer, Heliodoro Rodríguez, Francisco Córdoba, Armando Meluk, Emiliano Rey, Delfino Díaz, Julio Perea Quesada, Alfonso Meluk, Adán Arriaga Andrade, Salomón Salazar y Guillermo Henry Cuesta para que el Chocó fuera erigido departamento”[4].

Dos ediciones del periódico ABC, de Quibdó, del año 1914, cuando estaba recién fundado. FOTOS: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

El ABC de Reinaldo Valencia Lozano se convirtió en tribuna de la reivindicación del Chocó en el escenario nacional; en ágora simbólica de los debates sobre la autonomía regional y la institucionalidad política del Chocó; en academia virtual de las letras y el pensamiento propios; y en altavoz de los sentimientos de un pueblo que empezaba a actuar como sujeto social y político. Valencia Lozano fue, además, prolífico escritor, con obras como Río Abajo, una colección de sus artículos publicados en el ABC; Apostillas históricas, un trabajo sobre historia del Chocó; y “La cuna de Jorge Isaacs, donde plantea en una investigación minuciosa que el autor de “María” nació en Quibdó, y no en Cali. Este libro desató una intensa polémica en el Valle del Cauca y el prólogo es de uno de los traductores y críticos más significativos de la época en Colombia: Baldomero Sanín Cano, quien afirma en uno de sus apartes: “Además de su mérito como obra histórica, el trabajo del señor Valencia se recomienda literariamente por razones de claridad, método, sobriedad y corrección del lenguaje”[5].

Durante los primeros meses de 1954, cuando el ABC ya había dejado de publicarse, su fundador e inspirador había fallecido y no habían transcurrido ni siete años completos de la expedición de la ley que creó el Departamento del Chocó; empresarios y políticos antioqueños, vallunos, caldenses, conservadores todos, intrigaron ante el alto mando de la dictadura militar de Rojas Pinilla para que este acogiera la idea de que el Chocó no era viable como entidad territorial y que por ello lo mejor era que el gobierno lo repartiera como un botín entre los departamentos de Antioquia, Valle del Cauca y Caldas, adjudicándole a cada uno, según sus puntos limítrofes, la mayor cantidad de tesoros posibles, cuyas bondades y utilidades se reflejarían en el bienestar de la población.

Ante este “descuartizamiento decretado por el gobierno”, como lo llamó en su autobiografía Gabriel García Márquez, quien para entonces era reportero de El Espectador, de Bogotá, se levantó airosa y digna la figura de Primo Guerrero Córdoba, corresponsal en el Chocó de ese diario. Sutil y audaz como el que más, Guerrero no dejó de escribir, ni El Espectador de publicar, notas diarias sobre el malestar que la medida gubernamental había generado en el Chocó y acerca del intenso movimiento de protesta, que aún no lo era tanto, en contra de tan absurda y autoritaria y arbitraria determinación del militar que estaba al mando del país. “En la redacción del periódico dábamos por hecho que no había mucho que hacer para impedir el descuartizamiento decretado por un gobierno en malos términos con la prensa liberal. Primo Guerrero, el corresponsal veterano de El Espectador en Quibdó, informó al tercer día que una manifestación popular de familias enteras, incluidos los niños, había ocupado la plaza principal con la determinación de permanecer allí a sol y sereno hasta que el gobierno desistiera de su propósito… Estas noticias las reforzábamos a diario en la redacción con notas editoriales o declaraciones de políticos e intelectuales chocoanos residentes en Bogotá, pero el gobierno parecía resuelto a ganar por la indiferencia”[6]. Así narró García Márquez la situación que los reportes del corresponsal Guerrero generaban en la redacción de El Espectador, en donde el chocoano gozaba de indiscutible credibilidad y plena confianza.

A causa de sus escritos para El Espectador, que incluían denuncias de corrupción del régimen militar en el Chocó, Primo Guerrero Córdoba estaba en la mira del gobierno departamental desde hacía varios meses. En mayo de 1954, Manuel Salge Mosquera, secretario de Gobierno departamental, hizo encarcelar a Guerrero -por irrespeto a su autoridad y durante treinta días- ante su negativa tajante de retractarse de las denuncias que había hecho sobre malversación y uso indebido de fondos públicos y su reafirmación de lo que había escrito. Encarcelado por el régimen, Guerrero escribió una carta, dirigida al ministro de Gobierno, Lucio Pabón Núñez, dando cuenta de la situación y requiriendo justicia pronta. La carta, escrita y firmada de su puño y letra, desde su calabozo en la cárcel de Quibdó, la envió Guerrero a Guillermo Cano, director de El Espectador, y a José Salgar, jefe de redacción, para que estos hicieran entrega de la misma al ministro. Cano y Salgar, del mismo modo como durante días, semanas y meses, habían publicado las notas de su corresponsal denunciando la corrupción del régimen en el Chocó y relatando el descontento de la gente ante la intención de repartir su territorio entre los departamentos vecinos; apoyaron a Guerrero en sus quejas ante el ministro de Gobierno, denunciando en el periódico su situación y los atropellos de los que venía siendo víctima.

Mientras se resolvía su caso, Primo Guerrero Córdoba narró en El Espectador lo que había padecido en ese “calabozo infectado donde estuve encerrado por tres días, soportando malolientes olores, sin luz, sin aire y las tácitas consecuencias que se derivan de su inundación”[7]. Estas denuncias, su memorial dirigido al ministro de Gobierno y el apoyo editorial de El Espectador influyeron para que su detención fuera oficialmente suspendida al décimo día y el secretario Salge Mosquera renunciara a su cargo por las presiones públicas y el descrédito político. Su libertad soliviantó a algunos militares del destacamento de Quibdó, quienes lo hostigaron y provocaron sistemáticamente, tildándolo de disociador y perturbador de la normalidad y el orden público, de subversivo y de “peligroso revolucionario comunista al servicio de Moscú”. No obstante, el corresponsal Guerrero no bajó la guardia y siguió escribiendo sobre el descontento del pueblo chocoano y su oposición a la medida de suprimir el departamento y anexar su territorio, dividido en tres partes, a los departamentos limítrofes.

Parque Centenario. Quibdó, septiembre de 1954.  FOTO: Guillermo Sánchez/El Espectador.
Marcha de protesta contra el proyecto gubernamental de supresión del Departamento del Chocó y repartición de su territorio entre Antioquia, Caldas y Valle del Cauca. La bandera es portada por el entonces gobernador militar, Capitán Luis A. Cano. El cuadro que llevan los dos muchachos es "Homenaje al boga", del pintor chocoano Francisco Mosquera Agualimpia.

En septiembre de 1954, con Gabriel García Márquez como reportero y Guillermo Sánchez como fotógrafo -enviados especiales de El Espectador desde Bogotá- y el corresponsal del diario, Primo Guerrero Córdoba, como guía, apoyo y promotor de las protestas; el intenso movimiento ciudadano en contra de la tentativa de supresión del Chocó y su repartición entre vecinos limítrofes, sumado a las gestiones adelantadas en Bogotá por chocoanos ya reconocidos en la escena política e intelectual nacional, dio al traste con la intentona del régimen militar de eliminar del mapa político y administrativo de Colombia el departamento del Chocó e incrementar el tamaño y las riquezas de sus tres vecinos. Júbilo en las calles y en el Parque del Centenario de la Independencia, en Quibdó. El disparate había sido contenido. El “corresponsal veterano” le había ganado la partida al régimen militar y a sus más enconados detractores.

Antes de su salto a la escena nacional por su relevancia en ese intenso movimiento social, Primo Guerrero Córdoba ya era ampliamente reconocido en la escena local y regional de Quibdó y el Chocó, por su significativa influencia en cuanta materia sustancial fuera útil al empeño del desarrollo del departamento, como la educación, el trabajo y la autonomía política. Así, Guerrero formó parte de la nómina de profesores del histórico Colegio Carrasquilla, en donde se formaban, año tras año, las nuevas generaciones que construyeron una voz propia de la chocoanidad. Igualmente, la claridad de los planteamientos hechos por Guerrero al gobierno de la Revolución en marcha, de López Pumarejo, influyó en la decisión de agilizar la construcción de la Normal de Varones de Quibdó y de un sinnúmero de escuelas y colegios públicos, mediante los cuales se ampliarían las garantías del derecho del pueblo chocoano a la educación, durante el periodo de Adán Arriaga Andrade como Intendente Nacional del Chocó y Vicente Barrios Ferrer, como director de Educación Pública.

A Primo Guerrero Córdoba, consagrado estudioso y lector de política y literatura, se le atribuye la introducción de las ideas comunistas y socialistas en el liberalismo regional del Chocó, incluyendo el hecho de promover la adscripción de Diego Luis Córdoba al ala socialista del partido y su influencia permanente como mentor de Córdoba en este campo del ejercicio político. De hecho, se llegó a decir que, si Tomás de Aquino Moreno era la mano derecha de Diego Luis Córdoba en la conducción del movimiento de Acción democrática, Primo Guerrero era su mano izquierda.

Desde dicha perspectiva, siendo uno de los primeros promotores del establecimiento de jornadas laborales de ocho horas y salarios legales y justos, Primo Guerrero Córdoba fue también sostén y apoyo del obrerismo chocoano en la segunda mitad de la década de 1930, junto a otros connotados intelectuales y activistas, como Andrés Fernando Villa (Aristo Velarde), Higinio Garcés (seudónimo de Ramón Lozano Garcés), Alfonso Meluk Salge y el mismo Diego Luis Córdoba.

En el marco de las ideas socialistas y los debates sobre los derechos de los obreros, promovidos por Primo Guerrero, el 11 de noviembre de 1934, en el caserío de La Vuelta, perteneciente al entonces Corregimiento de Lloró, del Municipio de Quibdó, es constituido el primer sindicato de trabajadores de la empresa minera Chocó Pacífico, con el apoyo de los jóvenes estudiantes universitarios quibdoseños Toribio Guerrero Velásquez, Fernando Martínez Velásquez. y Marco Tulio Ferrer S.[8] Al año siguiente, el 24 de julio de 1935, es reconocida jurídicamente la Sociedad Obrera del Chocó, afiliada a la Confederación de Trabajadores de Colombia, en cuyo proceso de formación fue fundamental el aporte de Primo Guerrero. Posteriormente, a comienzos de la década de 1940, se conformarán el Sindicato de Lavanderas y Planchadoras, dirigido por Cenobita Velásquez y el Sindicato de Albañiles y Ayudantes, presidido por Pascual Padilla.

Primo Guerrero Córdoba nació en Quibdó el 21 de agosto de 1911 y murió en Bogotá el 16 de agosto de 1984. Reinaldo Valencia Lozano nació en Quibdó el 15 de octubre de 1891 y murió en Cartagena en 1946. Durante toda su vida y a lo largo de su admirable trayectoria, estuvieron siempre a la altura de la historia, con los pies en la tierra que los vio nacer y con la verdad completa de los hechos como emblema de su ejercicio profesional del periodismo. Valencia Lozano desde el ABC, Guerrero Córdoba desde En Guardia y El Espectador, fueron intelectuales siempre al día con el mundo, escritores de pluma donosa, periodistas comprometidos con las causas y las luchas de su pueblo y de su gente. La pasión que los movía en la política jamás nubló la razón que los guiaba en el periodismo, más bien la iluminó. 


[1] En El Guarengue se pueden leer varios artículos sobre el nacimiento y el significado del ABC en la historia del Chocó: *Las lecciones del ABC (6 de mayo de 2019): https://miguarengue.blogspot.com/2019/05/laslecciones-del-abc-primera-pagina-del.html *Con los pies sobre la tierra y la verdad por delante: La paz y el desarrollo, compromisos éticos de la comunicación y el periodismo. 1ª parte (9 de diciembre de 2019): https://miguarengue.blogspot.com/2019/12/con-los-pies-sobre-la-tierra-y-la.html 2ª parte (16 de diciembre de 2019): https://miguarengue.blogspot.com/2019/12/con-los-pies-sobrela-tierra-y-la-verdad.html *Reinaldo Valencia y su ABC, 10 de febrero de 2020: https://miguarengue.blogspot.com/2020/02/reinaldo-valencia-y-su-abc-1-reinaldo.html

[2] Hernández Maldonado, Juan Fernando. La chocoanidad en el siglo XX. Representaciones sobre el Chocó en el proceso de departamentalización (1913-1944) y en los movimientos cívicos de 1954 y 1987. Trabajo de grado. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias Sociales, Carrera de Historia. Bogotá. 2010.

[3] Mena Abadía, Brenda. Discursos sobre un Chocó olvidado. Representaciones sobre raza y región en la prensa chocoana en la primera mitad del siglo XX. Trabajo de grado como Historiadora. Escuela de Ciencias Humanas. Universidad del Rosario. Bogotá, abril 2016.

[4] Mosquera, José E. Reinaldo Valencia, un líder visionario. El Mundo, Medellín, 16 de octubre de 2014.

[5] Carvajal Rueda, Alfonso. Diversidad de la literatura chocoana. El Manduco, julio 13 de 2019. En: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2019/07/diversidad-de-la-literatura-chocoana.html

Aristo Velarde (seudónimo de Andrés Fernando Villa), neguaseño, amigo y colega de Reinaldo Valencia, sostuvo con él una ingeniosa polémica sobre el origen de Jorge Isaacs, que para Valencia era Quibdó, mientras que para Velarde era Neguá. Al respecto, se puede leer en El Guarengue “Neguá”: https://miguarengue.blogspot.com/2023/01/negua-cesar-conto-ferrer-andres.html

[6] Gabriel García Márquez. Vivir para contarla. Bogotá, Editorial Norma, 2002. 579 pp. Pág. 532-538.

[7] El Campesino. Un líder cívico que Chocó no olvida. 19 de mayo 2017. https://elcampesino.co/lider-civico-choco-no-olvida/ 

[8] Sobre la creación del sindicato de trabajadores de la empresa minera Chocó Pacífico, en 1934, se puede leer en El Guarengue “Confluencias”:

https://miguarengue.blogspot.com/2020/01/confluencias-draga-n-2-de-la-compania.html

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