lunes, 31 de octubre de 2022

 75 años de vida departamental

-Chocó político-administrativo. IGAC 2019-

El Chocó cumple setenta y cinco años, tres cuartos de siglo, de haber sido creado como departamento, mediante la Ley 13 del 3 de noviembre de 1947, firmada por Mariano Ospina Pérez como presidente de Colombia y Francisco de Paula Pérez, fundador del periódico El Colombiano, de Medellín, como ministro de Hacienda.

Cuarenta años antes, mediante el decreto Nº 1347, del 5 de noviembre de 1906, expedido por el presidente Rafael Reyes y que en su quincuagésimo primero y último artículo establecía su vigencia desde el 1º de enero de 1907; había sido creada la Intendencia Nacional del Chocó, mediante la reunión en una sola figura administrativa de las dos provincias coloniales de la región chocoana: San Juan y Atrato, con capitales en Istmina y Quibdó; las cuales eran hasta ese momento parte del Estado soberano del Cauca y, por consiguiente, administradas desde Popayán.

Durante las cuatro décadas de vida intendencial, el Chocó alcanzó del gobierno central en Bogotá la atención que hasta entonces no había recibido en toda su historia, debido a factores preponderantes como la importancia económica que cobraron las riquezas mineras, madereras, de fauna y flora, de sus pródigos bosques para los inversionistas extranjeros que en tropel ansioso llegaron hasta acá desde lugares del mundo tan remotos como Rusia, tan ávidos como los Estados Unidos, tan misteriosos como el Imperio Otomano. La importancia de la región creció sustancialmente debido también a los recelos y temores que aún estaban presentes por la pérdida de Panamá. Así que Colombia hizo todo lo posible por integrar, a la nacionalidad única que el conservatismo dominante promovía, esta lejana frontera, situada en medio de una selva que -desde la mirada andina- podía ser muy rica, pero era también inhóspita e ignota. Ello se tradujo en el establecimiento efectivo de la institucionalidad pública del país en la región, la construcción de obras civiles que pusieran a Quibdó y a Istmina a tono con el nuevo siglo, y que garantizaran su relación y comunicación permanente con la también distante Bogotá; al igual que el desarrollo de programas de fomento agrícola y programas de saneamiento y de salud pública, liderados por médicos especialistas en estos tópicos.

Entre todas las acciones adelantadas durante los cuarenta años de vida intendencial del Chocó, que precedieron el momento de la departamentalización; hay una que es probablemente la de mayor impacto y trascendencia en el futuro de la región: la creación y puesta en marcha de programas destinados a universalizar la educación básica y a facilitar el acceso a educación terciaria y superior del talento nativo de la región, incluyendo a las mujeres; con carácter y recursos públicos. Beneficiarios directos de estos programas, especialmente el programa de becas para educación superior en las mejores universidades públicas del país, son los integrantes de aquella generación que nació con el siglo XX y con la Intendencia del Chocó, una generación que posteriormente transformaría para siempre los destinos del Chocó, asumiría las riendas de su historia y lideraría la construcción y puesta en marcha de un proyecto sociopolítico regional de resonancia e impacto nacional, que encontró en la educación el pilar fundamental de su desarrollo y en la transformación de la intendencia en departamento el núcleo generador de acciones comunes en torno a la chocoanidad como identidad propia en lo social, en lo territorial y en lo racial. Algunos miembros de esta verdadera pléyade de chocoanos a carta cabal son: Jorge y Reinaldo Valencia Lozano, nacidos en 1890 y 1895; Sergio Abadía Arango, nacido en 1895; Eliseo Arango, Osías Lozano Quintana y Ricardo Echeverry Ferrer, nacidos en 1900; Dionisio Echeverry Ferrer, nacido en 1.901; Alfonso Meluk Salge, nacido en 1.903; Ramón Mosquera Rivas, nacido en 1905; Diego Luis Córdoba, Manuel Mosquera Garcés y Adán Arriaga Andrade, nacidos en 1907; Gabriel Meluk Aluma, nacido en 1.908; Demetrio Valdés Ortiz, nacido en 1909; Daniel Valois Arce, nacido en 1.910; Primo Guerrero Córdoba, nacido en 1.911; Ramon Lozano Garcés, nacido en 1913; Aureliano Perea Aluma, nacido en 1.915; entre otros prohombres, que no solamente se movilizarán para que el Chocó alcance la categoría departamental, sino también para impedir que al poco tiempo de ser creado fuera repartido por la dictadura de Rojas Pinilla entre sus vecinos antioqueños, vallunos y caldenses, que con ese fin brindaron su apoyo a la deleznable iniciativa gubernamental.

Ramón Lozano Garcés, Demetrio Valdés Ortiz,
Adán Arriaga Andrade, Próspero Ferrer, Diego Luis Córdoba,
Primo Guerrero y Aureliano Perea Aluma.
Quibdó, ca. 1960.
FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

El 1934, Adán Arriaga Andrade y Vicente Barrios Ferrer, Intendente Nacional y Director de Educación Pública de la Intendencia, transforman para siempre la educación en el Chocó. Mediante un Acuerdo del Consejo administrativo de la Intendencia, del 8 de marzo de ese año, se crean sendos colegios intendenciales para señoritas en Quibdó e Istmina; y se declara público el acceso a todos los establecimientos educativos existentes entonces en la región. Igualmente, por iniciativa de Arriaga y Barrios, accedieron a educación pedagógica profesional y moderna un grupo de hombres y mujeres del Chocó que se convertirían en artífices de la modernización y actualización de la oferta educativa regional. Viajaron a Bogotá, con ese fin y patrocinados por la Intendencia y el gobierno de López Pumarejo, María Dualiby Maluf, Judith Ferrer, Carmen Isabel Andrade, Eyda Castro Aluma y Margarita Ferrer Cuesta; así como un grupo de hombres que, como ellas, serían después notables educadores: Nicolás Rojas Mena, Marcos Maturana Chaverra, Ramiro Álvarez Cuesta, Saulo Sánchez Córdoba, Vicente Ferrer Serna y Nicolás Castro Aluma. Y a Popayán viajaron, con similares propósitos, Tulia Moya Guerrero, Edelmira Cañadas, Julia Sánchez, Clara Rosa Perea, Tita Quejada, Visitación Murillo, Teresa Campos, Digna Asprilla y Josefina Rodríguez.[1]

De este modo, cuando el Chocó es erigido departamento, sus condiciones económicas e institucionales son suficientemente halagüeñas, aunque prevalezcan condiciones de desigualdad y exclusión de grandes masas campesinas, rurales, semiurbanas, de población negra, y los pueblos indígenas sean aún tenidos como simples objetos de cristianización y castellanización, como puntas de lanza para su aculturación y adscripción forzada a una supuesta única nacionalidad colombiana. Aun con este pesado lastre, la llamada generación chocoanista ha logrado poner en el centro de las preocupaciones, del interés e incluso de la admiración de Colombia, dadas sus dotes y su brillo intelectual en diversas esferas de lo público, a la región chocoana; de modo que la creación del departamento tiene abierta buena parte del camino, aún con los tropiezos que hubieron de ser superados antes de hacer realidad este sueño de autonomía regional.

Unos cuarenta gobernadores tuvo el departamento antes de que el sistema de nombramiento presidencial fuera suprimido y reemplazado por el de elección mediante voto popular; siendo Adán Arriaga Andrade, quien ya se había desempeñado exitosamente como Intendente Nacional, el primer chocoano en la lista de gobernantes de la nueva entidad política, administrativa y territorial, cuya creación resumió el sueño de aquella generación de profesionales chocoanos. Durante las dos décadas transcurridas entre la creación de la entidad departamental y el incendio que devastó a Quibdó el 26 de octubre de 1966, cuál más, cuál menos, los gobernadores del Chocó, junto a los alcaldes municipales cuyo nombramiento era de su potestad, dieron continuidad a la idea de seguir haciendo del Chocó una región a tono con el siglo XX y favorable al bien común. 

Pero, otros vientos y modos de hacer política empezaban a soplar y a tomar su espacio en la vida política nacional y regional. Ramón Mosquera Rivas, connotado intelectual por cuya analítica pluma pasaron la mayor parte de los problemas del Chocó en todos los órdenes, gobernaba al Chocó durante la reconstrucción de aquel Quibdó que, como un sueño, se había esfumado en un amanecer luego de toda una noche de fuego implacable y permanente, el 26 de octubre de 1966. Si bien luego de él también hubo chocoanos comprometidos seriamente con el bienestar de la tierra nativa y su gente, incluyendo la primera mujer que accedió a este cargo, Dorila Perea de Moore; algo  de fondo había ocurrido y no precisamente porque el incendio se lo hubiera llevado: algo que había empezado a impedir, cual rémora inamovible, el avance de esta embarcación llamada Chocó, la cual, 75 años después de haber sido convertida en departamento, más parece un corcho varado en un remolino que una nave en curso con pilotos apropiados y rumbo definido.


[1] Listas elaboradas a partir de información en: Caicedo M., Miguel A. Sólidos pilares de la educación chocoana. Mayo de 1992, Editorial Lealon. 75 pp. Pág. 32-33.

6 comentarios:

  1. Jairo martinez
    Falto el nombre de uno de los ilustres gobernantes que con su trabajo ayudo al pueblo chocoano, Eladio Enrique Martinez Chaverra

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  2. Interesante, el articulo conociendo cada vez mas de lo nuestro

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  3. Buen articulo; hay mucho que pensar sobre la figura del corcho varado en un remolino; nuestro compromiso debe ser el de aportar para que el corcho tome rumbo adecuado y no se sumerja en un candil.

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  4. Siempre es sano recordar o conocer apartes de nuestra historia

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  5. Gracias por tan significativa información.

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  6. Siendo intendencia se impilssaron muchas obras de interés social,como:
    Lotería, Beneficencia, Fábrica de Licores,de gaseosa, trilladoras,molinos para arroz, trapiches, Ingenio azucarero,hotel de turismo,acueductos,,aeropuerto, carreteras ,Colegios,hospitales etc.
    Muchos desaparecieron por malas administraciones de sus propios hijos.

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