Isnel
Alecio Mosquera:
verdaderamente
“El Poeta del Pueblo”
Este texto fue escrito y publicado en junio de 1990
como presentación del libro Canto a mi pueblo, primera publicación de
Isnel Alecio Mosquera Rentería, reconocido con justa razón como El Poeta del
Pueblo. La edición fue realizada por la Diócesis de Quibdó, con el patrocinio
de Misereor, con bellas ilustraciones originales del artista Fredy Sánchez
Caballero, diseño y diagramación de Adolfo Gamboa Valencia e impresión de
Gráficas La Aurora (Quibdó-Chocó), bajo la coordinación editorial de Jaime
Salazar. 154 páginas y 48 poemas, distribuidos en dos partes: Despierta ya
Pueblo mío (I Parte) y Opinión de un Campesino (II Parte) conforman el libro;
que en mayo de 2014 encontró una especie de continuidad -como saga poética- en Sigo cantando a
mi pueblo, publicado por la Universidad Claretiana y la Diócesis de Quibdó,
con presentación del intelectual, profesor y escritor chocoano Néstor Emilio
Mosquera Perea.
*******************************************
“Mi pueblo es el
cuerpo de mi canto
mi canto es
sentimiento de mi pueblo
es mi voz de mi
pueblo risa y llanto
porque mi boca
es boca de mi pueblo”
Isnel Mosquera
Isnel Mosquera afirma que el Maestro del verso tradicional chocoano es Miguel A. Caicedo Mena. Es un reconocimiento sincero, que comparto como admirador irrevocable del trabajo poético de Caicedo y como estudioso del mismo desde hace varios años. Sin embargo, puedo decir que, así la maestría de Caicedo sea cierta, Isnel Mosquera no se queda atrás, ni es solo un discípulo aventajado de Caicedo; sino la renovación de Caicedo, el contrapunto necesario para la revitalización del patrimonio literario chocoano, que ha venido quedándose un tanto a la zaga, por lo menos en cuanto a escritura de oficio se refiere. ¿Y qué es lo que hay de revitalización en Isnel? Digamos algunas palabras que su obvia modestia, esa modestia honesta de los grandes cantores populares, impediría que él las dijera.
En primer lugar, como paralelo y no como comparación, veo en Isnel una mirada más hacia el futuro, desde las condiciones objetivas del presente, en cuanto a los temas de la chocoanidad se refiere: mientras Caicedo da cuenta perfectamente de las más hondas prácticas culturales chocoanas, en tanto cosmovisión y vida cotidiana; Isnel va más allá, ve a su pueblo como un hecho cultural, pero también como un hecho social y político. O sea que Isnel intuye y entiende que no se es ser cultural por separado del ser social y político. Mejor dicho: no solamente se tienen unas costumbres y se habla de tal o cual manera o se cuentan tales cosas y se comen tales otras. También -además- se analiza la vida críticamente, se discute sobre la situación estructural del entorno donde la cultura se desarrolla y se tienen en mente proyectos de lucha para la liberación socio-económica-política. En síntesis, en las poesías de Isnel, el pueblo chocoano es pueblo en cuanto cultura vernácula y tradicional -como en las poesías de Caicedo-; pero, simultáneamente, el pueblo chocoano es opresión, marginación, es segregación étnica y, por lo mismo, es proyecto organizativo popular para la liberación y el cambio, es etnia empobrecida en pie de lucha por sus derechos como etnia y como clase social.
El Maestro Caicedo es el pionero, ante cuyo ejemplo Isnel Mosquera renueva las banderas poéticas y les introduce una dimensión de corte integral, totalizante y englobante de una realidad multideterminada, de la cual sus poesías, como toda verdadera literatura, dan cuenta sin rodeos innecesarios, sin compromisos que reduzcan el quehacer literario a un servilismo político que descuide lo estético; combinando con maestría inobjetable el acto literario (momento de la creación) con el acto político (análisis de la realidad y fuente temática del poema)... Isnel Mosquera es verdaderamente el Poeta del Pueblo. Del pueblo sale, en él se mueve, como pueblo se reclama y reivindica, y al pueblo sirve con su arte. Reconocerle ese título a Isnel es lo más acertado que se haya podido hacer, porque en el título de Poeta del Pueblo está dicho todo lo que de él se puede decir.
Puesto que rebasa las intenciones de un prólogo, no es posible en esta ocasión adentrarnos en detalles analíticos de la obra de Isnel que ahora está en las manos del lector. Me limito, en espera de una ocasión más propicia, a decir que en este libro hay de todo y para todos los gustos, conservando siempre dos líneas fundamentales: el devenir cultural y el devenir histórico del pueblo empobrecido del Chocó, como trasfondo. Lo cual hace de Isnel un vocero autorizado de su etnia, de su pueblo, con las calidades poéticas de los mejores, a la altura de Candelario Obeso, Jorge Artel, Miguel A. Caicedo y, sin exagerar, de Nicolás Guillén, el cubano que le dio un grito negro al imperialismo envilecedor.
El honor que para mí significa prologar esta primera publicación de Isnel Mosquera posiblemente me haría decir más cosas; pero está bueno ya y no quiero retrasarle al lector, en caso de que no se haya saltado estas líneas, la delicia profunda de leer a un excelente poeta, que revela a un hombre igualmente excelente, cuyo trabajo (hay que oírlo cuando declama) es un grito al Chocó, a Colombia y al mundo sobre esta realidad afrochocoana, indígena y mestiza de opresión; un grito escrito con el lenguaje del pueblo, en los términos expresados en los versos que encabezan esta nota… Un grito de acción, cuya fuerza se capta mejor cuando uno lo escucha a él personalmente, con esa peculiar manera de decir, ese acento y esa energía propios de la tradición oral… Un grito de acción mediante el cual, en eso confiamos todos los que estamos comprometidos con la causa popular, este pueblo grande y valiente reduzca a sus tiranos a “los obscuros basureros de la historia”, como escribe Isnel, y siga la invitación de su Poeta a la organización para el cambio: “Despierta ya pueblo mío / a construir nuestra unión / pues al calor de la lucha / tendremos liberación”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Sus comentarios son siempre bienvenidos. Gracias.