lunes, 19 de junio de 2023

 De MinCultura a MiCasa

★Quibdó. FOTO: Luisa F. Uribe

El miércoles 14 de junio, hace cinco días, pasó a sanción presidencial la ley mediante la cual el Ministerio de Cultura de Colombia deja de llamarse así y pasa a llamarse Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes. Igualmente, a partir de la vigencia de esta ley, la tan cacareada Economía Naranja pasa a llamarse Economía Cultural y Creativa, un cambio que, hay que reconocerlo, tiene más sentido y sustento teórico y conceptual que el del nombre del ministerio. 

Hace unos meses, en enero pasado, nos referimos en El Guarengue a lo mucho que de embeleco tiene el cambio de nombre del ministerio [1]Si este cambio tuviera el sentido que se le quiere imprimir, también deberíamos entonces proceder a pluralizar las denominaciones de por lo menos cuatro ministerios más: de los deportes; de las ciencias; de las viviendas, ciudades y territorios; y de los transportes. Igualmente, es irrelevante volver compuesto el nombre del ministerio, añadiéndole categorías o conceptos que están consustancialmente incluidos en el concepto englobante de cultura, como las artes y los saberes, que son referencias fundamentales cuando de cultura se habla… 

Ahora, con la aprobación en el Congreso de la ley de cambio de nombre del ministerio, dimos un vistazo al panorama nominal de los ministerios de cultura en la región. Nueve de dieciséis países de Latinoamérica nombran este ministerio como Ministerio de Cultura: Panamá, Perú, Brasil, Argentina, El Salvador, Cuba, Venezuela, Paraguay, México y Nicaragua. En este último país, aún es un instituto (Instituto Nicaragüense de Cultura, INC), como Colcultura en Colombia hasta 1997. En Paraguay y México, los ministerios reciben el nombre de Secretarías. En Venezuela, todos los ministerios incluyen en su nombre la fórmula "del poder popular para..."; en este caso, Ministerio del Poder Popular para la Cultura.

En Ecuador, se llama Ministerio de Cultura y Patrimonio, buscando resaltar con el nombre compuesto un atributo específico de la nación ecuatoriana, pero sin dudar del carácter incluyente del concepto cultura. En Uruguay, se denomina Ministerio de Educación y Cultura, por economía institucional y afinidad conceptual. En Costa Rica y en Guatemala, como suele suceder, al ministerio se le asocian dos sectores a los que políticamente se les quiere dar relevancia nacional, pero sin otorgarles categoría ministerial individual: Ministerio de Cultura y Juventud, se llama en Costa Rica; y en Guatemala, Ministerio de Cultura y Deportes.

Solamente en Chile y en Bolivia el nombre del ministerio se ha pluralizado y amplificado para reflejar en la retórica nominal del Estado el interés inclusivo y comprehensivo de sectores políticos alternativos. El Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, de Chile, es de donde pareciera proceder la idea del nuevo nombre del ministerio colombiano. En el Estado Plurinacional de Bolivia, el Ministerio de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización -al igual que el nombre del Estado- es un buen ejemplo del traslado a la nomenclatura institucional del discurso conceptual del gobierno que reformó la estructura estatal.

En Colombia, el proyecto de ley, que acaba de ser aprobado, Por medio de la cual se reforma la ley 397 de 1997, se cambia la denominación del Ministerio de Cultura, se modifica el término de “economía naranja” y se dictan otras disposicionesfue registrado en la Cámara de Representantes con el número 240 de 2022. Lo había presentado -con bombos y platillos, saltimbanquis y gaiteros, el 12 de octubre de 2022- la entonces Ministra de Cultura, acompañada en el acto por la Vicepresidenta de la República, Francia Márquez Mina, por un nutrido grupo de parlamentarios de la bancada de gobierno y por unos cuantos funcionarios del ministerio, entre ellos, Jorge Ignacio Zorro Sánchez, a la sazón viceministro y actualmente ministro encargado.

FOTO: Cámara de Representantes de Colombia.

Seis meses después de haberla nombrado, el presidente Gustavo Petro prescindió de los servicios de la Ministra de Cultura, Patricia Ariza Flórez, y desde entonces encargó de dicha cartera al viceministro Zorro Sánchez, quien va a ajustar cuatro meses a cargo de la interinidad de este sector en el gobierno nacional. Durante el breve lapso que duró en el puesto, además de conocer en detalle la estructura y funcionamiento de la entidad, la exministra Ariza consagró sus energías a la elaboración y trámite de esta ley en el Congreso. Sujeto a las limitaciones propias de su condición de encargado, el ministro actual ha hecho lo que ha podido, incluyendo el ejercicio de Revisión del Plan Nacional de Cultura 2022-2032, Cultura para la protección de la diversidad de la vida y el territorio; un documento elaborado por el propio ministerio, con la venia y apoyo del Consejo Nacional de Cultura, siendo ministra Angélica María Mayolo Obregón, quien lo presentó y refrendó en julio del año pasado, a pocos días de posesionarse el nuevo gobierno.[2]

Así las cosas, aunque el Presidente y la Vicepresidenta de la República han pregonado a los cuatro vientos que la cultura es vital en su visión de país y en sus estrategias de gobierno (lo cual es cierto); el tratamiento que ha recibido la cultura en la estructura estatal no es del todo coherente con dicho pregón. El balance de logros y realizaciones del Ministerio de Cultura pareciera reducirse a la aprobación de una ley que le cambia de nombre; al mantenimiento de los programas ya existentes; y a la revisión participativa de un plan decenal heredado. Nada nuevo bajo el sol. Con el agravante de que todo ello se viene dando -en los últimos cuatro meses- en medio de una inconveniente interinidad, sin ministro/a titular, cuando faltan menos de dos meses para que se cumpla el primer año del periodo constitucional del gobierno actual.

Si a los seis meses prescindió de la artista cuya admirable trayectoria vital y cultural y cuyas enormes capacidades ponderó en el momento de nombrarla ministra; y si en casi cuatro meses no ha podido hallar a alguien cuyas calidades profesionales y humanas le parezcan suficientes y apropiadas para nombrarlo/a como titular del Ministerio de Cultura; quizás lo que debió haber hecho el presidente Petro -desde el principio- era mantener en el cargo a Angélica Mayolo. Su desempeño profesional impecable y calificado, su gestión serena y sin estrépitos, y su carisma extraordinario, garantizarían -sin duda alguna- que la administración oficial de la cultura en Colombia estuviese en manos fiables y capaces. Su gestión, seguramente, contribuiría “a la inspiración y concreción de mejores futuros para la vida en nuestros territorios”, como lo escribió la propia exministra Mayolo Obregón, en la introducción del Plan Nacional de Cultura 2022-2032.

Ya va siendo hora, pues, de que el Consejo Nacional de Cultura le exija al presidente el nombramiento de Ministro/a de Cultura en propiedad y lo persuada para que -de una vez por todas- a tan importante asunto le ponga seriedad. El manejo gubernamental de la cultura no se puede reducir a un simple cambio de acrónimo: de MinCultura, a MiCasa; como le encantaba escribirlo en Twitter a Patricia Ariza, la exministra a quien este rebautizo se le ocurrió.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Sus comentarios son siempre bienvenidos. Gracias.