lunes, 2 de octubre de 2023

 5 hitos históricos 
de San Pacho en Quibdó

👉Afiche promocional de la edición 2023 
de la Fiesta de San Pacho en Quibdó.
FOTO: Fundación Fiestas Franciscanas de Quibdó.

“Los franciscanos querían hablar de San Francisco de Asís a los indígenas. En el año de 1648, fundan a Quibdó. Los indígenas, que no querían conocer esa extraña liturgia, se resisten: toman el camino de la guerra. San Francisco, finalmente, se va quedando con los negros. Luego le comienzan a llamar San Pacho, se va olvidando de Asís y es tan solo de Quibdó. Sale San Pacho a las calles de Quibdó, se le encuentra al frente de cualquier casa, a la vuelta de la esquina, en todos los barrios; ahí está exigiendo su cuota en dinero para la celebración. Pero San Pacho no solo pide, él ha salido a contener el fuego que amenazaba con destruir a Quibdó, él no ha olvidado a su gente cuando la salud se quebranta, ni ha dejado de castigar cuando el pueblo así lo merece”. William Villa. Carnaval, política y religión: Fiestas en el Chocó.

Este 5 de octubre de 2023 culmina la trigésimo septuagésima quinta (375ª) edición de la Fiesta Patronal de San Francisco de Asís o Fiestas de San Pacho, en Quibdó, Chocó, una manifestación cultural que desde 2012 forma parte de la lista de Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, de la Unesco; y cuya primera realización se remonta a mediados del siglo XVII, si nos atenemos a la detallada narración que hizo -en el volumen 4 de la Revista Colombiana de Folclore, en 1960- el etnólogo, investigador e intelectual chocoano Rogerio Velásquez Murillo (Sipí, 9 de agosto de 1908-Quibdó, 7 de enero de 1965), en su artículo “La Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó”[1]; un trabajo pionero en cuanto a la documentación de fiestas populares en pueblos negros de Colombia y las relaciones entre raza, religión, política, territorio y poder.

Con todo y su longevidad, es claro que la Fiesta de San Francisco de Asís o San Pacho, en Quibdó, no se ha celebrado siempre del mismo modo; su estructura organizativa y ritual no ha sido la misma a lo largo del tiempo y no ha incluido siempre los mismos componentes festivos, devocionales, rituales y estéticos. En los primeros dos siglos y medio, la autoridad eclesiástica era sujeto central de la fiesta y el centro de la misma era el templo. Posteriormente, el esquema festivo incluyó la participación de las élites dominantes de la ciudad y la región, con el pueblo como simple espectador e invitado. 

¿Cómo se llegó a la estructura organizativa, festiva, devocional y estética, religiosa, social y política, bajo la cual se celebra la fiesta en la actualidad; donde el pueblo es protagonista y donde la calle y el barrio, el vecindario y la ciudad, son territorio festivo que incluye al templo y asume el protagonismo de los componentes devocionales? El repaso de algunos hitos de la historia de la festividad nos puede ayudar a la comprensión básica de esta evolución de la Fiesta Patronal de San Francisco de Asís o Fiesta de San Pacho, en Quibdó, Chocó, Colombia.

Hito 1: 375 años de celebración

Citando a Julia Herráez S. de Escariche, Rogerio Velásquez narra así la primera fiesta de San Francisco de Asís, en el Atrato: “Ese día, como festividad de San Francisco, hubo procesión por el río en quince canoas, yendo fray Matías en medio con un Cristo y una imagen de San Francisco; al llegar a la iglesia desembarcaron todos y penetraron en ella; hincados de rodillas, fray Matías cantó Tedeum, terminando la fiesta con una buena comida”[2].

Y citando a Fray Gregorio Arcila Robledo en su historia de los franciscanos en Colombia (1951), Velásquez incluye en su artículo el contexto y la descripción del aquel evento festivo fundacional de la tradición: "Fray Matías, con buenos modales y óptimo trato, se ganó el afecto de los innumerables naturales que pululaban en el corazón de nuestra provincia de oro; en terreno regalado por el capitán de nuestra Orden, les levantó su buena iglesia a la vera del majestuoso río, y una vez terminada, con las dificultades y carencia de todos los elementos indispensables que bien se deja comprender, hizo la solemne dedicación a nuestro Padre San Francisco de Asís, enarbolando él, a la cabeza del desfile de canoas, la sagrada imagen del Seráfico Padre; un cacique iba adelante tocando una campanilla, después el grueso de los neófitos por él catequizados marchaban pausada y devotamente, mientras fray Matías entonaba, cantando las letanías de la Santísima Virgen Inmaculada: "Madre Inmaculada, ruega por nosotros"[3].

De este modo, si uno cuenta los años desde aquella primera procesión de canoas (4 de octubre de 1648), donde los sanpacheros fueron indios, en este 2023 estamos completando 375 años de celebración de las fiestas. Aunque el templo y el poblado aquel de las narraciones citadas por Rogerio Velásquez en su clásico texto, donde un lego franciscano que además de gustarle la minería la había ejercido en Mariquita antes de ingresar a la Orden, hayan desaparecido por ataques de indígenas, y el mismo Fray Matías haya sucumbido en uno de estos ataques; está visto que él sí dedicó aquel rústico templo a San Francisco y sí presidió, como homenaje al patrono del lugar acabado de construir, una procesión por el río y una celebración litúrgica, terminada la cual unas cuantas actividades de diversión fueron compartidas con un grupo de indios de la comarca atrateña. Se sabe, incluso, que comieron abundante pescado. Alguna bebida fermentada, seguramente, habrán tomado.

Es decir que, el 4 de octubre de 1648, se celebraron por primera vez rituales festivos religiosos y no religiosos, en honor a San Francisco de Asís como patrono del templo y del poblado; lo cual  es un hito trascendental en la historia de San Pacho en Quibdó, que permite datar sus orígenes en aquella lejana fecha de hace casi cuatro siglos; como lo documentaron también -recientemente y en un trabajo conjunto- los historiadores sanpacheros Ana Gilma Ayala Santos, Omar Palacios Mosquera y Douglas Cújar Cañadas[4]. Durante dos siglos y medio, a partir de ese momento fundacional, la fiesta patronal se seguirá celebrando bajo la autoridad eclesiástica de curas religiosos o seculares, presentes en la región o venidos de Popayán para atender dicha liturgia y de paso impartir sacramentos a la feligresía congregada en torno al santo patrono de la ciudad de Quibdó y sus comunidades rurales.

Hito 2: el San Pacho de 1898

Un programa impreso en la imprenta de Emiliano Rey, en Quibdó, ha quedado como evidencia concreta de las actividades con las que se celebró la Fiesta de San Francisco, como patrono de la ciudad, en el año 1898: un “solemne triduo” organizado y dirigido fundamentalmente por sectores de la élite de la sociedad quibdoseña de entonces, que se distribuyeron en comisiones encargadas de cada uno de los tres días de la celebración; los cuales incluyeron elementos festivos de su exclusivo alcance, como regatas en el río, globos aerostáticos y paseo de ciclistas; al igual que “iluminación profusa del templo todas las noches”.

Programa de la Fiesta de San Pacho en Quibdó, año 1898. FOTO: El Guarengue, reproducción tomada del libro "Sustentos históricos sobre el origen de la Fiesta de San Francisco de Asís, "San Pacho en Quibdó", de Douglas Cújar, Omar Palacios y Ana Gilma Ayala.

“Chocoanos, ¡¡venid todos a Quibdó!!”, proclama e invita el programa en sus líneas iniciales. Y en sus líneas finales, luego de haber expuesto el detalle de programación de cada uno de los días, proclama y exclama: “En vista de tan religiosos y esmerados obsequios que nos prometemos ofrecer a la Majestad Divina, en honra de nuestro Bienaventurado Patrón; así como de los regocijos permitidos que hemos apuntado en este programa, ¿habrá alguien que se quede indiferente, con reprobable indolencia, en su habitación del campo? No lo creemos; y por eso nos apresuramos a invitar a todos los individuos que demoran en esta dilatada comarca, y en especial a aquellos que, retirados de esta Capital, nunca asisten a las solemnidades de la Iglesia. ¡¡Ojalá en esta vez, el concurso que venga a elevar una plegaria al Patriarca de Asís y a solazar el ánimo, sea numeroso!!”[5]

El epicentro de la festividad es el templo. Su organización y dirección no incluye a la gente del común, que tiene carácter de invitada y es llamada a dejar de lado su indolencia, su indiferencia y su inasistencia, para concurrir a los actos programados, de modo que el concurso a los mismos “sea numeroso”, como lo quieren y esperan los organizadores.

Hito 3: El alumbrado de Raimunda Cuesta y el comienzo de la popularización de la fiesta

El 4 de octubre de 1898, día 3° del triduo, de 6 p.m. a 8 p.m., se lleva a cabo la Gran Procesión, que honran “con su presencia todos los fieles, y en especialidad las comunidades, gremios, congregaciones y autoridades civiles y políticas”. A la entrada del templo, imparte “la Bendición Papal el R. P. Superior de los R. R. P. P. Capuchinos”[6].

Cuando finaliza la procesión, en la calle que para entonces se conocía como La Yesca, la vecina Raimunda Cuesta Moreno, natural de Bebará, promueve y lidera la elaboración de un altar para el santo patrono, con el propósito de homenajearlo con un alumbrado o alumbramiento. Según la publicación de los historiadores franciscanos antes citados, este se lleva a cabo “en torno a un cuadro de San Francisco de Asís”, “en el espacio comprendido entre la actual sede del Cuerpo de Bomberos y la casa del maestro Francisco Córdoba (carrera 5ª con calle 24, esquina)”[7]. Según estos autores, citando una fuente que a su vez cita la tradición oral, allí “hubo canto de salves y alabaos, rezo del rosario, comida tradicional: pasteles, mondongo, tamales, pan con café revuelto con maíz tostado, reparto de cigarrillos, vino, biche, guarapo, música de chirimía, baile en la calle, vestidos bonitos, pendones”[8]. Y, según dichos historiadores, al acto asistieron los Padres Capuchinos, quienes “le regalaron a Raimunda Cuesta una imagen pequeña de San Francisco, que reposa en la casa de doña Berta Garcés de Demarchy”[9].

Las diferencias de raza y clase, evidentes en el programa y en la organización de la Fiesta de San Francisco de Asís de 1898, particularmente las referidas a la exclusión del pueblo raso, mayoritariamente negro, sometido a la condición de servidumbre asalariada, de masa campesina ignorada y de habitante urbano estigmatizado como ignorante del ámbito citadino (chocha, ñonca o cajulo, lo llaman); empiezan a ser abordadas de modo pragmático y simbólico. El evento de la calle de La Yesca, protagonizado por Raimunda Cuesta, “nos deja una idea clara y precisa sobre las dos clases sociales que organizaron la fiesta: blancos y negros, dos realidades culturales diferentes en el mismo año…; condiciones que le dan mayor fuerza al evento de la Yesca Grande, porque nos hablan de una celebración por parte del pueblo negro, con elementos culturales propios, mientras que los otros estaban más europeizados. Es un momento de gran significación histórica; a partir de allí, las expresiones de nuestra cultura entran a fortalecer a la fiesta franciscana”.[10]

Rogerio Velásquez lo advierte claramente en su emblemático artículo de 1960, en diversos apartes del texto, donde indica la segregación. Un párrafo sintetiza la situación de Quibdó a finales de la década de 1950 y comienzos de 1960, desde el agudo ojo de Velásquez y su precisa pluma: “Entre tanto ir y venir de gentes y de cosas, el observador no se encuentra con un blanco que coopere en la faena. Sin que lo digan los informantes, los de color saben que esta es su fiesta, de la misma manera que la de Corpus Christi y el Corazón de Jesús son las fechas clásicas de los descendientes de los europeos”.[11]

Ha comenzado el siglo XX. El poblado crece, principalmente hacia el oriente. A la orilla del Atrato, en Quibdó, San Francisco de Asís ha empezado a ser San Pacho.

Foto 1: Plaza de Quibdó, 1852. Acuarela de Manuel María Paz. Biblioteca Digital Mundial: https://www.wdl.org/es/item/9058/#q=Quibd%C3%B3.
Foto 2: Quibdó, 1925. Misioneros Claretianos.

Hito 4: Los incipientes vecindarios o el nuevo territorio sanpachero

Hasta principios del siglo XX, la impronta devocional dirigida y organizada por la élite quibdoseña y por las misiones católicas predominaba en el esquema oficial de celebración de la fiesta, cuyo centro era el templo parroquial. No obstante, ya desde finales del siglo XIX, aunque con mayor ahínco comenzando el nuevo siglo, van apareciendo una serie de elementos de apropiación popular de la devoción oficial, los cuales serán posteriormente incorporados a la ritualidad formal. Dichos elementos nacen Quibdó adentro, es decir, de la Avenida Istmina hacia adelante, en el poblado que crece en las colinas aledañas a la cuadrícula central de la ciudad, donde inmigrantes campesinos ubican sus viviendas de palma y paja, siguiendo el curso de las quebradas La Yesca y La Aurora, para mantener su conexión con el campo de donde proceden.

Los elementos celebrativos de San Pacho que van surgiendo de la inspiración popular serán aceptados paulatinamente, en virtud de procesos de concertación entre la curia católica, la élite dominante y los líderes e intelectuales negros que surgen en las primeras décadas del siglo XX, cuya importancia se hace evidente y reconocida a partir de la creación de la Intendencia Nacional del Chocó.

Un ejemplo significativo de dichos elementos son los bailes callejeros, que a veces duran hasta el amanecer y que se llevan a cabo entre vecinos de los mencionados contornos de las afueras de Quibdó, donde viven, por ejemplo, las lavanderas y planchadoras, los vendedores de leña  y de carbón, los obreros rasos de las construcciones públicas y privadas, las cocineras que preparan postres y amasijos para la venta, las empleadas domésticas, las vivanderas y los profesionistas de oficios varios. A estos contornos, con excepción de los paseos de fin de semana a los charcos de La Yesca, nunca han ido quienes organizan la fiesta patronal y de sus habitantes solamente saben porque les proveen carbón vegetal, leña o yerbas medicinales, mano de obra y servicios.

La música de estos bailes proviene de murgas espontáneas, dotadas de instrumentos no convencionales de percusión (utensilios de cocina, tarros de lata, pedazos de madera labrados) y de viento (flautas hechizas, labradas con canutos de guadua biche o ramas delicadas de arbustos silvestres; peinillas o peines recubiertos con papel de aluminio obtenido de las cajetillas de cigarrillos; pitos fabricados con hojas de palma; silbidos melodiosos de vecinos hábiles y espontáneos).  Imágenes del santo patrono para el culto devocional en aquellos vericuetos de Quibdó son adquiridas por los vecindarios a través de la curia o son elaboradas en madera, tallada por vecinos habilidosos. Ollas comunitarias o bodas callejeras en fogones de leña aroman el ambiente, con viandas que se preparan con ingredientes que provienen de la contribución de los vecinos, quienes ponen la culinaria y la leña, las ollas y utensilios, los totumos para compartir las sopas y sancochos, las hojas de bijao como plato para el arroz o envoltorio para los pasteles y tamales, y todo lo demás que haya menester o que esté disponible para celebrar conjuntamente su propia y legítima fiesta de San Pacho.

Hito 5: Un esquema organizativo y ritual de 100 años atrás

El esquema celebrativo actual se empieza a configurar y organizar en las tres primeras décadas del siglo XX, especialmente en la de 1920-1930, cuando los Misioneros Claretianos ya se han insertado en la sociedad quibdoseña, adonde arribaron en febrero de 1909 procedentes de España, y han establecido plenamente la estructura eclesiástica de la Prefectura Apostólica del Chocó: “Con la presencia de los misioneros de origen español, la manifestación religiosa y la devoción a San Francisco se va a enriquecer con el aporte que éstos realizan en lo musical, lo teatral y en general en las manifestaciones artísticas asociadas a la fiesta, rasgos que ya se expresan en la segunda década del siglo XX y que tienen como mentor al misionero Nicolás Medrano”[12]. Siendo, como el nombre de su congregación lo indica, Hijos del Inmaculado Corazón de María, los Misioneros Claretianos privilegian en principio la propaganda devocional hacia esta advocación. No obstante, notables de la sociedad local los hacen entrar en razón, para que acepten de buen agrado que dicha devoción por ellos preferida puede convivir con la ya establecida y anualmente celebrada en honor al llamado Seráfico de Asís.

Es así como, en 1926, cuando se conmemoraban 700 años de la muerte de San Francisco de Asís, el misionero claretiano Nicolás Medrano y grupos de vecinos y líderes de los nacientes barrios de Quibdó, entre los que se contaban Azarías Valencia, Balbino Arriaga, Raimunda Cuesta y Julio Perea Quesada, dieron comienzo a un proceso de consolidación organizativa de la celebración popular en homenaje a dicho santo como patrono de Quibdó. Para ello, tomaron como base las formas vecinales preexistentes de organización de los festejos e introdujeron -a instancias del misionero- algunos elementos festivos o carnavalescos de origen español, que fueron adaptados a la estética, a la usanza y a la cultura local. De esa época datan algunos de los elementos fundamentales del esquema ritual y ceremonial de la celebración de las Fiestas de San Francisco de Asís o San Pacho, en Quibdó, en los que se integran componentes religiosos y componentes seculares o laicos de la festividad, tales como la asignación de un día a cada barrio, las carrozas alegóricas o disfraces, los monumentos o altares religiosos o arcos que se preparan para la procesión solemne del 4 de octubre, las alboradas y desayunos franciscanos con los que comienza el día de cada barrio, las comparsas barriales organizadas por vecinos y amigos, y las desaparecidas vacalocas. Con una que otra variación, algunas de ellas explicadas en el texto, este es el modelo de fiesta que fue documentado detalladamente por el antropólogo e intelectual chocoano Rogerio Velásquez Murillo, en su artículo de 1960 en la Revista Colombiana de Folklore.

La distribución de los días de la fiesta por barrios surgió como una forma de ampliar la participación popular y distribuir el ejercicio simbólico de la autoridad durante su celebración, extendiendo así los lazos de la fraternidad franciscana a todos los rincones de los vecindarios que a principios de siglo han empezado a reivindicar su identidad territorial como parte de la configuración urbana del antiguo poblado, que es ahora la ciudad capital de la Intendencia y, en pocos años, lo será del Departamento del Chocó.

La construcción de carrozas alegóricas, inspiradas en los desfiles y procesiones españolas, dio origen a los llamados disfraces, que son una puesta en escena de contenido crítico acerca de la realidad social y política del país o la región, organizada con elementos de decorado y escenografía, y con muñecos movidos a través de diversos mecanismos de utilería, que forman un conjunto cuyo montaje se hace en una carroza que en los primeros años era movida por la fuerza humana de la gente de cada barrio, luego por tracción animal y actualmente es remolcada por un carro.

Los llamados arcos franciscanos, que tuvieron su origen en los arcos del triunfo en honor al Resucitado de la semana santa, son representaciones de pasajes de la vida de San Francisco de Asís o de otras escenas y narraciones sacras, que se disponen en altares que cada barrio construye y prepara para recibir en ellos la imponente imagen del San Pacho de la actual catedral, antes templo parroquial; cuando al llegar a ellos se detiene la solemne y multitudinaria procesión del 4 de octubre, que circula por calles igualmente arregladas, aseadas y engalanadas en homenaje al santo patrono.

Las alboradas tienen origen religioso y son un recorrido de anunciación al vecindario y al pueblo entero de la magnificencia del día clásico de cada barrio y del día clásico del santo, en la madrugada del respectivo día. Los desayunos franciscanos, con los que inicialmente se agasajaba a vecinos notables, autoridades y personajes importantes de la ciudad, surgieron como una muestra de la generosidad de cada barrio al compartir con sus invitados viandas y manjares de la gastronomía local, como signo de hermandad y comunión. Las comparsas, formadas por grupos de vecinos ataviados con vestimentas carnavalescas uniformes, se originaron como expresión organizada y colectiva de goce festivo, como elemento de afirmación de identidad territorial y signo distintivo de pertenencia a cada barrio. Las desaparecidas vacalocas, armazones de madera provistas de cachos de vaca recubiertos de brea ardiendo en candela viva y con una cola de ramas espinosas a modo de látigo, eran eje de una especie de ritual de fuego y juego, en el que avezados personajes de cada vecindario desafiaban la pericia torera de temerarios vecinos en la noche barrial, mientras la muchedumbre retaba el fuego y huía de los latigazos que con la sonora y lacerante cola despachaba el vacaloquero de turno.

Procesión de Gozos en las Fiestas de San Pacho, en Quibdó,
en la madrugada del 4 de octubre. FOTO: León Darío Peláez.
Datan también de aquel periodo los llamados Gozos Franciscanos, una pieza de música sacra cuya riqueza coral y musical colma las calles, esquinas y barrios de Quibdó en la madrugada del 4 de octubre, día oficial de la festividad de San Francisco de Asís. Los Gozos Franciscanos es el nombre con el que popularmente se conoce a un himno titulado Gloria a San Francisco de AsísGloria, Gloria, a Francisco cantemos, / nuestro padre protector. / Sus virtudes ensalcemos, / Gloria, gloria, alabanza y honor; un himno de toda solemnidad, cuya estrofa única es a la vez coro estremecedor de voces devotas al amanecer y juego de bises perfectamente medidos para que quepan después de un silencio melódico finamente calculado, que redondea con precisión el armonioso conjunto de esta pieza musical que cada año ennoblece la alborada del 4 de octubre en homenaje al santo. Este himno, que estremece a quien lo canta y a quien lo escucha, y cuya música literalmente invade el alma, es un elemento devocional céntrico en las expresiones religiosas de alabanza durante la Procesión de Gozos. Se canta desde hace casi un siglo, cuando fue compuesto por el Padre Nicolás Medrano, y es quizá la más inolvidable y significativa entre todas las contribuciones que este misionero claretiano hizo para solemnizar la celebración anual de las Fiestas de San Pacho en Quibdó y promover la estandarización de sus actos y rituales.

“Que viva la fiesta / que viva Quibdó / Que viva San Francisco de Asís / nuestro protector”[13]

La celebración anual ha concluido. A la orilla del río Atrato, en Quibdó, entre el guayabo y la nostalgia, el pueblo sanpachero duerme su primera noche sin fiesta. La bella imagen patrimonial de San Pacho regresa a su lugar en el altar de la Catedral que lleva su nombre, colmada de gratitudes y ofrendas que atesora, y de ruegos y peticiones que espera pronto resolver. En sus ojos vivaces perduran una a una las miles de miradas que con los devotos intercambió. El bastón de mando de la fiesta, símbolo de unidad franciscana interbarrial y de autoridad transitoria sobre la fiesta en el día correspondiente a cada barrio, regresa también a su sitio, recargado con nuevas energías al pasar de mano en mano durante 12 días, como lo ha hecho desde hace cerca de 50 años. Clarinetes y bombardinos, tamboras, redoblantes y platillos guardan melódico silencio, después de casi un mes completo brindando de noche y de día alegrías de chirimía.

“Gloria, Gloria, a Francisco cantemos, 
/ nuestro padre protector. 
Sus virtudes ensalcemos, 
/ Gloria, gloria, alabanza y honor”[14]



[1] Velásquez Murillo, Rogerio. 1960. “La Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó”. Revista Colombiana de Folklore, volumen 4, 1960. Pp. 16-37. https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2910695/

[2] Herráez S. de Escariche, Julia. 1946. Don Pedro Zapata de Mendoza, Gobernador de Cartagena de Indias. Imprenta y Litografía LG.A.S.A. María Auxiliadora, Sevilla. En: Velásquez Murillo, Rogerio. 1960. “La Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó”. Antes citado.

[3] Arcila Robledo, Gregorio. 1951. Los Franciscanos en Colombia. Imprenta Nacional, Bogotá. En: Velásquez Murillo, Rogerio. 1960. “La Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó”. Antes citado.

[4] Cújar Cañadas, Douglas; Omar Palacios Mosquera y Ana Gilma Ayala Santos (2019). Sustentos históricos sobre el origen de la Fiesta de San Francisco de Asís, “San Pacho en Quibdó”. 1ª edición, septiembre 2019. 94 pp.

[5] Programa de la Fiesta de San Pacho (1898). En: Cújar Cañadas, Douglas; Omar Palacios Mosquera y Ana Gilma Ayala Santos (2019). Obra citada antes. Pág. 46-47

[6] Ídem. Ibidem.

[7] Ídem. Ibidem.

[8] Palacios Córdoba, Feliciano (1996). Origen de la fiesta de San Francisco de Asís, Chocó 7 días. Edición 59, página 3. Citado por: Cújar Cañadas, Douglas y otros, obra citada. Pág. 48

[9] Ídem. Ibidem. Cújar Cañadas, Douglas y otros, obra citada. Pág. 48

[10] Ídem. Ibidem. Pág. 48-49.

[11] Velásquez Murillo, Rogerio. 1960. “La Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó”. Revista Colombiana de Folklore, volumen 4, 1960. Pp. 16-37. Pág. 33.

https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2910695/

[12] Plan Especial de Salvaguardia de las Fiestas de San Francisco de Asís en Quibdó. Fundación Fiestas Franciscanas de Quibdó/Ministerio De Cultura. Quibdó, junio 2011.

[13] Coro del Himno monográfico de la fiesta patronal de Quibdó, por Madolina Rentería Caicedo.

[14] Gloria a San Francisco de Asís o Gozos Franciscano, composición del Misionero Claretiano Nicolás Medrano.

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