El tesoro perdido
de Tufik Meluk y Antero Agualimpia
(2ª Parte)
Durante un lapso de por lo menos cinco años, entre finales de la década de 1960 y mediados de la década de 1970, el médico chocoano Tufik Meluk Aluma, famoso en la historia de la medicina colombiana por sus aportes al desarrollo de la psiquiatría y de la práctica médica del psicoanálisis en el país; hizo una serie de grabaciones originales de música de chirimía chocoana que probablemente sean las únicas que conserven interpretaciones de clarinete por parte del más grande clarinetero que ha tenido el Chocó en toda su historia: el Maestro Antero Agualimpia. Si aún existe, como parece ser, de acuerdo con nuevas versiones del asunto narradas para El Guarengue por dos protagonistas de aquellas tertulias y sesiones de grabación, este invaluable material sonoro, evidentemente, no solo es patrimonio cultural de la región chocoana, sino también parte invaluable del patrimonio musical del Pacífico y de toda la nación colombiana.
Utilizando una grabadora de cintas de carrete abierto que en su práctica médica le servía para conservar las conversaciones con sus pacientes de psicoanálisis, el Doctor Tufik realizó estas grabaciones en su propio apartamento, en Bogotá, que estaba ubicado en la calle 22 con carrera séptima, en inmediaciones de donde actualmente queda la Personería Distrital, y donde vivía con su esposa y sus dos hijos, Axel y Tufik.
Sábados de chocoanidad
Había una mezcla de hospitalidad y mecenazgo, generosidad de coterráneo, admiración de paisano y amor a la música chocoana, en la disponibilidad permanente del doctor Tufik Meluk Aluma para recibir en su casa a Antero Agualimpia y demás chocoanos que formaban parte del grupo de Cantos y Danzas Folclóricas del Chocó, de la Universidad Nacional de Colombia. Así lo recuerdan con detalle dos profesionales quibdoseños, en ese entonces estudiantes, que vivieron y fueron partícipes de aquellas noches de bohemia, tertulia y música: Américo Murillo Londoño (Ameriquito), quien estudiaba Derecho en la Universidad La Gran Colombia, tocaba platillos y redoblante, y cantaba; y Salim Bechara Simanca, quien estudiaba Ingeniería Civil en la Universidad La Gran Colombia y tocaba la requinta.
Ameriquito recuerda:
El
doctor Tufik me conocía, porque mi abuela materna, cuando llegó a Quibdó de
Bagadó, muy joven, muchacha, llegó a trabajar donde don Félix Meluk y ella era
la niñera de los muchachos, de Amín, Tufik y Gabriel, que era mi padrino de
bautizo, y las mujeres, que eran Olga y María; entonces mi abuela era la nana
de ellos…
Entonces
él una vez fue a una presentación que hicimos en Bogotá y de ahí nos contactó,
que cuándo podíamos ir allá, a su casa. Usted nos dice, le dije yo. No, cuando
puedan… Entonces, en algún fin de semana que no
teníamos programación, dijimos: bueno, ¿y nosotros por qué no nos vamos para
donde el doctor Tufik, que nos invitó a su apartamento…? Entonces yo lo llamé.
Y él me dijo: vengan. Desde las 8 vénganse para acá. Y entonces así empezamos.
Cuando
llegamos allá, el doctor Tufik nos tenía de todo: uvas pasas, dátiles,
pistachos; él no tomaba, pero tenía ron, aguardiente y whisky, para que
nosotros tomáramos de lo que quisiéramos… El doctor Tufik tenía un termo
metálico, como plateado, y allí tenía té; él solo tomaba té, toda la noche…Nosotros
llegábamos a la casa del Doctor Tufik los sábados entre 8 y media y 9 de la
noche y salíamos al día siguiente. Él tenía su grabadora de cinta, que
utilizaba para las sesiones que tenía con sus pacientes de psicoanálisis; y con
esa grabadora recogía todo lo que se tocaba, lo que se hablaba, los chistes,
las anécdotas y todo lo que ocurría allí. Y nosotros parábamos más o menos a
las 5 de la mañana; a las 6, salíamos a una cafetería que se llamaba La
Española, desayunábamos y nos íbamos cada quien para su casa… él nos pagaba su
desayuno y además nos daba para el transporte para que nos desplazáramos a
nuestras casas.
Allá
iba Alirio Londoño, que le decían Chandú; Lucho Garcés Ferrer; Américo Murillo;
Nicolás y Alexis, mis hermanos; iba Sardinita (Héctor Murillo), hijo de Ruperto
Murillo el del disco de Ruperto Mena, ese también iba; pero, todos éramos del
grupo de cantos y danzas de la Nacional… Entonces, todos esos iban… Esos eran
los que generalmente íbamos, a tocar y a cantar. Y el clarinetero era Antero,
únicamente Antero… Muchos años después es que llegan a Bogotá Neptolio y
Panadero, cuando ya ni siquiera estaba Antero, que ya se había muerto, porque
estos llegan es en los 80.
Había en Vianí (Cundinamarca) un señor tadoseño, que se llamaba Antonio Copete, que había trabajado en la campaña antipiánica, en la época del pian en el Chocó. Después, él se fue para Bogotá y puso una farmacia en Vianí (Cundinamarca) y él tocaba bombardino o cobre y además se conocía con Antero, se conocían desde el Chocó, de muchachos, entonces cuando había una presentación muy importante o había un viaje, llamábamos a Antonio Copete y Antonio venía, y Antonio era el que acompañaba en el bombardino a Antero Agualimpia. Y el Maestro Antonio también iba algunas veces a las tertulias y grabaciones donde el doctor Tufik.[1]
Salim Bechara confirma estos recuerdos:
Yo, en muchísimas ocasiones, estuve también allá donde Tufik Meluk; porque él invitaba al grupo, pero al grupo de música, no a los bailarines… Entonces iba Américo Murillo, iba Alirio Chandú, en la época mía a veces Sardina (Héctor Murillo), iba por supuesto Antero, a veces iba el maestro Antonio Copete, y yo tocaba la requinta… El doctor Tufik cuando uno iba le llenaba una mesa entera, grandísima, y ahí ponía quibbe, tahini, aceitunas, queso de cabra, encurtidos, de cuanta vaina había; y él tan pronto veía que algo se estaba acabando, se paraba y lo llenaba otra vez. Uno allá no sufría ni por comida ni por trago. Como a casi todos les gustaba aguardiente, entonces él sacaba todo el aguardiente que se necesitaba; a veces también sacaba ron, si alguno quería; y creo que él tomaba era whisky, pero en toda la noche se tomaba dos o tres copas si acaso.[2]
El misterio de las grabaciones
De acuerdo con la versión del médico veterinario, músico, compositor y empresario chocoano Lascario Barboza Díaz (Lascarito), las grabaciones que quedaron de aquellas tertulias fueron entregadas por la familia del doctor Tufik Meluk a la Radiodifusora Nacional[3] y no fue posible localizarlas, en un intento que hace algunos años hicieron Lascarito y el médico Alfonso Figueroa Meluk, también chocoano.
Al respecto, el ingeniero civil y músico Salim Bechara cuenta lo siguiente:
Pasado el tiempo, yo me conseguí el teléfono de uno de los hijos del doctor Tufik, y lo llamé, porque yo estaba con ganas de ver si me podía conseguir con él alguna de las grabaciones en las que yo había participado… Cuando yo le expuse la idea de que si hubiera forma de rescatar algo al menos de lo que yo consideraba que me había tocado, él me dijo que ellos habían llegado a un acuerdo con la mamá y que habían decidido donarle todo eso a la Biblioteca Luis Ángel Arango, de Bogotá. Entonces, eso te cuento porque creo que es distinto de lo que te dijo Lascario, que estaba en otra parte… Entonces, yo creo que la cuestión hay que empezarla a buscar por allá.[4]
Aunque son distintas las versiones, tanto Lascario Barboza como Salim Bechara tienen como fuente a Axel Meluk, uno de los hijos del doctor Tufik. Y la misma fuente tiene el abogado, historiador y artista quibdoseño Américo Murillo Londoño, para una versión completamente diferente, según la cual el material aún sigue en poder de la familia, en casetes a los cuales el doctor Tufik, antes de morirse, transfirió las grabaciones que había hecho en las cintas de carrete abierto.
El
material que Axel Meluk tiene son casetes, porque el doctor Tufik grababa en
una grabadora que era de cinta, de esas que tienen un carrete grande como los
rollos de película, y esa era la que él utilizaba para grabar las
conversaciones que él tenía con sus pacientes de psicoanálisis… Él, de esa
grabadora, sacaba lo que se había grabado y lo pasaba a casete…entonces cuando
nosotros llegábamos allá, él nos decía: oigan esto, y nos ponía un casete. Él
grababa todo y después iba seleccionando versiones de la misma canción, porque
uno no toca todo el tiempo igual, todo el tiempo la canción no sale exactamente
igual, todo dependía de por ejemplo cuánto trago se había tomado… Pero, a
nosotros nunca se nos ocurrió decirle que nos diera una copia. Por allí
teníamos una copia que creo que la tiene es mi hermana Zully allá en Cali.
Pero, el doctor Tufik siempre les dijo a sus hijos que cuando cualquiera de
nosotros quisiera esa música, nos las entregara; cualquiera de nosotros, los
que íbamos allá a su casa, podíamos reclamarla… La última vez que yo hablé con
Axel, fue cuando Axel me mandó las fotos que yo saqué en mi escrito del doctor
Tufik en el periódico El Manduco…[5]
Yo
hace como unos dos o tres años hasta hablé eso con Hinchao[6] y él me dijo que en el
Ministerio de Cultura tenían unos señores que los habían mandado a estudiar
justamente de eso: cómo hacer esas transmisiones y cómo hacer esas grabaciones
y toda esa cantidad de cosas, que había unos empleados que hacían ese trabajo;
pero, todo se quedó allí y no hubo ninguna definición para él hablar allá en el
Ministerio de Cultura. Y yo también me despreocupé, pues para mí eso qué
implica: tengo que contar con Axel, cuándo puede, y entonces yo poder viajar,
tengo que tener recursos para ir a Bogotá, recursos de mi bolsillo… primero
contactar a Axel, segundo, consultar en el ministerio si se embarcan en eso de
disponer los equipos y el personal técnico para ver qué se rescata; porque Axel
me dijo: no, yo tengo todo eso.
Yo sé que ellos, y me lo dijo Axel, los libros del papá se los donaron a la Universidad Nacional, todos sus libros de psiquiatría y de psicoanálisis; pero, él se quedó con eso, con la música. Él alguna vez como que dijo: no, eso todo lo regalamos; entonces se difundió que eso se había regalado. Cuando yo hablé con él, él me dijo dizque: Américo, ¿quieres que te diga una mentira piadosa o la verdad? Yo le dije: no, dime la verdad, para qué me vas a… Él me dijo: no, los tengo yo. En esa época que nosotros íbamos allá, ellos eran unos pelaos que estaban empezando bachillerato. Y yo a él no lo he vuelto a ver. Al que vi fue, en un San Pacho hace como treinta años, fue a Tufikcito que vino y vino con Gabriel (hijo de Gabriel Meluk Aluma), que era ingeniero electrónico y profesor de la Universidad Distrital, y en la Distrital fue profesor de un poco de chocoanos que estudiaron allá…Gabriel, el hijo de Gabriel Meluk y papá del otro Gabriel, el cronista deportivo de El Tiempo.[7]
Recuperar y preservar la herencia musical de Antero
Agualimpia
A propósito de la reactivación del Festival Antero Agualimpia, creado para la promoción y preservación de la chirimía y las danzas folclóricas del Chocó, cuya undécima versión se llevará a cabo en Quibdó del 7 al 10 de diciembre de 2023; sería oportuno organizar y poner en marcha una campaña expedita en pro de la localización, recuperación y preservación de las que quizás sean las únicas grabaciones originales existentes de música de chirimía chocoana que cuentan con la participación del Maestro Antero Agualimpia como intérprete del clarinete.
Este conjunto de grabaciones, cuya historia empezamos a contar en El Guarengue el pasado 13 de noviembre, constituyen un auténtico tesoro musical que es posible recuperar, como patrimonio de la chocoanidad. Para ello, sería pertinente una alianza de la Gobernación del Chocó, a través de su Secretaría de Cultura, con las alcaldías de Quibdó y Condoto (donde siempre se ha dicho que nació el Maestro Antero, aunque también se afirma que nació en Tadó); que contara con el apoyo técnico, logístico y económico del Ministerio de Cultura de Colombia y la participación de sus expertos en patrimonio musical y restauración; al igual que con la vinculación de músicos e investigadores musicales chocoanos como el Maestro Leonidas Valencia Valencia (Hinchao) y J. Elías Córdoba Valencia, y algunos de los protagonistas de la historia de estas grabaciones, como Américo Murillo Londoño, Salim Bechara Simanca, Lascario Barboza Díaz; y, por supuesto, con la contribución de la familia del doctor Tufik Meluk Aluma, en particular de sus dos hijos: Axel y Tufik Jr.
El Maestro Antero Agualimpia es un músico clásico de la chirimía chocoana, cuyo sinigual virtuosismo en la interpretación del clarinete enalteció esta tradición musical y le dio lustre por fuera de la región. Su enorme valía como artista y su indiscutible aporte a la difusión de la música folclórica del Chocó, lo hacen merecedor de un homenaje inaplazable a su memoria: la recuperación y preservación de las grabaciones que hace más de cincuenta años hizo de sus interpretaciones de chirimía chocoana el doctor Tufik Meluk Aluma, en Bogotá. En ellas está parte del legado y la herencia de Antero Agualimpia, y una parte significativa del patrimonio musical afrochocoano, afropacífico y afrocolombiano.
[1]
Américo Murillo Londoño. Entrevista de Julio César U. H., 15 de noviembre de
2023.
[2] Salim Bechara Simanca. Conversación con Julio César U. H., 15 de noviembre de 2023.
[3] Ver en El Guarengue la primera parte de esta crónica: El tesoro perdido de Tufik Meluk y Antero Agualimpia. 13 de noviembre de 2023. https://miguarengue.blogspot.com/2023/11/el-tesoro-perdido-de-tufik-meluk-y.html
[4] Salim
Bechara Simanca. Conversación con Julio César U. H., 15 de noviembre de 2023.
[5] Américo Murillo Londoño. Entrevista de Julio César U. H., 15 de noviembre de 2023.
[6] Apodo con el que es conocido el músico e investigador chocoano Leonidas Valencia Valencia.
[7] Américo
Murillo Londoño. Entrevista de Julio César U. H., 15 de noviembre de 2023.
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