21/04/2025

 Francisco
El Papa que pudo haber ido a Quibdó

Papa Francisco ante el Cristo de Bojayá
Villavicencio, 8 de septiembre de 2017.
Foto: EFE.

Lo que empezó siendo un rumor, nacido en círculos de poder de la presidencia y de la cancillería, así como de la Conferencia Episcopal de Colombia, muy pronto, en pocos días, se convirtió en una posibilidad cierta, real: el Papa Francisco visitaría el Chocó, por lo menos a Quibdó, como parte de su Viaje Apostólico al país, que se realizaría entre el 6 y el 11 de septiembre de 2017. Un amigo, fotógrafo famoso, que ha ganado todos los premios de fotografía nacionales y algunos internacionales, empezó a empacar maletas desde el mismo momento en que el rumor pasó a ser una posibilidad y la posibilidad se fue haciendo noticia en las alturas del poder eclesiástico y civil; e incluso llego a imaginar las mejores ubicaciones para tomar las fotos de lo que podría ser el evento del siglo para Quibdó y el Chocó.

Dos meses antes de la visita de Francisco, la noticia tomó otro rumbo. Los encargados de la cancillería colombiana y de la nunciatura vaticana habían seguido todos los protocolos de evaluación de condiciones de seguridad, comunicaciones, atención en salud, clima, transporte, etcétera. Y el resultado para Quibdó y el Chocó no era favorable a la visita de Francisco. Se temía, por ejemplo, que en caso de una urgencia de salud no fuera posible un traslado aéreo inmediato, por mal tiempo, y la precariedad de las condiciones locales de atención no ofrecían la menor tranquilidad. Si sucediera cualquier cosa, por pequeña que fuera, podría ser imposible que la comitiva pontificia se comunicara con el interior del país, para coordinar lo necesario; pues ni los teléfonos, ni el internet, ni en general el espacio electromagnético en el Chocó brindaba seguridad alguna. Etcétera. Etcétera. Etcétera… Sin buscarlas mucho, fueron apareciendo una a una las razones por las cuales llevar al Papa Francisco hasta Quibdó no era una buena idea. Por lo menos en esta ocasión.

Por todo ello, se descartó incluso un sobrevuelo en helicóptero en el que también se había pensado, para que el Papa Francisco viera desde las alturas el poblado de Bellavista y la nueva población de Bojayá, Quibdó y algunas otras poblaciones, con los asentamientos étnicos proporcionalmente más numerosos del país, estadísticas lamentables de bienestar y desarrollo, y los tristes datos de muerte, violencia generalizada, desplazamiento forzado, producidos por el conflicto armado interno colombiano y su enorme degradación en estas tierras de naturaleza pródiga y exuberante, y de fe inquebrantable; donde un enfrentamiento entre paramilitares y guerrilleros había producido una de las peores masacres de la historia de dicho conflicto: la masacre de Bojayá, a la cual había sobrevivido un Cristo mutilado, símbolo vívido y diciente de lo que allí había ocurrido y uno de los motivos generadores de la propuesta de visita del Papa Francisco a Quibdó.

El Papa Francisco, quien acaba de morir en El Vaticano, no vino, pues, a Quibdó ni a ningún otro lugar del Chocó durante su Viaje Apostólico a Colombia. Pero, el Chocó fue hasta él con las delegaciones propias de la estructura eclesiástica formal y con una nutrida delegación de gente común y corriente del Atrato sufriente, líderes y lideresas, creyentes fervientes y fervorosos, unidos todos en torno a la figura lacerante del torso mutilado y el rostro sangrante del Cristo de Bojayá; que el Papa Francisco bendijo en el Gran encuentro de oración por la reconciliación nacional, celebrado en el Parque La Malocas, en Villavicencio, el viernes 8 de septiembre de 2017.

Ante la figura lancinada y lancinante del Cristo de Bojayá, acompañado por aquella delegación de afrochocoanos, que había partido cuatro días atrás desde una distante capilla situada a la orilla del Atrato, para llegar en peregrinación a este momento histórico por lo sagrado y sagrado por lo significativo, el Papa Francisco pronunció con fervor profundo la siguiente oración:

Oración al Cristo negro de Bojayá
Oh Cristo negro de Bojayá,
que nos recuerdas tu pasión y muerte;
junto con tus brazos y pies
te han arrancado a tus hijos
que buscaron refugio en ti.
 
Oh Cristo negro de Bojayá,
que nos miras con ternura
y en tu rostro hay serenidad;
palpita también tu corazón
para acogernos en tu amor.
 
Oh Cristo negro de Bojayá,
haz que nos comprometamos
a restaurar tu cuerpo.
Que seamos tus pies para salir al encuentro
del hermano necesitado;
tus brazos para abrazar
al que ha perdido su dignidad;
tus manos para bendecir y consolar
al que llora en soledad.
 
Haz que seamos testigos
de tu amor y de tu infinita misericordia.
[1]

Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco,
en sus tiempos de Arzobispo y Cardenal primado.
Metro de Buenos Aires, 2008.
FOTO: Pablo Leguizamon.

A las 7:35 de la mañana (hora local de Roma) de este lunes 21 de abril de 2025, casi ocho años después de que pudo haber sido el único Papa en visitar al Chocó, Francisco murió en El Vaticano. Pienso en sus zapatos "Grulla" negros, que nunca quiso cambiar por los costosos y elegantes que usaban sus colegas cardenales. Pienso en su decisión de vivir en el mismo y simple cuarto de alojamiento de la residencia adonde llegaba cuando aún no era Papa; en sus sotanas blancas usadas, en su afición al fútbol, y en su carro Fiat pequeño, en el que viajaba acompañando al chofer en el asiento de al lado, así como en sus viajes cotidianos en el Metro de Buenos Aires, cuando era arzobispo y cardenal. Y se me ocurre que si al Papa Francisco le hubieran dicho directamente, en lugar de decidir por él, quizás él hubiera elegido visitar el Chocó o, por lo menos, hacer aquel sobrevuelo que tampoco, finalmente, se incluyó en su viaje apostólico a Colombia, en aquel septiembre de 2017.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Sus comentarios son siempre bienvenidos. Gracias.