La divina
Providencia
de Lenito Robinson-Bent
-A
propósito del
Día de la Emancipación del Pueblo Raizal-
Día de la Emancipación del Pueblo Raizal-
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Lenito es un cuentista admirable por un cúmulo de atributos y razones, que Claudine Bancelin relata de modo maravilloso -tan maravilloso como los cuentos de Lenito- en su prólogo al libro: “Lenito Robinson-Bent, un hallazgo ausente”.[1]
Como lo explica Bancelin, en sus cuentos Lenito exhibe su inmenso conocimiento y su dominio admirable de la lengua española, en la cual los escribió para que se facilitara su publicación, en un momento histórico en el que la búsqueda de asimilación cultural de su isla natal y de todo el archipiélago era el eje del proyecto nacionalista de un país, Colombia, cuyo Estado únicamente brindaba empleo a quienes hablaran español y fueran católicos, en lugar de ser bautistas y hablar creole.
A propósito de la conmemoración, el 1º de agosto, del Día de la Emancipación del Pueblo Raizal de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, en memoria de la liberación de la población esclavizada, ocurrida hace 187 años, y en conexión con el Emancipation Day del Caribe anglófono; en un momento en el que la falta de sentido histórico, la desidia, la irresponsabilidad, la ineptitud gubernamental y la ignorancia -entre otros síntomas de la falta de gobernanza en Colombia- tienen a la Vieja Providencia sometida a la indignidad de vivir en medio de las ruinas y el desasosiego en los que quedó después del huracán Iota; ofrecemos en El Guarengue, un pequeño extracto del mencionado prólogo, a modo de invitación a leer el libro de cuentos de Lenito Robinson-Bent, como una aproximación a la tradición narrativa de Providencia.
Un sencillo homenaje de El Guarengue a la identidad histórica, a la dignidad sin tacha y a la hermosura insular de Old Providence, en cada uno de cuyos 17 kilómetros cuadrados de superficie florece siempre la vida y el amor es tan cierto como el azul inmenso de su infinito mar.
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Providencia
¿Qué tiene esa isla,
que impide a Lenito olvidarla?
La historia de Providencia empezó tarde, pero fue agitada. Existió por siglos como isla deshabitada. Algunos indígenas misquitos, de la hoy Nicaragua, la visitaban para pescar y coger madera. La cercanía lo hacía posible. La isla de origen volcánico, clima saludable, fértil suelo y agua, fue peleada por muchos, que la habitaron y la olvidaron varias veces.
En 1600 el Caribe estaba infestado de naves europeas. Entre quienes viajaban en ellas, algunos venían a quedarse en América, otros a saquearla, todos a conquistarla, patrocinados por reyes, nobles y poderosos.
En este escenario, llegaron a Providencia, en mayo de 1631, abordo del Seaflower, noventa ingleses puritanos, luego sus esclavos y más tarde sus mujeres. No duraron mucho; los españoles los sacaron a punta de balas de cañón, diez años después. Luego la olvidaron, pero por allí andaba merodeando Sir Henry Morgan, el temible corsario inglés, que asolaba esos mares y quien se dio cuenta enseguida de que, por su posición estratégica, la isla era sitio ideal para esconderse. Entonces la ocupó cuatro años mientras atacaba naves españolas que llevaban oro y piedras preciosas a Europa. Pero como Morgan era hombre de aventuras y de mar, se marchó de la isla dejándosela a familias inglesas que la ocuparon de nuevo y empezaron a sembrar algodón que enviaban a Liverpool. Un siglo y medio más tarde los españoles volvieron para expulsar a los ingleses, pero esta vez los anglosajones pidieron quedarse y someterse a la corona española. Eran terratenientes y prósperos.
Luego de cuarenta años liberaron a los esclavos; les dieron sus apellidos y otros tomaron sus nombres como apellidos. Lenito adquirió el suyo por descendencia y mestizaje, pues, a partir de este hecho, los cruces raciales se incrementaron y fueron vistos como algo tolerable. Casi siempre se dieron entre hombres blancos con mujeres negras. Los ingleses, los africanos, los chinos que llegaron posteriormente y hasta algunos indios misquitos formaron una nueva raza. Por eso en la isla no es raro ver pobladores de piel negra o cobriza, con ojos rasgados de colores azul o verde.
Con estas mezclas también se creó otro idioma, el creole del Caribe, que conjuga diversidad de lenguas provenientes de África con el inglés.
Ya habían surgido las Anancy, historias que se perpetuaron por la tradición oral y donde los animales salían vencedores, traídas desde el continente negro, que aquí representaban la esclavitud. Eran los preámbulos de la literatura isleña y los relatos que le refirió su abuela para entretenerlo tardes enteras. También le leía cuentos de hadas. Sin embargo, como Lenito estaba ávido de aventuras y a la abuela se le agotaron las narraciones, esta recurrió a los textos de la serie Royal Star Readers usada en esa época en las escuelas de las colonias inglesas, desde África hasta el Caribe, desde Sydney hasta Puerto Stanley. Pero Lenito exigía cada vez más y entonces la abuela, para recuperar algo de tranquilidad, le enseñó a los cinco años a leer en inglés y, con las historias Anancy, a ser ganador aun en la adversidad.
En Providencia la tradición oral ha sido fuerte y una fuente inagotable de relatos de viajes provenientes de hombres de mar, de aquellos que salían a trabajar en la construcción del Canal de Panamá o en los aserríos de Centroamérica, quienes a su regreso a la isla entretenían a la gente contando sus experiencias y anécdotas fantásticas.
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