lunes, 2 de noviembre de 2020

 Halloween Pacífico

La Madre de Agua: http://quimerasyotrascosas.blogspot.com/2016/04/madre-de-agua-mito.html
La Tunda y El Riviel: https://www.talenthouse.com/item/1417595/8ef9a525, https://www.talenthouse.com/item/1417601/0f7f40ef



La Madre Monte, el Indio de Agua, el Riviel, la Tunda, la Llorona, la Madre de Agua, el Duende, la Viudita, El Mohán, la Mula de Cuaresma, el Maravelí, la Patasola, las brujas y el diablo…todo tipo de endriagos habitan la mitología del gran Pacífico suramericano o Chocó Biogeográfico, desde Panamá hasta Esmeraldas (Ecuador), incluso hasta Perú, en algunos casos. Sus apariencias, atuendos, travesuras, maldades y espantos, al igual que sus orígenes, tienen variaciones narrativas según el país y la subregión en la que se cuenten o escenifiquen. Pero, una cosa es común: desde siempre han estado presentes en la vida de los pueblos negros de todos los ríos, los montes y las mares, las ciénagas y los esteros, en las noches y madrugadas, en las lunas menguantes, nuevas y llenas, en las tempestades y los aguaceros eternos. A la luz de las velas, las lámparas de querosín, los mechones o los bombillos de luz macilenta y lánguida, estas criaturas han sorprendido, aterrado, divertido y espantado a niñas y niños de sucesivas generaciones, en noches de cuentos y relatos de sus mayores, abuelas y abuelos. Es el Halloween permanente, que no requiere de un día especial en el año; pero, que sí viene con intensidad a la memoria en los días de todos los santos y de los fieles difuntos, cuando se piensa en la vida, en la muerte, en el Más allá.

De la tradición del Pacífico Sur de Colombia, tomadas de un trabajo sobre creencias religiosas en la Misión de Tumaco[1], llevado a cabo hace más de 30 años por el sacerdote José Miguel Garrido, OCD (Orden de los Carmelitas Descalzos), presentamos en El Guarengue tres piezas orales sobre dos temas fundamentales: el Diablo, a quien el poeta popular le propone que se bautice en la fe católica y aprenda la doctrina, y la Muerte, sobre la cual se deja claro que es para todos sin distinción.

Carta al Diablo

Si el diablo tuviera seso

y a santiguarse aprendiera,

me encargaría de enseñarle

toda la doctrina entera.

Si bautizarse quisiera

con un padre confesor,

le serviría de padrino

le echaría la bendición;

comería de lo mejor:

plátano, panela y queso,

y gozaría por completo

de la mejor alegría.

 

¡Qué bonito no sería

si el diablo tuviera seso!

Le voy a mandar una carta

que me mande a contestar.

Que su padrino lo espera,

que se venga a confesar,

y a la diabla mucho más

y también su cocinera,

toda la familia entera

han de ser bien atendidos;

será nuestro fiel amigo,

si a santiguarse aprendiera.

 

Y como el diablo es tan diablo,

tan serio y tan caballero,

una vez que se confiese

verá las puertas del cielo;

se debe aprender el Credo,

la Magnífica y la Salve,

por la tarde confesarse

y dormir arrepentido;

de todo lo que le digo,

yo me encargo de enseñarle.

 

Ya no llamará más Diablo,

se llamará Juan Manuel,

es nombre que su padrino

se lo debe de poner,

que si no sabe leer

yo le compro su cartera

y lo pongo en la escuela

en junta con los demás;

que yo le enseño a rezar

toda la doctrina entera.


La contesta del Diablo

Anoche leí la carta

que el Diablo me contestó:

Me dice que se confiesa

pero bautizarse, no.

A santiguarse tampoco

porque eso no aguantaba

y que si en caso lo hacía

todito se reventaba;

que a la iglesia no dentraba

ni por oro ni por plata

que para meter la pata

mucha experiencia tenía.

 

En el nombre de María,

anoche leí la carta.

Me dice que de esas cosas

él no quería saber,

que por más que le enseñara

nunca las iba a aprender,

que por eso ni a leer

Jesucristo le enseñó

y por eso no atendió

ninguna de mis ofertas;

esas fueron las respuestas

que el Diablo me contestó.

 

Que mi Dios lo castigó

por grosero y atrevido;

habiendo sido en el cielo

de todos el más querido,

hoy anda de fugitivo

con la mano en la cabeza

y cuando a rezar empieza

el Padre Nuestro y el Credo

temblando, muerto de miedo,

me dice que se confiesa.

 

Y como el diablo era diablo

y que nada le faltaba

que a lo mejor prefería

que otro diablo lo llevara,

que en el infierno gozaba

sin ser amigo de yo.

Tres volcanadas botó

y retumbó en lo profundo;

me dice que viene al mundo,

pero a bautizarse no.

 

La muerte pa’todos

Siendo la muerte pa’todos

pa’mí no hay separación,

la muerte no escoge a nadie

sino al que manda el Señor.

En este valle de lágrimas

varios al pobre no miran,

se les hace el mundo poco

que han de ser para semillas;

pero eso sí que es mentira,

aunque no crean en Dios,

esa es su más perdición;

un día tiene su cobro

una cuenta tan estrecha,

siendo la muerte pa’todos.

 

Estando gordo y robusto

cae uno ahí en su cama,

viene la muerte y le dice:

llegó la hora de pagarla.

Ya de mí no te acordabas,

algunos ya ni me mientan…

a Dios le irás a dar cuenta,

hoy te llevo, pecador,

estés confesado o no,

pa’mí no hay separación.

 

Mata padre, mata obispo,

mata al que tiene corona,

mata a los santos ministros,

ella no escoge persona.

Mata viejos y niñitos,

los mata a los pobrecitos,

aunque no tengan su entierro,

y llegándose a su hora

la muerte no anda escogiendo.

 

Cuando uno está moribundo

por dar cuenta al Creador,

viene la muerte y le dice:

Haz acto de contrición,

porque este sueño es veloz;

cuando de aquí te retires

todo queda en esta vida,

para el que no trabajó;

viene la muerte y lo mata

a aquel que manda el Señor.

 


[1] Garrido, José Miguel, OCD. La Misión de Tumaco. Creencias Religiosas. Biblioteca Carmelitano-Teresiana de Misiones. Tomo VIII. 255 pp. s.f.

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