lunes, 8 de mayo de 2023

★Imágenes de Quibdó incluidas en el informe final del Censo de 1912 y portada de dicho informe. Foto 1: Universo Centro N° 88-julio 2017. Fotos 2, 3 y 4: reproducciones de El Guarengue.

Quibdó, Chocó. Marzo de 1912. Cuando se llevó a cabo en Colombia el Censo General del año 1912, la mayor parte de los integrantes del grupo que posteriormente sería conocido como la Generación Chocoanista eran apenas unos niños; así que -seguramente- fueron empadronados en sus poblaciones de origen: Quibdó, Neguá, Tadó, Istmina, Lloró. Jorge Valencia Lozano, uno de los más ilustres y provechosos gobernantes que ha tenido el Chocó, contaba 22 años; y su hermano Reinaldo, quien al año siguiente fundaría el periódico ABC, de Quibdó, en el que se documentó durante más de tres décadas la historia local y regional, tenía 17 años, los mismos que Sergio Abadía Arango, gestor de la Geografía Económica del Chocó en su periodo como Contralor General de la República. Eliseo Arango, Osías Lozano Quintana, Ricardo Echeverry Ferrer y Dionisio Echeverry Ferrer, miembros también de aquella generación resplandeciente que situó al Chocó en el escenario social, político e intelectual de Colombia, se hallaban entre los 11 y 12 años de edad. Alfonso Meluk Salge, una de las mentes más brillantes del proceso de departamentalización de la Intendencia Nacional del Chocó, era un niño de 9 años. Ramón Mosquera Rivas, uno de los intelectuales más lúcidos y disciplinados en el estudio de la problemática del Chocó, aún no cumplía 7 años; mientras que Diego Luis Córdoba, Manuel Mosquera Garcés y Adán Arriaga Andrade, una tripleta de verdaderas celebridades, cuya fulgurante carrera dejará una estela sin precedentes en la política y en el servicio público nacional, eran unos niños de apenas 5 años, que ni a la escuela primaria habían ingresado. Gabriel Meluk Aluma, uno de los ideólogos del Movimiento de Acción Chocoana, y quien llegó al Senado como suplente de Diego Luis Córdoba, no había cumplido 4 años de vida. Demetrio Valdés Ortiz, dos veces gobernador del Chocó, ingeniero civil y de minas pionero de la carretera Quibdó-Bolívar y de la llamada Vía al Mar, era un niño de 3 años. Daniel Valois Arce, destacado intelectual y político conservador, prolífico autor de magníficos libros, entre ellos uno sobre el canal interoceánico Atrato-Truandó, jurista eminente y director de la Biblioteca Nacional de Colombia, apenas iba a cumplir 2 años. Primo Guerrero Córdoba, ejemplar periodista y pensador liberal, intelectual de avanzada y defensor del Chocó ante el intento de Rojas Pinilla de repartirlo entre sus voraces vecinos, apenas empezaba a dar sus primeros pasos: tenía un año de nacido. Ramon Lozano Garcés y Aureliano Perea Aluma aún no habían nacido: Lozano lo haría al año siguiente; Perea Aluma, tres años después.

Según los datos del “Censo General de la República de Colombia levantado el 5 de marzo de 1912”[1], la entonces Intendencia Nacional del Chocó tenía 68.127 habitantes; a los cuales, si se quisiera obtener el total que tendría el mismo territorio que hoy ocupa el departamento, habría que sumarle la población de las comisarías de Juradó y Urabá, de existencia transitoria[2], y cuyos datos de población -dada su vigencia administrativa- se registraron por separado en el censo. Para la Comisaría de Juradó se registró una población de 8.207 habitantes. Para la Comisaría de Urabá, 6.476 habitantes.[3]

La Comisaría de Juradó comprendía las poblaciones de Pizarro, con sus corregimientos: Cuevita, Arusí y Nuquí; y Litoral, con los corregimientos de Gella[4], Nabugá y Juradó[5]. La Comisaría de Urabá comprendía las poblaciones de Acandí (su capital) y los corregimientos de Titumate, Turbo y Nicochí (SIC), que en conjunto registraron en el censo una población de 1.476 habitantes; a los cuales se sumaron “5.000 salvajes”. De modo que, redondeando, podría decirse -si uno incluye únicamente a Titumate y Acandí, y deja por fuera para el caso de Urabá el dato de los llamados "salvajes"- que el Chocó en conjunto vendría a tener unos 77.000 habitantes, aproximadamente. Pero, claro, este dato no es válido en sentido estricto. 

El total de la población de Colombia reportado por este censo de 1912 fue 5.472.604 habitantes. La población de la Intendencia Nacional del Chocó, como se dijo antes, era de 68.127 habitantes. Según los datos, en la población de la Intendencia Nacional del Chocó había 3.657 mujeres más que hombres y en Quibdó, 624. El Chocó, en total, registró 27.235 hombres y 30.892 mujeres, para un total de 58.127, a los que se sumaron “10.000 irreductibles”, que es la otra manera -además de salvajes- como llama el censo a los pueblos indígenas, de los cuales no solamente no se hizo distinción por la variable sexo ni se incluyó información sobre ningún ítem; sino que todo se redujo a incluir el cálculo aproximativo de población que hicieron las autoridades religiosas católicas, quienes calcularon la población aborigen a petición del propio gobierno.

Total de la población de la Intendencia Nacional del Chocó
y su distribución entre hombres y mujeres, según el Censo de 1912.

El informe del Censo de 1912 incluye una serie de cuadros generales, cada uno de los cuales contiene información sobre el año de fundación de cada población registrada, su distancia -en miriámetros y kilómetros- a la capital de la república, su altura en metros sobre el nivel medio del mar, su temperatura media, su latitud norte y su longitud del meridiano de Bogotá. Después de estos, ahora sí, el cuadro incluye los datos de población, discriminados en hombres y mujeres. De acuerdo con dichos datos, en marzo de 1912, Quibdó tiene un total de 15.756 habitantes, distribuidos en 7.566 hombres y 8.190 mujeres. Istmina, con 11.093 habitantes (5.366 hombres y 5.727 mujeres) es el siguiente municipio del Chocó con mayor cantidad de población.

Ordenados por mayor cantidad de población, los demás municipios del Chocó de entonces aparecen en el censo del año 1912 con los siguientes datos de población: Baudó, 6.961 habitantes (3.470 hombres, 3.491 mujeres); Nóvita, 6.078 habitantes (2.854 hombres, 3.224 mujeres); Tadó, 4.754 habitantes (2.309 hombres, 2445 mujeres); Condoto, 3.556 habitantes (1.755 hombres, 1.801 mujeres); Bagadó, 2.632 habitantes (1.300 hombres, 1.332 mujeres); El Carmen, 2.315 habitantes (528 hombres, 1.787 mujeres;  Pueblo Rico, 2.119 habitantes (1.071 hombres, 1.048 mujeres); Neguá, 1.925 habitantes (530 hombres, 1.395 mujeres); y Riosucio, 938 habitantes (486 hombres, 452 mujeres). El Carmen, Neguá y Nóvita sobresalen por la significativa diferencia entre el número de mujeres y el de hombres; y Pueblo Rico por ser el único municipio en donde hay más hombres que mujeres.

En sucesivos decretos, se fijó como día para la realización del censo de 1912 el 3 de febrero y el 15 de febrero. Finalmente, otro decreto determinó que se efectuase el 5 de marzo: “Con la voluntad de seguir las normas internacionales, en la medida de lo posible, se llevó a cabo por primera vez el censo en un mismo día con la población inmovilizada en casa”[6]. Su coordinación general estaba a cargo de una junta nacional o central y en cada uno de los departamentos, intendencias y comisarías -conforme a lo dispuesto en los decretos que reglamentaron el censo, cuyos textos están incluidos todos en el informe final- debían conformarse juntas similares, de carácter local o territorial, con el apoyo de gobernadores, intendentes, alcaldes y autoridades eclesiásticas. La Junta seccional del censo nacional en Quibdó estuvo integrada por Francisco A. Nanclares, como presidente; como vocales, Gonzalo Zúñiga Ángel y Manuel María Lozano; y Clodomiro Moreno como secretario.

Cincuenta mil pesos se destinaron para el censo en todo el país, los cuales se distribuyeron de la siguiente manera: Antioquia, 7.000; Atlántico, 1.280; Bolívar, 2.320; Boyacá, 6.000; Caldas, 2.500; Cauca, 2.400; Cundinamarca, 7.250; Huila, 2.000; Magdalena, 2.350; Nariño, 2.800; Santander, 4.000; Norte de Santander, 1.900; Tolima, 3.000; Valle, 2.000; Meta, 200; Chocó, 1.000. “Las Comisarías y Territorios distantes se adscribieron a los Departamentos más inmediatos”[7] o a las intendencias. Así, las comisarías de Juradó y Urabá quedaron a cargo de la Intendencia Nacional del Chocó. A cargo de la Intendencia Nacional del Meta quedaron las comisarías del Vaupés y Arauca. “Las Comisarías del Caquetá y La Goajira se adscriben a los Departamentos de Huila y Magdalena, respectivamente; y el Territorio del Putumayo, al Departamento de Nariño”[8].

“Las preguntas del censo estaban destinadas a cuantificar el número de hombres de cierta edad, propietarios, que sabían leer y escribir, es decir, la población con derecho al voto. Las preguntas sobre la raza y la religión pertenecen al modelo hispánico que todavía perduraba en el país. Además, las restricciones introducidas por la élite al derecho al voto eliminaban gran parte de la población masculina (indígenas, negros y mestizos). De esta manera, las ideas de ciudadanía estaban asociadas a ideales de blancura”[9].

La inclusión de variables para cuantificar leprosos en los lazaretos, ciegos y lo que en la época se denominaba “pobres de solemnidad” no constituyó una preocupación por la salud pública y el estado socioeconómico de la población. Realmente, se trataba de cuantificar “la población inepta (ciegos) o apta (los pobres) para prestar servicio militar”[10]En el mismo sentido, clasificar a los afrodescendientes como negros y a los indígenas como salvajes e irreductibles era la manera práctica de cuantificar su presencia y su ubicación en aquellos territorios que, como el Chocó, a juicio de algunos sectores políticos e intelectuales, requerían de inmigrantes “blancos” para garantizar su progreso e impulsar su desarrollo, y necesitaban la presencia salvífica de las misiones católicas para asegurar su vinculación a la naciente nación, a través de su adoctrinamiento religioso, cívico y político; en el marco del Tratado de Misiones suscrito al abrigo del Concordato de 1887 entre la República de Colombia y la Santa Sede. “En cuanto a los indígenas, la oposición etnocéntrica “civilizado” / “salvaje” fue crucial en este censo. La población aborigen se estimó —no es claro a partir de qué criterios— bajo las categorías “salvajes” e “irreductibles”. Por tanto, se trata de un tema que estuvo presente en las políticas del Estado colombiano y que continuó materializándose en este censo”[11]. Es claro que se les consideraba salvajes por no vivir conforme a los cánones de civilización establecidos como homogéneos y válidos para toda la población de Colombia; e irreductibles por resistirse -de diversos modos- a dicha homogenización forzosa.

El Censo General de la República de Colombia, de 1912, no contaba aún con los estándares admitidos en la Estadística de la época, aunque era un avance en relación con el de 1905. Sin embargo, por motivos ideológicos, religiosos y políticos, lo poco que de dichos estándares estaba presente en el censo sucumbió ante el sesgo de sectores dominantes en el poder nacional y regional. Un ejemplo bastante ilustrativo de esta situación es que, aunque los formularios originales incluían la búsqueda de información categorizada en variables económicas, educativas, de procedencia y estado civil, etc., tanto para hombres como para mujeres; los obstáculos metodológicos y operativos -complejidad de la información y tiempo disponible para recabarla- se convirtieron en motivos para que sectores de relevante influencia -como el de los políticos y gobernantes antioqueños- interfirieran hasta conseguir que los avances de este censo en relación con el anterior (1905) se diluyeran.

La Junta Nacional del Censo de 1912 registra así la situación enantes descrita: “La Junta Seccional de Medellín, a la vez que el Gobernador de Antioquia y luego muchas otras Juntas y Gobernadores, hicieron notar la imposibilidad de realizar el escrutinio de los cuadros de empadronamiento tal como acabamos de indicarlo, en tiempo menor de un año, con los pocos empleados de que las Juntas Seccionales disponían, y solicitaron el aumento de éstos en tanto mayor número cuanto menor fuera el tiempo destinado para realizar la obra”[12]. Y explica, en su informe del censo, lo que decidió al respecto: “esta Junta Central, previa la venia del Ministerio de Gobierno, dispuso: de una parte, reducir el trabajo, prescindiendo del escrutinio completo de las mujeres, excepto de las niñas de siete a catorce años que concurrieran o no a la escuela y supieran o no leer y escribir” (SIC)[13]. “…Por problemas de tiempo y de personal, el escrutinio completo de los datos de las mujeres no se realizó, dejando de lado, por ejemplo, su cuantificación por edad, así como su medición en edad de procrear. El interés general de este censo fue la enumeración específica de los ciudadanos, y no la cuantificación de toda la población”[14]. De ahí que resultaran prescindibles las mujeres, pues no ostentaban la categoría de ciudadanas.

De este modo, como lo explica el informe del censo en cada sección, los cuadros incluidos “manifiestan la edad, número de los que saben leer y escribir, concurrencia a la escuela, vacunados, estado civil, profesión, ocupación, etc., razas, nacionalidad, religión, trabajo y propietarios. Estos datos se refieren únicamente a los hombres[15]. Y según el artículo 18 del decreto número 813 de 1911 (2 de septiembre), sólo son obligatorias las siguientes declaraciones: Nombre y apellido, sexo, edad, estado civil, nacionalidad, lugar del nacimiento de los nacionales, residencia, parentesco con el jefe de la casa, religión, si sabe leer, si sabe escribir, raza, profesión, ocupación, oficio o renta, número de hijos, si es ciego o sordomudo y si está vacunado.[16] “El análisis de la documentación mostró que los censos de 1905, 1912 y 1918 buscaron cuantificar principalmente la población masculina con derecho al voto y apta para el servicio militar”[17].

Raza, nacionalidad, religión, trabajo y propiedad en la población de la Intendencia Nacional del Chocó. Censo General de 1912.
En relación con la variable racial aplicada en los formularios de empadronamiento, los datos del Censo General de la República de Colombia, de marzo de 1912, informan que en el Chocó de entonces habitaban 2.719 blancos, de los cuales 1.140 viven en El Carmen. Del total de 40.661 negros reportados para toda la intendencia, 12.754 viven en Quibdó, que es la ciudad con mayor población negra en la Provincia del Atrato y en todo el Chocó. Istmina, en la Provincia del San Juan, es la segunda ciudad con más población negra, con 7.883 personas. El Carmen (54), Acandí (900) y Pueblorrico (185) son las localidades con menor cantidad de población negra. Según el censo de 1912, la mayor cantidad de “indios” del Chocó se registra en Baudó (1.835), Y lo que el censo llama “mezclados”, se distribuye mayoritariamente en Istmina (1.812), Quibdó (1.077), Baudó (1.065). El censo registra 73 extranjeros en toda la Intendencia: 40 en Quibdó, 10 en Istmina y 13 en Condoto; los otros diez en Bagadó, Riosucio, El Carmen, Neguá y Tadó.

La sección dedicada al reporte de los datos del Chocó, en el informe del Censo de 1912, incluye un texto descriptivo de la región, en tono de panegírico sobre el carácter promisorio de estas selvas, sus inmensas riquezas minerales, forestales y agrícolas, la amplia disponibilidad de baldíos nacionales, su disponibilidad de costas en ambos mares, la navegabilidad de sus ríos y la posibilidad de construcción de un canal interoceánico. Este tipo de textos, usuales desde el siglo XIX para referirse al Chocó, casi siempre nos hablan de un territorio sin gente, del cual importan realmente su ubicación geográfica y sus riquezas. De hecho, así comienza el mencionado texto, de cinco párrafos, incluido en la página 419 del informe del censo: “Por su situación topográfica y grandes riquezas naturales, el Territorio del Chocó es uno de los de mayor porvenir en el desarrollo industrial de Colombia”.

Cuando los censos modernos -con fundamentos más científicos que ideológicos y más racionales que subjetivos- empezaron a tener lugar en Colombia y se fundó -hace 70 años, en octubre de 1953- un organismo exclusivamente dedicado a la producción y difusión de estadística oficial: el DANE; aquella constelación de próceres chocoanistas, que en el momento del censo de 1.912 vivían su infancia y su adolescencia, ya brillaba diáfana y rutilante en el firmamento intelectual y político de la nación.


[1] Censo General de la República de Colombia levantado el 5 de marzo de 1912, presentado al Congreso en sus sesiones ordinarias de 1912 por el Ministro de Gobierno, Doctor Pedro M. Carreño. Bogotá, Imprenta Nacional, 1912. 495 pp. Versión digital: Biblioteca Nacional de España. Obtenido de Biblioteca Digital Hispánica: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000104908&page=1

[2] Completa ilustración sobre la creación y vida administrativa de las comisarías de Juradó y Urabá se puede leer en el artículo de El Guarengue, del 18 de mayo de 2020, Una intendencia y dos comisarías: https://miguarengue.blogspot.com/2020/05/una-intendencia-y-dos-comisarias-entre.html

[3] Censo General de la República de Colombia levantado el 5 de marzo de 1912… Obra citada: pp. 50-52.

[4] Así con G (Gella) se registra esta localidad en los documentos de la época. Actualmente, es más frecuente hallarla escrita como Jella.

[5] Cuando se creó la Comisaría de Juradó, se designó a la población de Juradó como capital de la misma. Sin embargo, dadas las dificultades de acceso a esta localidad, se decidió que la capital fuera Pizarro, de modo transitorio. La comisaría se suprimió en julio de 1915, sin que la población de Juradó hubiera llegado a ser su capital.

[7] Censo General de la República de Colombia levantado el 5 de marzo de 1912… Obra citada: INTRODUCCIÓN.

[8] Ibidem. Pág. 9.

[9] Victoria Estrada Orrego, Universidad Nacional de Colombia. ¿Cuántos somos? Una historia de los censos civiles y de la organización estadística en Colombia en la primera mitad del siglo XX. Obra citada: pág. 144.

[10] Ídem, ibidem.

[11] Ibidem. Pág. 145.

[12] Censo General de la República de Colombia levantado el 5 de marzo de 1912… Obra citada: pág. 24.

[13] Ídem. Ibidem.

[14] Victoria Estrada Orrego, Universidad Nacional de Colombia. ¿Cuántos somos? Una historia de los censos civiles y de la organización estadística en Colombia en la primera mitad del siglo XX. Obra citada: pág. 145.

[15] Censo General de la República de Colombia levantado el 5 de marzo de 1912… Obra citada: pág. 95.

[16] Ministerio de Justicia y del Derecho. Sistema único de información normativa, SUIN-Juriscol. DECRETO 813 DE 1911 (septiembre 02).

[17] Victoria Estrada Orrego, Universidad Nacional de Colombia. ¿Cuántos somos? Una historia de los censos civiles y de la organización estadística en Colombia en la primera mitad del siglo XX. Obra citada: pág. 141.

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