Miguel Vicente Garrido Ortiz,
el cantor de la chocoanidadEl Maestro Miguel Vicente Garrido nació en Quibdó, en 1916.
Murió en Sapzurro, en 2001.
FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.
Murió en Sapzurro, en 2001.
FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.
Apenas se iban a cumplir siete años de la institucionalización del Chocó como departamento, mediante la Ley 13 del 3 de noviembre de 1947, cuando ya sus vecinos, Antioquia, Valle del Cauca y Caldas, aliados con el gobierno impuesto de Rojas Pinilla, estaban haciendo todo lo posible para dividir su territorio y repartírselo entre ellos como si fuera un bien mostrenco. Un grupo de chocoanos nobles, encabezado, entre otros, por Primo Guerrero Córdoba, se opusieron férreamente a tan deleznable idea mediante una masiva protesta en Quibdó, que duró hasta cuando fue necesario y de la cual se hizo eco en las principales poblaciones de la región, en septiembre de 1954.
Tal como lo relató el enviado especial del diario El Espectador, el entonces periodista Gabriel García Márquez, que llegó a Quibdó en un hidroavión y acompañado de un fotógrafo, parte de la protesta era un canto que indefinidamente se cantó con la voz entera y toda el alma: Lamento chocoano, una composición de Miguel Vicente Garrido Ortiz. García Márquez publicó en El Espectador una serie de reportajes titulada El Chocó que Colombia desconoce, en el primero de los cuales escribió: "Lamento chocoano", la hermosa y triste canción compuesta por el maestro de escuela de una remota aldea chocoana, casi en las fronteras con Panamá, se cantó con tanta insistencia, con tanto fervor, que cinco días después de iniciado el movimiento la mayoría de sus intérpretes más entusiastas estaban afónicos. En aquellas salas cerradas, en aquel aire cargado de carbono y expectativa, las mujeres y los hombres escuálidos que cantaban su himno hasta el amanecer, parecían capaces de seguir cantando ese himno hasta el fin de los tiempos. Viéndolos y oyéndolos, uno se acordaba de "La Cucaracha" y "Adelita" en la revolución de México”.[1]
La aldea remota a la cual se refería el reportero García sigue siendo tan remota como antaño. Es el corregimiento de Sapzurro, último poblado colombiano en el Mar Caribe antes de llegar a Panamá, perteneciente al municipio de Acandí y situado en la esquina noroccidental del Chocó, de Colombia y de Suramérica. Dicho municipio, junto a Unguía, Juradó y la porción occidental de Riosucio conforman el Darién chocoano. Allá en Sapzurro, no solamente murió el Maestro Miguel Vicente Garrido, el 27 de enero de 2001, sino que pasó gran parte de su vida dedicado a la educación, trabajando como maestro y componiendo como poeta.
El Maestro Miguel Vicente Garrido Ortiz es ampliamente conocido en el Chocó y en ámbitos nacionales e internacionales como compositor de uno de los boleros más sonados del pentagrama nacional: Chocoanita, que ha sido cantado centenares de veces, con embriagueces de amor y admiración, en cuanta serenata, paseo, acto escolar o noche de bohemia ha ocurrido en el Chocó, en homenaje a la belleza de la mujer chocoana recreada a partir del bíblico y bello Cantar de los Cantares. Parte de la nostalgia por la tierra, que se vive cuando se está lejos de ella, se resume en cantar Chocoanita, sin ton ni son, una tarde cualquiera y a propósito de nada, mientras se actualizan los recuerdos más queridos en la mente y en el alma.
Miguel Vicente Garrido es también el compositor de un canto que varias generaciones entonamos como himno del Chocó, sin que oficialmente lo fuera: Yo soy chocoano, aquel relato cantado sobre la honra de ser de Quibdó y sobre lo que en el Chocó se come, por ejemplo, sardina, chontaduro y árbol del pan. Este canto y "Lamento chocoano", que también fue tenido como himno no oficial durante varios años, fueron reemplazados por Tierra chocoana, la composición del Maestro Garrido Ortiz que fue oficialmente adoptada como Himno del Chocó a mediados de los años 70 del siglo pasado.
Verdaderos himnos a la exuberancia y a la majestad del territorio chocoano y sus recursos naturales, al amor por la patria chica y a la nostalgia que embarga el ser en las ausencias, a la vida cotidiana y al amor, a la honra de haber nacido allí y a la esperanza de lo que aún no ha sido, pero pronto será, son estas tres canciones emblemáticas de Miguel Vicente Garrido Ortiz: Aguas del Atrato (“Aguas del Atrato / que en tu marcha lenta / regaste el germen de una raza / que tú ves nacer./ Quién fuera canoa / para estar besando / el agua fresca de tu cauce / que no cesa de correr”); Yo soy chocoano (“Yo soy chocoano de nacimiento / tengo por honra ser de Quibdó / allí mi madre me dio su aliento / y allí mi alma se inspiró”) y Champa de palo (“Tengo mi champa de palo / que corre veloz / sobre el pelo del agua / en esa champa yo estoy / feliz porque voy / a besar a mi amada”).
Chocó, tierra de quereres (“Chocó, tierra de quereres / tristezas, placeres / romance y canción / cuánto sufro al no mirarte / porque estás grabado / en mi corazón”) es una canción atribuida generalmente al Maestro Miguel Vicente; pero, conocedores amplios de la música regional, como el melómano y coleccionista Jesús Elías Córdoba, han aclarado que esta canción es de la autoría de Carmen Valois Arce, oriunda de Tadó, quien la compuso como "Grito al Chocó".
Las canciones de Miguel Vicente Garrido Ortiz, letra a letra hechas con amor puro por la tierra, acorde tras acorde musicalizadas con la cadencia de los ríos y el sosiego de los montes cuando en las noches duermen, son -sin duda alguna- pequeños himnos de chocoanidad.
[1] García
M., Gabriel. El Chocó que Colombia desconoce. HISTORIA ÍNTIMA DE UNA
MANIFESTACIÓN DE 400 HORAS (I). En: Crónicas y reportajes. Instituto Colombiano
de Cultura. Bogotá, Editorial Andes. Junio de 1976. 518 pp. Pág. 197.
Cantos a la tierra amada que despiertan la añoranza y la nostalgia cuando estamos lejos de nuestro Chocó.
ResponderBorrarHermoso homenaje a la memoria
De nuestro excelso juglar.
De acuerdo. Son cantos de añoranza, de nostalgia, de recordaciones, del Chocó de nuestras vidas.
BorrarGracias por compartirlo.
ResponderBorrarGracias por leerlo.
BorrarExcelente gracias yo diría que no son pequeños si no grandes himnos del ser chocoano, vivenciales letras sostenidas y vigentes en los hilos de la historia
ResponderBorrarGracias por publicar
ResponderBorrarGracias Julio César por compartir tan profundos y bellos escritos que nos permiten conocer, apreciar y mantener viva nuestra chocoanidad estando cerca o lejos. Es este también un reconocimiento al valioso aporte del Maestro Miguel Vicente Garrido, quien tanto amó nuestro Chocó
ResponderBorrarExcelente maestro de maestros sus canciones son poesías que narran las vivencias de nuestro terruño.
ResponderBorrar