Halloween Pacífico
Carta al Diablo
Si el diablo tuviera seso
y a santiguarse aprendiera,
me encargaría de enseñarle
toda la doctrina entera.
Si bautizarse quisiera
con un padre confesor,
le serviría de padrino
le echaría la bendición;
comería de lo mejor:
plátano, panela y queso,
y gozaría por completo
de la mejor alegría.
¡Qué bonito no sería
si el diablo tuviera seso!
Le voy a mandar una carta
que me mande a contestar.
Que su padrino lo espera,
que se venga a confesar,
y a la diabla mucho más
y también su cocinera,
toda la familia entera
han de ser bien atendidos;
será nuestro fiel amigo,
si a santiguarse aprendiera.
Y como el diablo es tan diablo,
tan serio y tan caballero,
una vez que se confiese
verá las puertas del cielo;
se debe aprender el Credo,
la Magnífica y la Salve,
por la tarde confesarse
y dormir arrepentido;
de todo lo que le digo,
yo me encargo de enseñarle.
Ya no llamará más Diablo,
se llamará Juan Manuel,
es nombre que su padrino
se lo debe de poner,
que si no sabe leer
yo le compro su cartera
y lo pongo en la escuela
en junta con los demás;
que yo le enseño a rezar
toda la doctrina entera.
La contesta del Diablo
Anoche leí la carta
que el Diablo me contestó:
Me dice que se confiesa
pero bautizarse, no.
A santiguarse tampoco
porque eso no aguantaba
y que si en caso lo hacía
todito se reventaba;
que a la iglesia no dentraba
ni por oro ni por plata
que para meter la pata
mucha experiencia tenía.
En el nombre de María,
anoche leí la carta.
Me dice que de esas cosas
él no quería saber,
que por más que le enseñara
nunca las iba a aprender,
que por eso ni a leer
Jesucristo le enseñó
y por eso no atendió
ninguna de mis ofertas;
esas fueron las respuestas
que el Diablo me contestó.
Que mi Dios lo castigó
por grosero y atrevido;
habiendo sido en el cielo
de todos el más querido,
hoy anda de fugitivo
con la mano en la cabeza
y cuando a rezar empieza
el Padre Nuestro y el Credo
temblando, muerto de miedo,
me dice que se confiesa.
Y como el diablo era diablo
y que nada le faltaba
que a lo mejor prefería
que otro diablo lo llevara,
que en el infierno gozaba
sin ser amigo de yo.
Tres volcanadas botó
y retumbó en lo profundo;
me dice que viene al mundo,
pero a bautizarse no.
La muerte pa’todos
Siendo la muerte pa’todos
pa’mí no hay separación,
la muerte no escoge a nadie
sino al que manda el Señor.
En este valle de lágrimas
varios al pobre no miran,
se les hace el mundo poco
que han de ser para semillas;
pero eso sí que es mentira,
aunque no crean en Dios,
esa es su más perdición;
un día tiene su cobro
una cuenta tan estrecha,
siendo la muerte pa’todos.
Estando gordo y robusto
cae uno ahí en su cama,
viene la muerte y le dice:
llegó la hora de pagarla.
Ya de mí no te acordabas,
algunos ya ni me mientan…
a Dios le irás a dar cuenta,
hoy te llevo, pecador,
estés confesado o no,
pa’mí no hay separación.
Mata padre, mata obispo,
mata al que tiene corona,
mata a los santos ministros,
ella no escoge persona.
Mata viejos y niñitos,
los mata a los pobrecitos,
aunque no tengan su entierro,
y llegándose a su hora
la muerte no anda escogiendo.
Cuando uno está moribundo
por dar cuenta al Creador,
viene la muerte y le dice:
Haz acto de contrición,
porque este sueño es veloz;
cuando de aquí te retires
todo queda en esta vida,
para el que no trabajó;
viene la muerte y lo mata
a aquel que manda el Señor.
[1] Garrido,
José Miguel, OCD. La Misión de Tumaco. Creencias Religiosas. Biblioteca Carmelitano-Teresiana de Misiones. Tomo
VIII. 255 pp. s.f.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Sus comentarios son siempre bienvenidos. Gracias.