lunes, 16 de marzo de 2020


Como si hoy fuera ayer (II)
El desarrollo del Chocó según Ramón Mosquera Rivas
 
Así era el sector central de la ciudad de Quibdó, que fue destruido 
casi en su totalidad por el gran incendio de 1966. Ramón Mosquera Rivas 
era entonces Gobernador del Chocó. Foto: Archivo Fotográfico y Fílmico del Chocó.

“Ramón Mosquera Rivas fue biznieto de esclavos y nieto de manumisos oriundos de la provincia minera del Alto San Juan. Perteneció al pequeño grupo de intelectuales chocoanos negros que nacieron a principios del siglo XX y lograron estudiar en Medellín, Bogotá o Popayán, superando mediante su dedicación y esfuerzos personales la situación de pobreza, marginalidad y exclusión que padecían los afrodescendientes que habitaban los ríos y ciudades del Pacífico. Sorteando múltiples dificultades provenientes de su origen, etnia o color, y pertenencia social, obtuvieron en los años 30 el título de Ingenieros, Abogados o Médicos, y posteriormente consolidaron la primera clase media negra” [1].
Gilma Mosquera Torres, junio 2013.


Son sorprendentes la actualidad y la vigencia de los análisis y las propuestas que hizo Ramón Mosquera Rivas sobre el desarrollo del Chocó, desde sus épocas de estudiante universitario –cuando dedicó su tesis de grado al Istmo de San Pablo-, así como durante todo el transcurso y hasta el final de su vida personal y profesional, como intelectual, político, parlamentario, ingeniero en el sector minero y de obras públicas, y como Gobernador del Chocó[2]. Al igual que las propuestas de Adán Arriaga Andrade, sobre las cuales escribimos en El Guarengue hace dos semanas, las de Mosquera Rivas son tan contemporáneas como si hoy fuera ayer.

“Al acometer la confección de este trabajo, obedecí al deseo imperioso que me anima desde el comienzo de mis estudios, de contribuir modestamente a la divulgación de la tierra chocoana, tan excéntrica en el conjunto colombiano”[3]. Así describe Ramón Mosquera Rivas los propósitos de su tesis de grado como Ingeniero Civil y de Minas, en la Universidad Nacional, en Medellín, en noviembre de 1935. Y a fe que lo logra, pues no solamente hace una descripción inédita de la fisiografía, orografía y geología de la zona delimitada para su estudio (el Istmo de San Pablo), sino que, además, da cuenta de aspectos socioeconómicos y políticos que muchas veces son ajenos al interés de los ingenieros y que prefiguran la gran calidad del liderazgo y del ejercicio político de Mosquera Rivas, a quien muchos recuerdan porque era el Gobernador del Chocó cuando un pavoroso incendio destruyó gran parte de Quibdó, en octubre de 1966.

En un “Apéndice” de su tesis sobre el Istmo de San Pablo, titulado “Informe científico sobre la región Quibdó-Buenaventura”, en el acápite V. Higiene[4], puede leerse lo siguiente:

“El saneamiento de las poblaciones del Chocó es una de sus más apremiantes necesidades. A este respecto nada se ha hecho. Sólo ahora empieza la preocupación por dotar a Quibdó de Acueducto y Alcantarillado. Pero la labor en este sentido debe hacerse extensiva a todas las ciudades que componen la Intendencia. La actual provisión de agua es inadecuada y encierra toda clase de peligros.

Sin acueducto y alcantarillado no se puede pensar en la modernización de la comarca. De aquí la necesidad de acometer, en cuanto sea posible, trabajos firmes y bajo la dirección de personas conocedoras del problema”.

Tesis de grado de Ramón Mosquera
Rivas, publicada por la Universidad
Nacional de Colombia en 2014.
Escrita hace 85 años, sorprende la enorme vigencia de esa descripción de la situación del saneamiento básico en el territorio chocoano; al igual que el análisis que hace –en el mismo texto[5], en el acápite IV, referido a la Agricultura-, partiendo de constatar que ésta “no existe en la Intendencia, a pesar de poseer tierras apropiadas para toda clase de cultivos”, diversidad de climas y suelos feraces. Como si hoy fuera ayer, en el texto se lee: “actualmente se cultivan, con métodos más o menos rudimentarios, plátano, maíz, arroz, caña de azúcar, piñas, yucas y muchos otros productos que se consumen en la comarca”[6]. Y concluye que “un determinante decisivo para la agricultura chocoana es la cuestión vial. Es de dominio público el problema que para la Intendencia encierra la carencia de vías de comunicación. Sin duda alguna, a ello debe su retraso en todos los ramos”[7]. Tal cual como ocurre hoy.

Años después de su grado universitario, cuando ya había vivido algunas de sus más importantes experiencias de servicio público en el orden regional y nacional, el ingeniero y político chocoano Ramón Mosquera Rivas analizó con mayor detenimiento lo referente a lo que en su tesis llamó la cuestión vial, como determinante del escaso desarrollo del Chocó. En un artículo titulado “¿Qué impide el progreso del Chocó?”, publicado en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia hace más de cuarenta años, en 1979, escrito cuando ya contaba 74 años de edad[8], Mosquera Rivas anotaba con lucidez: “ningún colombiano medianamente instruido puede justificar el abandono en que el Gobierno Nacional mantiene al Chocó, región privilegiada en recursos naturales de toda índole” y esbozó lo que consideró “un programa de infraestructura que requiere el futuro desarrollo del Chocó, en beneficio de Colombia”[9].

Estampilla conmemorativa del 8º Congreso
Panamericano de Carreteras. El croquis incluye
trazado de la Carretera Panamericana a través
del Chocó. Foto: 
http://lasmemoriasdegonzo.blogspot.com
/2011/03/pasadopresente-y-futuro-de-la-via-al.html
“Sin duda alguna la carencia de carreteras es factor primordial para detener el desarrollo en cualquier latitud del mundo”[10], explica Mosquera Rivas, al referirse al detallado inventario de vías no construidas en ese momento en el Chocó, el cual coincide con la actualidad en muchos aspectos; por ejemplo, en cuanto al estado de vías claves como la que une a Quibdó con Bolívar (Antioquia), rumbo a Medellín, cuyo inconcluso proceso de construcción ya casi alcanza un siglo, o la carretera al mar, que uniría a gran parte del Chocó con su porción del Litoral Pacífico; pero, cuya construcción está abandonada y a cambio hay quienes andan ofreciendo un puerto que dizque no afectará a nada ni a nadie.

Hoy, como ayer escribió Mosquera Rivas, los tres grandes ríos del Chocó, Atrato, San Juan y Baudó, requieren trabajos de limpieza en sus bocas y dragado para la normalización de sus canales navegables, obstaculizados por el desperdicio de trozas de la extracción forestal y por las palizadas que sobrevienen después de las tormentas y diluviales aguaceros de la región. Igualmente, Mosquera Rivas, en el artículo en mención, explica con detalle los efectos de la extracción industrial de oro en la región del San Juan, así: “El dragado de la Chocó Pacífico durante más de 60 años en la explotación de metales preciosos, desde Dipurdú hasta más arriba de Tadó, en el San Juan y en el Río Condoto, hasta sobrepasar la ciudad de ese nombre, en el Río Tamaná y su afluente el Opogodó, el dragado, repito, depositó en los cauces de todos ellos gran cantidad de piedras, cascajos y arena, que en tiempo de sequía hacen imposible la navegación, aún en lanchas”[11].

En cuanto a lo que llama “Vías interoceánicas”, el artículo de Ramón Mosquera Rivas se refiere a los canales que se mencionan en el Himno del Chocó (“tus dos mares, tus canales, con Napipí y Truandó”) y enfatiza la importancia del segundo, así como el intermitente interés de los Estados Unidos en el mismo. Igualmente descarta, con argumentos técnicos, la construcción del denominado Canal del Cura, conocido como Canal Atrato-San Juan, que uniría a Quibdó con Istmina utilizando el Istmo de San Pablo como punto de articulación de los dos grandes ríos. En este punto, Mosquera Rivas rememora la aventura del famoso Capitán Francisco Ospina Navia en su travesía por dicha ruta[12]:

“Bueno es anotar […] el recuerdo del legendario "Canal del Cura", de la época colonial, construido en el "Arrastradero", hoy Istmo de San Pablo, y la odisea del Capitán Ospina Navia, quien en la chalupa "Tayrona" hizo la travesía entre los dos océanos, pasando por el canal de Panamá, Buenaventura, el San Juan a Istmina, arrastrándola en el Istmo, bajando el río Quito hasta Quibdó, el Atrato -aguas abajo- y costeando el Atlántico hasta Cartagena y Santa Marta, punto de partida”.

En relación con la minería en el Chocó, Mosquera Rivas rememora en su artículo de 1974 un plan que él mismo elaborara, en 1961, cuando trabajó como ingeniero en el Ministerio de Minas, y al cual se había refirió extensamente en un artículo de 1978, dedicado exclusivamente al tema minero. Tal plan, en palabras de su autor, “consiste en ayuda técnica a pequeños y medianos mineros, por medio de prospección de aluviones auroplatiníferos, con taladros Ward, suministro de maquinaria arrendada, principalmente Moto-bombas, herramientas, y creación de cooperativas mineras”[13].

Respecto a “los bosques maderables del Atrato, San Juan, Baudó y Litoral Pacífico”, la propuesta de Mosquera Rivas, en su artículo de hace 41 años, es también de una sorprendente vigencia y aplicabilidad, pues considera que el aprovechamiento forestal debe hacerse bajo fuerte vigilancia y control gubernamental, con impuestos suficientes y con planes de reforestación. Así mismo, vigentes y actuales, son su diagnóstico y sus propuestas en cuanto al recurso pesquero, que bien podrían firmarse hoy:

Quibdó, enero 2019.
Foto: Julio César U. H.
RECURSOS NATURALES ICTIOLÓGICOS
No tiene discusión la necesidad de aprovechar el alto potencial ictiológico que posee el Chocó en ambos litorales. Dichas riquezas las saquean barcos extranjeros, especialmente en las costas Chocoanas. Es poco lo que sacan los pescadores nativos para sustento familiar y enviar al interior. La falta de un regular transporte aéreo ha hecho fracasar varias cooperativas; de allí que muy contadas veces Satena, única empresa que viaja a Solano, transporta productos pesqueros, básicos para la provisión de proteínas necesarias a la alimentación humana. El remedio para este mal es la vigilancia permanente de la Armada Nacional en las costas, por medio de patrullas de sus unidades adecuadamente dotadas de armas; montaje de plantas enlatadoras, y fundación de cooperativas pesqueras, amén de servicio aéreo por lo menos dos veces semanales a Bahía Solano”[14].


La lucidez de este gran intelectual chocoano llega hasta el final de este artículo, con otro párrafo que –escrito hace más de 40 años- pareciera haber sido publicado esta mañana, refiriéndose a los recursos hidráulicos del Chocó[15]:

“Nadie ignora en Colombia el gran potencial hidráulico del Chocó, con sus grandes ríos que pueden generar energía eléctrica por millones de kilovatios. Sabemos de estudios de factibilidades, adelantados en las bocas del San Juan sobre el particular. Esta infraestructura tendrá que realizarla el país en futuro no lejano para aumentar la capacidad energética ante la crisis del petróleo”.

Diez años más tarde de la publicación de este artículo sobre el desarrollo del Chocó, Ramón Mosquera Rivas publicó, en la misma revista de la Sociedad Geográfica de Colombia, a propósito de la que entonces se denominó Segunda Expedición Botánica, encabezada por la Universidad Nacional de Colombia, un entretenido texto titulado “Hierbas medicinales del Chocó”[16]. Luego de describir plantas del Chocó y sus usos medicinales, demostrando un amplio conocimiento de la sabiduría popular chocoana en la materia, Mosquera Rivas finaliza con lo que llama “Nuestra Petición: “Que la UN haga los estudios de los recursos naturales en los tres reinos con grandes reservas que están esperando ser incorporadas a la economía nacional, y las cuales son la esperanza del progreso del Chocó, ya que sus hijos son patrióticos guardianes de la soberanía de Colombia”; una muestra de la perspectiva y visión que orientaron su quehacer durante toda su trayectoria pública.

Ramón Mosquera Rivas fue padre, entre otros, de la famosa arquitecta Gilma Mosquera Torres y del actual Rector de la Universidad Tecnológica del Chocó. Su vida y su obra son una especie de epítome de la generación que protagonizó la época más gloriosa de la política regional en el Chocó, en tiempos en los que el bien común era el norte de las acciones, cuando las capacidades intelectuales y morales eran -de modo excelso- puestas exclusivamente al servicio del bienestar y el desarrollo del Chocó y su gente. Quizás sea de ahí de donde provenga la actualidad de sus escritos, análisis y propuestas, que son tan vigentes como si hoy fuera ayer.




[1] Mosquera Torres, Gilma. Prólogo a: Mosquera Rivas, Ramón (2013). El Istmo de San Pablo. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 141 pp. Pág. 9.

[2] Hay autores como Pietro Pisano (2014) que consideran que Ramón Mosquera Rivas fue el primer gobernador negro del Chocó, pues, desde esa perspectiva, Adán Arriaga Andrade era mulato. En su valioso libro sobre liderazgo “negro” en Colombia, Pisano anota al respecto: “En una región en donde las diferencias de color tenían un gran significado, el nombramiento del “mulato” Adán Arriaga Andrade como primer gobernador dejó la sensación de que las antiguas oligarquías seguían en el poder. La exclusión de personas negras del cargo más alto del nuevo departamento siguió hasta 1966, cuando el “negro” Ramón Mosquera Rivas fue nombrado gobernador”. En: Pisano, Pietro (2014). Liderazgo político «negro» en Colombia 1943-1964. Centro Editorial de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. 260 pp. Pág. 173.

[3] Mosquera Rivas, Ramón (2013). El Istmo de San Pablo. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 141 pp. Pág. 21.

[4] Ibidem, pág. 87.

[5] Ibid. Pp. 85.

[6] Ibid. Pág. 85

[7] Ibid. Pág. 86

[8] Ramón Mosquera Rivas nació en Istmina, el 13 de julio de 1905; y murió en Bogotá, próximo a cumplir 100 años, el 5 de enero de 2004.

[9]  Mosquera Rivas, Ramón (1974). ¿Qué impide el progreso del Chocó? Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia Número 114, Volumen 34, 1979. Pág. 4

[10] Ibidem, pág. 1.

[11] Ibidem, pág. 2

[12] Ibidem, pág. 3

[13] Ibidem, pág. 3

[14] Ibidem, pág. 4

[15] Ibidem, pág. 4

[16] Mosquera Rivas,Ramón. Hierbas medicinales del Chocó. Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia Números 119-120, Volumen 37. 1984-1985. 2 pp.

1 comentario:

  1. Se podria dragar la quebrada San Pablo entre Istmina y Yuto en un trayecto de 60 kilometros aproximadamente y quedaria los dos oceanos unidos, al mismo tiempo aprovechando la extraccion de los recursos mineros y vegetales, lo que crearia empleos, ocupacion vigilada y en diez años se estaria navegando.

    ResponderBorrar

Sus comentarios son siempre bienvenidos. Gracias.