Cuando estudiar era un lujo
Miguel A. Caicedo, Quibdó, octubre 1986. Reproducción de una foto de Claudia Lucía Álvarez publicada en el libro de Julio César U. H. ¿Qué es ser chocoano? Biografía cultural de Miguel A. Caicedo. |
Continuamos con la serie Un
chocoano llamado Miguel, en homenaje al Maestro Miguel A.
Caicedo, el más grande poeta costumbrista y folclórico del Chocó, y uno de los más grandes educadores e intelectuales de la región; de cuyo
natalicio se cumplen 100 años el 30 de agosto de 2019. En esta oportunidad les
ofrecemos un testimonio del propio Maestro acerca de cómo funcionaba la
Educación en el Chocó por los tiempos en los que él tuvo acceso a ella.
Yo había hecho en La Troje primero y segundo
de Escuela; pero, en una forma tan tenaz, porque como a mí me criaron mis
abuelos… Como le decía, cuando murió mi mamá, entonces mis abuelitos me
reclamaron, mi papá me dejó allá con ellos. Pero, generalmente, la gente
nuestra pensaba más en su mina que en cuestión de doctor, ¿ve? A ellos les
interesaba era el laboreo de sus minas y sus platanitos sembraos, sus otras
cositas ahí; pero, jamás, nunca, se pusieron a imaginar el… ¿qué te dijera
yo?... el inculcar la importancia familiar por medio del estudio.
Cuando ya resolvían enviarlo a uno a la
escuela era cuando uno reclamaba, que llegaba el mismo muchacho y tenía
conciencia de que eso era una vía muy conveniente, la de su superación.
Entonces comenzaba a bregar y, con mucho obstáculo, a los catorce años de edad
lo hacían venir a uno a estudiar. Cuando vine a la Escuela Modelo, de Quibdó,
yo tenía catorce años; pero, aquí hay personas que comenzaron a los diecinueve.
No era pues que al chocoano no le gustara estudiar.
Era justamente que la situación social de entonces, ese apogeo de la
aristocracia y de la cosa ahí, no les convenía que el negro se ilustrara.
Así, pues, que había una Escuela Modelo,
hasta cuarto año y en ella terminaba la carrera académica de los negros. De
allí, el negrito tenía que salir a cargar plátano o maíz, a hacer oficios,
porque no tenía más salidero. Eso hizo que los abuelos tampoco vieran la
posibilidad de que el tipo llegara muy alto y se despreocupaban también. Total:
pa’ qué estudiar, pa’l fin y al cabo seguir cargando plátanos, que qué chiste
era eso, decían los abuelos de uno. Entonces lo ponían a uno a aprender a hacer
una batea, por ejemplo. Porque, eso sí, lo ponían a aprender a hacer alguna cosa.
Esa Escuela Modelo permaneció así hasta
1933, cuando vino Don Vicente Barrios Ferrer, lo trajeron como Secretario de
Educación; porque ya había la intención de un grupo de elementos preparados,
que estaban aquí, como para que se acabara esa situación. Diego Luis Córdoba,
Ramiro Álvarez, Nicolás Rojas, Saulo Sánchez y otros se ingeniaron, fregaron, y
entonces trajeron también a Adán Arriaga Andrade como Intendente. Adán y
Vicente, esos sí podían venir, hacer las diabluras y volver a volarse, mientras
que los que estaban aquí –la mayoría muy comprometidos con la aristocracia- no
podían hacer más nada.
La Escuela Modelo era acá, en la Carrera
Segunda, donde queda ahora la Alcaldía. Y por ahí, donde está la Universidad de
madera, que le dicen, quedaba la Anexa al Carrasquilla. De ahí sí podían pasar
al Colegio Carrasquilla; pero, de la Modelo no. Y a esa Anexa al Carrasquilla
ingresaban únicamente los de la aristocracia y el negro que pudiera pagar -en
ese tiempo- 80.000 pesos de hoy, año 1986[1].
Aquí en este otro bloque de la Universidad, en el amarillo, ahí funcionaba el
Colegio de la Presentación, también de la aristocracia. Las pelaítas llegaban,
en las escuelas de por ahí Atrato abajo, hasta tercero o cuarto; y, de ahí, pa’
su casa, a aprender a lavar ropa, a cocinar, a planchar, etc. Pero, lo que era
más estudio, no. Entonces, los tipos que te mencionaba ahora habían querido
pasar una proposición mediante la cual se creara un colegio para señoritas.
Adán Arriaga Andrade, Intendente y primer Gobernador del Chocó; Ministro de Trabajo, considerado el padre del Derecho Laboral en Colombia. Decano de la Facultad de Derecho y Profesor Emérito de la Universidad Nacional de Colombia |
Oiga, le digo que esa tarde la gente a
Vicente no lo podía era alcanzar y eso que hacían escalera humana, ¿ves?, pa’
treparse por esa pared, por la ansiedad que tenía la gente de que se abriera la
Anexa. Entonces así pasamos la mitad de allá para acá. A mí me tocó venir acá a
la Anexa en esa mitad, mientras transcurría el año 1936, cuando ahora sí todas
las escuelas podían pasar, es decir, de cualquier escuela se podía pasar al
Colegio Carrasquilla, de 1936 en adelante.[3]
“Ese
fue el primer golpe efectivo contra la aristocracia. El resentimiento de la
sociedad fue fuerte y se hizo más grave cuando comenzaron los efectos positivos
de dicha integración, pues los negritos eran hábiles y avasalladores.
Conscientes de la responsabilidad, se tornaron más estudiosos, para conservar
los primeros puestos. Algunos de la aristocracia retiraron a sus hijos y los
enviaron a otras ciudades, para no verlos revueltos con esos baturros y mucho
menos aventajados por ellos, porque en realidad eran muy pocos los que podían
con la atropellada. Entre ellos destacamos a Medardo Ferrer, Reinel Aluma,
Maximiliano Rey, Enrique Coutin, Ramón Arrunátegui y Ariel Rodríguez”[4].
Para rematar la inolvidable diablura y
darle un golpe de gracia a la aristocracia quibdoseña, Quibdó entero conoció
sorprendido el Decreto N° 34, del 7 de febrero de 1934, que decía a la letra en
su primer artículo: “La Escuela Anexa al
Colegio Carrasquilla es una escuela pública y, por lo tanto, el ingreso a ella
no causará derechos de matrícula ni de ninguna clase. Las cantidades recaudadas
el presente año por concepto de matrículas, en la Anexa, serán devueltas a los
consignantes por el Señor Administrador General del Tesoro. Firmado: Adán
Arriaga Andrade, Intendente Nacional del Chocó. Vicente Barrios Ferrer,
Director de Educación Pública”[5].
El decreto derogaba todas las disposiciones
que le fueran contrarias y de paso derogaba el carácter suntuario y excluyente
que tenía la educación formal para la población negra del Quibdó de la época;
el mismo donde, un mes más tarde, sería creado el Colegio Intendencial para
Señoritas, mediante el mismo acuerdo del Consejo Administrativo de la
Intendencia Nacional del Chocó por el cual se creaba uno similar en Istmina y
se fijaba un sueldo de cien pesos mensuales para las señoritas Clementina
Rodríguez y Carmelita Arriaga, primeras directoras, respectivamente, de estos
establecimientos educativos.
[1] A valores de 2019, esta suma equivale a una mensualidad de más de Un
millón de pesos.
[2] Actualmente es la sede de la sucursal Quibdó de Bancolombia.
[3] Este testimonio forma parte de una serie de entrevistas realizadas
a Miguel A. Caicedo en septiembre y octubre de 1986, en Quibdó.
[4] Caicedo M., Miguel A. Panorámicas chocoanas. Quibdó, Gráficas
Universitarias del Chocó, pág. 35.
[5] Ibidem. Pág. 37.
Excelente escrito. Gracias a Dios hemos logrado superar algunas injusticias de esa epoca y seguimos luchando por superarnos y ser cada dia mejores
ResponderBorrarSon momentos históricos en los que los gobernantes de la época jugaron un papel igualmente histórico.
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