Tres voces entrañables de la poética afrocolombiana
Jorge Artel, Edelma Zapata, Helcías Martán. 3 voces cálidas de la poética afrocolombiana. FOTOS: 1) Semanario Voz. 2) El Pilón. 3) Centro Cultural Isaacs-Universidad del Valle. |
Jorge Artel (Cartagena, 1909 – Malambo, 1994), uno de los pioneros de la poesía negra en Colombia, heredero de la tradición de Candelario Obeso; el poeta de Getsemaní le añadió a sus versos (Tambores en la noche) el fuego de las reivindicaciones de justicia para la masa empobrecida. En una ocasión visitó a Quibdó, y de allí sus ojos tuvieron con qué inmortalizar la noche del Chocó y de paso a Diego Luis: “el pueblo te quiere a ti, Diego Luis, el pueblo te quiere a ti…”.
Helcías Martán Góngora (Guapi, 1920 – Cali, 1984), bardo de los esteros, vate de los ríos, juglar de la selva y de su gente, El Poeta del Mar es una voz oceánica por la universalidad de su palabra luminosa y vasta; un asiduo de nuestros relatos del Chocó profundo; en este Guarengue donde somos devotos de su Humano Litoral y de sus Evangelios del hombre y del paisaje.
Edelma Zapata Pérez (La Paz, 1954 – Valledupar, 2010), una digna hija de su padre, una poeta cuya muerte tuvo tanto de temprana como de lacerante y triste para la poesía afrocolombiana: “Detrás de la ventana / una rosa esparce la fragancia, / desde la tierra sube al cielo / un suave olor a primavera”; entonamos sus versos ante la memoria de su ausencia.
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NOCHE DEL CHOCÓ
Jorge Artel
En
tus currulaos,
tus
velorios y tus cortejos fluviales,
se
prolongan los ritos,
como
voces perdidas,
que
hablan a mi raza del primitivo espanto
frente
a la eternidad.
Un
viento grávido
desordenado
de malezas
y
atrabiliarios ríos,
en
el que circulan fatalistas creencias,
pesa
sobre la estentórea
desolación
de tus comarcas.
El
ensueño limita con la selva,
la
mirada limita con la selva,
la
esperanza limita con la selva,
cuyos
árboles nacen en la sangre
y
aferran sus raíces
a
la vida del hombre.
Tus
horas son profundas y remotas,
como
el rostro sombrío del Quibdó
constantemente
flagelado
por
el azote de la lluvia electrizada
de
resplandores dramáticos.
Ahúman
las riberas
robles
y ceibas crepitantes,
espectros
calcinados, almas en pena
que
se consumen en sus fantásticos infiernos.
Noche
del Chocó, ¡maestra en estrellas y silencios!,
vas
perfumando el corazón de las maderas;
bajo
el fondo de los ríos,
proteges
un mundo mineral
de increíbles
tesoros;
sobre
la piel del habitante,
extiendes
tu sombra
impregnada
de misterios.
¡Alma
de los caminos,
llave
secreta de los pueblos!
Entre
las cuencas impalpables
de tus
manos con brisas
traes
las yerbas
que
ponen escorpiones de locura
en
la fiebre de los mineros
y
en la fatiga de los bogas solitarios.
Tú
conduces el eco de los canaletes
donde
los pescadores mandan sus mensajes
y
sabes borrar las huellas
de
aquellos que en la selva no encontraron su mañana,
Noche
del Chocó,
¡propietaria
absoluta
de todos
los abismos!
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Georgia O'Keeffe-WomensArt X: @womensart1 |
Helcías Martán Góngora
Si
digo que tu voz es una mina
de
plata y esmeraldas, yo me entrego
a
un melódico juego
de
palabras, Leonor González Mina
Alondra
negra, peregrina
vestal
de oscura porcelana
que
el amor ilumina
con
su llama africana
y
el ancestro conmina
a
oficiar la liturgia americana
en la
meseta andina.
Tañe
tu cuerpo de arpa de obsidiana
el viento,
con sus remeros de palmera
Y el
cantar es profética proclama
del
negro que aún espera.
La sombra
en ti se ufana
y
traza una melódica frontera
en tu
remota aldea,
al sur
de una campana.
Tallada
fuiste en la fluvial madera
en
que se labra el lecho y la canoa
Erguida
estás en la sonora proa,
isla
para el rumor de la marea,
icono
de carbón, diosa de brea.
Sea
por ti mi loa,
en
la sombra estelar,
tu
preludio, ¡Leonor!
sobre
el tambor
del
mar.
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Amy Sherald-WomensArt X: @womensart1 |
Edelma Zapata Pérez
Descendiente
de africanos,
dicen
que nací negra,
dicen
que soy hija
de
esclavas y de siervos,
dicen
que por mi sangre
corre
sangre de hombres
oscuros
y desiertos.
Dicen
que soy negra,
como
la oscuridad de una noche
sin
cielo,
sin
estrellas blancas
que
iluminen mi cuerpo.
Dicen
que soy negra,
negra
como la tierra,
que
entre mis manos lloran
muchas
cadenas viejas,
oxidadas
por la sangre y por
el
transcurrir del tiempo.
Es
cierto que soy negra,
como
el vestido oscuro
con
que lloran al muerto.
Es
cierto que soy negra
porque
en mis venas llevo
el
recuerdo, dulce y grato,
de
esta raza de hombres
que
fundieron lo negro,
el
silencio y el tiempo.
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N.B. El poema Noche del Chocó fue tomado de LiteraPura: https://soundcloud.com/user-940821827/jorge-artel-noche-del-choco
Los poemas de Helcías Martán y Edelma Pérez son tomados de la Revista Letras Nacionales N° 35, agosto 1977.
Excelente, hermosos poemas gracias
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