lunes, 22 de marzo de 2021

5 Poetas afrocolombianas

 5 poetas afrocolombianas


Teresa Martínez de Varela
(Quibdó,1913 – Cali, 1998)


Proclama a la vejez
¡Vejez! Momia que va por el sendero viejo
con un fardo de angustias… ¡Tan cansada!
Ya no percibo la luz de los reflejos
ni el soñar de la alegre campanada
sus pies dolientes con crucial manejo
y en su frente la nieve despiadada,
es la vejez. El resecado pino,
la ninfa del ayer, árbol podado
que vendió su cosecha en el mercado
de la suerte y el destino.
 
Espectro fiel de la misión cumplida
con gesto varonil
humanidad vencida y traspasada
por el dardo senil.
 
¡Longevidad! ¡Pesadilla de la experiencia!
Rosa marchita y desmayada
sobre el álbum de la conciencia.
 
Libreto de un drama… ¡Exhalación de una estrella!
La cripta del amor y la altivez…
Ley que busca el punto de tangencia en el vacío
y con toda la inocencia regresa a la niñez
para olvidar del dolor, los desengaños,
la deprimente burla de los años
que arrebatan la plena lucidez…
¡Y aquellos instantes de dulzura
de embriagada emoción… y de aventuras
donde hubo jugadas de ajedrez…!
 
¡Tercera edad! Estación de invierno
camino hacia el desierto y las heladas…
Artista que concluye su jornada
y se despide de la carpa y de la escena
con el último telón… de la velada.
 
¡Adiós al mundo! Cuando se han fugado
la esperanza y farándula febril;
y hasta el príncipe azul se ha retirado
con sus antorchas y músicas de abril…
 
Cuando inmensa fatiga de los años
han destruido la física belleza
y la mofa del vulgo… irreverente
estaciona en su rostro… la tristeza
¡Oh la vejez! Diosa sedante
de tu lindo pasado nada añoras
de ilusiones futuras nada imploras.


Mary Grueso Romero
(Guapi, Cauca)
 
Negra soy
¿Por qué me dicen morena?
Si moreno no es color,
yo tengo una raza que es negra
y negra me hizo Dios.
Y otros arreglan el cuento
diciéndome de color
dizque pa’ endúlzame la cosa
y que no me ofenda yo.
 
Yo tengo mi raza pura
y de ella orgullosa estoy,
de mis ancestros africanos
y del sonar del tambó.
Yo vengo de una raza que tiene
una historia pa’ contá
que rompiendo sus cadenas
alcanzó la libertá.
A sangre y fuego rompieron,
las cadenas de opresión,
y ese yugo esclavista
que por siglos nos aplastó.
 
La sangre en mi cuerpo
se empieza a desbocá,
se me sube a la cabeza
y comienza a protestá.
 
Yo soy negra como la noche,
como el carbón mineral,
como las entrañas de la tierra
y como el oscuro pedernal.
 
Así que no disimulen
llamándome de color,
diciéndome morena,
porque negra es que soy yo.


Yvonne América Truque Vélez
(Bogotá, 1955 – Montreal, 2001)
 
Poema 4
Éramos tan frágiles y livianos
como una gaviota en el aire
o como la hoja que en otoño
el viento arrastra… y cae.
 
Poema 5
Navegar… siempre navegar
el mar abierto de la vida.
Y cuando llegue la tormenta
encallar plácido en la muerte.


Laura Victoria Valencia Rentería
(Quibdó, 1950)
 
Al cauce del río Atrato
Toda la sed de África,
la apagarías tú, si es que estuvieras cerca.
 
Toda el hambre de los niños africanos,
la calmarían los peces
que nadan a sus anchas en tus aguas cristalinas,
tibias y sin embargo…
cierta y tristemente indiferentes a su suerte.
 
Las angustias de las madres negras
del continente hermano,
las apaciguarían irremisiblemente las canoas
que por el sereno caudal de tu torrente,
bajan repletas del manjar de la tierra que tu bañas.
 
De una tierra generosa y al mismo tiempo extraña.
 
Mientras sus bogas…
con sus voces roncas, rudas y calludas,
al son del canalete cantan
la melódica trova del regreso hacia una patria
que solo está en sus pensamientos.
 
África llora a sus hijos extraviados.
Hijos de sus entrañas cruelmente desgajados
sin haberle dado tiempo a amamantarlos.
 
África clama de sed y se nos va en silencio.
¡Por qué tuviste que nacer tan lejos!
Si desde donde corres,
no alcanzas a divisar la angustia
de tus hermanos africanos,
negros como tú, de recias manos,
de anchas narices y de gruesos labios.
 
Déjate ya de llantos y tormentos.
Deja de ahogar tus penas en lamentos.
 
Las redenciones que en tus cantos clamas
pasan de largo sin parar en puerto.
 
Te miro altivo y a la vez sereno,
romper la selva de la tierra donde moras
por caprichoso azar del universo, sabedora,
que estás en el lugar equivocado.
Mientras… África agonizante
invoca en un último conjuro
el retorno de sus hijos por el mundo esparcidos.
 
Yo te conmino…
Reconduce tu cauce, río Atrato,
vuelve al lugar donde debiste haber nacido.
Llévame a lomo de tus aguas a la tierra del hechizo
porque a ti, como a mí,
en un tiempo más allá del que vivimos
un duende blanco nos equivocó el camino.

Emiliana Bernard Stephenson 
(Isla de Providencia)

Negra, negra soy…
Toda la vida me dijeron que tenía sangre
inglesa, apellidos de puritanas y una cultura especial
que me hacía sentir tan, pero tan
diferente y distante de las otras mujeres como yo.
 
Ahora yo… soy yo. Construyo libertad…
No quiero vivir una segunda esclavitud.
 
Ahora, sueño, vivo, grito y escribo al son del tambor, aquel tambor
                                                                                [del que me despojó
la Colonia.
 
La diosa de la mar y yo reafirmamos
nuestra identidad: somos mujeres negras, negras.
Negras raizales, negras caribeñas, negras
colombianas, negras universales.
Tan negras como mamá África.
 
Ahora tengo alas… las puertas están abiertas
y el inmenso mar Caribe
de siete colores me espera…

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N.B. Todos los poemas fueron tomados de 
Antología de mujeres poetas afrocolombianas. 
Biblioteca de Literatura Afrocolombiana, Ministerio de Cultura. 2010.

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