lunes, 18 de abril de 2022

 “Doble la hoja de la tristeza 
y no haga caso de la crisis”

-La Gran Depresión en el Chocó, 1930-
FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó. Ca. 1925

Es el martes 23 de septiembre de 1930. El mes termina dentro de una semana, exactamente, dando paso a los festejos centrales en homenaje a San Francisco de Asís, patrono de la ciudad, que este año serán inolvidables. Atempera el clima una llovizna pertinaz e inocente, que a duras penas se nota sobre el espejo achocolatado de los charcos que en las calles dejó el aguacero de la noche del lunes. Decenas de quibdoseños leen con asombro, y con algo de pesar por lo que están viviendo sus paisanos istmineños y condoteños, las declaraciones que sobre la situación social y económica de la provincia del San Juan ha concedido al periódico ABC -diario del que ha sido cronista y redactor- el insigne educador y servidor público don Lisandro Mosquera Lozano, quien llegó de Istmina en el avión del día anterior.

“Como informamos ayer, nuestro compañero de redacción, don Lisandro Mosquera Lozano, llegó a la ciudad procedente de Istmina, en donde permaneció por espacio de cuatro años en el desempeño de un importante cargo oficial. Quisimos recoger sus impresiones sobre distintos tópicos y con tal fin charlamos buen rato con él”. Así introduce el ABC su nota titulada “La situación de los pueblos del San Juan”, en la que recoge las palabras de su ilustre entrevistado, quien de entrada sostiene que “la situación fiscal en el San Juan es pavorosa”[1].

Ya ha pasado un año del crac de 1929, con el cual comenzó la llamada Gran Depresión de la economía capitalista mundial, que habrá de prolongarse hasta finales de la década de 1930. Los flujos de capital extranjero, que hasta entonces parecían inagotables, se han detenido bruscamente, afectando, entre otros sectores, la minería y la extracción de maderas finas y productos no maderables de selvas colombianas como las del Chocó; al igual que los procesos de manufactura e industrialización que antes de la crisis estaban en auge en centros urbanos como Medellín y Bogotá. Se han incrementado los precios de gran cantidad de mercancías de venta corriente en el comercio de Quibdó, que ahora escasean en Barranquilla y Cartagena, desde donde son traídas en barco por el río Atrato. La reducción significativa de las importaciones de maquinaria y equipos, insumos y materias primas, ha disminuido el recaudo de impuestos por ese concepto, con notable efecto en el menoscabo de los presupuestos anuales de la Intendencia Nacional del Chocó. La sensible disminución del monto de recursos de inversión del presupuesto nacional girados a la Intendencia afecta, por ejemplo, la entrada en pleno funcionamiento del Hospital San Francisco de Asís, de Quibdó, que solamente viene a ser posible en el año 1935, gracias a los grandes esfuerzos de gestión del gobierno de Adán Arriaga Andrade[2] y a pesar de que había sido inaugurado en 1929 por su prestigioso y eficiente predecesor, Jorge Valencia Lozano.

La “pavorosa situación fiscal” de la provincia del San Juan, descrita así por Lisandro Mosquera Lozano en su testimonio al periódico ABC del 23 de septiembre de 1930, es una muestra cruda de los efectos locales, en el Chocó de entonces, de la crisis global de la economía producida por la Gran Depresión. La deuda de la tesorería intendencial del Chocó en esa provincia llegó a ser tan alta que equiparó el valor total que tendría el presupuesto intendencial cinco años después. Mosquera Lozano lo relata así: “La deuda de la tesorería intendencial pasa de $50.000 y las entradas son desconcertantes”[3], pues “la venta de licores está muy decaída y la de tabaco viene descendiendo rápidamente desde enero, a tal punto que ha llegado a unos dos mil pesos cuando en enero y meses anteriores producía un promedio de seis mil pesos. Las otras rentas no merecen citarse”[4]. La extrema gravedad de la deuda se puede imaginar si se tiene en cuenta que el presupuesto de la Intendencia Nacional del Chocó en 1935 alcanzará un total de $55.075.

La situación de empleados y contratistas de los municipios de la provincia del San Juan ha llegado a tal punto que ponen en venta sus sueldos por la tercera parte de su valor y hasta por la mitad de su valor se ofrecen las órdenes de pago. Y ni siquiera así resultan compradores en tan vesánico negocio, como lo explica Lisandro Mosquera Lozano en su radiografía de la situación para el periódico ABC. “Los empleados públicos están pasando grandes dificultades para la subsistencia. Los sueldos son vendidos con un 30% de descuento y no hay compradores porque nadie tiene dinero disponible. La situación fiscal de los municipios también es aterradora. Todos tienen grandes deudas para con el servicio público. Las órdenes de pago son ofrecidas hasta con el 40% y 50%, pero son rechazadas en todas partes”[5].

Condoto, 1930. FOTO: Misioneros Claretianos, Informe 1934.

No obstante, y aunque no abunden, sí hay quienes están dispuestos a negociar con la penuria económica de los empleados sanjuaneños. A principios de abril de 1930, un comerciante turco llamado Abraham Hauad, a través de su apoderado, Segundo Martín Serrano Bernal, presentó ante el juez primero del circuito provincial del San Juan, doctor Sergio Abadía Arango, varias demandas contra el Municipio de Condoto. Reclama ante la justicia el reconocimiento económico de una serie de “órdenes de pago compradas a los pobres empleados públicos con enormes descuentos”, tal como lo informa el periódico ABC, mediante una nota de su corresponsal en ese municipio, publicada el 14 de abril de 1930[6]. Respetuoso de la ley, al juez no le quedó otro camino que acoger las demandas y proceder al embargo de las rentas municipales de Condoto, “para pagarle al turco Abraham Hauad el fruto de sus especulaciones con lo que se iba a destinar al pago del servicio público. Afortunadamente, el municipio de Condoto, Dios mediante, pagará esa deuda al turco Abraham Hauad, quien continuará siendo persona poco grata a los habitantes del municipio"[7], informa la nota del periódico ABC firmada con el seudónimo de Condoteño, la cual concluye anunciando que toca esperar el resultado de la situación y remata de modo augural, con un refrán castellano: “Esperemos el resultado de todo esto, hay más días que longanizas[8].

No menos mala era la situación de los mineros, fueran o no empleados de las empresas extranjeras concesionarias de las minas de oro y platino en la provincia del San Juan, pues sufrían de modo indistinto los efectos de la estrepitosa caída de los precios del platino. “El Chocó está en la ruina. Los importadores yanquis cablegrafiaron ya que no envíen un grano más de platino, pues el precio del puro, que es el único que tiene ventas, entre los joyeros, descendió a $36 la onza”, se lee en el periódico ABC del lunes 14 de abril de 1930[9]. Seis meses después, “la compañía minera Chocó Pacifico ha licenciado muchos trabajadores de alta y baja categoría, lo que ha venido a aumentar el número de brazos desocupados”[10]. Para entonces, la onza de platino ha descendido a $12, cuando en sus momentos cumbres estuvo por encima de $50[11]. Campesinos y mineros del San Juan están emigrando hacia la provincia del Atrato en busca de oro, pues su precio nuevamente sobrepasa el del platino. El vívido relato de Lisandro Mosquera Lozano al periódico ABC conmueve a los lectores de Quibdó: “Las riberas del río Condoto, antes tan pobladas y llenas de vida, son ahora playas de desolación, inhabitadas. Las gentes han emigrado y están emigrando para el Atrato en busca del oro que vale hoy más que el platino. De El Tapón pasaron recientemente 600 hombres, mujeres y niños para las regiones del Andágueda en busca del metal amarillo. Constantemente pasan por Istmina los campesinos emigrados en dirección al Atrato, que ellos consideran hoy por hoy la tierra de promisión”[12].

El boom del platino ha llegado a su fin. Los incrementos de la producción en Canadá y Suráfrica, sumados a la recuperación de la producción rusa, al descubrimiento de sustitutos para el platino en diversos usos industriales y a los catastróficos efectos de la Gran Depresión, conducen al penoso estado de cosas en el que están viviendo los sanjuaneños, especialmente en Istmina y Condoto. “La situación económica de la provincia del San Juan es desconsoladora… El pueblo está pasando gravísimas dificultades. Las privaciones llegan al límite del sacrificio. Hay hambre en el pueblo, y a qué no decirlo con franqueza, en las esferas más elevadas también”[13], expresa Lisandro Mosquera Lozano, también desconsolado.

Pasaje Bechara.
FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó

Esa mañana de martes, en Quibdó, no son pocos los lectores del diario ABC que, impresionados por el relato de la situación y sin comprender del todo los intríngulis de la actualidad económica de los pueblos del San Juan, prefieren cambiar de relato. Quizás sea mejor pensar en otra cosa. Por ejemplo, que en la calle están diciendo que en el vapor Sautatá, cuyo pito se acaba de escuchar anunciando su arribo al puerto de Quibdó, ha llegado gran parte del puente metálico destinado al río Tutunendo, en la carretera hacia Bolívar (Antioquia), estructura esta que había sido pedida por la Intendencia para avanzar en tan importante obra. Esta es una buena noticia, innegablemente, de esas que quizás permita paliar las angustias de la crisis económica que se está viviendo y dejarse persuadir por el mensaje de un aviso publicitario de venta de victrolas ortofónicas, publicado en febrero de 1930: “No le tema a la crisis. El pasaje Bechara, interesado en que el espíritu alegre del público no decaiga, y la flor de su ilusión nunca se marchite, ha logrado establecer la subagencia de los afamados productos Víctor Talking Co., de Camden, Estados Unidos… Doble la hoja de la tristeza y no hago caso de la crisis[14]. Al anochecer, por los balcones de una casa situada sobre la carrera primera entra la brisa del Atrato y salen las notas de un pasillo de Pedro Morales Pino. Mañana será otro día y cada día trae su propio afán.



[2] La historia completa del hospital se puede leer en esta crónica de El Guarengue: https://miguarengue.blogspot.com/2020/04/un-hospitalde-primera-clase-dignode.html

[3] Periódico ABC, Quibdó. La situación de los pueblos del San Juan. 23 de septiembre de 1930. Edición 2281.

[4] Ibidem.

[5] Ibidem.

[6] Periódico ABC, Quibdó, 14 de abril de 1930, edición Nº 2176. El municipio de Condoto ha sido demandado por un turco.

[7] Ibidem.

[8] Ibidem.

[9] Periódico ABC, Quibdó, 14 de abril de 1930, edición Nº 2176. Entrevista del Representante Reinaldo Valencia a El Diario Nacional.

[11] Mayores detalles en: “Oro biche”, El Guarengue, 22 de noviembre de 2021:

https://miguarengue.blogspot.com/2021/11/oro-biche-balanza-artesanal-para-peso.html

[12] Periódico ABC, Quibdó. La situación de los pueblos del San Juan. 23 de septiembre de 1930. Edición 2281.

[13] Ibidem.

[14] Periódico ABC, Quibdó. Victrolas en el Pasaje Bechara. 15 de febrero de 1930, edición Nº 2136.

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