La Colonia Agrícola de Bahía Solano (2ª Parte)
Foto: Sebastián Valoyes. En: https://www.facebook.com/BahiaSolanoAlDia/photos/a.1449493215357892/2176166936023846/ |
Largas como sus días son las noches del
Director de la Colonia, Don Carlos Villegas Echeverri, y de sus coequiperos más
cercanos, el Señor Villamizar –Contador, Pagador, Jefe del Comisariato– y el
Doctor Carlos Alvarado Acosta, Médico de la Colonia. Y son más oscuras de la
cuenta, pues aún no conocen tanto el lugar como para ver en la penumbra o en
las tinieblas, de modo que las siluetas y las sombras no pasan de ser para
ellos más que figuras de formas vagas, irreconocibles, misteriosas.
Pero, no hay sombras sin luces, piensa el
Señor Villegas en esta noche de marzo de 1937, mientras contempla deslumbrado,
desde el porche de su habitación en el Edificio de la Dirección, el prodigio de
una luna llena que no solamente parece ocupar completamente la apacible bahía
de Solano, sino que casi se podría agarrar con las manos para traerla hasta acá
y seguir iluminando con ella el lugar, mientras una nueva planta eléctrica –prometida
por el Director de Aviación de la Fuerza Aérea, Capitán Enrique Julio Santamaría
Manccini– llega desde Palanquero, a un poco más de 300 kilómetros en línea
recta de aquí. Porque, “a pesar de todos
los gastos de reparación y de los repuestos enviados” por el Ministerio de
Agricultura y Comercio y otros adquiridos por la Dirección de la Colonia para
la planta eléctrica original, “no se han
obtenido los resultados que se deseaban, estando, a la fecha, la fundación sin
luz”[1].
El Doctor Alvarado, entre tanto, agradece
la templanza y la clemencia del clima de esta noche. Piensa en lo favorable que
este tipo de ambientes resultan para la salud de los colonos y para los
funcionarios que allí pasan temporadas largas. De hecho, acaba de escribir, a
la luz de una lámpara Coleman y como parte de un informe que pronto entregará
al Director, que “la mortalidad hasta el
presente ha sido nula entre los colonos” y “entre los nativos se han presentado cuatro defunciones”[2].
Una conclusión que saca después de ajustar las cifras de sus registros médicos,
los cuales revisa una y otra vez hasta que se siente seguro de que –como se lo
transmitirá días después al Director– el mal clima y la insalubridad de esta
comarca no son más que leyendas. No obstante, riguroso y serio como es en
asuntos profesionales, durante los días subsiguientes –en los ratos que le deje
la atención de los colonos– el médico Alvarado volverá a revisar una y otra
vez, por precaución, sus cifras y sus conclusiones; no vaya a ser que resulten siendo
un exceso dictado por la euforia que –según aseguran los nativos– es producida
por los plenilunios, como el de esta noche de marzo.
El Señor Villegas rememora –y ello le
produce la satisfacción del deber cumplido– que “la fundación de este puerto y su colonia se iniciaron en selva virgen,
el 7 de agosto de 1935”[3],
hace 19 meses; es decir, menos de tres meses después de expedido el decreto que
creó la Colonia y que lo nombró en este cargo. Aún recuerda la ceremonia
inaugural, especialmente el sentimiento tan hondo con el que fue cantado el
Himno Nacional, así como el entusiasmo y el compromiso de todos los presentes. Mirando
cada techo que brilla bajo la luna y los trazos casi de dibujo del contorno de
la bahía, le parece mentira que ya haya tanta edificación levantada, tanto
desmonte concluido, tanta cosecha tan abundante y promisoria en calidad y valor
monetario. 95 hectáreas han sido desmontadas en el área urbana, 517 hectáreas y
media han sido desmontadas en el área rural. El Agrónomo Nacional calcula en 805
las hectáreas cultivadas, siendo la diferencia “el área de cultivos viejos de los nativos de estas regiones”[4].
El habilitado Pagador, por su parte,
también agradece, cómo no, la bondad del clima de esta noche y la ñapa de la
peculiar belleza del panorama que tiene a la vista. Está ocupado en la revisión
del debe, el haber y el saldo, que ha de entregarle completamente ajustados al
Director para la rendición de cuentas mensual y para el informe que pronto
deberá entregar al Ministerio. Se sorprende, porque le parece baja la cifra –y
se promete a sí mismo que mañana la revisará con la luz del día–, del valor
total del avalúo de los bienes raíces de la Colonia que en este año y medio
largo han sido construidos: el edificio de la Dirección, la casa del médico y
botica, el edificio del comisariato, la casa para colonos, el edificio para
hospital, el campamento para obreros, el edificio para oficina central, radio y
talleres, el kiosco restaurante de obreros y colonos, la habitación de su
ayudante, la casa de la escuela de la colonia (antigua botica), la caseta para
el motor del radio, la caseta para semillas, la cárcel y la casa para
habitación del comandante de la guarnición; catorce edificios cuyos acabados “de madera machihembrada y cepillada; techo
metálico y especificaciones varias”[5]
fueron terminados en los últimos seis meses. $22,946.73 es la cifra que le
arroja el inventario[6];
a la cual habrá de sumarle $2,500 gastados en varios viaductos auxiliares de
carácter transitorio y en un puente para unir los sectores oriental y occidental
del área urbana, separados por el río Jella; puente que, “recién terminado, se le cayó al ingeniero que lo construyó”. Por lo
cual, “posteriormente, en agosto y
septiembre del año pasado, la dirección empezó su reconstrucción, habiendo
durado en perfecto estado de conservación hasta la fecha, con las siguientes
especificaciones: sistema rígido, ocho columnas dobles de anclaje, con
cimientos reforzados en el lecho del río, dos torres terminales y anclas de
hormigón, con una longitud total de 83 metros. El sistema colgante ideado por
el ingeniero fue un error que costó mucho dinero; la construcción actual ha
resistido todas las avenidas del río y quedó con una capacidad neta mayor de
2,600 kilos”[7].
El Médico de la Colonia mira sus registros
de enfermedades y tratamientos impartidos. En los últimos seis meses, ha
administrado tratamientos contra el paludismo primario, crónico y pernicioso a
247 colonos y 194 nativos, con mortalidad de un solo paciente. Piensa en lo
curioso que resulta que la cura del paludismo, que es hasta ahora el mal más
frecuente entre la población, sea originaria de tierras como esta: quizás haya
cierto grado de justicia divina en el hecho de que al lado de una enfermedad
tan grave como el paludismo se halle su cura, en la corteza de la quina, que,
según leyó la última vez que pudo leer literatura médica actualizada –antes de
viajar hacia acá para reemplazar a su antecesor, el Doctor Carlos Vela– está a
punto de ser definitivamente sintetizada químicamente y depurada en sus
presentaciones y dosis por la industria farmacéutica.
Foto: Bahía Solano al día. En: https://www.facebook.com/BahiaSolanoAlDia/photos/a.1449493215357892/2176166936023846/ |
Menos letal y más controlable que el
paludismo le parece al médico la uncinariasis, enfermedad de la cual ha tratado
a 133 colonos y a 111 nativos entre noviembre de 1936 y mayo de 1937, y cuyo
combate directo –mediante la educación en hábitos de alimentación e higiene– es
una de las tareas que aspira a adelantar en la Colonia. Pero, tanto como el
paludismo lo preocupa el pian[8],
que en el lapso de sus registros ha atacado a 181 nativos y a 9 colonos.
Completan los datos del médico 140 casos de infecciones diversas, 3 de
ofidismo, 3 de flegmones y 1 de tuberculosis meníngea, en cada uno de los
cuales se presentó un caso de mortalidad. A pesar de sus preocupaciones, luego
de constatar que no está tan tarde y que puede aún trabajar un rato,
aprovechando el clima y la luna llena, el Doctor Carlos Alvarado Acosta, Médico
de la Colonia Agrícola de Bahía Solano, decide redactar de una vez una de sus
conclusiones finales, en un párrafo que a esa hora considera preliminar; pero,
que al otro día decidirá dejar como definitivo, al punto que quedará incluido
en el informe del Director, bajo el subtítulo “La leyenda del mal clima”.
Haciendo referencia a aquellos datos que ha
recabado de sus registros de consulta y atención médica, el párrafo conclusivo que
escribe el Médico Alvarado aquella noche de marzo de1936 dice: “La estadística anterior pone de relieve una
verdad: Que, a pesar de las condiciones deficientes de lucha bajo el punto de
vista sanitario, el clima de la colonia es bueno, típicamente bondadoso. El
paludismo en forma común, inherente a todas las regiones del trópico, no
justifica ni justificar puede la leyenda de insalubridad de esta faja ribereña
al mar, refrescada por tres poderosos ventiladores sanitarios, los vientos
reinantes, con aguas purísimas en abundancia y cuyas condiciones mejoran de día
en día”[9].
Días y noches, con luna o sin ella,
trabajan el Director y sus compañeros en la elaboración del Informe de la
Colonia Agrícola de Bahía Solano referente al periodo que va desde su fundación
en 1935 hasta ahora, cuyos datos él consolida y de cuya redacción se encarga.
La recompensa llega: cuatro meses después, este informe, a diferencia de los de
otras colonias, es reproducido íntegramente en la Memoria del Ministerio de
Agricultura y Comercio correspondiente al año 1937, que se publica en Bogotá.
El país conoce, pues, de primera mano los detalles sobre la colonización de las
diversas zonas de la bahía, las áreas destinadas a cultivos, los desmontes, las
labores adelantadas en la fundación del puerto, los materiales en depósito y
las herramientas agrícolas disponibles, estadísticas sobre agricultura,
comercio, cabotaje y funcionamiento del comisariato, los avances de los planes
del aeropuerto, el correo y las escuelas, las casas rurales y otros estímulos a
los colonos, las perspectivas industriales futuras y el plan urbanístico de la
población que a la orilla del mar está creciendo, el censo de población y el
transporte de pasajeros en los barcos Chocó y Carabobo.
En general, el Director de la Colonia no
puede estar más satisfecho. Logros como una cosecha agrícola que el año pasado,
1936, ha alcanzado un valor de $16,000 y que incluye 132 toneladas y 7
quintales de arroz, más 20 arrobas de cacao embarcadas en Ciudad Mutis con
destino a Cali, no son cosa de poca monta. Además de los cultivos de banano,
plátano, maíz, yuca, caña, hortalizas y hasta 240 matas de café. Sus
preocupaciones por las vías de penetración del país hacia Bahía Solano también están
escritas en el informe, incluyendo dos que, a muchos, pero no al señor Villegas
como Director de la Colonia, les parecen veleidades y entelequias: la vía “Solano-Atrato”
y el Cable “Bolombolo-Solano”.
Foto: Bahía Solano al día |
El carácter nacional de la Colonia Agrícola
de Bahía Solano se mantuvo hasta el año 1943, ocho años después de decretada su
creación, cuando el segundo gobierno del Presidente Alfonso López Pumarejo,
mediante el Decreto 963, firmado también por el entonces Ministro de Economía
Nacional, Santiago Rivas Camacho, decidió reorganizar su administración y
régimen, mediante el traslado de responsabilidades administrativas de todo
orden a la Intendencia Nacional del Chocó.
Esta decisión del Gobierno Nacional, como se
expone en los considerandos del decreto 963 del 18 de mayo de 1943[10],
se fundamenta en que, durante los 8 años transcurridos, el funcionamiento de la
Colonia “ha dado origen a núcleos de población ya organizados y florecientes
como el denominado Ciudad Mutis” y se han abierto “nuevos campos a la actividad
agrícola de los colonizadores”. De modo que, “con los establecimientos que
tiene fundados y los instrumentos de crédito y fomento establecidos en Bahía de
Solano, ya es posible al Ministerio de Economía Nacional encomendar a otros
organismos la continuación de la obra de colonización allí emprendida”, siendo
la Intendencia Nacional del Chocó “la entidad más capacitada para continuar
ejerciendo una vigilancia, control y dirección de la Colonia”, “no solo por
estar ubicada en la jurisdicción, sino también por la facilidad de
administración, y por el mismo interés que tiene la Intendencia del Chocó en
incorporar al régimen de su administración los núcleos de población organizados
dentro de su territorio”. Considera el gobierno que, “por todo lo anterior, es
conveniente que los núcleos de población establecidos dentro de la zona
delimitada […] se incorporen ya a la administración de la Intendencia del Chocó”;
ya que, adicionalmente, “con ello se obtiene economía en los gastos de
administración de las colonias ya establecidas, lo que permitirá incrementar
otras y fomentar nuevos centros de colonización”.
Así las cosas, a partir del Decreto 963 de
1943 (mayo 18), la Intendencia Nacional del Chocó quedó facultada para designar
nuevos funcionarios que recibieran la gestión a los funcionarios nacionales
salientes, los cuales irían “cesando en sus funciones a medida que vayan
haciendo entrega de sus dependencias a los que tenga a bien designar la
Intendencia Nacional del Chocó”[11].
Igualmente, la Intendencia tiene la potestad de reorganizar, si así lo estima
conveniente, el funcionamiento de la Colonia. Por ello, como lo dispone el
artículo 3º del decreto 963 de 1943, “para el mejor desempeño de la misión que
se confía a la Intendencia del Chocó, el Ministro de la Economía Nacional le hará
entrega por riguroso inventario de los almacenes de Comisariato y materiales,
del Fondo Rotatorio de Ganado, con todos sus semovientes y de los edificios,
anexidades y dependencias del Ministerio de la Economía Nacional, tales como el
aserrío, maquinaria, trilladora, plantas eléctricas, acueducto;
y en fin de todas y cada una de las obras, edificaciones o materiales
existentes al tiempo de la entrega”[12].
El Gobierno Nacional utilizará los recursos que quedan disponibles como
producto de este cambio de régimen para el fomento de nuevas acciones de
colonización en otros lugares del país.
Como se establece en el artículo 8º, la
Intendencia deberá consultar previamente con el Ministerio de la Economía
Nacional los nuevos reglamentos que decida adoptar para la Colonia; y (artículo
9°) “el Ministerio de la Economía Nacional continuará inspeccionando la
Colonia, y caso de que su administración por la Intendencia del Chocó no dé los
buenos resultados que se buscan o que ésta contravenga los fines de
colonización, el Gobierno por conducto del Ministerio de la Economía Nacional
podrá reasumir su administración y dirección. En este evento la Intendencia le
hará entrega de los mismos bienes cuya administración se le confía”. Lo cual no
ocurrió, pues cuatro años y medio después, en noviembre de 1947, la Intendencia
es convertida en Departamento y 15 años después, mediante la Ordenanza Nº 8 del
19 de noviembre de 1962, de la Asamblea Departamental del Chocó, es creado el
Municipio de Bahía Solano, que de Colonia había pasado a ser corregimiento del
Municipio de Nuquí, del cual es segregado para que asuma su nueva condición.
En septiembre de este año 2020 se cumplirá medio
siglo de un terremoto desolador, que quienes vivieron llegaron a creer que
acabaría para siempre con aquel poblado que desde siempre ha sido un proyecto.
Pero, no, ahí sigue Bahía Solano, como un sueño que se arrulla con cantos de yubartas
y con una calidez suficiente para que estas ballenas –que hablan entre ellas
como si fueran gente– viajen cada año miles de kilómetros para llegar hasta
aquí a dar a luz a sus descendientes.
Departamento del Chocó y Municipio de Bahía Solano. |
[1] Villegas Echeverri, Carlos. Informe del Director de la Colonia
Agrícola de Bahía Solano. En: Memoria del Ministerio de Agricultura y Comercio.
Tomo II. Tierras y Aguas. 1937. 319 pp. Pág. 237.
[2] Ibidem. Pág. 253.
[3] Villegas Echeverri, Carlos. Informe del Director de la Colonia
Agrícola de Bahía Solano. En: Memoria del Ministerio de Agricultura y Comercio.
Tomo II. Tierras y Aguas. 1937. 319 pp. Pág. 231.
[4] Ibidem, pág. 233.
[5] Ibidem, pág. 235.
[6] La tasa de cambio del dólar en Colombia en el año 1937 era de $1.02
por un dólar. Es decir que el avalúo en mención equivaldría a COL$81.593.276,5;
con una tasa de cambio de 3.627 pesos por dólar a 17 de agosto de 2020.
[7] Ibidem.
[8] Sobre las características y alcances de esta enfermedad, se puede
leer: Organización Mundial de la Salud, OMS. Pian. En: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/yaws
[9] Villegas Echeverri, Carlos. Informe del Director de la Colonia
Agrícola de Bahía Solano. En: Memoria del Ministerio de Agricultura y Comercio.
Tomo II. Tierras y Aguas. 1937. 319 pp. Pág. 254.
[10] Todas las citas textuales incluidas en
este párrafo son tomadas de: Decreto 963 de 1943 (mayo 18). Por el cual se
reorganiza la administración y el régimen de la Colonia Agrícola de Bahía
Solano. En: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?ruta=Decretos/1197735
[11] Ibidem, artículos 1º y 6º.
[12] Ibidem, artículo 3º.
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