lunes, 3 de agosto de 2020


Reclamo memorable
Quibdó, 1925. Foto: Informe Prefectura Apostólica del Chocó 1929.

El 8 de diciembre de 1926, Reinaldo Valencia publicó “Jorge Isaacs no nació en Cali sino en Quibdó”. Este texto, destinado a probar lo que su título indica acerca del autor de María, fue ponderado por el intelectual colombiano Baldomero Sanín Cano, quien en el prólogo anotó: “Además de su mérito como obra histórica, el trabajo del señor Valencia se recomienda literariamente por razones de claridad, método, sobriedad y corrección del lenguaje[1]. Nueve años después, a finales de diciembre de 1935, Valencia publicó en el periódico ABC, del cual fue fundador y propietario, director y consejero, un texto titulado “Conto, quibdoseño”.

En el caso de Isaacs, el escrito de Reinaldo Valencia generó contradicciones, debates y reclamos en el Valle del Cauca. En el caso de Conto, la controversia se dio tanto en la propia ciudad de Quibdó, cabecera municipal, a la cual Neguá estaba adscrito como corregimiento, como en su propio periódico.

En efecto, Andrés Fernando Villa, oriundo de Neguá y quien se hizo famoso como Aristo Velarde, el seudónimo con el que firmaba sus escritos, rebatió duramente a Reinaldo Valencia, mediante una carta que le hizo llegar como Director del ABC, la cual empieza increpándolo porque “pretende ahora arrebatarle a Neguá la gloria de haberle dado a Colombia uno de los hijos más ilustres y al liberalismo su defensor epónimo[2].

La carta tuvo gran repercusión, pues Andrés Fernando Villa era un intelectual reconocido en la ciudad por su gran bagaje cultural, literario, social, musical y artístico del que hacía gala en publicaciones como su semanario de sátira política El Ciempiés, que dio origen a una tertulia del mismo nombre, en la cual “compartían gentes de la talla de Carlos Mazo, Adán Arriaga Andrade, García Gómez, [Sergio] Abadía Arango, Juancho y Sergio Villa, Andrés Fernando Villa (Aristo Velarde), y tantos otros intelectuales[3], como Alfonso Meluk Salge. Villa trabajó además en varias ocasiones en el Gobierno de la Intendencia, en una de las cuales, estando encargado de la Dirección de Educación y actuando como Secretario del Consejo Intendencial, firmó el Acuerdo Nº 1, del 28 de febrero de 1944, mediante el cual se ordenaba que, a partir de la fecha, la Imprenta Oficial asumiera la impresión de las tesis de grado de los estudiantes chocoanos que no tuvieran recursos para hacerlo; pues muchos de ellos no se graduaban porque no podían cumplir con este requisito que exigían las universidades.[4]

Andrés Fernando Villa firmó la carta con su seudónimo, Aristo Velarde. Reinaldo Valencia Lozano la publicó en la edición 3111 del periódico ABC, que circuló el 31 de diciembre de 1935, bajo el título “Más sobre César Conto”. Su texto es el siguiente:

Quibdó, diciembre 27 de 1935.

Señor Director de ABC

Acabo de leer en el número de ABC un ligero apunte sobre el nacimiento de César Conto, intitulado “Conto, quibdoseño”. Quiero creer que usted escribió eso -como vulgarmente se dice- por no dejar, porque no de otra manera me explicaría la anémica argumentación con que su pluma -vigorosa para donde naciera Isaacs-, pretende ahora arrebatarle a Neguá la gloria de haberle dado a Colombia uno de los hijos más ilustres y al liberalismo su defensor epónimo.

Porque sí que es deleznable eso de que por haber tenido los Conto una casa en Quibdó frente al edificio de las hermanas de la Presentación, la cuna del héroe de Los Chancos[5] se meció allí. No habría de ir muy lejos para citar casos análogos al de Conto, sea decir demostrativos de que el hecho de tener una casa en un lugar no implica haber nacido en él: la familia Ferrer Denis tiene su residencia en esta ciudad, en la calle 7a. La familia Díaz Perea en el cruce de la carrera con la calle 5a. Y la familia Meluk en la carrera 1a. Sin embargo, no habrá de negar usted que Hugo y Raúl Ferrer Denis, Luis F. Díaz Perea, Alfonso, Armando y Emilio, abrieron los ojos en ese dulce y triste pueblo en donde vagó mi infancia, cuna del ilustre repúblico que nos ocupa. Acaso la posteridad, cuando alguno de aquellos muchachos llegue a ocupar las páginas de nuestra historia -todo cabe en lo posible-, reclame para Quibdó la gloria de la cuna, si ha de guiarse por la frágil dialéctica empleada por usted.

Yo no he creído sincero ese argumento suyo -referente a la carta de Conto para la señora Quejada de Padilla- según el cual el poeta no aludía en ella al terreno de “La Choza”, sino al Chocó. No lo creo sincero -repito- en quien ha sabido codearse con los textos de filosofía. “Me alegro mucho que quiera vivir en esa tierra mía, donde solo hay el recuerdo de todo lo que fue. Y no existe mi casa, ni nada”. Frases son estas que están diciendo a las claras que el aedo se refería a sus propiedades de “La Choza” en Neguá y en ningún caso al Chocó, en la forma abstracta que usted lo sugiere, pues que la mencionada señora estaba viviendo en él y la alegría no podía derivarse de ese hecho, sino del de querer residir en propiedad suya -de Conto-, y por eso agregó: “Voy a escribirle a mi primo Rafael para que, en mi nombre, la deje hacer lo que quiera sobre el terreno de “La Choza”, que adoro y recuerdo mucho, pero que el destino y otros intereses no me dejan ir allá”.

La carta anterior, por sí sola, está demostrando que Conto nació en Neguá. Ya en mis mocedades había oído de labios de la señora Quejada de Padilla esta aseveración cuando, por razones de su oficio, le tocara vivir en mi casa, y en mi archivo poseo copia de dicha carta, que no quería dar a conocer sino en un opúsculo que me propongo publicar sobre mi ilustre coterráneo.

César Conto Ferrer
En cuanto a la partida de bautismo, vaya una falta que hace. Y lo que prueba. Oiga la mía: “En la santa iglesia parroquial de San Francisco de Quibdó, a 14 de junio de mil novecientos, yo, Fray Lucas, misionero capuchino, debidamente autorizado, suplí las ceremonias del santo bautismo a Andrés Fernando, de cuatro meses de edad, hijo legítimo, etc.”. Esto no prueba ni que yo sea quibdoseño ni —mucho— católico, apostólico y romano. Tampoco existe hoy esa partida en el archivo parroquial, pues se quemó en el incendio del año 30. Cuando mi memoria esté fatigando la historia, ya tendrán los quibdoseños y neguaseños para rato. Pero, conste —de una vez por todas— que nací en Neguá, la tierra de Conto.

Atentamente,

Aristo Velarde.


Eran tiempos en los que, con una nacionalidad en construcción y un regionalismo que pugnaba por florecer como proyecto propio de territorialidad e institucionalidad, dejar claro de dónde se era oriundo tenía toda la importancia. Desde factores de herencia y patrimonio, relacionados con la propiedad de tierras y negocios, hasta elementos de identidad racial y social, e incluso de alcurnia, formaban parte de un asunto que de baladí no tenía nada.



[1] Carvajal Rueda, Alfonso. Diversidad de la literatura chocoana. El Manduco, julio 13 de 2019. En: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2019/07/diversidad-de-la-literatura-chocoana.html

[2] Periódico ABC, Quibdó, diciembre 31 de 1935. Edición 3111.

[3] Chocó 7 días, Edición Nº 452. Quibdó, mayo 14 al 20 de 2004. LA COLUMNA DE MENA MENA. Acontecer cultural en los años 30 y 40 del siglo pasado: el deleite de los quibdoseños.

[4] El decreto, que fue refrendado por Darío Echandía como Primer Designado, Encargado de la Presidencia de la República, y por Alberto Lleras como Ministro de Gobierno, puede consultarse completo en: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?ruta=Decretos/1224470

[5] Nota de El Guarengue: César Conto participó en esta batalla, que formó parte de una de tantas guerras civiles entre liberales y conservadores a fines del siglo XIX. Esta ocurrió en agosto de 1876, cuando Conto tenía 40 años de edad.

Sobre César Conto Ferrer, ver también en El Guarengue "El dilecto hijo de Quibdó": https://miguarengue.blogspot.com/2019/07/el-dilecto-hijo-dequibdo-monumento-en.html


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