lunes, 17 de agosto de 2020


La Colonia Agrícola de Bahía Solano (2ª Parte)
Foto: Sebastián Valoyes. En: https://www.facebook.com/BahiaSolanoAlDia/photos/a.1449493215357892/2176166936023846/

Largas como sus días son las noches del Director de la Colonia, Don Carlos Villegas Echeverri, y de sus coequiperos más cercanos, el Señor Villamizar –Contador, Pagador, Jefe del Comisariato– y el Doctor Carlos Alvarado Acosta, Médico de la Colonia. Y son más oscuras de la cuenta, pues aún no conocen tanto el lugar como para ver en la penumbra o en las tinieblas, de modo que las siluetas y las sombras no pasan de ser para ellos más que figuras de formas vagas, irreconocibles, misteriosas.

Pero, no hay sombras sin luces, piensa el Señor Villegas en esta noche de marzo de 1937, mientras contempla deslumbrado, desde el porche de su habitación en el Edificio de la Dirección, el prodigio de una luna llena que no solamente parece ocupar completamente la apacible bahía de Solano, sino que casi se podría agarrar con las manos para traerla hasta acá y seguir iluminando con ella el lugar, mientras una nueva planta eléctrica –prometida por el Director de Aviación de la Fuerza Aérea, Capitán Enrique Julio Santamaría Manccini– llega desde Palanquero, a un poco más de 300 kilómetros en línea recta de aquí. Porque, “a pesar de todos los gastos de reparación y de los repuestos enviados” por el Ministerio de Agricultura y Comercio y otros adquiridos por la Dirección de la Colonia para la planta eléctrica original, “no se han obtenido los resultados que se deseaban, estando, a la fecha, la fundación sin luz[1].  

El Doctor Alvarado, entre tanto, agradece la templanza y la clemencia del clima de esta noche. Piensa en lo favorable que este tipo de ambientes resultan para la salud de los colonos y para los funcionarios que allí pasan temporadas largas. De hecho, acaba de escribir, a la luz de una lámpara Coleman y como parte de un informe que pronto entregará al Director, que “la mortalidad hasta el presente ha sido nula entre los colonos” y “entre los nativos se han presentado cuatro defunciones[2]. Una conclusión que saca después de ajustar las cifras de sus registros médicos, los cuales revisa una y otra vez hasta que se siente seguro de que –como se lo transmitirá días después al Director– el mal clima y la insalubridad de esta comarca no son más que leyendas. No obstante, riguroso y serio como es en asuntos profesionales, durante los días subsiguientes –en los ratos que le deje la atención de los colonos– el médico Alvarado volverá a revisar una y otra vez, por precaución, sus cifras y sus conclusiones; no vaya a ser que resulten siendo un exceso dictado por la euforia que –según aseguran los nativos– es producida por los plenilunios, como el de esta noche de marzo.

El Señor Villegas rememora –y ello le produce la satisfacción del deber cumplido– que “la fundación de este puerto y su colonia se iniciaron en selva virgen, el 7 de agosto de 1935[3], hace 19 meses; es decir, menos de tres meses después de expedido el decreto que creó la Colonia y que lo nombró en este cargo. Aún recuerda la ceremonia inaugural, especialmente el sentimiento tan hondo con el que fue cantado el Himno Nacional, así como el entusiasmo y el compromiso de todos los presentes. Mirando cada techo que brilla bajo la luna y los trazos casi de dibujo del contorno de la bahía, le parece mentira que ya haya tanta edificación levantada, tanto desmonte concluido, tanta cosecha tan abundante y promisoria en calidad y valor monetario. 95 hectáreas han sido desmontadas en el área urbana, 517 hectáreas y media han sido desmontadas en el área rural. El Agrónomo Nacional calcula en 805 las hectáreas cultivadas, siendo la diferencia “el área de cultivos viejos de los nativos de estas regiones[4].

El habilitado Pagador, por su parte, también agradece, cómo no, la bondad del clima de esta noche y la ñapa de la peculiar belleza del panorama que tiene a la vista. Está ocupado en la revisión del debe, el haber y el saldo, que ha de entregarle completamente ajustados al Director para la rendición de cuentas mensual y para el informe que pronto deberá entregar al Ministerio. Se sorprende, porque le parece baja la cifra –y se promete a sí mismo que mañana la revisará con la luz del día–, del valor total del avalúo de los bienes raíces de la Colonia que en este año y medio largo han sido construidos: el edificio de la Dirección, la casa del médico y botica, el edificio del comisariato, la casa para colonos, el edificio para hospital, el campamento para obreros, el edificio para oficina central, radio y talleres, el kiosco restaurante de obreros y colonos, la habitación de su ayudante, la casa de la escuela de la colonia (antigua botica), la caseta para el motor del radio, la caseta para semillas, la cárcel y la casa para habitación del comandante de la guarnición; catorce edificios cuyos acabados “de madera machihembrada y cepillada; techo metálico y especificaciones varias[5] fueron terminados en los últimos seis meses. $22,946.73 es la cifra que le arroja el inventario[6]; a la cual habrá de sumarle $2,500 gastados en varios viaductos auxiliares de carácter transitorio y en un puente para unir los sectores oriental y occidental del área urbana, separados por el río Jella; puente que, “recién terminado, se le cayó al ingeniero que lo construyó”. Por lo cual, “posteriormente, en agosto y septiembre del año pasado, la dirección empezó su reconstrucción, habiendo durado en perfecto estado de conservación hasta la fecha, con las siguientes especificaciones: sistema rígido, ocho columnas dobles de anclaje, con cimientos reforzados en el lecho del río, dos torres terminales y anclas de hormigón, con una longitud total de 83 metros. El sistema colgante ideado por el ingeniero fue un error que costó mucho dinero; la construcción actual ha resistido todas las avenidas del río y quedó con una capacidad neta mayor de 2,600 kilos[7].

El Médico de la Colonia mira sus registros de enfermedades y tratamientos impartidos. En los últimos seis meses, ha administrado tratamientos contra el paludismo primario, crónico y pernicioso a 247 colonos y 194 nativos, con mortalidad de un solo paciente. Piensa en lo curioso que resulta que la cura del paludismo, que es hasta ahora el mal más frecuente entre la población, sea originaria de tierras como esta: quizás haya cierto grado de justicia divina en el hecho de que al lado de una enfermedad tan grave como el paludismo se halle su cura, en la corteza de la quina, que, según leyó la última vez que pudo leer literatura médica actualizada –antes de viajar hacia acá para reemplazar a su antecesor, el Doctor Carlos Vela– está a punto de ser definitivamente sintetizada químicamente y depurada en sus presentaciones y dosis por la industria farmacéutica.

Foto: Bahía Solano al día.
En: https://www.facebook.com/BahiaSolanoAlDia/photos/a.1449493215357892/2176166936023846/

Menos letal y más controlable que el paludismo le parece al médico la uncinariasis, enfermedad de la cual ha tratado a 133 colonos y a 111 nativos entre noviembre de 1936 y mayo de 1937, y cuyo combate directo –mediante la educación en hábitos de alimentación e higiene– es una de las tareas que aspira a adelantar en la Colonia. Pero, tanto como el paludismo lo preocupa el pian[8], que en el lapso de sus registros ha atacado a 181 nativos y a 9 colonos. Completan los datos del médico 140 casos de infecciones diversas, 3 de ofidismo, 3 de flegmones y 1 de tuberculosis meníngea, en cada uno de los cuales se presentó un caso de mortalidad. A pesar de sus preocupaciones, luego de constatar que no está tan tarde y que puede aún trabajar un rato, aprovechando el clima y la luna llena, el Doctor Carlos Alvarado Acosta, Médico de la Colonia Agrícola de Bahía Solano, decide redactar de una vez una de sus conclusiones finales, en un párrafo que a esa hora considera preliminar; pero, que al otro día decidirá dejar como definitivo, al punto que quedará incluido en el informe del Director, bajo el subtítulo “La leyenda del mal clima”.

Haciendo referencia a aquellos datos que ha recabado de sus registros de consulta y atención médica, el párrafo conclusivo que escribe el Médico Alvarado aquella noche de marzo de1936 dice: “La estadística anterior pone de relieve una verdad: Que, a pesar de las condiciones deficientes de lucha bajo el punto de vista sanitario, el clima de la colonia es bueno, típicamente bondadoso. El paludismo en forma común, inherente a todas las regiones del trópico, no justifica ni justificar puede la leyenda de insalubridad de esta faja ribereña al mar, refrescada por tres poderosos ventiladores sanitarios, los vientos reinantes, con aguas purísimas en abundancia y cuyas condiciones mejoran de día en día[9].

Días y noches, con luna o sin ella, trabajan el Director y sus compañeros en la elaboración del Informe de la Colonia Agrícola de Bahía Solano referente al periodo que va desde su fundación en 1935 hasta ahora, cuyos datos él consolida y de cuya redacción se encarga. La recompensa llega: cuatro meses después, este informe, a diferencia de los de otras colonias, es reproducido íntegramente en la Memoria del Ministerio de Agricultura y Comercio correspondiente al año 1937, que se publica en Bogotá. El país conoce, pues, de primera mano los detalles sobre la colonización de las diversas zonas de la bahía, las áreas destinadas a cultivos, los desmontes, las labores adelantadas en la fundación del puerto, los materiales en depósito y las herramientas agrícolas disponibles, estadísticas sobre agricultura, comercio, cabotaje y funcionamiento del comisariato, los avances de los planes del aeropuerto, el correo y las escuelas, las casas rurales y otros estímulos a los colonos, las perspectivas industriales futuras y el plan urbanístico de la población que a la orilla del mar está creciendo, el censo de población y el transporte de pasajeros en los barcos Chocó y Carabobo.

En general, el Director de la Colonia no puede estar más satisfecho. Logros como una cosecha agrícola que el año pasado, 1936, ha alcanzado un valor de $16,000 y que incluye 132 toneladas y 7 quintales de arroz, más 20 arrobas de cacao embarcadas en Ciudad Mutis con destino a Cali, no son cosa de poca monta. Además de los cultivos de banano, plátano, maíz, yuca, caña, hortalizas y hasta 240 matas de café. Sus preocupaciones por las vías de penetración del país hacia Bahía Solano también están escritas en el informe, incluyendo dos que, a muchos, pero no al señor Villegas como Director de la Colonia, les parecen veleidades y entelequias: la vía “Solano-Atrato” y el Cable “Bolombolo-Solano”.

Foto: Bahía Solano al día

El carácter nacional de la Colonia Agrícola de Bahía Solano se mantuvo hasta el año 1943, ocho años después de decretada su creación, cuando el segundo gobierno del Presidente Alfonso López Pumarejo, mediante el Decreto 963, firmado también por el entonces Ministro de Economía Nacional, Santiago Rivas Camacho, decidió reorganizar su administración y régimen, mediante el traslado de responsabilidades administrativas de todo orden a la Intendencia Nacional del Chocó.

Esta decisión del Gobierno Nacional, como se expone en los considerandos del decreto 963 del 18 de mayo de 1943[10], se fundamenta en que, durante los 8 años transcurridos, el funcionamiento de la Colonia “ha dado origen a núcleos de población ya organizados y florecientes como el denominado Ciudad Mutis” y se han abierto “nuevos campos a la actividad agrícola de los colonizadores”. De modo que, “con los establecimientos que tiene fundados y los instrumentos de crédito y fomento establecidos en Bahía de Solano, ya es posible al Ministerio de Economía Nacional encomendar a otros organismos la continuación de la obra de colonización allí emprendida”, siendo la Intendencia Nacional del Chocó “la entidad más capacitada para continuar ejerciendo una vigilancia, control y dirección de la Colonia”, “no solo por estar ubicada en la jurisdicción, sino también por la facilidad de administración, y por el mismo interés que tiene la Intendencia del Chocó en incorporar al régimen de su administración los núcleos de población organizados dentro de su territorio”. Considera el gobierno que, “por todo lo anterior, es conveniente que los núcleos de población establecidos dentro de la zona delimitada […] se incorporen ya a la administración de la Intendencia del Chocó”; ya que, adicionalmente, “con ello se obtiene economía en los gastos de administración de las colonias ya establecidas, lo que permitirá incrementar otras y fomentar nuevos centros de colonización”.

Así las cosas, a partir del Decreto 963 de 1943 (mayo 18), la Intendencia Nacional del Chocó quedó facultada para designar nuevos funcionarios que recibieran la gestión a los funcionarios nacionales salientes, los cuales irían “cesando en sus funciones a medida que vayan haciendo entrega de sus dependencias a los que tenga a bien designar la Intendencia Nacional del Chocó”[11]. Igualmente, la Intendencia tiene la potestad de reorganizar, si así lo estima conveniente, el funcionamiento de la Colonia. Por ello, como lo dispone el artículo 3º del decreto 963 de 1943, “para el mejor desempeño de la misión que se confía a la Intendencia del Chocó, el Ministro de la Economía Nacional le hará entrega por riguroso inventario de los almacenes de Comisariato y materiales, del Fondo Rotatorio de Ganado, con todos sus semovientes y de los edificios, anexidades y dependencias del Ministerio de la Economía Nacional, tales como el aserrío, maquinaria, trilladora, plantas eléctricas, acueducto; y en fin de todas y cada una de las obras, edificaciones o materiales existentes al tiempo de la entrega”[12]. El Gobierno Nacional utilizará los recursos que quedan disponibles como producto de este cambio de régimen para el fomento de nuevas acciones de colonización en otros lugares del país.

Como se establece en el artículo 8º, la Intendencia deberá consultar previamente con el Ministerio de la Economía Nacional los nuevos reglamentos que decida adoptar para la Colonia; y (artículo 9°) “el Ministerio de la Economía Nacional continuará inspeccionando la Colonia, y caso de que su administración por la Intendencia del Chocó no dé los buenos resultados que se buscan o que ésta contravenga los fines de colonización, el Gobierno por conducto del Ministerio de la Economía Nacional podrá reasumir su administración y dirección. En este evento la Intendencia le hará entrega de los mismos bienes cuya administración se le confía”. Lo cual no ocurrió, pues cuatro años y medio después, en noviembre de 1947, la Intendencia es convertida en Departamento y 15 años después, mediante la Ordenanza Nº 8 del 19 de noviembre de 1962, de la Asamblea Departamental del Chocó, es creado el Municipio de Bahía Solano, que de Colonia había pasado a ser corregimiento del Municipio de Nuquí, del cual es segregado para que asuma su nueva condición.

En septiembre de este año 2020 se cumplirá medio siglo de un terremoto desolador, que quienes vivieron llegaron a creer que acabaría para siempre con aquel poblado que desde siempre ha sido un proyecto. Pero, no, ahí sigue Bahía Solano, como un sueño que se arrulla con cantos de yubartas y con una calidez suficiente para que estas ballenas –que hablan entre ellas como si fueran gente– viajen cada año miles de kilómetros para llegar hasta aquí a dar a luz a sus descendientes.

Departamento del Chocó y Municipio de Bahía Solano.




[1] Villegas Echeverri, Carlos. Informe del Director de la Colonia Agrícola de Bahía Solano. En: Memoria del Ministerio de Agricultura y Comercio. Tomo II. Tierras y Aguas. 1937. 319 pp. Pág. 237.

[2] Ibidem. Pág. 253.

[3] Villegas Echeverri, Carlos. Informe del Director de la Colonia Agrícola de Bahía Solano. En: Memoria del Ministerio de Agricultura y Comercio. Tomo II. Tierras y Aguas. 1937. 319 pp. Pág. 231.

[4] Ibidem, pág. 233.

[5] Ibidem, pág. 235.

[6] La tasa de cambio del dólar en Colombia en el año 1937 era de $1.02 por un dólar. Es decir que el avalúo en mención equivaldría a COL$81.593.276,5; con una tasa de cambio de 3.627 pesos por dólar a 17 de agosto de 2020.

[7] Ibidem.

[8] Sobre las características y alcances de esta enfermedad, se puede leer: Organización Mundial de la Salud, OMS. Pian. En: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/yaws

[9] Villegas Echeverri, Carlos. Informe del Director de la Colonia Agrícola de Bahía Solano. En: Memoria del Ministerio de Agricultura y Comercio. Tomo II. Tierras y Aguas. 1937. 319 pp. Pág. 254.

[10] Todas las citas textuales incluidas en este párrafo son tomadas de: Decreto 963 de 1943 (mayo 18). Por el cual se reorganiza la administración y el régimen de la Colonia Agrícola de Bahía Solano. En: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?ruta=Decretos/1197735

[11] Ibidem, artículos 1º y 6º.

[12] Ibidem, artículo 3º.

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