lunes, 7 de agosto de 2023

De la Lotería de Caridad y Ornato del Chocó 
a la Morenaza de los sábados


Creada a principios de la década de 1940, la Lotería del Chocó llegó a ser tan productiva que con los recursos que proveyó se construyeron edificios públicos que renovaron la estructura urbana de Quibdó, y se atendieron necesidades de la población, que de otra manera jamás habrían sido atendidas. Fue liquidada en el año 2007, por su impagable deuda con el sistema de salud. FOTO: Mercado Libre.

Durante la década de 1970 y hasta finales de 1980, los sorteos de la Lotería del Chocó -que se realizaban los sábados en la noche- eran una fiesta multitudinaria a la que concurrían centenares de quibdoseños y se celebraba en todo el contorno de la esquina de la Calle 24 con Carrera 3ª, en Quibdó, alrededor del escenario en el que se convertía el espacioso andén de la puerta principal de ingreso al edificio de la Beneficencia, conocido como El 8 Pisos, junto al famoso local de distribución de loterías del señor Antonio Gómez Gallo.

Era usual que, previo al sorteo, con las célebres ruedas Fichet recién aceitadas y calibradas, custodiadas por uno o dos agentes de policía y recubiertas por sus forros protectores, se realizaran presentaciones de grupos locales de música y danzas folclóricas y eventualmente hasta pequeños desfiles de la reina del Chocó al concurso de Cartagena. Durante varios años, en la voz de Gustavo Vélez Henao y de Emil Nauffal Dualiby, los sorteos semanales de la Lotería fueron transmitidos a través de Ecos del Atrato, la emisora que junto a Brisas del Citará conformaba el prodigioso dúo radial que cautivaba a la audiencia quibdoseña desde el amanecer hasta la media noche.

A principios de la década de 1990, la Lotería del Chocó entró en franca decadencia y su agonía administrativa y financiera comenzó, hasta que -en el año 2006- la Superintendencia Nacional de Salud ordenó su liquidación a causa de una deuda acumulada de transferencias a ese sector por un monto de 10.121 millones de pesos[1]. Hoy, casi veinte años después, a pocos meses de finalizar el periodo de los alcaldes y gobernadores en Colombia, la Asamblea Departamental del Chocó estudia la posibilidad de aprobar una ordenanza facultando al Gobernador para que contrate una empresa privada que ponga nuevamente en funcionamiento la Lotería del Chocó, que cuando fue liquidada era reconocida por un eslogan publicitario que la identificaba como La Morenaza de los sábados y por la frecuencia con la que su premio mayor caía en Cali, que era la ciudad donde más se vendía.

La Lotería de Caridad y Ornato del Chocó

Todo comenzó hace casi un siglo, siendo Intendente Nacional del Chocó Adán Arriaga Andrade. La idea de la Lotería había surgido entre profesionales, comerciantes y políticos de Quibdó, Istmina y Condoto, y era tema frecuente de conversación y debate en las salas de visita y en los comedores de las casas, en los salones sociales, en las esquinas de las calles, en los cafés y en los bares. En su edición del 19 de septiembre de 1934, el diario ABC, de Quibdó, recogió y publicó -en una detallada nota informativa- las ideas sobre las cuales existía consenso para la creación de una lotería regional del Chocó. “El desvelado interés que ha tomado el doctor Adán Arriaga Andrade por la higiene y salubridad de estos pueblos…nos hace esperar que no mirará con indiferencia esta sugestión que hacemos en beneficio de una clase desvalida”[2]planteaba el ABC como un punto a favor de la propuesta.

El pago anual de elevadas sumas de dinero a las instituciones oficiales de beneficencia de otras entidades territoriales, por concepto de compra de sus loterías; sumas estas que en buena parte bien podrían capitalizarse localmente, fue uno de los motivos de mayor peso para pensar en la creación de una lotería propia: la Lotería de Caridad y Ornato del Chocó. “Las cantidades de dinero que el Chocó aporta a la Beneficencia de otras secciones, en compra de billetes de lotería, son de una gran significación, especialmente en Condoto, donde se expenden billetes de todas las loterías en una cantidad apreciable”, anotaba el periódico ABC de aquel miércoles de septiembre de hace noventa años.

Como un Macondo sin gitanos

Condoto era entonces, en el Chocó y Colombia, una especie de San Francisco o Sacramento, California, durante la fiebre del oro de finales del siglo XIX en el legendario Viejo Oeste de los Estados Unidos. El cuantioso e incesante tránsito de forasteros y la imparable circulación de mercancías y dinero habían convertido en una pequeña urbe a esta remota aldea del centro de la selva sur del Chocó, donde se hincaba, con todo su ciclópeo peso, una de las pilastras en las que se fundaba el enclave minero gringo. Nacionales y extranjeros de toda clase de procedencias, lenguas, acentos y ciudadanías arribaban hasta estos parajes, atraídos por la descomunal riqueza de metales preciosos de los ríos San Juan, Condoto, Opogodó, y su red de tributarios y quebradas; a título independiente, como aventureros sin nada que perder y todo por ganar, o en calidad de comerciantes de cuanta cosa fuera posible vender y comprar, en medio de la barahúnda de una prosperidad que arropaba a todo el que llegaba, pero que no alcanzaba a cobijar a la gleba de esta tierra, que de sol a sol intentaba recoger con sus bateas las sobras de fortuna que dejaban las dragas de la compañía minera en las orillas y en las aguas, y en el suelo que los había visto nacer…

Condoto, 1930. FOTO: Misioneros Claretianos.

Condoto era, pues, una especie de Macondo sin gitanos, pero con una moderna fábrica de hielo. Los condoteños cada tanto se sentían perdidos en sus propias calles y aturdidos por aquella feria permanente y abigarrada. El platino de estas tierras ya era famoso en el mundo entero, aunque de los colosales réditos de su explotación a los pequeños campesinos y mineros de Condoto solamente les quedaban el cascajo, la jagua y el oropel, así como el reflejo inútil y pasajero de tanto esplendor en el aluminio impecable de las ollas, los peroles y los calderos, entre la penumbra de sus cocinas vacías, como los platos de su mesa y los bolsillos de sus pantalones. Ramón Mosquera Rivas, nacido en Istmina, quien llegaría a ser un político importante y un brillante intelectual, describía la situación en sus tiempos de estudiante de ingeniería en la Escuela de Minas, en Medellín: “La Chocó Pacífico […] ejerce la posesión de muchos kilómetros cuadrados de terreno, adquiridos, en gran parte, de una manera inescrupulosa”[3]. “La compañía se ha convertido en el centro de atracción y los pequeños mineros de las hoyas del San Juan y Condoto han sido absorbidos. Pesa hoy una situación precaria sobre los lavadores de metales, que a duras penas sacan los granos que les hacen vivir sin aspiraciones, pagando arrendamiento a la misma compañía y a unos pocos terratenientes que no invierten capital en montajes modernos, ni ceden fajas. Cada día aumentan las pretensiones de la empresa extranjera”[4].

Convivían en Condoto y en todo el San Juan la más oprobiosa pobreza y la más colosal riqueza, el hambre campesina y la voracidad forastera. En estas condiciones, claro está, tenía total cabida el azar, tanto para la pobrería, consciente de que al comprar loterías estaba poniendo en las manos del albur los escasos centavos que podrían servirles para procurarse una comida; como para los trotamundos, mercachifles y vividores, a quienes un centavo más o uno menos poco les importaba; y para los empleados interioranos de la gran empresa minera, para quienes el azar de la lotería era una diversión más con qué alegrar sus vidas en estas lejanías.

El Plan de premios de la Lotería

En ese momento, la mayoría de las loterías del país emitían 10.000 billetes por sorteo, divididos en fracciones desde cuatro hasta diez décimos, con un valor que oscilaba entre $ 1,5 y $ 2. Para el caso regional, ABC propuso alcances un poco más modestos y apropiados, y al respecto anotó: “no creemos que el Chocó esté en capacidad de acometer una empresa de esa magnitud, pero no es aventurado estimar que se puede pensar en una lotería de sorteos con premio mayor de mil pesos, y con emisión solo de 5.000 billetes, para vender al precio de $ 0,5 y divididos en fracciones de quintos”[5]; cada quinto a $ 0,10, un precio que se consideraba de fácil acceso para el promedio de la población.

“Una cantidad mayor de cinco mil billetes podrá emitirse cuando ya la Lotería esté acreditada, y en el acuerdo sobre el particular debe estipularse que la Intendencia queda facultada para elevar el número de billetes, elevar los precios y aumentar proporcionalmente los premios, así como también, en previsión, debe dejarse la facultad para disminuir valor de billetes y valor de premios”[6]; explicaba la propuesta publicada por el periódico ABC, que incluyó también las cuentas de todos los aspectos involucrados en la puesta en marcha de la Lotería de Caridad y Ornato del Chocó, y las presentó como las transcribimos a continuación.

Cálculos del periódico ABC, de Quibdó, sobre la puesta en marcha de una Lotería de Caridad y Ornato del Chocó. Septiembre de 1934.

 

500 billetes a $ 0.5: $ 2.500

64% para premios: $ 1.600

14% para Caridad y Ornato: $ 350

22% para gastos de administración, que comprenden porcentaje a las agencias y vendedores, propaganda y timbre de billetes: $ 550

 

Los $ 1.600 de premios se distribuirán así:

 

Un premio mayor de $ 1.000

Aproximaciones anterior y posterior a $ 15 ------------------- $ 30

450 premios o reintegros de la última cifra a $ 0,5 ------------------- $ 225

45 premios para las últimas dos cifras a $ 2 ------------------- $ 90

4 premios para las últimas tres cifras ------------------- $ 80

1er. premio seco: $ 100

2° premio seco: $ 50

3er. premio seco: $ 25

 

Para un Total de 505 premios, por valor de $ 1.600

 

Queda ahora por distribuir la suma de $ 550, que equivalen al 22% para administración, gastos de local, emisión de billetes, e imprevistos; de la siguiente manera:

 

10% para los vendedores de los billetes: 10% de 500 billetes = $250

Saldo definitivo para timbres, local, etc.: $ 300

Del orgullo de un pueblo a la vergonzante ruina

Entre vueltas y vaivenes, el proceso de creación de la Lotería del Chocó fue asunto que ocupó a una decena de sucesores de Adán Arriaga Andrade, quien de Intendente Nacional del Chocó pasaría a convertirse en brillante y nacionalmente admirado ministro de Estado. Gerardo García Gómez, Sofonías Yacup, Antonio Asprilla, Delfino Díaz Ruiz, César Arriaga, Emilio Meluk, Ramón Jaramillo, Dionisio Echeverry Ferrer, Luis Francisco Serrano y Alfonso Meluk -cada uno en su momento y según sus posibilidades- aportaron al impulso de aquella iniciativa que se convertiría en orgullo regional, dadas sus inmensas contribuciones a la seguridad y asistencia social, a la educación, a la salud y al progreso material de Quibdó y del Chocó.

Hace poco más de una década, un cronista chocoano narraba el momento de creación de la Lotería del Chocó en un periódico regional: “Discurría la década del Cuarenta. El Chocó era solo Intendencia, cuando el Ministerio de Salud autorizó la creación de la Lotería del Chocó… Por carecer entonces la Intendencia del montaje administrativo para manejar esta nueva fuente de recursos para la salud de los chocoanos, el Ministerio de Salud entregó su administración a la empresa CODILOL (Compañía Distribuidora de Loterías Ltda.), propiedad de Luis Osorio Castillo, entidad que manejaba otras loterías de los Territorios Nacionales”[7].

El manejo honrado de los recursos proveídos por la Lotería del Chocó, según lo rememoraba aquel cronista, permitiría años después la construcción de tres edificios que marcaron un hito en el desarrollo de la infraestructura urbana de Quibdó. “CODILOL remesaba mensualmente a la Beneficencia los sobrantes de la venta de la Lotería, luego de descontar los costos de la impresión de los billetes, la venta y su comisión como administrador. De qué volumen eran esas remesas, no tengo noticias. Lo que sí me consta, y al pueblo de Quibdó también, es que en esa década la Beneficencia del Chocó tenía entonces como Síndico a Fausto Abuchar. Con esos recursos y posiblemente con ayuda de créditos bancarios, construyeron, para orgullo de este pueblo, el edificio Ocho Pisos, en la esquina de la carrera tercera con calle 24 y el edificio de Cuatro Pisos que queda en la calle 31 con carrera quinta[8].

El arquitecto chocoano Camilo Mayo Caicedo (izquierda) presentó, en 1958, entre otros, sus proyectos arquitectónicos del Ocho Pisos y el Hotel de Turismo Citará, al Gobernador del Chocó Miguel Ángel Arcos (centro, con uniforme de la Armada). En la reunión estuvo presente el Vicario Apostólico de Quibdó, Pedro Grau Arola. FOTO: Reproducción tomada de "Universidad Nacional de Colombia 150 años", 2017. González Escobar, Luis Fernando. Camilo Mayo Caicedo, el primer arquitecto "negro" de Colombia.

Miguel Ángel Arcos, quibdoseño, Médico y Capitán de Corbeta de la Armada Nacional, sería finalmente quien -como gobernador del Chocó durante la dictadura de Rojas Pinilla- impulsaría la construcción del “8 Pisos” y los dos “5 Pisos”, el de la carrera 2ª y el de la calle 31, donde por tantos años funcionaron las oficinas de salud pública del Chocó. Camilo Mayo Caicedo, primer arquitecto negro graduado en Colombia, es el autor del proyecto arquitectónico del Ocho Pisos, con la colaboración del también chocoano y arquitecto René Orozco Echeverry. Su construcción, que fue ejecutada por la firma Moggio Ltda., domiciliada en Bogotá, contó también con la participación de los ingenieros civiles chocoanos Luis Mosquera Garcés -hermano de Manuel, el prominente parlamentario e intelectual de trayectoria nacional- y Zenón Ferrer Meluk.

El 8 Pisos, 2013.
Foto: El Cibereco virtual.

Memorioso y sincero con la pluma, hace ya casi 20 años, en su Columna de Mena Mena, Alfredo Cújar Garcés lamentaba la patética decadencia de la Beneficencia y la Lotería del Chocó: “Hubo un día, en épocas menos recientes, que Quibdó tuvo una empresa de licores, con sus obreros bien y cumplidamente pagos. Una Beneficencia del Chocó, con su Lotería, que construyó edificios (los tres más grandes del departamento). Ayudaba auxiliando a los pobres, becaba a los estudiantes de medicina y paramédicos. Trataba a los enfermos mentales en centros asistenciales del interior del país especializados y tantas otras cosas de alivio a la comunidad. Hoy su lotería tambalea y "El Ocho pisos" –símbolo otrora del progreso arquitectónico de Quibdó–, es una vergonzante ruina[9].

¿…el día llegará de tu redención…?

Quizá pudiéramos -como región- reencontrar el camino que en mala hora perdimos. Para ello, deberíamos ganarnos el premio mayor del primer sorteo de una nueva versión de la Lotería del Chocó, y que este premio fuera el regreso de la honradez y la sensatez, de la decencia y la eficiencia, a la administración pública en la región. Para ello, quizás, necesitaríamos comprarle el billete de lotería a Uldarico, aquel lotero ciego y dicharachero que de la mano guía de su hija recorría Quibdó entero por allá en la década de los años setenta, con su bastón artesanal y sus gafas oscuras, con su denuedo y su paraguas negro, y con su sombrerito Panamá.


[1] Se ordena la liquidación de tres loterías por deudas al sistema de salud. Caracol Radio. 30/11/2006. En: https://caracol.com.co/radio/2006/11/30/economia/1164887100_363146.html (Consultado: 05.08.2023).

[2] ABC, Quibdó. 19 de septiembre de 1934. Edición N° 2885.

[3] Mosquera Rivas, Ramón (2013). El Istmo de San Pablo. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 141 pp. Pág. 7

[4] Ibidem. Pág. 49.

[5] ABC, Quibdó. 19 de septiembre de 1934. Edición N° 2885.

[6] Ibidem.

[7] http://www.choco7dias.com/945/ELOCHO.html (Consultado en febrero de 2019. Actualmente, el archivo no existe en la web).

[8] Ídem. Ibidem. http://www.choco7dias.com/945/ELOCHO.html (Consultado en febrero de 2019. Actualmente, el archivo no existe en la web).

[9] Chocó 7 días. Edición N° 426. Noviembre 7 al 13 de 2003. La Columna de Mena Mena (Alfredo Cújar Garcés). ¿El triste espectáculo de la desinstitucionalización del Chocó? De ello hemos sido los quibdoseños cómplices necesarios.

http://www.angelfire.com/co/scipion/choco7dias/426/mena_mena.htm (Consultado: febrero de 2019 y 06.08.2023).

1 comentario:

  1. Mil gracias por tan oportuno texto, sin embargo tengo entendido que el fundador de la lotería del Chocó fue don Vicente Barrios Ferrer. Agradezco ilustración sobre el tema. Amílcar Cuesta Torres.

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