lunes, 26 de agosto de 2024

Réquiem por Gache

Graciela Quejada Córdoba, Gache.
FOTOS: 1-Alejandro Tobón Restrepo (reproducción JCUH).
2 y 3-Misioneros Claretianos. 4-Seglares Claretianas.

Falleció Gache. Y con ella murió, ¡salve, salve, salve, salve, salve, dolorosa madre!, una de las más grandes cultoras, compositoras y cantadoras solemnes de alabaos, salves y romances atrateños, además de los distintos aires de la música vernácula del Chocó… Falleció Gache, Graciela Quejada Córdoba: Maestra, Trabajadora Social, Seglar Claretiana, Especialista en Biblia, profesora universitaria, integrante del Centro Bíblico Camino y del grupo fundacional de la Universidad Claretiana (Uniclaretiana)… Falleció Gache, comadre, prima, parienta, madrina y amiga de medio mundo y de mundo y medio más. Y con ella se murieron en Quibdó unas cuantas y sustanciales porciones de bondad, de alegría, de compromiso y de solidaridad… Falleció Gache, quibdoseña genuina, a carta cabal, que conocía con detalle los troncos familiares del viejo Quibdó; y por eso siempre sabía quién era quién y acompañaba a todo el mundo en sus trances de salud, en sus percances familiares, en sus velorios y sepelios. No pocas veces su solidaridad se manifestaba en apoyos materiales generosos y tácitos para quien lo necesitara, a título de prima, de tía, de sobrina, de comadre, de amiga, de compañera, de vecina: Gache sí que sabía aplicar aquello de que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha…

Misionera y seglar claretiana

Duele en el alma la muerte de Gache, mujer íntegra y leal, servidora permanente de toda causa de la que pudiera derivarse un poco de paz o algo de bien para la gente. Por ello, precisamente, a su labor magisterial, Gache añadió su trabajo dedicado como parte del Equipo Misionero del Medio Atrato, fundado y guiado por el gran misionero claretiano y chocoano Gonzalo de la Torre, con quien compartió misión entre 1979 y 2016; así como su participación en escenarios festivos, litúrgicos, evangelizadores y culturales, como los comités de apoyo a la organización de las Fiestas de San Pacho, cuyas banderas homenajearon y cubrieron su féretro durante la misa de su sepelio, el lunes pasado, 19 de agosto, en la iglesia de la Loma de San Judas, en Quibdó, a cuya parroquia Gache siempre perteneció.

Gache fue misionera y seglar claretiana. Desde esta identidad, puso su vida en el compromiso cotidiano con la construcción de una nueva sociedad inspirada en el Evangelio de Jesús, en los postulados de amor y justicia de sus bienaventuranzas y de su vida pública; desde la perspectiva de servir siempre de modo oportuno, urgente y eficaz, como se lo inspiraba su vocación claretiana; y con la biblia, que estudió con dedicación y apasionamiento, hasta titularse en esta especialidad, como guía de su acción social y de la docencia universitaria y comunitaria… Gache acompañó a su mejor maestro de biblia, Gonzalo de la Torre, en la aventura precursora de la Universidad Claretiana: el Centro Bíblico Camino, donde fue “estudiante, maestra y artesana de la Muestra Bíblica”[1], la cual dio origen al Museo Bíblico Claretiano, que actualmente funciona en Medellín, coordinado por su creador, curador, organizador y autor de textos: Gonzalo de la Torre.[2]

Misa de réquiem de Gache. Parroquia de San Judas Tadeo, Quibdó, 19 de agosto de 2024. Foto 1: algunos de los presbíteros de la Diócesis de Quibdó que concelebraron la misa; el 4° de izquierda a derecha es Wilson Cuevas Valencia, quien conoció a Gache desde los comienzos de su misión y fue uno de los primeros sacerdotes claretianos chocoanos después de Gonzalo de la Torre. Foto 2: Banderas de los barrios franciscanos de Quibdó en homenaje a Gache. FOTOS: Facebook Diócesis de Quibdó. 

Maestra

Gache fue maestra, recordada por varias generaciones de niñas, en la Escuela Anexa al Integrado Femenino y en la Escuela María Berchmans. En esta última se recuerda su férrea defensa del nombre de la monja en homenaje a quien fue bautizada la escuela, cuando se pretendió cambiarle el nombre por el de Pies descalzos; el argumento de Gache se basó en la gratitud, en la importancia de valorar el hecho de que aquella religiosa hubiera dedicado su vida entera al Chocó, en los campos de la salud y la educación… Como maestra, Gache no solamente desplegaba todas sus habilidades pedagógicas, sino también su calidez y cariño en el trato, su creativa docencia sin ínfulas de innovación, su promoción de ideas básicas de equidad y justicia entre su alumnado. “Fue mi maestra en la Anexa al IEFEM. Única e irrepetible, de aquellos docentes que nunca olvidaré”, escribió Libia Gómez Rentería, Comunicadora Social, de Quibdó.

Verseadora y cantora excelsa

Portadora y conocedora de las más representativas prácticas culturales de la afrochocoanidad, incluyendo la cocina tradicional, los relatos orales, la historia local, la música tradicional, la religión comunitaria y las fiestas patronales, al igual que los intríngulis de las redes de parentesco de la familia extensa; Gache era una cantadora notable de cantos fúnebres y celebrativos de la religiosidad popular afrochocoana; así como conocedora e intérprete insigne de todo tipo de ritmos regionales, cuyas letras sabía de memoria, como si tuviera una antología musical infinita en la cabeza y en el alma. De hecho, casi la totalidad de las letras de un cancionero que hicimos a principios de la década de 1990 en la Diócesis de Quibdó, en tiempos del obispado de su compadre Jorge Iván Castaño, las transcribimos -Raúl Céspedes y yo- a partir de sus versiones y las revisamos a partir de su memoria, que era el mejor estándar de curaduría posible en la materia.

Coplera diestra e ingeniosa, aguda y perspicaz, Gache era una repentista sinigual del verso atrateño de cuartetos octosílabos, en los cuales podía resumir desde anécdotas cotidianas hasta acontecimientos históricos regionales, como la historia del proceso de organización comunitaria en el Medio Atrato y de la Ley 70 de 1993. Sus versos, escritos siempre a mano, en letra clara y correcta, eran impecables a la hora de recoger clamores colectivos sobre asuntos críticos para la vida regional, como la defensa de los recursos naturales. Un ejemplo de esta capacidad inagotable de Gache es su Salve de la Naturaleza, compuesta hace unos veinte años y que en el 2006 fuera colectada y grabada en Quibdó por el investigador musical Alejandro Tobón Restrepo, quien la incluyó en un disco que formó parte de su trabajo de investigación etnomusicológica publicado en el libro “El río que baja cantando”[3]… Allí Gache canta junto a Elsy Becerra de Parra.

Se podría decir que no hubo evento eclesial y comunitario de importancia en el Vicariato y en la Diócesis de Quibdó que no contara con los aportes artísticos de Gache, con su preciosa voz y su querida presencia; así como no hubo proceso de reflexión y producción de materiales de educación popular y etnoeducación (cartillas, folletos, boletines) que no contara con su talento para el verso y su admirable capacidad de síntesis. Tuve el honor de conformar tríos copleros, tanto para producir materiales como por simple y llana diversión, con Gache y Gonzalo de la Torre, poeta innato de la chocoanidad. Un terceto al cual se unió, no pocas veces, otra coplera endiablada y más pícara que los tres juntos: Idalides Córdoba.

Gonzalo María de la Torre Guerrero, misionero claretiano chocoano, mentor, amigo y maestro de Gache. FOTO: Museo Bíblico Claretiano.
Amiga leal

En un bello texto de remembranza de Gache, que fue leído en su sepelio, Gonzalo de la Torre escribió: “No recuerdo ni cuándo ni por qué Gache empezó a llamarme con el emotivo apodo o sobrenombre de Corazón. Lo hizo hasta el día de su muerte. Yo se lo agradezco en el alma, pues sentirme parte del corazón de una mujer chocoana como Gache será siempre un privilegio inmerecido y un llamado a comprometerme más y más con el pueblo. Que Gache nos bendiga a todos desde el cielo y a todos nos convierta, por el compromiso, en verdadero pueblo”.

Por su parte, recurriendo al patrón de versos de los cantares populares atrateños, que Gache en vida tanto cultivó, el Padre Napo, Manuel Napoleón García Anaya, escribió:

“Catequista y promotora,
maestra muy servicial,
de corazón sin igual,
amiguera y conversona.
Con tu ternura infinita,
tú que fuiste alabadora,
e inspirada verseadora,
¡Vete al Reino, comadrita!”

Requiem aeternam dona eis, Domine

Quienes tuvimos la dicha de contar con su amistad y con ella trabajamos en jornadas tan llenas de compromiso como de camaradería y jovialidad, sabemos que Gache era tan cariñosa y querendona como enérgica y temperamental, que Gache era una joya de admirable sencillez e infinita capacidad de afecto hacia los demás. Y que su amistad era un tesoro que uno guardaba con alegría y que siempre, sin falta, le embellecía a uno la vida. Requiescat in pace.




[1] Facebook Misioneros Claretianos Colombia-Venezuela.

https://www.facebook.com/cmfcolven/videos/2334118600313765?locale=km_KH

[2] Un recorrido virtual por esta monumental obra de conocimiento y sabiduría sobre la historia de la humanidad puede hacerse en: https://museobiblico.uniclaretiana.edu.co/

[3] Tobón Restrepo, Alejandro, y otros. El río que baja cantando. Estudio etnomusicológico sobre romances de tradición oral del Atrato medio. Universidad de Antioquia, Facultad de Artes. Primera edición: enero de 2015. 233 pp. Incluye disco compacto.


lunes, 19 de agosto de 2024

 En memoria de Yesid Moreno Díaz, 
el último reportero de Quibdó

Yesid Moreno Díaz (centro) con sus colegas Libia Gómez Rentería
y Edúbar Arango, en la celebración del Día del Periodista 2023.
FOTO: Cortesía Edu Arango.
A los 73 años de edad, más de la mitad de los cuales los dedicó de lleno al oficio periodístico, falleció en Quibdó -en la mañana del viernes 16 de agosto de 2024- Yesid Moreno Díaz, quien probablemente sea el último representante local y regional del modo más clásico de hacer periodismo: la reportería cotidiana; cuyos símbolos portó hasta los últimos días de su ejercicio: una agenda como libreta de apuntes, que no desamparaba ni para ir al baño; uno o dos lapiceros en el bolsillo de la camisa, que prestaba con celo para que no se le fueran a extraviar; y una grabadora de casete, que durante mucho tiempo cargó en una mano encima de la agenda, hasta que lograron convencerlo de que usara una mochila para acarrear ambas cosas.

Pionero

Yesid Moreno Díaz se fogueó como reportero en tiempos en los que no existían ni oficinas ni boletines de prensa, cuando las fuentes se consultaban de modo directo, cara a cara, sin más mediaciones que una secretaria para conseguir la entrada a la oficina del personaje y la grabadora para registrar las entrevistas, que luego se reproducían en las emisiones radiales o se citaban en las notas impresas.

Eran tiempos, menos lejanos de lo que se cree, en los que el internet en general y Mr. Google en particular no se encargaban de una porción significativa de la búsqueda de información, y no era WhatsApp el medio a través del cual -con un simple mensaje de una o dos líneas- se solicitaba y se obtenía “un audio” o un texto del personaje cuyas palabras se querían publicar, sin siquiera formular una pregunta. Mucho menos, pues ni siquiera se barruntaban aún, se podía recurrir a las herramientas de la denominada Inteligencia Artificial, a las que hoy tanta gente recurre para que les ayuden a redactar textos.

Así las cosas, Yesid Moreno Díaz fue uno de los pioneros de la reportería periodística en Quibdó. En búsqueda de sucesos, datos y hechos que pudieran convertirse en noticia, Yesid caminaba las calles de la ciudad y visitaba lugares públicos, oficinas y despachos, hablando con la gente común y corriente, con maestros, comerciantes, funcionarios, jueces, policías, curas, etc.; hasta encontrar lo que buscaba e ir armando mapas mentales que después convertiría en noticias redactadas en el más clásico y convencional estilo de la pirámide invertida para jerarquizar la importancia de los datos y de las 5 W o preguntas básicas a través de las cuales se construye una noticia.  

Mediante este trabajo diario, diligente, callejero, personal, Yesid Moreno Díaz contribuyó de paso a establecer paulatinamente en las instancias públicas la costumbre de atender los requerimientos de la prensa, sin restarles importancia y sin pensar que estaban mediados por el simple afán de una retribución publicitaria. Es decir, con su trabajo de reportero de a pie, Yesid contribuyó a instalar en los ámbitos institucionales la noción de fuente informativa, siguiendo un camino que en gran parte habían abierto periodistas como el Mono Díaz, Emil Nauffal Dualiby y Ricardo Arango Mosquera (Richard), herederos de una tradición periodística fuertemente enraizada en intelectuales como Primo Guerrero Córdoba y Reinaldo Valencia Lozano.

A la usanza antigua

A la usanza de aquellas figuras icónicas del periodismo local de su época juvenil, como Emil Nauffal Dualiby, una leyenda de la radio chocoana; y Ricardo Arango Mosquera (Richard), corresponsal de El Colombiano y precursor -con Carlos Díaz Carrasco, el Mono Díaz- de las oficinas gubernamentales de prensa en el Chocó; Yesid Moreno Díaz empezaba el día con un tinto o un anisado en alguno de los cafés de la ciudad en los que su presencia se convirtió en parte del lugar. Allí, en medio de saludos a todo el mundo y de charlas comunes y corrientes, cada día el reportero le tomaba el pulso a la ciudad, e incluso a la región, a través de los parroquianos y contertulios, de cuyas anécdotas, historias o comentarios, extractaba los primeros datos de lo que sería su jornada noticiosa; la cual completaría yendo de oficina en oficina a buscar sucesos, noticias, explicaciones y testimonios; o información policial o judicial, para la crónica roja... El material vespertino lo utilizaba para sus noticias matutinas, y el de la mañana para sus reportes noticiosos del mediodía… Eran -claro está- los tiempos fundacionales de su trabajo, cuando la ciudad y la región no eran tan grandes y abigarradas, ni tan complejas e ingobernables, ni tan inhóspitas como ahora. Pero, se le abona a Yesid el ingenio y el esfuerzo para conseguir material informativo de actualidad e interés, sin las herramientas que hoy garantizan la abundancia y la inmediatez.

Presente

Por esa vía y a través de esos sencillos métodos, Yesid Moreno Díaz fue durante varios años uno de los reporteros que surtió de material informativo al famoso sacerdote y periodista Efraín Gaitán Orjuela, quien en su calidad de dueño y director del periódico Presente armaba -con las provisiones de Yesid y las invenciones de su propia cosecha- aquellos alborotos y zambapalos mensuales, que marcaron una época y un estilo en la prensa chocoana, con sus titulares y sus opiniones intencionalmente sensacionalistas, calculadamente amarillistas… Yesid fue, pues, uno de los reporteros de Presente, aunque buena parte de sus noticias y material informativo terminaban convertidos en insumos de aquellos libelos de Gaitán Orjuela.

FOTO:
Archivo fotográfico y fílmico
del Chocó.

Pero, también, a través de su trabajo de a pie, de reportero raso y cotidiano, autodidacta, práctico y experimentado; a través de su ejercicio de lo que en las salas de redacción del periodismo clásico de principios del siglo XX se conoció como el oficio del cargaladrillos; Yesid Moreno Díaz surtió de información miles de emisiones de noticieros locales de radio -en las emisoras Ecos del Atrato y La Voz del Chocó- para los cuales reporteó, redactó, editó, produjo, locutó y emitió noticias de todas las fuentes, entrevistas de mayor o menor profundidad, comentarios de menor o mayor ingenio o agudeza...

De hecho, Yesid Moreno Díaz y Carlos Arturo Córdoba Romaña (FOTO) fueron los primeros que entrevistaron a Carlos Ossa Escobar, en aquella jornada histórica de protesta del Chocó: el Paro Cívico de mayo de 1987; en el mismo momento en el que Ossa llegó a Quibdó como delegado oficial del presidente Virgilio Barco para negociar, como en efecto lo hizo, el denominado Acuerdo Chocó-Colombia.

…Palabras para Yesid

Aunque la noticia del fallecimiento de Yesid Moreno Díaz era en cierto modo esperada en el gremio periodístico chocoano, en la familia y entre las amistades; cuando se produjo, este viernes 16 de agosto de 2024, no dejó de sorprender, de entristecer, ni de despertar reconocimientos sinceros y sentidos acerca de su vida y su trayectoria. Sus colegas y amigos, al unísono, reconocieron lo mejor de Yesid y recordaron su amistad, en los grupos de WhatsApp “Periodistas del Chocó”, “El Manduco” y “Carrasquilla Estéreo”[1].

El Círculo de Periodistas del Chocó, al anunciar oficialmente su fallecimiento, lo denominó “uno de los íconos del periodismo del Departamento”.

Gonzalo Díaz Cañadas, reconocido y versátil periodista, de la estirpe del Mono Díaz, escribió: “Lamentable pérdida para el periodismo chocoano. Yesid Moreno Díaz hizo parte de la vieja escuela del padre Gaitán... Buen redactor, conductor, crítico y combativo... Trabajamos varios años en La Voz del Chocó y "El Revolcón"... Alzamos el codo juntos más de una vez... Lo aprecié mucho y él a mí... Nos unieron los Díaz...”.

Gildardo Vélez Rivera, otro baquiano del oficio en Quibdó, expresó sus condolencias así: “El dolor embarga lo más profundo de mi corazón, al enterarme del fallecimiento de mi gran amigo y colega Yesid Moreno Díaz; triste noticia, que enluta al periodismo chocoano. Yesid, quien se destacó por su trabajo en la radio, era considerado uno de los mejores redactores de noticias del Chocó. Siempre me impresionó con su talento, capacidad, sentido de pertenencia, responsabilidad y compromiso en el desempeño de sus funciones; tenía un don para las palabras en el ejercicio de su profesión como periodista. Envío mis voces de condolencia y solidaridad a sus familiares, relacionados, y al gremio de Periodistas del Chocó, por esta pérdida irreparable”.

Chocó 7 días informó: “En la mañana de hoy, 16 de agosto de 2024, murió en el hospital San Francisco de Quibdó el periodista Yesid Moreno Díaz. Tenía 73 años, era natural de Coquí, municipio de Nuquí, y trabajó en las emisoras Ecos del Atrato y RCN La Voz del Chocó. Se distinguió por su estilo irreverente y crítico frente a los detentadores del poder”[2].

“Viejo amigo y maestro, compañero de redacción por muchos años en La Voz del Chocó. Paz en tu tumba, hijo de Coquí”, escribió Leonardo Montoya, de Q Radio. Y Etty Parra expresó: “Muy triste noticia. Amigo y compañero en mis días de radio en La Voz del Chocó.  Hombre de nobleza gigante. Buen viaje, Yesid”.

Otras voces que se sumaron a la lamentación unánime y colectiva fueron las siguientes:

“Me uno a esas voces de solidaridad y reconocimiento del gran Yesid. Que su pluma sea recordada por siempre. Gran señor, gran periodista y un ser humano, ante todo. Ampliemos su legado. El periodismo chocoano está de luto. Paz en su tumba”. Jair Mosquera D’ Perea.

“Lamentamos profundamente el fallecimiento del periodista Yesid Moreno Díaz… el periodismo chocoano pierde a uno de sus iconos. Paz en la tumba para el maestro y mucha fortaleza para sus familiares, amigos y allegados”. Emisora Villadigital Estéreo.

“Una gran pérdida para nuestro gremio. Yesid Moreno, gran tipo, gran persona y excelente amigo. Mis condolencias para su familia y amigos más cercanos. Paz en su tumba”. ~JD.

“Todos mis sentimientos y acompañamientos a nuestro hermano y periodista Yesid Moreno, quien luchó hasta el último día por mantenerse en vida, y seguramente seguir alimentando nuestro espíritu con las noticias a que nos tenía acostumbrados. A todos sus familiares y amigos, mis sentidas condolencias”. Víctor García Ayala.

“Dolor y tristeza por el deceso del amigo Yesid, excelente persona. El Chocó ha perdido un excelente periodista, crítico y proactivo”. Eurípides Salas Figueroa.

“Paz en la tumba del compañero Yesid. De la vieja buena escuela del periodismo chocoano. Enorme agradecimiento por su legado. Mi abrazo solidario para todos sus seres queridos y cercanos”. Úrsula Mena Lozano.

"Un comunicador empírico, pero con las mas altas cualidades a la hora de ejercer de la mejor manera el vilipendiado oficio del periodismo... Gran amigo de mi padre, Ricardo Arango, con quien trabajaron varios proyectos de radio en la emisora La Voz del Chocó. De una calidad humana inigualable y una nobleza de esas que ya no hay, te recordaremos con el mas grande de los cariños. ¡Paz en tu tumba, hermanito!". Edúbar Arango, periódico La Gaceta.

“Descanse en paz, amigo Yesid. Fue un ejemplo de superación, en medio de la marginalidad y las limitaciones”. ~ator48@gmail.com

Sepelio de Yesid Moreno Díaz. Parroquia de Fátima, Quibdó. 17 08 2024.
FOTOS: WhatsApp El Manduco
Con la frente en alto

En un texto titulado “Se fue la conciencia moral del periodismo chocoano”, publicado en el grupo de WhatsApp del periódico El Manduco, de Quibdó, el sábado 17 de agosto de 2024, el mismo día del sepelio de Yesid, cuyas honras fúnebres se celebraron en la tradicional Parroquia de Fátima, en el barrio La Yesquita; Luis Oswaldo Becerra Palacios, quien lo conoció de cerca, resumió así su trayectoria y sus calidades éticas y profesionales:

“Con la partida de Yesid Moreno Díaz, mueren la humildad, la honestidad, la lealtad, la decencia, la transparencia, el respeto, la verdad, la responsabilidad y el compromiso con la profesión de periodista, que ejerció empíricamente, sin ostentación de títulos, ni maestrías y doctorados, para convertirse con su experiencia en el mejor redactor de noticias de la radio Chocoana.

 

Murió como vivió, en la pobreza, sin bienes materiales, pero con la frente en alto, sin arrodillarse al mejor postor, ni vender la noticia para lograr reconocimiento o recompensas económicas. Yesid deja un legado: vivir y morir con dignidad.

 

Su pueblo natal lo debe llorar porque fue un férreo defensor del desarrollo de su municipio y la Carretera al Mar, especialmente del tramo uno, Nuquí - Cupirijo, que nos dejó enclavado en nuestras mentes por ser una de sus máximas aspiraciones.

 

Se fue un grande del periodismo de nuestro departamento. Descansa en paz, estimado amigo Yesid Moreno Díaz. Un ejemplo para la sociedad y los periodistas chocoanos: los principios y valores no son negociables.

 

Ustedes tienen la palabra.

Desde El Guarengue

Conocí a Yesid hace más de 40 años. La última vez que hablé con él fue en el muy quibdoseño barrio La Yesquita, al frente de la Universidad Claretiana, sentados en sendas sillas Rimax, en el andén de la peluquería de un amigo común. Siempre agradeceré su deferencia y amabilidad sinceras, su conversación espontánea, su optimismo contagioso y crítico frente a la realidad del Chocó.

Nunca dejaré de admirar su tesón: convertir el periodismo en una profesión, en una ciudad como Quibdó hace 50 años, merece más que un reconocimiento a la perseverancia de Yesid Moreno Díaz: su inclusión en un capítulo de la historia del periodismo chocoano acerca de la vocación y el ingenio para sobrevivir y sobresalir dignamente en circunstancias en las que “el cargo más desvalido era el de reportero, que tenía al mismo tiempo la connotación de aprendiz y cargaladrillos”, como anotara García Márquez en su repaso del periodismo colombiano que le tocó vivir cuando aún no era famoso; en su célebre discurso ante la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, en Los Ángeles, el 7 de octubre de 1996.

En aquella ocasión, Gabo también acuñó una máxima fundamental sobre la calidad del periodismo informativo, una máxima que Yesid Moreno Díaz, sin ínfula alguna y exento de títulos, comprendió siempre a la perfección: "la mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor". Un principio que muchos coleccionistas de diplomas universitarios aún no consiguen entender, como sí lo hizo Yesid. Paz en su tumba.


[1] Todos los testimonios sobre Yesid Moreno Díaz fueron tomados literalmente de los grupos de WhatsApp mencionados. Para efectos de publicación, se les hizo edición ortográfica y tipográfica.

lunes, 12 de agosto de 2024

 A propósito de la crisis de la UTCH

La vieja casona de madera de la carrera 2a. y el antiguo Colegio de la Presentación fueron las primeras sedes propias de la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba. FOTOS: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.
Escrita originalmente hace 52 años, en marzo de 1972, por el prestigioso jurista e intelectual chocoano Ely Gómez Ortega, al calor de lo vivido en el acto del cual fue partícipe en su calidad de cofundador de la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba; la crónica Así fueron las primeras clases en la UTCH, que ha sido publicada en dos ocasiones por medios regionales, en 2023 y 2024; es, además de una vívida narración de uno de los acontecimientos más trascendentales de la Historia del Chocó, una muestra impecable del espíritu que animó a los fundadores de esta aventura intelectual de la chocoanidad, que trajo a la región, por primera vez y con carácter público la educación superior; a la cual accedieron la mayor parte de los maestros y las maestras de la época, quienes nos enseñaban sin otro título que su dedicación de autodidactas en las áreas en las que se desempeñaban y su compromiso con la formación de todas las generaciones que pasaban por los colegios de la época: el Carrasquilla, la Normal, el Integrado Femenino y el Cañizales.
 
Sea este vivo relato del Dr. Gómez Ortega, que con admiración y gusto reproducimos, un oasis inspirador en medio del trance actual de la UTCH y de su crisis de vieja data, que refleja todo lo contrario de lo que inspiró a sus fundadores. Y sea esta la ocasión para invitar a los asiduos y leales lectores de El Guarengue a releer la crónica que publicamos en marzo de 2022, con motivo de los 50 años de fundación de la UTCH: De la Dieguito a la UTCH. 50 años de la Universidad Tecnológica del Chocó “Diego Luis Córdoba” (https://miguarengue.blogspot.com/2022/03/de-ladieguito-la-utch-50anos-de-la.html). Hay en ella algunas claves útiles para entender la situación actual.

Julio César U. H.

 

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Así fueron las primeras clases en la UTCH

Por Ely Gómez Ortega
Quibdó, marzo de 1.972

El lunes 6 de marzo de este año, se inició en el Chocó una nueva era: tomó forma la Universidad “Diego Luis Córdoba”. En un acto sencillo y sobrio, pero espléndido por su trascendencia, 208 estudiantes con ansiedad escucharon las palabras de quienes intervinieron en la ceremonia inaugural realizada en el Colegio Carrasquilla a partir de las 7 de la noche.

Estuvieron presentes por invitación especial, el señor Gobernador D. Diego Córdoba Zuleta, el señor secretario de Educación, Lic. Libardo Rentería Ledesma, el señor comandante de la Policía Nacional, coronel Alvaro Edmundo Bernal, el señor subcomandante, Mayor Fulton Velásquez, el Rvdo. padre Octavio Suárez en representación personal de S. E. el Sr. Obispo Pedro Grau Arola, varios fundadores de la institución y numeroso público.

Como primer número de tan sencillo acto cultural, un grupo de estudiantes entonó el himno al Chocó, del profesor Julio Ramos, que empieza Chocoanos despertemos, reclama el mundo entero ardientemente…”. No podía ser más oportuno el momento de esas palabras. Hubo tres discursos entre los intervalos musicales y poéticos. El primero estuvo a cargo del Sr. presidente del Consejo Directivo, Dr. Luis Augusto Córdoba Mena, uno de los pioneros de esta magna obra. En frases emocionadas y elocuentísimas narró el vía crucis de la Universidad del Chocó, los antecedentes de esta realización; el Comité Cívico, las luchas e incomprensiones, los malos entendidos, la decisión y la entereza de los gestores, los inconvenientes y las voces de aliento, las palabras pesimistas y las incrédulas, las cartas y telegramas, las personas llamadas a colocar su grano de arena, las visitas al ICFES y de Mineducación, la colaboración ciudadana y de las juntas de acción comunal, el apoyo de los municipios y del Departamento, el auxilio de algunos parlamentarios (Manuel Mosquera Garcés, $ 200.000.00; Daniel Palacios Martínez, $ 200.000.00: Ricardo Eleazar Valencia, $ 25.000.00; e Isaac Sánchez Palau, $ 30.000.00). El Dr. Córdoba facturó un discurso histórico. Después intervino el señor Dr. Jesús A. Lozano A., otro de los pioneros de esta colosal obra. Sus palabras presentaron el panorama de la problemática que vive el Chocó, preñado de contrastes y de paradojas y carente de los elementales servicios. Dijo que “el Chocó tiene ya 25 años de vida como departamento, y son 25 años de vida que nos hemos pasado sin hacer nada”, y agregó: “esta Universidad del Chocó no se puede entender como una fábrica de profesionales en serie, sino que su misión consiste en servir de motor de cambio y liberación de la miseria y el abandono en que vive el Chocó”. Fue un discurso filosófico.

Por su parte, el señor Gobernador contestó a los oradores citados e hizo un altísimo elogio de las personas que de una u otra manera contribuyeron a forjar esta universidad: “una de las obras que hacía falta en Quibdó y que todos los chocoanos debemos apoyar sin reticencia, ni distingos”, dijo en uno de sus apartes; al concluir, declaró abiertas las actividades académicas y deseó a los estudiantes y a las directivas éxito en la vasta labor que se iniciaba por primera vez en la historia del Chocó.

Intervino la señorita Eyda Caicedo Osorio, con una poesía folclórica chocoana de la inspiración de su ilustre padre, el vate Miguel A. Caicedo, fundador de la Universidad. La “marcha final” estaba contemplada en el austero programa y fue así como terminó la inauguración. Algunos recrearon su euforia en pequeños grupos por fuera.

El centenario Colegio Carrasquilla de Quibdó
fue la primera sede de la UTCH, en 1972.
FOTO: ca. 1945.
Archivo fotográfico y fílmico del Chocó

Al siguiente día, el martes 7, se abrieron los juegos. Desde las 6 de la tarde, los primeros universitarios locales hicieron su entrada triunfante y optimista al Colegio Carrasquilla, que, gracias a la generosidad de su dinámico Rector, Lic. Auro Torres, volvió esta vez a ratificar su merecidísimo título de “Alma Mater” de la cultura chocoana, albergando en calidad de huésped en sus aulas a esta reciente universidad. Era increíble el espectáculo que se presenciaba. Las damas ataviadas con los más elegantes trajes en todos los estilos de la última moda (y son elegantes las chocoanas), entraban unas parsimoniosas, otras apresuradas, pero con paso firme y decidido; los varones, ya en cicla, ya de a pie, también llegaron a pasos rápido o lento, nadie quería perderse la primera hora; se subieron al segundo piso ellos y ellas fundidos en el mismo entusiasmo de idéntico rótulo: estudiantes. El colorido era magnifico, el ambiente como de fiesta y hasta la tarde brillante y fresca, enmarcaba esta nueva era del Chocó. Vivimos una feria, una feria intelectual, en la que este pregunta dónde queda tal o cual departamento; el de más allá inquiere por los horarios; unos dialogan con el Rector, en tanto que un profesor da indicaciones a varios estudiantes; en todas las aulas ya se escuchaban llamados a lista, los catedráticos se presentan e intercambian ideas con los universitarios, y dictan sus primeras clases; los alumnos a la expectativa se acomodan lo mejor que pueden; la ansiedad crece con la hora; el campanero (don Silvestre Serna) quien es un símbolo para las generaciones estudiantiles, vigila los pasos del reloj, dos mujeres improvisan una cafetería, se ve a algunos subir y bajar las escaleras, los rezagados corren a ubicarse, por allá alguien pide “tiza, por favor”, se oye el chirriar de pupitres, por acá un curso se cambia de salón; en un aula colocan en otra pared el tablero y en la vecina ponen lo que le corresponde hacer e inclusive un poco más, parece que nos encontramos en una colmena de muy laboriosas abejas. De pronto ¡tan! El campanazo de la primera hora nos sorprende; los estudiantes se buscan por diferentes nexos, a contarse su primera hora universitaria, comentan las impresiones, las palabras no les alcanzan a expresar lo que sienten y lo que piensan; que esto, que aquello, que el profesor tal, la materia, el método, no hay comentarios que no hagan ni cosa que no digan emocionados, digo mejor, entusiasmados hasta lo inefable.

En este vaivén intelectual, de nuevo el campanazo que indica la segunda hora; vuelven a sus aulas a escuchar y a tomar apuntes a otro catedrático. La tranquilidad reina, y así se va la primera noche universitaria en Quibdó. La Universidad del Chocó ha nacido. Se termina esa jornada; estudiantes profesores y directivos salen con las más diversas opiniones y pletóricos de alegría a sus residencias, donde los esperan sus padres, hermanos, esposos, familiares y les cuentan sus primeras experiencias universitarias. Las esperanzas son inmensas. No falta quien de contento se tome sus platinazos.

En los días posteriores, las actividades continúan su desarrollo normal; pero, de repente, una de esas noches, el apagón. Nadie se inmuta; ya estamos acostumbrados; se compran velas y con ellas se dictan las clases, y parece como si las tinieblas avivaran el entusiasmo tanto a profesores como a estudiantes; nadie retrocede, sino que avanza con entereza en busca de la ciencia para la superación. Los apagones se suceden con cierta regularidad y no hay quien desfallezca. Después, el servicio de energía electrónica se normaliza, gracias a la extraordinaria colaboración del Dr. Aguilar. Las clases siguen y luego las pruebas semestrales del primer periodo académico.

Son dignos de aplausos los profesores y estudiantes en su totalidad, por su constancia, su tenacidad, su responsabilidad. Ni la lluvia, ni la oscuridad, los acobardó para el cumplimiento de sus respectivos deberes. Mil felicidades, porque ustedes han empezado el cambio del Chocó, y con este gesto están mandando a recoger la vieja teoría de que el chocoano es perezoso e incapaz de resolver su propio destino.

lunes, 5 de agosto de 2024

 Ricardo Carrasquilla:
pedagogo y maestro, poeta y humanista

*Ricardo Carrasquilla. 1-Retrato tomado de la primera edición de Coplas (1863). 2-Dibujo de Alberto Urdaneta. Biblioteca Nacional de Colombia. 3-Retrato sin fecha. Banco de la República-Biblioteca Virtual.

El próximo 22 de agosto se cumplen 197 años del nacimiento de Ricardo Carrasquilla. De manera que en el 2027 estaremos conmemorando el bicentenario del nacimiento del hombre en cuyo nombre fue bautizado el más antiguo y tradicional colegio de Quibdó y de la región chocoana: el Colegio Carrasquilla; por cuyas aulas pasaron los integrantes de la generación más brillante de profesionales, intelectuales y políticos chocoanos que parió esta tierra en el siglo XX, llamada con justa razón la Generación del Carrasquilla[1]; gracias a la cual la chocoanidad -que accedía por primera vez a la educación pública y universal- se encumbró hasta los más altos escenarios de la vida nacional de Colombia durante varias décadas, y la región fue reconocida como algo más que un territorio de pródiga, disputada y saqueada naturaleza.

“Una muestra de esa generación de hombres ilustres y servidores públicos, cuya vida no transcurrió en vano”, es proveída de modo prolijo por otro carrasquillero ilustre, el escritor y profesor universitario César E. Rivas Lara, en su reseña histórica del Colegio Carrasquilla de Quibdó.[2] Dicha lista, que el profesor Rivas presenta en orden alfabético de apellidos, a la manera como se confeccionaban las listas de verificación de asistencia a clase, incluye a los siguientes prohombres chocoanos: Felipe Álvarez del Pino, Julio y Ramiro Álvarez Cuesta,  Miguel Ángel Arcos, Eliseo Arango Ramos, Adán Arriaga Andrade, Vicente Barrios Ferrer, Jorge Bechara Hernández, Miguel A. Caicedo Mena, Carlos Calderón Mosquera, Diego Luis Córdoba Córdoba, Dionisio Echeverry Ferrer, Julio Figueroa Villa, Miguel Vicente Garrido, Ramón Lozano Garcés, Camilo Mayo Caicedo, Tufik Meluk Aluma, Alfonso Meluk Salge, Nicanor Mena Perea, José La O. Moreno Palacios, Manuel Mosquera Garcés, Manuel María Mosquera, Neftalí Mosquera Mosquera, Ramón Mosquera Rivas, Arnoldo Palacios Mosquera, Aureliano Perea Aluma, Ismael Roldán Valencia, Nicolás Rojas Mena, Armando Luna Roa, Saulo Sánchez Córdoba, Jorge y Reinaldo Valencia Lozano, Daniel Valois Arce, Rogerio Velásquez Murillo, Demetrio Valdés Ortiz. Por supuesto, además de ellos, la reseña incluye una extensa lista adicional de profesionales importantes de la región cuya formación como bachilleres se dio en esta institución.

El quibdoseño Carrasquilla

Ricardo Carrasquilla “siempre reconoció su patria chica y tuvo para ella expresiones de afecto y de filial interés por sus destinos”[3]. De hecho, en su célebre Autobiografía -en verso- y en sus Apuntes para mi biografía[4], incluye explícitamente el dato de su lugar de nacimiento.

He vivido en Santafé,
aunque nací en el Chocó;
no puedo sospechar yo
cuándo y dónde moriré;
y por no saber el día
ni el lugar, quedarse debe
sin conclusión esta breve
modesta autobiografía.

[…]

Nací en veintidós de agosto
del año de veintisiete
en la villa de Quibdó
situada en tierra caliente.

Calle principal de Quibdó. Papel Periódico Ilustrado.
Bogotá, Año V, N° 107, 1° de enero de 1887.
Biblioteca digital de Bogotá.

En efecto, Ricardo Carrasquilla nació en Quibdó, el 22 de agosto de 1827. Y murió en Bogotá, donde vivió toda su vida, el 24 de diciembre de 1886. “Mis padres / El Coronel don Pedro Carrasquilla / Y la señora doña Cruz Ortega: / El nació en Honda en la arruinada villa, / Y ella del Funza en la florida vega”; cuenta en verso el propio Carrasquilla. Su padre era coronel de la independencia y su madre -Cruz Ortega y Nariño- era hija de don José Ortega, quien fuera vocal de la Suprema Junta del 20 de julio de 1810, y sobrina de don Antonio Nariño, el llamado precursor, quien tradujera del francés los Derechos del hombre y los difundiera a través de su periódico La Bagatela.

Un siglo después, en su artículo para la edición especial de la revista de la Universidad del Rosario, dedicada a conmemorar el centenario del nacimiento de Ricardo Carrasquilla, el gran historiador y pedagogo Julio César García Valencia, quien fuera Rector de la Universidad de Antioquia, narra las circunstancias del nacimiento de Carrasquilla: “Nombrado Gobernador del Chocó poco después de su matrimonio, el coronel Carrasquilla emprendió viaje, acompañado de su esposa, a la lejana provincia, y en Quibdó, a 22 de agosto de 1827, fue bendecida la unión con el nacimiento del primogénito, a quien se dio el nombre de Ricardo, sin prescindir del que le correspondía por el santo de la fecha en que nació, según piadosa costumbre que tiende a extinguirse: «me pusieron Timoteo», dice por ahí don Ricardo en chispeante autobiografía”[5].

Mientras el coronel Pedro Carrasquilla extendería el tronco familiar hacia el altiplano cundiboyacense, su hermano José María “fue tronco de numerosa familia antioqueña”[6], de la cual formaría parte Tomás, el famoso escritor nacido en Santo Domingo (Antioquia).

Refiriéndose a la ciudad natal de Carrasquilla, el profesor García Valencia expresa, en su escrito de 1927: “Quibdó guarda en sus anales páginas de heroísmo en la lucha por la libertad y se enorgullece con mejores títulos de la sangre de sus mártires que de las riquezas de su suelo. Al lado de los nombres ilustres de Carrasquilla y de Conto, la crítica histórica y una paciente labor revaluadora empiezan a hacer figurar en su diadema de madre fecunda el del inmortal autor de María”[7]; una clara referencia a la reivindicación, entonces en boga, de Quibdó como cuna de Jorge Isaacs, a instancias de los intelectuales locales de la época reunidos en torno al periódico ABC, cuyo fundador y director, Reinaldo Valencia Lozano, había publicado -en la imprenta del ABC, en Quibdó, el 8 de diciembre de 1926- su trabajo “Jorge Isaacs no nació en Cali, sino en Quibdó”, que el brillante Andrés Fernando Villa (Aristo Velarde) controvertiría mediante su demostración de que no había sido en Quibdó, sino en Neguá.

A edad temprana, Ricardo Carrasquilla es llevado desde Quibdó hasta Bogotá. “Desde pequeño fue llevado a la capital colombiana para realizar sus estudios”[8]. “Muy niño fue llevado a Bogotá”[9]; se lee en dos textos, que sugieren su salida en la primera infancia, ad portas de su ingreso a la escuela, que no era posible en el Quibdó de entonces. Sin embargo, basado en el trabajo del profesor García Valencia, el insigne intelectual y político chocoano Manuel Mosquera Garcés, en un artículo que fuera publicado originalmente en el periódico parroquial La Aurora, de Quibdó, de los misioneros claretianos de la Prefectura Apostólica del Chocó, y reproducido en la revista de la Universidad del Rosario; anota: “A los once meses de nacido fue llevado a Bogotá, ciudad en la que permaneció toda su vida, sin que por esto se mermara el cariño vehemente y acendrado que siempre profesó a su tierra natal”.[10]

Carrasquilla, un maestro consagrado

Ricardo Carrasquilla
Retrato de 1886.

Admirable autodidacta, Ricardo Carrasquilla llegaría a ser un atinado e inteligente pedagogo y maestro, que introduciría innovaciones trascendentales en el sistema educativo; en un momento en el que Colombia modelaba su nacionalidad a través de incontables guerras civiles. En su discurso conmemorativo de Carrasquilla en el aula máxima de la Universidad de Antioquia, en marzo de 1927, el eminente jurista e historiador Guillermo Jaramillo Barrientos declaró: “Fue aquella toda una existencia larga dedicada a la escuela, en tiempo que empleaban los demás en destruir. Fue la labor silenciosa de formar varios miles de educandos cuando el ruido de los cañones retumbaba contra los cristales del salón. Fue el resultado de muchos lustros consagrados a formar ciudadanos aptos para que la Patria renaciera de las varias guerras generales y de innúmeras guerras seccionales que destruyeron parte de la población, las riquezas acumuladas y el crédito que ya se había logrado. He aquí la forma maravillosa como Carrasquilla contribuyó con valioso aporte a redimir el retroceso que fue herencia de las turbulencias de esta democracia bendecida, pero en más de una ocasión desbordada”[11]. Por su parte, en su artículo para la revista homenaje de la Universidad del Rosario, el poeta, escritor y académico Manuel Antonio Bonilla Rebellón expresó: “Su mejor obra, después de su hijo Rafael María, fue la que realizó como maestro, y él mismo la ponía por encima de sus escritos”[12].

Acerca de la ponderada labor educativa de Ricardo Carrasquilla y de su aplaudida creación de una escuela de alto alcance pedagógico, el escritor y editor Carlos Nicolás Hernández, quien realizara para Panamericana Editorial una selección de poemas de Carrasquilla, con trabajo de investigación documental de la escritora y poeta Sonia Nadhezda Truque (hija del escritor condoteño Carlos Arturo Truque Asprilla); anota: “Aunque fue un autodidacta, se dedicó a la enseñanza en el colegio de José Joaquín Casas, y en el año 1857 fundó el colegio Liceo de la Infancia, al que dedicó buena parte de su vida y en el que se cultivaron varias generaciones. Su vocación por el magisterio lo llevó también a escribir en verso el curioso libro Problemas de aritmética para los niños[13].

Carrasquilla, un pedagogo innovador

Hace casi doscientos años, cuando el acto educativo se basaba -más que ahora- en una relación absolutamente vertical y autoritaria entre educadores y educandos, Ricardo Carrasquilla innovaba la labor del magisterio y las relaciones entre maestros y alumnos. “Su pensamiento pedagógico era antimemorístico, abierto a las corrientes modernas de su tiempo y nada autoritario”, subraya Carlos Nicolás Hernández.[14]

Monseñor Rafael María Carrasquilla,
primogénito de Ricardo Carrasquilla.
Óleo - Archivo histórico
Universidad del Rosario.

“Jamás hubo lecciones más amenas que las suyas, aunque enseñara las materias más áridas, como álgebra o lógica. Los jóvenes, los niños mismos, preferían la clase de don Ricardo a cualquier pasatiempo propio de su edad; y con todo, donde él menos enseñaba, era en las aulas… No estuve con él sino en una clase de religión, ni yo alcancé a estudiar en aquella época sino las materias elementales. Y, sin embargo, sin darme clases, sin señalarme lecciones ni tareas, cuando llegué al Seminario me admitieron directamente, con lo que sabía, a los cursos de teología sagrada”[15]; contaba su primogénito, alumno y heredero en el campo filosófico, educativo y literario, Monseñor Rafael María Carrasquilla (1857-1930), quien cursó su primaria en el Liceo de la Infancia: “Eclesiástico, escritor y educador bogotano, Monseñor Carrasquilla consagró su vida a la religión católica y a la enseñanza. Se desempeñó como rector del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario por casi 40 años. Fue miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua”.[16]

El esclarecido pedagogo y maestro Julio César García Valencia, que también dedicó su vida a la enseñanza, destaca algunos puntos claves de las innovaciones que introdujo Ricardo Carrasquilla en su tarea educativa, a la que dedicó cuarenta de los cincuenta y nueve años que vivió. En materia de disciplina escolar, en tiempos en los que sí que se creía que la letra con sangre entraba, Carrasquilla “reemplazó los castigos dolorosos, universales en su tiempo, por la vigilancia más nimia; pero tal, que no era carga ni humillación, ni motivo de inquietud para sus alumnos. Al mismo tiempo inventó una serie no interrumpida de estímulos que no dejaban en inacción ni a los más perezosos… En el Liceo de la Infancia los reglamentos eran reemplazados por la resolución de cada caso particular, según las circunstancias especiales que lo rodeaban y el carácter de los alumnos.”[17]

En cuanto a la organización y enfoque de las materias de estudio, García Valencia cuenta una reveladora anécdota sobre Religión, que para los establecimientos educativos de la época era eje y centro de la formación de los alumnos. “No he visto escrito este hecho, pero se lo oí referir a Monseñor Carrasquilla: Visitaba un amigo de don Ricardo el Liceo de la Infancia y viendo la distribución de las clases preguntó: -¿A qué horas es la clase de religión? -De las cinco de la mañana a las nueve de la noche, fue la respuesta del Director. No figuraba esa clase en el horario”.

También innovó Ricardo Carrasquilla -hace casi 200 años- la enseñanza de las matemáticas, ya que en sus clases de aritmética la tarea dejó de ser “el aprendizaje de fórmulas, procedimientos o corolarios para casos hipotéticos, en cuya inmediata o siquiera posible realización no tenían los escolares completa fe”; para darle paso a la verosimilitud de los problemas y el énfasis en la curiosidad de los alumnos por develar y conocer el misterio del resultado, según anotaciones del famoso maestro de la época Santiago Pérez, en una nota publicada en El Tiempo, en 1859.

Julio César García Valencia narra con detalle lo referente a la célebre publicación en versos escrita y utilizada por Ricardo Carrasquilla en su Liceo, en la que materializa el enfoque comentado por el profesor Pérez: “En 1857 empezó a publicar don Ricardo en un periódico de Bogotá sus Problemas de aritmética para los niños, fruto de versación en la ciencia y método de la enseñanza antes que de ingenio poético y rica fantasía, que en breve fueron auxiliar precioso de todos los maestros y se publicaron en 1859 en volumen que alcanzó a circular profusamente en las escuelas de Antioquia. Profesores de la calidad de don Santiago Pérez los elogiaron con entusiasmo…”.[18]

Manuel Mosquera Garcés resalta la actitud de Ricardo Carrasquilla como maestro: “…no se gastaba esa académica y olímpica seriedad con que a menudo disfrazan ciertos pseudoinstitutores su ineptitud para el magisterio y su vaciedad de entendimiento; trataba a sus discípulos con dulzura y suavidad, los unía a él por los estrechos vínculos del más paternal cariño, ganábase su confianza, hacíase el confidente de sus penas y el consejero en sus dificultades, sin que todo eso cediera en mengua de la autoridad o del respeto”.[19]

Carrasquilla, humanista y poeta

Ya habrá tiempo -antes de que lleguemos al año de la conmemoración del bicentenario de su nacimiento en Quibdó- para dedicarle unas páginas a la significativa presencia de Ricardo Carrasquilla en las letras colombianas, así como a su trabajo humanístico, fundamento de su magisterio y su vida. Por ahora, cerremos con los versos con los que cierra él mismo sus Apuntes para mi biografía:

Vecino de esta ciudad,
muy pobre y sin generales,
no faltan en casa males,
tengo a mi cargo una escuela;
Una cosa me consuela,
y es que la posteridad,
(con entera libertad)
cuando yo sea pretérito,
hará justicia a mi mérito.



[1] La denominación es original del Arquitecto y Doctor en Historia Luis Fernando González Escobar, quien la acuñó en su clásico trabajo sobre historia de Quibdó, para relievar el aporte de la educación pública a la formación de una clase dirigente propia y nativa en el Chocó. Ver: González Escobar, Luis Fernando. Quibdó, contexto histórico, desarrollo urbano y patrimonio arquitectónico. Centro de publicaciones Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, febrero 2003. 362 pp.

[3] García, Julio César. Semblanza y vida armónica de don Ricardo Carrasquilla. Revista Universidad del Rosario, Volumen 22 Número 213, 1° de abril de 1927. Pp. 560-577.

[4] Pérez Silva, Vicente. La autobiografía en Colombia. Santafé de Bogotá, D. C., agosto de 1996. 507 pp. Pág. 55-56.

[5] García, Julio César. Semblanza y vida armónica de don Ricardo Carrasquilla. Artículo citado.

[6] Ibidem. Pág. 563

[7] Ibidem. Pág. 564

[8] Artesana de palabras. Ricardo Carrasquilla.

https://www.artesanadepalabras.com/ricardocarrasquilla

[9] EcuRed. Ricardo Carrasquilla y Ortega.

 https://www.ecured.cu/Ricardo_Carrasquilla_y_Ortega

[10] Mosquera Garcés. Manuel S. Algo sobre don Ricardo Carrasquilla. Revista Universidad del Rosario, Volumen 22 Número 213, 1° de abril de 1927. Pp. 164-170

[11] Don Ricardo Carrasquilla. Discurso del Doctor Guillermo Jaramillo Barrientos en el acto literario que se celebró anoche en el aula máxima de la Universidad de Antioquia. En: Revista Universidad del Rosario, Volumen 22 Número 213, 1° de abril de 1927. Pp. 557-560.

[12] Bonilla, Manuel Antonio. Don Ricardo Carrasquilla. Revista Universidad del Rosario, Volumen 22 Número 213, 1° de abril de 1927. Pp. 549-557.

[13] Hernández, Carlos Nicolás. Presentación de Cuadernillos de Poesía. Ricardo Carrasquilla-Selección. Panamericana Editorial, primera edición, abril de 1997. 49 pp. Pág. 7-8.

[14] Ibidem.

[15] En: García, Julio César. Semblanza y vida armónica de don Ricardo Carrasquilla. Artículo citado. Pág. 567.

[16] Rafael María Carrasquilla. Enciclopedia Banco de la República Cultural.

https://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php/Rafael_Mar%C3%ADa_Carrasquilla

[17] García, Julio César. Semblanza y vida armónica de don Ricardo Carrasquilla. Artículo citado. Pág. 567.

[18] Ibidem. Pág. 568

[19] Mosquera Garcés, Manuel S. Algo sobre don Ricardo Carrasquilla. Revista Universidad del Rosario, Volumen 22 Número 213, 1° de abril de 1927. Pp. 164-170. Pág. 166.