lunes, 8 de noviembre de 2021

Chocó, 74 años

 Chocó
74 años de vida departamental
Vista de Quibdó desde el río Atrato. 2019. Foto: Julio César U. H.

La antigua Intendencia Nacional del Chocó, creada en 1907, fue convertida en el Departamento del Chocó mediante la Ley 13 del 3 de noviembre de 1947: créase el Departamento del Chocó, formado por el territorio de la Intendencia del mismo nombre. Su capital será Quibdó”, establece sin más vueltas dicha ley, en su artículo 1º. Así pues, en sentido estricto, la conmemoración chocoana del 3 de noviembre de cada año no es una memoria de la chocoanidad, ni de la riqueza natural y cultural de nuestro histórico territorio, ni un inventario de nuestro amor patrio por el terruño que nos vio nacer y nos ha visto crecer parcial o totalmente; sino, en sentido propiamente dicho, una conmemoración de la institucionalidad o vida departamental de nuestro Chocó. Es decir, de lo que se cumplieron 74 años el miércoles de la semana pasada fue de la creación del Chocó como entidad territorial o jurisdicción política y administrativa con categoría de departamento, en el mismo territorio que durante 40 años ostentó categoría de intendencia.


En atención a esa especificidad de la conmemoración, el balance que cada año en conciencia deberíamos hacer es si el paso de intendencia a departamento ha sido tan provechoso y útil como lo pensaron los integrantes de aquel grupo de chocoanos comprometidos y devotos, esa especie de “padres fundadores” de nuestra institucionalidad regional, quienes hicieron hasta lo imposible (por ejemplo, adaptar las normas y requisitos vigentes sobre ese tipo de entidades territoriales) para que el Chocó pudiera ser aceptado como departamento y para conseguir que se expidiera la ley que así lo estableció. ¿Casi tres cuartos de siglo de vida departamental del Chocó se han traducido en desarrollo y bienestar, garantía de derechos y paz, para su territorio y su población? ¿Le fue mejor al Chocó durante 40 años como Intendencia de lo que le ha ido en estos casi 75 que lleva como Departamento?


Dos chocoanos ilustres, el periodista Alejo Restrepo Mosquera y el abogado Mario Serrato Valdés, compartieron públicamente sus sensatos puntos de vista sobre el particular, en sendos artículos que fueron divulgados por redes sociales el día de la efeméride. Por lo valiosos y pertinentes que son, El Guarengue los reproduce, a propósito de las antedichas preguntas. JCUH.


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DOS VECES HA VISTO EL SOL

Por Mario Serrato Valdés

Vicepresidente de la Academia de Historia del Chocó

FOTO: Gil Luque Abogados.

El Chocó ha nacido dos veces. En su primera llegada al mundo republicano conoció la formalidad, la delimitación elaborada, la institucionalidad extendida. Personajes decididos, hijos ejemplares y visionarios le dieron rostro de adolescente vigoroso a la aventura del progreso en la región. Fábricas de gaseosas, comercio febril por el río Atrato, actividad aurífera de gran calado en el San Juan e importantes y audaces actividades en agrocultivos, encontramos en nuestra geografía en ese primer nacimiento.

Una juventud brillante y bien preparada ocupó los cargos públicos y su talento alcanzó para que algunos de ellos ocuparan distinguidas posiciones en el ámbito administrativo nacional y en el espectro educativo de toda Colombia.

Las escuelas normales y la pedagogía pusieron a los chocoanos en los tableros de Colombia. El Carrasquilla en Quibdó, la Industrial en Istmina y el Lozano Scipion en Condoto, por citar solo algunos colegios inmortales, contribuyeron al crecimiento del Chocó y a la formación de la juventud del país entero.

Fueron buenas épocas. Varias figuras políticas, entre las que destacó Diego Luis Córdoba, obligaron a Colombia a considerar a los chocoanos inteligentes y capaces. El respeto se sentía cuando los nuestros hacían presencia en los ámbitos en los que se decidían cosas importantes. Pero tenía mayor brillo entre nosotros mismos. Entre quienes habíamos tenido el privilegio de nacer en esta tierra encantada. La maestra, dignidad que entre nosotros incluso llegó a superar a la de señora, consolidó el respeto que la mujer del Chocó ganó para los suyos y para todos los colombianos que gozaron la educación impartida por una maestra chocoana.

En las primeras letras de Colombia una maestra chocoana enseñó las vocales y sus sonidos misteriosos. Pero algo pasó. Mercaderes sin compromiso con el progreso ni el desarrollo, aparecieron por todas partes. Agitadores de un modelo económico sin alma, en el que el hombre pasó a segundo plano y el dinero ocupó todos los lugares, se encargaron de desconocer y hasta despreciar nuestro mérito magnífico de haber educado a Colombia. Esas fuerzas insensibles desoxigenaron nuestras iniciativas empresariales en crecimiento, y rompieron los moldes de lo que considerábamos virtudes.

Una época aciaga y oscura sustituyó el discurso denso y sesudo de nuestros líderes en el Congreso, y en su lugar se asentó una polilla que pronto dio inicio a un momento en que todo lo construido fue carcomiéndose y extinguiéndose a manos del mercado y del mercader indolente que nunca se detuvo un instante a esperar con paciencia el crecimiento que requeríamos, para seguir mejorando la autoestima que todos los pueblos necesitan a lo largo de su vida, y en particular, en su adolescencia económica, para crecer y consolidar su crecimiento.

Con el cierre de una incipiente actividad empresarial y con la indolencia del comerciante y el político sin raíces y sin nostalgias, nos llegó la violencia. Una violencia de ninguna parte y sin relación con nosotros. Una violencia traída, ajena, de ideas confusas y accionar criminal. Sangrienta violencia de pesares y de odios que no sanaron al sentir el aroma de la lluvia milenaria que nos acaricia desde que nacemos. Esa violencia nos atrapó en su red y nos obligó a sentir un dolor extraño, un dolor sin voz y sin rostro. Muchas cosas se apagaron. Muchos temores surgieron. Muchos miedos se impusieron. Una confusión que nos impidió, incluso, reconocer los sonidos de las palabras con que nos apreciábamos, se apropió de todo. Unos valores extraños y unos personajes venidos de un lugar al que nunca llegará nuestra esperanza tomaron posesión de cada rincón, de cada espacio de nuestras vidas y también de nuestros valores.

En ese nido de pájaros muertos, surgió el plan de desmembrarnos. Las voces de élites altaneras, de viejos amigos a quienes atendimos muchas veces y con gran respeto en nuestra casa, empezaron a tomarse lo nuestro, a enlodar de documentos apócrifos nuestros linderos, a imponer su poder desde el poder. A establecer sus razones y a dar órdenes montados en caballos de pura sangre marchitada, en el aquelarre del dinero fácil. Entonces nos miramos al espejo, repasamos nuestras canas, sentimos músculos en los brazos y recordamos que podíamos llevar una canoa río arriba durante días enteros con cargas de plátano, borojó y chontaduro, y nos pusimos de pie.

De alguna parte salieron las mentes capaces, las estrategias inteligentes, la unidad en la dignidad, la disposición para ganar que tanto habíamos perdido... y volvimos a nacer. Un parto nuevo. Una preñez luminosa nos volvió a traer al mundo. Un nuevo asomo a lo que somos y alguna vez fuimos volvió a aparecer en el espejo de nuestra esperanza.

El Chocó nació de nuevo. Hace 74 años un parto suave de madre blanda y acariciadora nos trajo al mundo. Y hace 5 años un nuevo parto, doloroso e incierto, nos recordó que seguimos en él. Una aventura que no conocíamos pero que estábamos dispuestos a asumir con decisión y dignidad, volvió a traernos y a acercarnos y nos recordó lo felices que podemos ser cuando las circunstancias y la inteligencia nos unen y nos retornan al triunfo inigualable de seguir siendo chocoanos y de mantener, gracias a un segundo nacimiento, la integridad inmodificable de nuestro territorio.[1]

Feliz cumpleaños, Chocó del alma. Aquí seguiremos tus hijos por siempre y para siempre.


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 CHOCO, SETENTA Y CUATRO AÑOS DE INCERTIDUMBRES
Por Alejo Restrepo Mosquera
Periodista Chocoano
FOTO: https://www.funcionpublica.gov.co/

Hoy miércoles 3 de noviembre del 2021, se cumplen 74 años de la promulgación de la Ley 13 del año 1947, legislación esta que convirtió a la antigua Intendencia del Chocó en departamento, sin cumplir este los requisitos legales que exigía la derogada constitución de 1886. Ello se logró gracias a la enjundia y prestigio político que tenían en el parlamento colombiano los doctores Diego Luis Córdoba, Eliseo Arango Ramos, Manuel Mosquera Garcés, Adán Arriaga Andrade, entre otros, y sus aliados políticos de otras latitudes de la patria, que coadyuvaron con esta loable obra.

Han transcurrido setenta y cuatro años y los chocoanos no hemos podido salir del latente atraso, ni se ven en el futuro inmediato los líderes que lo conduzcan a puerto seguro; antes, por el contrario, vamos de mal en peor cabalgando lentamente hacia su disolución a futuro como ente territorial; todo debido a la crisis de gobernabilidad y al relajamiento de las costumbres de hacer la política, eligiendo solo por dinero, sin ninguna conciencia sobre el futuro del departamento. Es tal la crisis de gobernabilidad y de institucionalidad en el Chocó, que en el pasado su clase parlamentaria fue judicializada, y a un gobernador elegido popularmente le fue anulada su elección, antes de concluir su periodo, por el Consejo de Estado y hubo la necesidad de elegir su remplazo, pero antes de ello pasaron por la dirección de este departamento la bicoquita de 5 gobernadores.

La expresión popular de que todo tiempo pasado fue mejor se aplica muy bien al Chocó. Antes de convertirse este ente territorial en departamento, el manejo de la cosa pública en esta comarca de la patria colombiana caminaba muy bien, ya que los Dones administradores de la cosa pública en el pasado, según mi criterio, eran de una acrisolada honradez, y no les asistía ningún ánimo de enriquecerse a costa del erario, solamente les interesaba la suerte y el mejor estar de su departamento: qué viejos tiempos aquellos, cuando la cosa pública marchaba muy bien. 

Los políticos y administradores actuales, que sucedieron a los antiguos líderes, realmente no quieren al Chocó. Al cimentar su llegada al poder solo para lucrarse y beneficiarse del erario público, se maneja la cosa pública con mucha ineptitud, falta de sentido de pertenencia y de amor por lo nuestro; solo llegan al poder los más ineptos. En las últimas décadas, se llega a los altos cargos públicos de esta región de la patria mediante el poder corruptor del dinero, solamente comprando la conciencia a sus ciudadanos, aprovechándose de su alto grado de ignorancia y pobreza. La mayoría de los recursos públicos se pierden debido al execrable fenómeno de la corrupción. Es de ahí que el progreso no se percibe, ya que todos los recursos se dilapidan.

Hoy en día en el país cargamos con el estigma de ser muy malos administradores y, para colmo de males corruptos, es de ahí los pésimos resultados de la gestión fiscal de este departamento y la estigmatización del elemento chocoano por parte del gobierno central, que a diario nos violan nuestra autonomía territorial para autogobernarnos, importándonos elementos foráneos para que vengan a gobernarnos, marginando así a nuestro elementos profesionales, aunque al final siempre resultó peor el remedio que la enfermedad.

Opino que, para que esta  jurisdicción de la patria salga de la crisis eterna en que está inmersa y se oriente hacia el verdadero desarrollo deseado, los chocoanos deberíamos cambiar de actitud y hacer una reingeniería total a la forma como se ha venido  manejando la cosa pública  en las últimas décadas y revisar la  forma como se elige sus gobernantes, cesar los odios, las luchas intestinas, la persecución entre los mismos chocoanos, ya que, como últimamente se han elegido nuestros gobernantes, así “no llegamos a ningún Pereira”, como dice un sabio refrán popular.

Actualmente se requiere de un nuevo tipo de ciudadano chocoano, que tenga más sentido de pertenencia; que accedan a las administraciones públicas los más idóneos y honestos, con vocación de servicio; y que se elija a conciencia y no por el vil dinero invertido por los camarilleros politiqueros de siempre. Así mismo, que se tenga una actitud crítica hacia los gobernantes locales y nacionales, ya que el colectivo chocoano se debería convertir en garante y protector de los recursos públicos reservados para el mejoramiento de su calidad de vida. Debido al mal manejo de la administración pública en el Chocó, en los últimos tiempos los mejores gobernantes del Chocó han sido los paros cívicos, incluso algunos de ellos con pérdida de vidas humanas.

De no hacerse la tan anhelada reingeniería, estimo que corremos el riesgo de seguir eclipsándonos como ente territorial, ya que según las estadísticas hoy en día somos de los pocos entes territoriales de mayor inviabilidad financiera del país, es decir, somos improductivos, ineficientes y protervos administradores de la cosa pública e inclusive en el alto gobierno nos subestiman y nos discriminan territorialmente. En las actuales condiciones, considero, según mi concepto, que somos un paciente en cuidados intensivos y con pronóstico muy reservado. Ante este cruel panorama, no es admisible que aún se continúe con la pasividad y aguante del pueblo chocoano con su funesta clase dirigente, que cada que hay unas elecciones todos se unen para seguir haciendo lo mismo. Es por ello que el codiciado desarrollo está muy lejos de llegar; la culpa del intrascendente desarrollo del Chocó, no es solo culpa de los politiqueros que siempre han desilusionado al pueblo chocoano, sino también del instintivo pueblo chocoano, que no reacciona a renovar su intranscendente clase política y siempre elige a los corruptos. En este caso, el pueblo no se convierte en víctima, sino en cómplice de sus verdugos.


[1] N.B. Esta referencia del autor alude al triunfo jurídico y político del Chocó sobre Antioquia en el litigio por el territorio del futuro municipio de Belén de Bajirá.

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