lunes, 7 de octubre de 2019



Pola La Ola

Andes. Foto: Julio César U. H.
Pola La Ola era una ola verde como el pacífico mar del cual formaba parte en la Ensenada de Utría.

Pola La Ola era una ola muy risueña y juguetona, que acostumbraba ser muy hospitalaria, tanto con los bañistas como con los pescadores y los navegantes.

Pero también Pola La Ola era muy soñadora y aventurera. Y por eso decidió un día irse detrás de un barco que tuviera como destino la Costa Azul, pues ella había oído decir a otras olas viajeras que allí todas las olas eran azules.

Pola La Ola salió, pues, rumbo hacia la Costa Azul, prendida de la popa de un Trasatlántico que pasó por la ensenada un viernes al atardecer.

Pola La Ola se despidió de sus hermanas con risas y abrazos suaves, miró hacia las playas de Nuquí y se fue con su alegre nostalgia de viajera feliz.

Cuando habían pasado muchos días, después de muchas olas desconocidas que fue saludando al paso, en una noche tibia y estrellada, Pola La Ola, con su verde presencia, avistó la Costa Azul. Allí, ayudada gentilmente por la luna, pudo ver que, efectivamente, en la Costa Azul todas las olas eran azules.

Las azules parientas de Pola La Ola reaccionaron de diferentes maneras frente a la verde presencia de Pola La Ola. Unas se enojaron y la trataron como a una intrusa y hasta quisieron echarla provocando una subida de la marea transparente donde el Trasatlántico acababa de atracar. Otras se diluyeron, indiferentes, en el conjunto azul de su pequeña ensenada, como una muestra de su malestar.

A unas y a otras, sus azules hermanas las convencieron, con argumentos líquidos y saladas ternuras, de que no tenía nada malo que una ola verde, tan bonita como Pola La Ola, fuera a visitarlas desde tan lejanas e históricas tierras.

Hechas las paces con todas las olas azules de la Costa Azul, la ensenada se hermoseó con el matiz novedoso de Pola La Ola. Sus nuevas compañeras se sorprendieron por la belleza del conjunto. Inclusive, algunas, las más adultas de la familia, se alzaron rizadas y encopetadas para ver su hogar desde arriba. Fue tal la belleza que las impactó que, agitadas, recogieron sus crestas velozmente y llegaron con la propuesta unánime de nombrar a Pola la Ola como la Reina de las Olas de la Costa Azul.

Todas aprobaron la idea con sus espumosos aplausos blancos y leves. Pola La Ola aceptó tan bello y gratificante nombramiento. Y desde ese día Pola La Ola es la reina verde de las olas azules de la Costa Azul, donde sólo pueden verla, como una diminuta franja móvil, juguetona y risueña, ¡toda una hermosura!, quienes lleguen con los ojos cargados de sueños e ilusiones, en los anocheceres tibios y estrellados, cuando la luna alumbra los amores verdaderos de los hombres y mujeres que aman la libertad.


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