17/03/2025

 Buscamos un puesto en la sociedad, 
dado que ya lo tenemos en la Naturaleza

Fragmento del prólogo 
de Carlos Calderón Mosquera
a El Chocó por dentro
de Carlos Arturo Caicedo Licona

Carlos Arturo Caicedo Licona (Quibdó, 1945-2023) no pudo haber encontrado mejor prologuista para su primer y maravilloso libro de ensayo, El Chocó por dentro, que el prominente intelectual, lúcido militante y disciplinado investigador, escritor y profesor universitario Carlos Calderón Mosquera (Condoto, 1927 - Cali, 2012). FOTOS: El Guarengue y Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.
Introito (de El Guarengue)

En 1980, en la introducción a su libro El Chocó por dentro, Carlos Arturo Caicedo Licona escribió: “Este escrito no va para los eruditos, va para los de nuestra condición. Puede ser leído en cualquiera de nuestros ranchos y guardado detrás de la lamparita que ilumina el chisporroteo quejoso ofrendado a los dioses para que detengan los martillazos lacerantes en nuestros estómagos vacíos”.[1] Y a fe que esa era la sincera, honesta -e incluso un tanto cándida- aspiración intelectual en la que se fundamentó su debut como escritor, que ya se había fogueado en el periódico Saturio: que cada uno de sus textos fuera semilla que brotara en la tierra fértil de la conciencia orillera de las gentes del Atrato, del San Juan y del Baudó, del Pacífico y del Caribe, y germinara en procesos de lucha contra el congelamiento intencional de las fuerzas productivas en el Chocó (una de las tesis principales de su libro), sometiéndolo a ser simple enclave proveedor de metales preciosos y materias primas; y en reivindicaciones colectivas a favor del reconocimiento de la nación afrochocoana (otra tesis central de su libro) como una nación dentro de la nación colombiana. A través de estos procesos y reivindicaciones, y de obras de valía, como el canal interoceánico Atrato-Truandó, sostiene Licona, el Chocó encontraría una salida a la encrucijada histórica de su ausencia total en las agendas del desarrollo de la nación colombiana, cuyas élites clasistas y racistas lo han excluido y segregado desde siempre.

Dios los cría y ellos se juntan, podríamos decir, pues Carlos Arturo Caicedo Licona no pudo haber encontrado mejor prologuista para su primer y maravilloso libro de ensayo que el prominente intelectual, militante lúcido y sagaz, disciplinado investigador, escritor y profesor universitario Carlos Calderón Mosquera (Condoto, 1927 - Cali, 2012). Al igual que, dos años después, encontraría en Daniel Valois Arce (Tadó, 1910 - Medellín, 1989), otra figura intelectual cimera de la chocoanidad, el mejor intérprete de su primera obra literaria: Glosa paseada bajo el fuego y la lluvia, para que escribiera la sucinta presentación de contraportada de la primera y también única edición del libro…

Carlos Calderón Mosquera, haciendo gala de su conocimiento y de su formación intelectual sólida e integral, en universidades colombianas y extranjeras, escribe un prólogo que no solamente guía al lector por los vericuetos contextuales, históricos y políticos del libro El Chocó por dentro, de su tocayo y amigo, discípulo y colega, Carlos Arturo Caicedo Licona. Además, a la altura y más allá de los planteamientos del libro, le regala a la chocoanidad una síntesis precisa, bien escrita y plena de lucidez, de los factores estructurales determinantes de la compleja y dura historia de esta sociedad regional; complementando así el retrato que Caicedo Licona nos pinta con trazos firmes y determinados en su sensato análisis, que tiene mucho de clarividente, visto los acontecimientos que posteriormente conducirían a la expedición de una nueva Constitución Política y a la expedición de la Ley 70 de 1993.

Se cumplen en agosto 80 años del natalicio del intelectual, escritor y profesor universitario chocoano Carlos Arturo Caicedo Licona (Quibdó, 12 de agosto de 1945 – 19 de junio de 2023), de cuya muerte conmemoraremos dos años el próximo junio. Y se cumplen y se conmemoran sin que ninguna institución o entidad, ni pública ni privada, ni regional ni nacional, ni comercial, ni administrativa ni cultural o educativa, haya dicho esta boca es mía o haya levantado la mano para liderar la mínima retribución que se le debe al Maestro Licona por su enorme e invaluable aporte al análisis de la realidad del Chocó y a la literatura de la región: la reedición de su obra completa o de alguno de los títulos más representativos de la misma, cuyos costos serían tan ínfimos como que su recuperación o retorno estarían asegurados por la venta inmediata de todos los ejemplares de cada tiraje; del mismo modo que ocurriría con cada uno de los autores de la Biblioteca de la Chocoanidad, que hemos venido proponiendo y para cuya organización y puesta en marcha estamos listos en El Guarengue-Relatos del Chocó profundo®.

Señoras y señores: de Carlos Calderón Mosquera, en El Guarengue, los principales apartes de su prólogo a El Chocó por dentro, de Carlos Arturo Caicedo Licona; un prólogo tan elocuente y relevante, como revelador e histórico es el libro al cual corresponde. Disfrútenlo y, por su bien, léanse el libro.

Julio César U. H.
15 03 2025

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 Prólogo de Carlos Calderón Mosquera 
a El Chocó por dentro, 
de Carlos Arturo Caicedo Licona.
FRAGMENTO

El Chocó por dentro es el libro que las gentes estudiosas del Chocó y de Colombia, especialmente la juventud, estaban esperando de la inteligencia y la sabiduría de Carlos Arturo Caicedo Licona […] Caicedo Licona es un estudioso, no solo de las ciencias propias de su profesión, sino también de la historia, la sociología, economía y demás ciencias sociales. Ha fundado una casa de la ciencia y de la cultura en la ciudad de Quibdó, el Centro de Investigación “Manuel Saturio Valencia”,[2] que será la antorcha que los chocoanos encenderán, o que les servirá de guía en la liberación de su nacionalidad.

[…]

El libro que nos ocupa busca crearle al pueblo, a la juventud chocoana, conciencia de lo mucho que el Chocó le ha dado a Colombia y de lo poco o nada que ha recibido. De la deuda inmensa que tiene la nación colombiana para con la nación chocoana, injerta en ella, por cuidarle esta esquina oceánica. Es un libro histórico. ¿Acaso el mundo no nos mira? ¿Qué región de Colombia, y del orbe, tiene esta posición geográfica, rica en hechos? De riqueza a granel se puede hablar; que si se explotara racional y científicamente sería un gran aporte a la vida nacional.

[…]

Como el gobierno central, con su cohorte de burócratas, no permite, como no ha permitido durante centurias, nuestro adelanto, precisa entonces estudiar que se nos den instituciones. En el marco de la vida nacional mayor autonomía. Hoy no tenemos ninguna. Que se nos dé un estatus parecido al que reclaman vascos y catalanes, en la vieja España. […] Puede que andando solos alcancemos lo que no hemos logrado en muchos años de espera. Los pueblos y los hombres superiores, y todos los pueblos y hombres lo son, ante un reto se agigantan. Viviendo la verdad debemos cambiar. La integridad no se puede hacer mientras unas pocas regiones, unas pocas personas, vivan en la opulencia y una gran mayoría viva en la miseria, en medio de grandes recursos. La juventud del Chocó y de Colombia tiene ante este libro un compromiso. Su deber es estudiarlo. Analizarlo. Interpretarlo como una herramienta, y otras que ya se tienen y vendrán, para transformar nuestra condición de colonizados por la de hombres libres. No en la fraseología barata de los políticos de elecciones, sino en la profunda realidad que los tiempos de hoy y de mañana demandan. De cambiar, repetimos, nuestra condición de dependencia, de opresión, de coloniaje, de explotación, por la liberación integral. Liberación que debe empezar por el hecho económico, sin lo cual no hay libertad política. Como se ha olvidado la integridad de todo lo expresado, asistimos a un oportunismo que está cambiando el esfuerzo del pionero por la recompensa del lacayo. […] El deber de todo chocoano es ser revolucionario, se lo han dicho la realidad y el mismo presidente de la república. Para los temerosos de la furia legalista ante una situación revolucionaria, los remitimos a lo anterior. Ya tenemos, por lo mismo, la patente para luchar por nuestra nacionalidad. ¿Cuáles son las bases de dicha nacionalidad? La historia. La geografía. La situación geopolítica. La raza, las costumbres. Haber vivido y padecido juntos cuatro siglos de espera. Nuestros abuelos fueron traídos de África y al Chocó entraron en 1670, por la selva de Cartago a Nóvita, como a Tadó, donde existían reales de minas. Después de muchos años, llegaban los primeros negros, cruzando el istmo de San Pablo, a las orillas del Atrato. Padecimos afrentas colectivas. Afrentas que persisten con el trato que nos da el capitalismo antioqueño y la burocracia de la metrópoli ubicada en Bogotá, desde la época de los virreyes.

[…]

Buscamos un puesto en la sociedad, dado que ya lo tenemos en la Naturaleza.

Si nos dejaran solos en la lucha por encontrar nuestro puesto en la sociedad, dado que ya lo tenemos en la naturaleza, podríamos hacernos a un “hábitat” económico, político, científico y humano. El Chocó tiene un retraso de más de cien años, en relación con otras partes intermedias del devenir colombiano. Por eso, la Universidad Tecnológica del Chocó “Diego Luis Córdoba” convoca a la juventud -lo mismo que el libro de Caicedo Licona- a hacer grandes cosas, dando la herramienta precisa para hechos concretos, partiendo de realidades concretas. Después de muchas luchas, de esperar, espíritus avizores arrancaron al sistema este instrumento, de donde debe estar alejada la politiquería, que tanto daño nos hace; su reestructuración se hace indispensable y ello traerá muchos bienes. Como vanguardia de un nuevo humanismo, de la nueva cultura y ciencia que nace en medio de la selva. Cual portador es el hombre negro, y el hombre de otras escuelas que quiera venir a construir con nosotros, no a destruir, como ha sucedido en el pasado y está sucediendo ahora.

En realidad, existe en Colombia un racismo larvado. Que no da su nombre. Pero muestra sus hechos. Desde los días de la colonia, al negro, al indio, al blanco pobre se les ha mantenido alejados de los centros de poder. Y la condición de raza, la explotación y la degradación palpable, se añade a la explotación como clase. La mujer negra e india es víctima de tres tipos de discriminaciones, Por negra e india, por pobre y por mujer. Con la liberación de estas razas, vendrá la liberación de clase. O al contrario, como quiera interpretarse. En Colombia, como en los Estados Unidos de Norteamérica, el imperio, la cabeza, al negro o al indio, es el primero en quitársela, así los empleos en época de crisis, y el último en dársele. El capitalismo vive de crisis en crisis hasta su debacle final. Un sistema que no da pan, techo, escuela, sanidad a su pueblo, no tiene derecho a regir su destino. Hay que enviarlo al basurero de la historia. Todos, absolutamente todos, nos dice Caicedo Licona, deben agruparse para el cambio. Los derechos no se mendigan, se conquistan luchando, le grita Antonio Maceo, el negro cubano, a los mambises.

El progreso del Chocó y de Colombia ha sido detenido deliberadamente. Por eso, los campesinos y los obreros, junto a los intelectuales, tienen la misión histórica de iniciar el cambio de las estructuras. En una palabra, el hombre nuevo tiene expresión por medio de esas voces. Carlos Arturo Caicedo Licona denuncia a sus hermanos de Colombia y del mundo el maltrato. Y cita a tres hombres guías de nuestro acontecer histórico: Manuel Saturio Valencia, precursor de la nueva nacionalidad; Diego Luis Córdoba, el primer Córdoba antiimperialista, que en la década del 30 al 60 levanta su voz solitaria en un congreso castrado por la burguesía y denuncia el trato infame de la Chocó Pacífico, una de las multinacionales que tanto daño nos han hecho y cuyas secuelas por ahí dan trato engañoso todavía. Y Rogerio Velásquez, el historiador del quehacer de nuestro pueblo, cuyas obras son testimonio consagrado al nuevo evangelio del cambio. Si esa generación heroica, sensible a las luchas de su tiempo, cumplió con su tarea, a esta generación con mejores herramientas le toca realizar lo que nuestros abuelos no pudieron hacer por las limitaciones de antaño. A fe nuestra, que es hermosa la brega. Y si derrotados una vez, tres y más veces, volvemos a la carga, se llegará a la cima. Entre las fuerzas del privilegio que luchan por su permanencia y las nuevas fuerzas que avanzan hacia el porvenir no cabe el reposo. Son antagónicas. Son contradictorias. Las contradicciones son revolucionarias. Por eso son las parteras de la historia.

Ese día, la nación chocoana se pondrá en marcha. Ellos, los colonialistas, los burócratas decadentes, raposas jurídicas, están sembrando vientos. Nosotros seremos, ya estamos siendo, la tempestad. La pobreza, la gran riqueza y la democracia son elementos incompatibles en cualquier sociedad. Es esta la respuesta para muchas personas que ven la libertad en el vacío. Un pueblo libre siempre rehusará aceptar una pobreza que pueda evitarse. Para salvar y acrecentar la libertad, es preciso terminar con la pobreza, fruto de la injusticia. No hay otra solución. Es el único camino.

[…]

El libro El Chocó por dentro es un libro político doblado de científico. Estudiarlo es un imperativo de la hora en que nos ha tocado vivir.



[1] Caicedo Licona, Carlos Arturo. El Chocó por dentro. Editorial Lealon, diciembre de 1980. 120 pp. Introducción, pág. 20.

[2] N.B. El comité directivo del Centro Cultural Manuel Saturio Valencia, como lo registra el propio Licona en su Introducción a El Chocó por dentro, estaba integrado por los siguientes profesionales chocoanos: Ramón Contreras, Gerardo Enrique Mosquera, Salomón García Córdoba, Alberto Moreno Chaverra, Eduardo Henry Salas, Clímaco Maturana Pino, William Valencia M., Eccio Crisanto Asprilla, Fernando Quejada.

1 comentario:

  1. Hola Julio César! Gracias por traer de nuevo a estos Carlos (Licona - Calderón), egregios pensantes nuestros, a encender la llama de la inconformidad a ese congelamiento intencional de las fuerzas productivas, aunque no debemos dejar atrás la pereza mental de nuestros dirigentes, de abrir esos espacios de discusión abierta para avanzar. Gracias nuevamente por hacer ese ejercicio de traer esas mentes que permitieron soñar con un mejor mañana. Saludos.

    Jorge Valencia Valencia

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