Del amor y la amistad
Y vieron
los comerciantes asociados en Fenalco que el mes de septiembre no redituaba
para ellos como los demás meses del año, porque era un mes totalmente ordinario
en lo laboral, exento de lunes festivos y sin ningún motivo especial para el
incremento del consumo. Y entonces convirtieron, hace casi 50 años, el antiguo
Día de los novios en el Día del amor y la amistad, y prescribieron que se
celebrara -todos los años- el tercer sábado de septiembre. Y lo amenizaron
desde el principio con una creciente avalancha de elementos de estrategia
comercial, promoción y publicidad usuales en los demás casos ya establecidos (días
del padre y de la madre, por ejemplo). Y así septiembre, sin perder su
ordinariez laboral y sin quebrantar su abstinencia de lunes festivos, tuvo también
su día importante de celebración, jolgorio y consumo; por obra y gracia de
Fenalco, la casa de origen del ministro que actualmente ostenta la cartera de
la defensa nacional con cara de bravucón y pendenciero, como si de defensa no
fuera, sino de guerra y pelea.
De este
modo, de los sentidos regalos de los novios y las novias, inspirados más en el
amor y en la pasión naturales que en la reacción al bombardeo publicitario de
los comerciantes y mercachifles; pasamos a las tarjetas y esquelas de mensajes
prefabricados y con motivos diferenciados
para hombre o mujer: carros, animales, pipas, libros, veleros, para el primer
caso; flores y atardeceres para el segundo. En ambos casos con mensajes
impersonales y pretendidamente universales.
Ese renglón
de la expresión romántica y de amistad alcanzó una de sus cúspides comerciales
con las famosas tarjetas Timoteo, nacidas
en Bogotá en 1984; así como tuvieron su época las llamadas credenciales, que fueron una versión plástica de las tarjetas y
esquelas de papel, hechas del tamaño de una tarjeta de crédito, lo cual motivó
su nombre. Las postales, con o sin
mensaje preimpreso, tuvieron también su apogeo: atardeceres en sitios
indeterminados, parejas de cuerpo entero o en primer plano casi siempre a
contraluz, así como senderos florecidos, bucólicas escenas de campos y animales
y sembradíos de trigo, fueron, entre otros, los motivos principales de las postales.
Hasta que
entramos en la era digital y todo lo anterior quedó atrás y el mercado de los
mensajes de amor y amistad, cómo no, se trasladó a este nuevo escenario; al
igual que se institucionalizó el juego del Amigo
secreto, que ha llegado a niveles insospechados de reglamentación,
empezando por el costo mínimo del regalo. Por esta vía, paulatinamente se dejó
de hablar de un día y hoy se habla del mes del amor y la amistad.
Durante
este mes, Fenalco estimula de mil maneras el consumo y publica los resultados
de su encuesta anual sobre diversos tópicos de la celebración. Así, en la
encuesta de 2017, se estableció que los
colombianos le compran regalos de amor y amistad preferencialmente a
esposo(a), novio(a): 50%; y a su amigo(a) secreto(a): 35%. También se concluyó
que, en orden de preferencia, los regalos preferidos son: ropa y calzado
(25,3), invitación a comer (21.0%), chocolate o dulces (19.1%), bisutería y
joyas (12.3%), seguidos por cosméticos, rancho y licores, tecnología, tarjetas,
flores, viajes y pasajes, y -en el último lugar- un artículo que también tuvo
su momento de ridícula gloria: los peluches (3.0%). En estos regalos se gastan
menos de 50 mil pesos, en el 41% de los casos; entre 50 y 100 mil en el 27%,
entre 100 y 200 mil en el 21% y en el 11% de los casos una suma superior a los
200 mil pesos.
Y así
vamos, entre mediciones y promociones, entre descuentos y ofertas comerciales,
entre planes prediseñados para enamorados o amistados, para amistados
enamorados o para enamorados amistados, entre montos mínimos de regalos de
amigo secreto cada vez más astronómicos y reglamentos oficinescos cada vez más
estrafalarios, entre precios insólitos de ramos de flores que parecen
reimportados del San Valentín de Miami…al ritmo de Fenalco (la fuerza que une), que ya no solamente
nos guía por los vericuetos mercantiles del amor y la amistad, sino que nos
provee de ministros, como Sabas ayer y Guillermo hoy, en el primer y tercer
mandato del Mandamás; mientras sus ventas siguen aumentando entre 20% y 40%, en
el llamado fin de semana del amor y la amistad, cuyo sábado mercantil se
prolonga hasta un poco más allá de la medianoche, debido a la recién introducida
estrategia de las ciudades despiertas,
que consiste en que esos templos del consumo que son los centros comerciales venden
hasta la 1 o 2 de la madrugada del domingo.
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Sin embargo, nos queda la poesía, para nuestra fortuna existencial, para relativizar esta determinación mercantil y para cantarle (con vino o sin él, con aguardiente o ron, con whisky o con cerveza, o solamente con agua helada) al amor, inspiración de todo el bien del que somos capaces; y a la amistad, inefable fraternidad entre parientes que no lo son.
Para el
amor, Jorge Artel, Sor Juana Inés de la Cruz y Mario Benedetti y un atrevido yo
que quiere compartir con ustedes, de entre todos sus poemas, dos.
Para la amistad, Miguel Hernández y Joan Manuel Serrat.
Por el amor y la amistad, mirándonos
a los ojos: ¡Salud!
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