lunes, 28 de noviembre de 2022

 Reinas
(1ª parte)

Zulma Zúñiga Conde, Señorita Chocó 1947. Primera representante del departamento en el reinado de Cartagena. FOTOS: Facebook-Monarcas de Venezuela y Mundiales. Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

Hace dos semanas se llevó a cabo la 69ª edición del cada vez más venido a menos Concurso Nacional de Belleza (CNB)®, de Cartagena, que otrora concentraba durante por lo menos tres días de noviembre la atención y el interés nacional y regional, incluso de aquellas regiones que no tenían representación en el reinado, como los denominados Territorios Nacionales.

La costumbre nacional de hacer reinados y elegir reinas es una herencia colonial profundamente arraigada en Colombia y que ha recorrido su geografía festiva desde hace por lo menos ciento veinte años. Los reinados se fueron estructurando en el país y sus regiones como parte sustancial de las fiestas locales y nacionales en honor a símbolos patrios, cívicos, culturales, religiosos, económicos, etcétera. Así se llegó a considerar a Colombia como un país de reinas y reinados, en alusión al hecho de que el país terminó teniendo una reina para cada ocasión; tal como quedó retratado por García Márquez en Los funerales de la Mamá Grande, en donde, en el segundo puesto del cortejo fúnebre, aparecen las reinas de todo lo habido y por haber: “En segundo término, en un sereno transcurso de crespones luctuosos, desfilaban las reinas nacionales de todas las cosas habidas y por haber. Por primera vez desprovistas del esplendor terrenal, allí pasaron, precedidas de la reina universal, la reina del mango de hilacha, la reina de la ahuyama verde, la reina del guineo manzano, la reina de la yuca harinosa, la reina de la guayaba perulera, la reina del coco de agua, la reina del frijol de cabecita negra, la reina de 426 kilómetros de sartales de huevos de iguana, y todas las que se omiten por no hacer interminables estas crónicas”; todas las cuales formaban parte de los bienes inmateriales de la matriarcal difunta.

La creación del Concurso Nacional de Belleza (CNB), de Cartagena, en 1934, por parte de Ernesto Carlos Martelo, fundador de la revista Diners, empresario, político y periodista que dos años atrás había sido alcalde de la ciudad, marcaría un hito definitivo en este tipo de eventos. Por su alcance nacional, el CNB rápidamente se posicionaría como el más representativo y prestante del país, toda vez que para los departamentos de Colombia se fue convirtiendo en un escenario privilegiado de representación de lo propio y de emulación en materia de belleza y manifestaciones culturales, como las que se mostraban en los trajes típicos que cada candidata lucía y en los regalos que las delegaciones llevaban hasta Cartagena para compartir entre ellas; todos los cuales, más que muestras de opulencia, pretendían ser signos de identidad. Por lo menos hasta que, además de los dineros oficiales y los aportes de las élites regionales, ingresaron al reinado billetes de bastante tenebrosa procedencia, que fueron los que a la postre llevaron este concurso a su declive progresivo.

En un país que a principios del siglo XX intentaba construir identidades e instituciones, símbolos y escenarios de concordia y de paz, luego de las guerras civiles que hacía poco habían finalizado y se habían trasladado a la escena estatal de las disputas interpartidistas entre conservadores y liberales; los juegos florales, carnavales, festivales y reinados, con sus propósitos de encuentro e intercambio entre distintos sectores de la sociedad y la nación, contribuyeron grandemente a tales fines. Es así como, en este contexto y aun con todas sus características e implicaciones coloniales, patriarcales, elitistas, segregacionistas y excluyentes; por lo menos durante los primeros cincuenta años de su celebración, es decir, hasta principios de la década de 1980, el Concurso Nacional de Belleza, de Cartagena, fue una cita anual casi obligatoria para millones de colombianos, que vieron en él un espacio de representación de su departamento, pues la reina personificaba -en el imaginario con el que fue construido el certamen- la identidad cultural y las riquezas propias del terruño representado, amén de su belleza, mayormente celebrada en cuanto más se ajustara a los cánones dominantes, enraizados en el patriarcado subyacente en el evento y alimentados por sus ideales estéticos, sociales, morales e incluso raciales.[1]

Al principio por miles, después por millones, los colombianos cumplieron su cita anual con el Concurso Nacional de Belleza, de Cartagena, a través de la radio y la prensa escrita -en sus primeras ediciones- y frente a sus televisores a partir de la inauguración de la televisión nacional y el comienzo de las transmisiones por este medio. Familias enteras encontraban en esta transmisión un motivo para reunirse y disfrutar juntas, cada 11 de noviembre, la ceremonia de elección y coronación de la Señorita Colombia®; durante la cual le hacían -literalmente- barra a su candidata, conjeturando -también en familia- acerca de los resultados y decisiones del jurado y celebrando -cómo no- los aciertos correspondientes.

Los eventos previos a esa noche eran profusamente informados por los medios, de modo que media Colombia estaba pendiente, por ejemplo, del denominado “Vuelo Real”, que una aerolínea, para entonces tan colombiana como responsable -Avianca-, hacía exclusivamente para transportar a las candidatas, todas juntas, de Bogotá a Cartagena, donde la población local abarrotaba el viejo aeropuerto de Crespo para ver con sus propios ojos a esas mujeres deslumbrantes que los periodistas llamaban beldades y que serían las soberanas de la ciudad durante por lo menos una semana. Ocurría igual con los desfiles de las candidatas en distintos trajes y su entrevista con el jurado.

Amelia Vélez Domínguez, Señorita Chocó 1949.
Blanca Isabel "Betsy" Ángel Castro, Señorita Chocó 1955.
FOTOS: Facebook-Monarcas de Venezuela y Mundiales.

La sucesión de eventos, su popularización y seguimiento a través de los medios de comunicación, que paulatinamente fueron dedicándole más tiempo al reinado de Cartagena y especializando a algunos de sus periodistas en el cubrimiento del mismo, contribuyeron a consolidar una visión y un sentimiento de representación regional o departamental, agenciado por las reinas de belleza que competían en el concurso. Estas percepciones fueron cobrando una importancia especial y ganando relevancia en regiones como el Chocó y su capital Quibdó. Para un departamento ignoto en Colombia o reducido a dos o tres estereotipos tergiversadores de su realidad, la reina se convertiría en una suerte de embajadora de la cultura y de la historia, del folclor y de la geografía, de la gente y, cómo no, de la belleza de la región. De cierta manera, además de la corona y el cetro de la belleza chocoana, la reina departamental portaba la esperanza de que Colombia supiera que el Chocó era algo más que esos estereotipos, sumando así elementos a la enorme labor que -desde la década de 1930- habían adelantado los políticos e intelectuales que integraron la generación chocoanista y encabezaron el proceso de departamentalización del Chocó y la construcción de institucionalidad estatal, que había empezado desde los tiempos de la Intendencia.

Recién creado como departamento, el Chocó envió en 1947 su primera representante al Concurso Nacional de Belleza, en Cartagena: Zulma Zúñiga Conde, quien -aunque no obtuvo ningún galardón en el concurso- fue recibida apoteósicamente y multitudinariamente cuando regresó a Quibdó, en un hidroavión que acuatizó en la orilla del Atrato a finales de noviembre de ese año. La primera Señorita Chocó compitió con otras 14 candidatas y, junto a Tolima, Norte de Santander y Nariño, fue debutante en el concurso. Zulma era de los Zúñiga de ascendencia popayaneja que en la segunda década del siglo XX establecieron en Quibdó el Salón Colombia, bar, salón social, de diversiones y espectáculos, donde por primera vez se vio cine en el Chocó. El papá de Zulma era Julio César Zúñiga Ángel, hermano de Gonzalo, Ernesto e Ibrahim, este último conocido popularmente como el Mono. La señora Josefina Conde era la mamá de la primera Señorita Chocó.

Dos años más tarde, en la tercera edición (1949) del reinado de Cartagena, la representante del Chocó, Amelia Vélez Domínguez, fue elegida como una de las cuatro princesas, junto a sus compañeras de Antioquia, Cundinamarca y Magdalena. El Chocó no participó en las dos ediciones siguientes del concurso. Regresó en la sexta edición, cuya noche de elección y coronación se llevó a cabo el 12 de noviembre de 1955 y contó con la presentación artística del mejicano Agustín Lara y de la argentina Berta Singerman. La Señorita Chocó 1955 fue Blanca Isabel Ángel Castro, popularmente conocida como Betsy, famosa por el esplendor de su sonrisa, quien precedió a una de las reinas más recordadas que ha tenido el Chocó, tanto por su belleza y su reinado, como por su inteligencia y su posterior desempeño en la escena política nacional.

Nazly Helen Lozano Eljure, a quien sus amistades cercanas y sus parientes llaman familiarmente Chachi, fue la Señorita Chocó 1957. Nació en Condoto, de padre chocoano (Mario Lozano) y de madre de ascendencia sirio-libanesa (Zureya Eljure). Fue compañera de concurso de Doris Gil Santamaría, representante de Antioquia, quien fue elegida Señorita Colombia, pero renunció al año siguiente para casarse; y fue reemplazada por la Virreina, Luz Marina Zuluaga Zuluaga, quien a la postre pasaría a la historia por ser elegida como Miss Universo. Después del reinado de Cartagena, la Señorita Chocó 1957, Nazly Lozano Eljure, se graduó como abogada y desarrolló una destacada carrera pública, que incluyó importantes cargos regionales y nacionales. Actualmente reside en Cali.[2]

Nazly Helen Lozano Eljure, Señorita Chocó 1957.
FOTOS: Facebook-Monarcas de Venezuela y Mundiales. 
Archivo fotográfico y fílmico del Chocó
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El Chocó, al igual que Boyacá, Córdoba, Huila y Valle, no participó en el Concurso Nacional de Belleza, en Cartagena, en 1959. Tampoco en 1961. En 1962, cuando el concurso retomó su realización anual, luego de llevarse a cabo cada dos años durante siete ediciones, el Chocó regresó a Cartagena con Carmen Emilia Arango Rivas, quien fue elegida como mejor compañera.

En la edición de 1963, el Concurso Nacional de Belleza decidió reemplazar la participación de los departamentos por la de ciudades del país. Isabel Meluk Castro participó como Señorita Quibdó. Treinta ciudades fueron invitadas a concursar, en vez de los diecisiete departamentos que entonces conformaban a Colombia. Dieciséis ciudades participaron finalmente en el reinado, cuya corona nacional fue ganada por la muy recordada Leonor Duplat Sanjuán, en representación de la ciudad de Cúcuta.

Quince ciudades, entre ellas El Carmen de Bolívar, Puerto Colombia, San Gil, San Jacinto y San Marcos, compitieron en el 12º Concurso Nacional de Belleza, cuya ceremonia final se realizó el 13 de noviembre de 1964, en Cartagena. Quibdó no participó en esta edición y tampoco en la siguiente, la 13ª, que se llevó a cabo el 21 de noviembre de 1965, en Cartagena, y fue presentada por Víctor Nieto Núñez, director y fundador del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias. La Señorita Ibagué, Edna Margarita Rudd Lucena, quien había nacido en la hoy desaparecida población de Armero, fue elegida como Señorita Colombia 1965 y coronada en el Teatro Cartagena.

El Concurso Nacional de Belleza retomó -en su 14ª edición, en el año 1966- la representación por departamentos, luego de tres ediciones (1963, 1964 y 1965) en las que las concursantes representaban ciudades de Colombia. En consideración a su condición de capital de la república, se incluyó a Bogotá, como se había hecho hasta el año 1962. Un incendio verdaderamente devastador, considerado como uno de los peores de la historia del Chocó, ocurrido desde la noche del 26 de octubre de 1966 hasta el día siguiente, condujo a la decisión departamental de no participar ese año en el certamen. El palo no estaba para cucharas. La desolación no estaba para reinados. En 1967, con la ciudad de Quibdó aún en reconstrucción, tampoco el Chocó participó en el reinado de Cartagena.

En agosto de 1968, cuando aún eran visibles huellas físicas y emocionales, colectivas e individuales, del gran incendio de 1966, Quibdó fue escenario de una protesta social de proporciones inusitadas: la Huelga de Agua y Luz. En una ciudad parcialmente en ruinas aún, con algunos sectores en proceso de reconstrucción y remodelación, estudiantes, líderes cívicos y ciudadanos del común salieron a las calles a exigir estos dos servicios básicos y elementales, de los cuales parecía imposible que un conglomerado humano de la importancia de Quibdó pudiera carecer. La situación era grave.

A pesar del estado de cosas que se vivían en aquel 1968, particularmente en Quibdó, la gobernación decidió enviar una representante del Chocó al reinado de Cartagena. “En 1959, mi familia abandonó el Chocó, para instalarnos en Bogotá. No volví al lugar donde nací, hasta que, en 1968, fui requerida por los estudiantes chocoanos de la Universidad Libre de Colombia, que promovieron mi candidatura para representar a mi departamento en el Concurso Nacional de Belleza Señorita Colombia. Recibí el encargo con cetro y corona, de manos del entonces gobernador del Chocó, Esaú Becerra”[3], relata quien fuera la candidata elegida, quien en una autobiografía añade que “fue la primera mujer 100% negra en lograr un reinado de belleza en Colombia, al ser elegida Señorita Chocó en 1968”[4]. Poeta, modelo, activista, diseñadora de modas, empresaria, periodista, esta reina chocoana reside en España hace más de medio siglo, en donde ha forjado una carrera multifacética. De ella y otras cuantas hablaremos en una próxima entrega de este especial de reinas, en El Guarengue.



[1] Un completo, fundamentado y riguroso análisis de la cuestión racial, a partir de los discursos y representaciones de la prensa sobre blancura y belleza y sobre la mayor o menor blanquitud de las reinas en Colombia, se puede leer en: Blancos, no blancos, casi blancos. Cuerpo, color y belleza en Colombia, segunda mitad del siglo XX. Pietro Pisano. Tesis de investigación presentada como requisito para optar al título de Doctor en Historia. Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Historia. Bogotá, Colombia. 2019. 399 pp.

[2] Lea en El Guarengue: 3 chocoanas inolvidables, para más detalles sobre la trayectoria profesional de Nazly Lozano Eljure. En: https://miguarengue.blogspot.com/2020/03/3-chocoanas-inolvidables.html

[3] Laura Victoria Valencia Rentería. Chocó tierra de quereres, amores, placeres, vida y emoción. En: Africanidad, web del Centro Panafricano. https://www.africanidad.com/2016/07/choco-tierra-de-quereres-amores.html

[4] LAURA VICTORIA VALENCIA. Escritora Y Periodista · Experta En Moda · Activista Social. Biografía de Laura Victoria Valencia Rentería. 

En: https://www.lauravictoria.es/2016/02/biografia-de-laura-victoria-valencia.html

2 comentarios:

  1. Otra mirada del reinado que nos acerca a este evento, entre algo más que lentejuelas y canutillos.

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  2. Amé mucho esta entrada, me sirvió para el ensayo que quiero hacer sobre la visibilidad de la mujer negra en contenidos audiovisuales colombianos, soy del chocó, pero he vivido toda mi vida afuera de este, por lo que es difícil encontrar esta clase de material de tan buena calidad, le voy a referenciar,
    ¡gracias!

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