lunes, 14 de octubre de 2024

 Isnel Alecio Mosquera:
verdaderamente “El Poeta del Pueblo”
La fuerza poética de Isnel Alecio Mosquera Rentería y su capacidad extraordinaria para plasmar en sus versos el alma cultural, la historia y las luchas sociales y políticas del Chocó le hacen merecedor inobjetable de su título de Poeta del Pueblo. Sin duda, su obra ocupa un lugar meritorio en la poesía afrocolombiana y afroamericana. FOTOS: Portadas libros: El Guarengue; Isnel Mosquera: Corpografías-Bojayá.

Este texto fue escrito y publicado en junio de 1990 como presentación del libro Canto a mi pueblo, primera publicación de Isnel Alecio Mosquera Rentería, reconocido con justa razón como El Poeta del Pueblo. La edición fue realizada por la Diócesis de Quibdó, con el patrocinio de Misereor, con bellas ilustraciones originales del artista Fredy Sánchez Caballero, diseño y diagramación de Adolfo Gamboa Valencia e impresión de Gráficas La Aurora (Quibdó-Chocó), bajo la coordinación editorial de Jaime Salazar. 154 páginas y 48 poemas, distribuidos en dos partes: Despierta ya Pueblo mío (I Parte) y Opinión de un Campesino (II Parte) conforman el libro; que en mayo de 2014 encontró una especie de continuidad -como saga poética- en Sigo cantando a mi pueblo, publicado por la Universidad Claretiana y la Diócesis de Quibdó, con presentación del intelectual, profesor y escritor chocoano Néstor Emilio Mosquera Perea.

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“Mi pueblo es el cuerpo de mi canto
mi canto es sentimiento de mi pueblo
es mi voz de mi pueblo risa y llanto
porque mi boca es boca de mi pueblo”
Isnel Mosquera

Isnel Mosquera afirma que el Maestro del verso tradicional chocoano es Miguel A. Caicedo Mena. Es un reconocimiento sincero, que comparto como admirador irrevocable del trabajo poético de Caicedo y como estudioso del mismo desde hace varios años. Sin embargo, puedo decir que, así la maestría de Caicedo sea cierta, Isnel Mosquera no se queda atrás, ni es solo un discípulo aventajado de Caicedo; sino la renovación de Caicedo, el contrapunto necesario para la revitalización del patrimonio literario chocoano, que ha venido quedándose un tanto a la zaga, por lo menos en cuanto a escritura de oficio se refiere. ¿Y qué es lo que hay de revitalización en Isnel? Digamos algunas palabras que su obvia modestia, esa modestia honesta de los grandes cantores populares, impediría que él las dijera.

En primer lugar, como paralelo y no como comparación, veo en Isnel una mirada más hacia el futuro, desde las condiciones objetivas del presente, en cuanto a los temas de la chocoanidad se refiere: mientras Caicedo da cuenta perfectamente de las más hondas prácticas culturales chocoanas, en tanto cosmovisión y vida cotidiana; Isnel va más allá, ve a su pueblo como un hecho cultural, pero también como un hecho social y político. O sea que Isnel intuye y entiende que no se es ser cultural por separado del ser social y político. Mejor dicho: no solamente se tienen unas costumbres y se habla de tal o cual manera o se cuentan tales cosas y se comen tales otras. También -además- se analiza la vida críticamente, se discute sobre la situación estructural del entorno donde la cultura se desarrolla y se tienen en mente proyectos de lucha para la liberación socio-económica-política. En síntesis, en las poesías de Isnel, el pueblo chocoano es pueblo en cuanto cultura vernácula y tradicional -como en las poesías de Caicedo-; pero, simultáneamente, el pueblo chocoano es opresión, marginación, es segregación étnica y, por lo mismo, es proyecto organizativo popular para la liberación y el cambio, es etnia empobrecida en pie de lucha por sus derechos como etnia y como clase social.

El Maestro Caicedo es el pionero, ante cuyo ejemplo Isnel Mosquera renueva las banderas poéticas y les introduce una dimensión de corte integral, totalizante y englobante de una realidad multideterminada, de la cual sus poesías, como toda verdadera literatura, dan cuenta sin rodeos innecesarios, sin compromisos que reduzcan el quehacer literario a un servilismo político que descuide lo estético; combinando con maestría inobjetable el acto literario (momento de la creación) con el acto político (análisis de la realidad y fuente temática del poema)... Isnel Mosquera es verdaderamente el Poeta del Pueblo. Del pueblo sale, en él se mueve, como pueblo se reclama y reivindica, y al pueblo sirve con su arte. Reconocerle ese título a Isnel es lo más acertado que se haya podido hacer, porque en el título de Poeta del Pueblo está dicho todo lo que de él se puede decir.

Puesto que rebasa las intenciones de un prólogo, no es posible en esta ocasión adentrarnos en detalles analíticos de la obra de Isnel que ahora está en las manos del lector. Me limito, en espera de una ocasión más propicia, a decir que en este libro hay de todo y para todos los gustos, conservando siempre dos líneas fundamentales: el devenir cultural y el devenir histórico del pueblo empobrecido del Chocó, como trasfondo. Lo cual hace de Isnel un vocero autorizado de su etnia, de su pueblo, con las calidades poéticas de los mejores, a la altura de Candelario Obeso, Jorge Artel, Miguel A. Caicedo y, sin exagerar, de Nicolás Guillén, el cubano que le dio un grito negro al imperialismo envilecedor.

El honor que para mí significa prologar esta primera publicación de Isnel Mosquera posiblemente me haría decir más cosas; pero está bueno ya y no quiero retrasarle al lector, en caso de que no se haya saltado estas líneas, la delicia profunda de leer a un excelente poeta, que revela a un hombre igualmente excelente, cuyo trabajo (hay que oírlo cuando declama) es un grito al Chocó, a Colombia y al mundo sobre esta realidad afrochocoana, indígena y mestiza de opresión; un grito escrito con el lenguaje del pueblo, en los términos expresados en los versos que encabezan esta nota… Un grito de acción, cuya fuerza se capta mejor cuando uno lo escucha a él personalmente, con esa peculiar manera de decir, ese acento y esa energía propios de la tradición oral… Un grito de acción mediante el cual, en eso confiamos todos los que estamos comprometidos con la causa popular, este pueblo grande y valiente reduzca a sus tiranos a “los obscuros basureros de la historia”, como escribe Isnel, y siga la invitación de su Poeta a la organización para el cambio: “Despierta ya pueblo mío / a construir nuestra unión / pues al calor de la lucha / tendremos liberación”.

Julio César Uribe Hermocillo 
Quibdó, junio de 1990.

 

lunes, 7 de octubre de 2024

 Tres voces entrañables de la poética afrocolombiana

Jorge Artel, Edelma Zapata, Helcías Martán. 3 voces cálidas de la poética afrocolombiana. FOTOS: 1) Semanario Voz. 2) El Pilón. 3) Centro Cultural Isaacs-Universidad del Valle.

Desde el 2021, el 12 de octubre dejó de llamarse en Colombia con el equívoco nombre de día de la raza, para pasar a denominarse Día de la Diversidad Étnica y Cultural de la Nación Colombiana, un nombre claramente más apropiado y apegado a la realidad histórica nacional, que evoca nuestra diversidad como un atributo histórico y presente, y no como un rasgo borroso y desdeñable del pasado. En homenaje a esta idea, comenzamos octubre con tres voces poéticas afrocolombianas en El Guarengue:

Jorge Artel (Cartagena, 1909 – Malambo, 1994), uno de los pioneros de la poesía negra en Colombia, heredero de la tradición de Candelario Obeso; el poeta de Getsemaní le añadió a sus versos (Tambores en la noche) el fuego de las reivindicaciones de justicia para la masa empobrecida. En una ocasión visitó a Quibdó, y de allí sus ojos tuvieron con qué inmortalizar la noche del Chocó y de paso a Diego Luis: “el pueblo te quiere a ti, Diego Luis, el pueblo te quiere a ti…”.

Helcías Martán Góngora (Guapi, 1920 – Cali, 1984), bardo de los esteros, vate de los ríos, juglar de la selva y de su gente, El Poeta del Mar es una voz oceánica por la universalidad de su palabra luminosa y vasta; un asiduo de nuestros relatos del Chocó profundo; en este Guarengue donde somos devotos de su Humano Litoral y de sus Evangelios del hombre y del paisaje.    

Edelma Zapata Pérez (La Paz, 1954 – Valledupar, 2010), una digna hija de su padre, una poeta cuya muerte tuvo tanto de temprana como de lacerante y triste para la poesía afrocolombiana: “Detrás de la ventana / una rosa esparce la fragancia, / desde la tierra sube al cielo / un suave olor a primavera”; entonamos sus versos ante la memoria de su ausencia.



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NOCHE DEL CHOCÓ
Jorge Artel

Carmen Herrera-WomensArt 
X: @womensart1

En tus currulaos,
tus velorios y tus cortejos fluviales,
se prolongan los ritos,
como voces perdidas,
que hablan a mi raza del primitivo espanto
frente a la eternidad.

Un viento grávido
desordenado de malezas
y atrabiliarios ríos,
en el que circulan fatalistas creencias,
pesa sobre la estentórea
desolación de tus comarcas.

El ensueño limita con la selva,
la mirada limita con la selva,
la esperanza limita con la selva,
cuyos árboles nacen en la sangre
y aferran sus raíces
a la vida del hombre.

Tus horas son profundas y remotas,
como el rostro sombrío del Quibdó
constantemente flagelado
por el azote de la lluvia electrizada
de resplandores dramáticos.

Ahúman las riberas
robles y ceibas crepitantes,
espectros calcinados, almas en pena
que se consumen en sus fantásticos infiernos.

Noche del Chocó, ¡maestra en estrellas y silencios!,
vas perfumando el corazón de las maderas;
bajo el fondo de los ríos,
proteges un mundo mineral
de increíbles tesoros;
sobre la piel del habitante,
extiendes tu sombra
impregnada de misterios.

¡Alma de los caminos,
llave secreta de los pueblos!
Entre las cuencas impalpables
de tus manos con brisas
traes las yerbas
que ponen escorpiones de locura
en la fiebre de los mineros
y en la fatiga de los bogas solitarios.

Tú conduces el eco de los canaletes
donde los pescadores mandan sus mensajes
y sabes borrar las huellas
de aquellos que en la selva no encontraron su mañana,

Noche del Chocó,
¡propietaria absoluta
de todos los abismos!

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Georgia O'Keeffe-WomensArt
X: @womensart1
PRELUDIO PARA LEONOR GONZÁLEZ MINA
Helcías Martán Góngora

Si digo que tu voz es una mina
de plata y esmeraldas, yo me entrego
a un melódico juego
de palabras, Leonor González Mina
Alondra negra, peregrina
vestal de oscura porcelana
que el amor ilumina
con su llama africana
y el ancestro conmina
a oficiar la liturgia americana
en la meseta andina.

Tañe tu cuerpo de arpa de obsidiana
el viento, con sus remeros de palmera
Y el cantar es profética proclama
del negro que aún espera.
La sombra en ti se ufana
y traza una melódica frontera
en tu remota aldea,
al sur de una campana.
 
Tallada fuiste en la fluvial madera
en que se labra el lecho y la canoa
Erguida estás en la sonora proa,
isla para el rumor de la marea,
icono de carbón, diosa de brea.
Sea por ti mi loa,
en la sombra estelar,
tu preludio, ¡Leonor!
sobre el tambor
del mar.

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Amy Sherald-WomensArt
X: @womensart1
NEGRA
Edelma Zapata Pérez

Descendiente de africanos,
dicen que nací negra,
dicen que soy hija
de esclavas y de siervos,
dicen que por mi sangre
corre sangre de hombres
oscuros y desiertos.
Dicen que soy negra,
como la oscuridad de una noche
sin cielo,
sin estrellas blancas
que iluminen mi cuerpo.
Dicen que soy negra,
negra como la tierra,
que entre mis manos lloran
muchas cadenas viejas,
oxidadas por la sangre y por
el transcurrir del tiempo.
Es cierto que soy negra,
como el vestido oscuro
con que lloran al muerto.
Es cierto que soy negra
porque en mis venas llevo
el recuerdo, dulce y grato,
de esta raza de hombres
que fundieron lo negro,
el silencio y el tiempo.

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N.B. El poema Noche del Chocó fue tomado de LiteraPura: https://soundcloud.com/user-940821827/jorge-artel-noche-del-choco 

Los poemas de Helcías Martán y Edelma Pérez son tomados de la Revista Letras Nacionales N° 35, agosto 1977.