lunes, 8 de octubre de 2018


“…y el día llegará de tu redención

 Este viernes, 12 de octubre de 2018, se cumplen 102 años del natalicio del maestro de escuela de una remota aldea cuasifronteriza con Panamá al que aludió Gabo en 1954: el Maestro Miguel Vicente Garrido Ortiz.

Portada y página de inicio de la serie de reportajes sobre el Chocó
escrita por Gabriel García Márquez, en 1954. Colcultura, 1976.
Biblioteca personal.
El 29 de septiembre de 1954, El Espectador publicó el primero de cuatro reportajes escritos por Gabriel García Márquez como enviado especial de ese diario a Quibdó para el cubrimiento de los sucesos derivados de la intención gubernamental de suprimir el departamento del Chocó y repartirlo, con gente y todo, entre sus vecinos, encabezados, cómo no, por Antioquia. Historia íntima de una manifestación de 400 horas se tituló esa pieza maestra del reportaje colombiano, en la que el entonces reportero escribió:


"Lamento chocoano", la hermosa y triste canción compuesta por el maestro de escuela de una remota aldea chocoana, casi en las fronteras con Panamá, se cantó con tanta insistencia, con tanto fervor, que cinco días después de iniciado el movimiento la mayoría de sus intérpretes más entusiastas estaban afónicos. En aquellas salas cerradas, en aquel aire cargado de carbono y expectativa, las mujeres y los hombres escuálidos que cantaban su himno hasta el amanecer, parecían capaces de seguir cantando ese himno hasta el fin de los tiempos. Viéndolos y oyéndolos, uno se acordaba de "La Cucaracha" y "Adelita" en la revolución de México”.[1]

Este viernes, 12 de octubre de 2018, se cumplen 102 años del natalicio de ese maestro de escuela de la remota aldea cuasifronteriza con Panamá al que se alude en el reportaje: el Maestro Miguel Vicente Garrido Ortiz, ampliamente conocido por la chocoanidad y por buena parte de Colombia como compositor de uno de los boleros más hermosos del pentagrama nacional: Chocoanita; así como del Lamento chocoano que varias generaciones cantamos como himno del Chocó, sin que oficialmente lo fuera, y que fue reemplazado por Tierra chocoana que al grito, oficialmente adoptado como Himno del Chocó a mediados de los años 70 del siglo pasado y también compuesto por el Maestro Garrido; quien así mismo compuso Yo soy chocoano, la otra pieza popular a la que hace referencia el mencionado reportaje y que, cuando éramos niños, cantábamos creyéndola igualmente el himno departamental:

“Las amas de casa en los puestos de organización, y el servicio doméstico en las calles, cantaban una pieza popular: "En el Chocó se comen sardinas, chontaduro y árbol de pan…". Pero aquello era historia antigua: nadie pescó una sardina durante 15 días, ni alcanzó un chontaduro ni un pan del árbol. En los días críticos del movimiento se comieron alimentos en conserva, plátano frito y un poco de arroz hecho a la carrera. El comité de acción chocoana y sus colaboradores inmediatos consumieron, como alimento básico, 36 latas de galletas de soda”.[2]

La aldea remota a la cual se refiere el reportero García sigue siendo, efectivamente, remota: es el corregimiento de Sapzurro, último poblado colombiano en el Mar Caribe antes de llegar a Panamá, perteneciente al municipio de Acandí y situado en la esquina noroccidental del Chocó, de Colombia y de Suramérica. Dicho municipio, junto a Unguía, Juradó y la porción occidental de Riosucio conforman el Darién chocoano.

Miguel Vicente Garrido Ortiz. Tomada de: 
Allá en Sapzurro, no solamente murió, el 27 de enero de 2001, sino que pasó gran parte de su vida dedicado a la educación, como maestro consagrado y ejemplar, y como pedagogo innovador (fue pionero en Colombia de la Coeducación), en una labor que incluyó otras poblaciones vecinas, como Arboletes (Antioquia), donde formó parte del grupo de fundadores de la institución educativa que hoy lleva su nombre y de la cual Miguel Vicente Garrido fue su primer rector, en el año 1964, cuando inició labores con 9 alumnos matriculados y con el rector como único integrante de la planta de personal y tres profesores ad honorem, incluyendo al cura del pueblo. Hoy, esta institución tiene casi dos mil estudiantes.[3]

Su larga y fructífera vida magisterial, que finalizó al cumplir la edad de jubilación forzosa, mereció reconocimientos institucionales de los gobiernos y autoridades educativas de Antioquia y del Chocó. Había comenzado en la escuela rural de Opogodó (en el municipio de Condoto), en 1936, adonde fue enviado por Reinaldo Valencia Lozano, a la sazón Secretario de Educación de la Intendencia del Chocó. En Lloró, Quibdó, Acandí, Turbo, Necoclí, Bogotá, Panamá y Cartagena también ejerció Miguel Vicente Garrido su magisterio. La biblioteca pública del municipio de Acandí y una institución educativa de Quibdó llevan también su nombre, en memoria de su obra y de su vida.

Quizás provenga de tan prolijo recorrido por las geografías, los territorios y las comunidades chocoanas, darienitas y caribes la fluidez, la soltura y el acierto con los que el Maestro Miguel Vicente retrató en sus músicas y letras los más entrañables sentimientos de la gente de su tierra, de esa tierra a la que cortejó, enamoró y amó a través de sus canciones memorables, que son todas verdaderos himnos, cuyas letras y tonadas uno jamás olvida desde que, en plena infancia, las aprendió en la escuela y en la casa.

Su Lamento chocoano ha acompañado por más de medio siglo las desventuras, las luchas y las esperanzas de un pueblo que sigue confiando en que el fin de su resignación dará paso a su redención: “las coplas dolientes de Miguel Vicente Garrido, con su aquilatada carga de sentimiento patrio, han alimentado el espíritu de las últimas generaciones en esta tierra de promisión que la república ciega se resiste a involucrar en sus planes de desarrollo”, decía hace varios años un editorial del semanario quibdoseño Chocó 7 días[4]. Es el himno de la dignidad, de la utopía y de la resistencia chocoana.


Insuperable en su género, Chocoanita[5] ha sido el homenaje más puro y la más clara loa a la hermosura y al encanto y a la donosura de las mujeres de “cuerpo de palma” y “ojazos como el sol de la mañana", un verdadero himno al enamoramiento y a la ilusión: “Garrido es uno de los poetas y cantores que con sus letras engrandecieron el pentagrama nacional al llevar el sentimiento chocoanista en el goce del canto vernáculo a los ritmos y melodías del cancionero universal. Su obra cumbre, el bolero Chocoanita, ha sido interpretada por los más diversos tríos y orquestas, desde los tríos Fortich y Valencia, Montecarlo y Martino, pasando por las interpretaciones de Guayacán hasta la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia”.[6]


Aguas del Atrato (“Aguas del Atrato / que en tu marcha lenta / regaste el germen de una raza / que tú ves nacer./ Quién fuera canoa / para estar besando / el agua fresca de tu cauce / que no cesa de correr”); Chocó, tierra de quereres (“Chocó, tierra de quereres / tristezas, placeres / romance y canción / cuánto sufro al no mirarte / porque estás grabado / en mi corazón”); Yo soy chocoano (“Yo soy chocoano de nacimiento / tengo por honra ser de Quibdó / allí mi madre me dio su aliento / y allí mi alma se inspiró”) y Champa de palo (“Tengo mi champa de palo / que corre veloz / sobre el pelo del agua / en esa champa yo estoy / feliz porque voy / a besar a mi amada”) son verdaderos himnos a la exuberancia y a la majestad del territorio chocoano y sus recursos naturales, al amor por la patria chica y a la nostalgia que embarga el ser en las ausencias, a la vida cotidiana y al amor, a la honra de haber nacido allí y a la esperanza de lo que aún no ha sido; pero, pronto será.

Y así sucesivamente, cántese lo que se cante dentro del colorido universo musical del hijo de Vicente y Juana, un valluno y una chocoana; en todos los casos sentiremos que el quibdoseño Miguel Vicente Garrido Ortiz dijo y cantó lo que a todos nos hubiera gustado cantar y decir; sentiremos siempre que cada una de sus obras es una “composición musical emblemática de una colectividad, que la identifica y que une entre sí a quienes la interpretan[7], es decir, un himno. Y así por ende lo recordamos con felicidad, a 102 años de su nacimiento, como el magistral compositor de los himnos de la chocoanidad.  


[1] García M., Gabriel. El Chocó que Colombia desconoce. HISTORIA ÍNTIMA DE UNA MANIFESTACIÓN DE 400 HORAS (I). En: Crónicas y reportajes. Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá, Editorial Andes. Junio de 1976. 518 pp. Pág. 197.
Los restantes títulos de la serie fueron: UNA FAMILIA UNIDA, SIN VÍAS DE COMUNICACIÓN (II), ibidem, pp. 199-209; “AQUÍ SE APRENDE A LEER EN EL CÓDIGO CIVIL” (III), ibidem, pp. 210-220; y LA RIQUEZA INÚTIL DEL PLATINO COLOMBIANO (IV), ibidem, pp. 221-230.

[2] Ibidem, pág. 196

[3] Institución Educativa Miguel Vicente Garrido Ortiz. (Antes Institución Educativa Arboletes). Marco histórico. Consultado en: http://mivigaor.edu.co/

[4] Chocó 7 días. Edición N° 990, Quibdó, noviembre 21 a 27 de 2014. EDITORIAL. En: http://www.choco7dias.com/990/editorial.html

[5] Algunas versiones de CHOCOANITA y los vínculos a las direcciones web donde pueden escucharse son las siguientes:

·         Fortich y Valencia: https://www.youtube.com/watch?v=f2AzkX49nms
·         Bambazulú Orquesta: https://www.youtube.com/watch?v=Xo-KVEfpCtY
·         Trío Montecarlo: https://www.youtube.com/watch?v=3brQ7n-PzPQ
·         Trío Martino: https://www.youtube.com/watch?v=0j6Zsx-hqRA
·         Hermanos Martínez: https://www.youtube.com/watch?v=SoA2P0hrcn4
·         Leonor González Mina: https://www.youtube.com/watch?v=XlXBOM4PDA8
·         Coro Cantares de Colombia: https://www.youtube.com/watch?v=DU6bNFZXSqw
·         Miguel Vicente Garrido:

[6] Cújar Cañadas, Douglas. Miguel Vicente Garrido, 100 años. Chocó 7 días, Edición N° 1085, Quibdó, octubre 14 a 20 de 2016. En: http://www.choco7dias.com/1086/MIGUEL.html

[7] REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, ASOCIACIÓN DE ACADEMIAS DE LA LENGUA ESPAÑOLA. Diccionario de la lengua española. Actualización 2017. Consultado en: http://dle.rae.es/?id=KPONSeO   

2 comentarios:

Sus comentarios son siempre bienvenidos. Gracias.