Recordando el 5° EPA
Obispos y dignatarios de curias, episcopados y departamentos de pastoral, sacerdotes diocesanos y misioneros, religiosos y religiosas, agentes de pastoral, seglares, laicos, maestras y maestros, profesionales al servicio de distintos sectores eclesiales y de organizaciones comunitarias de base, y gente común y corriente sin otro título que su identidad o su firme comprometimiento con esta causa, allí estuvimos. Durante cinco días, reflexionamos y dialogamos -cada quien desde su experiencia y su procedencia- sobre el camino que podría conducirnos Hacia un proyecto afroamericano de educación liberadora, que fue el tema definido para el 5° EPA; un tema en cuya enunciación -a propósito y con toda la intención histórica del mundo- los organizadores del encuentro habíamos decidido juntar las dimensiones étnica y política, religiosa y social, no formal y formal, de la educación.[1]
«Afroamérica llegó a Quibdó, un rincón de esta patria grande y negra donde la vida lucha cada día contra las amenazas de la muerte, teniendo como guía al Señor de la Historia, presente desde siempre en la Cultura de nuestro pueblo. A la cita del Quinto Encuentro de Pastoral Afroamericana (5º EPA) concurrieron los hermanos de Brasil, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Venezuela y Colombia. Y la Diócesis de Quibdó, como sede y responsable de la Coordinación del Encuentro, los acogió a todos, con alegría y fraternidad, en espíritu de servicio y en fidelidad al Dios de la Vida, nuestro Padre». Así comenzaba la presentación del documento de Memoria y Conclusiones del 5° EPA.[2]
A los alcances, contenidos y desarrollo específico de la temática del 5° EPA, nos referiremos en detalle en próximas ediciones de El Guarengue. Por ahora, en esta primera entrega sobre la espléndida memoria de tan nutrido y sustancioso encuentro -y a propósito de la conmemoración de la afrocolombianidad en este mes de mayo- evocamos la noche inaugural de tan histórico evento, gran parte de cuya sustancia fue recogida en el documento de Memoria y Conclusiones, publicado por la Diócesis de Quibdó en septiembre de 1991, tres meses después de realizado el Encuentro. Dichas conclusiones conservan asombrosa vigencia como aporte a los debates y procesos que sobre educación popular y etnoeducación se han adelantado en diversos escenarios desde aquel entonces, cuando vivíamos una especie de momento fundacional efervescente de las luchas por la inclusión del reconocimiento étnico afroamericano en las constituciones y legislaciones de los países del continente. Estas luchas empezarían a fructificar en el proceso constituyente que condujo a la promulgación de la nueva Constitución Política de Colombia, el 4 de julio de 1991, menos de una semana después de finalizado el 5° EPA, cuya concurrencia alcanzó a enviar a la Asamblea Nacional Constituyente un mensaje similar al Telegrama Negro, exigiendo el reconocimiento étnico del pueblo negro de Colombia en la nueva Constitución. Su texto era el siguiente:
Al Señor Presidente de la República de Colombia, a los Señores Presidentes y miembros de la Asamblea Nacional Constituyente de Colombia, a los medios de comunicación y a la opinión pública.
Los 220 participantes en el 5° Encuentro de Pastoral Afroamericana (5°EPA), reunidos en Quibdó-Chocó del 23 al 28 de junio del año en curso, provenientes de las diferentes regiones afroamericanas de Colombia: Nariño, Cauca, Valle, Chocó, Costa Atlántica y del Caribe, respaldados por los hermanos afroamericanos de Costa Rica, Panamá, Brasil, Ecuador y Venezuela, declaramos que: 1. Los afroamericanos nos reconocemos como grupo étnico. 2. Pedimos a la Asamblea Nacional Constituyente que el articulado definitivo sobre territorios étnicos se defina como "TERRITORIOS INDÍGENAS Y AFROAMERICANOS". 3. Lo que solicitamos no es un favor, ni una limosna, sino un acto de justicia histórica en beneficio de los 3.5 millones de afroamericanos desconocidos legalmente y marginados durante 470 años.
La Casa de la Cultura Jorge Isaacs, de Quibdó, era entonces tan nueva que los quibdoseños ni siquiera teníamos claro que sus instalaciones contaban con ese tremendo auditorio en el que llevamos a cabo la inauguración del 5° EPA, aquella noche del domingo 23 de junio de 1991, con lleno total y desde las 7 p.m. El Presbítero Manuel Napoleón García Anaya, uno de los primeros curas negros del moderno clero diocesano de Quibdó; y la siempre conocida y recordada profesora de múltiples generaciones de estudiantes del IFI, Luz Estela Moreno Moreno, fueron maestro y maestra de ceremonias, de aquella inolvidable y conmovedora velada, que incluyó, cómo no, música, danza y poesía, rituales y oraciones, como primeras reflexiones.
Y la reflexión, esa misma noche, comenzó. Con unas palabras bastante dicientes, novedosas en la boca de un obispo -el de Quibdó-. Y con unas rimas consonantes, al mejor estilo de la copla vernácula del pueblo negro de todo el continente, en la voz siempre sonora, recia y genuina del Poeta del Pueblo, Isnel Alecio Mosquera Rentería. A esas palabras episcopales, sencillas y profundas como su autor; y a esa poesía sencilla, elemental, de cuartetos inmejorables, del inagotable caudal creativo de este afrosanjuaneño juglar; está dedicada esta edición de El Guarengue. ¡Bienvenidos/as a esta memoria de vida!
Julio César U. H.
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Bienvenida a
los participantes en el 5° EPA
-5°Encuentro de Pastoral
Afroamericana-
Monseñor Jorge
Iván Castaño Rubio,
Obispo de
la Diócesis de Quibdó
Casa de la Cultura Jorge Isaacs
Quibdó-Chocó, 23 de junio de 1991
Reciban, todos ustedes que nos honran con su presencia, los saludos más cordiales y el abrazo fraterno de la Diócesis Misionera de Quibdó. Con esta ceremonia de familia, llena de alegría, cariño y esperanza, pretendemos inaugurar el Quinto Encuentro de Pastoral Afroamericana. Al decir «el quinto encuentro», estamos afirmando que él es un paso más en un largo caminar de casi 10 años, buscando respuestas a un sinnúmero de inquietudes pastorales referentes al pueblo negro que peregrina con todos los demás hombres en esta patria grande que llamamos América Latina.
Al referirnos al pueblo negro, en esta noche memorable, queremos hacerlo con un profundo respeto, pues, en el fondo de todos los planteamientos que se pueden hacer sobre él, está nuestra certeza de fe inconmovible de que el corazón de un pueblo es sagrado, como sagrados son y serán su identidad cultural, su patrimonio histórico y sus tradiciones religiosas.
Y cuando tratamos de evocar las razones por las cuales en este nuevo mundo, multiétnico y pluricultural, se hizo presente el pueblo negro, la terrible odisea de su viaje del África hasta este continente, la violencia inconmensurable padecida a causa de la esclavitud, la explotación y la muerte en todas sus formas; a uno sólo le queda el camino de compartir el dolor por lo ya sufrido, y la esperanza de que se puede crear, de verdad, un mundo nuevo para los pueblos afroamericanos, que tienen derecho a soñarlo, a construirlo y a vivirlo.
Ningún pueblo podrá ser entendido, y menos el pueblo negro de América Latina, si no nos acercamos con respeto profundo a los temas centrales que han conformado su vida y han dejado en la historia las huellas inconfundibles de sus logros y de sus fracasos, del dolor y muerte padecida, como también de la dignidad y grandeza humana rescatadas. Nuestro interés por todo lo que fue, es y será el pueblo negro en América Latina es vital, no superficial o simplemente folclórico.
En este punto, queremos hacer nuestros los versos de Jorge Artel, quien criticaba, con razón, a los que consideran las cosas referentes a los negros como curiosidades que se venden o se exponen a viajeros de otros mundos. Estas son las palabras del poeta:
Negro soy desde hace
muchos siglos.
Poeta de mi raza,
heredé su dolor.
Y la emoción que digo
ha de ser pura
en el bronco son del
grito
y el monorrítmico
tambor.
El hondo, estremecido
acento
en que trisca la voz
de los ancestros,
es mi voz.
La angustia humana
que exalto
no es decorativa joya
para turistas.
¡Yo no canto un dolor
de exportación!
En el trabajo que vamos a emprender en el día de mañana, y que va a durar toda la semana, vamos a escuchar la voz, sí, la voz del pueblo negro del Brasil, del Ecuador, de Panamá, de Costa Rica y Venezuela, de los que vienen de toda la inmensa y bella Costa Pacífica Colombiana, y también de Cartagena, en la Costa Atlántica.
Para nosotros esta voz es sagrada, porque es como el eco de muchas otras voces, la que se oyó en el gemir de las galeras, o la que resonó en el ámbito libre de los palenques, el grito de los cimarrones en Colombia, o el de los Quilombos en el Brasil... Esta voz llega viva y fuerte hasta nosotros, pero esta vez más grávida de esperanza. Sin ella, no se podría dar un paso seguro en la vida y en la historia.
Candelario Obeso, poeta negro de Mompox (Colombia), en su Canción del Boga Ausente, resumía a su manera, la historia de nuestros negros, historia como la noche, sin luz, pero soñando amaneceres. El Boga que impulsa su barca, aunque no sepa hacia dónde va, que no se queda inmóvil, que se mueve hacia adelante, aunque tal vez no llegue personalmente al puerto anhelado. Estas son sus palabras:
«Que triste que está
la noche,
la noche qué triste
está;
no hay en el cielo
una estrella,
Remá, remá».
Pero hoy, si este personaje estuviera entre nosotros cantaría, no me queda la menor duda, así: «Qué alegre que está la noche, la noche qué alegre está» ...Sencillamente porque vería aquí a los representantes de un pueblo que rema en el río de la vida, decidido a construir una historia distinta a la vivida en el pasado, y a fortalecer la identidad cultural dentro de las diversas nacionalidades en que se encuentran insertas. Este es un compromiso de vida o de muerte, pues, cuando un pueblo pierde las raíces profundas de su cultura, ha perdido su identidad, ha perdido su rostro, y por consiguiente la razón de ser en el concierto de los demás pueblos y naciones.
Queridos participantes: ¡sean bienvenidos a esta noche, a
esta noche alegre, y acompáñennos a remar, río arriba, cantando la esperanza
liberadora de un pueblo, el pueblo afroamericano!
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Misa de apertura del 5° EPA, en la Catedral San Francisco de Asís, de Quibdó.
24 de junio de 1991. Fotos: Archivo El Guarengue.
Nuestro pueblo
les saluda
Isnel
Alecio Mosquera Rentería
-El Poeta
del Pueblo-
Misa de apertura del 5° EPA, en la Catedral San Francisco de Asís, de Quibdó. 24 de junio de 1991. Fotos: Archivo El Guarengue. |
Quibdó,
Chocó, 23 de junio de 1991.
Casa de la
Cultura Jorge Isaacs
En Quibdó la capital
del territorio chocoano
se realiza el 5º EPA
de los Afroamericanos.
En nombre de nuestro pueblo
le digo a los delegados
hermanos son bienvenidos
a este Chocó marginado.
Cristianos comprometidos
a todos quiero pedir
recibamos con aplausos
a Costa Rica y Brasil.
Liberemos la alegría
y nuestro humano calor
que se escuchen esas palmas
por Panamá y Ecuador.
Hermanos en Jesucristo
reunidos en hora buena
hagamos tronar las manos
por Bogotá y Cartagena
Pa’ que el entusiasmo inunde
a la tierra y las alturas
también quiero que se escuche
por Guapi y Buenaventura.
Creo, no estamos cansados
pues somos cristianos guapos
demostrémoslo aplaudiendo
por Medellín y Tumaco.
Dos regiones importantes
del Chocó presente están
démosle sus palmos fuertes
al Atrato y al San Juan.
Estarán en las sesiones
pues no son particulares
esas organizaciones
o los Grupos Populares.
Bueno, también les decimos
que nos place saludarles
a los que están con nosotros
invitados especiales.
Seguro estoy que este evento
me lo dice la conciencia
redundará en buenos frutos
pa' nuestros pueblos e iglesias
Reunidos en el EPA
pueblos y hombres hermanos
discutamos los problemas
de los Afroamericanos.
Pues fieles a Jesucristo
que murió por la verdad
no concebimos la Iglesia
de espalda a la realidad.Esa realidad tan cruda
impuesta históricamente
que vivimos como etnia
a través del Continente.
Marginación y saqueo
nuestra cultura negada
es común en estas tierras
por nosotros habitadas.
Lo sabemos los chocoanos
y creo que a estas alturas
no se discute en Tumaco
Guapi ni Buenaventura.
Como pueblos del Pacífico
habitados por los negros
sólo ven nuestros recursos
los centralistas gobiernos.
Y es que aquí no para el cuento
nuestro mar y nuestro suelo
son por ellos entregados
a consorcios extranjeros.
Y esto yo se los digo
sin palabras de escritorio
defendamos la cultura
educación, territorio.
Somos muy discriminados
pa’ saber no es necesario
ser un doctor antropólogo
o profe universitario.
No creo que sea racismo
pedir igualdad de derechos
pues eso es lo que exigimos
como etnia y como pueblo.
Aquí no existe racismo
defendemos un derecho
también somos solidarios
con blancos e indios del pueblo.
Mis gentes tengan cuidado
el infierno tiene celos
un gran amigo del diablo
hoy quiere tentar al pueblo.
Adelante pues cristianos
nos asiste la razón
porque haya un futuro justo
un presente con tesón.
[1] El equipo de Coordinación General del 5° EPA estuvo integrado por Monseñor Jorge Iván Castaño Rubio (Obispo de la Diócesis de Quibdó), Pbro. Jesús María Urán Gallo (Vicario General de la Diócesis), Pbro. Manuel Napoleón García Anaya (Coordinador de Pastoral Afroamericana), Pbro. Jaime Salazar González CMF (Coordinador de Pastoral Social), Profesora Luz Estela Moreno Moreno (Pastoral Urbana) y Julio César Uribe Hermocillo (Coordinador de Comunicación Social de la Diócesis), quien estuvo a cargo de la Coordinación Temática del Encuentro y fue responsable de la compilación y edición final del documento de Memoria y Conclusiones.
[2]
Diócesis de Quibdó. 5° EPA. Quinto Encuentro de Pastoral Afroamericana. Hacia
un proyecto afroamericano de educación liberadora. Memoria y Conclusiones. Gráficas
La Aurora. Quibdó-Chocó. Septiembre de 1991. 128 pp. Pág. 3.
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