Un desaire histórico
y una despedida multitudinaria
El
Misionero Claretiano Nicolás Medrano
-3ª Parte-
Iglesia parroquial de Quibdó, 1934.
César Conto Ferrer y Jorge Isaacs Ferrer.
Padre Nicolás Medrano.
FOTOS: Misioneros Claretianos y Univalle.
Después de más de veinte años de presencia y trabajo como misionero claretiano en la Prefectura Apostólica del Chocó, especialmente en Quibdó, adonde había llegado en febrero de 1911; el sábado 8 de septiembre de 1934, el Padre Nicolás Medrano partió de Quibdó con rumbo a Bogotá por la vía hacia Antioquia. Un grupo de notables quibdoseños lo acompañó en el comienzo de su viaje, hasta el kilómetro 17 de aquella carretera entonces en construcción, cerrando así los actos de despedida del connotado misionero, que habían incluido un acto multitudinario en la noche del jueves 6 y una velada cultural en la noche del 7 de septiembre.
Por efecto de su nombramiento como parte del gobierno provincial de los Claretianos en Colombia, cuya sede era Bogotá, el Padre Medrano debía trasladarse a esa ciudad para cumplir las funciones que le fueran encomendadas en materia de relaciones con la delegación del Papa en Colombia, con el gobierno colombiano y con los propios misioneros de su congregación. Esta vez de modo permanente y no como a mediados del año 1923, cuando su estadía en Bogotá -al servicio de dichos menesteres- no llegó a seis meses, de modo que a fines de ese año ya estaba de regreso en Quibdó y a la vuelta de un año está nuevamente ejerciendo como Párroco y como Superior de su comunidad en la ciudad, al igual que como Proprefecto y Vicario Delegado, hasta el momento de su traslado definitivo.
El periódico ABC, en su edición del viernes 7 de septiembre
de 1934, publicó una crónica titulada “La
despedida del Rvdo. Padre Medrano. Más de cuatro mil personas acudieron
en peregrinación a manifestar sus sentimientos por su viaje”[1].
Allí, además narrar detalles de los actos de despedida
celebrados en Quibdó y ponderar la importancia del Padre Medrano para la
ciudad, ABC deja claro su desacuerdo con la designación del Padre Medrano
para un “puesto secundario” en Bogotá y califica de “lamentable error esa
designación”.
“Algunos
admiradores del Reverendo Padre Nicolás Medrano, Párroco de Quibdó, organizaron
en el día de ayer una manifestación en la cual debía decirse la palabra de
despedida al querido padre, por oradores que fueron nombrados pocas horas antes
de que se efectuara el acto. Unos cuantos carteles en las esquinas daban el
aviso de este propósito y a las ocho y media de la noche estaba la plazoleta
frente al edificio en construcción de los Misioneros completamente atestada de
gentes de todas las clases, de todos los barrios.
Allí se confundieron en un solo haz todas las capas sociales para decir su palabra de despedida al distinguido párroco. Y es que el Padre Medrano lleva corridos veinticuatro años de luchas en el Chocó y por consiguiente ha echado raíces en el corazón de las gentes. La noticia de su designación para un puesto secundario en Bogotá ha causado grave malestar. Sin duda ninguna, y después de haber visto la imponentísima exteriorización de los sentimientos del pueblo de Quibdó, puede afirmarse que fue un lamentable error esa designación”[2].
La crónica de ABC destaca también la presencia del Padre Grau, Pedro Grau y Arola, quien dos décadas después será ordenado obispo y nombrado como primer Vicario Apostólico de Quibdó, cargo que desempeñará durante 30 años, hasta junio de 1983, cuando otro claretiano, Jorge Iván Castaño Rubio, lo sucederá y abrirá nuevas y memorables páginas en la historia de los claretianos y de la iglesia católica en el Chocó y en el Pacífico Colombiano.
Misioneros Claretianos en Quibdó, 1960.
En el centro, sentado, Pedro Grau y Arola,
Vicario Apostólico de Quibdó.
FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.
Igualmente, la crónica hace referencia a las calidades humanas del Padre Medrano, exalta su aporte a la música regional a través de la organización de la Banda de San Francisco y reconoce su vinculación a las obras materiales que han significado progreso para la ciudad.
“El Padre Medrano, que ha sido
el mejor amigo y consejero y ha tomado parte en casi todas las obras de algún
relieve en esta ciudad, estaba supremamente conmovido. Le acompañaba el Padre
Grau y algunos otros miembros de la comunidad. En nombre de la ciudad hablaron
los señores Matías Bustamante Mesa y Rodolfo Castro, ambos interpretaron
bellamente el momento que vivía ese núcleo de habitantes quibdoseños, y fueron
aplaudidos largamente. A esas palabras contestó el padre Medrano con una de sus
más bellas oraciones. Los aplausos interrumpían al orador y las lágrimas de
sinceridad y afecto se dejaron ver en muchos rostros.
La banda de San Francisco, la única que ha tenido verdadera organización en esta tierra y que él fundara y llevara con su esfuerzo y consejo hasta obtener fama que hoy disfruta con justicia, amenizó el acto con algunas selecciones de su repertorio”[3].
En la noche de ese viernes 7 de septiembre, organizada por el Padre Juan D. de las Heras y su grupo artístico, se homenajea al Padre Nicolás Medrano con una velada cultural, en la cual -como en el acto del día anterior- el homenajeado no puede evitar la tristeza por su inminente partida de una ciudad donde ha pasado hasta ese momento la mayor parte de su vida como sacerdote y misionero claretiano. Al otro día, el Padre Medrano empieza su viaje, esta vez sin regreso, lejos de Quibdó, en medio del afecto y la gratitud de un pueblo que agradece sus aportes, reconoce sus virtudes y olvida sus errores; en una muestra colectiva de consideración y aprecio a la cual se suma el gobierno intendencial: “La Intendencia, por su parte, interpretando los sentimientos de la ciudad, ha dictado un bello decreto de despedida al Padre Medrano en que se relievan sus virtudes y espíritu progresista que lo informan”[4].
Quibdó es entonces una ciudad floreciente en mitad de la selva, a orillas del Atrato que la conecta con el mundo; una ciudad noble y generosa con quienes a ella llegan desde los sitios más remotos del planeta. Ello explica que, en septiembre de 1934, en el momento de la despedida del Padre Nicolás Medrano, hasta los sectores más liberales de la ciudad, empezando por el periódico ABC, parecieran haber olvidado que diez años atrás, en octubre de 1924, la comunidad claretiana de Quibdó desairó a la región con sus despiadadas diatribas en contra de César Conto Ferrer, con ocasión de la repatriación de sus restos mortales y su disposición en una urna situada dentro de un templete construido en su honor por el arquitecto catalán Luis Llach, monumento que aún existe en la esquina noroccidental del Parque Centenario de Quibdó[5].
Dicho monumento fue inaugurado el 12 de octubre de 1924 para recibir los repatriados restos del poeta, maestro, político, periodista, diplomático, filólogo y patricio liberal, que habían llegado a la ciudad el día anterior, en un barco a vapor llamado Quibdó, que los trajo desde Cartagena, adonde habían llegado procedentes de Ciudad de Guatemala, en donde el jueves 2 de julio de 1891 -hace 130 años- murió este protagonista de decenas de batallas contra la hegemonía conservadora, forzosamente exiliado por combatir el oscurantismo, la teocracia y el cogobierno eclesiástico, en defensa de las ideas liberales, la Constitución de Rionegro, la república federal “y, como alimento de ella la educación popular, sin tributos al escolasticismo, libre, laica, científica”[6].
Treinta y tres años después de muerto, regresaba César Conto Ferrer a Quibdó consumido por el tiempo, su energía y su materia transformadas, empacadas sus cenizas en una urna de mármol de los talleres de Tito Ricci, de Cartagena. Y ni en este estado se salva de las diatribas y de los denuestos de sus contradictores: “…la iglesia católica declaró “profanado” el recinto donde habían reposado los restos de Conto Ferrer, militante e ideólogo del liberalismo radical en el siglo XIX, y se negaron a celebrar una ceremonia religiosa que debía tener lugar allí. El clérigo español Nicolás Medrano fue el principal vocero del clero en contra de la memoria del ilustre hijo de Quibdó. De Medrano se dice que “combinaba la liturgia con la política partidista”[7]. Ese recinto fue el salón principal del edificio de la Intendencia del Chocó, en donde tuvieron la urna con los restos mortales de Conto en cámara ardiente, antes de llevarlos al monumento construido por Luis Llach: “un templete con columnas muy a su gusto, de inspiración jónica, que sostenían una cúpula con nervaduras, y posada sobre esta, como remate, un águila imperial”[8].
Templete en homenaje a César Conto Ferrer.
Quibdó, Parque Centenario, julio 2019.
FOTOS: Julio César U. H.
La misa que los misioneros se negaron a celebrar en el salón principal de la Intendencia tuvo lugar en el templo parroquial o iglesia de San Francisco de Asís (actual catedral de Quibdó). Fue presidida por el Padre Jacinto Bau, quien expresó -en nombre de los claretianos, cuyo superior era el Padre Medrano- que el homenaje a César Conto Ferrer era un agravio para la iglesia, porque Conto había sido un impío perseguidor de la fe católica y la religión. Las ideas liberales de Conto Ferrer y sus batallas contra la sangrienta y oscurantista hegemonía conservadora; sus luchas y sus acciones de gobierno como presidente del Estado Soberano del Cauca, en pro de la educación popular y universal, laica, científica y libre, acompañado de su primo Jorge Isaacs Ferrer, a quien nombró como Superintendente de Instrucción Pública del Estado; son la fuente y el principal motivo de descalificación y denuesto de los claretianos de aquella época hacia César Conto Ferrer.
A pesar del improperio, que mucho dolió a la ciudadanía quibdoseña, la urna con los restos de César Conto Ferrer fue emplazada en el interior del templete construido en su memoria y homenaje, en medio de sentidos discursos pronunciados por personalidades como Guillermo Henry y Lisandro Mosquera. Una edición especial del periódico ABC dedicada a la memoria de Conto Ferrer circuló aquel domingo y fue profusamente leída en la ciudad. Tan profusamente leída como la crónica de la despedida del Padre Nicolás Medrano, publicada diez años después por ABC, en la cual no se hace mención alguna del histórico baldón de Medrano y sus compañeros claretianos en contra de la memoria de un hombre al que tanto le adeuda Colombia.
[1] Periódico
ABC, Quibdó, 7 de septiembre de 1934. Edición Nº 2879.
[2] Periódico ABC, Quibdó, 7 de septiembre de 1934. Edición Nº 2879.
[3] Idem. Ibidem.
[4]
Ibidem.
[5] La historia completa de la repatriación de los restos de César Conto Ferrer, incluyendo un resumen de su vida, puede leerse en El Guarengue (julio de 2019): https://miguarengue.blogspot.com/2019/07/el-dilecto-hijo-dequibdo-monumento-en.html
[6] Conto Ferrer, César. Testamento Político. En: REPERTORIO AMERICANO, Semanario de Cultura Hispánica. Tomo 9, Núm. 12. San José, Costa Rica, LUNES 24 DE NOVIEMBRE 1924. Pág. 185. Biblioteca Electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica.
[7] Chocó
7 días. Edición N° 1116. Quibdó, mayo 19 a 25 de 2017. Hidalgo, Edgar, ¿Qué
sabe usted del Chocó?
[8] González,
Luis Fernando. Luis Llach, en busca de las ciudades y la arquitectura en
América. Editorial de la Universidad de Costa Rica. 2004. 344 pp. págs. 244-245.
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