A veces llegaban cartas…
Vicisitudes del
servicio postal
en la Intendencia
del Chocó
a principios del
siglo XX
Las actividades de construcción son incesantes en las diferentes áreas de la colonia, cuando aún no se cumplen dos años de su fundación. Por lo menos una docena de edificios públicos han sido levantados en medio de los lotes dispuestos para ello en el centro poblado de Ciudad Mutis: oficinas para la dirección y otros funcionarios, escuela, hospital, comisariato, botica y consultorio médico, campamento para obreros y casa de acogida para nuevos colonos, casetas para semillas y otros fines, y hasta una pequeña cárcel, pues nunca se sabe. La construcción de las casas de los colonos, con el auxilio económico y arquitectónico de personal oficial, también avanza según lo planeado.
El puente está quebrado y las noticias han dejado de serlo
Así que todo marcha bien por estos lares, como lo confirman los reportes periódicos del director de la Colonia Agrícola de Bahía Solano, Carlos Villegas Echeverry, y el personal de funcionarios a su cargo. Con dos excepciones: la caída de un puente casi nuevo sobre el río Jeya, construido para conectar los dos sectores en los que se divide Ciudad Mutis, epicentro urbano de la colonia; y los frecuentes retrasos que se presentan en la llegada del correo a la zona, a veces tan significativos que lo que pretendía ser novedad en las cartas que llegan se ha vuelto historia patria cuando su destinatario las lee y las noticias de los periódicos han dejado de serlo cuando llegan al paradisiaco emplazamiento… Ambas cosas pronto hallarán solución en este escenario que, como todos los de colonización, tiene algo de épico e irreductible en horas de dificultad.
Un error que costó mucho dinero
En su informe de mayo de 1937 al Ministerio de Agricultura y Comercio, el director de la Colonia Agrícola registra con detalle lo referente al puente roto. “Las dos áreas urbanas, oriental y occidental, separadas por el río “Jeya”, se unieron por un puente que recién terminado se le cayó al ingeniero que lo construyó. Posteriormente, en agosto y septiembre del año pasado, la dirección empezó su reconstrucción, habiendo durado en perfecto estado de conservación hasta la fecha, con las siguientes especificaciones: sistema rígido, ocho columnas dobles de anclaje, con cimientos reforzados en el lecho del río, dos torres terminales y anclas de hormigón, con una longitud total de 83 metros. El sistema colgante ideado por el ingeniero fue un error que costó mucho dinero; la construcción actual ha resistido todas las avenidas del río y quedó con una capacidad neta mayor de 2.600 kilos”.[2]
A merced de los tiburones
En cuanto al servicio de correos, sus demoras e irregularidades no son problemas exclusivos de este litoral y mucho menos constituyen una novedad. Dos décadas antes de la fundación de la Colonia Agrícola de Bahía Solano, en su informe 1911-1915 sobre la Prefectura Apostólica del Chocó, los Misioneros Claretianos se quejan de la escasez, intermitencia y falta de periodicidad del servicio postal en territorio chocoano. “El servicio postal de Cartagena a Quibdó lo prestan varios vaporcitos que viajan sin fecha fija; que, habiendo de atravesar el Golfo de Urabá, casi siempre muy alborotado, vense sometidos a forzosas demoras unas veces, otras a arrojar al mar parte del cargamento, si ya no perecen bajo el furor de las ondas que, haciendo astillas la embarcación, deja a los viajeros a merced de la voracidad de los muchos tiburones que viven en aquellas aguas. En los meses de enero, febrero y marzo es muy arriesgado atravesar el golfo; el vaporcito Libertador, en febrero de 1913; el Kate, en febrero de 1914, y el Diego Martínez, en febrero de 1915, hallaron fin desgraciado en sus aguas. En ese mismo año de 1915 (febrero) corrió grande riesgo de perecer la lancha Julia Susana”.[3]
Una trocha impracticable
Si por agua llueve, por tierra no escampa. Al aterrador panorama en el que debe prestarse el servicio postal hacia la Intendencia Nacional y Prefectura Apostólica del Chocó por la vía del Caribe, el Golfo de Urabá y el río Atrato, hacia Quibdó; los misioneros añaden -en su informe quinquenal de 1915- detalles sobre las condiciones terrestres del servicio desde y hacia el interior del país. “El servicio del correo para el interior hácese por una trocha, las más de las veces impracticable; de ahí el retraso en la llegada del correo y la imposibilidad de despachar la correspondencia, pues el posta regresa inmediatamente; y no es raro el caso de recibirla perfectamente averiada a causa de los fuertes aguaceros o de las crecientes de los ríos. Idénticas observaciones podríamos hacer con respecto al correo que se recibe por las vías de Buenaventura y Nóvita-Cartago”.[4]
Súpose en España antes que en Istmina
A tan sombrío panorama se suma el hecho de que “las líneas telegráficas son todavía más escasas y se hallan en el mismo deplorable estado. Una sola existe en toda la Intendencia, con cuatro oficinas de despacho. Si se tiene en cuenta que el hilo transmisor sufre daños frecuentes, merced a las lluvias torrenciales que derriban los postes, y que existen muchas leguas de líneas que pasan por bosques impenetrables y muy distantes de todo poblado, se comprende que las interrupciones han de ser numerosas y de larga duración. Vaya, por vía de ejemplo, la noticia del fallecimiento del Reverendísimo Padre Prefecto Juan Gil súpose en España antes que en Istmina, distante apenas doce leguas de Quibdó; y a los cuatro días del entierro, desde Cartagena, recibióse telegrama preguntando por la salud del enfermo, siendo así que a ambas partes se había enviado telegrama en el momento de la muerte”.[5]
Veinte años después
Cuando la Colonia Agrícola de Bahía Solano es fundada, el 7 de agosto de 1935, la crítica situación del servicio de correos, descrita crudamente por los Misioneros Claretianos en aquel informe, ha cambiado, aunque la situación diste de ser perfecta. La navegación comercial por el río Atrato, entre Cartagena y Quibdó, se ha regularizado y con ello la periodicidad del servicio postal también ha mejorado, así como la regularidad del transporte de pasajeros y mercancías. El servicio de transporte aéreo, prestado por la empresa colombo-alemana SCADTA mantiene en permanente comunicación a Quibdó e Istmina con el interior del país, así como los vuelos a Cartago traen mercancías, pasajeros y correo hacia Nóvita y Sipí. La trocha hacia Antioquia sigue siendo impracticable, aunque con todo y eso hay mayor tráfico comercial y en algo han mejorado los servicios postales que a través de ella se prestan desde y hacia Quibdó, y desde esta capital hacia otros sitios del Chocó.
Bajo la dirección y administración de la Intendencia del
Chocó
Finalizando el año 1936, un año largo después de la fundación de la Colonia Agrícola de Bahía Solano, el correo nacional de Buenaventura a Juradó y Coredó empezó a funcionar “por administración directa, bajo la dirección y responsabilidad de la Intendencia del Chocó”;[6] en virtud de un decreto presidencial firmado por el presidente Alfonso López Pumarejo, el Ministro de Correos y Telégrafos, Jesús Echeverri Duque y su ministro de Educación, Encargado del Despacho de Gobierno, Darío Echandía. El contador de la motonave Chocó asumió funciones de Mensajero de Correos y con similares funciones fueron creados tres puestos de mensajería “para atender a los servicios de Docampadó a Pizarro, Utría a El Valle y Coredó a Juradó”.[7]
Adicionalmente, el decreto, en su artículo 4° estableció que “el servicio dicho se prestará así: dos viajes al mes de Buenaventura a Coredó, por Docampadó, Arusí, Utría, Ciudad Mutis y Cupica, con los ramales de Docampadó a Pizarro, Utría, El Valle y Coredó a Juradó. Se regularizó así la periodicidad del servicio a través de la motonave Chocó y se garantizó su cobertura en los principales poblados del Pacífico chocoano, hasta los límites con Panamá, incluyendo la recientemente fundada colonia.
Panamerican Airways Grace Inc.
En mayo de 1937, la empresa aérea estadounidense Panamerican Airways Grace Inc (Panagra) ya había realizado dos vuelos de prueba desde Cristóbal, corregimiento de Colón (Panamá) hacia Bahía Solano, con el fin de incluir posteriormente a la colonia como un destino de su itinerario entre Panamá y Ecuador, en una ruta que cubría Cristóbal, Solano, Cali, Tumaco y Guayaquil. Solano sería una escala Flag stop, es decir, que los aviones solamente llegarían allí por solicitud o demanda cuando hubiese carga, pasajeros o correo en las fechas acordadas para ello. Panamerican Airways Grace Inc había sido creada en el año 1928 como competencia de SCADTA en el mercado aéreo de América del Sur, donde mantuvo numerosas rutas desde y hacia Ecuador, Perú, Argentina y Uruguay; administró y operó durante muchos años los servicios de correo extranjero entre los Estados Unidos y la denominada Zona del Canal, en Panamá.
El Mayor Santamaría Manccini
Finalmente, Panagra no se vinculó al transporte aéreo de pasajeros ni a la prestación de los servicios de correo para Bahía Solano y el Pacífico chocoano, principalmente por los planes estatales de adecuar un aeropuerto en la colonia y reemplazar la guarnición de infantería de marina por una tropa de la aviación: “Debido a las gestiones e iniciativa patriótica del actual director general de la aviación nacional, mayor Enrique Santamaría Manccini, devoto y desvelado propulsor de esta obra desde su fundación, el gobierno resolvió establecer un aeropuerto en la Bahía y que la guarnición militar actual dependiera de la aviación”. Adicionalmente, “por iniciativa y gestión del mismo director general de aviación, se obtuvo la celebración de un contrato con el Ministerio de Correos para un servicio aéreo quincenal, en aviones militares, de Buenaventura a este lugar, para el correo de carga liviana”.[8]
El Chocó y el Carabobo
Consolidada por el decreto presidencial 2856 del 19 de noviembre de 1936 su función de prestar regularmente el servicio de correo entre Buenaventura y Juradó, sirviendo a los sitios intermedios de esta ruta, el barco o motonave Chocó jugó un papel decisivo en la regularización de dicho servicio; además del servicio de carga hacia la Colonia Agrícola de Bahía Solano, que siempre había prestado sin cobro de fletes.
El barco Chocó, “de propiedad del Ministerio de Industrias y Trabajo, administrado por la Intendencia del Chocó, hace el recorrido desde Buenaventura hasta el límite con Panamá (Punta Ardita), con escala en todos los caseríos de la costa comprendida entre los dos puntos citados. En la travesía de Buenaventura a Solano emplea tres días y de ésta a Punta Ardita dos días. No tiene itinerario fijo, pero su obligación es visitar los lugares nombrados dos veces al mes, prestando al mismo tiempo el servicio de correos, de acuerdo con el contrato que tiene celebrado la Intendencia con el Ministerio del ramo”.[9]
Los servicios del barco Chocó, que en 1939 sería dotado de un motor Bolinder, de mayor rendimiento y menor ruido, capacidad tractora más alta y menor consumo de combustible, fueron complementados por los del barco militar Carabobo, que desde los primeros meses de su fundación prestó servicios de transporte de pasajeros y contribuyó en cuanto le fue solicitado para el desarrollo de la Colonia Agrícola.
A veces llegaban cartas
Las últimas cartas manuscritas, en papeles y sobres especialmente producidos para este menester, se escribieron, se enviaron y se respondieron aproximadamente a finales de la década de 1980. Un poco más de medio siglo de cartas enviadas y recibidas desde y hacia Bahía Solano y la costa toda del Pacífico chocoano forman parte de la historia íntima del nacimiento, desarrollo y consolidación de un territorio de cuya fundación como colonia agrícola no se ha cumplido ni siquiera un siglo.
La Ordenanza Nº 8 del 19 de noviembre de 1962, de la Asamblea Departamental del Chocó, creó el Municipio de Bahía Solano, que de Colonia Agrícola había pasado a ser corregimiento del Municipio de Nuquí, del cual fue segregado para que asumiera su nueva condición institucional. La Prefectura Apostólica del Chocó, creada en 1908, es dividida en los vicariatos apostólicos de Quibdó e Istmina, en 1952; los cuales son elevados a la categoría de diócesis en abril de 1990, cuando a la región están siendo introducidas las novedades del correo electrónico y las máquinas de escribir electrónicas, que habían reemplazado a las mecánicas, empiezan a ser desplazadas por los computadores.
A veces llegaban cartas con sabor amargo, con sabor a
lágrimas, cartas que hablaban de que en la distancia el amor se muere. Pero,
también, a veces, las cartas hablaban de que en la distancia el cariño crece.[10]
[1] Villegas Echeverry, Carlos. Informe del director de la Colonia Agrícola de Bahía Solano, mayo de 1937. En: Díaz Rodríguez, Justo. INFORME DEL JEFE DE LA SECCION DE COLONIZACIÓN. Julio 1936-julio 1937. Bogotá, julio 15 de 1937. 27 pp. Pág. 228-255. En: Memoria del Ministerio de Agricultura y Comercio, 1937.
[2] Villegas Echeverry, informe citado. Pág. 235. Aunque en la actualidad es frecuente escribir Jella, en este caso conservamos la grafía de la fuente original: Jeya.
[3] Informe oficial que rinde el Prefecto Apostólico del Chocó a la Delegación Apostólica. 1911-1915. Bogotá, Imprenta Nacional, 1916. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 118 pp. Pág. 63-64.
[4] Ídem. Pág. 64
[5] Ídem. Pp. 64-65
[6] DECRETO 2856 DE 1936 (noviembre 19). Por el cual se organiza por administración directa el servicio de correos nacionales de Buenaventura y Juradó. Ministerio de Justicia. SUIN Juriscol-Servicio único de información normativa. Artículo 1°
[7] Ibidem,
artículo 2°.
[8] Villegas Echeverry, informe citado. Pág. 242.
[9]
Ibidem, pág. 251.
[10] A
veces llegan cartas. Raphael, 1972. https://www.youtube.com/watch?v=9ZFmOHwEVy8
Una innegable realidad! Una verdadera locura! Me tocó vivirla! Siendo juez de la república, luego de 2-3 meses de envío de un expediente a la oficina destinataria, el sobre de manila que contenía el respectivo expediente llegaba abierto y roto, ya todo el mundo conocía el contenido y, cuando lo entregaban en la oficina respectiva, el juez era el último en saberlo. Lo mismo ocurría con los marconigramas.
ResponderBorrarVíctor Raúl Mosquera
Gracias por recordar las penurias de esos tiempos, que aún persisten.
ResponderBorrarJorge Valencia V.
Espíritu investigativo, evidencia histórica y artículos muy bien escritos. Gracias maestro; siga así por el sendero de la verdad.
ResponderBorrarLascario Barboza