lunes, 4 de octubre de 2021

Nicolás Medrano 1ª Parte

 Nicolás Medrano, el Misionero Claretiano
que compuso los Gozos Franciscanos
-Primera Parte-
Foto: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó

“El Padre Medrano ha sido el mejor amigo y consejero 
y ha tomado parte en casi todas las obras 
de algún relieve en esta ciudad”. 
Periódico ABC, Quibdó, 7 de septiembre de 1934.

Impulsor de la Banda Intendencial de música, que se convirtió posteriormente en la magnífica Banda de San Francisco de Asís, la cual ha reunido siempre lo más granado del arte musical quibdoseño y chocoano, el Padre Nicolás Medrano, Misionero Claretiano que vivió y trabajó durante más de 20 años en el territorio de la Prefectura Apostólica del Chocó, forma parte de la historia local y regional, y está vinculado de un modo particular a la historia de la Fiesta de San Francisco de Asís, patrono de Quibdó, que se celebra cada año durante más de dos semanas y desde 2012 forma parte de la Lista representativa de patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.

En 1926 se conmemoraban 700 años de la muerte de San Francisco de Asís, santo italiano canonizado dos años después de su muerte y cuya emblemática vida ha servido como inspiración de amplios sectores de la iglesia católica para su opción por los pobres y la defensa de la Naturaleza como resguardo de la integridad de la creación. Con motivo de dicho aniversario, el Padre Nicolás Medrano y grupos de vecinos de los nacientes barrios de Quibdó, entre los que se contaban Azarías Valencia, Balbino Arriaga y Raimunda Cuesta, dieron comienzo a un proceso de consolidación organizativa de la celebración popular en homenaje al santo de Asís como patrono de Quibdó, basada en formas vecinales preexistentes de organización de los festejos y en la introducción de algunos elementos festivos o carnavalescos de origen español, adaptados a la estética, a la usanza y a la cultura local. De esa época datan algunos de los elementos fundamentales del esquema ceremonial de la celebración de las Fiestas de San Francisco de Asís o San Pacho, en Quibdó, en los que se integran componentes religiosos y componentes seculares o laicos de la festividad, tales como la asignación de un día a cada barrio, las carrozas alegóricas o disfraces, los monumentos o altares religiosos o arcos que se preparan para la procesión solemne del 4 de octubre, las alboradas y desayunos franciscanos con los que comienza el día de cada barrio, las comparsas barriales organizadas por vecinos y amigos, y las desaparecidas vacalocas.

Estampas de Quibdó, 1930.
Fotos: Misioneros Claretianos, Informe 1909-1934.
Como lo anota el documento del Plan Especial de Salvaguardia de las fiestas [1]: “Con la presencia de los misioneros de origen español, la manifestación religiosa y la devoción a San Francisco se van a enriquecer con el aporte que éstos realizan en lo musical, lo teatral y en general en las manifestaciones artísticas asociadas a la fiesta, rasgos que ya se expresan en la segunda década del siglo XX y que tienen como mentor al misionero Nicolás Medrano”. La distribución de los días de la fiesta por barrios surgió como una forma de ampliar la participación popular y distribuir el ejercicio simbólico de la autoridad durante su celebración, extendiendo así los lazos de la fraternidad franciscana a todos los rincones de los vecindarios que a principios de siglo han empezado a reivindicar su identidad territorial como parte del desarrollo urbano de la ciudad. La construcción de carrozas alegóricas, inspiradas en los desfiles y procesiones españolas, dio origen a los llamados disfraces, que son una puesta en escena de contenido crítico acerca de la realidad social y política del país o la región, organizada con elementos de decorado y escenografía, y con muñecos movidos a través de diversos mecanismos de utilería, que forman un conjunto cuyo montaje se hace en una carroza que en sus comienzos era movida por la fuerza humana de la gente de cada barrio y actualmente es remolcada por un carro. En los llamados arcos del triunfo en honor al Resucitado de la semana santa se originaron los llamados arcos franciscanos, representaciones de pasajes de la vida de San Francisco de Asís o de otras escenas sacras en altares que cada barrio construye y prepara para que en ellos se detenga la solemne procesión del 4 de octubre, que circula por calles igualmente engalanadas en homenaje al santo patrono. Las alboradas, de origen religioso, nacieron como un recorrido de anunciación al vecindario de la magnificencia de su día clásico, al amanecer del mismo. Los desayunos franciscanos, con los que inicialmente se agasajaba a vecinos notables, autoridades y personajes importantes de la ciudad, surgieron como una muestra de la generosidad de cada barrio al compartir con sus invitados viandas y manjares de la gastronomía local, como signo de hermandad y comunión. Las comparsas, formadas por grupos de vecinos ataviados con vestimentas carnavalescas uniformes, se originaron como expresión organizada y colectiva de goce festivo, como elemento de afirmación de identidad territorial y signo distintivo de pertenencia a cada barrio. Las desaparecidas vacalocas, armazones de madera provistas de cachos ardiendo en candela viva y de una cola de ramas espinosas a modo de látigo, eran eje de una especie de ritual de fuego y juego, en el que avezados personajes de cada vecindario desafiaban la pericia torera de temerarios vecinos en la noche barrial, mientras la muchedumbre retaba el fuego y huía de los latigazos que con la sonora y lacerante cola despachaba el vacaloquero de turno.

Datan también de aquel periodo los llamados Gozos Franciscanos, una pieza de música sacra cuya riqueza coral y musical colma las calles, esquinas y barrios de Quibdó en la madrugada del 4 de octubre, día oficial de la festividad de San Francisco de Asís. Los Gozos Franciscanos es el nombre con el que popularmente se conoce a un himno titulado Gloria a San Francisco de Asís: Gloria, Gloria, a Francisco cantemos, / nuestro padre protector. / Sus virtudes ensalcemos, / Gloria, gloria, alabanza y honor; un himno de toda solemnidad, cuya estrofa única es a la vez coro estremecedor de voces devotas al amanecer y juego de bises perfectamente medidos para que quepan después de un silencio melódico finamente calculado, que redondea con precisión el armonioso conjunto de esta pieza musical que cada año ennoblece  la alborada del 4 de octubre en homenaje al santo. Este himno, que estremece a quien lo canta y a quien lo escucha, y cuya música literalmente invade el alma, es un elemento devocional céntrico en las expresiones religiosas de alabanza durante la Procesión de Gozos. Se canta desde hace casi un siglo, cuando fue compuesto por el Padre Nicolás Medrano, y es quizá la más inolvidable y significativa entre todas las contribuciones que este misionero claretiano hizo para solemnizar la celebración anual de las Fiestas de San Pacho en Quibdó y promover la estandarización de sus actos y rituales.

“Es hacia la década de los treinta cuando se introducen igualmente otras innovaciones en la fiesta, como por ejemplo la banda de San Francisco de Asís, y se asumen los Gozos o himno del Santo. Estas innovaciones tienen la marca de la acción que despliega el misionero y en ello cumple papel importante el Padre Nicolás Medrano, personaje de primer orden en la historia de la fiesta y quien, además de aportar en la configuración de lo básico del ritual en los aspectos de su liturgia, al mismo tiempo introduce elementos asociados al modo como se asume la fiesta en la calle.
 
Es evidente que en la década del treinta del siglo XX ya la celebración religiosa abandona el modelo rural decantado en los dos siglos anteriores, y asume cierta complejidad que está determinada por el espacio de vida urbana propio del Quibdó de la época. Se puede decir que desde el treinta ya están los elementos que conforman la estructura de la moderna fiesta patronal, los cuales se han conservado a lo largo del siglo XX, o simplemente la fiesta ha evolucionado a partir de esa estructura básica” [2].

Siguiendo los datos de la nota biográfica del Padre Medrano incluida en el Informe de la Prefectura Apostólica del Chocó 1909-1929, elaborado con motivo de la Exposición Misional Española de mayo de 1929, que se realizó como parte de la Exposición Universal de la Industria, en Barcelona; Nicolás Medrano nació en Funes, Provincia de Navarra, el 4 de marzo de 1879. El 15 de agosto de 1896 hizo sus votos en la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos como Claretianos en referencia a su fundador, San Antonio María Claret. “Ordenado de sacerdote, se ocupó de enseñar latín en uno de los colegios de la Congregación, de donde lo sacó la obediencia para enviarlo al Chocó; aquí llegó a primeros de febrero de 1911” [3], cuando estaba a punto de cumplir 32 años de edad.

Foto: Misioneros Claretianos.
Entre 1911 y 1923 transcurre la primera estadía del Padre Nicolás Medrano en Quibdó. Durante la misma ejerció como maestro en el Colegio Pedagógico, dirigió el coro de la iglesia parroquial de Quibdó y suplió en todas sus ausencias, a veces bastante prolongadas, al Padre Juan Gil y García, Prefecto Apostólico, tanto en la función de Párroco de Quibdó como en el propio gobierno de la Prefectura. El 23 de febrero de 1912, demolido por los estragos que en su salud habían hecho el clima y las condiciones sanitarias de aquel entonces en la región, murió el Prefecto Gil y García. El citado informe de 1929, se refiere así al papel del Padre Medrano frente a este dramático suceso: “A la muerte del Rmo. P. Gil, cuando todos andaban con ánimo desmayado y acobardados, él fue quien conservó la serenidad y animó a todos con sus palabras de valor y confianza en la Providencia, siendo él designado para sustituir al Rmo. P. difunto hasta que viniera nuevo Prefecto Apostólico” [4]. Al poco tiempo, en julio de 1912, el Padre Medrano “quedó canónicamente nombrado párroco y superior de la comunidad [5] de Quibdó: estos cargos los desempeñó sin interrupción hasta mediados de 1923, fecha en que el Gobierno General del Instituto [6] lo nombró para consultor provincial y el gobierno provincial lo eligió secretario de la provincia de los H. In. Cor. de María en Colombia” [7]. (SIC)

Menos de seis meses después, finalizando el año 1923, el Superior Provincial de los Claretianos en Colombia llevó a cabo una visita canónica a la Misión del Chocó, a la cual llegó acompañado del Padre Medrano en calidad de secretario de visita. Fue evidente para el Padre Provincial que el trabajo abrumaba al Prefecto Apostólico y superaba sus fuerzas físicas, disminuidas por efectos del mismo. El Padre Medrano se ofreció entonces para quedarse ayudando durante dos meses, “tiempo que aprovechó para exponer, junto con el Rmo. P. Prefecto Apostólico el estado de la Misión, ofreciéndose con el mayor gusto a continuar en la Prefectura Apostólica y presentando la renuncia de su alto cargo en el gobierno provincial” [8] de los Claretianos, cuya sede era Bogotá. Así las cosas, en diciembre de 1924, el Padre Nicolás Medrano fue nuevamente nombrado Párroco de Quibdó y Superior de su comunidad en la ciudad. Además, fue designado Proprefecto y Vicario Delegado, es decir, segundo a bordo después del Prefecto Apostólico; cargos estos que conservó hasta su nueva y definitiva salida de Quibdó, a finales de 1934.

Además de cumplir diligentemente con sus obligaciones en los cargos administrativos y de dirección que le fueron confiados por sus superiores generales y provinciales, el misionero claretiano Nicolás Medrano ejerció a cabalidad como cura párroco de Quibdó entre 1924 y 1934. Según datos de la Prefectura Apostólica del Chocó sobre el número total de sacramentos administrados en su jurisdicción entre febrero de 1909 y diciembre de 1928, en dicho lapso se habían celebrado 56.823 bautismos, 5.348 matrimonios y 41.227 confirmaciones. En Quibdó, se habían registrado 7.820 bautismos y 640 matrimonios, de los cuales el Padre Medrano había celebrado 2.010 y 333, respectivamente. Además, fue destacado y por todos reconocido su compromiso en el engrandecimiento del culto y las prácticas devocionales en el templo parroquial de San Francisco de Asís, a través del trabajo de fortalecimiento del coro parroquial; la consecución de imágenes religiosas de gran belleza y calidad artística, muchas de ellas encargadas directamente a las mejores fábricas de España; el embellecimiento permanente del templo y el lucimiento en las celebraciones, tanto en el tiempo ordinario como en los tiempos fuertes del calendario litúrgico anual.

Mas no fueron solamente sus dotes de cura párroco en sentido estrictamente religioso las que convirtieron al Padre Medrano en un personaje de gran estima y valía para la sociedad quibdoseña de la época. Más allá de misas y sacramentos, de la atención de asuntos administrativos y de dirección de su comunidad religiosa, el Padre Medrano desplegó intensas actividades, que hoy formarían parte de la llamada pastoral social, a favor de la atención de los pobres y los enfermos de la ciudad, en pro del desarrollo urbano y la infraestructura de servicios, y en el campo de la educación, las artes y la cultura.
La construcción del antiguo Hospital San Francisco de Asís, de Quibdó, fue posible
gracias al impulso del Padre Nicolás Medrano y al compromiso y la gestión
de dos de los mejores gobernantes que ha tenido el Chocó,
Jorge Valencia Lozano y Adán Arriaga Andrade.
FOTOS: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.
Fueron famosas sus colectas para crear un fondo económico con el cual solventar los problemas de alimentación y vestuario de los llamados pobres de solemnidad, incluyendo a los ancianos desatendidos o desamparados; así como para atender, mediante la provisión gratuita de medicinas y elementos de curación, a los enfermos de la ciudad que no tuvieran acceso a estos. El Padre Medrano fue, además, artífice y promotor de obras trascendentales que aún no existían en Quibdó. Su visionario liderazgo y su compromiso con el progreso material de la ciudad hicieron posible el diseño y construcción del Cementerio San José [9], donde los primeros muertos fueron enterrados a finales de 1926; y del Hospital San Francisco de Asís [10], que él promovió desde su llegada a Quibdó y que fue en su momento uno de los mejor dotados y atendidos de la periferia colombiana. Igualmente, gracias a su condición de Superior de los claretianos en Quibdó, además de impulsar él mismo estas obras y obtener el apoyo de la Intendencia del Chocó en los casos pertinentes, el Padre Medrano hizo posible la vinculación de un gran constructor claretiano, el Hermano Frumencio Galicia, a la ejecución de obras arquitectónicas de singular valor estético y gran funcionalidad, que transformarían la estructura urbana y de servicios de Quibdó, como el Colegio Carrasquilla, el Barrio Escolar (demolido hace unos años), la actual catedral y el convento de los misioneros o palacio episcopal, sede actual de la Diócesis de Quibdó.

Tan relevante como su papel en el impulso de obras materiales para Quibdó fue la influencia del Padre Nicolás Medrano en los campos de la educación, la cultura y las artes, en donde también dejó su impronta, como ya lo vimos al principio de este escrito en sus invaluables aportes a la estructura y organización de las Fiestas de San Pacho, y en la sinigual contribución que hizo con la composición musical de los llamados Gozos Franciscanos. Otros aspectos de su labor misionera en estos campos, incluyendo un episodio que nos ilustra sobre los motivos para que -en aquel Quibdó donde él vivió- se dijera que el Padre Medrano “combinaba la liturgia con la política partidista”, son la materia de la segunda parte de esta crónica, que publicaremos el próximo lunes en El Guarengue.


[1] Fundación Fiestas Franciscanas de Quibdó, Ministerio de Cultura. Plan especial de salvaguardia, PES, de las Fiestas de San Francisco de Asís o San Pacho en Quibdó. Junio 2011. 58 pp. Pág. 7.

[2] Idem. Ibidem. Pág. 10.

[3] Informe de la Prefectura Apostólica del Chocó 1909-1929. 326 pp. Pág. 146.

[4] Idem. Ibidem.

[5] Comunidad es el grupo de misioneros que comparten un mismo territorio misional y habitualmente viven juntos en una misma casa.

[6] Se refiere a la Congregación de los Misioneros Claretianos.

[7] Informe de la Prefectura Apostólica del Chocó 1909-1929. 326 pp. Pág. 146.

[8] Idem. Ibidem. Pág. 147.

[9] Un resumen del proceso de construcción del cementerio puede leerse en: https://miguarengue.blogspot.com/2020/06/un-cementerio-sin-sepulturas-portico-de.html

[10] La historia de la construcción del Hospital San Francisco de Asís, de Quibdó, puede leerse en “Un hospital de primera clase, digno de cualquier ciudad de Colombia”:

https://miguarengue.blogspot.com/2020/04/un-hospitalde-primera-clase-dignode.html
 

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