lunes, 13 de abril de 2020


“Un hospital de primera clase,
digno de cualquier ciudad de Colombia”
Hospital San Francisco de Asís recién inaugurado (1935).
Nicolás Medrano, Misionero Claretiano, 
y los intendentes nacionales del Chocó 

Jorge Valencia Lozano y Adán Arriaga Andrade fueron artífices de la obra.
Fotos: cortesía Gonzalo Díaz, 
Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

Collage: El Guarengue.

Un cuarto de siglo, tres intentos previos, dos primeras piedras y unos cuantos intendentes nacionales del Chocó se necesitaron para que el Hospital San Francisco de Asís, de Quibdó, en donde hoy funciona el Colegio Santacoloma, fuera definitivamente inaugurado y dado al servicio como “un hospital de primera clase, digno de cualquier ciudad de Colombia” [1], el domingo 3 de febrero de 1935, en una ceremonia cuyo acto central fue “una misa campal, con asistencia de las autoridades civiles y eclesiásticas y elementos de todas las capas sociales” [2].

En dicho acto, se extrañó la presencia del Padre Nicolás Medrano, un Misionero Claretiano que durante muchos años fue Párroco de Quibdó, posición desde la cual puso gran empeño y dedicó bastante tiempo para contribuir a la concreción de tan magna obra, que, según decían sus amigos, había sido una idea suya. Medrano se había marchado de Quibdó cinco meses atrás, en cumplimiento de un nuevo encargo de su congregación religiosa y luego de una serie de nutridas y entusiastas despedidas, que incluyeron acompañarlo en el tramo inicial de su viaje, hasta el kilómetro 17 de la vía de Quibdó hacia Antioquia.

En efecto, el Padre Medrano –desde el púlpito del templo parroquial de Quibdó, actual Catedral, y mediante conversaciones directas con la gente- promovió desde el año 1910 la idea de crear un hospital bien organizado en la ciudad. De inmediato, la Intendencia acogió la idea y, conjuntamente con el misionero, conformó una junta para el efecto y dispuso un auxilio económico para empezar a materializarla. Ese dinero fue utilizado para comprar una casa, en la Alameda Reyes, que en ese momento se consideró adecuada para empezar la construcción. “Aquella casa pertenecía al señor Medina, jefe de ebanistas del taller de los señores Zúñiga & Ángel. Pero se observó bien pronto que no servía para el objeto” [3], por lo cual fue vendida.

Nicolás Medrano,
misionero claretiano,
fue uno de los más entusiastas
promotores de la construcción
del Hospital San Francisco
de Asís, de Quibdó
El segundo intento de construcción empezó, entonces, en un terreno donado por el comerciante sirio Félix Meluk, que formaba parte de una extensa propiedad suya conocida como El Paraíso [4], ubicada en el llamado Barrio Norte, un sector hacia donde ya todas las miradas enfocaban el futuro desarrollo urbano de Quibdó. En ese sitio, tal como lo registró el periódico ABC, “la junta del hospital, de la cual era alma el Padre Medrano, comenzó a levantar, desgraciadamente sin método y sin dirección técnica, el nuevo edificio. Sobre los postes de madera, se colocó una techumbre de tejas de cemento, y –claro está– no soportaron el enorme peso, y el edificio en construcción se vino a tierra” [5]. Obstinación, pertinacia o terquedad, Medrano y su séquito no se dieron por vencidos y esta vez ensayaron con un techo de hierro para la edificación amplia y de dos pisos que, en su mente -tan entusiasta como escasamente conocedora de las artes de la construcción- concebían. Como era de esperarse, los fondos se agotaron sin que el hospital fuera una realidad.

Ya había transcurrido más de una década desde que la idea del hospital fuera concebida y puesta en marcha y todavía no pasaba de serlo, cuando el recién posesionado Intendente Nacional del Chocó, Miguel Vargas Vásquez, gestionó un nuevo auxilio económico para intentar -por tercera vez- la anhelada construcción. Así, en octubre de 1924, coincidiendo con las festividades por la repatriación de los restos de César Conto Ferrer [6], “se colocó la primera piedra de un nuevo edificio, de cemento, por los lados de la Avenida Istmina, detrás del monumento a Tomás Pérez. Vargas Vásquez dejó señalada la partida para acometer la obra” [7].

Antes de que fuera nuevamente acometida la construcción en el nuevo sitio elegido, personal de la oficina pública de Higiene, otros funcionarios de la Intendencia y un grupo de ciudadanos notables de la ciudad, introdujeron una discusión acerca del lugar donde debía construirse el hospital y propusieron que se hiciera en las afueras de la ciudad, en un sitio donde circulara aire fresco y puro, rodeado de vegetación, lejos de las residencias de las familias quibdoseñas; es decir, “en una de las colinas que rodean a la ciudad”. Vicente Martínez Ferrer, quien reemplazó de modo interino al Intendente Vargas Vásquez, “miró con simpatía la idea, y se puso a su servicio. Con él se escogió el terreno, que es el mismo donde actualmente se levanta el Hospital. Hubo polémica ardorosa. Los Reverendos Padres Misioneros, en una hoja que publicaban por entonces, y en periódicos políticos que en sus talleres se editaban, calificaron de defectuoso el sitio escogido. La ciencia dictaminó entonces que era precisamente lo contrario: había aires puros, y los desagües salían hacia el norte de la ciudad” [8]. Aún con la vehemencia de la oposición liderada por el Padre Medrano, acostumbrado como estaba a intervenir en todo tipo de asuntos de la ciudad y a imponer su criterio siempre que lo dejaran; la Intendencia tomó la que consideró la mejor decisión.

Así las cosas, luego de tres intentos fallidos, la Intendencia ordenó que el nuevo hospital fuera construido en concreto, un material de reciente aparición en la ciudad y que ya había empezado a ser usado en las demás obras intendenciales. Mediante el Decreto Nº 203 del 7 de mayo de 1925, que Jorge Valencia Lozano firmaba en calidad de Secretario de Gobierno, “se decidió localizar el nuevo hospital en las afueras de la ciudad, ‘hacia el noroeste, en un sitio pintoresco, sobre una de las pintorescas colinas que enmarcan el área urbana, donde hay árboles y hay agua y se respira salud’” [9].

Insistentes, los opositores a dicha decisión alegaron también que lo inaccesible del sitio escogido y los costosos banqueos de tierras que se requerirían para adecuar los terrenos y para construir la vía de acceso elevaban excesivamente e inconvenientemente los costos de la obra. “A pesar de las críticas, la decisión sobre el sitio escogido se mantuvo”; y, el 9 de agosto de 1926, se colocó la primera piedra en el lugar “donde se iría a levantar ahora sí definitivamente el Hospital de San Francisco de Asís…acto en el cual el poeta antioqueño residenciado en Quibdó, Carlos Mazo, pronunció una oración a la caridad” [10] .

Empezaron entonces los trabajos de construcción. Pero, como lo explica detalladamente Luis Fernando González [11], no habían transcurrido tres meses cuando el Consejo Administrativo de la Intendencia, en octubre de 1926, ordenó suspenderlos por incumplimiento de requisitos, pues los planos y presupuestos definitivos no contaban con su aprobación. En estas circunstancias, y para subsanar lo faltante, la misma Intendencia contrató al ingeniero alemán E. Altman para que hiciera los diseños definitivos del hospital, cuyos planos fueron entregados en marzo de 1927, a un costo de $300, incluidos en el total de $12.000 destinados para las obras. Altman formaba parte de una empresa de ingenieros que, en esos días, visitaba Quibdó como parte de un contrato nacional de diseño de algunas vías interdepartamentales que debían comunicar al Chocó con el Valle y otros departamentos.

Un decreto intendencial del 21 de marzo de 1927 ordenó reanudar las labores de construcción del hospital, bajo la supervisión de la Dirección de Obras Públicas de la Intendencia, a cargo de Leonidas Chaux Ferrer, y con sujeción a los planos elaborados por Altman. Dos años después, el 30 de julio de 1929, el hospital fue inaugurado por Jorge Valencia Lozano, quien -luego de un lapso de interinidad- había sido nombrado Intendente en propiedad. El acto incluyó un elocuente y florido discurso del Padre Nicolás Medrano.

Jorge Valencia Lozano,
uno de los gobernantes
históricos del Chocó.
El Intendente Valencia Lozano no solamente había garantizado el flujo de recursos necesarios para finalizar la construcción del hospital. También se había ocupado de garantizar la apertura de la vía de acceso al sitio, la construcción de la calzada y demás obras complementarias. Y el Hospital quedó terminado entonces: su dotación de instrumental de cirugía, de equipo sanitario, de todo cuanto era indispensable, hasta la batería de cocina, todo de primera clase, la hizo ese gobierno, y allí quedó en espera del momento oportuno para la apertura de sus servicios” [12]. Pero, dicho momento aún debería esperar varios años, pues a pocas semanas de la inauguración del hospital empezaron a sentirse en la región los efectos de la denominada Gran Depresión o Crisis Económica de 1929, que se prolongaría casi hasta el final de la década de los años 1930 y que afectó profundamente a la economía nacional, ya que disminuyó el giro de recursos de inversión hacia las regiones; y a la economía regional, caracterizada por su casi total dependencia del sector primario, que padeció la caída en picada de la demanda internacional de materias primas.

Ello explica por qué los gobiernos que sucedieron al de Jorge Valencia Lozano poco o nada hicieron o pudieron hacer para poner en funcionamiento la magnífica y completa obra que era el Hospital; a tal punto de descuido que, como lo informó el periódico ABC en febrero de 1935, en su edición de la víspera de la inauguración definitiva, del hospital “desaparecieron camas, colchones, y otros elementos, que hace unas cuantas semanas, en avisos públicos, reclamaba la Alcaldía, pero que retienen aún en su poder elementos de significación de esta capital, sin que se les dé un ardite reintegrarlos” [13].

Adán Arriaga Andrade,
uno de los chocoanos
más destacados en el
ámbito político nacional
.
Adán Arriaga Andrade pondría fin a esta absurda penuria de la salud en Quibdó. Bajo su administración, la Intendencia restauró de modo admirable un edificio que ya estaba casi en ruinas, luego de más de cinco años de abandono. Y así, el 3 de febrero de 1935, bajo una brisa suave, aunque no abundante, ante una concurrencia copiosa y feliz de la población quibdoseña, se inauguró y dio al servicio definitivamente el hermoso y funcional edificio del Hospital San Francisco de Asís, que abrió sus puertas ese mismo día, “completamente nuevo, totalmente dotado de lo que había ido desapareciendo, y con su equipo de médicos y enfermeras sirviendo, y elementos de botica, y con garantía de vida con fondos intendenciales” [14]. “Para su dirección, la Intendencia, animada del propósito caritativo y altruista de favorecer a los chocoanos enfermos, contrató los servicios del eminentísimo y consagrado médico doctor Alfonso Borda Mendoza, quien se encuentra en la ciudad y al frente del hospital desde hace algunos meses, y los de cuatro hermanas de la caridad”, explicó el Secretario de Gobierno de la Intendencia, Gerardo García Gómez, en entrevista concedida al periódico ABC, una semana después.

Camilo Mayo Córdoba, dirigente cívico y político, uno de los primeros comerciantes negros exitosos y notables de la ciudad, padre del primer arquitecto negro graduado en Colombia (Camilo Mayo Caicedo, de la Universidad Nacional), resumió el valor de las gestiones gubernamentales de los intendentes Valencia Lozano y Arriaga Andrade en relación con el hospital, en un escrito que publicó en el periódico ABC, en abril de 1935, es decir, poco menos de tres meses después de la inauguración de dicha obra:

“Ningún Intendente del Chocó se había interesado tanto y sinceramente por la masa que este gobierno [el de Adán Arriaga Andrade], y vamos a demostrarlo con honradez como es nuestra norma. El otro Intendente progresista, el Dr. Jorge Valencia Lozano, a quien sería injusticia negar todos los esfuerzos que realizó durante su gobierno, en beneficio de los obreros mediante el desarrollo de grandes obras públicas, y becando a muchos desagradecidos de toda clase, tuvo el feliz pensamiento de la construcción y terminación del Hospital de San Francisco de esta ciudad, lo que logró terminar y arreglar con todos los enseres necesarios, luego se quedó ahí cerrado esperando un Intendente de buena voluntad sincera que lo diera al servicio. Hoy en día gracias a este caballero [Adán Arriaga Andrade], que es orgullo del Chocó, ya tenemos este Hospital prestando un gran servicio, no a la clase alta sino a los más humildes de esta democracia, porque somos los más pobres y los que más necesitamos de tratamientos, ya que por falta de recursos se le moría a uno su doliente antes del tiempo y a nuestro juicio este solo acto vale la pena de agradecer”[15].

Adán Arriaga Andrade completó pues la gesta de Jorge Valencia Lozano y de sus predecesores en el campo de la salud pública de la ciudad. El Doctor Borda Mendoza y su equipo médico y de enfermería tendrían su primera prueba de fuego transcurridos escasos tres meses de la apertura del hospital, cuando una epidemia de gripa o influenza amenazó con hacer estragos en Quibdó y el número de enfermos creció tanto que rebasó el centenar que el hospital estaba en capacidad de atender normalmente. No obstante, gracias al trabajo conjunto del personal de la Dirección Intendencial de Higiene y del Hospital San Francisco de Asís, esta crisis sanitaria pudo ser airosamente conjurada.

Escalera de acceso al antiguo Hospital San Francisco de Asís, de Quibdó, hoy Colegio Santacoloma.
Imagen tomada de: 




[1] Periódico ABC. El Hospital. Edición 2949, 2 de febrero de 1935. Reproducido en: http://www.choco7dias.com/1006/choco_ayer.html

[2] Ibidem, Periódico ABC.

[3] Ibidem, Periódico ABC.

[4] Actual Barrio Kennedy.

[5] Periódico ABC. El Hospital. Edición 2949, 2 de febrero de 1935. Reproducido en: http://www.choco7dias.com/1006/choco_ayer.html.

[7] Periódico ABC. El Hospital. Edición 2949, 2 de febrero de 1935. Reproducido en: http://www.choco7dias.com/1006/choco_ayer.html
La ubicación a la cual hace referencia el artículo del ABC corresponde hoy a un sector adyacente al Colegio Carrasquilla, en el Barrio El Silencio. La Avenida Istmina es la actual Carrera 9ª.

[8] Ibidem, Periódico ABC.

[9] González Escobar, Luis Fernando. Quibdó, contexto histórico, desarrollo urbano y patrimonio arquitectónico. Centro de publicaciones Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, febrero 2003. 362 pp. Pág. 275.

[10] Ibidem, pág. 276.

[11] Ibidem.

[12] Periódico ABC. El Hospital. Edición 2949, 2 de febrero de 1935. Reproducido en: http://www.choco7dias.com/1006/choco_ayer.html

[13] Ibidem, Periódico ABC.

[14] Ibidem, Periódico ABC.

[15] Mayo C., Camilo. Vale más el bien general que el bien particular. Periódico ABC edición 2987, abril 23 de 1935. http://www.choco7dias.com/1078/choco_ayer.html



1 comentario:

  1. Excelente Julio .Nuevamente un placer leer todas estas experiencias por las que ha pasado nuestro terruño abrazo fraterno.

    jesus erwin

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