lunes, 3 de junio de 2019


Cuando estudiar era un lujo
Miguel A. Caicedo, Quibdó, octubre 1986. Reproducción de una foto de Claudia Lucía Álvarez 
publicada en el libro ¿Qué es ser chocoano? Biografía cultural de Miguel A. Caicedo.

Continuamos con la serie Un chocoano llamado Miguel, en homenaje al Maestro Miguel A. Caicedo, el más grande poeta costumbrista y folclórico del Chocó, de cuyo natalicio se cumplen 100 años el 30 de agosto de 2019. En esta oportunidad les ofrecemos un testimonio del propio Maestro acerca de cómo funcionaba la Educación en el Chocó por los tiempos en los que él tuvo acceso a ella.

Yo había hecho en La Troje primero y segundo de Escuela; pero, en una forma tan tenaz, porque como a mí me criaron mis abuelos… Como le decía, cuando murió mi mamá, entonces mis abuelitos me reclamaron, mi papá me dejó allá con ellos. Pero, generalmente, la gente nuestra pensaba más en su mina que en cuestión de doctor, ¿ve? A ellos les interesaba era el laboreo de sus minas y sus platanitos sembraos, sus otras cositas ahí; pero, jamás, nunca, se pusieron a imaginar el… ¿qué te dijera yo?... el inculcar la importancia familiar por medio del estudio.

Cuando ya resolvían enviarlo a uno a la escuela era cuando uno reclamaba, que llegaba el mismo muchacho y tenía conciencia de que eso era una vía muy conveniente, la de su superación. Entonces comenzaba a bregar y, con mucho obstáculo, a los catorce años de edad lo hacían venir a uno a estudiar. Cuando vine a la Escuela Modelo, de Quibdó, yo tenía catorce años; pero, aquí hay personas que comenzaron a los diecinueve.

En todo caso, sobre eso no había mucho problema. Y eso se debía justamente a una costumbre de ellos. Porque, hasta antes de 1930, aquí en el Chocó la gente simplemente aprendía a firmar; lo que necesitaban los explotadores, que no supieran nada más. Porque el negro, que se encargaba era de trabajar, de producir, de comprar, debía ser ignorante, para ellos poderlo explotar. Esa fue la cosa, ¿ve? Porque esto aquí tuvo el dominio de la aristocracia durante mucho tiempo; es decir, los blancos eran los que mandaban, acomodaban, y todo. Eran blancos originarios de Europa; por ejemplo, podíamos destacar la familia de los Ferrer, que era el núcleo más grande, y otros que había ahí, como los Carrasco, los Valencia…

No era pues que al chocoano no le gustara estudiar. Era justamente que la situación social de entonces, ese apogeo de la aristocracia y de la cosa ahí, no les convenía que el negro se ilustrara.

Así, pues, que había una Escuela Modelo, hasta cuarto año y en ella terminaba la carrera académica de los negros. De allí, el negrito tenía que salir a cargar plátano o maíz, a hacer oficios, porque no tenía más salidero. Eso hizo que los abuelos tampoco vieran la posibilidad de que el tipo llegara muy alto y se despreocupaban también. Total: pa’ qué estudiar, pa’l fin y al cabo seguir cargando plátanos, que qué chiste era eso, decían los abuelos de uno. Entonces lo ponían a uno a aprender a hacer una batea, por ejemplo. Porque, eso sí, lo ponían a aprender a hacer alguna cosa.

Esa Escuela Modelo permaneció así hasta 1933, cuando vino Don Vicente Barrios Ferrer, lo trajeron como Secretario de Educación; porque ya había la intención de un grupo de elementos preparados, que estaban aquí, como para que se acabara esa situación. Diego Luis Córdoba, Ramiro Álvarez, Nicolás Rojas, Saulo Sánchez y otros se ingeniaron, fregaron, y entonces trajeron también a Adán Arriaga Andrade como Intendente. Adán y Vicente, esos sí podían venir, hacer las diabluras y volver a volarse, mientras que los que estaban aquí –la mayoría muy comprometidos con la aristocracia- no podían hacer más nada.

La Escuela Modelo era acá, en la Carrera Segunda, donde queda ahora la Alcaldía. Y por ahí, donde está la Universidad de madera, que le dicen, quedaba la Anexa al Carrasquilla. De ahí sí podían pasar al Colegio Carrasquilla; pero, de la Modelo no. Y a esa Anexa al Carrasquilla ingresaban únicamente los de la aristocracia y el negro que pudiera pagar -en ese tiempo- 80.000 pesos de hoy, año 1986[1]. Aquí en este otro bloque de la Universidad, en el amarillo, ahí funcionaba el Colegio de la Presentación, también de la aristocracia. Las pelaítas llegaban, en las escuelas de por ahí Atrato abajo, hasta tercero o cuarto; y, de ahí, pa’ su casa, a aprender a lavar ropa, a cocinar, a planchar, etc. Pero, lo que era más estudio, no. Entonces, los tipos que te mencionaba ahora habían querido pasar una proposición mediante la cual se creara un colegio para señoritas.

Adán Arriaga Andrade, Intendente y primer Gobernador del Chocó;
Ministro de Trabajo, considerado el padre del Derecho Laboral en Colombia.
Decano de la Facultad de Derecho y Profesor Emérito de la Universidad Nacional de Colombia
Bien. La diablura que hizo Vicente fue la siguiente. Llamó a los padres de familia, un viernes en la tarde, allí a la Carrera Segunda, donde está el Instituto de Seguros Sociales[2], que era una manga frente a la cual, donde hoy está el Cinco Pisos, había una casa de tres pisos, de madera, donde funcionaba la Dirección de Educación. Y les dijo: “Bueno, el gobierno paga la educación colombiana; de manera que, aquí en el Chocó, del lunes en adelante, no habrá discriminación de ninguna clase. La mitad de los estudiantes de la Escuela Modelo se me pasa a la Anexa al Carrasquilla y la mitad de la Anexa se viene a la Escuela Modelo”.

Oiga, le digo que esa tarde la gente a Vicente no lo podía era alcanzar y eso que hacían escalera humana, ¿ves?, pa’ treparse por esa pared, por la ansiedad que tenía la gente de que se abriera la Anexa. Entonces así pasamos la mitad de allá para acá. A mí me tocó venir acá a la Anexa en esa mitad, mientras transcurría el año 1936, cuando ahora sí todas las escuelas podían pasar, es decir, de cualquier escuela se podía pasar al Colegio Carrasquilla, de 1936 en adelante.[3]

Ese fue el primer golpe efectivo contra la aristocracia. El resentimiento de la sociedad fue fuerte y se hizo más grave cuando comenzaron los efectos positivos de dicha integración, pues los negritos eran hábiles y avasalladores. Conscientes de la responsabilidad, se tornaron más estudiosos, para conservar los primeros puestos. Algunos de la aristocracia retiraron a sus hijos y los enviaron a otras ciudades, para no verlos revueltos con esos baturros y mucho menos aventajados por ellos, porque en realidad eran muy pocos los que podían con la atropellada. Entre ellos destacamos a Medardo Ferrer, Reinel Aluma, Maximiliano Rey, Enrique Coutin, Ramón Arrunátegui y Ariel Rodríguez[4].

Para rematar la inolvidable diablura y darle un golpe de gracia a la aristocracia quibdoseña, Quibdó entero conoció sorprendido el Decreto N° 34, del 7 de febrero de 1934, que decía a la letra en su primer artículo: “La Escuela Anexa al Colegio Carrasquilla es una escuela pública y, por lo tanto, el ingreso a ella no causará derechos de matrícula ni de ninguna clase. Las cantidades recaudadas el presente año por concepto de matrículas, en la Anexa, serán devueltas a los consignantes por el Señor Administrador General del Tesoro. Firmado: Adán Arriaga Andrade, Intendente Nacional del Chocó. Vicente Barrios Ferrer, Director de Educación Pública[5].

El decreto derogaba todas las disposiciones que le fueran contrarias y de paso derogaba el carácter suntuario y excluyente que tenía la educación formal para la población negra del Quibdó de la época; el mismo donde, un mes más tarde, sería creado el Colegio Intendencial para Señoritas, mediante el mismo acuerdo del Consejo Administrativo de la Intendencia Nacional del Chocó por el cual se creaba uno similar en Istmina y se fijaba un sueldo de cien pesos mensuales para las señoritas Clementina Rodríguez y Carmelita Arriaga, primeras directoras, respectivamente, de estos establecimientos educativos.



[1] A valores de 2019, esta suma equivale a una mensualidad de más de Un millón de pesos.

[2] Actualmente es la sede de la sucursal Quibdó de Bancolombia.

[3] Este testimonio forma parte de una serie de entrevistas realizadas a Miguel A. Caicedo en septiembre y octubre de 1986, en Quibdó.

[4] Caicedo M., Miguel A. Panorámicas chocoanas. Quibdó, Gráficas Universitarias del Chocó, pág. 35.

[5] Ibidem. Pág. 37.

2 comentarios:

  1. Excelente escrito. Gracias a Dios hemos logrado superar algunas injusticias de esa epoca y seguimos luchando por superarnos y ser cada dia mejores

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    1. Son momentos históricos en los que los gobernantes de la época jugaron un papel igualmente histórico.

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