¡Ay, Quibdó…!
Panorámica de Quibdó. FOTO: Web Alcaldía de Quibdó. https://www.quibdo-choco.gov.co/MiMunicipio/GaleriadeImagenes/DJI_0044.jpg |
Mediante un comunicado, que publicó en su cuenta de Facebook este viernes 13 de enero de 2023[1], Muntú-Bantú Fundación Social Afrocolombiana anunció el cierre de su Centro de Memoria, Documentación y Materialidades Afrodiaspóricas, creado y construido por el profesor universitario e investigador afrochocoano Sergio Antonio Mosquera, entre 2006 y 2009, y abierto al público desde hace más de una década, en el barrio Nicolás Medrano, en Quibdó.
“Desde el mes de diciembre del 2022 empezamos a recibir amenazas con fines extorsivos dirigidas a nuestras vidas y a nuestras instalaciones”, expresan en su comunicado el profesor Mosquera, quien actualmente se desempeña como Director Académico de este espacio museológico y cultural, y la actual Directora General del mismo, María Fernanda Parra. “Por tal motivo, decidimos cerrar el centro para salvaguardarnos, pues sabemos que los grupos al margen de la ley que operan en Quibdó han creado una difícil situación de orden público, la cual ha cobrado la vida de cientos de personas, especialmente jóvenes. Por el temor [de] que estas amenazas se puedan materializar, solicitamos dar a conocer estos hechos a fin de garantizar nuestra seguridad y detener la acción de los violentos”, agrega el comunicado.
“Localizado en el corazón de Quibdó, este centro de memoria, con cuatro salas de exposición dedicadas a la religiosidad, la etnohistoria y la antropología de los pueblos negros, busca consolidarse como un referente continental en la defensa de los hitos que han marcado un camino para la lucha por la igualdad y el respeto a las minorías”. Así resume un artículo del diario El Espectador[2], publicado en tiempos de la pandemia de Covid-19, los alcances de este escenario cultural que, en ese momento, anunciaba que “en los próximos meses, dependiendo cómo se desarrolle la pandemia, Muntú Bantú abrirá salas dedicadas a la musicología y a las expresiones feministas afro”. Este propósito, finalmente, no fue del todo alcanzado y menos ahora, cuando este centro de memoria de la diáspora africana en América, único en su género en el país y uno de los más prolijos y completos en el ámbito continental, ha sido cerrado por la coacción y las amenazas a la vida y a la integridad de su equipo de trabajo y a los bienes materiales y edificaciones en donde está instalado, en un populoso sector de Quibdó, cercano a la ciudadela universitaria de la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba, en donde el profesor Mosquera ha adelantado su histórica labor docente e investigativa desde hace varias décadas.
El Centro de Memoria, Documentación y Materialidades Afrodiaspóricas Muntú-Bantú, de Quibdó, recrea y muestra, con rigurosidad académica y admirable arte y cuidado museológico y simbólico, la historia de los pueblos negros afroamericanos, afrocolombianos, afrochocoanos, desde sus orígenes en África, la infamia de la esclavización y la trata transatlántica, pasando por el periodo colonial, los movimientos emancipatorios, la independencia formal de Colombia, la construcción de la república, el poblamiento negro del país y sus contribuciones en todas las esferas de la vida nacional; hasta épocas recientes, como la irrupción y degradación del conflicto armado interno colombiano en el Chocó y en el Pacífico, las negociaciones de paz y el posconflicto, haciendo evidentes las profundas afectaciones y violaciones de derechos humanos de las que fueron víctimas las comunidades negras en sus propios territorios, donde se llegaron a alcanzar las tasas más altas de desplazamiento forzado en el país. Todo ello plasmado en un espacio de unos 700 metros cuadrados, con un diseño que evoca la estructura de un barco negrero, de modo que el viaje que el visitante emprende a través de la historia de los pueblos afrodescendientes se lleva a cabo de arriba hacia abajo, desde la entrada al barco por su cubierta, hasta las bodegas en donde -como lo muestra la fachada del edificio- se apilaban las cargas de seres humanos esclavizados para su transporte hacia los denominados puertos negreros, como La Habana, Santo Domingo, Portobelo y Cartagena de Indias.
Entrada al Centro de Memoria Afrodiaspórica Muntú Bantú, en Quibdó,con los avisos de cierre de la atención al público. FOTO: Fundación Muntú-Bantú. |
Los grupos delincuenciales y bandas armadas de todo tipo han establecido en Quibdó, especialmente en barrios periféricos, donde tienen instalados sus oficinas de mando y sus cuarteles, y aun en zonas céntricas y menos periféricas de la ciudad, un escenario bastante similar al que se vivió en las comunas populares de Medellín durante las décadas de 1980 y 1990; donde no se movía un dedo ni la hoja de un árbol sin la autorización de las estructuras criminales que se habían repartido -como ocurre hoy en Quibdó- el control milimétrico de cuadras, sectores, barrios y comunas.
Así, hasta los vendedores de frutas, de plátano y pescado, hombres y mujeres, muchos de ellos niños y jóvenes, que surtían con sus productos los lugares más alejados del centro de la ciudad, fueron desterrados de los barrios ante su obvia incapacidad para pagarle impuestos y vacunas a los grupos ilegales. Del mismo modo que, en la actualidad, como si se tratara de una curaduría urbana o de la oficina municipal de planeación, en los barrios quibdoseños no se puede adelantar ninguna construcción, ni siquiera una reparación del techo de una vivienda, sin que medie la intervención ilícita de las estructuras delincuenciales que, inmediatamente llegan la primera volqueta de arena o los primeros bultos de cemento, les caen a los propietarios a cobrarles tributos cuyos elevados montos son fijados al capricho de quienes controlan el jugoso negocio, parte de cuyos réditos son invertidos en el sostenimiento del otro floreciente renglón de rentas ilegales en la ciudad: el denominado microtráfico o venta de todo tipo de alucinógenos y sustancias psicoactivas, una rama del negocio en el que son involucrados -por fuerza o necesidad- niñas, niños, jóvenes y adolescentes de aquellas áreas urbanas que se han convertido en centros de acopio y distribución de estas mercancías ilícitas en la ciudad y en la región.
Del mismo modo como otrora, cuando de Quibdó se pregonaba su condición de remanso de paz, existía una relación estructural y funcional entre el campo y la ciudad; también hoy, en tiempos de violencia permanente y de rentas ilegales -ante los ojos de las autoridades de la ciudad y del departamento-, las áreas rurales del municipio son controladas por las estructuras delincuenciales de la ciudad, mediante la extorsión en renglones similares, como ventas ambulantes, tiendas y comercios, transporte público -fluvial o terrestre- y el jugoso negocio de la explotación ilícita de minerales. Los paseos de fin de semana a las bellas aguas del río Tutunendo, corregimiento de Quibdó al que se llega en media hora por una carretera actualmente en aceptables condiciones, incluyen hoy por hoy un análisis de riesgos impensado hace unos años, ya que en el trayecto se han vuelto frecuentes los retenes ilegales con fines extorsivos y la denominada piratería terrestre.
Para completar el panorama, al finalizar el año 2022, en Quibdó, una persona de cada cinco no tiene ningún empleo; tres tienen ocupaciones ocasionales en condiciones de franca informalidad e ingreso escaso, en ventas ambulantes, en oficios varios -en lo que resulte- y manejando las llamadas rapimotos, que en otros lugares del país se conocen como mototaxis, que son actualmente el servicio de transporte más usado en la ciudad y que también ha sido permeado por las estructuras delincuenciales, que son propietarias o controlan no se sabe cuántos de estos vehículos, como una forma adicional de vigilancia y control de la ciudad; así como en numerosos sectores los rapimoteros también deben pagar para poder transitar, abstenerse de hacerlo o entrar y salir de los mismos en un santiamén, cual ráfaga en el cielo antes de que suene el trueno.
Según datos de la propia Policía Nacional de Colombia, en el 2022, en Quibdó se cometieron 169 homicidios; lo que equivale a una tasa de 127,1 por cada cien mil habitantes, mientras que la tasa promedio de homicidios en capitales de Colombia fue de 21,2. La mayor parte de las víctimas eran jóvenes menores de 25 años. En Inírida, capital del departamento del Guainía, hubo solamente 1 homicidio en 2022, tal como ocurría antes en Quibdó, donde hasta hace nomás cincuenta años se registraban cero homicidios.[4]
Quibdó-Mercado público en el centro de la ciudad. FOTO: Julio César U. H. |
Sea lo dicho antes o cualquier otra cosa de fundamento, algo hay que hacer ahora mismo, para que Quibdó no siga degradándose hacia niveles de Comuna 13 medellinense o de Cidade de Deus carioca. Acostarse con miedo y dormir con un solo ojo mientras con el otro se vigila o abandonar Quibdó con rumbo a ciudades del interior del país, por la fuerza de las circunstancias, o deambular de barrio en barrio de la ciudad buscando lugares menos peligrosos donde residir, o resignarse y acostumbrarse a la vigencia y autoridad de los tenebrosos poderes que hoy gobiernan la vida cotidiana de la ciudad, no pueden seguir siendo las alternativas del pueblo quibdoseño. Esto no es vida: la indignidad y la zozobra no pueden seguir convirtiéndose en costumbre.
[1] Muntú-Bantú Fundación Social Afrocolombiana, 13 de enero de 2023, Quibdó-Chocó.
[2] Muntú Bantú, un espacio para recoger la
memoria afro. El Espectador, 28 de junio 2020. Consultado el 15.01.2023, en: https://www.elespectador.com/colombia/mas-regiones/muntu-bantu-un-espacio-para-recoger-la-memoria-afro-article/
[3] Sobre la ineficacia recurrente de las
medidas gubernamentales frente a la situación, pueden leerse en El Guarengue: Consejo
de seguridad (https://miguarengue.blogspot.com/2021/04/consejode-seguridad-escudos-oficiales.html) y El hijo espurio (https://miguarengue.blogspot.com/2021/09/el-hijo-espurio-foto-facebook-httpswww.html)
[4] Quibdó: capital del homicidio en
Colombia en 2022. Chocó 7 días, 13 de enero 2023. Consultado el 15.01.2023 en: https://choco7dias.com/quibdo-capital-del-homiidio-en-colombia-en-2022/
Está es una verdad indiscutible en nuestros territorios , dónde la impotencia, la frustración el miedo y la angustia es el diario vivir de cada día , las ciudades y regiones con estos problemas no avanzan si no que retroceden .
ResponderBorrarExcelente artículo en el que se presentan las imágenes diagnósticas de una realidad social en donde la indignidad se convirtió en el pan de cada día.
ResponderBorrarPregunto: ¿Donde diablos está la dirigencia política que presente soluciones a esta hecatombe?
Mientras la escencia de estos problemas sea el interés particular de una dirigencia inepta, corrupta y mafiosa, no se logrará nada. La inversión social habrá que vigilarla con minucia para evitar el robo, la política deberá centrarse en combatir la ignorancia , denunciar a los ambiciosos y desenmascarar a los hipócritas.
Este artículo es un buen comienzo. Ojalá los Chocoanos alcancemos un despertar de dignidad con plumas como la suya , que son las armas necesarias para el combate de las ideas. Evitemos votar por los mismos con las mismas.
Cordialmente ,
Pedro Romero Arriaga.
La anarquía institucional sé suma al desorden de quienes pescan en el río revuelto.
ResponderBorrarMuy buena radiografía de la situación que hoy enfrenta nuestro amado terruño, pero mejor laun la prospectiva de lo que se debe hacer a futuro si queremos revertir la situación
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