lunes, 25 de julio de 2022

 Hasta que llegaron los paisas
*Comercio y publicidad en Quibdó 1930-1934*
Quibdó a principios de la década de 1930.
FOTOS: Misioneros Claretianos.

Como era de usanza en la publicidad de la época, en las primeras décadas del siglo pasado en el Chocó, el texto de los avisos comerciales era básicamente narrativo e informativo. No obstante, era frecuente que en los avisos se incluyeran frases o lemas motivacionales orientados a destacar la novedad y exclusividad de los productos, sus marcas y su procedencia extranjera, al igual que la honradez y seriedad de los comerciantes, como argumentos de venta. Eran ante todo enunciaciones textuales de la oferta comercial disponible, tal como puede verse en un anuncio de la tienda de don Raúl Cañadas, de septiembre de 1930, el cual es un buen ejemplo de lo dicho. Su título es: “De gran conveniencia para usted” e incluye a renglón seguido una lista detallada de artículos, así:

“Bombillos de 10, 15, 20 y 25 bujías. Jabón de Reuter y Heno del Campo. Molinos "Corona". Chupones. Entretenedores. Plumeros para el aseo de muebles. Cepillos para dientes. Navajas. Azafates chinos. Juegos de ollas de aluminio de 6 piezas. Ligas para brazo. Toallas grandes. Cordones para zapatos. Peinillas. Pijamas. Peinetas IceCool. Relojes despertadores. Betún. Alpiste. Pistachos. Pocillos chinos. Chicle de menta y rosado. Papel de bloc y de oficio: rayado y sin ellas”.[1]

Mejor dicho: de todo, como en botica, diría el viejo dicho. “¡Lo citamos para que se convenza!”, finaliza el aviso, que va firmado: “Tienda de Raúl Cañadas”.

“¡Acérquese usted y admírese!”. Así termina el texto del aviso de prensa del almacén “Los Barranquilleros”, propiedad de la firma Benveniste & Erza, publicado en la edición del periódico ABC del 15 de marzo de 1930, en Quibdó, donde se anuncia “un surtido especial para caballeros y damas”, que el día anterior, en un aviso similar donde se anuncia la apertura del almacén, es descrito de la siguiente manera:

Nuevo almacén. En breve se abrirá en esta ciudad un almacén con un surtido completo de las mejores conservas del mundo, linóleum y tapetes. Una sección especial de perfumería. "Cutex" para el arreglo de las uñas. Esmaltes y barnices de toda clase. Atomizadores, dulces ingleses, aceite de linaza, algunas especialidades médicas de la casa americana Chase".[2]

Al igual que el resto de Colombia, la ciudad de Quibdó y toda la región chocoana vivían entonces los efectos de la crisis mundial del capitalismo, que había comenzado con la catástrofe del mercado de valores de Nueva York, en 1929, y que se prolongaría por lo menos hasta mediados de la década de los años 30. Especialmente graves eran las repercusiones en la Provincia del San Juan, en particular en Condoto[3]. No obstante, la crisis se convierte en argumento publicitario, en un aviso bastante sugestivo e ingenioso, publicado en el ABC del 15 de febrero de 1930, titulado: “Victrolas en el Pasaje Bechara”, cuyo texto era el siguiente:

No le tema a la crisis. El pasaje Bechara, interesado en que el espíritu alegre del público no decaiga y la flor de su ilusión nunca se marchite, ha logrado establecer la subagencia de los afamados productos Víctor Talking Co., de Camden, Estados Unidos. Acaba de recibir la primera gran remesa consistente en un lote considerable de Victrolas Ortofónicas en todos los tamaños y estilos, mil discos fabricados en el mes pasado, siendo sobreentendido que son lo último en materia de arte musical. Agujas de gran resonancia, en cajitas de 200 cada una y a precios desconocidos en la plaza. Todo de acuerdo con la mala situación. Doble la hoja de la tristeza y no hago caso de la crisis”.[4]

Pasaje Bechara. Quibdó, 1930.
FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

El comercio en la ciudad y la región es dominado, en la época, por firmas, empresarios y comerciantes de origen sirio-libanés, los llamados turcos; y cuenta también con alguna participación de nacionales de origen caribe, de Cartagena, Barranquilla y el Sinú, así como unos cuantos chocoanos que han empezado a hacer fortuna y unos cuantos inmigrantes de otras nacionalidades: italianos, españoles, ingleses, norteamericanos, rusos, franceses… La diversidad de procedencias y lenguas, usos y costumbres, diferentes culturas y visiones del mundo, se reflejará -por lo menos hasta mediados del siglo XX- en la oferta comercial y de servicios presente en los establecimientos económicos de la Intendencia Nacional del Chocó, de su capital Quibdó y de poblaciones como Istmina y Condoto. Cuál más, cuál menos, todos intentan mantener dicha oferta aún en los peores momentos de la llamada Gran Depresión, lo cual se refleja en su presencia publicitaria en el insuperable diario ABC[5].

A través de dicha presencia publicitaria, los comerciantes de Quibdó ofrecen productos y mercancías de lujo o de consumo suntuario en muchos casos, o por lo menos poco accesibles en los tiempos de crisis económica y escasez monetaria que se viven; tales como los gramófonos u ortofónicas del Pasaje Bechara, los potes de anguila y de hongos italianos, el salchichón extranjero a $1,60 la libra, los licores, telas, conservas alimenticias y enlatados, linóleos y otros objetos decorativos importados de los Estados Unidos, de Inglaterra y España por las diferentes casas comerciales.

Se publicitan igualmente servicios como el de alquiler de carros, ofrecido por la Empresa de Automóviles de Meluk & Nauffal, con “los mejores automóviles de la ciudad, los más cómodos y silenciosos, y choferes cultos”. Por su parte, “Ismael M. Piedrahíta, quien según su anuncio en ABC tiene un local en la casa de don Marcial Vivas, costado de la joyería de Rafael Paz, en la calle 1ª con carrera 1ª:

“Saluda atentamente a los habitantes de Quibdó y pone a sus órdenes sus servicios de chofer de profesión con 4 años de práctica, licenciado para enseñar, patentado en Medellín, buenas cartas de recomendación y garantía absoluta en el manejo. También ofrece sus servicios en la reparación de automóviles, relojería, composición de máquinas de coser, revólveres, victrolas, etc., a precios convencionales”.[6]

Un verdadero todero el señor Piedrahíta y bastante oportuno para una ciudad en la que, a pesar de la crisis, están de moda desde la década anterior los automóviles y las ortofónicas, los relojes finos de pared o de pulso, y las maquinas de coser -especialmente Singer- que al finalizar la década de 1930 ya formarán parte del ejercicio laboral y comercial de las modistas más insignes de la ciudad.

Aun en los malos tiempos la vanidad tiene su lugar en la vida de ciudades como esta que es Quibdó, tan cosmopolita y mundana. Por ello, casi nadie se sorprende cuando, a principios de octubre de 1930, dos peluqueros franceses se hacen cargo de la Peluquería y Barbería Barranquilla. Vienen precedidos de la fama de haber manejado la peluquería del Club Cartagena y de haber sido propietario de una peluquería en París uno de ellos. La nota publicitaria en el periódico ABC lo reseña así:

Peluquería con franceses. En el vapor ‘Atrato’ llegaron a la ciudad los profesores franceses Huard y Boudaud, a encargarse de la peluquería y barbería ‘Barranquilla’, propiedad de don Julio C. Zúñiga A. Son especialistas en ondulaciones, decoloraciones, masajes. Sabemos además que últimamente manejaban la Peluquería del Club Cartagena. Más todavía: el profesor Raúl Huard fue propietario en Saint–Denis 55 Rue de la República del ‘Salon de Coiffure pour Dames & Messieurs’”.[7]

Del mismo propietario -el señor Zúñiga Ángel- y simultáneamente con la peluquería, se inaugura un salón deportivo “de bailes, patines, etc., que merece visitarse por cuanto en él pueden pasarse ratos muy amenos”[8]. Bajo el título “Patinaje femenino en Quibdó”, en la edición 2289 del ABC, el 8 de octubre de 1930, se publica una nota específicamente sobre el salón deportivo, la cual concluye con una anotación bastante curiosa -por su tono y su evidente sesgo sexista- sobre las “pueriles timideces” que las damas deben dejar para “disfrutar de tan galante ofrecimiento”, o sea, la oferta de los cursos de patinaje, que contribuyen “a realzar la belleza femenina”. Esta es la nota promocional, a la manera de los llamados publirreportajes, que se popularizaron en la prensa hacia los años 70:

Patinaje femenino en Quibdó. Nos comunica el señor Julio C. Zúñiga, propietario del magnífico salón deportivo que ha comenzado a funcionar en los bajos de su casa de la calle quinta, para que lo hagamos saber al público, que las damas, sin distingos de clases sociales, podrán hacer su aprendizaje en el saludable deporte de patinar, de manera completamente gratuita. Y promete, desde ahora y para siempre, prestar este servicio en la forma antes dicha, no importa que hayan llegado a dominar por completo el deporte, que, a más de ser convenientísimo para el desarrollo físico de la juventud, contribuye a realzar la belleza femenina. Gustosos damos la noticia y esperamos que, dejando pueriles timideces, quieran las damas disfrutar de tan galante ofrecimiento”.[9]

Y así sucesivamente, la vida comercial de Quibdó desfila por las páginas del periódico ABC, con avisos que promocionan todo tipo de actividades, bienes y servicios. La fábrica de gaseosas de A&T Meluk en Quibdó. La planta productora de hielo de don Domingo Malfitano en Condoto, que produce 24 arrobas de hielo cada doce horas y uno de cuyos bloques deslumbra por su desmesura a  la redacción del ABC. El aviso mediante el cual se reconoce al señor Saturnino Caicedo M. “como agente propagandista de las Escuelas politécnicas del Plata, de Buenos Aires (Argentina), a quien pueden dirigirse las consultas acerca de lo que se desee estudiar”, en su local de la Calle Roma en Quibdó.[10] Las películas y demás novedades del entretenimiento ofrecidas por el Salón Colombia, de Zúñiga Hermanos. La puesta en funcionamiento de la fábrica de pastas alimenticias La Estrella del Chocó, del señor Miguel Ángel Ferrer, que emplea “a diez señoritas y señoras que, a no dudarlo, llegarán a conseguir toda la habilidad de que son capaces las mujeres para esta clase de trabajos[11]. La llegada y las presentaciones de temporada del Circo Imperial de Variedades, en Quibdó y Condoto. Las promociones del Club económico de zapatos, de don Daniel J. Chaljub, y las del Club de vestidos de dril y de paño de la sastrería de don Gorgonio Palacios A. Las películas del Teatro Quibdó y la reorganización de “El Oso Blanco, principal centro de charla que hubo en otra ocasión en esta ciudad[12]. La oferta especial de Navidad de Aerodespachos Rey, de Cali: “vestidos de paño colores azul o negro, tres (3) piezas, hechos sobre medidas y libres de todo gasto, por la suma de $40 para entregar en Quibdó, Istmina, Tadó o Condoto[13], con paños ingleses y confeccionados por sastres diplomados…

Primera plana ABC, mayo 1933.
FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

Todo esto y mucho más -como diría otro aviso publicitario- se ofrece a diario en las páginas del periódico ABC, de Quibdó, entre 1930 y 1934. Mientras en el mundo todavía hay pánico por la estertórea situación del capitalismo, el Teatro Quibdó anuncia la presentación de la película Mata Hari, como “un espectáculo de primera clase”:

“Mañana miércoles se proyectará en el lienzo del Teatro Quibdó una superproducción hablada, Mata Hari, con Greta Garbo y Ramón Novarro, monumentales estrellas de la Metro Goldwyn Mayer. Estamos seguros de que usted, si no ha salido de Quibdó, no ha visto un drama de tanta intensidad y de tan exquisito arte como esa creación de la genial artista sueca. No se la pierda usted, es un espectáculo de primera clase”.[14]

A la vuelta de seis meses largos, el Intendente Nacional del Chocó, Adán Arriaga Andrade, recibirá un telegrama en donde le avisan que los trabajos de construcción de la carretera entre Bolívar (Antioquia) y Quibdó acaban de comenzar. Mientras tanto, por el camino de herradura que actualmente se usa, se espera la llegada de “los señores Roberto Gómez y Mr. Miller, altos empleados de la casa Singer, quienes vienen con el objeto de establecer negocios en Quibdó”[15]; noticia con la cual finaliza el mes de agosto de 1934.

Dos meses antes, el periódico ABC había informado que “se va a intensificar el comercio con Antioquia”, pues “un representante de numerosas fábricas y casas comerciales de Medellín llegó a Quibdó”. Se trataba de “don Bernardo Uribe Botero, estimado caballero, quien viene en una misión de gran consecuencia para el mercado del Chocó”, ya que “representa a varias de las más importantes firmas antioqueñas como la fábrica de hilados y tejidos Coltejer, Fabricato, Santa Fe, etc., etc., y trae muestrarios completos con el fin de interesar a los comerciantes del Chocó”[16].

La ofensiva comercial antioqueña hacia el Chocó ha comenzado en firme. A la postre, unos cuantos años después, a lo sumo una década, los comerciantes paisas terminarán desplazando en el mercado local y regional a cuanto turco, costeño o chocoano, gringo o extranjero de cualquier nacionalidad se atraviese en su camino. El periódico ABC no prevé las consecuencias del cambio de manos en el comercio quibdoseño y chocoano, que derivará en monopolio y transformará significativamente la vida presente y futura de la ciudad y la región, incluyendo su arquitectura y la propiedad de la tierra urbana, sobre todo en la zona central de Quibdó. De allí el buen augurio y el pronóstico favorable con el que ABC, en tono patriótico y nacionalista, y con un dejo de ingenuidad, comenta este trascendental hecho: 

“Estamos seguros de que, produciendo Antioquia artículos de primera calidad, a precios más bajos que los que se dan a la venta con procedencia del exterior, y sin ser de inferior calidad, el comercio de Quibdó, y del Chocó todo, dejará de ser tributario del mercado extranjero y aprovechará la presencia del señor Uribe Botero, y la del señor Alberto Jones, quien continuó su viaje hacia el San Juan, para intensificar sus relaciones con Antioquia, departamento al cual quedaremos definitivamente vinculados cuando esté terminada la carretera de Quibdó a Bolívar. La presencia del señor Uribe Botero en el Chocó es augurio feliz de que contamos con el alto comercio y con los fabricantes e industriales de Medellín, para la realización de nuestros ideales”[17].

 

Automóvil en Quibdó. s.f.
FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.



[1] Periódico ABC, Quibdó, 13 de septiembre de 1930.

[2] Periódico ABC, Quibdó, 14 de marzo de 1930.

[3] Detalles de la gravedad de crisis económica pueden leerse en “Doble la hoja de la tristeza y no haga caso de la crisis”. La Gran Depresión en el Chocó, 1930: https://miguarengue.blogspot.com/2022/04/doblela-hoja-de-la-tristeza-y-no-haga.html

[4] ABC, Quibdó, edición Nº 2136. 15 de febrero de 1930.

[5] Para conocer más sobre el periódico ABC y su trascendencia histórica para el Chocó y la prensa nacional, se pueden leer en El Guarengue los tres artículos que a continuación se indican. 

6 de mayo de 2019: https://miguarengue.blogspot.com/2019/05/laslecciones-del-abc-primera-pagina-del.html 

9 de diciembre de 2019: https://miguarengue.blogspot.com/2019/12/con-los-pies-sobre-la-tierra-y-la.html 

10 de febrero de 2020: https://miguarengue.blogspot.com/2020/02/reinaldo-valencia-y-su-abc-1-reinaldo.html

[6] Periódico ABC, Quibdó. 19 de septiembre 1930, edición Nº 2278.

[7] Periódico ABC, Quibdó. 7 de octubre 7 1930, edición Nº 2288.

[8] Ibidem.

[9] Periódico ABC, Quibdó. 8 de octubre de 1930, edición Nº 2289.

[10] ABC, Quibdó, 22 de noviembre de 1930. Edición Nº 2316.

[12] ABC, Quibdó, 3 de noviembre de 1930.

[13] ABC, Quibdó, 13 de noviembre de 1934. Edición Nº 2913.

[14] ABC, Quibdó, 14 de agosto de 1934. Edición Nº 2867.

[15] ABC, Quibdó, 30 de agosto de 1934. Edición Nº 2875.

[16] ABC, Quibdó, 30 de junio de 1934. Edición Nº 2847.

[17] Ibidem.

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