Desmond Tutu
Desmond Tutu, 17 de octubre de 1931 - 26 de diciembre de 2021. FOTO: Euronews. |
Desmond Tutu fue parte esencial de la conciencia moral de la humanidad. Pocos como él, a quienes en la tradición católica se ensalzan como santos -verbi gratia, San Romero de América, San Francisco de Asís o Pedro Casaldáliga-, han dedicado su vida entera como clérigos a la defensa de la humanidad de los desposeídos, los empobrecidos, los ultrajados. Con la luz de su sonrisa, The Arch -como solían llamarlo sus feligreses y paisanos para mostrarle su cariño infinito, sin que se perdiera el respeto inmenso que hacia él profesaban- era un milagro de la vida, cuya sola presencia fue siempre un bálsamo para las comunidades de su noble presbiterado y de su admirable episcopado. De los ojos de Tutu emanaban, con la misma fuerza, la compasión de quien es capaz de llorar con el llanto de sus hermanos y la condena enérgica de la nauseabunda injusticia de quienes eran capaces de tanta indignidad durante el apartheid en Sudáfrica.
«Cuando me encontré con el Arzobispo Tutu le estreché en un gran abrazo. Ahí estaba un hombre que había inspirado a toda una nación con sus palabras y su valor, que había hecho revivir las esperanzas del pueblo en su momento más sombrío», nos cuenta Nelson Mandela en su conmovedora autobiografía de 2010, El largo camino hacia la libertad. Justin Selby, Arzobispo de Canterbury y líder espiritual de la iglesia anglicana, lo resumió diciendo: “En los ojos de Desmond Tutu, tenemos el amor de Jesús. En su voz, la compasión de Jesús. En su risa, la felicidad de Jesús. Era bueno y valiente”.
“Tutu simbolizaba mejor que nadie ese cristianismo que sirvió de poderosa fuente de inspiración y legitimación de la causa negra en una lucha que entrañaba una batalla espiritual contra el pecado y la búsqueda de un orden moral justo. Aproximarse a su figura significa, sin duda, acercarse a una de las personalidades eclesiales más versátiles y polifacéticas del continente africano. No en vano se ha dicho de él que es capaz de sobrellevar la pompa, el boato y hasta la fastuosidad que caracterizaban al episcopado de la high church anglicana con distinción e incluso un cierto aire de realeza, y al mismo tiempo sentirse un simple párroco, un hombre del pueblo y un hijo de la tierra africana”, explicó con meridiana precisión la teóloga española Carmen Márquez Beunza, Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, en un artículo de 2014[1].
“Desmond Tutu era la conciencia moral de Sudáfrica… Hijo de un profesor y de una empleada doméstica, nació en Klerksdorp, una ciudad agrícola ubicada a 100 millas al suroeste de Johannesburgo. Antes de decidir dedicar su vida a la Iglesia Anglicana, optó por seguir el camino de su padre, el de la enseñanza. Sin embargo, fue como clérigo, teniendo un máster en teología de la Universidad de Londres, que Tutu terminó siendo una figura clave en la lucha contra la segregación en su país. Su nombre pasó a la historia como uno de los impulsores de la batalla por la liberación sudafricana de los años 70”[2].
Desmond Tutu eligió el bien y lo prodigó a mares durante toda su existencia. Su Premio Nobel en 1984 es uno de los más merecidos que se haya otorgado. Su trabajo profético y exhaustivo como líder de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica, es una muestra viva del triunfo del bien sobre el mal. Si de su ejemplar vida replicáramos en las nuestras tan siquiera una centésima parte, nuestras vidas y la vida en el mundo serían sustancialmente mejores, fecundas y valiosas. Paz eterna y memoria imperecedera para The Arch, a quien hoy evocamos con abatimiento y tristeza, con lágrimas de duelo, pero también con la felicidad de haber conocido a un ser tan excepcional que honra y enaltece a la especie humana.
[1] Desmond
Tutu, el testimonio de una teología profética. En: Revista ESTUDIOS
ECLESIÁSTICOS, vol. 89 (2014), núm. 348, ISSN 0210-1610 pp. 141-171.
https://revistas.comillas.edu/index.php/estudioseclesiasticos/article/view/7176/7016
Excelente reseña.
ResponderBorrarExcelente ser humano, ejemplo para nuestra sociedad, que su legado sea ejemplo para el mundo.
ResponderBorrarDescanso eterno para él.