lunes, 14 de febrero de 2022

Chamapuro

 Chamapuro

Recipiente de palma de wérregue.
Wounaan Bajo San Juan, Chocó.
Foto: Artesanías de Colombia.

 “Iban montados en bestias
como demonios del mal;
iban con fuego en las manos
y cubiertos de metal”.
(Maldición de Malinche) [1]

Hasta hace poco menos de un centenar de miles de aguaceros, en aquellos tambos que sobre guayacanes se yerguen para arrostrar maleficios, inundaciones y visitantes ponzoñosos de la selva circundante, la muerte era una sombra furtiva que espantaba a los animales domésticos y los hacía gemir y esconderse sin aparente razón; la muerte acallaba los cantos de los pájaros en las madrugadas nebulosas, que se tornaban más sombrías por el silencio repentino; la muerte era un canto de guaco que irrumpía entre trueno y rayo, entre rayo y trueno, en noches de inusitada tempestad, mientras hombres y mujeres procuraban conciliar el sueño acostados sobre los petates o suspendidos en las hamacas; la muerte era una mariposa lóbrega en cuyas alas inmóviles habitaba el misterio; la muerte era una premonición acre e inesperada que sobresaltaba al jaibaná en la mitad de la noche y alborotaba las entrañas de madera de sus bastones ceremoniales; la muerte era postrer y consustancial acontecimiento de la existencia humana, exhalación del último suspiro terrenal de una vida cuya forma y trayectoria había sido una idea de Ewandama para conjurar su hierática soledad de hijo de dios.

Así fue, así era, así acontecía. Así lo sabían de antiguo los hijos de las alturas del Tamaná y de las profundidades del Dochará, expertos y atávicos tejedores de wérregue, creadores de canoas curadas contra naufragios. Así lo aprendían en la leche materna que bebían y en la jagua con la que sus leves y recién nacidos cuerpos eran pintados por sus abuelas y sus tíos para protegerlos, para abrigarlos, para ampararlos y favorecerlos, desde el mismo momento en el que nacían... Así fue, así era, así acontecía: la vida y la muerte eran como la lluvia y el sol, la muerte y la vida eran como el crepúsculo y la aurora… Hasta aquel malhadado día cuando la muerte y la vida dejaron de ser inspiración de los jaibías para convertirse en abyección fatal de unos maldecidos sin dios ni ley, que hasta estas comarcas llegaron y con villanía y ruindad todo lo pisotearon y saquearon, lo mancillaron y deshonraron, sobre todo la vida.

Ahora, a fuer de tanto abuso cometido cada día y cada noche durante más de medio milenio, no está lejano el tiempo en el que no queden árboles que impidan ver el bosque y los ríos no sean más que agua mustia, en esta tierra antes exuberante a la que estos bellacos le fueron arrebatando paulatinamente la vida. Ahora, a fuer de tanta felonía, la libertad de la gente se circunscribe a los pírricos límites fijados por los mismos villanos y el orden depende de sus leoninas y venales leyes, y de la inusitada fuerza de sus armas tenebrosas, que siempre han esgrimido sin razón y han guardado siempre sin honor.

Casi réprobos en su propia casa, a fuer de tanta, tan grande e incesante malignidad, la gente de Ewandama entona sus rogativas y canta jai en las noches de desamparo, invocando protección para la vida de los Carpio, los Chiripúa, los Donisabe, los Ismare, los Orpúa, los Piraza, los Pizario, los Puchicama, los Áchito, los Casamá, los Carupia, los Cáizamo, los Domicó, los Membache, los Mecheche, los Tunay, los Yagarí…que todavía quedan, y rogando con el alma de todos convertida en una sola que el Chamapuro que acaba de caer miserablemente asesinado sea el último de la estirpe que muere bajo las infames balas de estos demonios del mal que también hoy actúan en nombre de su inicuo dios y de su innoble patria. Las hijas y los hijos de Karagabí, los hijos y las hijas de Dachi Ankoré se unen a las rogativas y a los cantos. También los habitantes del recóndito mundo de Tutruika...


[1] Maldición de Malinche es una canción del artista mexicano Gabino Palomares, una de cuyas versiones más famosas (1983) cuenta con la segunda voz de la gran cantante Amparo Ochoa, también mexicana: https://www.youtube.com/watch?v=77CzZIGcrCQ

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