lunes, 27 de febrero de 2023

 Leyner

 ~Pogue. Ilustración tomada de:
Pogue, un pueblo, una familia, un río, Cocomacia, 2015.

“Ser un hombre de paz y vivir estas situaciones de persecución es bastante duro y le quita a uno muchas noches de sueño. Sentir que en cualquier momento te van a matar, sentir la intranquilidad de uno no poder ser libre, sentarse en una esquina y tomarse un café, caminar las calles normalmente, solo, como lo pudiera hacer cualquiera, pues es bastante difícil y extraño y también doloroso, porque uno siente que ha perdido… Pero precisamente por eso es que hay que trabajar por la paz, porque es que si no trabajamos por la paz más líderes van a estar en esa situación o incluso en situaciones peores que la que yo estoy viviendo”. Leyner Palacios, marzo 2021.[1]

Leyner Palacios Asprilla ha sido nuevamente amenazado de muerte y conminado, junto a su familia, a salir del Chocó en un plazo perentorio. “Tengo mucho miedo y me voy a esconder para que no me matenhe comprendido que la amenaza es la puerta al cementerio”, escribió Leyner en su cuenta de Twitter (@PalaciosLeyner), hace ocho días, el domingo 19 de febrero de 2023, en un mensaje de anuncio público de esta nueva y desgraciada intimidación. Como todas las de su desalmada calaña, esta amenaza forma parte de una estrategia delictiva sistemática, destinada a desestimular y a desaparecer en Colombia la defensa de los derechos humanos y la promoción de procesos de paz; el resarcimiento de las víctimas del conflicto armado, mediante el establecimiento de la verdad; y la implantación de medidas para hacer justicia e impedir la repetición de todo acto en contra de la vida...; acciones estas a las que Leyner -quien no llega a los cincuenta años de edad- ha dedicado más de la mitad de su vida.

Cuando Leyner Palacios Asprilla nació, Pogue era un pueblo tranquilo y sosegado, en donde la vida y la muerte transcurrían con la misma naturalidad de los ríos y quebradas que lo circundan; un caserío recóndito que ni en los mapas aparecía, adonde se llegaba luego de tres horas largas de navegación río Bojayá arriba -en bote con motor fuera de borda- desde su desembocadura en la orilla del Atrato, en Bellavista, la cabecera municipal desaparecida por la atrocidad del 2 mayo de 2002, que hasta su nombre se llevó, pues la prensa la bautizó como la masacre de Bojayá.

Leyner aún era un niño cuando los gérmenes de esa organización ejemplar e histórica para el pueblo afrocolombiano que es COCOMACIA -Consejo Comunitario Mayor de la Asociación Campesina Integral del Atrato- empezaron a ser sembrados en su tierra natal por la Diócesis de Quibdó, las Agustinas Misioneras, los Misioneros del Verbo Divino, maestros rurales de índole altruista como Dionisio Arias Chaverra y los primeros dirigentes campesinos, como Saulo Enrique Mosquera Palacios (diciembre 8 de 1954 - 23 de mayo de 2021), consumado e inolvidable líder de la causa étnica y cultural y de la organización comunitaria de su pueblo; en donde sobresalía, además de su alta estatura y su nítida voz -con la que también cantaba alabaos y contaba historias como todo un griot- por la sabiduría de sus palabras, la profunda comprensión del valor integral de su territorio, su intuición admirable sobre el futuro por construir en materia de derechos y su presencia siempre amable y servicial, hospitalaria y generosa.

De gente como Saulo y otros pioneros del compromiso organizativo con los derechos de su pueblo, aprendió Leyner Palacios Asprilla el que desde joven convirtió en su oficio vital: la defensa de la vida y los derechos de su gente. Y es por ello, simple y tristemente por ello: por defender la vida y los derechos de su gente, por lo que -como ocurre desde hace tantos años, tantos que se ha pasado la mitad de su vida huyéndole a la muerte- ha sido nuevamente y criminalmente sentenciado y forzado a salir de su territorio este exintegrante de la Comisión de la Verdad (Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición), organismo que estructuró y entregó al país el relato más completo que del conflicto armado se haya construido en la historia nacional; incluyendo en primera plana la voz de las víctimas y desenmascarando, junto a ellas, más de una verdad oculta o no reconocida y más de un pecado -no precisamente venial- del Estado colombiano y sus instituciones como agente activo del conflicto armado durante más de medio siglo.

Saulo Enrique Mosquera Palacios y Leyner Palacios Asprilla.
FOTOS: Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas-UBPD y Colprensa.
En medio del cristalino silencio de los montes repletos de vida, en donde se aprende desde la primera infancia a distinguir -nomás por su canto- cada uno de los pájaros del bullicio canoro del amanecer; nació la voz de Leyner Palacios Asprilla, la voz elemental que -sin gritar- pregona que la vida hay que respetar, y por eso -una vez más- la pretenden silenciar los pérfidos enemigos de la paz, de la justicia, de la dignidad.


[1] Canal Capital y Comisión de la Verdad. Frente al Espejo. Capítulo 14. Camino Al Informe. Leyner Palacios, de líder a Comisionado. En: https://www.youtube.com/watch?v=i_3SyBpV_6g

 

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