A propósito de la crisis de la UTCH
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Así fueron las primeras clases en la UTCH
Por Ely Gómez Ortega
Quibdó, marzo de 1.972
El lunes 6 de marzo de este año, se inició en el Chocó una nueva era: tomó forma la Universidad “Diego Luis Córdoba”. En un acto sencillo y sobrio, pero espléndido por su trascendencia, 208 estudiantes con ansiedad escucharon las palabras de quienes intervinieron en la ceremonia inaugural realizada en el Colegio Carrasquilla a partir de las 7 de la noche.
Estuvieron presentes por invitación especial, el señor Gobernador D. Diego Córdoba Zuleta, el señor secretario de Educación, Lic. Libardo Rentería Ledesma, el señor comandante de la Policía Nacional, coronel Alvaro Edmundo Bernal, el señor subcomandante, Mayor Fulton Velásquez, el Rvdo. padre Octavio Suárez en representación personal de S. E. el Sr. Obispo Pedro Grau Arola, varios fundadores de la institución y numeroso público.
Como primer número de tan sencillo acto cultural, un grupo de estudiantes entonó el himno al Chocó, del profesor Julio Ramos, que empieza Chocoanos despertemos, reclama el mundo entero ardientemente…”. No podía ser más oportuno el momento de esas palabras. Hubo tres discursos entre los intervalos musicales y poéticos. El primero estuvo a cargo del Sr. presidente del Consejo Directivo, Dr. Luis Augusto Córdoba Mena, uno de los pioneros de esta magna obra. En frases emocionadas y elocuentísimas narró el vía crucis de la Universidad del Chocó, los antecedentes de esta realización; el Comité Cívico, las luchas e incomprensiones, los malos entendidos, la decisión y la entereza de los gestores, los inconvenientes y las voces de aliento, las palabras pesimistas y las incrédulas, las cartas y telegramas, las personas llamadas a colocar su grano de arena, las visitas al ICFES y de Mineducación, la colaboración ciudadana y de las juntas de acción comunal, el apoyo de los municipios y del Departamento, el auxilio de algunos parlamentarios (Manuel Mosquera Garcés, $ 200.000.00; Daniel Palacios Martínez, $ 200.000.00: Ricardo Eleazar Valencia, $ 25.000.00; e Isaac Sánchez Palau, $ 30.000.00). El Dr. Córdoba facturó un discurso histórico. Después intervino el señor Dr. Jesús A. Lozano A., otro de los pioneros de esta colosal obra. Sus palabras presentaron el panorama de la problemática que vive el Chocó, preñado de contrastes y de paradojas y carente de los elementales servicios. Dijo que “el Chocó tiene ya 25 años de vida como departamento, y son 25 años de vida que nos hemos pasado sin hacer nada”, y agregó: “esta Universidad del Chocó no se puede entender como una fábrica de profesionales en serie, sino que su misión consiste en servir de motor de cambio y liberación de la miseria y el abandono en que vive el Chocó”. Fue un discurso filosófico.
Por su parte, el señor Gobernador contestó a los oradores citados e hizo un altísimo elogio de las personas que de una u otra manera contribuyeron a forjar esta universidad: “una de las obras que hacía falta en Quibdó y que todos los chocoanos debemos apoyar sin reticencia, ni distingos”, dijo en uno de sus apartes; al concluir, declaró abiertas las actividades académicas y deseó a los estudiantes y a las directivas éxito en la vasta labor que se iniciaba por primera vez en la historia del Chocó.
Intervino la señorita Eyda Caicedo Osorio, con una poesía folclórica chocoana de la inspiración de su ilustre padre, el vate Miguel A. Caicedo, fundador de la Universidad. La “marcha final” estaba contemplada en el austero programa y fue así como terminó la inauguración. Algunos recrearon su euforia en pequeños grupos por fuera.
El centenario Colegio Carrasquilla de Quibdó fue la primera sede de la UTCH, en 1972. FOTO: ca. 1945. Archivo fotográfico y fílmico del Chocó |
En este vaivén intelectual, de nuevo el campanazo que indica la segunda hora; vuelven a sus aulas a escuchar y a tomar apuntes a otro catedrático. La tranquilidad reina, y así se va la primera noche universitaria en Quibdó. La Universidad del Chocó ha nacido. Se termina esa jornada; estudiantes profesores y directivos salen con las más diversas opiniones y pletóricos de alegría a sus residencias, donde los esperan sus padres, hermanos, esposos, familiares y les cuentan sus primeras experiencias universitarias. Las esperanzas son inmensas. No falta quien de contento se tome sus platinazos.
En los días posteriores, las actividades continúan su desarrollo normal; pero, de repente, una de esas noches, el apagón. Nadie se inmuta; ya estamos acostumbrados; se compran velas y con ellas se dictan las clases, y parece como si las tinieblas avivaran el entusiasmo tanto a profesores como a estudiantes; nadie retrocede, sino que avanza con entereza en busca de la ciencia para la superación. Los apagones se suceden con cierta regularidad y no hay quien desfallezca. Después, el servicio de energía electrónica se normaliza, gracias a la extraordinaria colaboración del Dr. Aguilar. Las clases siguen y luego las pruebas semestrales del primer periodo académico.
Son dignos de
aplausos los profesores y estudiantes en su totalidad, por su constancia, su
tenacidad, su responsabilidad. Ni la lluvia, ni la oscuridad, los acobardó para
el cumplimiento de sus respectivos deberes. Mil felicidades, porque ustedes han
empezado el cambio del Chocó, y con este gesto están mandando a recoger la
vieja teoría de que el chocoano es perezoso e incapaz de resolver su propio
destino.
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