07/04/2025

 Carlos Rosero

*"Agradezco y honro la gestión desarrollada por la Vicepresidenta Francia Márquez Mina, y recibo esta cartera ministerial con el firme propósito de seguir avanzando para transformar la vida de millones de personas en los territorios". Carlos Rosero, Ministro de Igualdad y Equidad. Bogotá, 04.04.2025. FOTO: MinIgualdad.

A Carlos Rosero lo conocí cuando en las mares y los ríos, las orillas y los montes del Pacífico colombiano se vivía la efervescencia de la gestación de propuestas de todo orden acerca de la reivindicación étnica y territorial de las comunidades negras, que conducirían al Artículo Transitorio 55 de la Constitución Política de Colombia de 1991 (AT55); en cuya asamblea constituyente -a pesar de la acertada candidatura del propio Carlos- las comunidades negras no alcanzaron representación propia y directa; por lo cual fue necesario concertar una alianza con el abogado embera chocoano Francisco Rojas Birry, baudoseño de Catrú, para que -junto a los demás representantes indígenas y uno que otro constituyente de buena voluntad suelto por ahí- alguien asumiera la vocería de estas comunidades formalmente ausentes de aquel histórico escenario.

De charlas y conversas

Amigos ambos de la buena charla, de la charla sustanciosa y sin prisa, de la charla jovial y amena, Carlos y yo compartimos innumerables conversas en los recesos de las reuniones o en medio de las mismas, cuando más de una vez hicimos nuestro propio receso para salirnos del salón a intercambiar puntos de vista que nos ayudaran a dilucidar algún tema que en ese momento fuera materia de la discusión. Cuando terminábamos el intercambio, regresábamos al salón para seguir participando; otras veces nos llamaban a todos los que nos habíamos salido para que retomáramos la reunión, pues la ausencia de cualquiera de los participantes impedía el avance… Esas charlas versaban sobre asuntos claves del momento: la etnicidad de las comunidades negras, el sentido de lo étnico y sus articulaciones con la territorialidad y la tradición cultural en general, y específicamente sus relaciones sustanciales con los sistemas productivos, cuya complejidad y sabiduría nos parecían parte del meollo argumental de la propiedad familiar y colectiva; y por ello -a estos sistemas- habíamos empezado a denominarlos sostenibles, aunque preferíamos la fuerza que les daba el nombrarlos como ancestrales, en tiempos en los que aún lo ancestral no se había convertido en simple adjetivo aplicable a cuanta cosa hubiera. Las redes de parentesco y los procesos de socialización del conocimiento y de la historia; las prácticas rituales y celebrativas, y las estructuras organizativas comunitarias que habían sostenido a lo  largo del tiempo la religiosidad popular y las fiestas patronales, los rituales de nacimientos y velorios, los secretos de la medicina tradicional basada en los recursos del monte, en las oraciones, conjuros y secretos, en las prácticas clínicas y terapéuticas basadas en los recursos del medio…, etcétera, etcétera…, eran también temas que en nuestras charlas tratábamos de ubicar en los mejores lugares de definición del sentido de lo étnico negro.

De premisas y argumentos

Cada uno desde su propia experiencia y sus saberes, pero unidos -en aquellas conversaciones espontáneas- por el común interés en dichos temas y la común experiencia de vida y trabajo en las comunidades; intentábamos sobre todo consolidar argumentaciones acerca de las estructuras y funcionalidades similares en estas materias entre comunidades de las distintas subregiones del Pacífico. Se trataba de identificar y precisar rasgos significativos de universalidad en esas dinámicas, dentro del conjunto de comunidades negras que poblaban -desde hacía por lo menos siglo y medio- el inmenso sistema circulatorio de ríos y quebradas, de esteros y de montes, de manglares y de playas, de ciénagas y orillas, de los 1.300 kilómetros que se extienden desde los límites con Panamá, en el Darién chocoano, hasta la frontera tumaqueña con el Ecuador; límites ambos que -siempre lo teníamos presente- no pasaban de ser políticos y administrativos, pues la geografía humana y la historia de ambas fronteras estaban repletas de parientes extendidos por varias generaciones, como si se tratara de los troncos familiares del Yurumanguí o el Anchicayá, de Neguá o de Munguidó... Carlos Rosero no solamente era un gran conversador, era un teórico innato, que en pocos segundos dotaba de esencia conceptual cualquiera de las ideas centrales que sobre estos temas surgiera en las charlas y en las reuniones. En ello se notaba la solidez de su formación académica, combinada con la cercanía de sus dotes de antropólogo, un título que nunca pregonaba ni exhibía, pero sí ejercía del modo más idóneo y eficaz en sus siempre lúcidas intervenciones .

Manifestación del PCN en Buenaventura (1991), por la reglamentación del AT55. FOTO: Banco de la República-Biblioteca Virtual. Colección digital Proceso de Comunidades Negras (PCN).

De palabras y silencios
Fueron tiempos de intensa actividad, de grandes expectativas, temores y esperanzas, contradicciones y convicciones, en los que se avizoraba la oportunidad única e histórica de conseguir el reconocimiento étnico y cultural del sujeto colectivo negro, con un peso jurídico y político por lo menos similar al del reconocimiento de los pueblos indígenas. Días y noches, semanas y meses de trabajo continuo, sobre todo en aquel momento crítico del proceso, comprendido entre la realización de las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente y su resultado desfavorable a la representación étnica negra. En Bogotá, en Cali, en Medellín, en Cartagena, se trabajaba intensamente para fraguar alianzas reales, afectas a la causa, con agentes políticos que se comprometieran a ser voceros y mensajeros de la misma y a apoyarla en los momentos decisorios. Mientras que en las zonas rurales y en los centros poblados de la ruralidad toda, de todo el Pacífico, con ejes determinantes en los ríos y en los poblados de Quibdó, Buenaventura, Istmina, Docordó, Guapi, Tumaco, Timbiquí y el Baudó, con el apoyo de las misiones católicas, las parroquias, los obispos y un buen números de maestros de escuelas y colegios oficiales, se desplegaba toda una campaña informativa y formativa en torno a la necesidad de conseguir la consagración constitucional de los derechos de las comunidades negras, sus mujeres y sus hombres, como sujetos étnicos de un país que, evidentemente, habría de ser declarado multiétnico y pluricultural... Carlos Rosero iba y venía de Buenaventura, de Cali, de Bogotá, de cualquier lugar del Pacífico y del país donde su presencia fuera necesaria, y regresaba siempre con palabras y silencios de sabio, con sonrisa de compañero y amigo, a los escenarios quibdoseños de debate, donde invariablemente fue acogido como una figura clave del proceso.

Expedida la nueva Constitución, que incluía el emblemático AT55, celebrado como un triunfo histórico en cada rincón del Afropacífico colombiano, vendrían nuevas luchas, nuevos escenarios, nuevos empeños, proyectos nuevos y etapas novedosas del proceso, que debían conducir a la expedición y entrada en vigencia de ese otro hito descomunal de tan compleja historia: la Ley 70 de 1993, nacida de la apuesta integral por el reconocimiento de las comunidades negras como sujetos de derechos étnicos y culturales en el ordenamiento jurídico de la nueva nación esbozada en el texto constitucional y como artífices reconocidos de la historia de dicha nacionalidad. Carlos Rosero fue uno de los integrantes de la Comisión Especial para la reglamentación del AT55 de la Constitución Nacional, que posteriormente daría origen a la Ley 70 de 1993.

Carlos Rosero, Popayán, 1993. Taller de Resolución de conflictos, PCN-WWF. FOTO: Banco de la República-Biblioteca Virtual. Colección digital Proceso de Comunidades Negras (PCN).

Del ambientalismo comunitario
En ese lapso, perdí de vista a Carlos Rosero, aunque sabía que seguía, dentro y fuera del país, aportando y enriqueciendo siempre los debates y las discusiones que iluminaron la expedición de la ley y los estadios primigenios de su aplicación en el reconocimiento de los títulos colectivos de sus tierras a las primeras comunidades negras del país… Nos reencontramos en Ecofondo, en 1996, para hablar de derechos humanos en las comunidades negras, hacia cuyos territorios había empezado a extenderse el conflicto armado interno del país; y para hallarle sentidos étnicos y culturales al ambientalismo comunitario que desde Ecofondo empezábamos a promover a través del apoyo a los primeros proyectos con un enfoque que integraba lo étnico, lo ecológico, lo ambiental, lo cultural, materializado en acciones protagonizadas por las propias comunidades para preservar la riqueza biodiversa de sus territorios mediante alternativas de planificación, manejo y producción sostenible, desde la perspectiva de los sistemas ancestrales de producción y desde el para entonces novedoso enfoque de la agroecología.

Ese fue también un buen momento, provechoso momento, en el que incorporamos una perspectiva ética, filosófica y ecológica para pensar, caracterizar y plantear modelos propios de desarrollo de la gente negra en los que no se diluyeran ni se perdieran de vista -sino que, por el contrario, se relievaran- aquellos modelos, prácticas, tradiciones, de poblamiento y uso del territorio, de los que habíamos hablado años atrás en las charlas de Quibdó, y que le habían dado origen a la ya expedida y tan querida Ley de comunidades negras, que había sido ordenada por aquel artículo transitorio de la nueva Constitución, en el que habíamos cosechado todos los esfuerzos y el trabajo intenso de los días y las noches, las semanas y los meses transcurridos entre 1987 y 1991.

Mariposa vagarosa

Tres décadas después de aquella gesta gloriosa, cuando aún falta reglamentar algunas partes de la Ley 70 de 1993 y son bastante recientes sus últimos decretos reglamentarios; con su inteligencia, lucidez y perspicacia de siempre, Carlos Rosero resumió la situación de los derechos de las comunidades negras en Colombia, en una entrevista realizada por Carlos Efrén Agudelo, Jhon Antón Sánchez y Jean Muteba Rahier: “…Aunque yo no sea un experto en historia, mi conclusión es que siempre los derechos de la gente negra han sido derechos aplazados; están reconocidos, están ahí sobre la mesa, pero es como si uno persigue una mariposa, la mariposa va delante, da vueltas y vueltas, uno trata de cogerla, pero finalmente la ve pero no la coge. De alguna forma creo que eso es lo que pasa en general con la mayoría de los asuntos contenidos en la ley 70 del 93”[1].

Señor Ministro

Carlos Rosero, 2025.
Foto: Presidencia.

En ejercicio de su participación en movimientos políticos electorales, aunque de raíz social y étnica, Carlos Rosero fue nombrado hace poco más de un mes como responsable del recién creado Ministerio de Igualdad y Equidad, en reemplazo de la Vicepresidenta de la República, Francia Márquez, quien fue la primera en ocupar esta cartera y tuvo a su cargo la puesta en marcha de la nueva institución, cuya vida se extenderá solamente hasta el final del actual periodo presidencial. 

Aunque tiene su propio sitio web, por lo general bastante actualizado: https://www.minigualdadyequidad.gov.co/portal/el Ministerio de Igualdad y Equidad, extrañamente, no está incluido en el gabinete de gobierno que aparece publicado en el sitio web oficial de la Presidencia de la República: https://www.presidencia.gov.co/prensa/gabinete.[2]

La noble y necesaria lucha por la dignidad
Comprometido y propositivo como siempre, en un mensaje firmado por él mismo hace apenas dos semanas, con motivo de la conmemoración del Día internacional de la lucha contra el racismo y la discriminación racial (21 de marzo), Carlos Rosero expresó: “Como Ministro de Igualdad y Equidad, he asumido la responsabilidad en la formulación de la política para la erradicación del racismo y la discriminación racial. Un proceso participativo que esperamos que sea acompañado por las organizaciones, activistas, académicos, que por años han luchado y siguen manteniendo esta noble y necesaria lucha para la dignidad de todos y todas. La memoria de quienes han resistido y han luchado por la libertad nos exige estar a la altura del momento histórico. Hoy, más que nunca, reafirmamos nuestra determinación de construir una Colombia donde la igualdad y la justicia racial sean una realidad[3]... 

Que así sea. Hoy, como en aquellos tiempos cruciales, se requieren liderazgos y procesos colectivos, rigurosos y significativos, que contribuyan a que las comunidades negras de Colombia consoliden la firmeza y la claridad de sus rumbos de reivindicación y afirmación como sujetos históricos; lo más lejos posible de cierta trivialidad farandulera que por momentos ocupa la escena y de cierta vacuidad de jet set que por momentos desdibuja la causa.



[1] Carlos Rosero, Entrevista. Abya Yala. REVISTA SOBRE ACESSO À JUSTIÇA E DIREITOS NAS AMÉRICAS. Brasília, v.6, n.1, jan./jun. 2022, ISSN 2526-6675. Pág. 159. 

[2] Consultado: 05.04.2025

[3] Carlos Rosero, Ministro de Igualdad y Equidad. “En MinIgualdad trabajamos para erradicar el racismo y la discriminación racial”. Bogotá, 21 de marzo de 2025. Consultado el 7 de abril de 2025, en: 

https://www.minigualdadyequidad.gov.co/portal/Secciones/Sala-de-Prensa/400134:En-MinIgualdad-trabajamos-para-erradicar-el-racismo-y-la-discriminacion-racial  

El destacado de la cita en negrita fue hecho por El Guarengue, no aparece así en el texto original.

4 comentarios:

  1. Excelente buena nueva.

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  2. Bonito homenaje a quien mucho lo merece: Carlos Rosero que tranquilamente podría haber sido también Ministro de Cultura, gracias Guarengue

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  3. Interesante la reseña que haces del Ministro, Julio C. Conocer la historia de su participación en procesos comunitarios, espacios de reflexión y aportes a la normatividad que favorece a la población afro en Colombia, aumenta mis expectativas acerca de la gestión que pueda desarrollar en este Ministerio tan cuestionado. Mujeres de la Red de Mujeres del Caribe, nos reunimos con él, el paso 12 de marzo con el propósito de coordinar acciones que favorezcan a esta región, olvidada por los gobiernos de visión centralista. Ya tenemos avances importantes para la realización de un gran encuentro de mujeres con el Minigualdad. Te estaré contando. Un abrazo.

    Libia Luna

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  4. gracias, gracias por ser un archivis
    ta comprometido con esta memoria política que ayuda a reconocer quienes vienen caminando en esta causa. Elizabeth Castillo, Cauca

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