lunes, 17 de enero de 2022

MIANMCO

 MIANMCO

Miguel Ángel Mosquera Conto, MIANMCO.
Foto: Radio Universidad del Chocó.

Estilógrafo en mano, una noche de agosto de hace medio siglo, en la sala de la casa del barrio Pandeyuca de Quibdó que nos había arrendado su mamá, la señora Escolástica, y que era contigua a la suya propia, donde él vivía con ella; Miguel Ángel Mosquera Conto escribió MIANMCO en una hoja de cuaderno que me pidió que le trajera y me explicó letra por letra, incluyendo la N antes de la M, el acrónimo que había escogido desde hacía varios años como su nombre distintivo, su firma de artista, su nombre público y familiar. Él apenas comenzaba la tercera década de su vida, yo completaba la primera década de la mía. MIANMCO, mi papá, mi mamá y Playas Marinas, un acordeonero hábil, alto y jovial que al momento estaba a punto de graduarse en la Normal como Maestro Superior, estaban tomando aguardiente y departiendo alegremente, alrededor de las historias que se contaban y al son de los vallenatos que se cantaban. Había un plato de picada de queso costeño cortado en pequeños cubos, con tomate en rodajas, cebolla y limón. Había una libreta sobre una mesita y dentro de la libreta estaban los esbozos iniciales del disfraz que MIANMCO ejecutaría ese año para que el Pandeyuca compitiera en las Fiestas de San Pacho, información esta que en aquella época era casi un secreto de Estado.

Escultor y pintor, dibujante y diseñador, ebanista y tallador de madera, músico y ajedrecista, este genio quibdoseño de ceño adusto y voz ronca, casi gutural a veces, de palabra franca y de risa alegre, de mirada profunda y cuerpo enjuto, era hijo del gran Miguel “Santero”, uno de los primeros artistas chocoanos negros cuyas obras de arte religioso (un santo sepulcro y un Cristo crucificado, entre otras) fueron acogidas por la iglesia católica en sus templos, específicamente en la Catedral de Quibdó, en donde también se desempeñó como restaurador de imaginería religiosa y diseñador de decorados para fiestas de guardar y tiempos litúrgicos especiales, como la semana santa y la Navidad. Miguel Ángel Mosquera Lozano se llamaba el Santero y, quizás por eso, buscando eludir la inevitable y permanente confusión de su homonimia, MIANMCO decidió llamarse de este modo y no con su nombre de pila.

Disfraz, alegoría o carroza en las Fiestas de San Pacho.
Foto: Talento Chocoano.
Contemporáneamente con El Brujo, ese otro genio llamado Alfonso Córdoba Mosquera[1], MIANMCO convirtió literalmente en una manifestación integral de arte el diseño, elaboración, construcción y funcionamiento de los llamados disfraces de las Fiestas Patronales de San Francisco de Asís, de Quibdó, que desde 2012 forman parte de la lista de patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, de la Unesco. Casi podría decirse que hizo de esta conjunción de expresiones un género especial dentro de las artes plásticas, por su rica combinación de saberes, habilidades y técnicas escultóricas, pictóricas, arquitectónicas, mecánicas y de teatro de títeres, todas reunidas en una carroza de madera en la cual se instala la compleja puesta en escena de una alegoría con base en personajes de gran tamaño y dotados de movimientos minuciosamente planificados y controlados tras bambalinas, en un entorno o escenario de gran formato, elaborado todo en madera de balso y otras especies, con una variedad tan amplia como sea necesario de movimientos que se logran mediante winches, poleas y otros mecanismos de interconexión entre las partes y de transmisión de movimiento. El resultado es un conjunto que constituye una representación escénica de alto realismo, de carácter documental, crítico y satírico, de hechos y problemáticas de la vida social y política de la región o del país.

MIANMCO retratado por el fotógrafo chocoano Andrés Mosquera (Waosolo).

Los muñecos o personajes de las alegorías de MIANMCO (él prefería decir alegoría en vez de disfraz) se caracterizaron siempre por la perfecta definición de sus rostros y figuras, por la alta calidad estética de su manufactura; así como el decorado de sus carrozas portantes del conjunto escénico fue siempre de un colorido tan bien logrado que no le sobraba un trazo, ningún tono disonaba y siempre impactaba agradablemente a la primera vista, de tal modo que sus obras, así como las de El Brujo, terminaron teniendo tal impronta de autor que la población quibdoseña terminó reconociendo la autoría de cada trabajo anual, por lo menos en el caso de estos dos genios del gremio de los actualmente llamados “disfraceros”. Todo ello con menos variedad disponible de materiales e insumos y muchísimo menos dinero destinado a la ejecución del disfraz, pues en aquellos tiempos no había casi patrocinios y los dineros provenían de las colectas barriales y de diversas actividades para la recolección de fondos, como las tómbolas o bailes juveniles, las ventas de comida típica, las rifas, la recolección de óbolos en las calles mediante la instalación de retenes con lazos de lado a lado de la vía, que impidieran el paso de gente y vehículos, los cuales debían dar un aporte para poder continuar su camino; entre otras prácticas que concitaban la unión entre vecinos y la solidaridad barrial en pro de la justa causa de una decorosa participación en las fiestas de San Pacho.

Estos disfraces o carrozas, generalmente de alto contenido sociopolítico, aunque también en ocasiones tienen carácter lúdico o evocan valores y bienes comunes de la región, como su biodiversidad o su historia, son obras efímeras, transitorias, una especie de planificada performance que cuando la Fiesta de San Pacho termina, cada año, dejan de existir y le dan paso a una nueva obra el año siguiente. No obstante, para MIANMCO cada año era un nuevo reto artístico plasmar las ideas definidas junto con los líderes barriales en propuestas novedosas de diseño y en ejecuciones estéticas capaces de comunicar con eficacia -desde su enorme y admirable belleza plástica y su complejidad estructural y funcional- mensajes contundentes que llegaran al alma del pueblo que, extasiado y feliz, contemplaba el paso de la carroza y alborozado reclamaba en cada esquina el movimiento de la escena… Hoy, progresivamente desde hace unos treinta años, aunque los disfraces siguen siendo importantes e incluso, a raíz de la declaratoria patrimonial de la Unesco, se han adelantado acciones para mantener y enriquecer la tradición de los “disfraceros”; las comparsas barriales, caracterizadas por la vistosidad de los atavíos y trajes cada vez más finos y costosos que lucen las mujeres y los hombres que las integran, han terminado robándose el show en los desfiles barriales y en el desfile general del 3 de octubre, donde antes el elemento central eran los disfraces. “Un adiós sentido al maestro Mianco. Con su partida queda huérfano el arte de construcción de disfraces que es parte fundamental del patrimonio que constituye las fiestas de San Pacho, recordándonos que no promover la cultura es ir enterrándola poco a poco. Paz en su tumba maestro” [SIC], expresó en un tuit del 11 de enero Carolina Córdoba Curi (@NubiaCarolinaCC), aludiendo precisamente al trascendental papel de MIANMCO en esta actividad sustancial de las fiestas franciscanas de Quibdó, ya que fue el autor de por lo menos cincuenta disfraces a lo largo de su vida, la mayoría de ellos premiados.

Quizás la Fundación Fiestas Franciscanas de Quibdó, que actualmente es responsable de San Pacho, podría -basada en los archivos de la fiesta y en la memoria de unos cuantos egregios conocedores de la historia de la misma- recabar datos como el número exacto, años, nombres y barrios de los disfraces de los que MIANMCO fue autor y levantar fichas técnicas de los mismos, al igual que compilar y digitalizar las fotos de ellos que aún existan. Dicha información, como parte de una crónica o historia de vida sobre la existencia y la obra artística de MIANMCO, así como sobre el contexto de Quibdó donde su vida transcurrió, acompañada de los reportajes o entrevistas y demás trabajos de todo género hechos acerca de él, serían valiosa materia para configurar y editar una publicación que se convirtiera en parte del homenaje que por lo menos Quibdó debería tributarle. Instituir y otorgar el Premio MIANMCO a la mayor calidad artística de los disfraces y el Premio Miguel Santero a la mayor calidad artística de los arcos o altares devocionales de cada año en las fiestas de San Pacho sería otra forma de recordar y mantener viva en la memoria de la gente la invaluable herencia artística y cultural que él nos legó, mediante la cual engalanó y dio lustre a la sabiduría artística que de su padre recibió. Y quizás la Universidad del Chocó podría enmarcar para siempre su memoria creando la Cátedra MIANMCO o la Cátedra El Brujo, una especie de cátedra abierta por la que podrían pasar de modo electivo estudiantes de todas las carreras, para escuchar de los propios artistas de la región reflexiones y propuestas en torno a la preservación étnica y cultural, a la dignificación y al engrandecimiento de las artes y los artistas de la región.

Foto: Víctor Galeano.
En: https://www.semana.com/periodismo-cultural
---revista-arcadia/articulo/los-disfraces-de-miamco/71574/


MIANMCO había nacido en noviembre de 1939. Con su fallecimiento, a los 82 años de edad, este 10 de enero de 2022, “pierde la comunidad del barrio Pandeyuca de Quibdó su mejor exponente artístico y el hijo que engrandeció la tradición sanpachera de los cánticos de Teresita Martínez de Varela; el legado organizativo de María Licona, “Mariquita"; las notas de acordeón de Daniel Gamboa y Carlos Rivas -Morao-; y la música de La Timba del Pandeyuca (sexteto) con Jorge Perea -Totío-, Pedro Córdoba -Chamat-, Félix Rivas Martínez -Chungulito-, Lucho Rentería -"Cayayo"- y Miguel Arango -"Pica-la-res"-[2].

Nunca olvidaré que aquella noche de hace más de medio siglo, cuando yo era un niño de escuela primaria y él un artista joven ya reconocido, además de enseñarme la composición y significado del acrónimo que había adoptado como nombre, MIANMCO abrió su libreta y me mostró los bocetos del disfraz que estaba diseñando y que después construiría para que el Barrio Pandeyuca participara en la Fiesta de San Pacho: El Hijo del Aire se llamaba y creo que ganó ese año el concurso de disfraces. Tampoco olvidaré que lo vi tocando acordeón y caja, jugando ajedrez y dibujando a mano alzada sus explicaciones sobre perspectiva y escala.

El alma quibdoseña está de luto, como bien lo expresó Douglas Cújar al conocer la infausta noticia de la muerte de tan grande y admirable artista. Gloria eterna al arte de MIANMCO, a su imperecedera genialidad y a la sencillez sosegada de su humanidad.

5 comentarios:

  1. Gracias Julio,me transporte por completo a los disfraces de las fiestas de San Pacho.

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  2. Excelente artista, tenían ese gran don en sus manos para moldear con madera y otros materiales la inconformidad de todos y cada uno de los habitantes de esta Villa de Asís.
    Descanso eterno para don Miguel Ángel.

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  5. Excelente artículo, en nuestro departamento debemos valorar más a nuestros cultores. La secretaria de cultura departamental y la cordinación de cultura municipal de Quibdó generar políticas de protección a los gestores, creadores culturales.

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