Ley 70 de
1993:
28 años de vana letraPortada del Nº 15 de la Revista Por la vida, de la Diócesis de Quibdó (1993).
Foto: El Guarengue
Portada del Nº 15 de la Revista Por la vida, de la Diócesis de Quibdó (1993).
Foto: El Guarengue
Cerca al mediodía del viernes 27 de agosto de 1993, hace ya 28 años, el Presidente de la República de Colombia, César Gaviria Trujillo, llegó al Parque Manuel Mosquera Garcés de la ciudad de Quibdó, Chocó, en compañía de su esposa, un grupo de funcionarios de su gabinete de gobierno y un grupo de congresistas, entre los que se encontraban los presidentes de los cuerpos legislativos del Senado y de la Cámara, que habían aprobado una ley que desarrollaba el Artículo 55 Transitorio de la recientemente promulgada (julio de 1991) Constitución Política de Colombia. En el acto público que allí se efectuó entonces, dicha ley recibiría -mediante su firma- la sanción, ratificación o aprobación presidencial, para su entrada en vigencia. Se trataba de la Ley 70 de 1993 o Ley de comunidades negras, que cambiaría para siempre el panorama jurídico y político del reconocimiento, la garantía y el ejercicio de los derechos étnicos de estas comunidades; a la vez que convertiría a Colombia -por lo menos en la letra- en pionera dentro de esta materia en el continente americano e incluso, en algunos aspectos, a nivel mundial.
Casi tres décadas después de su sanción y entrada en vigencia, gran parte de los contenidos de la Ley 70 de 1993 no han sido reglamentados. Por lo cual, no se ha dado su puesta en práctica ni su aplicación en materia de fomento del desarrollo económico y social, administración y manejo de recursos naturales, protección de la identidad y los derechos de las comunidades negras de Colombia y otras materias sustanciales que forman parte del objeto y los propósitos para los cuales fue expedida. En la práctica, lo referente al proceso de titulación colectiva de tierras de comunidades negras y los artículos directamente relacionados con este proceso, sin los cuales este no habría sido posible, es lo único que ha sido reglamentado y cumplido en los términos fijados. De resto, aunque todos los planes de desarrollo de los ocho gobiernos nacionales[1] que han transcurrido en estos 28 años han incluido la reglamentación y los presidentes de la república lo han prometido y vuelto a prometer en cada campaña electoral, la realidad es simple: 28 años después de aprobada, una parte sustancial de la Ley 70 de 1993 no ha sido reglamentada.
28 años atrás
En el acto público de sanción de la Ley 70 de 1993, llevado a cabo aquel viernes 27 de agosto en Quibdó, Zulia Mena García y Rudecindo Castro Hinestroza hablaron en nombre de las comunidades negras. El entonces Alcalde de Quibdó, Carlos Alberto Escobar Córdoba; el Gobernador del Chocó, que era Antonio Heráclito Maya Copete; y el Presidente de la República, César Gaviria Trujillo, pronunciaron los discursos gubernamentales e institucionales.
A modo de recuerdo o memoria de aquel histórico día, ofrecemos en El Guarengue los principales apartes de aquellos discursos, que fueron publicados pocos días después de pronunciados, en la revista Por la vida, de la Diócesis de Quibdó, que en su texto introductorio advirtió que no había sido posible obtener el texto del discurso de Rudecindo Castro; por lo cual no fue publicado.[2]
Apartes del
discurso de Zulia Mena García
en representación
de las comunidades negras
Este es un momento histórico para nuestro pueblo negro de
Colombia. La ley que hoy se firma es producto de la lucha de nuestro pueblo por
lograr la igualdad real y la garantía de nuestros derechos territoriales, culturales,
políticos, económicos y sociales.
[…]
La cultura de nuestro pueblo ha sido base fundamental para la supervivencia y está basada en el apoyo mutuo y en la organización de los troncos familiares y en nuestra relación étnica con el medio ambiente y en un sentido profundo de la libertad. Producto de nuestra historia y del hecho de haber ocupado por más de 450 años el territorio tradicional del Pacífico y del Atlántico, nos sentimos dueños y señores de las tierras y de los recursos naturales que existen y hemos explotado y conservado históricamente. Nuestros antepasados lucharon por la libertad y muchos la compraron con oro, al igual que compraron las minas de oro y de platino, y también compraron los territorios, en algunos casos hasta con siete leguas de mar incluidas.
Sobre la biodiversidad solicitamos un régimen fiscal en beneficio de nuestro pueblo. Un refrán popular nuestro dice: “en el bosque hay más ojos que hojas”. Consideramos que la biodiversidad no es herencia que dejaremos a nuestros hijos, sino el préstamo que ellos nos hicieron mientras vivamos. Existe un gran interés mundial de organizaciones ecologistas y Estados industrializados en la defensa y en el control de los efectos negativos para la humanidad de su degradación.
[…]
Luchamos por la biodiversidad de nuestros territorios como un patrimonio fundamental del pueblo negro e indígena y de la nación colombiana. Solicitamos al Estado colombiano que aplique en favor de nuestras comunidades el principio que él mismo exige a los países ricos en relación con la biodiversidad, en el sentido de que se pague una eco-renta en favor de los grupos humanos que conservamos el medio ambiente. Dicha eco-renta en beneficio de las comunidades debe estar representada en la apropiación de recursos suficientes y adecuados para la prestación de servicios públicos básicos como la educación, la salud, el saneamiento ambiental, y mediante el establecimiento de un régimen fiscal especial que nos exonere del pago de tasas por el aprovechamiento tradicional y artesanal de los recursos naturales del suelo y del subsuelo.
Del análisis de la ley para nuestras comunidades, creemos que deben darse varias etapas para su implementación y reglamentación. Presidente Gaviria: su administración puede hacer historia con nuestro pueblo negro. Le pedimos que se inicie la reglamentación concertada en los siguientes aspectos de nuestra ley:
1. De las funciones, periodos y alcances del Consejo Comunitario, que será en el futuro la autoridad administrativa de los territorios de las comunidades negras que aspiren y obtengan titulación colectiva en propiedad de los bosques, según el artículo 5 de la ley.
2. Reglamentación del procedimiento administrativo de titulación colectiva en propiedad a las comunidades negras, artículo 22.
3. Reglamentación de los derechos de las comunidades negras sobre las minas, artículos 26 a 31.
4. Las autoridades competentes adopten las medidas para adaptar los currículos educativos, a todos los niveles, a las necesidades y aspiraciones etnoculturales de las comunidades negras, artículo 32.
5. Se cree un fondo de becas para la educación superior, administrado por el ICETEX, artículo 42.
6. Durante tres meses después de que entre en vigencia nuestra ley se conforme una comisión del Congreso de la República encargada de proponer al gobierno la reestructuración del Instituto Colombiano de Antropología, que integre una unidad de investigaciones de la cultura afrocolombiana, artículo 43.
7. El Gobierno Nacional debe conformar una comisión consultiva a alto nivel, la cual hará las veces de la Comisión Especial, y tendrá las funciones de seguimiento de la ley para nuestras comunidades, según el artículo 45, como legítima interlocutora entre el Estado y las comunidades negras.
8. El Gobierno Nacional debe diseñar mecanismos de crédito y de financiamiento para las comunidades negras, según el artículo 52.
9. Deben crearse unidades administrativas de gestión de proyectos para que las comunidades negras accedan a la elaboración, financiación, ejecución y evaluación de proyectos en los fondos de inversión social del Estado, artículo 58.
10. Reglamentación, por parte del Consejo Electoral, de la Circunscripción Nacional Especial para las comunidades negras, de dos curules para la Cámara de Representantes, artículo 66.
11. Implementación en el Ministerio de Gobierno de la Dirección para las comunidades negras, artículo 67.
Presidente Gaviria: a nivel mundial, los grupos étnicos luchan por su autodeterminación cultural y por la defensa de sus territorios y recursos naturales, como imperativos culturales que pueden ser resueltos mediante procesos dialogales o pueden desembocar en situaciones desestabilizadoras de inmedibles consecuencias.
En el África, nuestra Madre Tierra, en los Estados Unidos, en Haití y en América Latina, el pueblo negro lucha por el reconocimiento de sus derechos y por la garantía de la igualdad real y el lugar que les corresponde en las sociedades nacionales. Le ley para comunidades negras que sanciona usted hoy es la primera ley en Latinoamérica que reconoce nuestros derechos como grupo étnico.
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Apartes del
discurso del Alcalde de Quibdó,
Carlos Alberto Escobar Córdoba
Ha querido usted en forma espontánea y fervorosa exaltar el logro de las negritudes del país y para ello ha escogido la ciudad de Quibdó para sancionar la ley que desarrolla el Artículo Transitorio 55 de nuestra Carta Política; hecho este que constituye un homenaje al departamento por excelencia de la raza negra de Colombia, lo que permitirá que nuestras gentes evoquen con gratitud emocionada el logro de las reivindicaciones de nuestra etnia, dividiendo el contexto histórico de los negros de Colombia en dos grandes etapas, antes y después de la ley referenciada.
Existe gran preocupación y es usted, Señor Presidente, la persona indicada para dilucidarnos algunas dudas referentes a la implementación de los recursos económicos, factor fundamental en el desarrollo de los pueblos. Por lo tanto, solicitamos que la firma de esta ley y la titulación colectiva de la tierra al hombre negro vaya acompañada de manera armónica con políticas económicas que permitan la real liberación de estos pueblos del lastre de la miseria a que las condiciones tradicionales nos han sometido en el transcurrir histórico de la nación.
[…]
Señor Presidente: sería repetitivo en este momento enumerar las prioridades del Chocó y mi municipio, ya que se las he hecho conocer mediante oficio petitorio calendado el 16 de junio del presente año, sobre el que usted ya impartió instrucciones a sus más inmediatos colaboradores, de cuyas acciones aspiro se haga realidad antes de culminar sus gobierno, en especial:
1. La ampliación, rectificación y pavimentación de la
vía La Mansa-Quibdó con una longitud aproximada de 110 kilómetros y costo de 15
mil millones de pesos.
2.
Ampliación, rectificación y pavimentación
de la vía Santa Cecilia-Tadó-Quibdó, con un costo aproximado de 14 mil millones
de pesos.
3.
Mejoramiento del aeropuerto de Quibdó
Álvaro Rey Zúñiga, contemplando la ampliación de la pista de aterrizaje,
dotación de equipos y radio-ayudas, V.O.R. y una estación de combustible para
facilitar el tanqueo de las diferentes aeronaves.
4.
Construcción de un estadio y
escenarios deportivos. Resaltamos que nuestra juventud y la comunidad en
general es de evidente vocación deportiva, con especial inclinación por el
fútbol. Solicitamos respetuosamente un estadio con capacidad aproximada de 15
mil espectadores, para el cual el municipio se compromete desde ya a donar el
lote y los estudios topográficos. Estas obras tienen un costo aproximado de
1.500 millones de pesos.
5.
El diseño y construcción del muelle
fluvial de Quibdó, proyecto localizado a orillas del río Atrato, cuya
infraestructura física estimula los modos de producción, intercambio y
transformación de materia prima. Con ello se mejorarán los niveles de ingreso
de la población y así mismo su calidad de vida, puesto que genera la revolución
económica local. El costo de este proyecto se ha preestablecido en 700 millones
de pesos.
6.
Contamos con una vía natural que
también requiere de mantenimiento, como es el majestuoso Río Atrato, que a
través de la historia ha sido nuestro medio más importante de transporte e
intercambio económico y cultural con la Costa Atlántica; el cual requiere de
limpieza y dragado, sobre todo en su desembocadura, en el Golfo de Urabá.
7.
Plan de recuperación de la
Microcuenca de La Yesca y La Aurora, quebradas de gran importancia en la vida
quibdoseña; en sus riberas están asentadas más de 15 mil personas. Existen
estudios y anteproyectos de reordenamiento urbano y solución hidráulica de las
mismas, con un costo aproximado de 8 mil millones de pesos; lo que implica dar
solución al más grave problema de saneamiento básico y deterioro ambiental que
tiene la ciudad en este momento.
8.
Estudio, diseño y construcción del
Plan Maestro de Alcantarillado de Quibdó. Esta Administración ha adelantado los
términos de referencia y está en condiciones de cofinanciar los respectivos
estudios y diseños que se requieren, y que entre los planes nacionales se
garanticen los recursos para su construcción, que ascienden a 10 mil millones
de pesos.
Gracias, Señor Presidente, por venir a nuestro departamento a compartir con nuestra gente el júbilo de su reivindicación y depositar en ellas el aliento de una esperanza que se había venido perdiendo a falta de una voluntad política del gobierno central que se interese de manera objetiva en darle solución a nuestra problemática. También agradecemos a las personas que participaron en el proceso de la reglamentación del A.T. 55, especialmente a los representantes de las consultivas Nacional y Departamental de las comunidades negras.
Bienvenidos al futuro de Colombia. Estamos en el Pacífico biodiverso, que necesita políticas de desarrollo sostenible con planes y programas que respondan a nuestras necesidades y expectativas reales.
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Apartes del discurso
del Gobernador del Chocó,
Antonio Heráclito Maya Copete
Como Gobernador del Departamento del Chocó, registro complacido su visita y la de su comitiva a nuestra tierra, porque ella enaltece al pueblo chocoano. Ha regresado usted para cumplir con el ritual constitucional de sancionar, en la cuna de Diego Luis Córdoba, excelente hombre de la raza negra, la ley que reglamenta el Artículo Transitorio 55 de nuestra Constitución Política.
La Asamblea Nacional expidió la Constitución de 1991, llamada acertadamente por usted la “nueva carta de navegación” del pueblo colombiano. Allí tiene origen esta ley que escucha y atiende el reclamo de las comunidades negras del país y se constituye en punto de partida para mejores destinos.
Tres aspectos fundamentales deben destacarse en su contenido: 1. El derecho de propiedad colectiva; 2. El establecimiento de mecanismos para la protección de la identidad cultural y de los derechos de las comunidades negras de Colombia como grupo étnico; y 3. El fomento de su desarrollo económico y social.
En cuanto al primer punto, debemos tener claro que el reconocimiento a la propiedad colectiva debe entenderse como un instrumento de desarrollo, y en modo alguno un salvoconducto para entrar en asociaciones con entidades públicas o privadas, obtener pingües ingresos y colocarse de espaldas al progreso y mejoramiento de la calidad de vida de las propias comunidades.
En relación al segundo, vale la pena destacar la preceptiva del artículo 33 que, por primera vez, reconoce la existencia de realidades nacionales que atentan contra principios fundamentales de los derechos humanos, para ponerles coto, y no permitir que la intimidación, segregación, discriminación o racismo, sean normas de conducta toleradas sin sanción.
Y cómo no destacar lo normado por el artículo 40, que indudablemente romperá la más grande atadura que limita y frustra a nuestros pueblos negros: la ignorancia. Bien lo dijo Diego Luis Córdoba: “Por la educación se asciende a la libertad y por la ignorancia se desciende a la esclavitud”.
El último aspecto: en este aparte, se crean los mecanismos para el desarrollo económico y social de las comunidades negras, atendiendo los elementos de su cultura. Se prevé que las comunidades tendrán participación en el Consejo Nacional de Planeación de que trata el artículo 340 de la Carta, en los Consejos Territoriales de Planeación y en los consejos directivos de las corporaciones autónomas regionales. La Comisión de Estudios para la formulación de un Plan de desarrollo de las comunidades, así como la puesta en marcha de la Universidad del Pacífico, son herramientas de gran importancia para alcanzar los logros que animan la Ley.
En definitiva, no se puede discutir las bondades de estas normas, que realmente constituyen el primer peldaño en orden a reconocerle a nuestra etnia, así sea después de mucho tiempo, unos derechos conculcados en el pasado, que colocaron a estas comunidades en un aberrante estado de subdesarrollo, postración y marginalidad. Empero, los chocoanos tenemos leyes de todas las estirpes y de ellas ha estado empedrado el camino de pobreza que hemos recorrido.
Pero, tengo que decir, igualmente, con toda sinceridad y franqueza, que su texto por sí solo no implica un cambio inmediato en nuestras condiciones económicas, sociales y culturales, porque a mi juicio se requiere que el Estado implemente una serie de acciones que nos hagan retornar al camino de la fe y nos saquen de la permanente frustración que hemos transitado muchas generaciones de las comunidades negras.
Bien sabemos que nosotros mismos tenemos una alta cuota de responsabilidad en el estado de nuestras desventuras; por eso miramos con otra óptica el mañana y nos decimos que ya, inmediatamente, hay que ir en la búsqueda del tiempo perdido.
No pretendo, Señor Presidente, aprovechar esta ocasión para repetirle el conocido catálogo de las necesidades del Chocó. Sé muy bien que usted, como un aplicado estudioso de los problemas del país, conoce las aspiraciones de los chocoanos. Sin embargo, la premisa anterior no me releva de decirle que esperamos, en lo que resta de su gobierno, un positivo jalonazo para algunos proyectos de importancia regional, nacional e internacional, como son la construcción del puerto alterno de Tribugá y la continuación de la nueva vía al Mar Pacífico, Pereira-Tadó-Nuquí-Bahía Solano, que debe continuar hacia el norte franqueando el Tapón del Darién para entrelazar algún día las tres Américas.
De otra parte, y refiriéndome concretamente al tramo Ánimas-Nuquí, quiero informarle que el estudio de impacto ambiental exigido por el INDERENA va a contratarse por el Corpes de Occidente con la Universidad Tecnológica del Chocó, razón que me habilita para solicitarle que una vez suceda esto, Señor Presidente, intervenga ante el mencionado Instituto con el propósito de que permita la continuación de la obra y nos evitemos todos recibir mayores perjuicios por la paralización de la misma.
Igualmente, y en atención a que en el mes de septiembre próximo será convocado el CONPES para tratar el tema de la expansión portuaria nacional, solicitamos se adopte a Tribugá como puerto alterno sobre el Pacífico, de acuerdo a la sustentación técnica elaborada por el Corpes de Occidente.
[…]
Un proverbio chino dice que “el camino más largo empieza por el primer paso”. Sabemos que tenemos un largo trecho por recorrer. Y debemos prepararnos para dar el primero, que no es otro que la toma de conciencia alrededor de nuestros problemas. Unos y otros nos conformamos con explicar el estado de pobreza absoluta del hombre chocoano alegando la indiferencia del Gobierno Nacional. Esto es cierto. La Nación tiene una deuda social con nuestro departamento, que ha estado lejos de cancelar. Pero, no es menos cierto que aquí no radica la totalidad del problema. Su participación -la indiferencia nacional- en el contexto de nuestros males es alta. Pero, mayor porcentaje de cuota en el teatro de nuestras desventuras la tenemos nosotros, quienes hemos estado al frente de las altas dignidades y no hemos querido hacer un alto en esta lucha fratricida sin sentido, para reexaminar nuestra conducta y cambiarle el rumbo al futuro del Chocó. Yo quiero invitar a mis paisanos a empinarse sobre sí mismos y, a base de tesón y esfuerzo, integrarnos a la corriente de desarrollo y de progreso que vive el resto del país.
Deseo parodiar la cita Garciamarquiana que usted suele
utilizar, para decir que: “queremos que nuestros hijos, a diferencia de
nosotros y nuestros mayores, no sean condenados a 500 años de espera, sino que
tengan por fin y para siempre una oportunidad de vida digna y decorosa sobre la
tierra”. Ayúdeme usted, Señor Presidente, para no oficiar de notario en la
expedición de la partida de defunción de mi pueblo.
[…]
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Apartes del discurso
del Presidente
de la República, César Gaviria Trujillo
Para el presidente de los colombianos, este acto reviste una particular transcendencia, y la reviste precisamente porque corresponde al desarrollo de nuestra Constitución Política, la nueva Constitución que nos dimos los colombianos para avanzar en el camino de la reconciliación y de la paz, porque la manera como nosotros entendemos la reconciliación y la paz es esa, darnos unas instituciones que correspondan a los anhelos y a las aspiraciones del pueblo colombiano y que resuelvan problemas ancestrales, y que le den cabida y expresión a sectores de la vida colombiana que por décadas o por centurias habían sido marginados de la vida de nuestra nación.
Ese es el caso específico de las comunidades negras y del pueblo chocoano, a quien la sociedad colombiana sometió al abandono, al marginamiento, al desconocimiento de sus derechos, donde nunca quiso reconocer las particulares condiciones que había en este pedazo de nuestra patria; y las comunidades negras por décadas y décadas fueron dejando pasar esa situación de indiferencia y de injusticia. Y fue solo cuando surgió la idea de una Asamblea Nacional Constituyente, cuando de veras se pudo expresar el pueblo colombiano a través de la circunscripción nacional, fue allí, con miembros de los grupos desmovilizados, que fue posible que esos nuevos sectores se expresaran, que se expresaran nuevas religiones, que se expresaran los pueblos indígenas, que se expresaran los grupos que habían abandonado las armas, que se expresaran las comunidades negras y que fuéramos encontrando, por un camino de pluralismo, de tolerancia, de respeto por las ideas ajenas, que fuéramos encontrando el camino para diseñar unas nuevas instituciones para Colombia.
De allí surgió el Artículo 55 Transitorio, de la necesidad del reconocimiento de que las comunidades negras, particularmente las del Pacífico, tienen unas características especiales, tienen derecho a cultivar sus tierras ancestrales, tienen derecho a una propiedad de carácter colectivo, que no es alienable y que es imprescriptible, que tienen derecho a un sistema educativo que haga reconocimiento de su diversidad, que haga reconocimiento de su cultura, que haga reconocimiento de su tradiciones, que corresponda de veras a su idiosincrasia, a su modo de ser, a las particulares características que han tenido a lo largo de la historia; que tengan acceso a los riquísimos recursos mineros del Chocó, que infortunadamente han sido explotados, pero que se los ha llevado el viento porque nada de riqueza ha quedado a este pueblo y a esta tierra de esa larga explotación; que tengan derecho a una circunscripción de carácter especial en nuestra Cámara de Representantes.
Todas esas son expresiones de algo que apenas comienza, porque nadie ha dicho que esto resuelva problemas, no, esto es apenas el comienzo de que los colombianos, empezando por las comunidades negras, sepan que la Constitución de esta Nación refleja sus derechos y sus aspiraciones; que aquí lo que hay es que luchar para defender y para que se haga cumplir la Constitución; no como en el pasado, que el alzamiento era para destruir las instituciones, para cambiarlas porque no correspondían al alma de los colombianos.
[…]
Es un hecho palmario que los mayores índices de abandono, que los mayores extremos en cuanto a deficiencia de la calidad de vida están aquí en el Chocó. Yo por eso discrepo cuando se pone tanto énfasis en los problemas de la infraestructura, de las carreteras, de los aeropuertos, que sí, son esenciales; pero, hay algo que es más urgente y más importante para mejorar la calidad de vida y donde nos hemos preocupado por realizar inversiones importantes, aunque todavía hay mucho por hacer. Me refiero a los problemas de agua potable, me refiero a los problemas del saneamiento básico, me refiero a los problemas de la salud y la educación. Y hemos realizado un importante esfuerzo para eso, para que haya agua potable por lo menos en las cabeceras urbanas de todos los municipios del Chocó. Y hemos tratado de mejorar la infraestructura de salud, para que no regrese la peste del cólera, y hemos tratado de cambiar la concepción del Estado colombiano para que no sea tan centralista.
[…]
La mayor riqueza que tiene el Chocó son sus gentes y sus bosques. Vamos a trabajar por construir una vida digna para sus gentes, para esta población negra, para proteger estos bosques. Esa es la gran tarea que tiene Colombia, amigos y pueblo chocoano, amigos de las comunidades negras. Vamos a mantener la guardia en alto, vamos a comprometer a esta nación a que mantenga el espíritu de cambio y de transformación. La Ley de las comunidades negras ya no podrá depender simplemente de que Gaviria cumpla, tiene que depender de que toda la sociedad colombiana mantenga este espíritu de revolcón, de transformación, de cambiar todo lo que hay que cambiar en esta nación. Así vamos a continuar esta larga jornada de creación y de cambio que hemos iniciado. ¡Que viva el Chocó! ¡Que viva Colombia! ¡Que vivan las comunidades negras!
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